- LA SOSPECHA -
Ese domingo, aunque la noche anterior se
acostaron muy tarde, la pareja salía en automóvil con destino a Los Países
Bajos, en concreto a Haansterde, localidad cercana al mar y a los terrenos
ganados al océano. Una población tranquila y de una belleza natural poco común.
Fueron dos días maravillosos disfrutando de una paz y una intimidad que hacía
tiempo no disponía ninguno de los dos. En su estancia en la localidad no
cogieron el coche, alquilaron unas bicicletas y visitaron esos parajes haciendo
ejercicio, compartiendo su amistad, sus preocupaciones e ilusiones. Pero el lunes
por la tarde debían emprender el regreso. Se acercaron a Ámsterdam y de allí en
avión, uno con destino a Bordeaux y la otra a España. Se despidieron en la
puerta de embarque con destino a Valencia pues era el primero en partir.
El cariño, la amistad y el afecto se
mostraron en aquel último abrazo. No quedaron en nada. Temían no poder cumplir
el compromiso.
En su localidad, Pierre había sido invitado
a comer a casa de Alín, los padres de la joven estaban emocionados. Aquello era
síntoma inequívoco que su hija había superado el problema. Pero también la
felicidad les llegaba a sus cansados y luchadores cuerpos al comprobar la
calidad humana de aquel joven. Durante la velada les comentó que había iniciado
una investigación con el propósito de localizar al marido de Amparo y las
pesquisas por las que se movía parecía que tenía sentido.
- ¿Tu crees que tanto uno como otro desea
que se resuelva esa situación?
Fue la pregunta que le lanzó la madre de Alín.
Se les veía tan compenetrados, tan enamorados, que tal vez la presencia de esa
tercera persona entre los dos podría ocasionar más problemas que soluciones.
Tanto Pierre como Alín no estaban de acuerdo. Eran conscientes del cariño que
ambos se profesaban, pero también sabían que Amparo adoraba a su marido y
aunque a José lo quería. Tanto ella como él eran conscientes que Paco estaba
por delante. Si aparecía su amistad
seguiría exactamente igual que hasta la fecha. Fue Alín quien les confesó el
porqué se entendían tan bien. A ella le recordaba mucho a su marido y precisamente
esa circunstancia fue la que le acercó a él. José nunca se había enamorado de
alguien, o al menos eso es lo que creía. De su vida anterior a su regreso a
Bordeaux no recordaba nada de nada. En ese momento fue cuando Pierre les
confesó cuales eran sus sospechas. Pero les rogó que guardaran celosamente la
información que les iba a proporcionar, pues eran simples sospechas. Ese martes
comenzaría a trabajar sobre el terreno, para ir confirmando o desechando lo que
apuntaban esas primeras pesquisas.
- He llegado a pensar que Paco y José son la
misma persona.
La sorpresa se reflejó en todos los rostros.
Aquello, de ser cierto, no podría tener un final más feliz. Intercambiaron
opiniones y comentarios a esa afirmación y fue Alín quien le interrogó.
- ¿Y en que te basas para pensar eso?
Pierre fue relatando lo que le habían
contado todas las personas con las que había hablado y los puntos de enlace que
tenían una historia y otra. José no recordaba nada de su vida de dos años y
medio atrás, Coincidía con su estancia en Valencia, justo en las mismas fechas
de la desaparición de Paco. Éste había tenido un accidente y había perdido la
memoria. No recordaba nada y estando hospitalizado desapareció. Según sus
averiguaciones Marie, “su madre”, de ser ciertas las pesquisas debía conocer la
historia. Pero nuevos interrogantes se planteaban a la cuestión. José recordaba
haber estado en una clínica de Suiza donde sufrió una operación de cirugía
estética. No sabía o no recordaba muy
bien en que consintió, pero el rostro lo tuvo vendado durante varios días.
Luego le había contado que la historia que Amparo tenía acerca de cómo
consiguió dirigir la Ciudad
de los Deportes había algo que no encajaba. Gerardo no conocía a Paco y la
versión que le dieron fue que su marido había tenido la idea de montar aquel
complejo deportivo con su ayuda y la de su socio, cuando la realidad desvelaba
que Gerardo era un empleado a las ordenes de Marie y Bernard, que fueron los
que pusieron el capital para montar aquel impresionante complejo deportivo y
ordenaron a Gerardo que Amparo es-tuviese al frente de aquello. Se inventaron
que Paco había conocido a Gerardo en el campo de Golf y entre los dos estaban
montan-do aquel complejo. Les relató las alucinaciones que tenía José donde
aparecían personajes muy ligados a su familia, hijo, sobrino, etc.
No había duda que montado como lo estaba
contando aquello tenía pies y cabeza. Desde luego que era probable, pero
demostrarlo si no había colaboración por parte de Marie no iba a ser fácil.
Había tomado la determinación de contactar al día siguiente con “su madre”.
Luego se desplazaría a Valencia para tratar de indagar sobre el asunto
siguiendo su teoría de coincidir las dos personas en una.
Estaban alucinados con esa teoría. De ser
realidad esa pareja se habría enamorado por segunda vez. Era increíble, algo
romántico y digno de ser escrito en una novela, o en un guión cinematográfico.
Se había preparado el equipaje para ir al
aeropuerto, sacarse un billete y volar a Bordeaux, pero recordó la frase de
José. “Creo que mi madre y Bernard saben algo pero quiero investigar por mi
cuenta y cuando tenga algo ir cara a ellos. De lo contrario posiblemente los
ponga en guardia y no consiga sacar nada”.
Estaba en el mismo aeropuerto y cambió de
destino. En el mostrador de billetes pidió vuelo para Valencia. Tuvo suerte
salía un vuelo hacía París, donde podría hacer trasbordo a otro que le trasladaría
antes de la comida a la localidad Mediterránea.
La temperatura era sofocante, hacía un
poniente impresionante y nada más salir del aparato sintió el golpe de calor en
su rostro. No en balde estaban en pleno verano y pasaba del mediodía. Consiguió
un taxi y pidió que le llevaran a la dirección que le había dado Amparo. Deseaba
pasar a saludarle y de paso que le recomendara algún alojamiento que no se
subiera mucho en su presupuesto. Al llamar a la puerta del jardín, fue atendido
por Ramón que lo condujo, tras el pertinente saludo al salón. Casi al mismo
tiempo lo hacía Amparo se saludaron y ella llamó de inmediato al mayordomo.
- Instala al señor en una de las
habitaciones para invitados se quedará unos días con nosotros.
El Joven se sofocó,
aseguró a su anfitriona que no había pretendido en ningún momento molestarle
forzando la situación. La sonrisa se le dibujó en el rostro al comprobar lo
sofocado que estaba y le aseguró que lo consideraba un amigo y sus amigos nunca
iban a un hotel cuando se acercaban por su ciudad. Ramón cumplió las órdenes de
su patrona. Le acompañó para instalarle, darse una du-cha, cambiarse de ropa,
para acudir a continuación al salón y reencontrarse con Amparo.
Se quedó encandilado con aquella mansión.
Era increíble el gusto con que estaba decorado aquel palacio, donde le
instalaron. Pudo comprobar, sin ningún género de dudas, que en las habitaciones
donde le habían instalado duplicaba el espacio de su apartamento. El mayordomo
le explicó todos los servicios de los que gozaba y al comprobar que disponía de
fax, y de conexión con Internet preguntó.
- ¿Podría utilizar estos aparatos?
Ramón esbozó una leve sonrisa y de inmediato
le respondió.
- Todo lo que hay en las habitaciones estaba
al servicio del que se instalaba en ellas sin ningún límite de ninguna clase.
Los invitados de la señora pasan automáticamente a pertenecer a su familia
Colocó el equipaje del señor sobre un
mueble de la habitación. Iba a deshacerlo para colocarlo en los armarios, pero
Pierre le rogó que no hacía falta que se molestara, él mismo se encargaría de
hacerlo. Con un.
- ¿Desea algo más el Señor?
Abandonó los aposentos al tiempo que le
rogaba que si deseaba cualquier cosa había un timbre. Le indicó su ubicación y
con presionarlo acudirían de inmediato para atender cualquier necesidad.
Colocó el escaso equipaje que llevaba en uno
de los armarios, entró en el cuarto de aseo y se sorprendió por su bañera,
parecía una piscina, pero en ese momento como la señora de la casa le estaba
esperando en el salón prefirió darse una ducha rápida. Estaba ya vestido y se
disponía a salir al salón para conversar con Amparo cuando al ver el teléfono
se detuvo, lo descolgó y marcó el número de Alín. Le llamó comunicándole el
cambió de planes, tranquilizarle que había hecho bien el viaje e informarle que
estaba instalado como los ángeles. Finalizó su conversación.
- Te dejo mi amor no me gustaría abusar de
estas encantadoras personas.
Colgó y salió dispuesto a conversar con su
anfitriona. Iba de camino hacía el salón cuando se cruzó con dos encantadoras señoritas
que en albornoz le saludaron con una picará sonrisa. Pierre respondió
tímidamente y prosiguió su camino. Entró en el salón y se sentó junto a la
dueña de la casa. El servicio tenía preparado ante ellos un variado aperitivo.
Le explicó el motivo por el que se
encontraba en Valencia. Por supuesto que no quiso crear falsas esperanzas y tan
solo se limitó a decir que estaba investigando sobre la desaparición de su
esposo. Amparo dibujó en su rostro una sonrisa llena de ternura y amor hacía su
amigo José al tiempo que comentaba.
- Se va a gastar su fortuna investigando en
algo que le pude separar de mí. Es encantador.
Pierre le interrumpió.
- Lo cierto es que él no sabe nada. El
sábado cuando me recogió de casa hablamos de la investigación que había
encargado a varias agencias de investigación y el nulo resultado que hasta la
fecha había tenido. Lo encontré muy preocupado. Le debo tanto que me propuse investigar
por mi cuenta. Como sabe entre Alín y yo hemos montado una agencia de
investigación en nuestra ciudad.
- ¿Entonces nadie te lo ha encargado?
- Amparo. Para mí, supone una obligación
moral. Lo que hizo por Alín no se le puede pagar con nada.
Volvió a sonreír y con esa dulzura que tanto
entusiasmaba a José le respondió.
- Lo estas haciendo con tu amistad. Consigas
o no tú objetivo. El hecho de volcarte en algo que le preocupa estas
demostrando que al igual que él hizo con Alín, tú eres capaz de hacer algo
similar. Y tampoco te lo podrá pagar con nada.
Hubo un silencio profundo en el salón ella le
miraba con la ternura de una madre y él, tímido como era, bajó su mirada para
ocultar su ruborizado rostro. Amparo, le rogó que le disculpara unos segundos,
abandonó el salón y de inmediato regresó con un cheque en la mano. Se lo tendió
al joven y con la misma ternura de antes le comentó.
- Será el regalo que le haremos a José. Tu
trabajo y mi apoyo económico. Además, soy la primera interesada en resolver esa
investigación.
Se había dado cuenta de los pocos recursos
económicos del joven y sin duda estaba empleando sus ahorros en investigar la
desaparición de su esposo. Por eso no lo dudo un segundo y le tendió su ayuda
económica.
Pierre no sabía que decir, no quería aceptar
el cheque. Económicamente no andaba muy bien y ese dinero le venía como anillo
al dedo para realizar todo lo que tenía pensado. Especialmente para sacar
información de la clínica Suiza. Era consciente que pretender sacar información
de allí le resultaría muy caro. Por otro lado la forma como aquella mujer se lo
pidió, el rechazar el cheque podría ofender a esa encantadora mujer. Se mantuvo
de pie ante ella indeciso por fin tendió su mano y lo tomó al tiempo que con
timidez contestaba.
- No sé que decirle. Me sabe mal aceptarlo,
pero temo que el no hacerlo pueda suponer un desaire hacía usted y eso sería lo
último que me permitiría. Después del descaro, al presentarme en su casa.
Amparo se emocionó se abrazó al joven y le
estampó dos besos en sus mejillas. En ese momento entraban en el salón sus dos
hijas, Ana y Ester, que regresaban de darse un baño y al ver a su madre con
aquel joven se sorprendieron. Fue la mayor quien en tono irónico, pero en
broma, comentó.
- Ahora te los buscas más jovencitos.
Podrías dejar algo para tus hijas.
Sonrió la ocurrencia de su mayor, mientras a
Pierre se le inundaron los carrillos de un rojo escandaloso. Al observarlo la
pequeña rompió a reír, cosa que sofocó más al joven. El tiempo, las
explicaciones, no faltos de sonrisas, devolvieron la calma y la justificación
de ese acto entre su madre y aquel joven. Mientras eso sucedía entraron sus
otros dos hijos y Amparo le presentó a la familia al completo.
Pierre fue tomando algo de confianza, a
pesar del descaro y desenvolvimiento de sus jóvenes anfitrionas que
consiguieron sacarle los colores en más de una ocasión. Pero lo cierto es que
sé divirtió como nunca lo había hecho, aquellas jovencitas eran encantadoras.
En la sobremesa, donde Pierre pudo
interrogar a toda la familia, tomó varias anotaciones, ellas se encargaron de enseñarle
aquella impresionante mansión a su invitado. Amparo se había acercado a la Ciudad del Deporte para
comprobar que todo funcionaba sin problemas. No regresaría hasta la noche y
dejó en manos de sus hijas a ese agradable y tímido joven. Antes, había llevado
al pequeño al colegio.
Permanecían en el salón Pierre con las tres
jovencitas cuando les preguntó si alguna
de ellas le podría acompañar esa tarde a visitar ciertos lugares de la ciudad
que deseaba investigar. La mayor y la mediana tenían clase en la universidad.
Solo la pequeña tenía la tarde libre y hasta la hora del entrene, a las veinte
horas, estaba a su disposición.
Una de las anotaciones que disponía y que
iba a tratar de investigar fue la noche que José cenó con la sobrina de Amparo
y su esposo. Antes de ir a Monte Picayo se quedó en trance y anduvo por unas
calles, deteniéndose ante el portal de una finca, junto a una farmacia. Hicieron
el mismo recorrido y el joven le rogó que cualquier cosa que le recordara algo
o tenía sentido para ella sé lo comunicase. El relato de José se iniciaba en la
plaza del Ayuntamiento, allí fueron. Con el coche recorrieron el mismo trayecto
que había hecho José aquel día, la plaza de toros, las Grandes Vías, la calle
Cuba, Tirant lo Blanch, y por último la cafetería frente al colegio. Ester iba
relatándole a su invitado lo que le sugería cada sitio por el que pasaban. Mientras
que él grababa o anotaba, cuanto, su encantadora guía le indicaba. Al llegar a
la calle donde vivían antes de desaparecer papá, ella, le comentó que en esa
calle vivían antes de trasladarse a la Ciudad de los Deportes.
- ¿La casa, donde vivías, está al final de
la calle?
No le permitió contestar de inmediato
formuló una nueva pregunta.
- ¿La de la marquesina y de la farmacia en
el bajo?
- ¿Cómo lo sabes?
Fue la respuesta de Ester. Pierre se limitó
a sonreír y empleó la misma ironía que su joven amiga estaba empleando durante
la comida y la sobremesa.
- Soy adivino.
Sonrieron y prosiguieron su recorrido. Al
sentarse en la cafetería en cuestión de nuevo Ester le indicó que ese colegio
era donde había estudiado ella, sus hermanas y estaba estudiando su herma-no.
-
También,...
Las lágrimas acudieron a sus grandes ojos.
El recuerdo de papá le impidió
contenerlas. Cuando se serenó un poco prosiguió.
- También trabajaba papá. Era el profesor de
Educación Física del colegio. El profesor más encantador que he tenido y no
porque fuera mi padre. Era un cielo.
Pierre estaba atónito, su teoría se estaba
confirmando. Todo indicaba que estaba en la línea correcta, pero no quiso
lanzar las campanas al vuelo. José había hablado con mucha gente y tal vez en
su mente había juntado esas historias y las había hecho propias. Estaba claro
que Suiza le podría confirmar varias cosas y con el dinero que le había
proporcionado Amparo no tendría problemas en conseguir lo que buscaba. El
siguiente paso y los que llevara a cabo debían seguir confirmando sus
sospechas, de ocurrir así sin duda no tardaría en reunirse con Bernard y Marie.
Estaba convencido, al igual que José, que la clave estaba en ellos. Recordó que
era a la conclusión que había llegado José y él llevaba tiempo investigando
sobre el asunto y con un interés especial. Lo que le permitía tener una visión
más clara de lo que quería y a donde iba.
Era tarde y Ester debía ir a entrenar. Pierre
se ofreció y acompañó a su nueva amiga hasta el polideportivo. Permaneció
observando el entrenamiento ante las sonrisas y comentarios de las compañeras
de equipo y tras la finalización del mismo regresaron a casa.
Cuando Pierre se metió en su habitación la
satisfacción inundaba su cuerpo. Ese día había sido muy fructífero y todo apuntaba
a su teoría.