miércoles, 6 de mayo de 2015
UN AMOR ETERNO NACIDO CON LA CREACIÓN. TERCERA PARTE. ESTER. CAPITULO VIGÉSIMO SEXTO. LA PREPARACIÓN EN MAYO
CAPITULO
VIGÉSIMO SEXTO LA PREPARACIÓN EN MAYO
Como disfrutaron entrenando, compartiendo
desayuno, comida o cena. Buscando encuentros con los nativos del lugar,
pescadores principalmente. Vicente había aprendido algo de hindú y eso les
facilitó los contactos al menos los iníciales. Luego se solían entender en inglés.
Fueron descubriendo todos los secretos de aquellas aguas, de aquellos vientos,
de sus corrientes, del tipo de oleaje, de las direcciones que tomaban las olas,
las corrientes dependiendo del momento del día. De las condiciones ambientales.
En un principio nadie le supo orientar con el comportamiento de las aves y
animales de la zona, para averiguar qué tipo de mar, de corrientes, de oleaje o
del viento se daba. Pero una tarde paseando por la playa y al acechar una zona
de rocas se toparon con una persona mayor, sobre los setenta y tres años. Se
movía como un adolescente entre las rocas. Andaba buscando cangrejos, mientras
su caña de pescar hacía su trabajo. Iniciaron la conversación en hindú pero
aquel personaje había sido marino mercante de una empresa india y dominaba a la
perfección el inglés. Se sentaron cerca de la caña e iniciaron una entretenida
y provechosa conversación. Les orientó sobre las aves principalmente y alguna
cosilla sobre determinados peces, pero se asombró que aquellos jovencitos
supieran tanto sobre la mar. Fue Vicente quien le confesó que eran regatistas y
que participarían en esa olimpiada.
De modo
que estoy ayudando a los enemigos.
Pero el tono y
las risas que soltó revelaron que bromeaba. De inmediato conectaron con aquel
anciano y éste con la pareja. Durante la conversación se maravillaba de la
jovencita, por sus preguntas, por su interrogatorio. No se conformaba con un
simple sí o no. Iba mucho más allá. Luego el conocimiento que tenía de esas
aguas superaba a muchos de sus paisanos que llevaban años faenando por ellas.
Se enamoró de tal modo de la pareja que los invitó a su casa, cercana a la mar.
Era tarde y llamarón a Rafael para indicarle donde se encontraban y el motivo
por el que se quedaban a cenar con aquel personaje. Era una casa sencilla pero
con una gran parcela cuidadosamente ordenada. Sin duda el propio morador de
aquellos dominios se encargaba diariamente de su cuidado. Un pequeño porche a
la entrada le recordó los de Puerto Viejo. Al comentarlo aquel anciano recordó
que había amarrado en varias ocasiones su barco en Limón. Ese país le embrujó,
allí conoció a una nativa de una belleza extraordinaria. Contaba con
escasamente diecisiete años, él estaba a punto de cumplir los 30 era su primer
viaje como capitán de navío. También coincidía con su primer encuentro con
aquella criatura con la que pasó dos veladas increíbles. Estudiaba y regentaba
una parada de frutas y refresco en la carretera nada más entrar en la localidad
de Puerto Viejo viniendo de Cahuita. Pero ese primer encuentro se produjo en
Limón. En su segundo viaje cinco años después, al disponer de dos días en
puerto para descargar y cargar mercancía le estuvo buscando. Pero al no
localizarla optó por alquilar un vehículo y desplazarse hasta Puerto Viejo.
Encontró el chiringuito del cual era la propietaria pero había salido en esa
fecha del país. Ester dejó que aquel anciano se explayara a sus anchas pero
todo daba a entender que se trataba de su ti a Maureen. Aquel anciano no paraba
en su relato. Esa mujer le había tocado el corazón y por fin cuando logró
localizarla diez años después de su último intento se había casado con un
muchacho y tenía dos niños.
Recuerdo
que estuvo tierna, con una dulzura que me encogió el corazón. Cuando nos despedimos
me dio un beso que aún conserva mi corazón
Las lágrimas resbalaban por la arrugada
fisionomía de aquel pescador. Ester se emocionó sin duda aquel hombre
conservaba ese amor, teniendo la convicción que al igual que Vicente o su
abuelo serían fieles hasta la eternidad. Cuando calmó un poco sus emociones
preguntó.
Maureen,
era su nombre ¿Verdad?
Aquel anciano pescador no recordaba haber
pronunciado su nombre.
¿Cómo
aquella niña pudo averiguar su nombre, si no lo pronunció en todo su relato?
En tono irónico respondió que era capaz de
leer los corazones y en el suyo aparecía escrito y con grandes letras su
nombre. Pero casi al mismo tiempo le aclaró las circunstancias. Maureen era su
tía. Nativa de los Bribris y entregada a esa gente en cuerpo y alma. Viajaba
por toda la zona montañosa de Talamanca para atender a los indios que requerían
asistencia sanitaria. Se doctoró en medicina y se especializó en medicina natural.
Trabajando mano a mano con sus padres en ese apartado de la medicina. No podía
dar crédito a lo que había escuchado pero ahora se daba cuenta que entabló
conversación con ellos sin el menor reparo, cosa que no había hecho hasta la
fecha. Sin duda esa niña le transmitía las ondas de su tía.
Por fin la presencia de Rafael en la
dirección que le habían proporcionado se presentó requiriendo alguna
explicación. Pasaban más de dos horas de las acordadas para estar de regreso en
el hotel. El viejo capitán salió en defensa de los jóvenes y poco a poco
aclararon las circunstancias. Se habían metido tanto en toda esa historia que
olvidaron el tiempo y las responsabilidades. Se despidieron quedando aquel
hombre en conectar con ella por medio del correo electrónico. Nunca le había
gustado mucho los ordenadores pero a la mañana siguiente se instalaría uno en
su casa y contrataría una conexión para hablar con la joven. Además le prometió
que después de hablar con su tía le proporcionaría, con su consentimiento, su
correo. Abrazado a esa mujercita le juro que no abandonaría este mundo sin
volverse a encontrar con su tía.
Ester contemplaba, desde el taxi que los
conducía junto a Rafael de nuevo a su hotel, a ese viejo lobo de mar.
Emocionada por la inmensa ternura de aquel anciano. La expresión de su rostro
le enterneció. Seguro que le habría gustado seguir conversando con esa pareja.
Pero ella también habría dado lo que le hubiesen pedido por seguir charlando
con aquel personaje.
Nada más llegar al hotel el jefe de la
expedición pidió a Rafael hablar con la pareja. Al técnico no le hizo mucha
gracia pero al fin y al cabo era el responsable de la delegación. Llamó a sus
pupilos y le confirmó el deseo de Don Diego de conversar con ellos. De
inmediato Ester desveló lo que se les avecinaba, captando el desacuerdo de
Rafael con aquella charla. Pero aguantaría para no dejarle mal.
En un salón reservado el directivo sentó a
los dos jóvenes mientras él de pie comenzó a lanzar por su boca todo lo que se
le ocurrió.
Sois unos
irresponsables por jugar con el dinero de los españoles. Vuestro comportamiento
debía suponer la expulsión de la olimpiada. No me esperaba esa falta de
responsabilidad en unos atletas de alta competición.
Aquel sermón duró cerca de una hora. Vicente
pero especialmente Ester le hubiera gustado replicarle cada una de sus
afirmaciones, pero se contuvo, cuestión que le extrañó y mucho más a Rafael.
Pero sabía que aunque su preparador se contuvo de decirles nada, lo había leído
a la perfección y no quiso comprometerle. Luego antes de recogerse en sus
habitaciones el técnico se abrazó a los jóvenes. No pronunció ni una sola
palabra, pero captaron de inmediato que aquel directivo era demasiado clásico.
No cenaron pero aquel viejo capitán les había sacado unas pastas típicas de la
zona y unos refrescos por lo que tampoco les supuso mucho sacrificio. A partir
de ese día tuvieron muy en cuenta cumplir a rajatabla los horarios y las
ordenes de la delegación.
La última semana de Mayo, las informaciones
meteorológicas anunciaban una semana de temporal y ni siquiera las barcas de
pesca debían abandonar los puertos. Vicente, alegando que tenía que estudiar y
Ester, que deseaba seguir con su rutina de buscar información no se incluyeron
en la lista para la visita turística programada. Rafael se ofreció para
quedarse con los muchachos en el hotel y acompañar a la menor en su estrategia
de información. Ese mismo lunes, al abandonar el grueso de la expedición el
hotel, se conectaba con el viejo pescador. Aquel anciano se emocionó tras
varias horas siguiendo las instrucciones escritas de aquella joven para poderse
conectar por videoconferencia. El programa que instaló fue el Skype y cuando
pudo conversar pero especialmente verle por primera vez quedó impresionado.
Ester le pidió que invitara a su casa a gente de la mar que le pudiera dar
información sobre la zona donde se disputaría la olimpiada y se acercarían para
conversar. Aseguró reservar unos momentos para hablar de otros asuntos. El viejo capitán le confirmó ponerse de
inmediato manos a la obra. El jueves a desayunar invitaría a sus compadres para
disponer de todo el día para que se informara bien si precisaba todo ese
tiempo. Convencido que conseguiría toda la información deseada al igual que él
podría tener información de primera mano sobre Maureen. Nada más colgar, Ester
se puso en contacto con Costa Rica y advirtió a sus primos que al día siguiente
a la misma hora deseaba poderse conectar con Maureen. Deseaba darle una
sorpresa al viejo lobo de mar. Y al mismo tiempo sorprender a su tía al ponerle
con aquel personaje en directo el jueves cuando se encontrara en su casa. Iba a
colgar cuando sus primos le detenían, su madre entraba en ese mismo momento. No
desveló nada asegurando que el jueves sobre las veinte horas en Costa Rica,
aproximadamente las 10 de la mañana en Nueva Delhi se conectaría para darle una
sorpresa. Intentó averiguar alguna pista sobre el asunto que le preparaba su
sobrina. Hablaron de su caminar día a día y le deseo los mayores éxitos en la
olimpiada. Todo el pueblo Bribri estaría pendientes de su actuación. Antes de finalizar la videoconferencia le
pidió permiso para darle su dirección de correo a una persona que se la había
pedido, pero con la condición que no supiera de quien se trataba hasta que se
pusiera en comunicación con ella. Le extrañó mucho que su sobrina fuera tan
poco directa, siempre iba al grano y nunca andaba con secretitos. Por otro lado
muy común en jovencitas de su edad. Pero le hizo tanta gracia la nueva Ester que
le dio permiso para lo que quisiera. Consciente que nunca le pondría en un
compromiso. Se desearon lo mejor y tras colgar Ester se puso en contacto con
sus padres. En un principio pensó contarle a su madre lo de aquel capitán de
navío pero prefirió indagar por su cuenta. Inició un interrogatorio a su madre
sobre gente que pudieron conocer su tía y ella cuando contaban con diecisiete
años. Su madre se quedó tan sorprendida o más que su querida “hermana”
¿Habían
cambiado a su niña, a que santo tanto rodeo?
Consciente que buscaba algo, pero lo que le
alucinaba era el cambio en su estrategia de presentar las cosas. Siempre había
sido directa. Le aseguró que en esos tiempos solo pensaba en su abuelo lo amaba
como nadie haya podido amar a un ser humano, hasta que llegó su padre y
consciente que Julián era ese amor no solo prohibido, sino imposible por su
escala de valores. Estaba entregado en cuerpo y alma a su Anki. De Maureen que
le podía contar de aquella alocada hermana. Tonteó con infinidad de muchachos, era
una preciosidad de mujer y lo seguía siendo. Amén de tener un imán con los
muchachos y no tan muchachos. Hombre que se cruzaba con ella se quedaba
prendado y la seguían a todas partes. Le contó que también se enamoró de Julián
pero ambas eran conscientes que ese hombre se reservaba única y exclusivamente
para su Anki del alma. Dándole vueltas a su objetivo volvió a la carga.
¿Tú o ella
nunca tuvisteis relaciones o tonteasteis con algún extranjero?
Yo desde luego que no. Pero te aseguro que
tu día seguro que con más de uno.
Le aseguró que conoció a multitud de
norteamericanos, varios canadienses, alemanes, holandeses, mexicanos e incluso
mantuvo un idilio con un capitán de navío hindú.
¿No me
digas que también anduvo con un hindú?
Fue escuchar lo de capitán de navío e
inmediatamente lanzar la pregunta ingenua. Su madre sonrió asegurando que
incluso le buscó unos años más tarde. Pero Maureen se encontraba en España
conmigo. Luego el abuelo nos informó que le andaba buscando aquel capitán que
le doblaba en edad. Pero aunque las dos le preguntamos lo cierto es que el
abuelo poco desveló de aquel encuentro con el marinero.
Solo les confesó que mantuvo una larga
conversación incluso le invitó a navegar en el catamarán. Durante esas horas,
juntos convenció a esa persona que pretendía algo que no era posible. Nos
conocía demasiado bien a mamá y a tu tía, convencido que aquel marino de seguir
por ese camino sufriría las consecuencias de la locura de una adolescente. Lo
cierto es que el abuelo quedó gratamente impresionado con aquel personaje.
Comprendió perfectamente que aquella criatura no sentía lo mismo que él.
Consciente que también sufriría cuando se diera cuenta hasta qué grado aquel
maduro hombre estaba prendado de ella.
Su madre le aseguró que seguramente en el
legado que le había dejado en la cabaña habría sin duda algún escrito sobre
aquel marinero, pues le vio escribiendo sobre el personaje. El mismo Julián se
lo confirmó a su regreso a Costa Rica, aunque no desveló su contenido. Cuando
por fin logró colgar el teléfono, comenzó a pensar quien podría enviárselo para
leerlo antes del jueves. A sus primos no se lo podía pedir seguro que lo leían.
De pronto se iluminó. Si había alguien discreto hasta el infinito ese era Pedro
el compadre de Julián. No lo pensó dos veces y le llamó al celular. Era incapaz
de negarle nada a esa niña por ello fue a la cabaña subió a la bóveda abrió la
caja y sacó la de color azul. Conectó con Ester de nuevo y con la información
que le dio consiguió localizar aquella misiva que su pequeña le pedía. Tomó la
carta se fue a Limón sacó billete en la avioneta y se trasladó hasta Santa fe
para buscar una empresa de entrega rápida y urgente para que aquella misiva
pudiera estar antes del jueves en la India. Le cobraron un dineral pero por la
niña era capaz hasta de vender su casa. Le aseguraron que le llegaría el
miércoles de noche o a lo más tardar el jueves antes de las ocho de la mañana.
Cuando cumplió con su misión y antes de tomar la avioneta de regreso telefoneo
a su princesa asegurando que tendría lo que le había pedido en el plazo
solicitado. Cuando Pedro le contó toda la odisea sentía remordimientos de
habérselo encargado. Estaba segura que si ninguna empresa le hubiera asegurado
su llegada en los márgenes que pidió hubiera buscado una combinación para
entregársela él personalmente.
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