sábado, 23 de febrero de 2013

TRES AÑOS EN EL LABERINTO CAPITULO III-LA OPERACIÓN


                                  - LA OPERACIÓN -

   El avión de la compañía Suisse Aire tomaba tierra en el aeropuerto de la capital Suiza. Marie en compañía de “su hijo” descendía del aparato. Los correspondientes tramites legales de la aduana y en la puerta de llegadas internacionales les esperaba el chofer para conducirlos hasta una pequeña población, Behn, a unos cuantos kilómetros de la capital. Una población a considerable altura sobre el nivel del mar y en el centro de los Álpes suizos. Ubicada en la ladera de la montaña, se encontraba la lujosa clínica a escasos metros de la pequeña población. El vehículo se detuvo en la puerta principal y de inmediato unos celadores atendieron a los recién llegados. Se hicieron cargo del equipaje y los acompañaron hasta recepción. Paco estaba algo desconcertado, preguntó en varias ocasiones a la que cría su madre, pero Marie estuvo ingeniosa y supo tranquilizarle, pero sobre todo que encontrara lo más natural del mundo todo lo que estaba haciendo. Le confesó que desde hacía tiempo, él  había decidido recuperar su imagen, pues en una de sus múltiples locuras se presentó en Bordeaux con la fisonomía que tenía en esos momentos. Desde hacía tiempo le había pedido que recuperase su rostro y por fin se había decidido a realizar lo. Para darle mayor realismo al comprobar la expresión de “su hijo”, añadió.
   - ¿Pero? ¿Si prefieres que lo dejemos? Nos vamos y punto.
   Paco no supo que contestar. No recordaba nada, pero tampoco estaba muy interesado. Cuando lo intentaba su semblante cambiaba radicalmente y su comportamiento era hasta agresivo. Prefirió no reflexionar sobre el asunto y aceptó lo que su querida madre le decía. A la postre, solo estarían una semana.
   Esa mañana fue una jornada de pruebas, análisis y revisiones. Pero dispusieron de unas horas para pasear por esos parajes incomparables y disfrutar de la Naturaleza y del aire puro.        
   Si todas las pruebas realizadas lo aconsejaban a la mañana siguiente se produciría la operación. Por ello esa noche decidieron bajar a Ginebra y tras cenar en un buen restaurante asistir al Gran Teatro donde se representaba una opera.
   Durante la cena Marie fue introduciendo a “su hijo” en el mundo del negocio de los vinos. Paco no recordaba nada de lo que “su madre” le contaba pero poco a poco fue sumergiéndose en ese apasionante mundo. Eran propietarios de las más importantes bodegas de Bordeaux, sus caldos de la más alta calidad se lo quitaban de las manos. Sus viñedos ocupaban la tercera parte de los de la región. Marie le puso al tanto sobre sus tíos y primos y le confesó los problemas que estaban teniendo con ellos. Le fue preparando para enfrentarse cuando regresara a casa.
   En el único que podía confiar era en Bernard, el resto del personal podría estar colaborando con sus tíos y, por tanto, debería desconfiar de todos y estar siempre atento.
   La representación de la opera llegó a emocionar a Paco, no recordaba haber asistido a ninguna. Pero “su madre” le aseguró que era su preferida y que la había visto ya más de diez representaciones en diferentes países. Aceptó lo que le decía pero él no la recordaba.
   De camino a la clínica, observó como Marie le miraba, la ternura se reflejaba en la expresión cansada de esa anciana. Sonrió y abarcándola con sus brazos, la recostó sobre su pecho, mientras besaba su frente, al tiempo que decía.         
   - Mama. Esta maravillosa. 
  Unas lágrimas de felicidad se dejaron escapar por aquella arrugada y trabajada piel, su rostro mostró una sonrisa llena de gratitud y satisfacción por aquel personaje y acurrucada en sus potentes pectorales se quedó adormilada hasta llegar a la clínica.
   Se despidieron, entrando en sus respectivas habitaciones, para abandonarse al mundo de los sueños y recuperar fuerzas para proseguir con la lucha diaria. El sueño se había negado a entrar en su cuerpo. Paco, salió al balcón que daba a un impresionante valle, pero la oscuridad no permitía poder contemplar el espectáculo que La Naturaleza brindaba cuando la noche no se apoderaba de los objetos, plantas, minerales, formas y colores de aquel valle. Tan solo pudo contemplar las luces de algunas viviendas que se desparramaban por la ladera de la montaña. Entró en la habitación y conectó la televisión. Aquel idioma le impactó, comprendía bastante de lo que hablaban pero estaba claro que no era su idioma nativo. Cambiando de canales dio con uno, se trataba del canal internacional de televisión española, ahora si podía captar cuanto decían. Esa circunstancia le hizo reflexionar. Como siendo francés el castellano lo dominaba de esa forma, pero especialmente lo que le dejó pensativo fue al comprobar que el idioma francés le costaba entenderlo y desenvolverse con él. 
   Mientras las reflexiones bombardeaban su mente desconectó la televisión y puso en marcha la cadena de música. Se dejó caer en el sillón y mientras las diferentes melodías inundaban sus oídos se estrujaba el cerebro para comprender todo aquello. Pero poco a poco el sueño fue invadiendo su cuerpo y sus párpados se fueron cerrando hasta quedarse dormido en el sillón.
   Al salir de la anestesia y mirarse al espejo se sorprendió. Su rostro estaba cubierto por un vendaje y solo tres orificios en el mismo le permitían poder conectar con el exterior a través de los ojos y la boca. Marie le habló con dulzura y le comunicó que todo había ido a las mil maravillas. Ahora debía descansar y recuperarse cuanto antes para regresar juntos a casa. Intercambiaron algunas palabras más pero esa noche no había descansado lo suficiente y aún inmerso algo en la anestesia, cerró los ojos y el sueño volvió a sorprenderle.
   No despertó hasta la tarde. Junto a él estaba “mama”, intercambiaron sus sonrisas y a continuación conversaron. Él le comentó sus inquietudes de esa noche y Marie le aseguró que había vivido más en España que en Francia, pero que debía evitar hablar demasiado.
   - A nuestro regreso, a casa, mantén las distancias con todo el mundo y procurar no dialogar con nadie. Desde tu despacho dirigirás, como años atrás, la empresa y cualquier orden, por medio de Bernard.
   Nuevamente la habilidad de Marie consiguió que “su hijo” alejase de su mente esas preocupaciones. Con persistencia y poco a poco iba introduciéndole en ese nuevo mundo para él.
   A la mañana siguiente el equipo médico se presentó en la habitación para quitar el vendaje a su paciente. Las expectativas por parte de Marie y de él eran enormes. Por fin el último vendaje se desprendía de su rostro y la imagen de su cara quedaba al descubierto. Marie se emocionó aquel rostro era una fotocopia de la de su hijo José. La emoción le podía y la felicidad se reflejaba en su cara. De nuevo las sensaciones, que inundaban su cuerpo, se apoderaron de la anciana y sus ojos comenzaron a nublarse como consecuencia del líquido salado que brotaba de sus lagrimales. Aquello parecía mentira ni una sola cicatriz se observaba en el rostro de aquel hombre recién operado. Le aproximaron un espejo y con una parsimonia irritante se lo fue acercando. Cuando se vio reflejado en ese pedazo de cuarzo pintado por su parte posterior su expresión no se modificó en absoluto. La imagen que antes tenía, aunque se parecía globalmente, se había transformado considerablemente y  el cambio era significativo. Sin embargo, miró a “su madre” y, al observar lo emocionaba que estaba se acercó a su lado, le abarcó con sus corpulentos brazos y se fundieron en un abrazo. Cuando las emociones se controlaron en aquella habitación los doctores se felicitaban por el éxito de la operación. Dieron los últimos consejos a seguir por su paciente y mientras salían por la puerta el que dirigía el grupo comentó.
   - Si todo marcha como hasta ahora, mañana o pasado a lo más tardar podrán abandonar el hospital.
   A los treinta minutos de la visita del equipo médico se presentó Bernard. Se sorprendió gratamente por la nueva imagen y permaneció conversando con los dos por espacio de más de dos horas. Las cosas por Bordeaux se estaban complicando. Los cuñados de Marie se estaban haciendo con el control de todas las bodegas y de gran parte de los terrenos. Si no se daban prisa en regresar cuando volvieran tal vez no les quedara nada. Marie rogó a “José” que descansara un poco. Dejaron la habitación en penumbra para que se tumbara y recuperase un poco su estado de ánimo. Nada más abandonar el hospital se metieron en una cafetería, solicitaron un reservado y allí jefa y empleado compartieron la parte secreta de Paco. Bernard había conseguido los sueños de aquella familia. La creación de una ciudad del deporte. E incluso hablando con la pequeña, Ester, se había hecho con los planos de la casa ideal de su padre. Durante la conversación averiguó, entre lágrimas de la joven, cual era el sueño de aquel hombre. Los sueños de aquel profesor estaban plasmados en una serie de planos donde describía como era esa ciudad del deporte y adjunta a ella, pero separada del recinto deportivo. Su casa soñada. Marie de inmediato comentó con Bernard que debía ponerse en funcionamiento. El sueño de esa familia se tenía que cumplir. Comenzaron a discutir sobre el coste de todo aquello. A grosso modo, Bernard, calculó que se aproximarían a los cinco mil millones de la moneda española. Pero aseguró que si se gestionaba bien sería rentable la inversión. Marie autorizó, a su fiel empleado, a utilizar sus reservas en Suiza. Según sus cálculos se aproximaba mucho a esa cantidad.
   Antes de despedirse le aseguró que con toda probabilidad regresarían a Bordeaux ese fin de semana. Él le comunicó que partía de inmediato hacía Valencia para comenzar las gestiones y que procuraría estar en Bordeaux  ese fin de semana.
   Cuando Marie entró en la habitación. José se había despertado y se encontraba sentado en el sillón escuchando música. La escena le impactó pues a su hijo también le encantaba la cadena musical y especialmente la radio, de ahí que al observar que era precisamente ésta la que tenía conectada, se emocionara profundamente. Con su entrada se levantó y abrazándose con cariño a “su madre” depositó sus labios en la frente.
   - Los doctores me han dado permiso para invitarte fuera de la clínica a comer. Prepárate, que nos vamos en busca del mejor restaurante de esta bella población.
   Ese viernes por la mañana el equipo médico examinó a su paciente y tras el oportuno reconocimiento le dieron de alta. En recepción invitaron a Marie y a Paco a entrar en administración y allí liquidaron la cuenta con el hospital y los médicos. En la puerta el chofer les aguardaba en la entrada de la clínica. Al aproximarse al vehículo se precipitó para abrirles la puerta, una vez instalados y cargado el equipaje puso rumbo al aeropuerto de la capital donde salían en vuelo directo esa misma mañana con destino a Bordeaux.