lunes, 17 de junio de 2013

TRES AÑOS EN EL LABERINTO. CAPITULO XVIII- LAS PRIMERAS CONFIRMACIONES

                                 - LAS PRIMERAS CONFIRMACIONES -

   La mañana del miércoles madrugó. Una ducha ligera le permitió contactar con el agua y lanzarse a continuación a la piscina para realizar unos largos y poner su cuerpo en funcionamiento. Se enfundó el albornoz y mientras se secaba, tomó el móvil para comunicar con Francia. En concreto con un gran amigo que llevaba varios años en el mundo de la investigación privada. Quien mejor que él para conseguir la información que deseaba a cerca de la clínica privada de Suiza. Mantuvieron una entretenida conversación. Se alegraron de poder hablar, ya que hacía tiempo que no sabían el uno del otro. Tras interesarse por como les estaba tratando la vida le proporcionó varios teléfonos de la capital Suiza y de dos localidades cercanas. Le sugirió que se presentara como un empleado de su agencia.
   - Pondrán mucho más interés en resolverte lo que quieres, que si vas por propia iniciativa. Me deben varios favores y estoy seguro que especialmente este primer número se desvivirá por proporcionarte lo que deseas. En el supuesto, que no puedas contactar con él puedes telefonear a cualquiera de los demás. Te atenderán sin duda. Pero si el primero no consigue lo que pretendes ya puedes desistir.
   Apuntó toda la información proporcionada por su amigo. Pierre siempre llevaba una libreta con su correspondiente lápiz a mano. Nunca se sabe, decía, cuando lo va a necesitar uno. En la misma mesa de la piscina, bajo un enorme cenador le sirvieron el desayuno. Una vez a tono y repuestas las calorías de su cuerpo volvió a marcar para ponerse en contactó con el primer número que le había proporcionado su amigo. La conversación duró más de una hora. No iba a ser fácil y las cantidades a pagar serían elevadas, pues era una clínica donde la discreción era le tono predominante en todos sus empleados. Pero le aseguró que si le daba algo de tiempo lograría ponerse en contacto con personal de la clínica. Le dio el teléfono de casa y del móvil que le había proporcionado Amparo para utilizarlo durante la investigación. Su contacto en Suiza le aseguró que haría lo imposible por conseguirle lo que deseaba. Los amigos de Joel son míos también. Se despidieron al tiempo que quedaron en verse cuando consiguiera la información solicitada y tuviera que desplazarse a Suiza.
   Resueltos los contactos telefónicos se pasó por el colegio, donde años atrás había trabajado Paco. Por la tarde se dejó caer por la Ciudad de los deportes. Contactó con los familiares, en especial con la sobrina de Amparo y su esposo. Consiguió algunas cosas que seguían corroborando su teoría. Llegó a casa agotado, entró en el salón y tras saludar a sus anfitriones se sentó junto a Ester a ver la televisión. Cuando finalizó el programa que estaba viendo, comenzaron a conversar de nuevo. La deformación profesional del joven le obligó a seguir indagando y de nuevo aquella joven volvió a confirmar su tesis. La Ciudad de Deporte y esa casa era el sueño por el que suspiraba su padre. Se lo había mostrado en varias ocasiones y ella siempre se lo tomaba a broma.
   - Siempre andaba con sueños. Muchas veces no sabía cuando hablaba en serio, en broma, o te estaba tomando el pelo. Pero es adorable.
    Se acordó, de pronto, que dicha información se la proporcionó al personaje que se presentó en casa tras la desaparición de papá. Y matizó.
   - Pienso que vino por orden de Gerardo pues le vi. Posteriormente hablando con él, y como sabes Gerardo era el socio de papá. Entre los dos idearon esa Ciudad del Deporte. Bueno la ideo papá y él puso el capital.
   Una leve pausa para beber un poco del refresco que tenía sobre la mesa y prosiguió.
   - Gerardo aseguró a mama que esta casa sé la prometió a mi padre si aceptaba hacerse cargo de la Ciudad del Deporte.
   Pierre se dio cuenta que había una nueva vía de investigación. Era necesario confirmar sus nuevas sospechas. Ese agente que habló con la joven tenía que ser alguien enviado por Bernard o como muy bien había deducido su joven anfitriona, por Gerardo. Era necesario descubrir de quien se trataba. Por orden de quien se había presentado y con qué propósito. 
   Ese agente de seguros del que hablaba Ester mantuvo una larga conversación, principalmente con su madre. Por ello Pierre interrogó de nuevo a Amparo sobre el personaje en cuestión. Cuando se quedaron a solas en el salón, sus hijos se habían ido a dormir, con delicadeza comenzó a indagar sobre el asunto.
   - Si quieres que te diga la verdad. Estaba tan fuera de mí que sería incapaz de recordar su rostro. No hacía ni cuarenta y ocho horas que había desaparecido Paco cuando lo atendí por cortesía, pero no recuerdo mucho ni como era ni del tema que tratamos.
   El silencio se adueñó del salón. Pierre no deseaba cansarle con más preguntas y optó por seguir con la novela que estaba leyendo. A los pocos minutos Amparo comentó algo, pero sin dar importancia a lo que decía.
   - Me ha parecido ver esa cara en otras situaciones y lugares. Pero si te digo la verdad no podría describírtela. Tal vez si lo volviera a ver podría darte alguna pista. La verdad, aunque mi cuerpo estaba allí, mi mente no sé muy bien donde la tenía.
    Pierre le comentó que no tenía importancia y que lo olvidará. Pero era consciente del valor de esa información. ¿Sería el propio Bernard el que se presentó a las cuarenta y ocho horas de la desaparición de Paco? Pero de ser Paco y José la misma persona. ¿Dónde estaba José? De nuevo otra vía de investigación se le abría al joven. Y en el centro de todas esas líneas de investigación siempre estaban Bernard y Marie. Era consciente que si todo era como pensaba esos dos personajes tenían las respuestas a todas sus preguntas. No había que precipitarse existían varias líneas abiertas como para no seguirlas. De confirmarlas sin duda habría que enfrentarse a esos dos personajes pero con las cartas descubiertas, o al menos la mayoría de ellas. En el momento oportuno cuando fuera cara a Bernard y Marie no tendrían escapatoria, deberían confesar, sacar a la luz y aclarar de una vez por todas aquel entramado que parecía no tener ni principio ni fin.
   Esa mañana fue a encontrarse con Gerardo. Era necesario investigar sobre quien era el personaje que se entrevistó con Amparo y luego sonsacó a Ester la información sobre la Ciudad de los De-portes y la casa ideal de su padre. Se encontraba en su despacho, las ordenes que hasta la fecha tenía, de Bernard y Marie, eran que desorientara a toda persona que indagará sobre el tema, pero hacía una semana que éstas habían cambiado y ahora debía colaborar. Especialmente con los investigadores privados, pero sin desvelar demasiadas cosas. José se debería enterar poco a poco. Cuando Pierre se presentó se le abrieron las puertas. Cosa que le desconcertó y le puso en guardia. Todo fueron atenciones y no se negó a contestar a ninguna pregunta. Si bien algunas de ellas no fueron respondidas con toda su extensión. Cuando preguntó si sabía de quien se trataba el personaje que se entrevistó con Amparo como agente de seguros a los dos días de la desaparición de Paco respondió con evasivas. Estaba claro que ese punto no se lo aclararía. Pero al finalizar la entrevista. Pierre estaba asombrado, sabía por José que otros investigadores habían hecho esas y otras preguntas. Nunca habían tenido respuestas tan directas. Al preguntar si las órdenes, que recibía de Francia, provenían directamente de José, le confesó que él recibía las órdenes por vía de Bernard.
    Al llegar a casa estaba algo confuso, porque de repente Gerardo había sido tan abierto. No se fiaba de esa información y deseaba contrastarlas. Pero especialmente deseaba confirmar que fue Bernard quien se hizo pasar por agente de seguros y sonsacó toda esa información a Ester y Amparo. Siendo el responsable de toda esa trama que estaba excesivamente liada.
    Si verdaderamente el que se entrevistó con Amparo y posteriormente sonsacó a Ester toda esa información, era Bernard, no había duda que Marie y su abogado estaban detrás de todo. Debía urgentemente resolver esa duda cuanto antes, de confirmarse se añadía un nuevo soporte a su teoría. Amparo conoció a Bernard en su primer viaje a Bordeaux, con motivo del partido de la Champion y tal vez cuando le confesó que creía haber visto esa cara en otro sitio se refería a él. Nada más cruzar el umbral de sus aposentos volvió a coger el teléfono y se puso en contacto con José. Se saludaron y le mostró su interés por disponer, lo antes posible, de una fotografía de Bernard. Su sorpresa fue mayúscula e instintivamente preguntó.
   - ¿Una foto de Bernard? ¿Para que diablos?
   Pero cuando le confesó que estaba investigando sobre la desaparición de Paco y precisaba de ella para sus pesquisas. Sonrió y no le volvió a preguntar. Nada más despedirse le enviaba al fax de su habitación la fotografía en cuestión.
   Ahora disponía de la foto del personaje. Pero presentársela a Amparo no le iba a sacar de dudas. Pero si Ester la identificaba, tendría la prueba definitiva. Bernard y, por tanto, Marie estaban metidos en ese asunto.
   Salió de la habitación con la idea de encontrarse con la joven. Preguntó a Ramón y le comunicó que se encontraba en sus habitaciones estudiando. Le rogó que le avisara y acudió presto a la petición de su invitado.
   A los pocos segundos bajaba al salón y se encontraba con Pierre.
   - Perdona si te he molestado. Pero necesito que me identifiques a este personaje.
   Le mostró la foto de Bernard. Fue verla e inmediatamente saltar.
   - Es el personaje que te conté. El que se entrevistó con mama y luego hablando conmigo le mostré los planos que papá hacía sobre sus ilusiones.
   No había la menor duda, era él. No lo podía confundir. Nunca había visto a Bernard y le aseguró que lo recordaba porque lo estuvo observando mientras mantenía la entrevista con su madre.
   - ¿Es importante para tu investigación?
   Preguntó al tiempo que Pierre sin poner excesivo énfasis le aseguró que tal vez si la tuviera pero que era pronto para poder hablar de ello. Estaba convencido que iba por el buen camino y por fin había un hilo conductor.
   - Pero te suplicó que no lo comentes con tu madre. Tengo miedo a no estar en lo cierto y de nuevo se pueda llevar una desilusión.
   Ester prometió a su invitado guardar el secreto. Pierre estaba emocionado, sin duda su tesis iba tomando cuerpo y saber que podría ayudar a José, le tenía ilusionado.
   Habían cenado y sus hijos se encontraban en sus habitaciones durmiendo o estudiando. En el salón y mientras se tomaban un café conversaba con Amparo. Dudaba consultar con ella, pero por fin se decidió.
   - ¿Sabes quien es este personaje?
  Le comentó al tiempo que le mostraba la fotografía de Bernard. Amparo se quedó parada. El tiempo transcurría y ella permanecía con sus sugestivos ojos verdes clavados en la foto. No había duda que lo había reconocido, pero Pierre notó que trataba de adivinar algo más. Permaneció en absoluto silencio frente a ella. Sé propuso no abrir la boca hasta que su anfitriona lo hiciera. El silencio era casi absoluto. Los dos frente a frente y de pie continuaron por espacio de varios minutos, hasta que Amparo saltó.
   - Era Bernard el que se presentó ese día. Bernard fue el agente de esa compañía de seguros. ¿Pero a que santo Bernard?
   No había duda, el cerco se estaba cerrando y todo apuntaba a las sospechas de José. Su madre y ese personaje debían saber todo. Si conseguía información en Suiza, el caso podría resolverse en Bordeaux con Marie y Bernard, pero sin cartas ocultas.
   - ¿Has descubierto algo Pierre? ¿Por favor si tienes algo dímelo? Te lo suplico. No puedo aguantar más esta incertidumbre.
   Comenzó a llorar. La tensión diaria, la posibilidad de haber algo acerca de Paco después de casi tres años, explotó. Pierre sé lamentaba por involucrarla, sin tener nada seguro, pero era necesario contrastar toda la información que iba recogiendo.
   - Puede que tenga algo. Pero te pido que no me preguntes sobre el asunto si luego no fuera una pista buena la decepción sería demasiado grande.
   Era la primera vez que un investigador confesaba tener algo y no podía saber el que. En un principio no lo podía comprender pero luego viendo aquel muchacho como estaba sufriendo por tener que guardarse lo que sabía y comprobar su actitud durante esos días lo aceptó. Al fin y a la postre había una esperanza.
   Al meterse en su habitación su cabeza proseguía dándole vueltas a todo ese asunto. El siguiente paso marcado era Suiza, pero hasta que no recibiera noticias del amigo de Joel no movería un dedo. Ya le habían advertido que tratar de indagar en la clínica sin medir los pasos podría significar el fin de ese hilo y desde luego no estaba por la labor de perder ninguno que le llevara a corroborar su teoría.
   Metido en su cama pensó que debía regresar al despacho de Gerardo y preguntar por José. Conocía a la familia desde hacía años y sin duda era sabedor de las correrías en su etapa anterior a la desaparición de Paco. De conseguir información podría investigar a cerca de donde estaba el paradero del verdadero José, en el supuesto, que como parecía indicar el José que se desenvolvía por Bordeaux no correspondía con esa persona.    
  Por la mañana estaba de nuevo en el despacho de Gerardo. Se extrañó al recibir de nuevo su visita, pero le invitó a pasar. Sé saludaron, se sentaron e inició el interrogatorio. Gerardo se quedó sorprendido. ¿Pues no le preguntaba por José?. Estaba desconcertado, pero su asombro fue mayúsculo cuando las preguntas eran referentes a tiempos pasados. Las primeras confesiones seguían confirmando la línea iniciada por Pierre. Gerardo le comunicó que él había sido el primer sorprendido del cambió tan brusco experimentado por dicho personaje. Antes era un ser arisco, mal educado y poco centrado. Un niño mimado, caprichoso y déspota con toda persona que estuviese a su servicio o al de su familia. El José de los últimos tiempos era totalmente opuesto al anterior. Durante la entrevista le confirmó que efectivamente el cambio se produjo con la desaparición de Paco.
   - Quiero que me cuentes, los lugares que frecuentaba. Las conexiones que tenía en España, sus amistades o conocidos.
   Gerardo durante la conversación se dio cuenta que aquel joven tenía razón al afirmar que el cambio de actitud de José se dio a raíz de esa época.
   Pierre consiguió datos de los años que estuvo instalado en Madrid. Le proporcionó nombres, direcciones y teléfonos de conocidos y amigos, con los que tuvo relación. De nuevo había sido una mañana fructífera. También toda la información seguía la línea de su tesis y ya eran muchas coincidencias, como para no sospechar que no andaba por el buen camino. Durante la comida comunicó a su anfitriona que se desplazaría a Madrid para proseguir sus investigaciones. Pidió permiso para bloquear el teléfono de su habitación y consiguió la autorización para que las llamadas fueran desviadas al móvil que llevaba. Esperaba noticias de Suiza y no quería perder esa vía que parecía importante para resolver el caso. Amparo le comunicó que no buscara hotel, en casa de su cuñada Marga podría alojarse sin el menor inconveniente. Ella le había telefoneado y desde luego no puso el menor inconveniente. Toda la familia deseaba volver a recuperar a ese miembro perdido. Y esa cuñada en concreto le proporcionaría un lugar donde centrar su investigación. Amparo le prestó un coche y tras despedirse de la familia se dispuso a seguir el nuevo hilo.
   La amabilidad y las facilidades que le ofreció aquel familiar le cautivaron. Sin duda era una familia encantadora y dispuestos a tender la mano a quien lo necesitase. Durante la semana que permaneció en Madrid pudo comprobar que el José del que investigaba no tenía nada que ver con el que conoció. Es más, por lo que la gente, con la que contactó, le contaban no se explican como había conseguido superar las drogas. Pero esa última visita le dejó perplejo. Se trataba de un tal Jimy, “El Marica” Había sido su pareja sentimental hasta que un buen día José no volvió y lo dejó completamente abandonado y sin noticias pues desapareció sin dejar rastro.
   Al subir por aquellas paredes impregnadas de comida y suciedad le entraron nauseas. Era una finca de cinco plantas en completa ruina y  total abandono. En su tercer piso la parte mejor conservada habitaba el tal Jimy, un enfermo de SIDA en fase terminal. Estaba abandonado de la mano de Dios y  sobre un colchón destrozado, lleno de excrementos y comida podrida, se encontraba agonizando. Tal vez perdiera una información importante pero no podía permitir que un ser humano llegase a morir en esas condiciones. Cogió su móvil y dio aviso a la policía y a las autoridades sanitarias. Los primeros que mostraron su presencia en aquella finca abandonada fue la policía. Conversaron con Pierre y este les dio toda la información de la que disponía. Al llegar la ambulancia los sanitarios subieron al moribundo al vehículo de urgencias y en compañía de Pierre lo trasladaron al centro sanitario más próximo. Permaneció de guardia durante tres días con sus correspondientes noches. Por fin pudo entrar en la habitación y conversar con aquel cadáver viviente.
    - ¿Cómo se encuentra?
   Fueron las primeras palabras que cruzó con aquel desdichado. Luego las preguntas de uno y otro se cruzaron por espacio de varios minutos. Se entabló una conversación entre ambos. A Jimy le costaba mantener más de dos palabras seguidas sin detenerse, para toser, devolver o tomar oxigeno. Pero consiguieron intercambiar información. Pierre no quiso revelar nada importante, se limitó a presentarse como un amigo de José. Era él, quien precisaba información y lo mejor era recogerla. Luego, según lo averiguado, le podría comentar algo a aquel deshecho humano.
   - La verdad, vengo aquí por la misma pregunta que me formula usted.
   Un silencio se adueñó de aquella incipiente conversación. Jimy tenía que recuperar fuerzas para poder articular de nuevo sus cuerdas vocales. Él observaba aquella cara cadavérica, aquellas manos donde solo había huesos y piel. Un nudo de angustia comenzó a sentir en la boca de su estomago al tiempo que un sentimiento de compasión, de incredulidad y lastima embargaba su corazón. ¿Cómo un ser humano podía terminar de esa manera? Estaba destrozado, aquel espectáculo que el enfermo ofrecía, con su estado, hacía estremecer al hombre más acostumbrado a las miserias humanas. De nuevo y en un tono tan bajo que le costaba comprender lo que decía creyó entender algo.
   - Hará ya más de cinco años que José contrajo el SIDA, pero el último año que compartimos juntos estaba en un estado tan deplorable como me encuentro yo. Los médicos no le daban más de un mes de vida, cuando desapareció y no supe nada más de él. En aquella época, yo, ya era consciente que había adquirido la enfermedad, pero me encontraba bastante bien y traté de investigar su paradero. Denuncie su desaparición pero nunca supe que fue de él. Posiblemente se haya podrido en cualquier lugar donde se dejó caer. Pero desde luego no ha sido identificado su cuerpo. Casi todas las semanas iba al depósito de cadáveres a comprobar si algunos de los encontrados y no identificados, coincidía con su persona, pero ninguno de los muchos que tuve que ver era él.      

   La conversación se alargó hasta que le llevaron la cena. Pierre aprovechó el momento para salir del hospital ir a casa de la cuñada de Amparo y darse una ducha. Olía a mil demonios, se notaba pegajoso y deseaba airearse y cambiarse de ropa.