miércoles, 9 de abril de 2014
UN AMOR ETERNO NACIDO CON LA CREACIÓN- 2ª PARTE- ANDREA- CAPITULO XII- FIN DE UN SUEÑO SIN FINALIZAR
CAPÍTULO DÉCIMO SEGUNDO
Llegó a casa muy cansado, le quedaban siete
días de vacaciones pero demasiado trabajo por delante. Entraba en antes de la
comida. Se duchó, se arregló y fue al complejo deportivo a comer. No se
entretuvo, regresó y durmió hasta el amanecer del día siguiente. Nada más
levantarse, más temprano de lo habitual, a las cinco de la mañana, cuando
todavía la noche no le había permitido pasar al día, conectó el ordenador y
comenzó un artículo sobre Costa Rica. Como entendían la vida algunos paisanos
de aquella nación y realizó una comparación con la vida que se llevaba Europa.
Para finalizar planteando una pregunta a sus lectores junto a unos cuantos
interrogantes. Cuando la publicación apareció en el semanario sus habituales
sorprendidos escribían a través del periódico en su página Web.
¿Qué
le había sucedido?
Lo cierto es
que aquel escrito analizaba meticulosamente la vida que estaban llevando los
europeos. Donde una sociedad quejosa de todo y con pocas aportaciones vivía
para y por el trabajo, para el consumismo atroz. Para las ideas preconcebidas,
para los extremismos del signo que fuera. Ya era hora de despertar y frenar ese
consumismo, que dicho de paso, nos iba consumiendo sin lograr que ello nos
proporcionara ser más felices. Intentó en numerosas ocasiones ponerse a
trabajar con el inicio del curso pero le fue imposible. Se había traído de
Costa Rica una considerable biblioteca de pensamientos de diferentes
civilizaciones precolombinas, así como varios escritos de las tribus nativas,
desde los Bribri, Cabecar, los Guaymi, Borucas o Bruncas, Terrenas, o los
Teribes en el sur de Costa Rica
hasta los Malekus, y los Chorotegas de la zona norte, pasando por Huertes o los Minsitos y Sumos en el centro y
centro oeste de Costa Rica. Desgraciadamente la mayoría de estas tribus habían
perdido su idioma. De los Bribri se decía que eran los verdaderos dueños de
Costa Rica, Tenían idioma propio y habitaban en la región sur del País,
montañoso y de difícil acceso, se decía que los españoles nunca consiguieron
someterlos.
De los siete días que le quedaban de
vacaciones lo dedicó íntegramente a la lectura de esos libros. Y cuando se vio
el agua al cuello comenzó a preparar la programación del curso.
El primer día laborable de Septiembre se
presentó en el centro educativo. El director pedagógico le llamó a su despacho
le tenía que pedir que un año más se hiciera cargo de la tutoriía del cuarto B,
para proseguir con la labor comenzada a finales de la primera evaluación del
curso pasado. Había recibido numerosas peticiones por parte de los padres.
Sería su último curso como profesor de Secundaria. Al finalizar el curso le
llegaría la reducción de horario y tan solo daría clases a los grupos de
optativa de segundo de Bachiller.
Volvería a tutelar a Andrea y al resto de sus
compañeros. Su comportamiento durante el curso había sido ejemplar y le
ayudaron a llevar la tutoría al comprometerse con las pocas cosas que acordaron
y que las cumplieron al pie de la letra. Ya estaban acostumbrados a trabajar en
tutoría a su forma de llevar las cosas, adaptándose a ellos consensuando
todo. Aceptó encantado y fue a preparar
los exámenes de septiembre a los pocos alumnos que les había quedado la
asignatura. De bachiller aprobaron todos, de tercero tan solo dos alumnos no
superaron los mínimos mientras que los de cuarto una alumna que no había
asistido prácticamente durante el curso y que dudaba que se presentara en
Septiembre.
Pasaron los exámenes, las reuniones de evaluación, las sesiones de
programación del curso y por fin llegó el primer día de clase. La reunión en el
teatro para los clásicos saludos de bienvenida, primero les tocó a los de
tercero. Julián asistió a la charla y cuando los grupos se fueron en sus
respectivos tutores Julián se perdió por los patios del centro. Alguien se tiró
sobre sus espaldas, de inmediato adivinó de quien se trataba bajó de su espalda
y al girar se abrazó como chiquilla se abraza a su padre tras un largo periodo
sin verlo. Esa alegría esa vitalidad le rejuvenecía y aumentaban sus ganas de
disfrutar con su profesión. Le preguntó por David y de inmediato le informó que
había estado delicioso, cariñoso y servicial con ella y Maureen, le dio otros
dos besos en la mejilla advirtiéndole que eran de su parte. Le relató que
estuvo en un tris de dejarlo todo e irse a España con ella. Con un maestro como
él habría ido a la escuela hasta su muerte. Andrea estaba como loca, nunca se
pudo imaginar que volver a la escuela le resultara tan gratificante. Aquel
personaje era capaz de convertir una obligación en un juego, en una diversión.
Entró en el teatro cogida de la mano de Julián, cuando se separaron, ella para
ir con su curso y él con el profesorado el jefe de estudios le comentó.
- Julián
debes tener más cuidado con la cercanía a tu alumnado. Se habla por ahí de esa
tica y la actitud tan familiar contigo.
Sonrió dejó pasar ese tiempo necesario,
asimilado de aquel nativo, que permitía darle a esas personas que lo practicaba
dominio absoluto en cualquier conversación, luego con su tan conocida ironía
respondió.
- Dejadme
disfrutar, de la vida que E. T. A. me permita tener.
No había terminado de pronunciar la frase
cuando se percató de lo obsesionado que estaba últimamente con la banda. Se
sentó junto a sus compañeros de trabajo
mientras se abandonó a sus reflexiones y cavilaciones, confirmaba su mente que
esa preocupación comenzó al poco tiempo de sus vacaciones en Costa Rica. Había
sido una persona muy ocupado desde muy joven con diversos problemas no
buscados, y todo ese trabajo, todo esos estudios, investigaciones,
conferencias, clases, le sembraban la duda si realmente había vivido. Es cierto
que todas las noches reflexionaba y analizaba lo realizado durante el día, pero
nunca se había parado a pensar en otro tipo de vida en otra forma de aprender,
de otra forma de convivir, o de vivir una soledad enriquecedora. A que se debía
tanta falsedad, tanto perjuicio, el mal no estaba en él, respetaba a sus
alumnos como de si sus hijos se tratasen. No estaría el mal en esas mentes
enfermas y falsas. No sería envidia por la atención que le prestaban a su
maestro cuando le sucedía algún problema, como el sucedido ese curso pasado
cuando le acoplaron la bomba lapa.
Siempre se comportaba por igual con todos,
con los muy cariñosos, como con los tímidos. Solventaba la situación con
cualquier tontería terminando por reír con la parida lanzada. A los más fríos a
los que arropaba con la palabra y la acción de su apoyo, su estar a su lado aun
sin pronunciar palabra. Pero a qué santo esos pervertidos se atrevían a dudar
de su integridad, de su profesionalidad, de su papel con el alumnado. Era
conocedor que ciertos elementos, porque personas no se les podía denominar,
habían sido denunciados ante dirección de actitudes no acordes con su misión de
educador. Y precisamente esos eran los que le señalaban con el dedo. Pero que…
- Don
Julián. ¡Don Julián!. ¡¡¡Don Julián!!!.
Su nombre sonaba en la sala cada vez con
mayor intensidad. Regresó y consciente que le llamaban para que se hiciera
cargo de su tutoría para ir a clase e informar a sus tutorados, de normativas,
horarios, periodos de clases, de vacaciones, actividades y demás.
De nuevo el director pedagógico le entretuvo
antes de entrar en el aula con su alumnado. Le entregaba el reglamento de
régimen interno que debía leer y analizar con sus alumnos. La sonrisa se dibujo
en su rostro, su director le acompañó, sabía perfectamente que no lo leería,
las normas en su clase las ponían sus alumnos en clara negociación con él y
siempre eran mínimas. Aun así el director sabía a ciencia cierta que el grupo
las cumpliría al pie de la letra y todas las demás normas del centro aunque no
se hubieran negociado por lógica los chicos de sus tutorías las respetaban. En
más de una ocasión estuvo tentado a seguir la filosofía de aquel maestro, pero
las criticas, las protestas, las replicas de no cumplir con el reglamento
aprobado por las altas esferas de la escuela era poco más que un sacrilegio. Y
la política, en los cargos incluso en los educativos, era necesaria para
mantenerse en el poder. Fue iniciar su entrada en el aula, cuando puestos en
pie comenzaron a aplaudirle. Vio como Andrea se acercaba y de inmediato, le
retuvo.
- Primera
norma no acercarse al profesor si permiso.
Un ¡NO! estrepitoso se escuchó en la sala.
Andrea se había detenido pero ante la respuesta del curso se lanzó a su
profesor y a continuación uno tras otros se abrazó a su maestro. Recuperado el
orden fueron pactando las normas para convivir ese curso. Los horarios, las
asignaturas, las salidas culturales, la fiesta de fin de ciclo y el viaje de
fin de etapa. Al salir ese último tema todos pidieron a Julián que él fuera uno
de los profesores que les acompañara en ese viaje. No era muy partidario pero
era consciente que al ser tutor no le quedaba otra alternativa. Fue confirmarlo
y de nuevo un aplauso irrumpió en los presentes. Se formaron los diferentes equipos
para funcionar. El de fiestas, el de deportes, el de viaje fin de curso, el de
apoyo en mates, el de apoyo en lengua, el de lengua extranjera, el del euskera.
Poco a poco todo el curso se involucró en un equipo. Julián les recalcó que
aunque se habían confeccionado varios equipos, todos formaban uno solo el de
cuarto B. Con un objetivo final, disfrutar de un año, de convivencias, de
estudios, de deportes, de distracción, pero principalmente de un curso de
compartir todo entre todos.
La mañana finalizó con una rapidez
increíble, el verse inmerso entre sus muchachos y muchachas le permitió
saborear el tiempo y el espacio. Cosa que no había sucedido en esas semanas de
preparación, con reuniones, de evaluación, de preparación, de objetivos, etc.
De camino a casa el móvil le delataba que
algo había sucedido en el palacete. Los escoltas también recibieron el mensaje
y se adelantaron a Julián para inspeccionar la vivienda. Al llegar al cuarto de
mando, observaron los videos y efectivamente dos encapuchados habían estado
merodeando por sus alrededores. Aunque las imágenes delataban que había sido
una mera inspección para informarse. Salieron al exterior y comprobaron los
lugares por donde se habían movido. Al comprobar la seguridad avisaron a Julián
confirmándole que la vía estaba libre. Los invitó a casa y tomaron un aperitivo
junto mientras comentaban lo visionado en las cámaras de seguridad. No cabía la
menor duda que andaban estudiando la casa y con seguridad los hábitos de su
dueño. Señal inequívoca que perseguían un atentado. Las imágenes se llevaron a
la Ertzaintza y al ministerio del interior en Madrid para su análisis y posible
identificación de los autores.
El fin de semana se desplazó a la prisión
alavesa de Anclares de la Oca. Una nueva visita a su antiguo alumno, al
confirmarle éste que la banda iban a por él Julián le contó el incidente en su
casa. Él estaba haciendo lo humanamente posible para evitar que E.T.A.
siguieran con el objetivo de aquel profesor. Se lo juro a su padre y le prometía,
juraba y perjuraba que estaba haciendo lo imposible para evitarlo. Julián era
consciente de ello por ir en su ayuda lo habían detenido y no le caía la mínima
duda que Patxi lo estaba intentando por todos los medios. Le entregó lo que le
pidió la ultima vez y se despidieron hasta la próxima. Patxi se quedó
preocupado consciente que la dirección de la banda lo había señalado como
principal objetivo y aunque algunos compañeros suyos en libertad le estaban
apoyando en la dirección no estaban por la labor.
Los últimos dispositivos de las fuerzas de
seguridad permitieron a los cuatro meses del incidente en el palacete la
detención de dos miembros de la banda que andaban proporcionando información. Aquel maldito profesor les había costado tres
detenciones directas y más de diez indirectas.
Había decidido cambiar sus costumbres
especialmente para evitar, de producirse un atentado, que afectara a cualquier
conocido suyo. Dejó de ir a jugar al vóley en la playa y dejó de ir a comer o
cenar al centro deportivo. Cosa que no le gustaba, optando al final por
realizar las comidas en casa. Como en muchas ocasiones el tiempo no se lo
permitía opto por contratar a una cocinera. La hija de su ama en el caserío,
que aún conservaba la familia, donde había nacido su padre, fue la que se hizo
cargo por petición de la madre de Julián a quien éste le pidió consejo para
contratar una cocinera. Aquello le llenó a su madre pues era la primera vez que
su hijo le pedía un favor y Arantxa la hija de los cuidadores del caserío era
la mujer perfecta. Había enviudado y debía sacar adelante a sus cuatro hijos,
era de la máxima confianza en la familia y por si fuera poco una gran cocinera.
Una persona rompía aunque fuera por unas horas la soledad de su santuario.
Señal inequívoca que a las casi seis décadas Julián estaba cambiando en algo.
Su madre muy cansada y enferma le supuso un gran alivio. Su niño comenzaba a
entrar en razón. Pero lo cierto era que su estancia en Costa Rica le había
cambiado bastante. Sin duda esos escritos que estuvo leyendo y viviendo sus
propias carnes, sobre aquel rincón del Caribe sur de Costa Rica poseía una
magia especial. Nadie que hubiera pisado sus tierras regresaba a su vida
cotidiana de la misma forma que cuando llegó.
Julián le gustaba comer solo pero no
consintió que aquella mujer lo hiciera a parte, es más en las ocasiones que sus
pequeños no podían ir a clase le rogó que se los llevara a casa. No le
agradaban en demasía los niños, pero también era cierto que a los únicos que
había tenido que soportar eran a los de su hermana y cuñado y esos eran unos
auténticos pijos.
Hablo en más de una ocasión por el Skype con
Maureen recordando esos días que pasaron juntos. Cuantas cosas pudieron vivir
en esas dos escasas semanas. Como añoraba los descansos en la hamaca del
pórtico superior de la cabaña. Como echaba de menos esos desayunos de frutas en
el chiringuito. Como le gustaría perderse por la reserva natural de Histoy
Cerere y bañarse en esas cálidas aguas que las termas calentaban a temperatura
de cocción. Escuchar el sonido de la selva o sentir el ritmo del Caribe
rompiendo en la cala.
Él no le comunicó los problemas con la banda
terrorista pero su amiga si lo había hecho y nada mar ser informada se puso en
contacto con él. Restó importancia a la información de su amiga y le rogó que
se cuidara para añadir la frase que más le gustaba.
“Pero
por favor sobre todo deje que le cuiden”.
Esa semana se reencontró con el padre de
Andrea que había amarrado en puerto y permanecería durante una semana. Habían
acordado el divorcio y se desplazó para plasmarlo ante el juzgado tras los
trámites realizados. Le confirmó la buena marcha escolar, aunque de inmediato
puntualizó que lo más importante, su madurez, iba adquiriendo los tintes de un
adulto. Quería estudiar medicina o ciencias de la educación física y el
deporte. Todo dependía de la media que obtuviera en el bachiller y la
selectividad. El padre de la criatura sonrió y de inmediato comentó.
- Está
claro que esta hija no quiere separarse de usted. Le tiene completamente
enamorada.
Sonrieron y fueron contándose lo sucedido
durante ese tiempo sin verse. También le mostró su preocupación ante los
terroristas su hija e incluso su ex, le habían comentado los últimos
acontecimientos. Como siempre restó importancia a ese asunto. Nunca le había
preocupado pero últimamente si le hacía mella en su alma.
Esa mañana era la asignada a la salida
cultural para conocer un poco la ciudad. Los alumnos de cuarto de secundaria
circularían en bicicleta para realizar una visita a la ciudad.
A las ocho de la mañana las bicicletas y los
cascos estaban preparadas en la entrada del centro educativo. Se les había
advertido a los muchacho y muchachas que debían llevar prendas cómodas, mochila
una botella de agua, amén de su correspondiente libreta y bolígrafo para
recoger cuantos datos pudieran de esa jornada. A todos se les repartió un plano
del lo planificado. Iniciaban el recorrido en la calle del centro educativo
José Mª Salaberría por la salida hacia la derecha y siguiendo por la calle al
llegar a Jaime de Barkaizlegi, girar a la izquierda hasta encontrarse con el
paseo Erondo, tomándolo hacia la derecha continuar por la Calle Easo, rodeando
el parque y al llegar a la cuesta de Kalea tirar hacia la izquierda. La primera
calle a la derecha, ir para cruzarse con San Martín y llegar a la plaza de
Zaragoza, desvió hacia la izquierda por la calle Zubieta hasta la plaza del
Padre Vinuesa. Seguir por el paseo de la Concha y continuar por la avenida de
Satrustegui, nada más cruzar la calle Infanta Beatriz y antes de llegar a la de
Infante Juan entrar por la calle intermedio hacia la izquierda, hasta el parque
de Zubimusu. Al encantarte con el parque ir hacia la izquierda de la calle
Ternto, y al llegar a la Avenida de Tolosa ir hacia la derecha hasta la plaza
América. Allí tomar la calle de la izquierda por el paseo de Lugartiz y una vez
pasado el túnel de Quinto se encantarían con la rotonda de Lazkano. Ahí debían
entrar en el parque Mélodi hacia la izquierda para salir al paseo Endorno,
tomándolo hacia la izquierda hasta encontrarse la calle de Jaime Barkaiztegi en
dirección izquierda y de ahí al cruzarnos con la calle de José Mª de Salaberría
regresar al centro educativo.
Fue una jornada divertida abandonando un
poco de la monotonía diaria.
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