sábado, 20 de septiembre de 2014

UN AMOR ETERNO NACIDO CON LA CREACIÓN- SEGUNDA PARTE- ANDREA- CAPÍTULO 30 EL ACONTECIMIENTO DE TALAMANCA

CAPÍTULO TRIGÉSIMO 

EL ACONTECIMIENTO DE TALAMANCA

 

 

 

  El primer mes en Costa Rica lo empleó en las gestiones para la adquisición de los terrenos. La familia de Andrea se había movido y obtuvieron un buen precio por las tierras. La mayor parte pertenecían a nativos Bribri que no pusieron la mínima traba. Solo una parcela importante en manos de un holandés les ponía serios inconvenientes ya que no deseaban vender. Julián tampoco estaba dispuesto a pagar un precio más elevado pues sería injusto con los nativos. Y tasar todas las tierras se disparaba del presupuesto ya que aunque importante no llegaba ni al diez por cien del total de las tierras a adquirir. Por fin faltando escasos días para la semana santa, antes de la llegada de Andrea para sus vacaciones, Julián en compañía del Abuelo quien había estado negociando, se acercaron a la propiedad. El permiso correspondiente y fueron invitados a sentarse en una mesa del pórtico. Un matrimonio anciano les atendió. Les informaron que aquella propiedad se la querían dejar a su hija y yerno. Eran ellos los que debían decidir si se desprendían de la propiedad. En esas fechas se encontraban en Costa Rica de vacaciones. A su regreso de Guanacaste, donde habían ido a pasar unos días con unos amigos se podrían en contacto y tratarían directamente con ellos. Si los convencían no había el menor problema. Agradecieron la amabilidad prestada y les dejaron el celular del abuelo de Andrea, regresando a la finca. Luego junto al abuelo fue recorriendo las propiedades que estaban prácticamente adquiridas.

   El registro de la propiedad las realizaba el banco que trabajaba con Julián en Costa Rica. Era una gran extensión de terreno y descubrió lugares que hasta la fecha no había visitado. De todas las parcelas la que más le agradaba era la de los holandeses. La más próxima a la cala y la más alejada de la carretera. Luego era también la parcela con más maleza de selva y tenían que penetrar en la propiedad y llegar casi hasta la misma casa para poder verla. Era de una sola planta, pero en su centro se elevaba una torre de donde se divisaba prácticamente toda la bahía. Si conseguía adquirir esa parcela con toda seguridad pondría el despacho en la torre. Regresó a la cabaña muy satisfecho con la adquisición de los terrenos y esperaba con impaciencia la llamada de la familia holandesa. Tanto Julián como Andrea a petición de su padre consintieron en la construcción de una nueva cabaña próxima a la de la familia donde se instaló su padre junto a la madre de Roberto y su tropa. Ahora la cabaña la utilizaban Julián, Maureen y Andrea cuando se desplazaba de vacaciones.

   Precisamente esa mañana llegaba de España, para disfrutar de dos semanas. Desplazándose padre y abuelo a Limón en el coche para recoger a su pequeña. Julián les iba a acompañar pero la llamada telefónica de los holandeses a su regreso de Guanacaste le retuvo para entrevistarse con los hijos del matrimonio holandés. Fue abandonar la cabaña padre e hijo con destino a Limón cuando Julián paseando por la playa se aproximo para realizar la visita y tratar de convencer al matrimonio que le vendiera la parcela. Al entrar en la propiedad una bella joven se quedó quieta en el pórtico tratando de reconocer al intruso, pero como no era capaz y su padre pasaba en esos momentos por la habitación contigua al pórtico, llamó su atención para preguntar si conocía al visitante. De inmediato lo reconoció y le explicó que era el español que deseaba adquirir la propiedad. No tenía ningún inconveniente en desprenderse pues sus padres eran ya muy mayores y desde hacía tiempo deseaban regresar a Holanda para terminar ahí sus días. Su esposo los había perdido hacía escasamente dos semanas y le agradaba descansar por aquel rincón del mundo para desconectar un poco del estrés y era precisamente él quien deseaba conservar aquella propiedad.

   Padre e hija recibieron al visitante con su exquisita amabilidad y se sentaron en la mesa instalada en el pórtico. La señora de la casa había sido alertada, ofreciendo unos refrescos de fruta en una jarra al que le acompañaban en la bandeja unos vasos. La joven se disculpó alegando que iba en busca de su esposo.

   Fue salir por el umbral de la puerta y los dos se quedaron petrificados. Aquel español que pretendía comprar la parcela no era ni más ni menos que la pareja de su hermana, del que tanto había oído hablar y del que hacia escasamente dos meses estuvo en San Sebastián acompañando a sus padres para cumplir la petición de su hermana. Se abrazaron, mientras unas lágrimas recorrieron los cansados rostros de Julián. El resto de la familia permanecía expectante aguardando las oportunas explicaciones. Sentados en torno a la mesa y mientras degustaban los refrescos de frutas fueron aclarando todo. Julián lamentó la muerte de sus padres. Le aseguró que Dios los había mantenido con vida para cumplir con el último deseo de su hermana y una vez realizada habían cumplido en este mundo y ahora se encontrarían con su hermana en la eternidad y con toda seguridad los estarían contemplando. Aquel hombre quiso tranquilizar a Julián. Si Helen, su esposa, y sus padres quieren venderla no pondré ningún inconveniente. A otra persona le aseguro que nunca lo hubiera hecho. Pero usted es de la familia. Julián agradeció todas sus atenciones y les confesó que su casa la tendrían a su disposición siempre que desearan pasar una temporada por Costa Rica. Quedaron en solucionar todos los trámites durante la semana y Julián volvió a insistir que podían quedarse todo el tiempo que lo desearan después de la firma de la propiedad. Les invitó a comer en su cabaña pero los ancianos prefirieron no desplazarse. El joven matrimonio aceptó encantado y paseando por la playa se acercaron a la cabaña de su vecino.

   Pidieron en primer lugar disculpas y luego se lanzaron a preguntar sobre esa hermana que no llegó a conocer. Como observaron unas lágrimas en aquel hombre volvieron a disculparse pero les tranquilizó, no solo estaban en su derecho de preguntar sino que él no tenía el menor problema de contestar. Pero siempre que se hablaba de ella le costaba reprimir sus lágrimas. La primera pregunta hizo referencia a que según las informaciones, que le había llegado aunque compartieron seis meses sus vidas, tenían entendido que no se casaron. Les confesó que estaban en lo cierto pero fue su hermana la que se negó a perder más tiempo en preparativos o en tonterías. No hacía falta ningún tipo de papel para sellar su amor. Siempre comentaba.

 

  - El Señor sabe muy bien que nos queremos pues fue quien lo dispuso al principio de la creación, al igual que es consciente que será eterno.   

 

   Volvieron a la carga. Julián comprendía la curiosidad de aquel hombre que ni siquiera llegó a conocer a su hermana. Todas las afirmaciones que le habían hecho su padre sobre aquella hermana y su pareja sentimental eran ciertas de principio a fin. El joven llegó a mostrar su falta de credibilidad en algunas afirmaciones realizadas por sus padres. Durante ese breve paseo por la playa llegaron a comprender y asimilar la cálida de aquel personaje con quien compartían paseo y conversación. Al llegar a la cabaña todo estaba revolucionado. Andrea había llegado y toda la familia acudió a saludarle. Julián presentó al matrimonio y confirmó la adquisición de la propiedad. Aquel matrimonio holandés se maravillaba del afecto que todos profesaban por aquel viejo profesor.

   Habían comido y Andrea conversaba con la holandesa dando un paseo por la playa para rebajar la suculenta comida ingerida en aquel almuerzo. Julián permanecía con los varones en una mesa del pórtico conversando sobre los Bribris. El holandés era historiador, y se había interesado en el estudio de los nativos de Centroamérica. En concreto los que más había estudiado de los nativos era un clan pequeño por su número “Los Malekus”. El anfitrión también había leído cosas sobre aquellos nativos y con la colaboración del anciano Bribri pudieron entretenerse con algo que les entusiasmaba. 

     Mientras en la playa conversaban. Había observado a Andrea y su comportamiento con Julián, parecía más hija de aquel personaje que del que le presentaron como tal. Y en el transcurso de la charla lo comentó

 

 

   Pensé que eras hija de Julián.

 

   Sonrió. No era así. A ella le hubiera gustado casarse con aquel hombre. Las confesiones de Andrea a aquella extranjera comenzaron ya sin freno. Le comentó que Julián guardaba una fidelidad casi enfermiza hacía la que hubiera sido su cuñada. No podía creer aquella historia. Cuarenta años de castidad en un hombre con aquella presencia a pesar de sus años y especialmente con esa belleza interior se lo debían comer las mujeres en su juventud.

 

     Bueno yo me lo comería ahora y dentro de veinte años.

 

   Sonrieron ante el comentario para proseguir el paseo. Iba anocheciendo la oscuridad se apoderaba de la luz. De pronto, llegó a asustar a su compañera, Andrea se desprendió de todas sus ropas y se lanzó al agua para sentir el roce del Caribe acariciando su cuerpo mientras le proponía lanzarse al agua. Se quedó por unos instantes indecisa, pero reaccionó de inmediato y le acompañó en su locura. Nadaron por espacio de unos veinte minutos y cuando vieron que el padre de Andrea, su esposo y Julián andaban buscándoles salieron del agua, resguardándose un poco entre la maleza, acoplaron la ropa a sus cuerpos impregnados de arena, agua y sal, para recibir a los caballeros con algo más de decencia. Mientras las risas y los comentarios se repartían entre las nuevas amigas. Se despidieron y al llegar a casa fueron directas a la ducha para ponerse otra ropa y la empapada de agua y arena la depositaron en la cesta de la ropa sucia.

   Habían quedado esa noche en acudir a Maxi´s en Manzanillo, los extranjeros también conocían el famoso restaurante y allí se encontraron para cenar.

   Durante esa semana y el resto se realizó el papeleo y transferencias monetarias para la adquisición de la finca. Antes del regreso de Andrea a sus estudios, la cala les pertenecía. Si bien la familia holandesa no dejaría la propiedad hasta finalizar ese verano. Pues así lo acordaron con Julián, al haber quedado toda la familia en pasar el mes de Agosto en Costa Rica con la intención de realizar una gran fiesta a los abuelos que la iban a abandonar tras cerca de veinticinco años instalados desde su jubilación. Ese octubre los dos ancianos llegarían a los noventa.

   Aunque dedicó, principalmente por las noches, dos o tres horas de estudio Andrea pasó unas vacaciones inolvidables. Trataba de no separase de Julián pero este procuraba que Roberto y Maureen la movieran para salir por ahí. Hasta consiguió que se perdieran los tres por Guanacaste unos días en un hotel de Samara en el pacifico norte. En concreto en la península de Nicoya. Aprovechó esos días para perderse por la península de Osa en el pacifico sur. Tenía tantas cosas que intercambiar con el Usekör que se presentó en sus dominios. Fueron tres días con dos noches y pudo recrearse en la serenidad, en la meditación, en el descanso. En captar toda la sabiduría de aquel personaje que le proporcionaba esa serenidad, esa paz, que necesitaba para llegar, cuando el Señor quisiera, a reencontrarse con su amor. Allí la magia era especial, las dos noches se le presentó en sus sueños y compartieron esas horas en la fantasía, en la realidad, en el embrujo, en el deseo, en la irrealidad. Pero al fin y al cabo le veía, le tocaba, le abrazaba y sobre todas las cosas le regalaba un premio Nobel en cada beso que depositaba en sus labios, o entraban en el paraíso al enredar sus cuerpos con el traje de gala del nacimiento, compartiendo caricias, mimos, calores, pasiones.    

 

   (Para que le voy a contar. Todo el que ha amado lo podrá sentir si lo revive en su imaginación y con esas sensaciones lo describirá mejor que yo)

 

   No se lo explicaba muy bien pero compartió con aquel sabio el legado de su amada. Y tras la lectura de uno de esos documentos se pasaban horas desmenuzándolo, ex trayendo toda la poesía, toda la pasión, todo el amor que aquellas cuartillas guardaban reflejo de aquel amor entre esos dos seres que en dimensiones diferentes seguían unidos para la eternidad. 

   Llevaban un buen rato con uno de los documentos cuando el sabio le comentó.

 

     Una de las palabras que ustedes utilizan para la integración de otras culturas, “Tolerancia”, me molesta profundamente.

 

  Julián permanecía en absoluto silencio con todos sus sentidos en alerta, para captar cualquier gesto, cualquier sonido, movimiento o lo que fuera del personaje. Era una universidad viviente. Una pausa que proporcionaba toda la expectativa posible y prosiguió confesando que esa palabra le ponía a uno por encima del otro. Como si los europeos en su ingenuidad de considerarlos iguales, su cultura, sus tradiciones, su educación especialmente, implícitamente se colocaban en un plano superior. De nuevo esa pausa para asentar las ideas en su oyente. Esta se alargó algo más y cuando Julián se decidía a comentar, él se le adelantó. Explicando que a los Bribris les gustaba hablar de comprensión. Eso ponía a ambos en un mismo nivel, comprendiendo a la otra persona. Luego podrías o no compartir esas formas, esas ideas, esas actitudes pero la mera comprensión del otro los hacía iguales. Ese era el camino a seguir en la educación. En muchas ocasiones los términos gramaticales llegan a marcar ese límite. Aquel comentario dio mucho que hablar entre los dos personajes. Disfrutando ambos de los análisis realizados, pero especialmente de la conexión. Julián en cierto aspectos no se bajaba del burro, lo entendía pero no lo compartía. La cultura, las tradiciones marcan mucho el comportamiento de las personas. En eso estaba de acuerdo el personaje pero también añadió que la persona equilibrada, generosa, entregada, dispuesta a ayudar al que fuese, sin mirar posición social, raza, religión, esa persona se podía dar en cualquier cultura, en cualquier religión y en cualquier rincón del mundo, e incluso en cualquier periodo de la humanidad.

   Al regreso de su tercer día se encontró con los tres jóvenes que llegaban de su escapada, coincidiendo al mismo tiempo para entrar en la parcela de la cabaña.  

    El día previo a la partida de Andrea de nuevo a los estudios en la facultad se perdieron por el complejo deportivo de Talamanca donde ultimaron el campeonato a celebrar por todos los clanes y tribus de Costa Rica. Durante el mes de mayo y junio se celebraría en las diferentes reservas y cantones donde se ubicaban los nativos, mientras que los que se clasificaran acudirían al complejo deportivo de Talamanca para disputar las finales nacionales. 

   En el despacho de Julián se encontraba el abuelo de Andrea ultimando el número de equipos de cada tribu, con conexiones telefónicas y vía Internet. La presencia de su hijo durante largos periodos le permitió dedicarse a colaborar con Julián, su pueblo y otros nativos del país para la organización de aquel gran acontecimiento deportivo cultural. Esa nueva ocupación le rejuveneció. Cuando Julián entró por la puerta aquel anciano le confesó que tenía ultimado todo prácticamente y que no había mandado ya la información definitiva hasta que no lo viera él. Se enfadó aquí nadie decidía nada y todos decidían todo. Miró la planificación presentada por el abuelo de Andrea por educación pero aceptó todo cuanto había elaborado. De inmediato, tanto Andrea, como Maureen y Roberto comenzaron a diseñar con el ordenador los carteles anunciadores de tal acontecimiento. Cuatro iban a ser las sedes preliminares. Con una previsión aproximada de doscientos cuarenta participantes. A ello debían sumar unos sesenta auxiliares educadores. Mientras que en la fase final reuniría a un centenar de participantes y entre treinta y cuarenta auxiliares educadores. Mientras los jóvenes confeccionaban carteles anunciadores de fechas y horas Julián contactaba con su cuñado para el envió de trescientos equipajes del Real Madrid y otras tantas del Barcelona. Quería obsequiar a cada participante con una camiseta de cada equipo con el nombre y la firma del jugador preferido de cada niño. El abuelo se había encargado de confeccionar una lista, que Julián remitió a su cuñado.

   Las fechas de la primera sede las fijaron en la primera semana de mayo, en San Rafael de Guatuso Celebrando un torneo de cuatro equipos uno de indígenas Guatuso o Malekus, otro de Quitinirrísies y los otros no pertenecían a muchachos indígenas pero los apuntaron para realizar una competición. Acordando que los dos equipos de nativos mejor clasificados accederían a Talamanca en Julio para la fase final. Un total de sesenta muchachos y muchachas, pues no estaba cerrado al sexo. La única condición impuesta era no sobrepasar los doce años, aconsejando que el margen de edad no bajara de los nueve. Aunque podría darse alguna excepción tras analizar los argumentos de los equipos que presentaran jóvenes que no cumplieran dicha norma. 

   La segunda se organizaría la tercera semana de mayo en la localidad de Buenos Aires, donde los Barrucas y los Terrabos participaban con un equipo cada tribu, junto con dos equipos no indígenas, clasificándose los equipos indígenas para la final de julio en el centro deportivo de Talamanca. Otros sesenta muchachos y muchachas, pero solo treinta los nativos irían a la fase nacional.

   La tercera sede en ciudad Nelly. La primera semana de junio estaba destinada a realizar la competición con cuatro equipos, sesenta nuevos jugadores, tres equipos pertenecían a la tribu de los Guaymes y uno a la de Bocotás, reforzados por algunos jugadores Gaymes, pues esta tribu solo contaba con ocho jugadores.

   La última sede sería en el complejo deportivo de Talamanca en la segunda semana de junio competirían cuatro equipos de los Cabecares, otros sesenta, clasificándose uno para la fase final.

   En esta misma sede, pero la tercera semana de junio, competirían otros cuatro equipos, sesenta jugadores de los Bribri, clasificando solo el primero.

   Con la disputa de las cuatro fases se daría por finalizada esa previa y los ocho equipos clasificados disputarían la gran concentración final en el complejo deportivo de Talamanca.  

   Ese mismo día se enviaba a todas las series los carteles anunciadores junto al de la fase final donde las fotos de los jugadores del Barcelona y el Madrid aparecían anunciando el trofeo y su presencia en el mismo.