- LAS PRIMERAS
CONFIRMACIONES -
La mañana del miércoles madrugó. Una ducha
ligera le permitió contactar con el agua y lanzarse a continuación a la piscina
para realizar unos largos y poner su cuerpo en funcionamiento. Se enfundó el
albornoz y mientras se secaba, tomó el móvil para comunicar con Francia. En
concreto con un gran amigo que llevaba varios años en el mundo de la
investigación privada. Quien mejor que él para conseguir la información que
deseaba a cerca de la clínica privada de Suiza. Mantuvieron una entretenida
conversación. Se alegraron de poder hablar, ya que hacía tiempo que no sabían
el uno del otro. Tras interesarse por como les estaba tratando la vida le
proporcionó varios teléfonos de la capital Suiza y de dos localidades cercanas.
Le sugirió que se presentara como un empleado de su agencia.
- Pondrán mucho más interés en resolverte lo
que quieres, que si vas por propia iniciativa. Me deben varios favores y estoy
seguro que especialmente este primer número se desvivirá por proporcionarte lo
que deseas. En el supuesto, que no puedas contactar con él puedes telefonear a
cualquiera de los demás. Te atenderán sin duda. Pero si el primero no consigue
lo que pretendes ya puedes desistir.
Apuntó toda la información proporcionada por
su amigo. Pierre siempre llevaba una libreta con su correspondiente lápiz a
mano. Nunca se sabe, decía, cuando lo va a necesitar uno. En la misma mesa de
la piscina, bajo un enorme cenador le sirvieron el desayuno. Una vez a tono y
repuestas las calorías de su cuerpo volvió a marcar para ponerse en contactó
con el primer número que le había proporcionado su amigo. La conversación duró
más de una hora. No iba a ser fácil y las cantidades a pagar serían elevadas,
pues era una clínica donde la discreción era le tono predominante en todos sus
empleados. Pero le aseguró que si le daba algo de tiempo lograría ponerse en
contacto con personal de la clínica. Le dio el teléfono de casa y del móvil que
le había proporcionado Amparo para utilizarlo durante la investigación. Su
contacto en Suiza le aseguró que haría lo imposible por conseguirle lo que
deseaba. Los amigos de Joel son míos también. Se despidieron al tiempo que
quedaron en verse cuando consiguiera la información solicitada y tuviera que
desplazarse a Suiza.
Resueltos los contactos telefónicos se pasó
por el colegio, donde años atrás había trabajado Paco. Por la tarde se dejó
caer por la Ciudad
de los deportes. Contactó con los familiares, en especial con la sobrina de
Amparo y su esposo. Consiguió algunas cosas que seguían corroborando su teoría.
Llegó a casa agotado, entró en el salón y tras saludar a sus anfitriones se
sentó junto a Ester a ver la televisión. Cuando finalizó el programa que estaba
viendo, comenzaron a conversar de nuevo. La deformación profesional del joven
le obligó a seguir indagando y de nuevo aquella joven volvió a confirmar su
tesis. La Ciudad
de Deporte y esa casa era el sueño por el que suspiraba su padre. Se lo había
mostrado en varias ocasiones y ella siempre se lo tomaba a broma.
- Siempre andaba con sueños. Muchas veces no
sabía cuando hablaba en serio, en broma, o te estaba tomando el pelo. Pero es
adorable.
Se acordó, de pronto, que dicha información
se la proporcionó al personaje que se presentó en casa tras la desaparición de
papá. Y matizó.
- Pienso que vino por orden de Gerardo pues
le vi. Posteriormente hablando con él, y como sabes Gerardo era el socio de
papá. Entre los dos idearon esa Ciudad del Deporte. Bueno la ideo papá y él
puso el capital.
Una leve pausa para beber un poco del
refresco que tenía sobre la mesa y prosiguió.
- Gerardo aseguró a mama que esta casa sé la
prometió a mi padre si aceptaba hacerse cargo de la Ciudad del Deporte.
Pierre se dio cuenta que había una nueva vía
de investigación. Era necesario confirmar sus nuevas sospechas. Ese agente que
habló con la joven tenía que ser alguien enviado por Bernard o como muy bien
había deducido su joven anfitriona, por Gerardo. Era necesario descubrir de
quien se trataba. Por orden de quien se había presentado y con qué
propósito.
Ese agente de seguros del que hablaba Ester
mantuvo una larga conversación, principalmente con su madre. Por ello Pierre
interrogó de nuevo a Amparo sobre el personaje en cuestión. Cuando se quedaron
a solas en el salón, sus hijos se habían ido a dormir, con delicadeza comenzó a
indagar sobre el asunto.
- Si quieres que te diga la verdad. Estaba
tan fuera de mí que sería incapaz de recordar su rostro. No hacía ni cuarenta y
ocho horas que había desaparecido Paco cuando lo atendí por cortesía, pero no
recuerdo mucho ni como era ni del tema que tratamos.
El silencio se adueñó del salón. Pierre no
deseaba cansarle con más preguntas y optó por seguir con la novela que estaba
leyendo. A los pocos minutos Amparo comentó algo, pero sin dar importancia a lo
que decía.
- Me ha parecido ver esa cara en otras
situaciones y lugares. Pero si te digo la verdad no podría describírtela. Tal
vez si lo volviera a ver podría darte alguna pista. La verdad, aunque mi cuerpo
estaba allí, mi mente no sé muy bien donde la tenía.
Pierre le comentó que no tenía importancia
y que lo olvidará. Pero era consciente del valor de esa información. ¿Sería el
propio Bernard el que se presentó a las cuarenta y ocho horas de la desaparición
de Paco? Pero de ser Paco y José la misma persona. ¿Dónde estaba José? De nuevo
otra vía de investigación se le abría al joven. Y en el centro de todas esas
líneas de investigación siempre estaban Bernard y Marie. Era consciente que si
todo era como pensaba esos dos personajes tenían las respuestas a todas sus
preguntas. No había que precipitarse existían varias líneas abiertas como para
no seguirlas. De confirmarlas sin duda habría que enfrentarse a esos dos
personajes pero con las cartas descubiertas, o al menos la mayoría de ellas. En
el momento oportuno cuando fuera cara a Bernard y Marie no tendrían
escapatoria, deberían confesar, sacar a la luz y aclarar de una vez por todas
aquel entramado que parecía no tener ni principio ni fin.
Esa mañana fue a encontrarse con Gerardo.
Era necesario investigar sobre quien era el personaje que se entrevistó con
Amparo y luego sonsacó a Ester la información sobre la Ciudad de los De-portes y
la casa ideal de su padre. Se encontraba en su despacho, las ordenes que hasta
la fecha tenía, de Bernard y Marie, eran que desorientara a toda persona que
indagará sobre el tema, pero hacía una semana que éstas habían cambiado y ahora
debía colaborar. Especialmente con los investigadores privados, pero sin
desvelar demasiadas cosas. José se debería enterar poco a poco. Cuando Pierre
se presentó se le abrieron las puertas. Cosa que le desconcertó y le puso en
guardia. Todo fueron atenciones y no se negó a contestar a ninguna pregunta. Si
bien algunas de ellas no fueron respondidas con toda su extensión. Cuando
preguntó si sabía de quien se trataba el personaje que se entrevistó con Amparo
como agente de seguros a los dos días de la desaparición de Paco respondió con
evasivas. Estaba claro que ese punto no se lo aclararía. Pero al finalizar la
entrevista. Pierre estaba asombrado, sabía por José que otros investigadores
habían hecho esas y otras preguntas. Nunca habían tenido respuestas tan
directas. Al preguntar si las órdenes, que recibía de Francia, provenían
directamente de José, le confesó que él recibía las órdenes por vía de Bernard.
Al llegar a casa estaba algo confuso,
porque de repente Gerardo había sido tan abierto. No se fiaba de esa
información y deseaba contrastarlas. Pero especialmente deseaba confirmar que
fue Bernard quien se hizo pasar por agente de seguros y sonsacó toda esa
información a Ester y Amparo. Siendo el responsable de toda esa trama que
estaba excesivamente liada.
Si verdaderamente el que se entrevistó con
Amparo y posteriormente sonsacó a Ester toda esa información, era Bernard, no
había duda que Marie y su abogado estaban detrás de todo. Debía urgentemente
resolver esa duda cuanto antes, de confirmarse se añadía un nuevo soporte a su
teoría. Amparo conoció a Bernard en su primer viaje a Bordeaux, con motivo del
partido de la Champion
y tal vez cuando le confesó que creía haber visto esa cara en otro sitio se
refería a él. Nada más cruzar el umbral de sus aposentos volvió a coger el
teléfono y se puso en contacto con José. Se saludaron y le mostró su interés
por disponer, lo antes posible, de una fotografía de Bernard. Su sorpresa fue mayúscula
e instintivamente preguntó.
- ¿Una foto de Bernard? ¿Para que diablos?
Pero cuando le confesó que estaba
investigando sobre la desaparición de Paco y precisaba de ella para sus
pesquisas. Sonrió y no le volvió a preguntar. Nada más despedirse le enviaba al
fax de su habitación la fotografía en cuestión.
Ahora disponía de la foto del personaje.
Pero presentársela a Amparo no le iba a sacar de dudas. Pero si Ester la
identificaba, tendría la prueba definitiva. Bernard y, por tanto, Marie estaban
metidos en ese asunto.
Salió de la habitación con la idea de
encontrarse con la joven. Preguntó a Ramón y le comunicó que se encontraba en
sus habitaciones estudiando. Le rogó que le avisara y acudió presto a la petición
de su invitado.
A los pocos segundos bajaba al salón y se
encontraba con Pierre.
- Perdona si te he molestado. Pero necesito
que me identifiques a este personaje.
Le mostró la foto de Bernard. Fue verla e
inmediatamente saltar.
- Es el personaje que te conté. El que se
entrevistó con mama y luego hablando conmigo le mostré los planos que papá
hacía sobre sus ilusiones.
No había la menor duda, era él. No lo podía
confundir. Nunca había visto a Bernard y le aseguró que lo recordaba porque lo
estuvo observando mientras mantenía la entrevista con su madre.
- ¿Es importante para tu investigación?
Preguntó al tiempo que Pierre sin poner
excesivo énfasis le aseguró que tal vez si la tuviera pero que era pronto para
poder hablar de ello. Estaba convencido que iba por el buen camino y por fin
había un hilo conductor.
- Pero te suplicó que no lo comentes con tu
madre. Tengo miedo a no estar en lo cierto y de nuevo se pueda llevar una
desilusión.
Ester prometió a su invitado guardar el
secreto. Pierre estaba emocionado, sin duda su tesis iba tomando cuerpo y saber
que podría ayudar a José, le tenía ilusionado.
Habían cenado y sus hijos se encontraban en
sus habitaciones durmiendo o estudiando. En el salón y mientras se tomaban un
café conversaba con Amparo. Dudaba consultar con ella, pero por fin se decidió.
- ¿Sabes quien es este personaje?
Le comentó al tiempo que le mostraba la
fotografía de Bernard. Amparo se quedó parada. El tiempo transcurría y ella
permanecía con sus sugestivos ojos verdes clavados en la foto. No había duda
que lo había reconocido, pero Pierre notó que trataba de adivinar algo más.
Permaneció en absoluto silencio frente a ella. Sé propuso no abrir la boca
hasta que su anfitriona lo hiciera. El silencio era casi absoluto. Los dos
frente a frente y de pie continuaron por espacio de varios minutos, hasta que
Amparo saltó.
- Era Bernard el que se presentó ese día.
Bernard fue el agente de esa compañía de seguros. ¿Pero a que santo Bernard?
No había duda, el cerco se estaba
cerrando y todo apuntaba a las sospechas de José. Su madre y ese personaje
debían saber todo. Si conseguía información en Suiza, el caso podría resolverse
en Bordeaux con Marie y Bernard, pero sin cartas ocultas.
- ¿Has descubierto algo Pierre? ¿Por favor
si tienes algo dímelo? Te lo suplico. No puedo aguantar más esta incertidumbre.
Comenzó a llorar. La tensión diaria, la
posibilidad de haber algo acerca de Paco después de casi tres años, explotó.
Pierre sé lamentaba por involucrarla, sin tener nada seguro, pero era necesario
contrastar toda la información que iba recogiendo.
- Puede que tenga algo. Pero te pido que no
me preguntes sobre el asunto si luego no fuera una pista buena la decepción
sería demasiado grande.
Era la primera vez que un investigador
confesaba tener algo y no podía saber el que. En un principio no lo podía
comprender pero luego viendo aquel muchacho como estaba sufriendo por tener que
guardarse lo que sabía y comprobar su actitud durante esos días lo aceptó. Al
fin y a la postre había una esperanza.
Al meterse en su habitación su cabeza proseguía
dándole vueltas a todo ese asunto. El siguiente paso marcado era Suiza, pero
hasta que no recibiera noticias del amigo de Joel no movería un dedo. Ya le
habían advertido que tratar de indagar en la clínica sin medir los pasos podría
significar el fin de ese hilo y desde luego no estaba por la labor de perder
ninguno que le llevara a corroborar su teoría.
Metido en su cama pensó que debía regresar
al despacho de Gerardo y preguntar por José. Conocía a la familia desde hacía
años y sin duda era sabedor de las correrías en su etapa anterior a la desaparición
de Paco. De conseguir información podría investigar a cerca de donde estaba el
paradero del verdadero José, en el supuesto, que como parecía indicar el José
que se desenvolvía por Bordeaux no correspondía con esa persona.
Por la mañana estaba de nuevo en el despacho
de Gerardo. Se extrañó al recibir de nuevo su visita, pero le invitó a pasar.
Sé saludaron, se sentaron e inició el interrogatorio. Gerardo se quedó
sorprendido. ¿Pues no le preguntaba por José?. Estaba desconcertado, pero su
asombro fue mayúsculo cuando las preguntas eran referentes a tiempos pasados.
Las primeras confesiones seguían confirmando la línea iniciada por Pierre.
Gerardo le comunicó que él había sido el primer sorprendido del cambió tan
brusco experimentado por dicho personaje. Antes era un ser arisco, mal educado
y poco centrado. Un niño mimado, caprichoso y déspota con toda persona que
estuviese a su servicio o al de su familia. El José de los últimos tiempos era
totalmente opuesto al anterior. Durante la entrevista le confirmó que
efectivamente el cambio se produjo con la desaparición de Paco.
- Quiero que me cuentes, los lugares que
frecuentaba. Las conexiones que tenía en España, sus amistades o conocidos.
Gerardo durante la conversación se dio
cuenta que aquel joven tenía razón al afirmar que el cambio de actitud de José
se dio a raíz de esa época.
Pierre consiguió datos de los años que
estuvo instalado en Madrid. Le proporcionó nombres, direcciones y teléfonos de
conocidos y amigos, con los que tuvo relación. De nuevo había sido una mañana
fructífera. También toda la información seguía la línea de su tesis y ya eran
muchas coincidencias, como para no sospechar que no andaba por el buen camino.
Durante la comida comunicó a su anfitriona que se desplazaría a Madrid para
proseguir sus investigaciones. Pidió permiso para bloquear el teléfono de su
habitación y consiguió la autorización para que las llamadas fueran desviadas
al móvil que llevaba. Esperaba noticias de Suiza y no quería perder esa vía que
parecía importante para resolver el caso. Amparo le comunicó que no buscara
hotel, en casa de su cuñada Marga podría alojarse sin el menor inconveniente.
Ella le había telefoneado y desde luego no puso el menor inconveniente. Toda la
familia deseaba volver a recuperar a ese miembro perdido. Y esa cuñada en
concreto le proporcionaría un lugar donde centrar su investigación. Amparo le
prestó un coche y tras despedirse de la familia se dispuso a seguir el nuevo
hilo.
La amabilidad y las facilidades que le
ofreció aquel familiar le cautivaron. Sin duda era una familia encantadora y
dispuestos a tender la mano a quien lo necesitase. Durante la semana que permaneció
en Madrid pudo comprobar que el José del que investigaba no tenía nada que ver
con el que conoció. Es más, por lo que la gente, con la que contactó, le
contaban no se explican como había conseguido superar las drogas. Pero esa
última visita le dejó perplejo. Se trataba de un tal Jimy, “El Marica” Había
sido su pareja sentimental hasta que un buen día José no volvió y lo dejó completamente
abandonado y sin noticias pues desapareció sin dejar rastro.
Al subir por aquellas paredes impregnadas de
comida y suciedad le entraron nauseas. Era una finca de cinco plantas en
completa ruina y total abandono. En su
tercer piso la parte mejor conservada habitaba el tal Jimy, un enfermo de SIDA
en fase terminal. Estaba abandonado de la mano de Dios y sobre un colchón destrozado, lleno de
excrementos y comida podrida, se encontraba agonizando. Tal vez perdiera una
información importante pero no podía permitir que un ser humano llegase a morir
en esas condiciones. Cogió su móvil y dio aviso a la policía y a las
autoridades sanitarias. Los primeros que mostraron su presencia en aquella
finca abandonada fue la policía. Conversaron con Pierre y este les dio toda la
información de la que disponía. Al llegar la ambulancia los sanitarios subieron
al moribundo al vehículo de urgencias y en compañía de Pierre lo trasladaron al
centro sanitario más próximo. Permaneció de guardia durante tres días con sus
correspondientes noches. Por fin pudo entrar en la habitación y conversar con
aquel cadáver viviente.
- ¿Cómo se encuentra?
Fueron las primeras palabras que cruzó con
aquel desdichado. Luego las preguntas de uno y otro se cruzaron por espacio de
varios minutos. Se entabló una conversación entre ambos. A Jimy le costaba
mantener más de dos palabras seguidas sin detenerse, para toser, devolver o
tomar oxigeno. Pero consiguieron intercambiar información. Pierre no quiso
revelar nada importante, se limitó a presentarse como un amigo de José. Era
él, quien precisaba información y lo mejor era recogerla. Luego, según lo
averiguado, le podría comentar algo a aquel deshecho humano.
- La verdad, vengo aquí por la misma
pregunta que me formula usted.
Un silencio se adueñó de aquella incipiente
conversación. Jimy tenía que recuperar fuerzas para poder articular de nuevo
sus cuerdas vocales. Él observaba aquella cara cadavérica, aquellas manos donde
solo había huesos y piel. Un nudo de angustia comenzó a sentir en la boca de su
estomago al tiempo que un sentimiento de compasión, de incredulidad y lastima
embargaba su corazón. ¿Cómo un ser humano podía terminar de esa manera? Estaba destrozado,
aquel espectáculo que el enfermo ofrecía, con su estado, hacía estremecer al
hombre más acostumbrado a las miserias humanas. De nuevo y en un tono tan bajo
que le costaba comprender lo que decía creyó entender algo.
- Hará ya más de cinco años que José
contrajo el SIDA, pero el último año que compartimos juntos estaba en un estado
tan deplorable como me encuentro yo. Los médicos no le daban más de un mes de
vida, cuando desapareció y no supe nada más de él. En aquella época, yo, ya era
consciente que había adquirido la enfermedad, pero me encontraba bastante bien
y traté de investigar su paradero. Denuncie su desaparición pero nunca supe que
fue de él. Posiblemente se haya podrido en cualquier lugar donde se dejó caer.
Pero desde luego no ha sido identificado su cuerpo. Casi todas las semanas iba
al depósito de cadáveres a comprobar si algunos de los encontrados y no identificados,
coincidía con su persona, pero ninguno de los muchos que tuve que ver era
él.
La conversación se alargó hasta que le
llevaron la cena. Pierre aprovechó el momento para salir del hospital ir a casa
de la cuñada de Amparo y darse una ducha. Olía a mil demonios, se notaba pegajoso
y deseaba airearse y cambiarse de ropa.