domingo, 14 de julio de 2013

TRES AÑOS EN EL LABERINTO. CAPITULO XX- ACLARACIONES.


                                  - ACLARACIONES -
  
   El rostro de Pierre reflejaba cansancio, habían sido unas semanas de intensas investigaciones, pero la satisfacción de lograr su objetivo también iba impresa en su rostro. Durante el vuelo de Aire France, que le conducía a casa, recordaba esas jornadas terroríficas con Joel “El marica” en Madrid. De nuevo su expresión variaba al recordar a su anfitriona. “Que mujer más maravillosa”. “Es capaz de devolver la vida a un muerto con su alegría y optimismo”. Recordaba la tensión en Suiza y lo incrédulo que sé quedó cuando pudo comprobar todo el dossier que le habían proporcionado. El precio era alto, pero lo proporcionado lo valía sin ningún género de dudas. La imagen de Amparo le cegó sus pensamientos, esa mujer era increíble. Sus hijas, y en especial la pequeña, se había comportado tan maravillosamente con él, que en esos momentos recordaba lo encantadora y agradable que había estado en esas veladas que pasaron juntos.
   Por la megafonía del avión la azafata de vuelo les rogaba que se pusieran los cinturones. Iban a tomar tierra. Estaba impaciente, deseaba llegar lo antes posible a su despacho, ordenar toda la información recogida a lo largo de su investigación. Presentarse ante Marie y Bernard y comprobar por donde respiraban. Dentro de la estrategia a llevar había pensado, en primer lugar informar a José de todo y luego juntos enfrentarse a los personajes. Pero recapacitando un poco, pensó que si seguía sin conocer su pasado tal vez toda esa información de golpe no fuera lo más conveniente.
   Del aeropuerto, cogió un taxi y le indicó directamente la dirección de su despacho. Su impaciencia le impedía pasarse primero por casa, dejar el equipaje, comer un poco y darse una ducha. Necesitaba mucho más ordenar toda aquella información y disfrutar con el éxito en su primer trabajo. En un principio le extrañó que en el despacho no hubiera nadie pero al mirar su reloj comprendió el motivo. Era hora de comer. Dejó el equipaje en el armario de la entrada y con el maletín en la mano, donde tenía toda la información recogida durante esas semanas se metió en su despacho. Dejó la documentación sobre la mesa y fue a la caja fuerte para sacar el resto. Una vez reunida toda la información sobre la mesa se puso a ordenarla.
   Dos horas llevaba disfrutando y recopilando todo aquel material cuando escuchó la puerta de la calle. Dejó cuanto tenía entre manos y se precipitó hacía la puerta. Estaba seguro que se trataba de Alín y todo ese tiempo separado de ella había supuesto un verdadero sacrificio. Al juntar sus cuerpos, se comieron materialmente a besos y cuando consiguieron recuperar sus pulmones de oxigeno le confesó el resultado de sus investigaciones.
   - Eres un genio. No puedes imaginarte lo feliz que me hace saber que tanto José como Amparo no tendrán que separarse. Bueno, mejor dicho, Paco y Amparo. Es como un cuento de hadas. Increíblemente romántico. Digno de las mejores historias de amor.
   Se abrazó a su novio inundada por las lagrimas, mientras le aseguraba que cuando se enteraran no se sentirían más felices que ella. Besaba a Pierre lo abrazaba con tal entusiasmo que él se dejó querer.
    El avión tardó escasamente cuarenta y cinco minutos en tomar tierra en el aeropuerto de Bordeaux. No había comunicado nada a José, ni tan siquiera que se desplazaba a Bordeaux. Su estrategia pasaba por presentarse solo ante Bernard y averiguar su reacción. Pero la conversación que tuvo con él no fue nada provechosa, es más trataba de eludir las preguntas contestando con cosas que no tenían nada que ver con la pregunta realizada. Harto por su actitud se marchó enfadado, pero mientras salía por la puerta de su despacho comentó.
   - Sé que José y Paco es la misma persona y lo voy a demostrar. Si Marie toma la misma actitud que usted, entonces se lo diré a él y mandaremos realizar unas pruebas de ADN. Después estudiaremos las medidas legales pertinentes.
   No se había alejado más de tres pasos de la puerta de su despacho cuando Bernard le llamó.
   - Es posible que por el afán de ayudarle, tal vez lo que consiga es perjudicarlo. Espere y no se precipite. Por favor. Avisaré a Marie y ella vendrá al despacho. Con tranquilidad aclararemos con usted todo cuanto desee. Es un asunto delicado y no se puede actuar a la ligera.
   Estaba asustado. Se le notaba nervioso, inseguro, pero al mismo tiempo daba la sensación  de haber estado deseando que ocurriera aquello. La actitud de Bernard le desconcertó. Le había reconocido y se alegraba de que lo hubiera hecho. “¿Pero porque podía lamentarlo Paco ó José?. La felicidad que inundaba su cuerpo desapareció y un estado de preocupación e inquietud se adueñó de su estado de ánimo. Se sentaron, al tiempo que Bernard le tendía una copa de Bordeaux y en absoluto silencio permanecieron a la espera de la dama en cuestión.
   La presencia majestuosa de Marie se hizo patente en el despacho al tiempo que los dos se levantaban. Las presentaciones de rigor y, no hizo falta que Pierre pronunciara palabra. Ella misma inició su confesión. Estaba avisada por Bernard que el joven que había contratado “su hijo” sabía toda la historia y conocía con detalle los movimientos que se había llevado a cabo para sustituir a su hijo por Paco.
   La confesión de Marie duró más de una hora. Todo coincidía con lo investigado. Tan solo le interrumpió para averiguar donde estaba enterrado su hijo.
   - Lo tengo en mi habitación en un cofre chino. Sus cenizas moran en él.
   Pierre estaba atónito, porque confesaban de pronto. Había terminado el relato cuando de nuevo la pregunta de Pierre se escuchó en el despacho.
   - Parece como si desearan que se descubriera todo. ¿Por qué no se lo han dicho a él directamente? Él sospechaba que la solución a todo estaba en ustedes. Pero quería tener toda la información para que no escurriesen el bulto.
   Marie dejó unos segundos y de nuevo con pausada y cansada voz contestó.
  - Mi mayor deseo es ver a esa pareja de nuevo juntos. Pero con los facultativos que hemos consultado nos han aconsejado que deba ser él quien poco a poco vaya  recordando su pasado. Solo de esa manera podrá volver a tener una vida normal. Enterarse de golpe podría bloquear de nuevo su mente y retroceder lo poco que ha conseguido en estos años.
   Pierre estaba incrédulo ante lo que escuchaba. Ahora se alegraba de no haber revelado nada, ni a Amparo ni al propio interesado. La preocupación invadió su ilusionado cuerpo. Creía que tenía resuelto el caso y ahora resultaba que se encontraba casi al principio.
   El trabajo a realizar, ahora, sería mucho más largo y duro que la simple investigación. Era necesario ponerle en situaciones que favoreciesen el recuerdo y la recuperación de su vida pasada.       
   Se habían callado. El silencio impregnaba hasta las paredes de aquel despacho. La tristeza embargaba los rostros de sus tres moradores. Se sentían liberados pues ahora compartían su secreto. Pierre, por el contrario, tras la euforia de su investigación, le llegaba la parte más dura. No poderlo comunicar a los interesados. Por fin con la vitalidad que lo caracterizaba saltó.
   - Hay un nuevo reto que salvar y nada ni nadie me va a hundir, ni a desanimar. Conseguiré que ese matrimonio vuelva a disfrutar de la vida que compartían.
   La reacción de joven les asustó. Pero al ver su ánimo sé alegraron al saber que contarían son su ayuda para conseguir el propósito que pretendían todos. Continuaron conversando y preparado entre los tres la mejor estrategia para conseguir que José recuperase su pasado. Marie telefoneo a su psiquiatra, deseaba que sé personase urgentemente en el despacho de Bernard. No había transcurrido la hora cuando hacía acto de presencia.
   - La ayuda de un experto nos puede ser de gran ayuda.
   Aseveró la anciana al tiempo que se personaba el facultativo. Comenzaron a diseñar los primeros pasos y en medio de la estrategia Pierre preguntó al doctor.
   - ¿Se puede informar a su mujer?
   Aquel profesional aseguró que si era una persona equilibrada, inteligente y se metía en la dinámica de la estrategia diseñada no habría el menor problema.
   - Además, según tengo entendido se han conocido con la personalidad que tiene ahora y han conectado. Por tanto, su ayuda puede ser muy importante. Pero creo que a los niños no se les debería decir nada. Al menos a los más pequeños.
   Una leve pausa par dar un sorbo a su copa y prosiguió.
   - Tendremos que dialogar con ella, ver cual es la situación de sus hijos y luego tomar las decisiones más apropiadas. En ningún momento debemos precipitarnos, especialmente cuando más cerca es-te de recuperar su pasado. Un paso en falso puede hacerle retroceder años.
   Los tres aseguraron al doctor que no había una persona más equilibrada, inteligente y dispuesta a todo por su marido que Amparo. Fue Marie la que rompió de nuevo el momento que se produjo en aquella habitación.
   - Preparemos nuestros equipajes y volemos a Valencia para hablar con ella.
   Nadie puso inconveniente a la propuesta de la anciana. Por teléfono resolvió los pasajes y quedaron en reunirse todos, tras recoger sus equipajes en el aeropuerto transcurridos noventa minutos. El vuelo a su destino tenía su salida, dentro tres horas.
    Pierre contactó con Alín y le relató el plan trazado. También le contó todo lo que había sucedido y el nuevo problema al que se enfrentaban.
   Cuando Marie habló con Amparo para comunicarle que sé presentaban en su casa esa tarde, les rogó que no fueran al hotel, en casa había sitio para todos y los instalaría sin problemas. Discutieron amigablemente y por fin ante la actitud de Amparo asegurándole que se enfadaría de no aceptar claudicó y sucumbió ante su petición.
   Amparo se extrañó que José no se desplazara, pero luego recordó su promesa. Había colgado, pero inmediatamente tomó el aparato marcó el número de Marie y se puso de nuevo en comunicación con ella.
   - Que no sea tonto José y se venga con vosotros. Tiene mi permiso para desplazarse a casa.
   Le confesó que tenía trabajo y no le iba a ser posible ir, aunque lo deseaba de todo corazón.
   - Además, particularmente prefiero conversar contigo sin su presencia. Es muy importante. No te preocupes, dentro de unas horas nos reuniremos y podremos conversar tranquilamente.
   Amparo, se quedó decepcionada. Deseaba ver a José y compartir su compañía. Pero la última frase, asegurándole que prefería que él no se encontrara presente, le dejó algo preocupada.
   En el aeropuerto, junto a la puerta de llegadas internacionales, esperaba impaciente para recibir a sus invitados. Ramón había cogido un coche y acompañó a su señora, que se había desplazado en otro, para recoger a sus invitados. Pasados los reglamentarios controles se encontraron. Los abrazos y saludos de rigor y mientras,  un mozo del aeropuerto y Ramón llevaban los equipajes hasta los coches, conversando amigablemente les siguieron. Marie estaba rebosante de felicidad, admiraba a esa mujer como nunca lo había hecho con nadie. Toda amabilidad, dulzura y encanto. Tendría que pedirle perdón por lo mucho que le había hecho sufrir  pero también estaba segura de su comprensión y especialmente de su perdón.
   Al llegar a casa y mientras distribuía las habitaciones, Amparo ayudó a Marie a instalarse. Una vez acoplados en sus aposentos se fueron reuniendo en el salón. La anciana rogó a su anfitriona poder conversar en otra habitación con mayor intimidad donde no pudieran ser molestados por nadie. Sabía que sus hijos solían entrar en el salón con desparpajo. No hubo problema, los invitó a subir a la primera planta, entraron en sus dominios y en concreto en su despacho. Se sentaron en los sillones y el tresillo, ordenó que sirvieran un aperitivo y cuando todo estaba preparado cerró la puerta con llave, advirtiendo al servicio que no les molestaran para nada. Ni siquiera pasaran llamadas telefónicas. Todos los presentes desconectaron sus móviles y cuando la situación fue la idónea. Marie se aproximó, tomó las manos de Amparo y con el semblante serio y preocupado comenzó su relató.
   El rostro preocupado de Amparo iba cambiando conforme sus oídos escuchaban el relato. No interrumpió en ningún momento a la anciana. Tan  solo el cambio de expresión de su rostro reflejaba el asombro que aquella confesión le iba afectando a su persona. Las lágrimas afloraron en sus hermosos ojos verdes. El dolor de todos esos años, la angustia controlada y el enorme esfuerzo que le suponía día a día mantener el semblante alegre por sus hijos, explotaron en esos momentos. Una mezcla de incredulidad, de felicidad e incomprensión se juntaban en sus sensaciones. Marie sé abrazó a ella. Las lágrimas le afloraban en su arrugado rostro, y pedía clemencia por todo lo que le había hecho.
  Solo el llanto de las dos se pudo percibir en esa acogedora habitación. Los caballeros permanecían mudos en sus asientos contemplando aquella entrañable escena. Pero tensos ante la posible reacción de aquella mujer. Toda la angustia y preocupación se iba liberando al poder desahogar sus sentimientos con aquellas lágrimas. Por fin y ante la sorpresa de todos Amparo rompió el silencio.
   - ¡Así que me he vuelto a enamorar de mi esposo!
   ¡Dios!. “Ni una sola palabra de reproche para los causantes de su dolor” Fue la primera idea que invadió a los presentes. Las suplicas constantes de Marie por conseguir su perdón obligaron a la anfitriona a reaccionar. Se abrazó a la anciana con fuerza mientras le consolaba.
   - Mama. Ahora no importa nada. Sabes que mi perdón, si es que tengo que perdonar a alguien, lo tienes. Antes de que te lo llevaras lo había perdido. No recordaba nada ni a nadie.
   De pronto se quedó de piedra. Asustó a los presentes por la expresión de su rostro y ante la expectativa de todos comentó.
   - José, bueno Paco. ¿No sabe nada?
   En ese momento intervino el doctor. Con el talante propio de un profesional de la psiquiatría expuso a la mujer la situación. Con un tono tranquilo, dulzón y paternal, dio su opinión de la situación y como se debían llevar las cosas. Amparo escuchaba atenta y absolutamente concentrada en lo que aquel profesional aconsejaba. En su interior la felicidad se manifestaba de forma brutal. No podía dar crédito al fin de todo ese calvario. Cuando le  explicó que la decisión de comunicárselo a sus hijos era de ella. Amparo aseguró que no habría problemas en contárselo a las dos mayores.  Sabrían guardar el secreto, con los dos más pequeños tenía sus dudas, eran demasiado sentimentales y los más afectados con la desaparición de su padre.
   Era demasiado tarde para continuar hablando. La estrategia a seguir con José la expondrían al día siguiente. Habían sido demasiadas emociones como para continuar y era demasiado importante para no tratarlo con el descanso y la serenidad necesaria.
   Ramón estuvo en un trís de llamar, pues la cena estaba preparada desde hacía tiempo. Pero las órdenes de la señora eran tajantes. Por nada, debían ser molestados. Al verlos salir respiró, la cena se podía salvar entraron en el comedor y Amparo presentó a sus hijos que esperaban impacientes a su madre. Ana la observaba, su expresión, su estado de ánimos, su alegría, la presencia de todos esos personajes y en especial de Pierre le hicieron sospechar que sabían algo de papá. Pero fue prudente y aguardó a una situación más tranquila para preguntar a su madre.
   Cuando no los había reunido para contárselo sería por algún motivo y su sentido común le indicaba que no debía plantear la pregunta delante de sus hermanos.   
   Fue una cena tranquila. Ester en especial se lo pasó maravillosamente con Pierre, la simpatía del joven y su francés meloso le hicieron gracia a la menor de la casa. El pequeño charlaba con su hermana mediana y la mayor se dedicó a observar a su madre. La curiosidad y especialmente el deseo de saber si se trataba de papá le tuvieron en vilo toda la cena. Al levantarse para ir al salón a toma el café, alguna copita y reposar la cena antes de acostarse, Ana sé llevó a su madre a la biblioteca. No había cerrado la puerta cuando preguntaba.
   - ¿Saben algo de papá? ¿Verdad?
   La expresión de su hija reflejaba las ansias por saber si su madre sabía algo. Las expectativas estaban todas abiertas. ¿Vivía papá? ¿Dónde estaba? ¿Se encontraba bien? Infinidad de interrogantes invadían la mente de su mayor. Abrazándose a su hija y con toda la ternura del mundo le confesó que papá estaba bien.
   - No ha recobrado aún la memoria. Es difícil explicártelo ahora, nos esperaran para el café y no esta bien que les hagamos esperar. Pero al menos debes saber que se encuentra bien.
   Las lagrimas aparecieron en su hija y contagio a la madre. La emoción era difícil de contener, habían sido tres años sin noticias y ahora de golpe y porrazo las tenía y su padre vivía que era lo importante. Entraron en uno de los servicios de la planta baja, se lavaron la cara y juntas de la mano entraron en el salón donde esperaban pacientemente sus invitados. Comprendieron y disculparon el retraso, su mayor ya sabía algo de su padre. Su rostro preocupado y pensativo de la cena se había tornado alegre, jovial y la felicidad no la podía ocultar. Sus otros hermanos, la mediana y el pequeño se habían subido a la segunda planta para jugar con las consolas. Ester optó por seguir su conversación con Pierre. Pero eran ajenos a lo que se había mascado en la casa con la presencia de esos personajes.
   La velada se prolongó hasta bien entrada la madrugada.  La primera en caer fue Marie, era muy mayor y necesitaba descansar. Las emociones de ese día habían agotado su cansado cuerpo. Al entrar en su habitación daba gracias a los Cielos por haberse cruzado con aquella familia. Si Paco había conseguido salvar sus propiedades y proporcionarle el cariño que nunca tuvo de su hijo. Lo de Amparo le había emocionado como nunca pensaba que un ser humano lo lograra. La comprensión de esa mujer, su dulzura y cariño le habían desarmado por completo. Rezó unas oraciones y a los pocos minutos estaba en el mundo de los sueños.  Bernard  fue el siguiente en caer. Ya no era un muchacho y había peleado demasiado en esta vida como para aguantar tanta marcha. Pierre y Ester parecía que no tenían bastante. Ana esperaba quedarse a solas con su madre, pero al ver que esa pareja seguían con su conversación optó por decirle a su madre que fuera a descansar. Había sido un día agotador y a la mañana siguiente tenía que trabajar. Fue hacer el comentario cuando todos abandonaron el salón y se fueron a sus aposentos. Amparo, en compañía de su mayor subió hasta el segundo piso. Aún permanecían sus hijos jugando. Tuvo que ponerse seria, sabían que entre semana no se podía subir a ese piso, pero la presencia de invitados la aprovecharon para tener una excusa. No sin pelear un poco consiguió que bajaran a sus habitaciones y se acostaran.
   Ana entró en la de su madre y las dos permanecieron por espacio de más de dos horas charlando sobre el asunto de papá.
   Su mayor estaba muy enfadada con Marie y Bernard, no había derecho a lo que les habían hecho. Pero especialmente haberlos mantenidos durante tanto tiempo con la tensión. Si estaba con vida o no su padre.
   Amparo reflexionó a su hija. Papá seguía sin recordar nada, la ayuda que habían recibido de esa familia les había permitido vivir hasta con abundancia.
   - ¿Qué hubiera sucedido si papá continuara en el hospital? ¿Cómo hubieran salido adelante con su sueldo de la piscina? No trato de justificar algo que hicieron y que estaba mal, pero creo que hay que analizar todo. ¿Sabes que todo el holding de vinos está a mi nombre?
   Los prós y cóntras se expusieron entre madre e hija. El sol había hecho acto de presencia cuando proseguían su conversación. Antes de despedirse para descansar unos minutos, su madre le dijo.
   - Esta mañana nos reuniremos de nuevo en mi despacho para plantear la estrategia que debemos seguir para conseguir que papá recobre su pasado y a nosotras. Espero que quieras estar, necesito tu ayuda para conseguirlo.
   Más serena, su mayor le prometió que estaría a su lado durante la reunión asegurándole que tan sólo se dedicaría escuchar y no intervendría para nada. Lo que su madre aceptará lo haría ella muy a gusto.
   Tanto Ana como su madre acudieron a la cita de esa mañana sin desayunar, se habían levantado con el tiempo justo. Al preguntarles si habían desayunado eludieron la pregunta.
   La reunión decidieron realizarla en el despacho de La Ciudad del Deporte. Era preciso que sus otros hijos fueran ajenos a lo que se mascaba.
   Marie aconsejó la necesidad de liberar, a José, de su promesa. De no volver a Valencia y en concreto a casa, podía convertirse en un obstáculo para traerlo. Se hacía imprescindible el contacto de aquellos lugares que le habían sido familiares para recobrar de nuevo su pasado. Fue una reunión tranquila y muy instructiva. Ana pudo comprobar como aquella mujer que había arrebatado a su padre de su lado lo adoraba y la forma como admiraba a su madre era evidente. Aun así no tenían justificación con lo que les habían hecho. Pero como prometió a su madre se limitó a escuchar y comprometerse con el plan trazado para recuperar a su padre.