sábado, 25 de julio de 2015

UN AMOR ETERNO NACIDO CON LA CREACIÓN. TERCERA PARTE. ESTER. CAPITULO TRIGÉSIMO QUINTO. UN SUEÑO HECHO REALIDAD

 CON LA CONCLUSIÓN DE ESTE ESCRITO TERMINA MI AVENTURA POR ESTE BLOGGER NO SEGUIRÉ PUBLICANDO Y LA CERRARÉ EN OCTUBRE. DONDE CONCLUYE UNA ETAPA MARAVILLOSA DE MI VIDA. PERO COMO SIEMPRE MIRO AL HORIZONTE TRATANDO DE ALCANZARLO AUNQUE SEA CONSCIENTE QUE ES IMPOSIBLE. PERO COMO DIJO EL SABIO LO IMPORTANTE NO ES EL HORIZONTE ES EL CAMINO, SEGUIR CAMINANDO.
NOTA: Seguiré publicando porque adoro escribir aunque el de Arriba no me concedió ese don, pero me sirve para mejorar muy poco a poco pero al fin y al cabo mejorar en algo que me apasiona, escribir. 

Está es la nueva dirección del blogger donde continuare mi camino. Gracias a los que se atrevieron ya no a leer sino  a abrir la pagina.
http://negritapuravida.blogspot.com.es/


CAPITULO TRIGÉSIMO QUINTO UN SUEÑO HECHO REALIDAD

 

 


  La delegación española olímpica de vela regresaba a casa. Con un palmarés envidiable por otras especialidades, cuatro medallas. Un oro, una de plata y dos bronces. Las expectativas estaban por todo lo alto. Fueron unas horas que se hicieron eternas para nuestra protagonista. Había deseado quedarse al menos dos o tres semanas con Ramón y Rajid para organizar aquel sueño, pero no era posible, los compromisos sociales del equipo estaban apalabrados de antemano y Ester no faltaba a su palabra. Deseaba que todo aquello finalizara para regresar de nuevo y compartir con sus amigos su verdadero sueño. Lo vivido en esas jornadas fue una pesadilla. Como comprendía ahora a su yayo cuando le hablaba de todo ese circo que se montaba. Medios, políticos, directivos deseando destacar al individuo y queriendo sacarse la foto junto la reina de la olimpiada. La princesa de la India como le llamaba Rajid. No le extrañó en absoluto que su abuelo renunciara a nuevas olimpiadas. Posiblemente, entre tanta farsa, si ciertos estamentos no se hubieran producido dos hechos puntuales, pero de un valor incalculable para nuestra campeona, se habría dejado la vela de alta competición. Pero primero el sobrino de su abuelo, aquel niño repelente que en la actualidad presidia el banco de su padre, se entrevistó con Greet, Andrea y la pequeña en su interminable despacho donde la entidad tenía su central. Todo fueron atenciones, ya habían hablado con los padres pero no concretaron nada. Ahora se le ofrecía una gran oportunidad a la joven con un contrato muy importante. En menos de unos meses abrían sucursal en la India y ese sueño de la pequeña les vendría muy bien especialmente en esos primeros pasos. Todo eran ventajas, las olimpiadas se habían celebrado en la misma localidad donde se iniciaría su entidad y como allí mismo pensaban fundar esa asociación quiso tener más información sobre el asunto. Cuando Ester escuchó las cantidades que la entidad estaba dispuesta a desembolsar los ojitos se le iluminaron. Pero no dijo nada esperó a que aquel directivo conociera su sueño y especialmente la idea que tenían bastante avanzada. Pero a decir verdad la niña desconocía los movimientos de Rajid y las cantidades que entre unos y otros habían reunido. No tuvo que meditarlo en demasía, tras finalizar la exposición de aquel sueño cerró el comentario con la siguiente propuesta.

 

     Personalmente no deseo cantidad alguna, pero si dobla la oferta propuesta para la asociación me comprometo a asistir a la siguiente Olimpiada portando las enseñas del banco en mis entrenamientos y en las competiciones que lo permita el reglamento.

 

    Aquel hombre de negocios sabía que las cantidades ofrecidas a la chiquilla se podían aumentar sin el menor problema. Iba a dar el visto bueno cuando Greet intervino.

    Ester, discúlpame. Usted sabe que si explota comercialmente como donativo a esa asociación no solo repercutiría a nivel nacional e internacional. Tendrá las puertas abiertas en la India en ese inicio que usted y yo sabemos perfectamente que tiene sus dificultades. 

 

   La chiquilla sonrió, era consciente que su padre le había lanzado un cable para sacar un mayor pellizco para su sueño. Aquel hombre de negocios pidió tiempo. Estaba autorizado a unas cantidades y cuadruplicar la cifra propuesta no entraba en los márgenes aprobados. Pero ambas partes eran conscientes que a pesar de lo solicitado por aquel padre era asumible para la entidad viendo las perspectivas de futuro, pero especialmente tras el compromiso de la joven. Aquel ejecutivo sabía que las ofertas de otras empresas igualarían esas cantidades, e incluso presionando un poco más a la joven para involucrarse más años podría mejorarlas considerablemente. No estaba autorizado por el consejo de la entidad pero se arriesgó. Si era necesario desembolsaría personalmente parte de las cantidades que no aprobara la entidad. Sabía perfectamente que de hacerlo sacaría tajada con la empresa pues pondría sus condiciones de avalar él las cantidades que no se aprobasen en el consejo. Andaban con ese silencio, esperando respuestas y el directivo haciéndose la composición de la situación cuando la pequeña rompió ese momento.

 

    Tome el tiempo que precise. Ahora tenemos dos entrevistas con otras entidades para buscar financiación a mi sueño. Si cuando ustedes lo tengan claro no hay interferencia con otras estaremos muy gustosos de concretar para firmar. Pero me gustaría tener resuelto todo antes de regresar a la India.

 

   Andrea miró a su esposo, esa cría se las sabía todas, sin duda la intervención de su padre le había proporcionado la seguridad necesaria para asuntos que desconocía y que su padre supo gestionar a las mil maravillas. Aquel directivo le preguntó cuando volaba a la India de nuevo, la respuesta no se hizo esperar. El lunes. Precisaba cerrar algunas cosas antes de iniciar el curso y solo faltaban dos semanas para ello.

   El presidente de la entidad salió al paso para comentar lo que había estado meditando. El sábado podían acercarse para firmar el contrato que prepararían sus abogados con las últimas condiciones habladas.

   Salieron de la entidad incrédulos, habían conseguido cuatro veces más de las pensadas en un principio. Sin duda el sueño de la escuela se podría iniciar, o al menos estar muy cerca.

  Tenían una nueva entrevista para cerrar unos anuncios con una empresa de hidrocarburos. Ya se habían puesto en contacto con los padres de Ester y esa reunión trataba de exponer condiciones y cerrar los contratos en caso de aceptarlos. Fue una reunión fluida la joven expuso su idea y también les explicó su sueño. Bastaría con cerrar la cantidad de años que la empresa se encargaría de suministrar carburante a las barcas de pesca. Aquellos directivos vieron la posibilidad de explotar anualmente ese acuerdo pero debían confirmarle que tipo de embarcaciones eran y cuantas. De inmediato Ester le confirmó que no serían menos de dos pero que en ningún caso superarían las cinco embarcaciones. Fueron limando flecos y por fin cerraron el trato. Les proporcionarían durante diez años el carburante necesario si eran dos, ocho si eran tres, cinco si eran cuatro y por último entre tres o cuatro años, si eran cinco. La familia aceptó y cerraron el trato. Sin duda aquel sueño se iniciaba sin la menor traba, parecía que las puertas se le abrían casi sin pedirlo. Con esa promesa los barcos no tendrían problemas económicos para funcionar al menos durante esos periodos de tiempo. Luego si accedía a otra olimpiada tal vez se pudieran mejorar. Andaba en una nube, se abrazaba a sus padres mientras sus ojitos se turbaban en nebulosas que le impedían ver con claridad. El recuerdo de su yayo lo tenía tan próximo. Pero se le pasaba, si lo podía ver y hablar cuando quisiera, de que se preocupaba. Él siempre estaba para cuando ella quisiera. Allí donde solo las almas se pueden encontrar.

    La niña era consciente que esa medalla le había proporcionado la base para iniciar su sueño y de seguir compitiendo y obteniendo buenos resultados sin duda ese sueño lo podría trasladar a otros países. Siempre habría un Rajid, un Vicente, un Robert para comenzar en otras latitudes.

   El sábado les telefoneo el sobrino de Julián confirmando que lo retrasaban al lunes a primera hora pues los abogados no tenían finalizado el contrato.

   El lunes muy temprano recibieron una llamada. De nuevo el presidente de la entidad si se acercaban firmarían la última propuesta que les plantearon. Ester no pudo terminar la conversación que Andrea atenta a su pequeña concluyó. Ya no era un sueño era una realidad, al menos para esos primeros diez años. Sin duda el arrancar era duro y habían pensado que los tres o cuatro años primeros serían los más duros pero ahora tenían cubierto hasta diez años como mínimo. 

   Fue firmar con la entidad y subirse en su vuelo con destino a la India. No solo volvía llevaba una buena sorpresa para todos sus amigos. Pero la que le tenían preparada ellos no se quedaba a la zaga.

   Vicente acompañaba a la princesa para celebrar todos juntos aquella nueva aventura. 

   Durante el vuelo conectó con su abuelo, logró por primera vez en su vida encontrarse con él durante un viaje en avión. Andaba desde Puerto Viejo, siguiendo el linde de la playa. Con esa figura de incipiente mujer contorneando sus caderas al ritmo del Caribe, mientras la fauna y la vegetación seguían los compases de esa mujercita rebosante de felicidad. Los ojos chispeantes por las humedades provocadas por tanta dicha. Su rostro mostrando esa sonrisa que paralizaba todo ser viviente a su paso. Se recreaba en esos silencios, marcados por los sonidos de la mar al postrase ante sus pies y ofrecer un manto blanco donde poder apoyar sus pasos. Por las avecillas que canturreaban y al verla enmudecían ante la belleza que circulaba por la arena. El sol comenzaba a despojarse de las sabanas confeccionadas por el agua que le había sumergido en el horizonte y la luz devolvía el color y las formas a ese paisaje paradisiaco. A ese lugar de la Tierra donde vivió con una intensidad indescriptible algunos años de su existencia. Pero especialmente el haber compartido con su yayo esos momentos. Mientras unos grandes lagrimones recorrían ese cutis de porcelana lanzó dos palabras, la misma repetida.

 

    ¡Yayo! ¡Yayo!.


     Al girar para entrar en la cala del abuelo, pasó junto a los hangares, donde guardaban las embarcaciones y a unos trescientos metros vio a Julián sentado sobre aquella palmera que se inclinaba venerando al Caribe por su majestuosidad cerrando el paso al personal entre el agua y la selva.
  Comenzó una carrera que no detendría hasta fundirse con su abuelo.

  ¡Lo conseguimos yayo lo…”!

FIN




UN AMOR ETERNO NACIDO CON LA CREACIÓN. TERCERA PARTE. CAPÍTULO TRIGÉSIMO CUARTO

CAPITULO TRIGÉSIMO CUARTO LA FINAL. NO HUBO COLOR

 

 

   La jornada del domingo los padres de Ester atendieron a varios directivos de empresas comerciales, interesados en negociar acuerdos publicitarios. Conscientes que a pesar del riesgo de no ganar la olimpiada, con esa propuesta no perderían y por el contrario de ganar, sería una ganga su contratación. Pero se encontraron con la negativa de esos padres. Hasta la conclusión de la prueba no se podía distraer a la niña. Precisaba centrarse para una prueba de esa magnitud. Insistían una y otra vez conscientes que la cuantía del contrato aumentaría muchos ceros de finalizar oro olímpico. Pero llegaban tarde. Tal vez de haber realizado la propuesta antes de la concentración del equipo, hacía ya la friolera de tres meses, habrían logrado algo. Pero estaba claro que a pesar de ir en aumento esas cantidades, no se firmaría hasta la conclusión de la olimpiada.

   Esa mañana, al mirar por la ventana, a las seis de la madrugada, deslumbró un día tal y como leyó durante el domingo. Todo parecía que marchaba bien. Desayunó, se cruzó con sus compañeros de equipo pero no quisieron molestarle, ni le saludaron. Conocían a la perfección las rutinas que aquella deportista mantenía ante los grandes acontecimientos. Pero especialmente en ese. Habían mantenido conversaciones y todos eran conscientes de la importancia que aquella niña le daba a esa competición en concreto. Muchos de sus sueños estaban depositados en esa olimpiada. Pero también eran conscientes que un fracaso no la hundiría. Todo lo contrario le serviría de estímulo para luchar con mayor fuerza. Siempre les comentaba las frases de su yayo.

 

   Solo de los errores y los fracasos se aprende. De los éxitos y de los triunfos una es tan estúpida que el propio ego te impide ver con claridad. Y piensas que todo está aprendido.

 

   Subió al vehículo que los transportaba hasta el puerto olímpico. Concentración al máximo. Con los cascos y su móvil escuchaba música clásica, en concreto el concierto de Aranjuez para guitarra del maestro Rodrigo. Una de sus melodías favoritas. Su mente en las trazadas, su corazón en toda la gente que había, estaba y estaría a su lado. En su alma su yayo. Lo sentía junto a ella. Sus ojitos se nublaban al sentir su mano presionando levemente la suya para que no dudara ni un solo segundo que estaba. Era su garantía para que no se le escapara aquella prueba. Iba con su embarcación, esa que su yayo le regaló. La habían estado poniendo a punto en los astilleros de la madre de Vicente al tiempo que preparaban la de él. Las tres banderas dibujadas se percibían con bastante nitidez. Pero en la vela destacaba de manera ostensible la española, pues así lo requería la reglamentación. Pero su corazón estaba con las tres naciones y en su alma andaba con el mundo. Junto a ella, su yayo.

   A bordo comenzó a ultimar los detalles para esa jornada. Todo estaba preparado meticulosamente, todo revisado hasta el último poro. Soltó amarras y puso rumbo a la salida. Millones de personas pendientes de esas embarcaciones que iniciaban el final de un sueño de cuatro años. Ese que se repite para todo participante olímpico. Cuatro años de intenso trabajo, de preparación meticulosa, de ilusiones puestas, de disfrute de su deporte favorito.

   Sus amigos y allegados se sorprendieron por la salida al límite de su compañera. Había arriesgado mucho unas décimas después y habría sido descalificada o habría perdido mucho tiempo. Se destacó de inmediato, pues logró una velocidad inicial que ninguna participante consiguió hasta muy avanzada la prueba. Sus cambios de trazada coincidían en el momento preciso, sin olas, sin corrientes que rozaran contra su casco y disminuyera la velocidad. Entró en la primera baliza con una ventaja inalcanzable. Mientras que desde las embarcaciones de familiares y amigos se escuchaba.

 

   “Ester cuando llegues nos mandas un mail”

 

    Estaba clara su ventaja y su victoria. Más disputado estaban los siguientes puestos, cinco embarcaciones andaban alternándose las posiciones. Pero era la primera regata y restaban nueve más para decidir las medallas. Esa tarde tras la regata de los equipos masculinos volverían a salir.

   Ester se aproximaba a la meta llorando y sentía como su abuelo lloraba con ella. Llegó a puerto y sin saludar a nadie, amarró su barca y se fue al coche para que le condujeran a la villa olímpica. Fue su madre la que rogó a todos que le dejaran. Necesitaba estar con su abuelo. Necesitaba comentar con él esa jornada porque había sido muy fácil y eso podría volverse en contra. Todos respetaron la petición de Andrea menos los periodistas, pero no lograron llegar a ella. Sus amigos se interpusieron para que no alcanzaran su objetivo. Pero salvo su madre nadie entendió el comportamiento de Ester, nunca había tenido una actitud así. Seria, concentrada hasta límites increíbles. Pero Andrea fue aclarando a todos los que buscaban respuestas a su comportamiento. No pensaba en ella, no pensaba en la familia, no pensaba en la gloria. En su mente solo estaba ese sueño, y esa promesa que compartió con su abuelo y nada ni nadie podría distraerla de ese objetivo.

    Su concentración era tal que olvidó que a continuación sus amigos disputarían su primera regata.

    En la villa olímpica la prensa y la televisión intentaron contactar con ella, encontrándose con la negativa de su entrenador al tiempo que les aseguró que si lograba o no la medalla, nada más terminar la competición les atendería durante las horas que fuera necesaria. No les cabía la menor duda que así lo haría pues esa era Ester, que nada tenía que ver con la de esa jornada.

    Paseaban nieta y abuelo por su cala disfrutando de la serenidad de la mañana. Su alma había abandonado la villa olímpica para reunirse con él. El sol brillaba con intensidad, el Caribe asombrosamente azul, casi un lago. Los únicos sonidos era la cadencia del paso de la pareja y las avecillas que jugueteaban de una rama a otra para repartir alegría y colorido a toda la selva. Sus playas doradas recibían con cariño a esas aguas cálidas, acogedoras y serenas en el día. Ester se abrazaba a cada paso a su yayo. Le agradecía lo realizado dos días atrás. Había puesto en su camino su sueño a realizar a las personas que más apreciaba y amaba. Luchar por lograr esa otra olimpiada de la vida le motivaba mucho más que esa competición de medallas y honores. Rajid, otra gran persona que sin la menor duda su abuelo había provocado que se encontraran. Estaba segura que conseguiría el hogar. Cada momento que pasaba más convencida estaba. El ganar la olimpiada le iba a asegurar su éxito en su empresa por entregarse a los demás. No era mucho, pero entre Robert en México, Vicente en Gandía y ahora Rajid alegrarían a un grupo de familias, pero especialmente de niños. Había que convencer a Adel para que se involucrara en algo. Lo pensaba porque sabía que su abuelo estaba captando sus ondas y estaba convencido que intervendría en lograrlo. Sus cuatro amigos luchando por algo en común. Los cuatro entregados a esa misión de todo ser humano. Con la ayuda de su yayo lo lograría.

   De pronto se acordó que regateaban sus amigos, salió de la habitación para regresar al club náutico y asistir a la recta final de sus compañeros. Solo le dio tiempo de observar en televisión unos minutos, pues debía embarcar para acercarse al campo de regatas de lo contrario no llegaría y podrían descalificarle. De momento dominaba la prueba Adel con dos embarcaciones entre la del americano y Vicente que iba cuarto. Robert, algo descentrado marcaba la sexta posición.  Olvidó lo visionado y se concentró en lo que le ocupaba, si bien sintió pena al ver navegar a Robert. No lo estaba haciendo bien.  Pero al final lograron los tres primeros puestos. Adel, Vicente y Robert, por este orden.

   Esa segunda manga, salió algo retrasada pero pronto tomó la cabeza, su casco volaba sobre las olas. No tuvo el menor fallo y alcanzó la primera baliza en primer lugar y una vez vencida ese primer obstáculo la diferencia fue amentando. Para entrar en meta con una diferencia holgada. El resto de participantes no concebía la superioridad tan grande entre esa española y el resto.

   Le hubiera gustado abandonar el campo de regatas, el club náutico y perderse en su habitación de la villa olímpica pero se quedó a ver a los chicos. Cuando Robert comprobó que Ester se quedaba en la embarcación de los familiares, su rostro cambió radicalmente, realizando una salida increíble. Tomando la primera baliza en primer lugar, seguido de Adel y en cuarta posición peleando con el representante canadiense Vicente. Fue una regata muy interesante finalizando en primer lugar Robert, seguido de Vicente y Adel. Los tres amigos cruzaron en primer lugar la meta, en las posiciones descritas. En la cafetería se reunieron para comentar la jornada   

    Andrea había recibido una llamada del sobrino de Julián, aquel repelente niño que no soportaba el profesor, le estaba haciendo una propuesta en el caso de ganar la olimpiada. Su banco quería involucrarse en el deporte y aquella niña a la que adoraba su tío daba la imagen perfecta que buscaba su entidad para ir influyendo en la juventud, para captar nuevos negocios. Al comentarle la idea que tenía su hija le aseguró que precisamente su entidad estaba tratando de instalarse en ese floreciente país. Ese toque de crear una casa hogar les proporcionaría una imagen importante. Pero quedaron en hablar a su regreso. No quiso comunicarle nada a su hija, lo hablarían después de la final. Nada ni nadie distraería a su niña.

    La diferencia fue ligeramente menor a la primera jornada, sin embargo a Ester le pareció mucho más sencilla que la anterior. Al juntarse los tres amigos en la cena para ingerir los últimos alimentos del día se miraron. Ester estaba navegando como nunca le habían visto. Ni una duda, ni un solo fallo. No perdía velocidad en los cambios de trazada.  Estaban alucinados. Verle navegar era un auténtico placer. Un paso más para su sueño, cumplir con la promesa que le realizó a su abuelo le llenaba, pero solo pensar lo que supondría para cientos de niños le tenía concentrada como nadie recordaba. Sus amigos, en esa segunda regata coparon las tres primeras posiciones. No podía haber comenzado mejor aquella importante competición para el grupo de amigos.

    La jornada del ecuador de la competición marcaba claramente las diferencias, seis victorias de seis regatas y viendo el resultado de sus perseguidoras la convertían en la gran favorita para el oro. De las cuatro regatas que faltaban para la conclusión tenía un margen de un gran fallo en una de ellas. Las tres perseguidoras de Ester estaban separadas tan solo por un punto. No habían fallado excesivamente pero la regatista que marchaba en segundo lugar estaba a doce puntos de Ester. Mientras que nuestros campeones se habían distanciado de sus contrincantes copando las tres primeras posiciones, con idéntica puntuación, doce puntos mientras que el cuarto andaba con ocho puntos más. Y lo más importante, los tres, podían fallar en una de las regatas pues no habían descartado, por el momento, ninguna de las realizadas ya que la peor era una tercera posición.

   Rajid y sus amigos lloraban de emoción tenían que darse prisa para tener todo cerrado en esa semana. Sería el regalo del grupo para su princesa. La sociedad se había creado ya. Los terrenos se habían escriturado y el terreno para la escuela o el hogar escuela fueron donados por la sociedad de pescadores pues pertenecía al puerto pesquero. Una sociedad dependiente y creada por los hombres jóvenes del mar que comenzaban a desligarse de empresarios que pretendían explotarlos. Ya lo habían hecho durante generaciones a sus abuelos y padres pero ellos no pasarían por ahí. Aquellos jubilados les expusieron sus planes y no dudaron en transferir a la sociedad esos terrenos que pretendían. Sin emplear ni una sola rupia tenían la base para el inicio del sueño de su princesa. Los padres de Ester aportaron una importante cantidad para poder iniciar las obras de la fábrica. Pero principalmente poner a punto las embarcaciones. Estaban haciendo gestiones con el gobierno local para conseguir fondos para la escuela y los pasos iban por buen camino.

   En la última jornada a Ester le bastaba con quedar novena en una de las regatas y aunque le descalificaran en la última la medalla de oro era suya.   Mientras que sus amigos lo tenían todo por decidir en esa última jornada. Adel lideraba la competición con quince puntos, seguido por Robert con diecisiete y Vicente con dieciséis. Las dos últimas regatas decidirían pues si seguían en esa tónica la regata a desechar sería un tercer puesto, el peor hasta el momento, y si en alguna de esas dos últimas se colocaban en peor posición no influiría ya que no entraría en el cómputo final.

   La regata de esa mañana fue increíble. Ester estuvo perfecta y volvía a cruzar la meta en primer lugar. Ya era campeona olímpica. Pero saldría a la tarde para no perjudicar a ninguna participante. La prensa rodeo a Ester y estuvo increíble. Ensalzó la labor del equipo y felicitó a sus contrincantes. Había sido una regata de un gran nivel y ganar con esa holgura daba mayor valor al triunfo del equipo.

   Sin cambiarse, un fueraborda le llevó hasta el barco de familiares. No quería perderse la regata de los chicos. Estuvo muy emocionante pero seguía sin decidirse nada. Fue Robert quien ganó esa regata sumando dieciocho puntos los mismos que Vicente que entró en segunda posición. Y en tercer lugar Adel que con esa tercera plaza sumaba también dieciocho. Así pues el resultado de la tarde daría las tres medallas en el orden que entraran.

   Comieron cada uno con sus respectivos equipos pero antes tanto Robert como Adel se acercaron para felicitar a la gran campeona. A la mujer más joven de la historia en lograr el oro olímpico.

   Por la tarde Ester siguió su línea y compartiría podio con la representante de Australia y la de Alemania. 

    Entraba en puerto llorando y llamando a grito pelado a su yayo. El bello de los presentes se erizó. Andrea y Maureen lloraban. Tras amarrar el casco en el puerto se unió a sus familiares. No se quería perder esa última regata de los chicos. Quién ganara era lo de menos para ella saber que eran las tres medallas fijas le sobraba. 

   Fue una de las mejores finales de la clase Laser que se recordaba, tan pronto tras una baliza estaba uno delante como el otro. Ya desde el inicio ninguna otra embarcación les hizo sombra y los tres se disputaron los metales. Por escaso margen entro en primer lugar Adel, seguido por Vicente y algo más rezagado lo hacía Robert. Fue desembarcar y fundirse los tres amigos en un fuerte abrazo. Vieron que su princesa corría hacia ellos y soltándose se disputaron quien llegaría antes a abrazar a la reina de la vela. En esta ocasión el honor le tocó a Robert. Sorprendiéndose al encontrarse con los labios de aquella criatura en los suyos. Pero Robert finalizó aquella acción espontanea de Ester y posó a continuación sus labios en sus mejillas mientras se fundía en un abrazo. Pronto sus amigos los separaron también deseaban compartir su felicidad con la reina de la vela.

   Sonaba el himno al tiempo que la bandera española se alzaba en honor de la campeona olímpica. Su mirada al cielo y su mano entrelazada a la de su yayo, que subió con ella para volver a escuchar ese himno que unas cuantas décadas atrás escuchó en primera persona.

    Luego con su medalla al cuello escuchaba el himno norteamericano. Con Adel en lo más alto del podio y rodeado de sus otros dos grandes amigos y compañeros Vicente y Robert.

 

 

 



martes, 14 de julio de 2015

UN AMOR ETERNO NACIDO CON LA CREACIÓN. TERCERA PARTE. CAPÍTULO TRIGÉSIMO TERCERO

CAPITULO TRIGÉSIMO TERCERO

UN SUEÑO COMÚN

 

 

   Los dos días de descanso previos a la final nuestros amigos no se pudieron ver, al menos personalmente. Si llegaron a realizarlo por medio del Skype. Pero las ordenes tanto en la delegación mexicana como en la americana les prohibieron cualquier contacto. Vicente dedicó su tiempo para conectar con Terci. Aquella holandesa le permitía serenar sus nervios y afrontar la competición con una ilusión y unos ánimos que ninguno de los psicólogos del equipo lograba. Mientras que Ester tomó la decisión tras el permiso de Rafael de irse con su tía Maureen a pasar el día con Rajid. Precisaba hablar con él, necesitaba confesarse. Deseaba pedirle colaboración para llevar a feliz término la decisión tomada paseando con su abuelo. Convencida que Rajid aceptaría su propuesta. Durante las conversaciones que había tenido con él a lo largo de esos tres meses le daban cierta seguridad para pensar que aceptaría sin muchas pegas. Era todo generosidad, solo le faltaba ese pequeño empujón que nos falta a la mayoría de la sociedad occidental para lanzarnos a entregarse a los demás. Pues estaba convencida que la mayoría poseía un gran fondo. Había conocido demasiada gente en su corta edad para poder asegurar lo que sospechaba.

   Pero Ester se quedó helada, y eso que pocas cosas le impresionaban, a excepción de las emociones que vivía siempre que se encontraba con el abuelo. Antes de salir del hotel se encontró con sus padres los dos habían tenido un sueño, exactamente el mismo. Esa noche se encontraron con Julián pidiéndoles ayuda económica para un proyecto que tenía su niña. Deseaban saber si realmente tenía algún otro proyecto, a parte del iniciado con Vicente. Asegurando que Pedro también había soñado con “papá” aunque a él le rogó paciencia y la necesidad de permanecer en la India hasta que las cosas estuviesen resueltas. Ester palideció y sus padres se preocuparon, no podía caer enferma a dos jornadas para la final. Pero el cambio de expresión había sido consecuencia de esos sueños. No quiso comentar nada sobre su encuentro con su yayo pero si afirmó las sospechas que tenían. Trataba de hacer algo más que comer estudiar y regatear. Además Greet le aseguró que se iría moviendo entre los familiares y amistades para recaudar fondos pues según aseguró Julián se precisaría de una importante cantidad para comenzar.

 

   ¿De qué se trata cariño?

 

   Solo era una idea, precisaba hablar con Rajid y hasta no tener la confirmación de éste no daría ningún paso. Sus padres aceptaron la decisión de su niña comunicándole que estaban a su lado en lo que pudieran y supieran.

   Maureen y Pedro acompañaban a sus padres. Maureen había quedado con Rajid quien le llamó esa mañana para que asistiera con Ester. La niña se alegró al oírlo pues tenía la intención de ir esa mañana para hablar con él. Pedro se confesó diciendo que les acompañaría, se lo había advertido al capitán pues en su sueño Julián le rogó que fuera a la reunión que se daría en la casa de aquel capitán mercante retirado.   

     Las dos mujeres junto a Pedro, llegaron a desayunar con el viejo capitán que aguardaba en el pórtico con la mesa preparada y balanceándose en una de las mecedoras de la entrada. Tras los saludos, Maureen y Pedro ocuparon las otras dos mientras que Ester en el suelo con un cojín formaron un cuadrado. Acoplados, cuando la niña se disponía a romper el fuego Rajid se le adelantó. Deseaba transmitirle un sueño. Un sueño que se desarrolló durante esa noche. Le comentó que siempre había tenido inquietudes por ser útil. Pero unas veces la pereza otras las incomodidades no se había lanzado. Pero desde la llegada de la princesa a la India todo había cambiado en su vida. Se sentía con la fuerza de los veinte años y estaba dispuesto para afrontar el reto que le había propuesto aquel personaje que contactó con él en Costa Rica para abrirme los ojos. Aquel personaje que no era otro que el abuelo de la princesa. Julián les había enviado a esa niña para hacerlos más conscientes de la necesidad de aplicar la esencia del ser humano.

 

   Durante toda la noche me platicó, como suelen decir ustedes por esas tierras.

 

   Necesitaba gente que se comprometieran hasta el alma para sacar adelante el sueño de su nieta.

 

    He meditado mucho sobre lo hablado estos meses princesa y solo me hacía falta el último empujón.

 

 Ester interrumpió la intervención de Rajid.

 

    Anoche en mi paseo por la cala con mi yayo me llegó la luz y tuve claro que hacer.

 

   Rajid intervino de nuevo. Rogando que le permitiera finalizar el relato de su sueño, luego los que se comprometieran se podrían manos a la obra.   De inmediato la princesa, respetuosa silenció su dulce voz, para darle paso a ese personaje que junto a las circunstancias que se estaban dando le tenían completamente alucinada. Aquel viejo de mar dejó una pausa, esa pausa tan necesaria para despertar expectativas, pero con su tiempo justo para no disipar. Transcurrido el mismo volvió a su relato.

 

   Julián me propuso crear unas empresas similares a las que funcionaban desde hace años en el este de Costa y Rica y en el norte de España. Serían las empresas base para sustentar el deseo de aplicar la esencia del ser humano. La entrega a los demás, en este caso se construiría una escuela de enseñanza de oficios o profesiones relacionadas con la mar.

 

   El corazón se le salía de los cánones establecidos por la anatomía humana. Sus ojos comenzaron a enturbiarse, su abuelo había conectado con ese viejo lobo de mar y le propuso lo mismo que ella. De nuevo el capitán tras una mínima pausa para recuperar el aliento prosiguió.

 

   En un principio he pensado en mis amigos, para iniciar la empresa. Algunos de ellos en conversaciones tenían las mismas inquietudes.

 

   Estaba convencido que de pedírselo le apoyarían y no solo los que le comentaron sus inquietudes. Seguro que se apuntarían muchos más. En el hogar de la mar había gente capaz de volver a la juventud en espíritu.

   La idea en resumen consistía en una escuela, en principio enseñándoles a leer y escribir, pero con una intención final, preparar a esos chicos y chicas para trabajar en cosas relacionadas con la mar. Pescadores, patrones de barco, manipuladores de alimentos, gestión, exportación. En fin todo lo relacionado con las empresas que se crearían similares a las gestionadas en Costa Rica y en España. En principio la gente que contaba se dedicaría a pescar para luego conservar en una pequeña fábrica de tratamiento de la pesca.

   La niña intentó intervenir pero Rajid le pidió calma.

 

   Tú abuelo fue el que se puso en contacto conmigo en un sueño y me aseguró que nos ayudarías a montar algo similar a la empresa que tenéis en Limón y en Donostia.

 

   Estaba pronunciando esas palabras cuando el móvil de Ester sonó. Era su padre. De nuevo la sorpresa. Julián se había puesto en contacto con él y con Pedro. De momento Pedro se quedaría en la India para orientar en la construcción y preparación de la fábrica de conservas junto a una escuela para los niños y una oficina de exportación. Nosotros vamos a aportar una cantidad pero hablaremos con amigos para conseguir los fondos necesarios en su inicio.

   Cuando la niña le comentó la conversación Rajid estaba fuera de sí. Don Julián no se había dormido en los laureles, entre todos lograrían los fondos necesarios para gestionar los comienzos sin necesidad de solicitar préstamo alguno. De inmediato Ester apuntilló.

 

    El dinero que salga si logro alguna medalla será para esa fundación e incluso cualquier campaña publicitaria que firme.

   Mi yayo captó mis ondas cuando descubrí que haría en esta vida y os la ha transmitido a todos los que podéis aportar algo.

 

   El viejo lobo de mar estaba emocionado había soñado hacer algo parecido pero no tuvo la decisión necesaria para lanzarse. Con esa criatura eran capaces de lo imposible. Se fundió con la cría arropándoles Maureen y Pedro. Contactar con su amada era tocar el cielo. Lloraban a lágrima viva, Julián se había apuntado a ese cuarteto emocionado, ilusionado y se olvidaron hasta de ingerir alimentos esa mañana. De inmediato se pusieron manos a la obra como si el tiempo les faltase. Rajid invitó a comer a su camarilla y mientras iban llegando Pedro fue orientandol como montar la empresa de conservas. Él antes de jubilarse había trabajado en la empresa de Costa Rica. Ester a pesar de su corta edad había visitado en reiteradas ocasiones, las fábricas de su abuelo tanto en Donostia como en Centroamérica. Las ideas fueron saliendo. Por supuesto el primer problema a resolver eran los terrenos. Rajid tenía una pequeña parcela próxima a su casa y varios de sus colegas tenían las colindantes. Era un terreno rodeado por las pequeñas casas de los marinos. Si todos se apuntaban a cederlas o a venderlas a bajo coste sería la ubicación ideal cerca del puerto y a uno de los barrios más pobres de la localidad. Lo que abarataría costes. La escuela procurarían instalarla cerca pero fuera de ese perímetro. Había un terreno idóneo para ello pues no estaba a más de quinientos metros del barrio donde se nutrirían del alumnado necesario para iniciar su labor. La idea de Ester era crear un hogar escuela. Pero eso de momento tendría que esperar. El mantenimiento de un tipo de institución así requería muchos medios económicos y si las empresas comenzaban a funcionar se podría pensar en ello. Pero inicialmente sería una pequeña fábrica de tratamiento de alimentos del mar. Luego según los medios que se lograran pero especialmente el rendimiento de esas fábricas se plantearían planes más ambiciosos. Estaba claro que las ilusiones eran infinitas pero tenían los pies en el suelo.

   Los primeros en llegar se ilusionaron con la idea y desde luego donaban esos terrenos a la fundación. Todos se comprometieron a colaborar. Andaban demasiado perdidos cada uno en su guarida y ahora tendrían algo con lo que ilusionarse, algunos con sus compañeras otros en solitario, pero ahora formarían un gran equipo con un funcionamiento familiar y algunos de ellos precisaba eso más que cualquier otra cosa. Los más jóvenes, todos pasaban de los sesenta y cinco años se harían a la mar para pescar. Buscarían gente voluntaria entre los estudiantes de la universidad para que principalmente en fines de semana y vacaciones les tendieran una mano en la pesca. Las tres viejas barcas que conservaban entre todos las pondrían a disposición de la fundación. Buscarían patrocinadores en el mundo de la energía para que subvencionaran o pagaran el combustible para las embarcaciones.

   El caso es que esa noche tenían resuelto el primer problema. Los terrenos. Ese lunes dos de ellos se encargarían de resolver el papeleo y prepararlo todo para que los propietarios solo tuvieran que ir a los registros a firmar transfiriendo sus propiedades a la sociedad que se constituía.

     Ese domingo la niña se quedó en la villa olímpica. Ganar una medalla de oro podría suponer cantidades inimaginables para incluso montar esa casa escuela con la que soñaba para traer jóvenes abandonados. Era consciente que si iba con una medalla a Repsol y le exponía la propuesta de un anuncio por una importante cantidad se la concederían con seguridad. Una medalla olímpica y siendo la joven de menos edad en conseguirla movería los intereses de la empresa. Posiblemente consiguiera el combustible necesario para las embarcaciones durante una buena cantidad de años, todo estaba en la negociación. Pero pronto lo olvidó no podía distraer nada ni nadie de su objetivo que se iniciaba ese lunes. Realizó ejercicios de concentración para meterse. Estuvo observando el cielo durante todo el día y se dio cuenta que traía bastante información. En su habitación de la villa olímpica consumía esas horas previas a su sueño, a la promesa realizada a su abuelo. Aquel personaje que hacía la friolera de setenta años hacía la misma promesa a su amor a Anki. Podría ganar o no pero desde luego por falta de concentración o por un fallo suyo estaba segura que no sucedería. Lo tenía estudiado hasta el mínimo detalle. Ni siquiera llegó a pensar en Robert. La jornada que se avecinaba era demasiado importante. No por ella.  Siempre sería la misma con medalla o sin ella. Pero se jugaba, parte de sus inquietudes, parte de sus sueños. Tenía a todos esos niños y niñas a los que podría ayudar en aquel lugar alejado de su hogar. No iba a defraudar a tanta gente, aunque no lo supieran.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 24 de junio de 2015

UN AMOR ETERNO NACIDO CON LA CREACIÓN. TERCERA PARTE. CAPÍTULO TRIGÉSIMO SEGUNDO-

CAPITULO TRIGÉSIMO SEGUNDO

LAS SEMIFINALES

 


   Ese fin de semana previo a las semifinales el matrimonio, Maureen y Pedro fueron invitados por Rajid a pasarlo en su velero. Viajar por la costa y dormir en la embarcación. Al celebrarse la competición de otras clases de embarcaciones Rafael no pudo asistir, aunque intentó que Teresa se apuntara prefirió quedarse con él, tendrían la noche para estar juntos y luego viajaría en la embarcación para seguir la regata.

   Rajid se había empleado a fondo en su imagen. Gastándose una fortuna en mejorar su aspecto cosa que logró indudablemente rejuveneciendo cerca de diez años. Era alto, corpulento y mantenía un estado físico más que aceptable. Las dos hermanas se quedaron maravilladas con el nuevo aspecto de su amigo. Sus invitados le ayudaron a subir las provisiones que había comprado a la embarcación. Cuatro componentes del grupo de sus amigos se ofreció para el servicio y mantenimiento de la nave esos dos días. Aunque la idea era comer en algún restaurante próximo al lugar donde amarrasen la embarcación.

   Para esa primera noche, lo tenía todo preparado, cenarían en cubierta, en la primera parada programada cercana a una localidad marinera no muy alejada de donde partieron. Los tres camarotes se repartieron uno para el matrimonio, otro para el servicio y el tercero para un amigo del anfitrión que lo compartiría con Pedro. Rajid como le había prometido un hotel de mil estrellas a Maureen esa noche estaba dispuesto a cumplir su promesa. Preparando dos hamacas en cubierta una junto a la otra para descansar uno cercano al otro. Cuando se lo comentó comenzó a reírse. No estaba falto de humor su amigo, aunque ese detalle romántico le enterneció. Pero tras la broma inicial sobre el comentario del local de mil estrellas, le aseguró que le tenía reservado el salón donde el sofá se hacía una enorme cama. Pero Maureen captando como buen Bribri las vibraciones de aquel marino, con una pícara sonrisa aseguró que prefería el hotel de mil estrellas.

   La mesa estaba servida, amarraron la embarcación en una preciosa cala cercana a la localidad y se dispusieron a cenar en armonía. Fue una velada encantadora con alimentos de primera calidad. Rajid había contratado personal competente. Sus amigos estaban dispuestos a proporcionar a sus invitados unas jornadas inolvidables. La sobremesa se prolongó algo más de lo normal recogiéndose en sus habitaciones ya entrada la madrugada. Maureen se quedó en cubierta contemplando aquella maravillosa habitación que aquel nativo del país le había proporcionado. Él se tumbó en su hamaca y ella le rogó que le hiciera campito, como suelen decir en su tierra, renunciando a la suya. Juntos tumbados contemplaron el maravilloso espectáculo de esa noche en el mar. Al firmamento no le cabía ni una estrella más.

   Cuando la claridad comenzó a dibujarse en el horizonte, abrazados contemplaron el increíble espectáculo del amanecer en aquellas latitudes. La incipiente corona solar iba emergiendo poco a poco del Índico. Con un tono rojizo pasó al amarillo hasta descubrir todo su contorno mientras abandonaba el agua. Se levantaron, la sonrisa intercambiada transmitían todos sus sentimientos. Ella entró en la embarcación para hacer una visita a roca y ponerse el bañador. Luego con la prenda para remojarse se lanzó al agua y nadó junto a Rajid que ya se recreaba en el océano. Luego con una manguera en cubierta se dieron una buena ducha para eliminar la sal, se vistieron y al salir el desayuno estaba servido en la mesa de cubierta. El resto seguía durmiendo.

    Cuando todos sus invitados se hicieron con el desayuno, Rajid conectó motores y salió de la cala, para una vez en alta mar desconectarlos y proseguir la navegación a vela. Entre su amigo Pedro y él manejaron aquel bello velero. Maureen en popa conversaba con Andrea. El anfitrión era una persona excepcional, ella estaba enamorada de su esposo hasta la médula y él la veneraba. Pero aquellas horas compartidas con aquel marino mercante fueron increíblemente bellas y románticas. Por supuesto que su marido no tenía nada que temer, pues el comportamiento de Rajid le hacía sentirse una mujer afortunada. Les quedaban dos días completos en la embarcación disfrutando del mar, de las calas increíbles y solitarias. En la última que pararon las dos caribeñas ante la soledad de su playa se lanzaron al agua, completamente desnudas. El detalle de Rajid, respetando a las dos señoras al girarse cuando se desprendieron de las ropas les llegó. Nadaron por espacio de una hora y por fin regresaron pues volvían a poner el barco en marcha para acudir al restaurante de una localidad cercana donde Rajid ya había reservado para sus invitados. Las mesas del restaurante parecían el trenzado de unos tentáculos que se repartían a partir de la cocina en diversos brazos terminando por unas cabañas completamente sobre el mar y el suelo transparente permitía comer mientras contemplabas la fauna y flora de aquella parte del mar. La sobremesa se prolongó y cuando fueron a navegar tuvieron que detenerse antes de lo previsto pues la noche comenzaba a cerrarse. Cenaron tarde y muy ligero, pues la comida fue abundante.  Una nueva noche bajo las estrellas, compartiendo la hamaca junto a un caballero.

   La jornada del domingo fue para ir regresando hacía la morada de Rajid donde había quedado con el resto de sus amigos para realizar la cena y presentar a sus invitados.     

   El lunes se presentó. Cuatro jornadas, en dos días separaban a Adel, Robert y Vicente de la final. Mientras que el miércoles y el jueves le llegaba el turno a Ester para buscar el mismo objetivo. La final olímpica.

   Las dos primeras regatas fueron muy reñidas pero en la tercera se aseguraron prácticamente la final y la última regata fue de trámite. Los tres amigos estaban clasificados para la gran final.

    De nuevo problemas para los permisos de embarcaciones que deseaban seguir la competición donde participaba Ester. Era conocida a nivel internacional y los medios españoles tenían muchas esperanzas con la joven regatista. Dominó de principio a fin, logrando su pasaporte para la final olímpica. Solo un fallo mecánico o algún despiste le privarían de la medalla, era muy superior al resto. Finalizadas las felicitaciones de familiares y del equipo, Ester quiso aislarse. Pidió permiso a Rafael y se fue a la playa. Necesitaba pasear, necesitaba estar sola, necesitaba conectar con su abuelo. Robert intentó ir pero de inmediato se dio cuenta de los deseos de aquella criatura que le había robado el corazón. Lo entendió perfectamente, estaba claro que deseaba conectar con su abuelo. Andaba muy cerca del sueño que le prometió a su yayo y necesitaba soledad, paz, silencio pero especialmente aire libre, húmedo, acompañado por la brisa marina. Sabía muy bien que la conexión con su abuelo se produciría mucho mejor por el linde de la playa.

   Varios medios de comunicación intentaban localizar a la joven para entrevistarle pero fue Vicente quien estuvo al pie del cañón para evitar que la localizaran, atendiendo él personalmente a los reporteros. Les rogó comprensión con su compañera, precisaba concentración total. Necesitaba aislarse y realizar las trazadas de la final mentalmente y para ello precisaba aislamiento total.

   Llegó a la playa, se descalzó, no tenía la palmera de su cala, se la colgó al dedo índice de su mano izquierda y comenzó su paseo marcado por el incomparable contorneo de sus caderas, que portaban la gracia y el ritmo de las mujeres del Caribe, sumándose la inocencia de una niña de diez años. Pasos sin el ruido, para dar otros con el chapotear del agua. Una brisa suave lanzando sus melenas rubias al viento. La luna reflejándose en la superficie del agua e iluminando los pasos de la joven. Andaba meditando, repasando su corta vida, repasando sus insuperables momentos con su abuelo. Casi setenta años después, su nieta estaba en condiciones de lograr un oro, y no solo era la consecución de esa hazaña. Pues de lograrlo sería la regatista más joven de la historia de las olimpiadas obteniendo una medalla de oro.

   Pero en esos momentos no comprendía muchas cosas que sucedían en torno a su vida. Observando sus años, había tenido un camino de rosas. Un abuelo como suyo no se daría nunca. Unos padres ejemplares, unos amigos inmejorables. Era una privilegiada. Por el contrario había visto demasiada miseria. Porque esos niños de los barrios marginales de Nueva Deli, tenían que andar por las basuras para encontrar algo que llevarse a la boca. Por el hecho de nacer en el seno de una familia sin recursos. El porqué de esa diferencia en el poder adquisitivo de la gente. Muy pocos almacenaban cantidades de dinero mientras que la mayoría andaban en trapos. Que sin razón era la raza humana. ¿Cómo se le podía considerar el animal inteligente? Si estaba destrozando su lugar de hábitat. Y occidente con los ojos tapados, y ella como todos ellos, ciega. Robert estaba haciendo algo maravilloso, pero continuaba con su vida cómoda, con las espaldas cubiertas. Lo mismo que Vicente. Eran chicos maravillosos con un gran corazón y fondo. Estaban aportando su granito de arena, Robert incluso su tiempo, que para ella, era mucho más importante que los medios económicos que aportaba. ¿Ella que había hecho? Donar un dinero. Fuera el que fuera. Cierto que era el primero que ganaba por sus propios medios. Pero. ¿Hubiera hecho lo mismo si dependiera su subsistencia de ello? También tenía las espaldas cubiertas y bien cubiertas. ¿Qué merito había en lo realizado? Precisaba respuestas y aunque confiaba plenamente en sus padres y sus amigos, precisaba escuchar a su abuelo. Él sabría darle una respuesta acertada a sus inquietudes. La olimpiada era importante, pero mucho más hacia donde iba su vida. Era muy joven pero no por ello se debía dejar llevar por la corriente. Cuantas veces su abuelo decía que si uno estaba convencido de algo debía luchar hasta el fin por sus ideales, aunque el torrente en contra fuera muy duro. Cuantas veces le contó el ciclo del salmón. Algunos no pasaban los primeros obstáculos, otros caían a mitad de camino, otros desfondados morían a metros de su objetivo o eran devorados por los osos. Pero ninguno renunciaba a luchar por llegar. En cuantos ejemplos se podía apoyar el ser humano para aprender un poco de la sabia Naturaleza. Necesitaba respuestas, necesitaba ponerse ya en marcha. Si había que dejarse los estudios se los dejaba, si la esencia del ser humano era la que pregonaba ese sabio el resto carecía de importancia. Pero cuantas veces había escuchado a su madre decir que su abuelo primero se formó, en lo que más le gustaba, en lo que le hacía sentirse libre incluso en el trabajo. Para luego dedicar su vida y su fortuna a los más cercanos. A todos era imposible llegar. Pero su grano de arena solucionó la vida de muchas familias. Robert aun sin terminar andaba haciendo algo parecido, pero seguía preparándose para tener mayor capacidad de ayuda. Para que los buitres no pudieran detener su obra. Otro ejemplo lo tenía en Vicente. Tenía muy clara cuál era su idea. La vela era su pasión y la ingeniería sería un buen instrumento para ayudar a muchos jóvenes cercanos a su entorno. Siempre que su madre le ponía esos ejemplos cercanos siempre insistía que aquello estaba bien pero la ayuda iba a los occidentales, que por muy mal que estuviesen no tenía nada que ver con lo observado por ella en algunos países, especialmente de África. E incluso en México donde el lujo cubría la miseria para la atracción del turismo. 

   Estaba hecha un lio. Deseaba conectar con su yayo, seguro que le ayudaría a tomar una decisión. De inmediato recapacitó.

 

“Ya, ya lo sé abuelo. Soy yo quien la debe tomar, pero una reflexión tuya me ayudaría mucho.”

 

   De pronto el entorno se oscureció por completo, su cuerpo continuaba con el paseo pero su espíritu inició ese viaje a esa otra dimensión donde seguro que encontraría la palmera para dejar su calzado y caminar junto a su yayo. 

    Esos prolongados silencios junto a él. ¡Cómo los adoraba! Miraba de reojo a su abuelo comprobando la sonrisa en su rostro. Sabía perfectamente todo aquello que le inquietaba y de pronto se sintió cómoda, liberada de toda presión o preocupación. Sabía perfectamente lo que tenía que hacer. Se detuvo, de inmediato lo hizo su abuelo. Se giraron y abrazándose, con todo el amor que sé profesaban el silencio se rompió    

 

   Gracias abuelo ya sé lo que tengo que hacer

 

   No se había producido ni una sola palabra entre los dos hasta esa última frase pero, estaba segura de la decisión tomada. Antes de separarse comentó que le esperaba al día siguiente. Mientras se abrazaban escuchó.

 

    ¿Lo has llegado a dudar algún momento?

 

   Estaba claro que no. Él estaría junto a ella para ganar el oro. Y aquello supondría una ayuda a sus ilusiones, a sus intenciones.

   Adel era consciente que se clasificarían los dos por eso en las semifinales se empeñó en realizar mejor tiempo que su joven amiga para demostrarse a sí mismo que era capaz de hacerlo. Esas derrotas en competiciones mixtas le tenían comida la moral. Al ser el recorrido el mismo para categoría masculina que femenina se empeñó en realizar mejor tiempo tanto en semifinales como en la final.

   Pero cuando esa primera semifinal finalizó, no solo Adel, todo el mundo de la vela sabía quién ganaría el oro femenino ese fin de semana. Le había sacado más de dos minutos. Fue increíble, la regata perfecta. Ni un solo fallo, ni un solo despiste. Por supuesto que Adel se clasificó en primer lugar pero salió de la competición como ausente se había entregado como nunca. Había estudiado hasta el límite todas las condiciones, había hecho prácticamente lo mismo que su amiga y sin embargo los destrozó a todos en tiempo. No cabía duda que la ventaja de aquella pequeña era su abuelo que navegaba con ella. Al menos él jamás dudaría de ello.

   La otra semifinal la ganó también con autoridad Vicente seguido de Robert. Si bien el tiempo también era bastante inferior al logrado por la campeona española. Casi todas las delegaciones se lamentaban de no haber adoptado la decisión de la delegación española en esos tres meses de preparación en esas aguas les estaba dando un resultado increíble. Las quejas que en un principio aparecieron en España por el excesivo coste se despejaron, primero con el detalle de acudir a la villa olímpica y principalmente por los resultados que estaban obteniendo todas las clases. Se habían disputado dos, con dos representantes y se habían logrado un bronce y una plata. Llevaban camino de lograr otras dos en la clase Laser. De no surgir ningún problema esos dos representantes subirían a los cajones. Es más, pocos dudaban que el himno español sonaría en la final femenina.

 

 

 


 

martes, 16 de junio de 2015

UN AMOR ETERNO NACIDO CON LA CREACIÓN. TERCER PARTES. CAPÍTULO TRIGÉSIMO PRIMERO. LA OLIMPIADA

CAPITULO TRIGÉSIMO PRIMERO LA OLIMPIADA



   En la última quincena de junio los entrenamientos fueron intensos. La preparación se desarrollaba con normalidad, ganando en confianza pero especialmente en la toma de decisiones. Cada día se sentían más seguros, sin dudar como al principio. Cometiendo algunos fallos que fueron limando poco a poco hasta tener una garantía elevada en sus resultados reforzando la seguridad en sí mismos. Un fax, a última hora del almuerzo a finales de la penúltima semana, le entregaron a Vicente. Notificándole el resultado de las PAU. La mención especial le pilló algo de sorpresa, era cierto que salió contento de los simulacros pero no hasta ese grado. Lo primero que hizo fue buscar a Ester para hacerle partícipe de su alegría. Un abrazo con un par de besos sellaron la noticia. Al tiempo que le confirmaba lo que ya intuía. Finalizado la primera comida del día subió a la habitación, antes de ir a entrenar.  Al ver a su madre conectada habló para compartir su alegría por el resultado. Su madre emocionada transmitía toda su alegría por medio de vídeo conferencia. Entre unas lágrimas de una felicidad desbordantes le comunicó que se olvidara de la matrícula en la universidad. Ella personalmente se encargaría de gestionar todo, se debía centrar en su afición. En la vela. En la olimpiada.

 

 

     ¿Por fin te decides por ingeniería naval?

 

    Se lo confirmó siempre había sido su sueño, amén de criarse entre embarcaciones. Ahora le arropaban dos ingenieros en casa y la decisión fue sencilla.

 Concluyeron con la despedida mientras le transmitía sus saludos para Ester y Rafael. Bajó con la bolsa para acoplarse en uno de los asientos del microbús que lo transportaba para entrenar en puerto deportivo.

    La primera semana de julio volvieron a tener algo de descanso, entrenando dos días, martes y jueves, el resto libres. Optando la pareja para atender asuntos personales. El lunes pasaron el día con Rajid, quien les tenía otro paquete de informaciones. Proporcionadas principalmente por compadres de la mar que comprobó personalmente mostrándoles las que a su criterio les podría resultar más efectivas en sus embarcaciones.

   Tanto el anciano como nuestra pareja pasaron una jornada deliciosa. Compartir un día junto era algo que los llenaba.

   El martes y el jueves disfrutaron de la navegación y al llegar el viernes recibieron un mensaje de Robert, su delegación llegaba a la localidad India. Aunque les advirtió que se instalaban en un hotel algo alejado. Al tener el día libre decidieron pasar a por Rajid y presentarles a su amigo Robert, un representante de México en la clase laser. Cuando le informaba sobre el joven que iban a conocer, el lobo de mar sonrió, para lanzar un leve comentario.

 

    Me parece que ese Robert te hace cosquillitas en el corazón.

 

    Al ruborizarse levemente la niña el marinero comprobó que no andaba nada desorientado con la afirmación. Le abrazó al tiempo que añadía.

 

    El sentimiento por que merece vivir eternamente es precisamente el del amor. Nunca te avergüences de amar a alguien. Sea el que sea. Porque mi niña el amor no tiene ni edad, ni sexo, ni color, ni religión. Sobre todo ni religión. Porque el amor es la misma religión, luego los hombres la transformamos demasiado.

 

    Se abrazó al anciano. Cuánta razón tenía y que filosofía de la vida. Cada vez le recordaba más a su yayo. En taxi y en menos de veinte minutos se personaban en el hotel de Robert. Desde recepción avisaban al joven confirmándole la visita que esperaba. No tardó ni treinta segundos en colgar y bajar como una bala para fundirse con su amiga. Rajid sonreía. Verdaderamente el muchacho estaba perdidillo por la niña. Siempre había dicho que el amor no tenía edad pero aquel muchacho era un hombre y la jovencita comenzaba a ser una mujercita. No le cuadró mucho la situación pero se concentró y pudo captar el alma de aquel muchacho. Todo temor, todo reparo desapareció de inmediato. Pudo captar la bondad, el respeto y todo el cariño de ese joven hacia su pequeña princesa. Por fin se separaron y tras un fuerte abrazo con su amigo le fue presentado Rajid. Ester sonrió aquel hombre también sabía leer el lenguaje corporal y las ondas que transmitían los cuerpos. Fue consciente de inmediato que aceptaba al joven. Pasaron a la cafetería y tras unos refrescos se sentaron a dialogar. Conforme se iban conociendo las sensaciones se hacían más cercanas. Rajid había desechado cualquier temor, su alma era pura. Invitó a Robert a cenar, como su entrenador no le dio permiso, llamaron a Rafael asegurándole que estaban con Rajid y se quedarían a cenar en el hotel de Robert. No les puso pegas, aquel viejo capitán se había ganado a todo el entorno de Ester. Solo faltaba Adel para completar el cuarteto. Cenaron en armonía y fueron descubriendo los secretos de aquellas aguas. Robert movía la cabeza dando a entender que aquel grupo de seres humanos eran increíbles y su princesita estaba a la cabeza de ellos.

    Pero tras media hora de tertulia Robert tuvo que retirarse a sus habitaciones, había sido un viaje duro y necesitaban recuperarse de esas horas. Algo triste pero resignado subió a su habitación y nuestros tres amigos en taxi, primero pasaron por el hotel dejando a los jóvenes y luego el vehículo condujo a Rajid a casa.

    Esa mañana del sábado salía Robert a entrenar. La pequeña había pedido a Rajid salir con su embarcación para seguir los entrenamientos del joven. No lo dudó. A primeras horas de la mañana estaba sobre su embarcación con todo preparado. Vicente no se desplazó en esta ocasión había quedado con una televisión para realizar un reportaje. Así pues la niña en compañía de aquel capitán mercante y sobre la embarcación del anciano, se dispusieron a seguir al muchacho. Ensayó varias de las maniobras que la noche anterior comentó con sus amigos. Era la jornada ideal para navegar. Rachas continuadas de viento, oleaje suave y sin corrientes prácticamente. Pero Robert no se sintió cómodo. No congeniaba con su entrenador y discrepaba de casi todo lo que él le comentaba. Se había preparado duramente para esa competición pero no partía con la alegría y el entusiasmo que si llevaba la expedición española. Era la envidia de todas las delegaciones. Sin duda la depuración realizada un mes previo a la competición había mejorado en todos los aspectos. No había temores, ni tensiones. Siempre había alguien para arropar al que se sintiera mal o deprimido. Llevaban demasiadas horas fuera de casa y en esas concentraciones tan largas era fundamental una convivencia lo más serena posible pero se precisaba el apoyo de todos.

    Robert envidiaba el ambiente en la delegación española pero especialmente a él le hubiera gustado disponer de un entrenador como Rafael. Siempre comprensivo. En su papel pero dando protagonismo a sus pupilos. Nunca se hacía algo porque lo mandara alguien, las decisiones solían tomarla entre todos y de esa forma repartir el protagonismo y la responsabilidad entre todos. Finalizado el entrenamiento, solo tuvo dos minutos para saludar a su amiga y al capitán, regresaban al hotel. Rajid y Ester decidieron volver a la embarcación y navegar toda la tarde. La comida la hicieron a bordo pasando una tarde maravillosa. Pronto llegaría las jornadas decisivas, ya habían avisado sus padres que estarían cuando se iniciaran las regatas. Teresa también se presentaría y fue su madre quien le telefoneo al móvil para informarle que Pedro y Maureen, se desplazarían también para estar presentes en las regatas de la clase Laser.

    Regresaron al puerto ya entrada la noche. Rajid acompañó a la joven hasta el taxi y una vez sobre el vehículo regresó para dejar su embarcación en condiciones antes de retirarse a casa a descansar.

   Ese domingo habían quedado en visitar una isla. Rafael en compañía de Rajid y los tres amigos, Robert logró el permiso tras mucho insistir pues en un principio no deseaba que se separaran de la concentración.

   Durante ese viaje Ester comenzó a sugerir que sería bueno instalarse en la villa olímpica y dejar el hotel. Llevaban demasiado tiempo en el mismo lugar y un cambio de hábitos y costumbres los pondría de nuevo a tono para proseguir con la recta final de su viaje.

    Era necesario estar alerta, y cambiar, era una forma de hacerlo. Un sistema en el que les obligara a romper con rutinas y a acoplarse a nuevas situaciones.

  Durante la visita a la isla pudieron disfrutar de unos acantilados increíbles. Los recuerdos fueron llegando a nuestros amigos. Todo lo relacionado con esos cortes junto al mar les recordaba a Julián, Anki y Terci. Pudieron acceder a una cueva que les conducía prácticamente a pie de aquel enorme acantilado. Fue un paseo refrescante y pudieron comprobar diversas especies, principalmente aves.

   Faltaba una semana para iniciar las pruebas de vela en la clase Laser. Los deportistas compartían la villa olímpica. Algunos del equipo de vela pretendían seguir en el hotel. Rafael quiso consenso de todos era necesario dialogarlo y exponer cada uno su opinión. Nunca hasta la fecha habían compartido la estancia en la villa olímpica. Por regla general eran atletas de familias muy acomodadas y no estaban acostumbrados a ese tipo de convivencia. La reunión se inició con expectativa. Había posiciones demasiado estancadas e incluso entre pasillos alguien aseguraba que no iría a la villa olímpica. Rafael captó a la perfección que aquella reunión no iba a ser fácil pero ganó la primera ronda. Solicitó de los servicios del hotel que pusieran el total de sillas en circuló y con las mesas, aunque cuadradas, se colocaran de la misma forma, ninguna silla debía destacar sobre las otras. El primer impacto fue efectivo, solo Ester captó de inmediato el mensaje de su entrenador. Allí no había jefe, allí no se iban a realizar las cosas “Porque lo digo yo” y todos podrían expresarse libremente para decir lo que pensaban. Pero Rafael no tenía aún muy seguro que aceptaran la decisión de la mayoría. Fueron entrando y ocupando el primer puesto que encontraban libre. También se cuidó para no entrar ni el primero ni el último. Pero sí que le pidió a Ester que fuera la que cerrara la puerta una vez sentados todos en el salón. Murmullos, comentarios entre las antiguas camarillas, pero poco a poco se fue haciendo el silencio. Cuando la niña cerró la puerta y se sentó con Vicente el silencio se hizo manifiesto. Rafael recordaba los relatos de la jovencita donde el silencio era fundamental en la comunicación con su yayo. Dejar la sala en silencio durante unos minutos rebajaría tensiones preconcebidas, puede que aumentaran las expectativas pero probó aquella técnica de Don Julián. Silencio, inmovilidad, mirada a uno u a otro. En un momento Ester miró a Rafael, captó de inmediato que le pedía sin decir palabra que fuera la que rompiera el fuego, pues amén de ser la menor se había convertido en el líder de aquel incipiente equipo.

 

    Bueno si os parece creo que deberíamos empezar por el de menor edad. Para finalizar con el menos joven. La riqueza de lo que se hable ganara con la experiencia de los tertulianos.

 

   Un breve aplauso precedido de algunas afirmaciones dio de nuevo paso a ese silencio que tanto adoraba la niña. Justo en ese momento Rafael se convenció que aquel grupo que llegó hacía casi un trimestre se había convertido en un auténtico equipo.

    Ester comenzó ensalzando a los presentes y a todas esas personas que de una manera u otra participaban para que ellos, en teoría los protagonistas, tuvieran las mejores condiciones para cumplir su cometido. Los masajistas, los médicos, los directivos, los empleados de aquel hotel, los voluntarios de la villa olímpica que se habían volcado para proporcionar el máximo ambiente posible a los deportistas. Su discurso cada vez se centraba en la importancia de valorar todo ese desinterés que existía en esos voluntarios que sin ellos sería prácticamente imposible que una olimpiada funcionara a los niveles que lo hacían. El deporte tenía ese espíritu de esforzarse por algo en lo que se creía pero especialmente en lo que se amaba. Pero no solo era el valorar ese espíritu estaba la otra parte, el ejemplo a los compatriotas del ahorro de unas cantidades de dinero importantes. Habían sido generosos con ellos para preparar la olimpiada. Un gesto por parte de ellos no solo sería valorado, mostrarían al mundo la calidad de esos deportistas españoles. Todos los allí presentes tenían capacidad económica para costearse incluso esa olimpiada por sí mismo, pero compatriotas suyos lo pasaban mal para finalizar el mes.

    Se mantuvo razonando y argumentando por qué sería bueno ir a la villa olímpica y no seguir en el hotel. Cuando finalizó su discurso uno de los más reacios a abandonar el hotel se levantó de la silla.    

 

    Si hay alguien que no esté de acuerdo con ir a la villa olímpica que se quede en la sala, le escucharemos con todo nuestro cariño y atenderemos sus argumentaciones como lo hemos hecho con Ester.

 

   Salió de la habitación y está quedo desierta. Todos los componentes fueron a dar un par de besos a la jovencita que andaba algo descolocada. En el primer asalto serio había logrado el equipo.

   Rafael aguardaba pacientemente a que finalizaran esas muestras de cariño hacía la líder del equipo. Al quedar solo ante la niña se fundió en un abrazo. Se giró al resto y comentó que a la mañana siguiente se trasladaban a la villa olímpica.

     Fue increíble esa semana previa a la competición disfrutaron compartiendo la vida con otros deportistas, dialogaron con aquellos jóvenes y no tan jóvenes que dedicaban su tiempo a que los deportistas se sintieran como en casa. Todos los días se acercaban al puerto deportivo para comprobar sus embarcaciones y tener todo a punto para la gran fecha. La clase Laser se iniciaría ese lunes, con las eliminatorias y se prolongarían a lo largo de la semana para rematar las semifinales la siguiente semana en martes y miércoles. Dos días de descanso y la gran final en sábado y domingo a doble jornada. Se hicieron grupos liderados por los deportistas con mejores resultados durante esos años, nuestros amigos competían en eliminatorias distintas. El primero en romper el fuego de los cuatro amigos fue Adel. No tuvo ningún problema en clasificarse, sus contrincantes estaban lejos de la calidad de navegación del americano. Sus amigos siguieron sus jornadas de clasificación apoyando incondicionalmente a su amigo. Al clasificarse se sentaron los cuatro y comentaron los inconvenientes y fallos que cada uno observó enriqueciéndose todos para cuando les tocara a ellos. A continuación la suerte le correspondió a Vicente. Rafael y Teresa lo siguieron en compañía de sus amigos disfrutando de lo lindo. Tanto Robert como Adel se asombraron de lo avanzado por su amigo comentándolo con Ester. Asegurándoles que en el dosier que les dieron en el lápiz de memoria andaban muchas indicaciones de la mejora tanto de él como de ella. Tampoco tuvo problemas la embarcación mexicana. La misma rutina que realizaron con Adel. En esa reunión de los cuatro amigos varios componentes de otras nacionalidades se acercaron al grupo para interesarse por los comentarios y sugerencias que hacían. Al girarse uno de ellos disimularon pero sonriendo les invitaron a escuchar.

 

   Entre deportistas no hay secretos le comento Adel para añadir a continuación. Esta preciosa princesa nos ha abierto los ojos a nosotros y seguro que os los abrirá a vosotros.

 

   Con algo de timidez se aproximaron y compartieron con ellos toda aquella información. Esa reunión duró un poco más de la cuenta teniendo que suspenderse al llamarlos a cenar. En tercer lugar le tocó a Ester. La organización fue sorprendida al ver la cantidad de embarcaciones que solicitaron permiso para seguir esa eliminatoria. Rajid y sus compañeros acudieron en pleno. Ya lo hicieron con anterioridad con Vicente, al igual que todo el equipo español de vela. Las lágrimas le caían a la niña al verse antes de salir con Pedro, que había viajado con Maureen. Acababan de aterrizar y ni siquiera pasaron por el hotel para no perderse ni media milla. Al sacar la embarcación del puerto olímpico. Sintió a Julián a su lado, la piel se estiró y todo el bello del cuerpo se erizó. Una agradable sensación recorrió su alma. Que torrente de recuerdos, de vivencias le llegaron en una milésima de segundo. Pero especialmente cuando recordó aquella última salida al mar en Donostia con él, para abandonar el mundo en plena felicidad. Los lagrimales que intentaba detener todo ese aluvión de líquido fue incapaz de hacerlo y el llanto se le notaba desde las embarcaciones de observación. Por supuesto, sus padres se encontraban entre los seguidores. Andrea captó con los catalejos ese rostro lloroso y sofocado de su pequeña y le contagió consciente que recordaba a su abuelo. Greet al observar a su esposa se abrazó cobijándola entre su regazo. Cuantas emociones, cuantas ilusiones, cuantas personas había, estaban y estarían interviniendo para que ella y solo ella, resolviera de la mejor manera posible. Robert al mirar por los prismáticos fue incapaz de retener sus lágrimas. Vicente se acordaba de Terci. Aquello parecía más un velatorio que una competición de vela. De seguir así seguro que cambiaban las condiciones de las regatas y esas no las había estudiado. Pero el ambiente estaba cargado de alegría, de felicidad, de dicha sin freno. La convicción de todos los que querían de una forma u otra a la niña eran conscientes que no tendría el menor problema. Rajid se emocionó con aquella princesa pero cuando con sus prismáticos miró hacia el grupo de familiares y ver a Maureen las piernas se aflojaron a tal nivel que pensó que no mantendría el equilibrio. Gracias a sus compañeros que le sujetaron pudo mantenerse en pie, de lo contrario habría sufrido un percance con consecuencias imprevisibles. Luego se lamentaría pero se pasó la regata mirando hacia aquella mujer con la que se encontraría en la siguiente, o siguiente, o siguiente reencarnación, eso no lo podía decidir él.

   La regata de la tarde fue sobre ruedas se clasificó al igual que sus compañeros sin el menor problema. Se abrazó a su abuelo y se despidió de él hasta el lunes, o miércoles dependiendo en la eliminatoria de semifinal que le correspondiera.

    Cuando Maureen y Rajid se vieron cara a cara, sus piernas se inmovilizaron. Sus almas escaparon de sus cuerpos para compartirse. Por fin reaccionaron y se fundieron en un tierno abrazo. Cuantas cosas se tenían que contar. Cuantas historias, cuantas noches recordando aquellas cuarenta y ocho horas. Cuantas horas de soledad en el puente de mando, con solo una obsesión en la cabeza. Esa mujer con la que compartía mesa en la cena. Ester percibió el constante cruces de mirada entre su tía y aquel hindú. Su madre no fue ajena a dicha circunstancia y se comunicaba con su hermana para hacerle entrar en razón. Era una mujer casada y con tres hijos. Maureen captó la preocupación de su querida hermana y sonrió. No había nada malo en aquel encuentro. Estaba mucho más segura de él que de ella. Era uno de esos pocos caballeros que aun perduraban como raza a extinguir en este mundo. Rajid era otro Julián. Otro Pedro, o si le apurabas hasta otra Ester.

   Esa noche salió del hotel y fue a reunirse con Rajid en su casa, sacó dos mecedoras al porche, mientras sus manos se unían se quedaron dormidos esperando el amanecer. Maureen esperaba e incluso deseaba algún contacto con aquel hombre, un beso un achuchón, pero el personaje mantuvo la distancia. No por falta de ganas, aunque tampoco hubiera respondido demasiado bien, pues los años atrofian ciertos órganos que no han trabajado.

   Despertaron al unísono se miraron y en aquella expresión encontró el éxtasis que no se podría dar de otra forma. Se le quedó grabada en el alma como tatuaje lo hace en la piel quemada, para toda la eternidad. Él subió a sus aposentos se dio una buena ducha, se cambió de ropa y en taxi fueron al hotel para desayunar en familia.

   Mientras Rajid se quedó aguardando en recepción ella subió como una loca para hablar con su hermana. Estaba hechizada por la caballerosidad de aquel ser humano y tenía que contárselo a alguien. Nada más verle llegar le agarró para que no se escapara. Tenía que contarle que andaba haciendo, pero hasta el mínimo detalle.

   Cuando su hermana finalizó el relato de aquella velada como dos adolescentes comenzaron a llorar de emoción, por ellas, por aquel capitán, por la dicha de sentirse mujeres. Por la felicidad que aquel hombre con su adoración, su ternura y ese amor puro, les tenía descolocadas. Lloraron al recordar a Julián también estuvieron, estaban y estarían locamente enamoradas de aquel hombre. Rajid, pero especialmente su actitud y comportamiento le recordaron tantos detalles, tantos momentos, tantas situaciones vividas con aquel increíble hombre que era capaz de transmitir a pesar de su muerte la felicidad, la alegría.

   Abrazadas bajaron a recepción, Andrea fue directo hacia el personaje y le agradeció todo lo que había hecho por su niña, pero especialmente por ser como era.

   Con esa visión de la vida de los hindús le comentó que quien tenía que estar agradecidos el mundo era con ella. Haber traído al mundo una criatura que transmitía tanto optimismo, tanta alegría, tanta felicidad no se podía pagar con nada.

   En la reunión de esa noche, de los cuatro amigos, acudió una mayor cantidad de contrincantes, algunos lo habían comentado con sus entrenadores, por lo que decidieron acompañarlos para valorar lo que aquel grupo de jóvenes transmitía e informaba. Estaban en plena exposición y dos de los técnicos presentes comentaron como eran capaces de transmitir esa información que habían obtenido a sus contrincantes. Rafael que siempre estaba en torno a sus pupilos a pesar de estar presente Teresa se presentó como entrenador de los españoles. A realizarle la pregunta del porque compartir toda aquella información sonriendo les respondió

 

     Quieren competir en las mismas condiciones posibles con sus contrincantes. Hacerlo con otras armas que no sean la técnica y las decisiones en el momento desprestigiarían la medalla en el caso de logarla.

 

Sonrieron, pero no les cabía en la cabeza esa estrategia. Comprobaron los razonamientos y la lógica de los mismos.

    Sus amigos analizaron la regata perfecta. Fue Robert el que comentó.

 

     Si han grabado la regata estúdienla bien, es la regata perfecta. Me siento orgulloso de ser amigo de esta reina del mar.

 

    De inmediato le interrumpió

 

   Robert por favor es labor de todos y no les cuentas toda la información que nos ha proporcionado Rajid y sus amigos. No es mérito mío. Además ya sabéis que yo navego con una ventaja que ninguno podrá tener. Navego con mi abuelo.

 

    Las lágrimas se desprendieron de esos increíbles ojos azules. Robert le arropó.


    Esa jornada le llegó por fin el turno a Robert. Ahí estaban todos apoyando al muchacho. Ester tranquila, consciente que no tendría problemas