jueves, 4 de junio de 2015

UN AMOR ETERNO NACIDO CON LA CREACIÓN. TERCERA PARTE. ESTER. CAPITULO VIGÉSIMO NOVENO. COMPROBANDO LA INFORMACIÓN OBTENIDA

  CAPITULO VIGÉSIMO NOVENA COMPROBANDO LA INFORMACIÓN OBTENIDA



 



 Tras comer a bordo alimentos preparados con antelación, que bastaba con calentarlos comenzaron a comprobar con Rajid algunas de las conclusiones a las que llegaron los regatistas. Iban a rechazar alguna cuando les anotó que habían interpretado mal la indicación. Rectificaron y como aconsejaba Rajid les dio resultado. Se miraron, efectivamente se entendieron, habría que recuperar todas esas indicaciones que habían desechado, pues la que acababan de comprobar, no solo era válida, tenía un gran valor. Se admiró al comprobar otras que habían logrado sacar entre pequeños detalles. Aquel hombre se hubiera pasado un mes en aquella embarcación, enseñando y aprendiendo con aquellos increíbles navegantes. Rafael se mantuvo al margen sabía que siempre que probaban cosas debían ser ellos los que se dieran cuenta de su acierto o su fallo. Luego en el hotel analizarían la jornada. Si bien debían tener muy claro que la clase Laser no era esa embarcación. Pero en esa semana de intensos entrenamientos podrían comprobar infinidad de situaciones y posibles acciones para mejorar el rendimiento de sus embarcaciones.

    Una vez amarrado el velero de Rajid le invitaron a cenar en el hotel. Ni lo dudó, pasar unas horas más con aquella pareja y especialmente con aquella niña que le recordaba a Maureen, era algo que le mantenía ilusionado y no lo iba a desaprovechar. Pero antes pasó por su casa para asearse tras una jornada en la mar. Mientras los tres regresaron a su hotel para hacer lo propio. Pocos minutos antes de la hora marcada se presentaba todo engalanado. Su cita con sus amigos así lo requería o al menos le pareció a él. 

   Fue una velada encantadora, se contaron chistes, anécdotas y pudieron reír a sus anchas. Por fin llegó el momento de despedirse. Un fuerte abrazo con los jóvenes y un apretón de marinero con Rafael. Les juró que seguiría la olimpiada y aunque compitieran con un compatriota les apoyaría. No perdería detalle y después de cada jornada si deseaban consultarle algo allí lo tendrían. Pudieron comprobar cómo unas lagrimillas se le escapaban a ese lobo de mar. Ester aun salió a la calle antes que se subiera en el taxi. Se abrazó con una ternura que aquel hombre se quedó desarmado, besó sus mejillas y se metió en el vehículo antes que el llanto le delatase.

   El sábado y el domingo lo pasaron con tranquilidad. Tuvieron sesiones de masajes y relajación. Conectaron con Julián y Terci respectivamente y el domingo por la noche cenaba toda la expedición española en el comedor del hotel. A la mañana siguiente se iniciaba una semana de gran intensidad en los entrenamientos, le seguiría otra alternando los días, menos Vicente que no descansaría el domingo para el martes ir a la capital y examinarse. Ester quedó con Rafael en seguir el mismo sistema que Vicente y dedicar los tres días de exámenes para analizar con detenimiento esa semana y media de entrenamiento.

   Estaban entusiasmados, trabajaron duro esa primera semana y fueron limando detalles que les resultarían útiles al día siguiente. Rafael estuvo conversando con los diferentes técnicos de la expedición y todos coincidieron en que sería interesante conocer la información almacenada por aquellos muchachos. En un principio Rafael deseaba que lo hiciera Ester pero los técnicos pensaron con buen criterio que los deportistas a pesar de conocer a la niña lo interiorizarían mucho más si lo exponía un técnico. Rafael no estaba muy de acuerdo pero al rechazar su propuesta la mayoría aceptó con una condición que la niña asistiera y pudiera aportar datos. Quedaron de esa forma y el primer día de descanso en la segunda semana organizarían la primera sesión, tras comprobar algunas de esas sugerencias en los entrenamientos seguirían con esa línea o la rechazarían.

   Cualquier propuesta de Rafael la aceptaba se habían compenetrado bastante y de inmediato captó que él hubiera preferido otra solución. Como le conocía ese diablillo. Pero reflexionó con la niña y comprendió la situación. 

  Esa última sesión previo a su partida hacia la capital, pusieron en práctica la lectura del cielo al atardecer del día anterior. Uno realizaría el recorrido previsto solo con la información anteriormente descrita. El otro sería una más de todas las lecturas que pudieran hacer sobre la situación a la que se enfrentarían ese día. Fue Ester la que empleo todas las lecturas, pues algunas se contradecían. Pero a ciencia cierta que el estado del cielo de aquella tarde revelaba una gran cantidad de datos. Vicente amén de consultar las anotaciones se fue esa tarde noche previa a esa prueba con Rajid y con el marino joven, casi setenta años, un gran lector de los atardeceres para predecir las condiciones de navegación. Entre los tres sacaron las consecuencias a la perfección las diferentes estrategias a seguir. Las comentó con Ester y está las añadió a las que leería en la mañana siguiente y en el transcurso del entrenamiento. Consciente que algunas informaciones chocaban y ahí debía estar su habilidad para optar por una u otra. Pero existía una ventaja en Ester, cuando competía siempre navegaba con su abuelo. El día que falleció junto al timón de su embarcación en Donostia le juró que siempre que compitiera él estaría a su lado para que pudiera consultar lo que deseara, siendo ella la quien tomara la decisión. Esa era la enorme ventaja con la que contaba. Todo un campeón olímpico a su lado para poder consultar cualquier situación que se presentara ya estuviera prevista o no. Desgraciadamente era algo que no podría compartir con nadie. Ya que se producía en el instante de la regata.

   Se inició una de los grandes retos que tenía el equipo de la clase Laser. Ese martes podrían confiar ciegamente en una de las lecturas que permitirían a nuestra pareja competir con mayores márgenes de triunfo. Vicente siguió al pie de la letra las lecturas que realizaron entre los tres esa tarde noche y los resultados fueron increíbles. Ganó con holgura a Ester y eso que se empleó a fondo en aquella prueba. No era menos cierto que los dos marineros nativos confesaron a Vicente que una tarde noche como la que observaban no se daba con asiduidad. Habían visto un par de veces en toda su vida y difícilmente se darían las mismas circunstancias o parecidas en las jornadas de competición, pero estaba muy claro que la información que se conseguía era de la más fiable de todas. Aunque algunos parámetros no se pudieran descifrar. No tuvieron prácticamente tiempo de analizarlo con Rafael pues se fue con el muchacho al aeropuerto para acudir a su cita con la selectividad. Un empleado de la embajada le aguardaba en la puerta de salida para conducir al muchacho hasta la embajada, lugar de estancia de nuestro campeón por expreso deseo de la mujer del embajador. 

   Durante una sencilla fiesta que montó la anfitriona en honor a Vicente y para alimentar su ego presentando a sus amistades al muchacho. Al comentario de una amiga sugirió a su esposo que realizara los exámenes en un solo día. Pero las ordenes de Madrid eran claras debía tener las condiciones lo más parecidas a sus compañeros en la capital del país. Hubo sus más y sus menos pero al final prevaleció la lógica y Vicente se examinaría en cuatro jornadas, miércoles, a la mañana siguiente, jueves, viernes y sábado por la mañana. Por la tarde le llevarían al aeropuerto y regresaría a la concentración del equipo para seguir su entrenamiento.

   Finalizado el desayuno de ese jueves, el equipo olímpico de vela al completo, con la única excepción del ausente, se reunía en uno de los salones del hotel para mantener una charla con los regatistas. Rafael comenzó con una introducción ensalzando el método de sus pupilos, el orden y la disciplina de su regatista que le había llevado a su corta edad a ser una de las mejores navegantes del planeta. La charla a pesar de durar cerca un par de horas fue muy interesante, Ester le había preparado a Rafael una serie de materiales que tenía de entrenamientos con su abuelo, de lectura de las corrientes, del comportamiento de los animales. Así como las últimas fotos que sacó Vicente del atardecer previo a su último entrenamiento, con la lectura de las diferentes imágenes que se iban mostrando. Así como el análisis, aunque superficial del resultado de toda aquella información. Aquellos profesionales de la mar se quedaron embelesados ante la capacidad de esa pareja. Se habían fijado en detalles que ni por casualidad ellos lo hubieran hecho, pero especialmente el énfasis que ponían cuando analizaban sus resultados. Advirtiendo que siempre lo habían comprobado con la clase Laser y que posiblemente con otras embarcaciones tendrían otras lecturas. Preguntas hubo de todo tipo y Rafael supo dar respuestas a todo evitando poner a Ester en un compromiso.   

   Uno de los componentes de la clase Star, en la que Julián consiguió el oro olímpico, hizo una pregunta directa a Ester. Las imágenes y las aclaraciones de algunas de las escenas rodadas con su abuelo con ese tipo de embarcación, le llamó poderosamente la atención. Ester se levantó respondiendo con seguridad. Nuevas preguntas, Aquel mequetrefe, al que el grupo marginaba algo, comenzó a realizar preguntas para poner en un compromiso a la joven. Rafael trató de pararlo pero rogó permitirle contestar. El debate entre aquel estúpido y la jovencita se desarrolló con un acorralamiento del pedante, provocando en ocasiones las risas en el resto. En un principio no era consciente del ridículo que estaba mostrando. Pero cuando llegó a ser consciente, con un enfado monumental salió de la sala. De inmediato el jefe de la expedición salió tras él para apaciguar los ánimos. El protagonista de aquel incidente no era otro que el hijo de un importante político del congreso de los diputados. Hombre de gran influencia en la vida política y social en España, de ahí que el otro corre caga, saliera de inmediato tras él. Mientras en la sala comenzaron los aplausos. Se lo había llevado al huerto, con una educación y una cortesía propia de una adulta.

    Aquella reunión fue de un valor incalculable para los asistentes y todo hubiera sido maravilloso de no haberse producido la intervención de aquel individuo. Pero en parte se alegraron que por una vez alguien hubiese tenido el valor de presentarle cara. 

   Al salir del salón, se quedó la tarde del sábado para aplicar algunas de las sugerencias mostradas. El jefe de la expedición llamó a Ester, Rafael estaba al loro y de inmediato con buenos modales solicitó, al ser uno de sus pupilos, estar presente en la conversación. Aquel indeseable se negó y Rafael manteniendo la compostura y la educación le aseguró que la joven no entraría a conversar con él sin su presencia. El personaje perdió los papeles y comunicó que la clase Laser estaba expulsada de la expedición. Estaban presentes todos, pues se produjo mientras abandonaban la sala ya que Ester fue de las primeras en salir. Comenzó una rebelión en el equipo de Vela. Fue Rafael quien puso paz y aconsejó telefonear a la directiva de la federación para ponerle al corriente sobre el incidente. Aquel personajillo colocado a dedo por el político en cuestión se fue enfurecido a su habitación. Los más veteranos eran conscientes de la poca aceptación que tenía en la federación y de los disgustos que había creado el pijo de turno al grupo. Volvieron a entrar en la sala y acordaron que si se tomaba alguna medida contra la clase Laser todos en bloque abandonaban la concentración y la olimpiada. Nadie puso ninguna pega, salvo Ester que de inmediato intervino para mostrar su disconformidad. Habían trabajado muy duro para ahora por culpa suya perder esa oportunidad que en muchos casos solo se da una vez en la vida. Las palabras de la niña enternecieron a la audiencia.

 

   ¡Dios! Si vale un millón de veces más que esos dos mequetrefes juntos 

 

    El apoyo fue unánime al defender de la niña y se juraron que aguardarían la decisión de la federación pero que desde luego si la clase Laser quedaba fuera. La vela española no competiría en dicha olimpiada.

  Al día siguiente, en la tarde se personaba parte de la junta directiva con capacidad de decisión en el hotel. De nuevo la sala, aguardando la llegada de los directivos al frente con su presidente.

   En esos momentos conversaban con los tres de los afectados. El jefe de la expedición, el pijo y Rafael. La Federación tenía ganas de deshacerse de esos dos elementos. No era la primera vez que creaban problemas pero este había llegado demasiado lejos. Conocedor de los entrecejos de los directivos deportivos del país, el presidente se trajo con él al presidente del Comité Olímpico Español, hombre con contactos en el mismo gobierno y amigo personal del rey. Precisaba de apoyos para poder lograr su objetivo, deshacerse de los dos mequetrefes de la expedición. Fue larga y dura la conversación mantenida. Pero ambos eran conscientes que sus días estaban contados. Su presidente se había cubierto bien las espaldas para tomar una decisión como la que se temían. No había posibilidad de contraatacar, no habían sabido medir sus fuerzas y ahora lo pagarían.

   Mientras en la sala aprovecharon para ir analizando esa jornada de entrenamiento aplicando diversos consejos y orientaciones dadas en la charla anterior. Estaban entusiasmados con todas las consecuencias sacadas y especialmente las que se iban aportando por todos. Ahora se podía decir que estaban funcionando como un equipo, algo que Ester siempre comentaba con Rafael e intentó que fuera así. Todos deseaban que aquello tuviera un final feliz y el protagonismo se repartiera en aquel equipo. Si se lograba destripar esos dos tumores funcionaría como en esos momentos. Estaban en la plenitud de opiniones, de deseos, de trabajar en un solo equipo de vela y no en diferentes grupos como hasta la fecha, cuando hizo su entrada la plana mayor del deporte español y en especial de la vela. El silencio se adueñó de la sala. Se sentaron y aguardaron, con las garras preparadas, a escuchar lo que les tuvieran que transmitir. Pero la tensión bajó muchos enteros al ver entrar a Rafael, su expresión daba a entender que los dos tumores habían sido destripados de aquella delegación. Ninguno de los indeseables había entrado en la sala. Desconocían que andaban haciendo las maletas para regresar a España. Fue el Presidente del Comité Olímpico Español quien se dirigió a la audiencia. Comenzó exponiendo la invitación del presidente de la federación de vela a la que aceptó encantado de colaborar no solo con el deporte de la vela sino con un amigo. Para ceder la palabra al presidente de vela.

  Hemos escuchado las partes, los dos componentes se equivocaron, han pedido disculpas y presentado su dimisión. Aceptando. Deseamos de corazón que el problema con esa acción de disculpas de nuestros compañeros cierre por una vez todas las tiranteces en un grupo que debía funcionar a la perfección pues me consta que está compuesta por auténticos señores del deporte.

   El brazo de Ester se mantenía en alto solicitando intervenir. Rafael trataba por todos los medios de comunicar a su pupila que no era el momento, pero aunque fue consciente de lo transmitido por el gesto de su entrenador, no podía callarse, sabía que estaban cargados de razón pero a pesar de los pesares y si habían sido capaces de disculparse tenían derecho al perdón. Ellos se habían dejado la piel entrenando para la competición. A percatarse el presidente de aquel brazo requiriendo su atención le concedió la palabra.

 

    Diga lo que quiera expresar señorita, somos todo oídos.

 

    Utilizó las técnicas de su abuelo para convencer a los grandes grupos. Con una dulzura que sobrecogió a los presentes, con una educación radiante y con vocabulario propio de un erudito de la lengua. Mostró su disconformidad ante la decisión. Solo expresaba su opinión, no era quien para tomar decisiones, no era su misión, pero si los dos personajes habían solicitado su arrepentimiento y suplicado su perdón. Se les debería dar una nueva oportunidad. Aquellos directivos se miraron, conscientes de dos cosas, de la generosidad sin límites de aquella pequeña que teniendo toda la razón del mundo había sido capaz por devolver la paz de abandonar su sueño y por lo impresentable de aquellos dos buitres, pues ni pidieron disculpas ni se habían arrepentido. Pues sin haber llegado a una decisión comenzaron a insultar y a amenazar al Presidente del Comité Olímpico Español, por supuesto al resto de aquella inquisición que habían montado para deshacerse de ellos. Llegando incluso a las amenazas.  De inmediato se dio cuenta que la situación no se había desarrollado como aquellos directivos lo habían presentado. Pidió disculpas y suplicó perdón entendía perfectamente su decisión para finalizar su intervención con:

 

    Si siguen confiando en mí, me tienen a su disposición y no duden que me dejaré la piel para lograr algo grande para el equipo.

 

   De nuevo aquel grupo de personas adultas, se quedaban mudos ante la madurez de esa niña. Fue Rafael quien rompió el momento al comenzar a aplaudir, de inmediato le siguieron todos los presentes. 

   Las últimas palabras las cerró el presidente para confirmarles que Rafael se haría cargo no solo como técnico de la clase Laser sino como el responsable de la expedición. Los aplausos cerraron aquel encuentro. Esa noche cenarían allí y a la mañana siguiente volarían de nuevo para España.