viernes, 17 de octubre de 2014

UN AMOR ETERNO NACIDO CON LA CREACIÓN- SEGUNDA PARTE- ANDREA- CAPÍTULO 34- SU RINCÓN

CAPÍTULO TRIGÉSIMO CUARTO SU RINCÓN

 

 

 

   Al levantarse y asomarse a la ventana, como solía hacer, se sorprendió al verlos completamente abrazados, sin ropa y dormidos profundamente. Una expresión de alivio brotó del fondo de su alma, mientras sonreía, tomaba una sabana limpia del armario, salía al pórtico y cubría sus cuerpos. Luego bajó al comedor y el servicio de inmediato le preparó los primeros alimentos del día. Volvió a subir para ponerse el bañador, chanclas, un polo y con la toalla al hombro volvió a bajar para dirigirse a la playa, darse un baño matutino en el Caribe y recordar a su amada.

   Cuando la pareja despertó sus miradas reflejaba su asombro. Comenzaron a recapitular y cayeron en la cuenta que alguien había cubierto sus cuerpos. Entraron en la habitación se dieron un baño juntos en la bañera y una vez vestidos bajaron a desayunar justo cuando Julián regresaba del chapuzon. Los saludó y cuando se disponía a subir para darse una ducha Andrea, que se había levantado de la mesa, se acercó abrazándose a su maestro mientras le plasmaba dos besos y le susurraba al oído.

 

   “Eres un cielo. Gracias”

 

   Se limitó a sonreír y prosiguió su destino, la ducha. 

   La partida llegó, la familia de Greet ya había desalojado prácticamente toda la casa, muchos de sus enseres los habían enviado a su país por barco y ahora les tocaba a ellos regresar. Algo de nostalgia quedaba en aquellos extranjeros pero, aunque la propiedad ya no les pertenecía, quedaba en manos de un familiar. Julián. Pues aunque oficialmente no lo era lo consideraban como tal. Y así se lo hizo sentir él a esos holandeses.

   La relación entre Greet y Andrea aportó serenidad, sosiego, paz y una gran felicidad. Adoraba a la joven y esa tensión vivida por el interés fuera de los cauces normales le preocupaba. En primer lugar por ella, no quería tomar decisiones o actuaciones que le pudieran dañar, pero también se cuidó siempre de crear falsas esperanzas. No tenía pies ni cabeza una relación entre dos personas de dos generaciones tan lejanas en edades. Viera por donde lo viera le parecía increíble que pretendiera verlo con esa normalidad que da muchas veces la inconsciencia de los adolescentes.

   Como partió a España dos semanas más tarde lo estuvieron hablando en los paseos por la cala en esas noches incomparables del sureste de Costa Rica. Cómo seguía adorando a ese hombre pero ahora sus sentimientos eran similares a los de su papá o a sus abuelos. Sonrieron con su comportamiento y los esfuerzos que hacía él para no dañar a una persona en formación. Recordaron la noche del faro y el convencimiento que tenía de lanzarse después de despedirse de él. Así como su capacidad para convencer. Los asesinatos de esa noche los recordaron y Andrea se asombraba de la facilidad que consiguió apartarlo de su mente. La culpa de ello no fue otro que el hombre que le acompañaba en esos momentos en sus paseos mágicos.

   En la puerta de embarque, viajaría en compañía de papá y de su “mamá”, se abrazó a sus abuelos, para girarse hacía Julián y fundirse en un abrazo que solo terminó cuando sus padres le daban prisa pues iban a cerrar el embarque.

   Tenía ya a los empleados de la constructora en casa. La última semana habían estado preparando todo y derribando parte de la casa que se iba a modificar. Esa mañana acudieron para comenzar ya con la remodelacion. Con lo último que se meterían sería con el terreno adyacente. Al regresar del aeropuerto, volvió solo, ya que los abuelos se fueron en su coche hacía la finca. Él fue directamente a su nueva cabaña para seguir personalmente las obras. El terreno tenía una gran salida a la cala y en su parte izquierda, al final había un pequeño recodo de rocas, que parecía un puerto natural. Consiguió los pertinentes permisos para aprovechando los agentes naturales construir un hangar, comprarse una embarcación y amarrarla en aquel lugar. Tuvo varios inconvenientes pero por fin logró su objetivo prácticamente cuando terminaban la casa y sus alrededores, incluida la piscina cubierta. Pero estaba inmersa en la selva. Había respetado hasta límites exagerados el entorno, que ni su casa ni la piscina se podían ver hasta que estabas dentro del espacio donde se ubicaba la edificación. Lo primero que estrenó fue su rincón, ese duplex a partir de la primera planta que constituía sus dominios. Su habitación, y un baño en esa primera planta de la torre segundo piso de la vivienda. Remodeló y modernizo las tres habitaciones de la primera, junto a la construcción de un baño dentro de la habitación y con los otros dos baños los reformó para que se pudiera acceder desde las otras dos habitaciones. Quedando esa zona para cuando la familia holandesa se desplazara a Costa Rica. En esa torre que culminaba con un inmenso despacho donde el techo era una gran bóveda transparente. Disponía de un mecanismo electrónico que desplazaba unas láminas en forma de hojas de alcachofa que se deslizaban de abajo arriba, permitiendo varias posiciones de cierre hasta llegar si se deseaba a la oscuridad completa del despacho. De las paredes pendía todo el legado de ella. Los había enmarcado y colocado abarcando las paredes del despacho. Su herencia entregada en el palacete se exponía en su rincón. Pasaba, horas y horas, tumbado en una gran hamaca que pendía de uno de sus muros para amarrarse a un poste que emergía del suelo cuando pulsaba un botón. Por las noches contemplaba las estrellas y recordaba cada uno de los segundos que pasó con ella.

   Durante una semana no se le vio el pelo ni por la cabaña de Andrea ni por la finca, ni siquiera se dejó ver por el pueblo. De vez en cuando se cruzaba con algún nativo que se acercaba al mar en la cala y lo veía entrando o saliendo del agua.

   Lloró como no recordaba, durante esa semana, perdido en su rincón. Cuando conectó su ordenador se llevó una buena reprimenda de Andrea pues había tratado de contactar con él y le había sido imposible tanto por teléfono como por Internet. Se disculpó y le dio toda clase de explicaciones que aquella criatura precisaba pues los dos últimos días estaba histérica ya que ni sus padres, ni sus abuelos sabían nada. Al finalizar la conversación con Andrea se levantó de la mesa del despacho y al aproximarse a la pared se quedó leyendo uno de los legados de ella. Llevaba fecha del veinticinco de Abril, justo una semana antes de perder la. No había iniciado su lectura cuando sus lágrimas se deslizaban. Las enjugó con el pañuelo y comenzó su lectura.

 

                                                         Holanda 25 de Abril.

 

   Aquí estoy de nuevo sufriendo, no por la quimioterapia, más bien porque me separan de tu lado. Creo que la mejor medicina que estoy recibiendo eres tú, con tu cariño, tu comprensión. Has sido capaz de hacerme comprender que cada milésima de segundo merece vivirla. ¡Cómo podemos ser tan inconscientes de esas pequeñas cosas que no valoramos! Tú me has enseñado a disfrutarlas y puedo asegurarte que desde entonces comencé a vivir. A vivir con intensidad, a disfrutar de las pequeñas cosas pero sobre todo a compartirlas contigo. No sé cuánto durará este paraíso junto a ti, pero el Señor me compensó con creces al permitir que me cruzara en tu vida. Sé que no me queda mucho, porque aunque viviera una eternidad junto a ti sabría a poco, pero la felicidad que me rodea me hace olvidar el pasado y no pensar en el futuro. Solo me permite vivir con intensidad cada instante.

  Me gustaría pedirte perdón por separarte de tu familia, de tus amigos, de tu…

 

   El llanto le atenazó. Le fue imposible seguir con la lectura. Se inclinó sobre la pared para desahogarse con un llanto sin freno.

 

 ¿Cómo podía pedir perdón un ángel como aquel, que le había devuelto a la vida tras la pérdida de sus amigos? ¿Cómo podía decir que le había separado de su familia?  Si su familia era ella.

 

   Por fin cuando sus lamentos, sus lloros, sus recuerdos le permitieron prosiguió con su lectura

 

… ambiente, de tu prometedora carrera. Deseo darte las gracias por dejarlo todo para estar a mi lado. Si hay puestos en el cielo seguro que te ponen junto al Señor, y por descontado a tu lado.

   Sé que cuando no esté no te harán falta estos escritos, pero es una forma de estar contigo en estas circunstancias que me separan de ti y que cuando los leas podré desde allá arriba comunicarme de nuevo contigo.

   Te acuerdas de aquella frase que me escribiste, en una servilleta de la cafetería donde acabábamos de desayunar cuando sentados en aquel banco junto al lago me la entregaste. Te la recuerdo y te aseguro que estoy plenamente de acuerdo con ella.

  “Solo existe un amor para cada ser y no tiene principio ni fin. Nació con la creación y como la vida eterna, es eterno. De ahí la importancia de saber cuál es el nuestro. Y estoy seguro que el mío eres tú. Por eso mi amor, jamás podrá haber otra mujer en mi vida”

   Bueno parece que esto se acaba, se acaba el martirio de estar separada de ti. Ahora cuando salga de la sala, ahí estarás abriendo tus brazos para unirnos en uno solo y compartir cada instante hasta que de nuevo estos inconscientes nos vuelvan a separar. No se dan cuenta que lo único que necesito eres tú.

  Te mando ese premio Nobel que dices que recibes cuando nuestros labios se humedecen al unirse y la química se encarga de endulzarlos. Te quiero. Te quiero como jamás pensé que se podía amar.

 

   Salió al pequeño porche de su despacho para calmar sus sentimientos mirando el mar, refrescando su rostro con la brisa marina, mientras el roce con su piel le transportaban hasta ella para compartir, sus deseos, sus anhelos de reunirse en la eternidad para no volver a separarse nunca más.

 

  ¿Cómo se puede explicar tanto dolor y tanta felicidad cuando se trataba de ella? ¡Qué maravillosa era la vida pero que infinitamente injusta resultaba!

 

   Envuelto en esa sensación mágica que proporcionaba aquel rincón del mundo sus sentimientos se mezclaban sintiendo ese amor profundo, sintiendo a su amada a su lado, disfrutando del roce de su cuerpo con el suyo. Y ese amor eterno, ese que el ser supremo le designó antes de la creación, seguía presente a su lado y en sus sueños o en su soledad se hacía más patente, para compartir durante toda la eternidad. Entró en casa, estuvo tentado de sentarse al ordenador, pero abandonó la idea y bajó a buscar la cala. Se descalzó y con esa aureola que le acompañaba, sin lugar a dudas el alma de su amada, paseó con los pies mojados por el linde de la playa conversando con ella, entrelazando sus manos, sus cuerpos, sus labios. Recordaba la frase del premio Nobel. Andaban paseando cuando él se detenía de pronto y le sorprendía al requerirle un premio Nobel. Recordó aquella noche cuando paseando por los canales de Ámsterdam, en lo más alto de uno de los múltiples puentecillos se paró de repente y se lo solicitó. Entonces ella le preguntó el porqué de esas palabras para compartir sus químicas. Se lo aclaró de inmediato. Era parte de la letra de una canción, cuyo autor era dominicano. Sin saber el porqué se desconectó de sus pensamientos y recuerdos y comenzó a cantarla.

 

Cuando te beso,

Todo un océano me corre por las venas,

Nacen flores en mi cuerpo cual jardín,

Y me abonas y me podas soy feliz,

Y sobre mi lengua se desviste un ruiseñor,

Y entre sus alitas nos amamos sin pudor,

Cuando me besas...

Un premio Nobel le regalas a mi boca.

 

   De nuevo las lágrimas surgieron recorriendo su rostro, de nuevo la sonrisa, de nuevo la felicidad, de nuevo todo su ser se inundaba de un amor sin freno. Se giró cara al Caribe elevó sus brazos y mirada, hacia un cielo cambiante de color, de luz, de nubes, de aves y chilló como un niño su nombre,

 

 “¡¡¡¡ANKI!!!!”

 

Mientras se introducía en sus aguas hasta que le cubrieron por completo. Unos cuarenta segundos permaneció sumergido para salir de un salto sacando del agua hasta los muslos. Al caer de nuevo sobre las aguas nadó con ropa por espacio de diez minutos. Luego se aproximó a la playa y cabizbajo regresó a casa para darse una buena ducha y cambiarse de ropa.

   Antes de prepararse algo para cenar telefoneó a los abuelos de Andrea. Allí no entraba el servicio. Personalmente hacía la limpieza de los espacios que ocupaba y cuando algún familiar holandés se dejaba caer por allí contrataba personal para el tiempo que estuvieran. Pero su rincón nadie entraba, era su santuario, su templo que solo compartía con ella.

   Cenó muy ligero y subió a la bóveda para enganchar la hamaca y tumbarse a contemplar el firmamento. Tuvo suerte pues era una noche completamente estrellada y sin luna lo que le permitió recrearse con todos esos puntitos de luz. Él ya había designado a una, con el nombre de ella, y la contemplaba, hablaba, veneraba, mimaba,…, siempre que se tumbaba en aquel artilugio colgante. 

   Ese sábado había invitado a Maureen, Roberto y cuatro amigos a realizar una visita turística con la embarcación que se compró. La tarde noche anterior Roberto por encargo de Julián se desplazó a Limón para traer combustible a la embarcación. En ocasiones le pidieron que construyera un depósito allí pero él no estaba por la labor. Normalmente utilizaba las velas, pero cuando la mar andaba brava o con poco viento conectaba los motores y se desplazaba con la atracción mecánica.

   Partieron temprano, la buena mar les acompañó por lo que decidieron desplegar las velas y desplazarse hacía el Archipiélago de Bocas de Toro. Se encontraron con Manzanillo, Gandoca, Puerta Ventura, entraron por el Canal de Changuinola, hasta Soropta y de ahí a Bocas de Drago ya en el archipiélago. Navegaron por infinidad de islas de una belleza plástica inigualable y comieron en el restaurante de Drago Beach, para bañarse en la playa o tumbarse a dormir una siesta. Luego antes de caer la tarde regresaron a la cala para amarrar la barca e ir a cenar todos a la finca de los abuelos pues habían quedado. Se alegró de verlo pues hacía más de una semana que no sabía nada de aquel perdido español. Mantuvieron una grata sobremesa para algo más tarde retirarse a sus casas a descansar.