sábado, 28 de septiembre de 2013

UN AMOR NACIDO CON LA CREACIÓN - PRIMERA PARTE-ANKI-CAPITULO-VII- LA SELECCIÓN DE VOLEIBOL

     CAPÍTULO VII 

 

                            LA SELECCIÓN DE VOLEIBOL

 

   Su tutor fue una bendición para aquel muchacho. Tras las Navidades ambos estaban de acuerdo en presentarse por libre en Junio para realizar los exámenes de sexto y su correspondiente reválida.

   Fue un año que se sumergió en los libros y con el único que mantenía una conversación era con su tutor. Jugaba los partidos o entrenaba pero inmediatamente de acabar se encerraba en su habitación para devorar los libros. Amén de las siete horas de estancia en el instituto, dedicaba cinco horas como mínimo diarias al estudio. Mientras que los festivos, salvo las comidas y la misa, los libros eran su compañía. Gracias al reto presentado por su tutor pudo superar la pérdida de sus amigos.

  La semana santa pensó en desplazarse a Paris para compartir las vacaciones con Sara pero al comentarle que fuera con ella a Londres, pues iba a pasar las vacaciones con su amor, renunció. No quería inmiscuirse entre los dos y se fue a Donostia donde se encerró en el palacete de la familia y de nuevo sus compañeros fueron los libros. Al atardecer solía salir para estirar las piernas por el Paseo de la Concha y en más de una ocasión se apuntó a uno de los múltiples partidos de voleibol playa que solían disputar jóvenes como él. Un sábado jugando uno de esos informales partidos alguien se le aproximó y le pidió hablar con él cuando finalizase. Era una persona de mediana edad, atlética, de buena presencia y de gran formación.

    Un chapuzón en el Cantábrico para con la ducha de la playa quitarse la sal y la arena. Se secó y envuelto en la toalla se cambió el pantalón de deporte por el slip, un pantalón de chándal, un polo y la chaqueta. Las prendas sucias las depositó en su bolsa de deportes y fue al encuentro del personaje.

   Entraron en la Perla, el complejo deportivo gastronómico de la zona y allí se presentó. Era el seleccionador Nacional de Voleibol, se había fijado en su juego y especialmente le sorprendió que con esa edad tuviera una batida tan impresionante. Merendaron mientras conversaban sobre los equipos donde había jugado. Le comentó que hablaría con el seleccionador de Juveniles, al tiempo que le daba una tarjeta suya donde, amén de ir su teléfono anotó el nombre apellido y teléfono del responsable de juveniles pidiéndole que nada más llegar a Madrid se pusiera en contacto con él. En Mayo se disputaba un importante torneo internacional, le veía posibilidades de jugar a ese nivel y deseaba comprobar si podía estar en dicho torneo, pues personalmente se acercaría para ver como se desenvolvía. En coche le acercó al palacete y antes de partir le entregó una nueva tarjeta del entrenador de la sección de Voleibol del Atlético de Madrid, club que en la categoría masculina dominaba a nivel nacional.

   Era cierto que el deporte le apasionaba, pero no estaba muy convencido de que se pudiera involucrar en el deporte profesional. Había escuchado mucho sobre los inconvenientes y a él le agradaba jugar para divertirse no como una forma de trabajo. La vela era otra cosa. Lo llevaba en la sangre y competir en el mar le apasionaba. Había que leer tantas cosas, sus aguas, sus corrientes, los vientos, sus cambios, la mejor maniobra, el esfuerzo físico, la compenetración con su, o sus  compañeros cuando navegaba en equipo. Luego estaba el reto de ese año, dos cursos en uno. Pero en el lenguaje corporal de aquel seleccionador descifró la gran impresión que le había causado su juego, así como el interés que tenía aquella persona por comprobar en una competición de élite lo que había detectado en aquella playa con muchachos aficionados.

   Al llegar en TALGO a Madrid, le aguardaba su madre en la estación. No comentó nada sobre el Voleibol, besó a su progenitora y tras asegurar que había estado estudiando mucho se recogieron en casa. Tras ducharse y poner en orden el equipaje tomó el teléfono y se puso en contacto con el primer nombre, el seleccionador juvenil. Tenía conocimiento del muchacho pues su compañero de la selección absoluta se había puesto en contacto con él. Tras una leve conversación quedaron en verse al día siguiente, domingo, en la cafetería Kon Tiki, frente a los nuevos ministerios. Tras los oportunos saludos, despedidas y deseos de encontrarse, finalizó la llamada. Su hermana escuchó la conversación mantenida por su hermano e inmediatamente fue a chivárselo a su madre. Había sido ajeno a las escuchas y cuando le llamó su madre para interrogarle sobre la cita, con un entrenador de Voleibol, se enfadó con su progenitora. Al aclararle que la información la recibió de su hermana, se enojó por haberle espiado durante la conversación que mantuvo. Pero la conocía demasiado bien, los celos le comían incluso su alma.

   Las aclaraciones con su madre duró varios minutos continuando cuando en el transcurso de la misma apareció su padre. No les molestaba que quisiera jugar a un mayor nivel, lo que verdaderamente les enfadaba era que lo hiciera a escondidas. El aseveraba que ni les había mentido ni tenía la menor importancia, ya iba siendo hora  de ir tomando decisiones por sí mismo. Pero cuando su padre sacó a relucir su preparación para los campeonatos de España de vela a celebrar ese año, sintió la necesidad de participar en un mayor grado en ese deporte que intentaban separarlo por el deseo de ellos de participar en vela. Hubo sus tira y aflojas pero al tocar el tema de los estudios, era lo primero para el matrimonio, tuvieron que claudicar. No solo estaba sacando sobresalientes en todas las asignaturas sino que el tutor les aseguró que sacaría brillantemente el sexto y la reválida.

   Tanto el padre como la madre se ofrecieron para llevarle hasta la cafetería pero se negó. La decisión de ir era suya y se las agenciaría para acudir él con sus propios medios.

   Esa mañana lluviosa del domingo perturbó sus planes, la motocicleta no la sacaría pues llovía con intensidad. Optando por acercarse a la estación. En tren y luego con el metro acercarse a Río Rosas. Iría a misa de diez, a la iglesia San Juan de la Cruz, a menos de veinte metros de la cafetería de la cita.   Durante la ceremonia unas lágrimas recorrieron su rostro al recordar la primera misa con sus amigos y amigas hacía escasamente un año. Cuantos recuerdos, que dura estaba siendo su adolescencia. Eran como hermanos y a su mente acudió Juan convencido que también le habrían llamado para jugar con la selección. Sacó el pañuelo del bolsillo y enjugó las lágrimas para proseguir con la celebración del día del Señor. Fue salir de la iglesia y un personaje alto, atlético se aproximó al muchacho llamándole por su nombre. Se sorprendió. ¿Cómo le había podido reconocer? No se conocían. Pero aquel hombre estaba curtido en el mundo del deporte y una planta como la de aquel adolescente no se solía dar y mucha tenía que ser la casualidad para que no fuera el joven con el que había quedado. Entre sonrisas, bromas, presentaciones entraron en la cafetería y tras pedir un desayuno se inició la conversación. Aquel personaje le recordó a su tutor, afable, charlatán, irónico, con un gran sentido del humor y que conectó a la perfección con él. Quedaron en el pabellón del palacio de los deportes donde estaba concentrada la selección Juvenil. A falta de tres semanas para el campeonato, él estaría de prueba esa semana. Debiendo acudir los cinco días al salir del instituto. Desde las diecinueve horas hasta las veintidós. De convencerlo se incorporaría las dos siguientes a la concentración del hotel con sus compañeros. Julián le expuso su situación con los estudios y el compromiso precisamente ese año con su tutor y con él mismo. Le tranquilizó.

 

   Primero veamos esta semana y luego trataremos de solucionar  las dos siguientes.

 

   Era cierto que cuando su colega lo aconsejó sería porque había visto mucho en aquel muchacho. Por de pronto la presencia no podía ser mejor. Había que verlo en el terreno de juego. Estaba claro que tenía que sobresalir sobre el resto, de lo contrario sería muy precipitado acoplarlo en la selección. No debía adelantar acontecimientos. Si era para quedarse sin duda porque perdiera unas horas en acudir a clase no iba a pasar nada.

   Al salir de la cafetería se ofreció a llevarlo a casa pero no quiso molestar. En metro y tren llegaba sin ningún problema. Pero fue tal la insistencia que le llevó personalmente hasta la mansión en La Moraleja. Aquel entrenador se sorprendió del nivel económico del muchacho. Algo que sin lugar a dudas le restaba posibilidades. Los niños de papá nunca fueron grandes deportistas, principalmente por su falta de capacidad de sacrificio. No comentó nada y quedó en verse ese lunes en el palacio de los deportes para su primer entrenamiento.

   Las preguntas de su hermana las contestó con monosílabos, consciente que trataba de poder mofarse de él. Pero le dejó con las dudas, sabedor que era algo que le enervaba a su hermana. Pues no solamente era celosa, la curiosidad le superaba con creces. En el salón se junto con sus progenitores y la conversación se desató entre los tres. Julián relató su encuentro con el seleccionador y la propuesta que le había realizado. Se congratularon al comprobar que aquel jovencito era responsable con sus compromisos y que había dejado bien claro que no estaba dispuesto a perder clases. Esa semana su madre tenía algunos compromisos a las horas del entrenamiento de su hijo pero los anuló, comunicándole que personalmente acudiría al instituto para trasladarlo al palacio de los deportes y luego se encargaría de recogerlo para volver a casa. Nada más entrar por la puerta del palacio de los deportes el seleccionador Nacional absoluto le aguardaba. Saludó al muchacho y le alentó para realizar un buen entrenamiento. En compañía del adolescente se aproximo al seleccionador de los Juveniles mientras comentaba.

 

   Rafa estoy seguro que no te defraudará.

 

   Acompañó al muchacho, tras despedirse de su compañero hasta los vestuarios. Allí fue presentando uno a uno al resto de los componentes de ese encuentro de preparación. Eran muchachos espigados, pero poco desarrollados muscularmente y eso que todos tenían dos y hasta tres años más que Julián. Solo había uno más alto que él, pero nadie con su corpulencia y fuerza a pesar de la edad. La mar y la embarcación le habían proporcionado esa planta. Ya en esos minutos de convivencia mientras se cambiaban consiguió hacerse con todo aquel grupo, tenía gracia y oportunidad para soltar las paridas de rigor entre los jóvenes de esas edades. En ese entrenamiento el seleccionador sometió a Julián a una dureza fuera de lo normal. Deseaba saber desde el primer día la capacidad de espíritu de sacrificio de aquel acomodado joven. Precisamente adoraba los entrenamientos duros y disfrutaba con ellos, entregándose hasta el límite. Sin duda su colega había dado en el clavo. Aquel jugador no solo tenía unos gestos técnicos increíbles para su edad, poseía una visión de juego poco común en un rematador y por si fuera poco no había visto un rematador de esa calidad ni en el equipo absoluto. Pero lo que le dejó descolocado fue esa capacidad de sacrificio que mostró en esas largas dos horas y media que duró el entrenamiento. Un entrenamiento que no tuvo que ver con el que sufrieron sus compañeros mucho más suave y llevadero.

   Rafa no esperó a otro día. Su compañero tenía un gran ojo para captar a jugadores y ese era de lo mejorcito que había visto a pesar de su corta edad. Los dos técnicos al ver a la madre del muchacho conversaron con ella. Querían que se les uniera a la concentración en el hotel esa misma noche. Solo accedió cuando le prometieron que no faltaría a ninguna hora de instituto. Aunque Rafa se ofreció a acompañarlos hasta casa para recoger el equipaje del muchacho y traerlo al hotel, renunció a ello. Debía comentarlo con su esposo y los dos conducirían esa misma noche al muchacho hasta el hotel de concentración.

   El padre de la criatura no puso la menor pega manteniendo la promesa que habían hecho a su esposa era suficiente. Con el equipaje hecho le condujeron hasta el hotel y allí se despidieron de su niño. Su madre le prometió acudir a los entrenamientos y su padre le aseguró que intentaría ir a verlo al menos un rato.

   Ese martes por la tarde en el palacio de los deportes aguardaban al joven tres entrenadores, el seleccionador Nacional, Rafa y el entrenador del Atlético de Madrid. Esteban el seleccionador nacional no quiso que ese muchacho se escapara de la capital. Saludó a los tres personajes y fue a perderse con sus compañeros en el vestuario. Pronto se dieron cuenta que buscaba con frecuencia la soledad, pero cuando entraba a saco era un tipo genial que animaba el ambiente como pocos. Uno de sus compañeros se aproximo al rincón donde se había cobijado. Pronto comprendió el motivo de aquel extraordinario y joven jugador. Un golpe como el sufrido no se superaba ni en toda una vida. Cuando el resto se enteró respetaron su aislamiento aunque de vez en cuando le rogaban que se uniera al grupo pues con él el tiempo volaba y se divertían con sus genialidades.

     Entrenó toda la semana con una dureza extraordinaria. Cuando sus compañeros andaban por los suelos sin poderse levantar él seguía. Parecía que no le afectaba la fatiga. Antes de comenzar el tercer día de entrenamiento el técnico del Atlético de Madrid le había hecho una propuesta para fichar por el primer equipo. Aquello le permitía el sueño de su vida, mantenerse por sí mismo. No eran unas grandes cantidades pero le bastaría para no andar mendigando pagas ni dinero para un capricho o viaje. Incluso cuando fuera mayor de edad se podría independizar. Lo cierto es que no se podía quejar tenía cuanto quería. La posición de la familia era inmejorable, pero él tenía el espíritu de su padre. Luego su hermana lo inervaba, no soportaba a la gente pija y su hermana era la reina.

  Fueron tres semanas que no olvidaría en su vida, de una intensidad increíble, cosa que le permitió olvidar en parte su tragedia y concentrarse en el voleibol y en los libros. Su tutor fue a verlo entrenar y quedó gratamente sorprendido de la capacidad de trabajo de aquel muchacho. Cada día le sorprendía. Otro joven en sus circunstancias se hubiera hundido, entregado y lo cierto es que lo tenía muy fácil para ello. Sin duda con los años sería una persona que marcaría allí donde desarrollase su labor profesional.

   Tras el campeonato comenzaría sus entrenamientos y partidos con el primer equipo del Atlético de Madrid. 

   Fue un campeonato espectacular. La actuación de Julián sorprendió a todos menos al seleccionador nacional quien tras verlo jugar en Donostia y posteriormente ver sus entrenamientos estaba convencido que no le defraudaría y en aquel campeonato de Europa Juvenil se lo confirmó hasta tal extremo que en la próxima cita de la absoluta pensaba incluirlo. Era un jugador hecho a pesar de contar con tan solo quince años recién cumplidos. 

  Llegaron a la final y la actuación del muchacho en ese partido confirmó la madurez como jugador de aquel adolescente. Las series de saques que le tocó realizar despegaron en los tres set a la selección española mientras sus remates eran mortíferos, eran bloqueos fuera, o ni las olían.

  Al finalizar Mayo el club le pagó medio sueldo de ese primer periodo con el equipo. Fue decisivo para ganar esa liga y tuvo una gratificación extra al ganarla. El dinero conseguido se lo entregó a su padre quien de inmediato lo invirtió en acciones por medio de su corredor de bolsa.