jueves, 12 de diciembre de 2013
UN AMOR ETERNO NACIDO CON LA CREACIÓN-PRIMERA PARTE-ANKI-CAPITULO-XIX-SOLEDAD
Sin expresión
en el rostro viajaba en primera clase en compañía de sus padres. Había perdido
demasiados kilos en esa semana escasa. Sus familiares lo arropaban pero no se
atrevían a pronunciar palabra. Fue un vuelo tenso, infinitamente largo, pero
llegaron a su destino. El chofer los aguardaba en la puerta de salida de su
vuelo, se encargó de todo el equipaje. Saludó al muchacho, que se limitó a
tenderle la mano, sin pronunciar un solo vocablo y entró en compañía de sus
padres en el lujoso coche. Nada más llegar al chalet Julián se fue directo a su
habitación y cuando su madre trató de hablar con él su esposo le retuvo.
“Dale tiempo cariño. Dale tiempo”
Habían
transcurrido dos horas desde la llegada a casa cuando lo vieron bajar con un
pequeño equipaje. El matrimonio permaneció mudo esperando que su hijo se
expresara. Entró, se puso delante de sus progenitores y tras cinco minutos de
absoluto silencio comentó.
Necesito estar solo. Necesito un espacio
para reencontrarme. Necesito perderme en Donostia. En casa, solo sin criados.
Las palabras
salían entrecortadas acompañadas de unas ondas que se percibían de una tristeza
inmensa. Los ojos chispeantes pero ni una sola lágrima se le escapó. Iba a
intervenir su madre pero su esposo le retuvo. Era necesario que aquel muchacho
reaccionara, si hablaban tal ven no volviera a comunicarse. Bien porque
aceptaban sus peticiones. Bien porque abandonaba el hogar. Conocía muy bien la
forma de pensar y actuar su hijo en un momento como aquellos, al igual que le
pasaba a él, su reacción podría tener consecuencias definitivas. Se mantuvo
delante durante más de quince minutos, como una estatua ante sus progenitores y
estos tensos como ninguno aguantaron lo indecible. Por fin el muchacho rompió a
llorar mientras suplicaba que le concedieran lo pedido. Manifestó que se
encontraba bien, dentro de cómo se podía encontrar una persona en sus mismas
circunstancias.
Por fin la
madre no aguantó más se levantó y abrazó a su pequeño mientras le comentaba que
podía hacer lo que quisiera. Su esposo se lamentó pero habían conseguido lo
suficiente para percatarse que su niño había vuelto a la vida, mejor dicho a la
realidad.
Cuando entró
en el palacete se dejó caer sobre la alfombra del salón, dejando su equipaje en
el suelo y exclamó.
“La soledad, me ahoga, me castiga, me humilla, me flagela, me
angustia, me atrapa, me..... Pero bendita SOLEDAD”
Entró en su
habitación, no hacia ni un mes que la compartió con ella, pero mirando al cielo
le prometió que no derramaría mas lagrimas, lucharía por hacerse un camino en
la vida, para independizarse definitivamente y aguardaría a que la misericordia
de Dios le permitiera reunirse de nuevo con Anki, su amada. Entró en el
servicio y en la ducha de tubo con hidromasaje se dio una buena ducha con los
chorros a tope. Luego se vistió, subió en el coche y se aproximó al club
náutico. Allí tenía su embarcación y perderse por la mar cuando este lo
permitiese sería una buena terapia para superar su desesperación. Habló con los
encargados y le aseguraron que si la mar lo permitía al día siguiente podría navegar.
Almorzó en el mismo restaurante del Club Náutico para luego bajar la comida con
un paseo por la playa. Hacía fresco y no se encontró con mucha gente. Se puso
cara al mar y recordó todos los momentos vividos con aquel ángel que el Señor
le envió. Desde que se conocieron hasta el último día cara al mar.
Cenó en La
Perla y luego se recogió en casa, llamó a sus padres y estos dieron gracias a
los cielos. Deseaban, esperaban y anhelaban que fuera de él la iniciativa y lo
estaban consiguiendo, señal inequívoca que el muchacho comenzaba a reaccionar.
Navegó toda la
semana menos el viernes donde la mar se puso demasiado peligrosa, pero uno de
los días tuvo que sudar de lo lindo para controlar la embarcación. No cabía
duda. No se había olvidado de navegar. El sábado y el domingo pudo jugar al
voleibol con grupos que jugaban en la playa y aquello también le supuso una
buena descarga de adrenalina. El domingo tras un partido que estuvo francamente
interesante se acercó al Club Náutico para salir un par de horas. Cuál fue su
sorpresa al encontrarse con el equipo olímpico que se preparaba para la
olimpiada. De inmediato su compañero de equipo le saludó, no congeniaba con el
otro muchacho que habían puesto en sustitución de Julián y salió ese día con él.
Al siguiente domingo se celebraba una importante regata de su clase. Los
directivos y especialmente el director técnico estaban preocupados pues de las
grandes esperanzas de medalla que tenía mientras Julián perteneció al equipo a
esas fechas se habían desvanecido. De ahí que accediera a que la pareja se
volviera a reencontrar. Fue una jornada increíble, Julián no solo no había
perdido el toque, esos kilos de menos le daban mayor velocidad a la embarcación
y la movilidad de aquel muchacho superaba lo anterior. En un fuera borda fue
seguida la jornada por el director técnico y al finalizar decidió que ese
domingo en ese test importante para comprobar las posibilidades lo realizara la
pareja original. Estaba el equipo estadounidense, y el australiano que junto al
formado por España hacían los tres serios candidatos a las medallas. El resto
estaban muy lejos de ese trío de parejas. Esas dos semanas de soledad casi
total le había recuperado y realizó una de sus mejores regatas ganando con una
autoridad increíble. Durante la comida firmaron con Julián el acuerdo al que en
un principio acordaron cuando todo se precipitó y lo dejó. Hacía la friolera de
siete meses. Ahora hasta Octubre, disponía de diez meses para dedicarse casi
por completo a la vela. La ayuda económica era elevada y le permitiría
emanciparse por completo mientras buscara un medio de vida para mantenerse.
Nada más firmar llamó a su padre, sabía lo que aquello suponía. No podía dar
crédito a lo que su pequeño le confirmaba. Esa noche viajaba a Madrid en el
vuelo de las veinte treinta.
Los tres
componentes de la familia aguardaban al primogénito. Fue su madre quien le
recogió en primer lugar con lagrimas en los ojos se abrazaba a su pequeño. La
felicidad le embargaba, su estado había mejorado considerablemente y los kilos
perdidos los recuperó. Con el rostro triste pero con el ánimo vivo. Julián
sabía a las claras que era el precio que los cielos le habían impuesto para
poder gozar durante la eternidad de su amada. Luego su hermana se unió a su
madre, a pesar de sus celos quería a su hermano y especialmente después de todo
lo que le había sucedido. Primero fueron ellas luego su padre aguantando las
lágrimas, estaban en la época del Caudillo y un hombre no podía derramarlas. Se
extrañaron de lo hablador que estuvo durante el trayecto hasta el chalet. Allí
se revolucionó el servicio. Se volvió loco con el joven, lo querían como si de
su propio hijo se tratase, especialmente las mujeres. Pues junto con su padre
tenían un trato casi familiar, cosa que no ocurría lo mismo con las señoras de
la casa, que mantenían las distancias. Cuantas veces aquel muchacho cuando su
madre no se encontraba en casa se sentaba en la cocina con el servicio y desayunaba
con ellos en una distendida y amena conversación. En más de una ocasión les
tendió la mano cuando precisaron ayuda, especialmente económica. Eso si siempre
le devolvieron lo prestado aunque en más de una ocasión él aseguraba que no era
necesario. Pero nunca accedieron a ello, de esa forma cuando volvieran a
necesitarlo tendrían confianza para volverlo a solicitar. Una de ellas logró
que su hija abandonara el mundo de las drogas donde había comenzado a
introducirse gracias al señorito de la casa. Tenía una gran labia y
especialmente sabía conectar con los adolescentes. Aquella madre estaba en
gratitud permanente hacia ese muchacho.
Cuando esa tarde sus padres abandonaron el chalet, esa sirvienta se
acercó al muchacho maldiciendo a los cielos por lo que le estaban haciendo
pasar, era rojilla y la cuestión eclesiástica no la llevaba muy bien. De
inmediato se encontró con aquel hombrecito que siempre encontraba una
justificación y especialmente si era cuestión de defender sus creencias
trascendentales. Sentados en la cocina le contó su historia con aquel ángel que
le envió el Señor. Como se podía ofender a alguien que le permitió cruzarse con
aquella joven. Le confesó que cualquier desgracia que le sucediera no apagaría
la felicidad que le llenaba, especialmente al ser consciente que sería para
toda la eternidad.
“Usted es todo corazón señorito. Si fuera
más joven no se me escaparía”
Se abrazó al
muchacho con lagrimas en los ojos, también eran afortunados al contar con un
jefe como él o su padre.
Tras la
charla subió a su habitación y comenzó a escribir unos artículos sobre la banda
terrorista ETA que comenzaba a hacer estragos en su tierra natal. Ese último
año, en la universidad, se había movido por grupos de la izquierda separatista
catalana. No comulgaba con la idea de la independencia pero tampoco se
identificaba con el poder central, que hacía del miedo su política. Repudiaba
aquellas personas o entidades que buscaban sus objetivos mediante la violencia
o la coacción, era algo que le superaba. Además esos meses de convivencia con
un país en democracia le abrieron los ojos del los abusos que estaba cometiendo
el régimen que gobernaba en España. Hasta la fecha no había sido muy consciente
de ello, al pertenecer a la clase alta de la sociedad, no sufría los abusos y
atropellos que si lo padecían la clase trabajadora o los intelectuales fuera
del régimen. Por otro lado su inmersión en los deportes le llevaba mucho tiempo
como para ser consciente de lo que sucedía en su en rededor. Pero en el extranjero
con las conversaciones mantenidas con las amigas de Anki o con conocidos en
tiendas regentadas por refugiados le hicieron tomar una mayor conciencia de lo
que sucedía. Luego la actuación de los movimientos separatistas catalanes no
actuaba como el vasco y su deseo pasaba porque su pueblo supiera luchar como lo
hacía el catalán. Con la palabra, con el trabajo, con la educación, a pesar de
las enormes trabas que también encontraban.
Siempre
pensaba que en algún momento de su vida podría publicarlos y mejorarlos antes
de ello.
Ese lunes se
estuvo informando de la nueva carrera universitaria sobre la educación física.
Primero en secretaría y posteriormente entabló conversación con jóvenes que
estaban cursando dicha carrera.
Los panfletos
con toda la documentación para acceder la tenía. En un tríptico le informaba
que a finales de junio se pasaban unas pruebas médicas, luego otras físicas y
al tener un curso de universidad no le exigieron el examen teórico. En la
delegación nacional de deportes se enteró que podía optar a una beca en la
residencia Blume. Para ello se debería dirigir a su federación de vela y
realizar las gestiones por medio de ese ente deportivo. No lo pensó dos veces y
fue a parlamentar con el director técnico. Se alegró al escoger una carrera
relacionada con el deporte no le pondrían la mínima pega por faltar algunas
clases para su preparación olímpica. En la federación estaban ilusionados con
la pareja de vela Star, sus posibilidades de medalla era patente. De inmediato
se pusieron en marcha para solucionar la petición de su deportista. No llevaban
ni treinta minutos en la federación cuando le confirmaron que todo estaba
resuelto que al siguiente lunes se podía incorporar a la Blume. Por fin había
logrado lo que siempre estaba soñando, independizarse de la familia. Le gustaba
valerse por sí mismo y no por el dinero de papá. Regresó al INEF y logró entrevistarse con
varios profesores e incluso su director Don José María Cajigal le atendió unos
minutos en su despacho. Aquel hombre le entusiasmó, sereno, inteligente, con
gran cultura pero especialmente un enamorado del deporte pero le chocó el
enfoque que le daba. No habló prácticamente del deporte de competición se
refería siempre al deporte como método educativo. Aquello le llegó al alma. Julián
era una persona que no estaba muy convencida de los beneficios del deporte de
alta competición y ahora aquel filósofo del deporte le hablaba del mismo
enfoque que él había estado buscando. A Don José Mª le llamó la atención el
joven, especialmente perteneciendo a la élite del deporte, que tuviera la misma
visión de esa nueva carrera universitaria. Parlamentaron largamente y le
proporcionó toda la información que aquel muchacho le solicitaba. Consiguió
todo el plan de estudios de sus cuatro años así como apuntes de profesores y
bibliografía para trabajar sobre las diferentes asignaturas. Se encontró con
dos jugadores de Voleibol a nivel nacional que cursaban los estudios y como uno
de ellos había comenzado primero, se intercambiaron los teléfonos para quedar y
disponer de los apuntes de clase. Tenía muy claro que amen de sus
entrenamientos de vela iría preparándose el primer curso de esa nueva carrera.
Incluso consiguió de algunos profesores asistir a sus clases cuando no tuviera
que estar fuera de Madrid para regatear.
Llegó a casa
con un montón de apuntes, de libros, de reglamentos, de trípticos. Cuando le
pidieron que aclarase todo aquello, les rogó tiempo para dejarlo en su
habitación y regresar para las oportunas aclaraciones. Lo primero que soltó fue que el lunes
siguiente se incorporaría a la residencia Joaquín Blúmer como becado por la
federación de vela. Luego justificó todos aquellos libros y documentos. El
curso siguiente iniciaría la carrera de educación física en el INEF de Madrid.
Los rostros de sus progenitores iban cambiando el semblante, su hijo era una
caja de sorpresas. En otra época aquella declaración habría sido la guerra
entre las dos generaciones, pero tras lo sucedido asumieron sus deseos.
Su padre se
temía algo parecido, su hijo no era una persona que le gustara mucho el
contacto con la gente, especialmente adulta. No era persona de despacho o
lugares cerrados. Sabía manejar muy bien a los adolescentes y sin duda aquella
profesión le iba a permitir disfrutar de todo lo que amaba. Cuando en la
conversación salió a la luz que pretendía hacer la maestría en natación de
inmediato se puso a cavilar sobre la posibilidad de construir un gran centro
deportivo. Su chico le frenó de inmediato.
“Papá se que lo haces de todo corazón, por
apoyarme, por facilitarme el labrarme un camino en la vida, pero al menos
durante los primeros años me gustaría intentarlo solo. Te juro que si preciso
ayuda te la pediré”
Como se
parecía a él, deseaba abrirse camino por sí mismo. Necesitaba, al igual que le
sucedió, demostrarse que era capaz de lo que se propusiera por sus propias
fuerzas. Eso lo colocaba en ese otro nivel de madurez de la persona a pesar de
su corta edad. Su madre era la que mas insistía para que su marido
interviniese, pero al final fue él quien le frenó. Julián era muy joven y
debían darle la oportunidad de valerse por sí mismo. Ellos siempre estarían ahí
en el momento que precisara su apoyo. No muy convencida pero accedió a las
sugerencias y peticiones de su marido.
Se subió a la habitación y comenzó a organizarse un poco. Lo primero que
hizo fue estudiar las pruebas que debería pasar para superar el ingreso en el
INEF. Tanto el director de la institución como los dirigentes de la Federación
le comunicaron que aconsejarían su ingreso. Pero él deseaba lograrlo por sus
propias fuerzas.
Tomó aquel
tríptico donde se detallaban las pruebas. Cincuenta metros lisos. Dos mil
metros lisos. Veinticinco metros crol, recogida de una anilla en el fondo de la
piscina y veinticinco metros espalda. Lanzamiento de balón medicinal de cinco
kilos. Flexión profunda de tronco. Salto vertical. Nominadas en barra. Test de
velocidad de reacción con un circuito de luces. Prueba de agilidad con vallas y
colchonetas, para finalizar con una prueba de habilidad con pelotas de goma
sobre mano derecha e izquierda. Estaba claro que iba a prepararse a conciencia,
gran parte de la preparación la hacía para la vela pero algunas mas especificas
las trabajaría en las instalaciones de la residencia Joaquín Blúmer e incluso
le comentaron que estando en la residencia podría utilizar las del INEF y las
de la delegación nacional de deportes.
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