- CAPITULO XII -
- LA
APARICIÓN -
El taxi se detuvo ante la puerta principal
de la alquería. Paquito, el pequeño de Rita, fue el primero en ver a su tío y
como si del diablo se tratase entró en casa gritando. José recogió su bolsa de
viaje y se dispuso a entrar. Iba a cruzar el umbral de la puerta cuando se
tropezó con su hermana. Se abrazó y al separarse no podía dar crédito a lo
contemplado por sus ojos. Era sorprendente su buen estado, dejándose caer sobre
uno de los sillones de la entrada. Sin saber muy bien el porqué comenzó a
llorar como una chiquilla. Se pellizcaba para convencerse. Lo miraba una y otra
vez desde todas las perspectivas posibles. No había duda, era José, su querido
hermano. No tardaron en salir el resto de la familia para abrazarse al
aparecido. Al mismo tiempo lo asediaban a preguntas. Se limitó a sonreír.
Delante tenía a los hijos de su hermana y a su gran amigo, vecino y cuñado.
Paco.
- ¿Pero bueno, no nos vas a contar nada?
Preguntó desesperada su sobrina mayor. El
silencio se apoderó de aquel recinto repleto de personas. Dejó transcurrir unos
segundos de espera para ironizar a continuación.
-¿Dónde esta la hospitalidad de esta
alquería? Estoy muerto de sed y destrozado por el viaje y solo se os ocurre
tenerme en la puerta de pie y con la maleta en la mano.
De inmediato Paco tomó la bolsa de viaje de
su cuñado y le invitó a instalarse en el salón. Cuantos recuerdos le llegaron
en el instante de entrar en aquella habitación. Había sido el comedor, cuando
sus padres vivían. Cuantos gritos y blasfemias se pudieron escuchar en ese
recinto. Y cuantos silencios hirientes se pudieron sentir en aquel lugar. Miró
a su hermana se abrazó a ella, cerrando los ojos comenzó a recordar en alto.
- ¿Recuerdas las comidas de familia?
Rita sonrió, como se podía olvidar aquella
época de penuria, de disciplina casi hitleriana. Como se podía una olvidar de
mama, sumisa a su esposo, dulce y cariñosa con sus hijos, luchadora como pocas
para conseguir la igualdad entre sus hijas e hijos ante aquel marido casi
primitivo. Sus rostros se inundaron de una felicidad indescriptible. Aquellos
recuerdos eran demasiado profundos como para no emocionarse y sentir en sus
cansados cuerpos todo lo vivido allí juntos. El resto de la familia,
impacientes aguardaron estoicamente, dejando a los recuerdos volver a las
mentes de los hermanos y esperar al recién llegado para decidirse a desvelar
los misterios de su desaparición. Habían pasado más de catorce meses desde su
secuestro de la clínica. ¿Cómo había conseguido vencer a la enfermedad? ¿Cómo
logró salir de su invalidez? Eran demasiadas preguntas, demasiados
interrogantes a desvelar. Pero verlo en tan buen estado de salud entusiasmó a
la familia. Por fin, tío y madre dejaron los recuerdos para sentarse en torno a
la mesa del salón y poder aclarar todo aquel misterio.
Comenzó a descubrir algunas incógnitas. En
primer lugar nadie le había secuestrado. Una amiga suya le liberó de la cárcel
donde le relegaron sus hijos. Una vez en libertad, regresó junto a su esposa
Silvia.
- ¿Has estado en New Ville todo el
tiempo?
Interrumpió uno de sus sobrinos. Pero pidió
calma. Lo contaría todo, y si después del relato quedaba alguna duda, estaba
dispuesto a dar luz a cualquier cuestión. Había estado en New Ville pero poco
tiempo, la mayor parte de su larga desaparición permaneció en los Estados
Unidos, tratando su enfermedad. Y como podían ver, con unos resultados
brillantes. Contemplaba a su familia, atentos al mínimo detalle del relato.
Conforme aclaraba unos inmediatamente aparecían otros en sus mentes. Explicó
que Neus le había ayudado a salir de la clínica con la colaboración de su joven
esposa. Fue pronunciar esa palabra cuando el asombro se apodero por completo de
la sala. Fue Rita la única en reaccionar. Conocía muy bien a su hermano y a los
dos días del secuestro se lo confeso Caterine pero haciéndose la ingenua
aseveró con los interrogantes oportunos.
- Es Caterine. ¿Verdad?
Ciertamente Rita conocía bien a su hermano.
Desde luego desconocía su enlace matrimonial pero no había duda que no se
casaría con nadie de no estar muy ligado a su vida. Sabía a la perfección la
pasión de esa mujer por él. Desde el primer encuentro siempre que algún
acontecimiento afectaba a su hermano, era la primera en enterarse e ir a su
lado para prestarle su apoyo. Sentía verdadera devoción por él. Ahora liberarlo
de aquella lujosa cárcel y conseguir vencer su enfermedad, debía tener su
premio. Con la perdida de Silvia y Linda se encontraba solo y lo estaba pasando
muy mal, al equivocar sus hijos cual era la mejor solución para su padre. Por
el contrario ella fue a socorrerle desde el primer instante, aunque el intento
le hubiese ocasionado graves problemas. Abandonó totalmente la otra pasión. La
moda. Entregándose en cuerpo y alma a su hermano. Antes que alguien volviese a
romper el silencio, reinante en el salón, volvió a comentar.
- Esa mujer se merece un esposo como tú.
Se levantó, hizo levantarse a su hermano y
se abrazaron de nuevo. Poco a poco José fue contando punto por punto todos esos
meses lejos de todos. La historia relatada les dejó atónitos. El servicio
sirvió el aperitivo y prosiguieron conversando mientras hacían buena cuenta de
él. Durante el mismo acordaron invitar a cenar a toda la familia y guardar la
sorpresa antes de iniciarla cuando estuviesen todos presentes. De inmediato se
pusieron en contacto con sus hermanos. José llamó a Caterine y le rogó, buscar
la posibilidad de presentarse con Neus a la cena. No iba a ser empresa fácil,
faltaban horas, pero si conseguía alquilar un reactor al menos lo intentaría.
Llamó al aeropuerto, pero como muy pronto
podría disponer de uno a la mañana siguiente. Deseaba, poder estar junto a su
esposo en el acontecimiento de sea noche en la alquería. Estaba desanimada,
pues el único medio para llegar era el avión y esa posibilidad se había
esfumado. Se sentó con desanimo en el tresillo del salón, cuando vio en la mesa
un periódico del día con la foto de un gran amigo y adversario en el negocio de
la moda. Se encontraba en la ciudad y él disponía de un reactor privado. Cogió
rápidamente el teléfono y tras unas cuantas llamadas se pudo poner en contacto
con él. Todo fueron facilidades, solo tendría que ir al aeropuerto y presentarse
al comandante de su avión, tenía ordenes de llevarle donde deseara. Le mandó un
fuerte beso vía telefónica y tras avisar a Neus se prepararon un ligero
equipaje para volar a Valencia. La ultima noticia comunicada a su esposo, le aseguraba la imposibilidad
de estar a su lado. Ahora prefería no avisarle y sorprenderlo con su presencia.
Paco advirtió a su cuñado la necesidad de
poner en conocimiento a la policía su aparición. Pues oficialmente seguía
desaparecido. Tenía razón pero si lo hacía en esos momentos se pasaría varios
días liado con aclaraciones. Optando por comunicarlo al día siguiente, tras
informar a la familia.
Se subió al desván, lo encontró muy
cambiado, pero, guardaba la misma estructura de años anteriores cuando se
perdía entre las balas de paja para estudiar o jugar con sus hermanos. De nuevo
los recuerdos regresaron a su mente. Cuantos momentos felices y tristes había
vivido entre aquellas cuatro paredes. Recordó el incidente con la señorita
Elisa y su padre. Sin lugar a dudas aquella situación se había grabado
profundamente en su mente. Recordaba las noches con aquel farol de petróleo
donde él y su hermana se dejaban la vista para leer, estudiar o hacer los
deberes para que Paco a la mañana siguiente se lo llevase a su señorita. Alzó
la mirada y en una estantería su hermana conservaba aquel farol. Una emoción
difícil de describir recorrió su cuerpo, se levantó y tomándolo entre sus manos
comenzó a observarlo mientras sus recuerdos volvían casi con la claridad de una
cinta cinematográfica. Pero conforme curioseaba aquella estantería se
sorprendió al comprobar la infinidad de recuerdos que sin lugar a dudas su
hermana conservaba. Debía seguir siendo su rincón privado. Con seguridad en
momentos bajos subía para recordar aquellos años donde compartieron, ilusiones,
trabajo y castigo. Al tomar, en sus manos, la primera cartilla de lectura,
regaló de Elisa, no pudo evitar que sus lagrimales dejaran paso a unas gotas de
felicidad y añoranza. Cogió una carpeta, la abrió y ante sus ojos fueron
apareciendo recortes de prensa, fotografías, anotaciones. Allí estaba la
noticia del sabio valenciano, poesías que escribía con su hermana, los títulos
de ingreso, de revalidas, los carné de facultad, tanto de él como los de su
hermana. Tuvo que sentarse, tantas sensaciones, tantos recuerdos, tanta
nostalgia le hicieron flaquear sus piernas. Se dejó caer sobre el sillón y fue
poco a poco descubriendo el contenido de aquella carpeta. Estaba lleno de
sentimientos, de esfuerzos, de tesones, de amor. Pasando los diferentes papeles
su corazón se paralizó por espacio de unos segundos. Se trataba de una carta de
Linda. En su época la buscó como un loco por espacio de varios meses y nunca la
llegó a encontrar. Desplegó las cuatro cuartillas, de las que constaba, e
inició su lectura. No tuvo más remedio que sacar el pañuelo las lágrimas caía
cada vez con más intensidad y corría el riesgo de perder toda aquella
maravillosa información. Se trataba de una carta, como todas las que le
escribía su gran amor, llena de ternura y cariño. Llevaba fecha del siete de
septiembre de mil novecientos sesenta y siete. Conforme desentrañaba su
contenido se dio cuenta que era la primera carta recibida inmediatamente
después de separarse ese verano cuando se declaró y ella le dio calabazas. Cuanta dulzura, cuanta
comprensión había en esas líneas. Paró en varias ocasiones de leerla para
recoger con el pañuelo el líquido que sus lagrimales dejaban escapar. Besó
aquel papel con tal ternura que sintió al cerrar los ojos la suavidad de la
piel de Linda. Todo su cuerpo flotaba y se sentía abrazado por un sinfín de
sensaciones placenteras perdiendo por completo la noción del tiempo y del
espacio. En ese momento no sabía muy bien donde se encontraba. La presencia de
su joven esposa, acompañada de Neus y su hermana le transporto de nuevo a la
realidad del presente. Al verle se aproximó, le besó y le mostró aquella carta
que sin lugar a dudas habría leído más de veinte veces en ese periodo de tiempo
inmerso en el desván. Cruzó su mirada con su hermana y la expresión de sus
rostros reflejó los sentimientos provocados por el recuerdo.
- A propósito. ¿No decías que no había forma
de llegar?
La abstracción le había desorientado de tal
forma que cuando vio a Caterine ante él, no se sorprendió hasta que aterrizó de
nuevo e interrogó a su amor. Caterine le contó toda la odisea hasta conseguir
un avión que les permitiera viajar a su lado antes de la cena. Pero como la
familia comenzaba a llegar, y la sorpresa quería que fuera para todos, tanto
Rita como Caterine bajaron para recibirla. Mientras tanto Neus y José se
quedaron allí arriba conversando. Le fue mostrando los diferentes recortes y le
contaba alguna anécdota de cada uno de ellos. La enfermera se quedó sorprendida
de la historia de aquel hombre. Verdaderamente tenían razón al decir que era un
personaje extraordinario.
Abajo el bullicio era enorme. La numerosa prole que componía aquella
gran familia iba llegando. Los más pequeños se quejaban a sus tíos por
encontrarse la puerta del desván cerrada. Pero arriba estaba la gran sorpresa y
hasta la llegada de toda la familia no se abriría. La curiosidad fue en aumento
conforme el tiempo iba pasando. El aparcamiento de la alquería volvía a
llenarse como en las grandes ocasiones. Todos se extrañaron de ver a Caterine,
llevaba mucho tiempo sin dejarse caer por allí y especialmente las pequeñas
adoraban a su tía. Alguien llegó a recordar su imperdonable falta en las
últimas Navidades. El mayor sacrilegio cometido por nadie hasta esa fecha en la
familia. Brisite, acudió también a la cita. Se encontraba en Madrid pasando
unos días junto a su sobrina Bety. Rita le aseguró la presencia de todos.
Sospechó de inmediato el motivo de esa improvisada reunión familiar. Había
estado en contacto con su otra sobrina y sabía del buen estado de José. En su última
comunicación le aseguró poderse ver pronto. Deseaba poderse abrazar a su
querido amigo. Aunque desconocía la boda de su sobrina con él. Segunda noticia
a desvelar en esa reunión. Con la salvedad de Neus, Rita y su familia, nadie
más la conocía.
Al hacer la entrada en la alquería un
comisario, amigo personal, y encargado de llevar el caso de la desaparición,
así como al abogado oficial de la familia. Jorge, rompió en parte la sorpresa.
- Ha aparecido papá ¿Verdad?
La pregunta la dirigió a su tía Rita. Sonrió
y tranquilizó a los presentes diciendo.
- Lo mejor será no especular con noticias
que nos pueden decepcionar. Esperemos a su momento y todos saldremos de dudas.
Pero no es bueno crear falsas esperanzas.
Jorge había dado en el calvo, pero la
intervención de Rita dejó a todos un poco fríos. Pero con más curiosidad, si
cabe, de la provocada en un principio.
Cuando Caterine vio entrar a Ignacio se
aproximo a él, se dieron un par de besos en las mejillas, a puro estilo francés
y conversaron amigablemente. Se había vuelto a casar. Pero le confesó que en su
corazón siempre habría un hueco para ella. Aún seguía enamorado de aquella
mujer, pero era consciente que ella nunca le llegó a amar.
Por fin el gran momento llegó. Las puertas
corredizas que unía el corral, el salón y el comedor las plegaron para colocar
una gran mesa en forma de C, preparada para los cerca de ciento cincuenta
comensales. No faltaba nadie, se pudo escuchar en uno de los presentes, pero
inmediatamente fue contestado por uno de los pequeños de Jorge.
- Falta el abuelito.
El comentario del pequeño dejó en silencio a
todo el mundo, Rita de inmediato se levantó abrió la puerta del desván mientras
llamaba la atención de todos.
- No, mi pequeño. El abuelito también está
con nosotros.
La aparición de José llenó de emoción
aquella casa, gritos, llantos, abrazos desmayos se dieron cita en el lugar al
comprobar la presencia del jefe de la familia y en tan buen estado. Inundando
de felicidad la reunión. Nadie podía dar crédito a la aparición del jefe de
familia. La misma Brisite a sabiendas de su buen estado, se quedó perpleja al
verle desenvolverse con soltura y naturalidad. Era sin lugar a dudas el José de
siempre. Y. ¿Cómo no? Salió con una de sus chispeantes frases devolviendo a los
más incrédulos a la realidad. Abrazos, besos, estirones, empujones. Todos
querían abrazarse al abuelo. Caterine se sentía llena de felicidad al
contemplar a su esposo como la emoción le podía. Le costó su trabajo poder
mandar callar a toda esa gente. Deseaba, primero que nada, presentar a su nueva
esposa. Seguro de la mala aceptación de la noticia por parte de sus hijos
especialmente. Pero para ser sincero no le importaba ni le preocupaba.
- ¡Al fin! Hemos conseguido unos minutos de
silencio. Mantengámoslo un poco más. Os deseo comunicar varias cosas.
La presencia de Neus, tan solo fue advertida
por Jorge comunicándoselo de inmediato a Bety. Al hacerlo en tono elevado uno
de sus pequeños les mando callar, el abuelo quería silencio. De nuevo la voz
pausada y relajante de José se volvió a escuchar.
- En primer lugar deseo dirigirme
directamente a mis hijos, para ellos no va a ser fácil asimilar la noticia. Voy
sin rodeos. Me he casado de nuevo.
Las miradas se clavaron materialmente en el
cuerpo de Neus, la joven enfermera sintió casi físicamente esas miradas
perforando su cuerpo como puñales. Pero pronto las dudas se aclararon y
consiguió liberarse de esas inquisidoras miradas. Caterine se aproximó a José y
mientras era presentaba como la señora Carbonell, se abrazó a su esposo. Un
silencio aún mayor se apoderó del lugar. Fueron unos segundos donde la
respiración se pudo escuchar claramente. De nuevo, José, más seguro al tener a Caterine
a su lado lo rompió de nuevo.
- En segundo lugar os pido perdón por este
largo año de angustia y preocupación. Pero no he encontrado otra forma de salir
de aquella cárcel a la que me sometisteis, con la mejor de las intenciones, por
supuesto. La muerte de vuestra madre y de Linda me afectaron enormemente quería
quedarme a toda costa en New Ville y no comprendisteis cuál era mi deseo.
Pensando que lo mejor era traerme a Madrid me condenasteis a pasar la época más
amarga de mi existencia.
José prosiguió junto a Caterine exponiendo a
la familia todas las circunstancias de su fuga, de su recuperación y también
les explicó por qué había decidido unirse a Caterine. El silencio volvió a
envolver el ambiente. Era sorprendente, con tanto niño pequeño, no se escuchó
el menor ruido en los cerca de sesenta minutos de exposición del abuelo.
Uno a uno se acercó a su padre. Se
disculparon, mientras le felicitaban por la recuperación milagrosa.
En la exposición dejó bien claro su voluntad
de continuar viviendo en New Ville. También. Mostró su voluntad de dejar el
trabajo. Ponía en manos de sus hijos todos los negocios y se encargarían de
enviarle su parte correspondiente. Ahora su mujer y la investigación le
esperaban.
Poco a poco la alquería volvía a su
normalidad. Las diferentes familias fueron regresando a sus hogares. José se
despidió de todos y cuando se disponía a llamar a un taxi para regresar a New
Ville con su mujer y Neus, Paco no lo consintió, sacó el coche del garaje y
junto a su esposa, los acompañaron al aeropuerto.