viernes, 5 de julio de 2013

TRES AÑOS EN EL LABERINTO. CAPITULO XIX- LA TESIS SE CONFIRMA -

- CAPITULO - XIX -                              

   Pierre estaba agotado había sido una semana terrorífica. Se había pateado Madrid, de norte a sur y de este a oeste. Mantuvo conversación con infinidad de personajes. Pero el encuentro con Jimy había sido terrible. Durante su última entrevista estaba hablando cuando murió. No tenía familiares o se desentendieron. El caso es que nadie se presentó. Pierre sintió tal lastima por aquel ser humano que se hizo cargo de su incineración y entierro. También pudo comprobar la calidad humana de su anfitriona en Madrid. Lo había visto tan hundido que cuando le comentó lo ocurrido le acompañó para despedir en su último viaje al desdichado aquel. Se presentó con una gran corona de flores. Fue una ceremonia sencilla. En la sala del crematorio, tan solo, se encontraba, el féretro, ellos dos y el empleado de turno. Unas lágrimas comenzaron a deslizarse por las mejillas de su acompañante. Pierre la contemplaba y su gesto expresaba la sorpresa que le estaba causando la reacción de aquella mujer. “Si que es sentimental, derramar unas lágrimas por este infeliz, que no conoce de nada”. Pensó, pero al finalizar el sencillo acto, le explicó que un hermano había fallecido de la misma enfermedad que aquel desdichado y precisamente en ese mismo crematorio lo incineraron. Durante la ceremonia le llegó a su mente el recuerdo de aquel acto y de ahí que se emocionara.
   Iban de regreso a casa, la alegría de aquella mujer le levantó el ánimo y sin más le invitó a comer fuera de casa. Lo hicieron en un restaurante típico donde la comida era, a base, de marisco. La gracia y la naturalidad de aquella mujer le hicieron olvidar aquella terrible semana.
    En su habitación recapacitaba sobre todo lo investigado. Estaba claro que José había fallecido y Paco era su sustituto. Dos cosas podían haber ocurrido. O Paco era un autentico cínico y embustero, o no era consciente que sustituía la personalidad de otro. Esta versión era la más verosímil según lo investigado. Con la perdida de memoria alguien se había aprovechado y se encontró con una situación ideal para hacerle creer que era otra persona. Pero ahora habría que averiguar los motivos por los que conscientemente alguien había sido capaz de tal atrocidad. Haber tenido a una familia, durante años, con esa tensión no podía tener perdón de nadie en este Mundo. 
   Su investigación en la capital española había finalizado. Averiguar donde se encontraba el cadáver de José sería algo más que imposible. Con toda certeza la respuesta la encontraría una vez más en los de siempre, Bernard y Marie. Jimy se había pasado esos últimos tres años tratando de averiguarlo y no había conseguido absolutamente nada. Por otro lado recapacitaba. “Solo Jimy le habló de la enfermedad de José. A todos sus amigos y conocidos que mantuvo conversación con ellos, y fueron muchos, no mencionaron en ningún momento su enfermedad. Todos le remitían a Bordeaux, donde había regresado con su madre. No era menos cierto que la información que consiguió, nadie le habló de los últimos siete años. Por lo investigado José no se debió moverse mucho durante sus últimos años de vida de la capital española y especialmente de la compañía de Jimy, compartiendo las penas y las alegrías con aquel compañero sentimental.
   Se despidió de su anfitriona madrileña agradeciéndole todas las atenciones que le había dispensado y le confesó que le costaría olvidar a alguien tan encantadora como ella. Le dio su dirección en Francia y le comunicó que su casa estaría abierta de par en par cuando quisiera.
   - Tener una amiga como tú es una bendición para cualquier ser humano.
   Con esas palabras, un abrazo y dos besos en la mejilla, sé subió al coche, lo puso en marcha y regresó a Valencia.
   De nuevo la hospitalidad de aquella familia le hizo sentirse como en casa. Le sorprendió que aquella mujer que llevaba tres años intentando saber algo de su esposo no le preguntase. Le hubiera gustado confesarse y decirle todo lo que pensaba sobre el asunto, pero muy a pesar suyo tuvo que contenerse y aplaudir la actitud de aquella mujer.
   Esa noche habló con Alín. Después de su semana en Madrid, que fue terrorífica, con la excepción de las veladas que pasó junto a su anfitriona, hablar con su amor le hizo sentirse el hombre más feliz de la tierra. Se dijeron todas esas cosas que dos enamorados se suelen contar y luego ella le aseguró que la agencia comenzaba a funcionar. Había logrado trabajar en su primer caso. Precisamente esa mañana consiguió cerrar el contrato.
   Fue colgar el aparato cuando recibió esa llamada tan esperada de Suiza.
   - ¿Pierre?
   - Sí, el mismo. Dígame.
   El encargo se había llevado a feliz termino, sí bien la discreción en el asunto debía vigilarse hasta límites exagerados. El precio era alto pero, un sanitario de la clínica, estaba dispuesto a informar. Exigía la presencia del interesado con el dinero en mano y con la máxima discreción. El próximo sábado debería encontrarse en una cafetería de Ginebra al mediodía. Tenía el número del móvil de Pierre y a esa hora le telefonearía. De no contactar con él, el asunto lo olvidarían.
   Agradeció la intervención acertada de aquella agencia y como faltaban unos días para el sábado decidió relajarse esos días.
   Jugó con las hijas y el hijo de Amparo. Les invitó a varios espectáculos que se daban en la ciudad. Fueron a la Ciudad del Deporte y pasó unos días distendidos pero sobre todo muy tranquilos, después de las jornadas maratonianas de esos últimos días.
  El viernes por la tarde Amparo le acompañó hasta el aeropuerto, en el trayecto Pierre le agradeció que no le hubiera preguntado sobre la investigación. Le aseguró que las esperanzas estaban en alto. Disponía de varias líneas de investigación a seguir y hasta la fecha todas tenían continuidad. Pero era mejor no hacerse excesivas ilusiones.
   - En la investigación tan pronto crees que lo tienes resuelto como te toca volver a empezar. Pero es la primera vez que he encontrado algo en lo que apoyarme con cierta veracidad. Esos hilos que todo investigador busca para ir tirando de ellos con la esperanza, de conseguir mantener el mayor número posible sin que se rompan y al menos uno de ellos te pueda conducir al desenlace final.
   Agradeció de corazón su hospitalidad y la ayuda que le había proporcionado con esa cantidad de dinero para proseguir con sus pesquisas sobre el problema. Hasta la fecha, gracias a su colaboración, solo había gastado los pasajes del avión y el resto estaba intacto para poder resolver, en Ginebra, la línea si no definitiva al menos la que confirmara de una vez por toda su teoría.
   A su llegada a la capital Suiza los agentes meteorológicos le recibieron con lluvia. Una importante borrasca estaba descargando con toda su intensidad en la ciudad. Se desplazó en taxis al lugar de la cita. Entró tomó un café con leche y buscó algún sitio apropiado para instalarse durante unos días en la capital.
   Al menos era un local limpio, pero después de su estancia en la mansión de Amparo aquello era casi mísero. Sonrió, su apartamento no era mejor que aquello, pero los amigos de José le habían acostumbrado demasiado mal esos días. Se dio una buena ducha y bajó a comer. Contactó con su media naranja y le contó que por el momento todo marchaba bien.
   Al llegar la noche, aunque trató de acostarse y dormir, el sueño no quería entrar en su cuerpo. Dio mil vueltas en la cama y por fin se levantó, conectó la televisión y permaneció frente al televisor por espacio de cinco horas. Por fin parecía que los ojos sé entornaban. Apagó el aparato y se metió de nuevo en la cama. A los pocos minutos el sueño se había apoderado de su conciencia y dormía plácidamente.
   Se levantó temprano desayunó, bajó a la calle y como en esta ocasión el sol lucía con timidez decidió dar un paseo por las calles adyacentes al lugar de la cita y estirar las piernas al tiempo que relajaba los nervios. Observaba a la gente como se desplazaba nerviosa y apresurada a sus lugares de trabajo. El bullicio invadía poco a poco las calles de la ciudad. Entró en un parque cercano al lugar de su alojamiento y paseó entre jardines. El sonido provocado por el canturrear de las avecillas, que ocultas entre el ramaje, picoteaban, o jugaban de rama en rama tratando de vivir ese nuevo día, le cautivó.
   A las once y media, inició el regreso. Sin prisas, con paso reposado se presentó en la cafetería en cuestión. Tomó asiento y aguardó impaciente la llamada esperada. Pasaba un minuto del mediodía cuando su móvil sonó lo descolgó, pero la comunicación sé había cortado. Dos minutos después la misma operación. Pero en esta ocasión estuvo atento y apunto el número que estaba realizando la llamada. El mismo resultado, al descolgar el teléfono la comunicación se cortaba. Aguardó pacientemente. Si no volvía a tener noticias llamaría él al teléfono en cuestión. No fue necesaria, de inmediato una joven que no llegaba a los veinte, se sentó junto a él. Con la sonrisa en sus labios y sin quitar la mirada de Pierre comentó.
   - Un buen móvil. Ha sonado las dos veces que he marcado su número.
   Pierre respondió a la sonrisa con otra, dejó transcurrir unos segundos y se decidió a contactar.
   - No esta mal la estrategia para averiguar, quien es la persona, con la que ha quedado. Soy, todo oído.
   De nuevo la pausa en el intercambio de frases se produjo. En esta ocasión se prolongó algo más pero al fin la joven volvió a intervenir.
   - La verdad es que si usted no me dice, de que se trata, el objeto de su investigación difícilmente podré ayudarle.
   Pierre comenzó a relatar cual era la información que estaba buscando. De inmediato sacó una pequeña libreta y fue anotando los datos que aquel apuesto joven le pedía. Le dio las fechas de la estancia de José en la clínica y su deseo era conseguir la mayor información sobre la operación que se llevó a cabo en aquella fecha y con aquel hombre. Si había fotos las quería y cualquier informe sobre el personaje en cuestión.
   La joven permaneció atenta a los detalles que le daban. Apuntó con meticulosidad toda la información y cuando Pierre terminó de informarle, de nuevo con la sonrisa en su rostro, comentó.
   - Toda esa información le costará veinticinco mil francos. Diez mil ahora y los otros quince al recibir la documentación que solicita.
   Pierre trató de regatear y bajar el precio pero aquella joven guardó la libreta y el bolígrafo en su bolso e hizo intención de irse.
   - Está bien. ¿Pero cómo puedo estar seguro que tras darle esos diez mil usted no desaparece y me quedo sin nada?  
   No tardó en responder. Casi no había finalizado la pregunta cuando contestaba.
   - Bueno es algo a lo que debe arriesgarse si desea esa información.
   Pierre dudaba, no tenía experiencia en ese tipo de negociaciones, temía darle el dinero y perderlo, pero la información era clave para poder llevar pruebas tangibles. Lo que tenía hasta la fecha eran declaraciones pero de poco valor jurídico y de fácil desmantelamiento de las mismas. Se dejó guiar por su intuición y le tendió el dinero.
   - El próximo sábado a la misma hora y de la misma forma.
   Fue pronunciar esas palabras y abandonar el local. Ni siquiera se despidió. Pierre se quedó bloqueado. “Una semana” “¿Y que hago yo aquí durante una semana?”.
   Sin pensarlo dos veces anduvo hasta su alojamiento pagó la cuenta y reservó habitación para el siguiente viernes. Cogió un taxi y se traslado directamente a París y de allí a casa.
   Al taxista le dio la dirección de las oficinas que había abierto en compañía de Alín. Al cruzar la puerta del despacho se encontró con ella trabajando en su primer caso. Un asunto de faldas. La mujer se sentía engañada por su esposo y deseaba que investigaran si había otra en su vida.
  Alín se levantó precipitadamente al verle entrar, fundiéndose la pareja en uno solo. Cuantas cosas había por contar. Se sentaron en el tresillo del despacho y permanecieron toda la mañana contando las investigaciones que habían estado llevando. Aquella profesión era apasionante llegó a comentarle Alín. Comieron en el despacho con la comida que pidieron a un restaurante de alimentos preparados. Durante la misma siguieron contando sus historias y después de una corta sobremesa cada uno se puso a trabajar con lo que llevaba entre manos. Pierre se metió en el otro despacho y estuvo ordenando todas sus notas, recopilando conclusiones y descartando pistas. Ciertamente estaba muy claro José debía haber fallecido y Paco lo había sustituido. Estaba seguro que él era la victima de todo aquel tinglado organizado entre Bernard y Marie. De eso estaba convencido pero precisaba pruebas para confirmarlo. De repente se levantó del sillón entró en el despacho de Alín, que en esos momentos estaba tratando de conseguir un nuevo caso, le dio dos besos y se despidió.
  - Cariño vuelo a Bordeaux ya te llamaré y explicare el motivo.
   En Bordeaux procuró no encontrarse ni con José, ni Bernard, ni Marie. Deseaba investigar que sucedía en el holding, cuando se produjo el cambio de Paco por José. Hablo con Michel, y con infinidad de empleados de los viñedos y bodegas. Contactó, en la cárcel, con los tíos de José y buscó en la prensa de la época las noticias que tuvieran relación con el propósito de su investigación. Los periódicos, las conversaciones, con Michel y sus tíos, le aclararon bastante la situación. Grabó todas las conversaciones que mantuvo con los diferentes personajes, sacó fotocopias de todas las noticias de esos meses que tenían relación con el caso. Especialmente los ecos del juicio contra sus tíos. Cuando el viernes muy temprano llegó de nuevo a casa tuvo el tiempo justo para dar-se una ducha prepararse el equipaje y regresar al aeropuerto para trasladarse a París y de ahí a Ginebra. Le dio tiempo para darle un beso a Alín y rogarle que guardara toda la documentación que había traído en la caja fuerte.
   Durante los vuelos reflexionó sobre el caso que le ocupaba las veinticuatro horas del día. A grandes rasgos el motivo, de la sustitución de Paco, era sin duda, económico. Estaba claro que si no aparecía José el holding habría ido a manos de los cuñados de Marie y el enfrentamiento entre ellos era claro y evidente. Mientras el padre de José vivió la tensión se controlaba gracias a la presencia del jefe del clan, pero con su muerte se vio clara la lucha entre ambas partes. Pero como todo había pasado a manos de su hijo, aunque conseguían más que con su padre, ellos ambicionaban tener el control del Holding. En el testamento del que había sacado una copia todo, salvo el antiguo caserón que era para Marie, pasaba a manos de José, pero si éste fallecía las propiedades pasarían a manos de sus hermanos. No había duda que la justificación de cambiar la imagen de Paco por la de José, tras el fallecimiento de éste, estaba clara. El plan trazado con seguridad por Marie y Bernard no había podido ser mejor preparado. Encontrarse con Paco en las circunstancias que se dio no les había podido salir mejor la increíble trama que montaron. Estaba seguro que su tesis era la correcta. Suiza se lo confirmaría. “Que cerca estoy” Pensaba cuando el avión tomaba pista en el aeropuerto de Ginebra.
   Se instaló en el mismo hotel del fin de semana anterior y rebosante de felicidad por haber conseguido resolver el caso en poco tiempo relativamente se dedicó a pasear por las calles y parques cercanos. Esa noche le costó conciliar el sueño. Deseaba regresar a casa poner en orden todo y con todas las pruebas presentase ante Marie y Bernard. Reflexionó sobre diferentes alternativas. Y con esas cavilaciones consiguió recuperar el sueño.
   Se despertó tarde, se había dormido cerca de las cinco de la madrugada y cuando el sueño se apoderó de su cuerpo se quedó tan profundamente dormido que al abrir los ojos y ver el reloj pegó un salto tal de la cama, que pensó que había volado. Se vistió en un abrir y cerrar de ojos y en unos minutos se traslado a la carrera desde el hotel hasta la cafetería. En el preciso momento que cruzaba el umbral el reloj de pared daba las doce campanadas de ese nuevo día. Se sentó jadeando, pidió un fuerte desayuno y esperó a que sonara el móvil. Pero eran y diez y no había recibido ningún aviso. Estaba impaciente y si no se presentaba. Tenía bastantes pruebas pero ninguna sería tan definitiva como la de la clínica.
   Finalizo su desayuno y ni la menor señal de vida de la joven enfermera. Estaba desanimado, su intuición le había fallado y esa joven se había aprovechado de su falta de experiencia. Iba a abandonar el local, pues pasaba ya una hora, cuando al salir por la puerta alguien se dirigió a él.
   - ¿No quiere lo que traigo?
    Al girarse comprobó que no era la enfermera con la que había hablado el sábado anterior. Se trataba de un joven de edad parecida. Al tiempo que tomaba asiento junto a él, le ofreció un maletín. Lo iba a coger pero el joven le comentó que debería darle antes algo a cambio.
   - La otra vez confié yo en ustedes ahora mientras no vea el contenido no le soltaré el dinero.
   El joven retiró el maletín y se levantó. Pierre se dio cuenta que titubeaba, miraba de reojo y decidió quedarse quieto, sin reaccionar. Como si no le importara que se fuera. Abandonó el local, sé alejó unos metros y regresó sobre sus pasos.
   - Esta bien, pero hágalo con discreción.
   Comentó al tiempo que le daba el maletín y se sentaba junto a él. Pierre con parsimonia lo abrió y sin sacar la documentación del mismo anduvo ojeándo en su interior. Había más información de la que se esperaba. Fotografías de Paco y de José en todas las perspectivas. Analíticas y reconocimientos de todo tipo del paciente. La hora de ingreso y los nombres de los que acompañaban al paciente. Bernard y Marie. Cerró los ojos, dio un profundo suspiro al tiempo que su cuerpo se inundaba de una felicidad indescriptible, sacó los quince mil francos que faltaban por abonar según lo acordado y levantándose con el maletín en la mano se fue directo al hotel, liquido la cuenta y puso rumbo a casa.