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ACLARACIONES -
El rostro de Pierre reflejaba cansancio,
habían sido unas semanas de intensas investigaciones, pero la satisfacción de lograr
su objetivo también iba impresa en su rostro. Durante el vuelo de Aire France,
que le conducía a casa, recordaba esas jornadas terroríficas con Joel “El
marica” en Madrid. De nuevo su expresión variaba al recordar a su anfitriona.
“Que mujer más maravillosa”. “Es capaz de devolver la vida a un muerto con su
alegría y optimismo”. Recordaba la tensión en Suiza y lo incrédulo que sé quedó
cuando pudo comprobar todo el dossier que le habían proporcionado. El precio
era alto, pero lo proporcionado lo valía sin ningún género de dudas. La imagen
de Amparo le cegó sus pensamientos, esa mujer era increíble. Sus hijas, y en
especial la pequeña, se había comportado tan maravillosamente con él, que en
esos momentos recordaba lo encantadora y agradable que había estado en esas
veladas que pasaron juntos.
Por la megafonía del avión la azafata de
vuelo les rogaba que se pusieran los cinturones. Iban a tomar tierra. Estaba
impaciente, deseaba llegar lo antes posible a su despacho, ordenar toda la
información recogida a lo largo de su investigación. Presentarse ante Marie y
Bernard y comprobar por donde respiraban. Dentro de la estrategia a llevar
había pensado, en primer lugar informar a José de todo y luego juntos
enfrentarse a los personajes. Pero recapacitando un poco, pensó que si seguía
sin conocer su pasado tal vez toda esa información de golpe no fuera lo más
conveniente.
Del aeropuerto, cogió un taxi y le indicó
directamente la dirección de su despacho. Su impaciencia le impedía pasarse
primero por casa, dejar el equipaje, comer un poco y darse una ducha. Necesitaba
mucho más ordenar toda aquella información y disfrutar con el éxito en su
primer trabajo. En un principio le extrañó que en el despacho no hubiera nadie
pero al mirar su reloj comprendió el motivo. Era hora de comer. Dejó el
equipaje en el armario de la entrada y con el maletín en la mano, donde tenía
toda la información recogida durante esas semanas se metió en su despacho. Dejó
la documentación sobre la mesa y fue a la caja fuerte para sacar el resto. Una
vez reunida toda la información sobre la mesa se puso a ordenarla.
Dos horas llevaba disfrutando y recopilando
todo aquel material cuando escuchó la puerta de la calle. Dejó cuanto tenía
entre manos y se precipitó hacía la puerta. Estaba seguro que se trataba de Alín
y todo ese tiempo separado de ella había supuesto un verdadero sacrificio. Al
juntar sus cuerpos, se comieron materialmente a besos y cuando consiguieron
recuperar sus pulmones de oxigeno le confesó el resultado de sus investigaciones.
- Eres un genio. No puedes imaginarte lo
feliz que me hace saber que tanto José como Amparo no tendrán que separarse.
Bueno, mejor dicho, Paco y Amparo. Es como un cuento de hadas. Increíblemente
romántico. Digno de las mejores historias de amor.
Se abrazó a su novio inundada por las
lagrimas, mientras le aseguraba que cuando se enteraran no se sentirían más
felices que ella. Besaba a Pierre lo abrazaba con tal entusiasmo que él se dejó
querer.
El avión tardó escasamente cuarenta y cinco
minutos en tomar tierra en el aeropuerto de Bordeaux. No había comunicado nada
a José, ni tan siquiera que se desplazaba a Bordeaux. Su estrategia pasaba por
presentarse solo ante Bernard y averiguar su reacción. Pero la conversación que
tuvo con él no fue nada provechosa, es más trataba de eludir las preguntas
contestando con cosas que no tenían nada que ver con la pregunta realizada.
Harto por su actitud se marchó enfadado, pero mientras salía por la puerta de
su despacho comentó.
- Sé que José y Paco es la misma persona y
lo voy a demostrar. Si Marie toma la misma actitud que usted, entonces se lo
diré a él y mandaremos realizar unas pruebas de ADN. Después estudiaremos las
medidas legales pertinentes.
No se había alejado más de tres pasos de la
puerta de su despacho cuando Bernard le llamó.
- Es posible que por el afán de ayudarle,
tal vez lo que consiga es perjudicarlo. Espere y no se precipite. Por favor.
Avisaré a Marie y ella vendrá al despacho. Con tranquilidad aclararemos con
usted todo cuanto desee. Es un asunto delicado y no se puede actuar a la
ligera.
Estaba asustado. Se le notaba nervioso,
inseguro, pero al mismo tiempo daba la sensación de haber estado deseando que ocurriera
aquello. La actitud de Bernard le desconcertó. Le había reconocido y se
alegraba de que lo hubiera hecho. “¿Pero porque podía lamentarlo Paco ó José?.
La felicidad que inundaba su cuerpo desapareció y un estado de preocupación e
inquietud se adueñó de su estado de ánimo. Se sentaron, al tiempo que Bernard
le tendía una copa de Bordeaux y en absoluto silencio permanecieron a la espera
de la dama en cuestión.
La presencia majestuosa de Marie se hizo
patente en el despacho al tiempo que los dos se levantaban. Las presentaciones
de rigor y, no hizo falta que Pierre pronunciara palabra. Ella misma inició su
confesión. Estaba avisada por Bernard que el joven que había contratado “su
hijo” sabía toda la historia y conocía con detalle los movimientos que se había
llevado a cabo para sustituir a su hijo por Paco.
La confesión de Marie duró más de una hora.
Todo coincidía con lo investigado. Tan solo le interrumpió para averiguar donde
estaba enterrado su hijo.
- Lo tengo en mi habitación en un cofre
chino. Sus cenizas moran en él.
Pierre estaba atónito, porque confesaban de
pronto. Había terminado el relato cuando de nuevo la pregunta de Pierre se
escuchó en el despacho.
- Parece como si desearan que se descubriera
todo. ¿Por qué no se lo han dicho a él directamente? Él sospechaba que la
solución a todo estaba en ustedes. Pero quería tener toda la información para
que no escurriesen el bulto.
Marie dejó unos segundos y de nuevo con
pausada y cansada voz contestó.
- Mi mayor deseo es ver a esa pareja de nuevo
juntos. Pero con los facultativos que hemos consultado nos han aconsejado que deba
ser él quien poco a poco vaya recordando
su pasado. Solo de esa manera podrá volver a tener una vida normal. Enterarse
de golpe podría bloquear de nuevo su mente y retroceder lo poco que ha
conseguido en estos años.
Pierre
estaba incrédulo ante lo que escuchaba. Ahora se alegraba de no haber revelado
nada, ni a Amparo ni al propio interesado. La preocupación invadió su
ilusionado cuerpo. Creía que tenía resuelto el caso y ahora resultaba que se
encontraba casi al principio.
El trabajo a realizar, ahora, sería mucho
más largo y duro que la simple investigación. Era necesario ponerle en
situaciones que favoreciesen el recuerdo y la recuperación de su vida
pasada.
Se habían callado. El silencio impregnaba
hasta las paredes de aquel despacho. La tristeza embargaba los rostros de sus
tres moradores. Se sentían liberados pues ahora compartían su secreto. Pierre,
por el contrario, tras la euforia de su investigación, le llegaba la parte más
dura. No poderlo comunicar a los interesados. Por fin con la vitalidad que lo
caracterizaba saltó.
- Hay un nuevo reto que salvar y nada ni
nadie me va a hundir, ni a desanimar. Conseguiré que ese matrimonio vuelva a
disfrutar de la vida que compartían.
La reacción de joven les asustó. Pero al ver
su ánimo sé alegraron al saber que contarían son su ayuda para conseguir el
propósito que pretendían todos. Continuaron conversando y preparado entre los
tres la mejor estrategia para conseguir que José recuperase su pasado. Marie
telefoneo a su psiquiatra, deseaba que sé personase urgentemente en el despacho
de Bernard. No había transcurrido la hora cuando hacía acto de presencia.
- La ayuda de un experto nos puede ser de
gran ayuda.
Aseveró la anciana al tiempo que se
personaba el facultativo. Comenzaron a diseñar los primeros pasos y en medio de
la estrategia Pierre preguntó al doctor.
- ¿Se puede informar a su mujer?
Aquel profesional aseguró que si era una
persona equilibrada, inteligente y se metía en la dinámica de la estrategia
diseñada no habría el menor problema.
- Además, según tengo entendido se
han conocido con la personalidad que tiene ahora y han conectado. Por tanto, su
ayuda puede ser muy importante. Pero creo que a los niños no se les debería decir
nada. Al menos a los más pequeños.
Una leve pausa par dar un sorbo a su copa y
prosiguió.
- Tendremos que dialogar con ella, ver cual
es la situación de sus hijos y luego tomar las decisiones más apropiadas. En
ningún momento debemos precipitarnos, especialmente cuando más cerca es-te de
recuperar su pasado. Un paso en falso puede hacerle retroceder años.
Los tres aseguraron al doctor que no había
una persona más equilibrada, inteligente y dispuesta a todo por su marido que
Amparo. Fue Marie la que rompió de nuevo el momento que se produjo en aquella
habitación.
- Preparemos nuestros equipajes y volemos a
Valencia para hablar con ella.
Nadie puso inconveniente a la propuesta de
la anciana. Por teléfono resolvió los pasajes y quedaron en reunirse todos,
tras recoger sus equipajes en el aeropuerto transcurridos noventa minutos. El
vuelo a su destino tenía su salida, dentro tres horas.
Pierre contactó con Alín y le relató el
plan trazado. También le contó todo lo que había sucedido y el nuevo problema
al que se enfrentaban.
Cuando Marie habló con Amparo para
comunicarle que sé presentaban en su casa esa tarde, les rogó que no fueran al
hotel, en casa había sitio para todos y los instalaría sin problemas. Discutieron
amigablemente y por fin ante la actitud de Amparo asegurándole que se enfadaría
de no aceptar claudicó y sucumbió ante su petición.
Amparo se extrañó que José no se desplazara,
pero luego recordó su promesa. Había colgado, pero inmediatamente tomó el aparato
marcó el número de Marie y se puso de nuevo en comunicación con ella.
- Que no sea tonto José y se venga con
vosotros. Tiene mi permiso para desplazarse a casa.
Le confesó que tenía trabajo y no le iba a
ser posible ir, aunque lo deseaba de todo corazón.
-
Además, particularmente prefiero conversar contigo sin su presencia. Es muy
importante. No te preocupes, dentro de unas horas nos reuniremos y podremos
conversar tranquilamente.
Amparo, se quedó decepcionada. Deseaba ver a
José y compartir su compañía. Pero la última frase, asegurándole que prefería
que él no se encontrara presente, le dejó algo preocupada.
En el aeropuerto, junto a la puerta de
llegadas internacionales, esperaba impaciente para recibir a sus invitados.
Ramón había cogido un coche y acompañó a su señora, que se había desplazado en
otro, para recoger a sus invitados. Pasados los reglamentarios controles se
encontraron. Los abrazos y saludos de rigor y mientras, un mozo del aeropuerto y Ramón llevaban los
equipajes hasta los coches, conversando amigablemente les siguieron. Marie
estaba rebosante de felicidad, admiraba a esa mujer como nunca lo había hecho
con nadie. Toda amabilidad, dulzura y encanto. Tendría que pedirle perdón por
lo mucho que le había hecho sufrir pero
también estaba segura de su comprensión y especialmente de su perdón.
Al llegar a casa y mientras distribuía las
habitaciones, Amparo ayudó a Marie a instalarse. Una vez acoplados en sus
aposentos se fueron reuniendo en el salón. La anciana rogó a su anfitriona poder
conversar en otra habitación con mayor intimidad donde no pudieran ser
molestados por nadie. Sabía que sus hijos solían entrar en el salón con
desparpajo. No hubo problema, los invitó a subir a la primera planta, entraron
en sus dominios y en concreto en su despacho. Se sentaron en los sillones y el
tresillo, ordenó que sirvieran un aperitivo y cuando todo estaba preparado
cerró la puerta con llave, advirtiendo al servicio que no les molestaran para
nada. Ni siquiera pasaran llamadas telefónicas. Todos los presentes
desconectaron sus móviles y cuando la situación fue la idónea. Marie se
aproximó, tomó las manos de Amparo y con el semblante serio y preocupado
comenzó su relató.
El rostro preocupado de Amparo iba cambiando
conforme sus oídos escuchaban el relato. No interrumpió en ningún momento a la
anciana. Tan solo el cambio de expresión
de su rostro reflejaba el asombro que aquella confesión le iba afectando a su
persona. Las lágrimas afloraron en sus hermosos ojos verdes. El dolor de todos
esos años, la angustia controlada y el enorme esfuerzo que le suponía día a día
mantener el semblante alegre por sus hijos, explotaron en esos momentos. Una
mezcla de incredulidad, de felicidad e incomprensión se juntaban en sus
sensaciones. Marie sé abrazó a ella. Las lágrimas le afloraban en su arrugado
rostro, y pedía clemencia por todo lo que le había hecho.
Solo el llanto de las dos se pudo percibir en
esa acogedora habitación. Los caballeros permanecían mudos en sus asientos
contemplando aquella entrañable escena. Pero tensos ante la posible reacción de
aquella mujer. Toda la angustia y preocupación se iba liberando al poder
desahogar sus sentimientos con aquellas lágrimas. Por fin y ante la sorpresa de
todos Amparo rompió el silencio.
- ¡Así que me he vuelto a enamorar de mi
esposo!
¡Dios!. “Ni una sola palabra de reproche
para los causantes de su dolor” Fue la primera idea que invadió a los
presentes. Las suplicas constantes de Marie por conseguir su perdón obligaron a
la anfitriona a reaccionar. Se abrazó a la anciana con fuerza mientras le
consolaba.
- Mama. Ahora no importa nada. Sabes que mi
perdón, si es que tengo que perdonar a alguien, lo tienes. Antes de que te lo
llevaras lo había perdido. No recordaba nada ni a nadie.
De pronto se quedó de piedra. Asustó a los
presentes por la expresión de su rostro y ante la expectativa de todos comentó.
- José, bueno Paco. ¿No sabe nada?
En ese momento intervino el doctor. Con el
talante propio de un profesional de la psiquiatría expuso a la mujer la
situación. Con un tono tranquilo, dulzón y paternal, dio su opinión de la
situación y como se debían llevar las cosas. Amparo escuchaba atenta y absolutamente
concentrada en lo que aquel profesional aconsejaba. En su interior la felicidad
se manifestaba de forma brutal. No podía dar crédito al fin de todo ese
calvario. Cuando le explicó que la
decisión de comunicárselo a sus hijos era de ella. Amparo aseguró que no habría
problemas en contárselo a las dos mayores.
Sabrían guardar el secreto, con los dos más pequeños tenía sus dudas,
eran demasiado sentimentales y los más afectados con la desaparición de su
padre.
Era demasiado tarde para continuar hablando.
La estrategia a seguir con José la expondrían al día siguiente. Habían sido
demasiadas emociones como para continuar y era demasiado importante para no
tratarlo con el descanso y la serenidad necesaria.
Ramón estuvo en un trís de llamar, pues la
cena estaba preparada desde hacía tiempo. Pero las órdenes de la señora eran
tajantes. Por nada, debían ser molestados. Al verlos salir respiró, la cena se
podía salvar entraron en el comedor y Amparo presentó a sus hijos que esperaban
impacientes a su madre. Ana la observaba, su expresión, su estado de ánimos, su
alegría, la presencia de todos esos personajes y en especial de Pierre le
hicieron sospechar que sabían algo de papá. Pero fue prudente y aguardó a una
situación más tranquila para preguntar a su madre.
Cuando no los había reunido para contárselo
sería por algún motivo y su sentido común le indicaba que no debía plantear la
pregunta delante de sus hermanos.
Fue una cena tranquila. Ester en especial se
lo pasó maravillosamente con Pierre, la simpatía del joven y su francés meloso
le hicieron gracia a la menor de la casa. El pequeño charlaba con su hermana
mediana y la mayor se dedicó a observar a su madre. La curiosidad y
especialmente el deseo de saber si se trataba de papá le tuvieron en vilo toda
la cena. Al levantarse para ir al salón a toma el café, alguna copita y reposar
la cena antes de acostarse, Ana sé llevó a su madre a la biblioteca. No había
cerrado la puerta cuando preguntaba.
- ¿Saben algo de papá? ¿Verdad?
La expresión de su hija reflejaba las ansias
por saber si su madre sabía algo. Las expectativas estaban todas abiertas.
¿Vivía papá? ¿Dónde estaba? ¿Se encontraba bien? Infinidad de interrogantes
invadían la mente de su mayor. Abrazándose a su hija y con toda la ternura del
mundo le confesó que papá estaba bien.
- No ha recobrado aún la memoria. Es difícil
explicártelo ahora, nos esperaran para el café y no esta bien que les hagamos
esperar. Pero al menos debes saber que se encuentra bien.
Las lagrimas aparecieron en su hija y
contagio a la madre. La emoción era difícil de contener, habían sido tres años
sin noticias y ahora de golpe y porrazo las tenía y su padre vivía que era lo
importante. Entraron en uno de los servicios de la planta baja, se lavaron la
cara y juntas de la mano entraron en el salón donde esperaban pacientemente sus
invitados. Comprendieron y disculparon el retraso, su mayor ya sabía algo de su
padre. Su rostro preocupado y pensativo de la cena se había tornado alegre,
jovial y la felicidad no la podía ocultar. Sus otros hermanos, la mediana y el
pequeño se habían subido a la segunda planta para jugar con las consolas. Ester
optó por seguir su conversación con Pierre. Pero eran ajenos a lo que se había
mascado en la casa con la presencia de esos personajes.
La velada se prolongó hasta bien entrada la
madrugada. La primera en caer fue Marie,
era muy mayor y necesitaba descansar. Las emociones de ese día habían agotado
su cansado cuerpo. Al entrar en su habitación daba gracias a los Cielos por
haberse cruzado con aquella familia. Si Paco había conseguido salvar sus propiedades
y proporcionarle el cariño que nunca tuvo de su hijo. Lo de Amparo le había
emocionado como nunca pensaba que un ser humano lo lograra. La comprensión de
esa mujer, su dulzura y cariño le habían desarmado por completo. Rezó unas
oraciones y a los pocos minutos estaba en el mundo de los sueños. Bernard
fue el siguiente en caer. Ya no era un muchacho y había peleado demasiado
en esta vida como para aguantar tanta marcha. Pierre y Ester parecía que no
tenían bastante. Ana esperaba quedarse a solas con su madre, pero al ver que
esa pareja seguían con su conversación optó por decirle a su madre que fuera a
descansar. Había sido un día agotador y a la mañana siguiente tenía que
trabajar. Fue hacer el comentario cuando todos abandonaron el salón y se fueron
a sus aposentos. Amparo, en compañía de su mayor subió hasta el segundo piso.
Aún permanecían sus hijos jugando. Tuvo que ponerse seria, sabían que entre
semana no se podía subir a ese piso, pero la presencia de invitados la
aprovecharon para tener una excusa. No sin pelear un poco consiguió que bajaran
a sus habitaciones y se acostaran.
Ana entró en la de su madre y las dos
permanecieron por espacio de más de dos horas charlando sobre el asunto de
papá.
Su mayor estaba muy enfadada con Marie y
Bernard, no había derecho a lo que les habían hecho. Pero especialmente
haberlos mantenidos durante tanto tiempo con la tensión. Si estaba con vida o
no su padre.
Amparo reflexionó a su hija. Papá seguía sin
recordar nada, la ayuda que habían recibido de esa familia les había permitido
vivir hasta con abundancia.
- ¿Qué hubiera sucedido si papá continuara
en el hospital? ¿Cómo hubieran salido adelante con su sueldo de la piscina? No
trato de justificar algo que hicieron y que estaba mal, pero creo que hay que
analizar todo. ¿Sabes que todo el holding de vinos está a mi nombre?
Los prós y cóntras se expusieron entre madre
e hija. El sol había hecho acto de presencia cuando proseguían su conversación.
Antes de despedirse para descansar unos minutos, su madre le dijo.
- Esta mañana nos reuniremos de nuevo en mi
despacho para plantear la estrategia que debemos seguir para conseguir que papá
recobre su pasado y a nosotras. Espero que quieras estar, necesito tu ayuda
para conseguirlo.
Más serena, su mayor le prometió que estaría
a su lado durante la reunión asegurándole que tan sólo se dedicaría escuchar y
no intervendría para nada. Lo que su madre aceptará lo haría ella muy a gusto.
Tanto Ana como su madre acudieron a la cita
de esa mañana sin desayunar, se habían levantado con el tiempo justo. Al
preguntarles si habían desayunado eludieron la pregunta.
La reunión decidieron realizarla en el
despacho de La Ciudad
del Deporte. Era preciso que sus otros hijos fueran ajenos a lo que se mascaba.
Marie aconsejó la necesidad de liberar, a
José, de su promesa. De no volver a Valencia y en concreto a casa, podía
convertirse en un obstáculo para traerlo. Se hacía imprescindible el contacto
de aquellos lugares que le habían sido familiares para recobrar de nuevo su
pasado. Fue una reunión tranquila y muy instructiva. Ana pudo comprobar como
aquella mujer que había arrebatado a su padre de su lado lo adoraba y la forma
como admiraba a su madre era evidente. Aun así no tenían justificación con lo
que les habían hecho. Pero como prometió a su madre se limitó a escuchar y
comprometerse con el plan trazado para recuperar a su padre.