viernes, 15 de noviembre de 2013

UN AMOR NACIDO CON LA CREACIÓN-SEGUNDA PARTE-ANDREA-CAPITULO XV-FIN DE LA DEUDA

   CAPÍTULO XV

  

                           FIN DE LA DEUDA.





 Cuando durante la cena la pareja inició la conversación sobre los pagos pendientes se encontraron con una nueva sorpresa. El cabeza de familia pasaba al paro, le habían despedido la tarde anterior. De inmediato Julián se puso en contacto con su padre y al día siguiente se personaba en la pequeña población.

   Fue entrar por la puerta y se lanzó a sus brazos llorando. Sabía del cariño y aprecio que le tenía pero ese acto de ir en su auxilio sin ser para él directamente le emocionó profundamente. Cuánta razón tenía  cuando miles de veces, comentaba que el cariño, el amor, la amistad se demostraban con hechos. Finalizados los saludos, le comentó que venía a resolver dos cosas. La primera un puesto de trabajo para el señor de la casa La segunda liquidar la cuenta con el banco, era un préstamo sin intereses y a pagar según el mes y las circunstancias del mismo. Sabía que Julián no le gustaba que se diera algo sin un esfuerzo por parte del que recibía y su padre sabedor de ello concretó con aquella familia,  la de su hijo, los términos de aquel préstamo.

   Los dos hombres subieron al vehículo para tomar rumbo a la capital belga. Allí su compañía de construcción había iniciado los trámites para la construcción de una gran urbanización de lujo. Precisaba personal de confianza para organizar el papeleo con las diferentes administraciones y ponerse de inmediato manos a la obra. Pasaron el día en Bruselas y tras varias reuniones regresaron a casa con la primera parte resuelta. El lunes siguiente comenzaría en su nuevo puesto de trabajo. Aquella familia no sabía cómo agradecer todas las atenciones, mientras que en broma comentaba.

 

   “Ya tienen bastante con pelear con ese rebelde. Creo que salen perdiendo” 

   Acompañó a su padre con Anki al hotel donde se hospedaría esa noche. Pues a la mañana siguiente quería dejar resuelto el problema de aquella familia con el banco y luego volaría a España para estar a comer en Madrid.

  No solo saldó la deuda, dejó ingresada una fuerte cantidad para poderse defender hasta cobrar el primer sueldo. Si bien la intención verdadera era la de disponer capital para reformar un poco aquella casa.

   En el acantilado paseaba la pareja cuando Anki le preguntó.

 

   “Te quieres casar conmigo”   

 

   Julián se giró mirando incrédulo a su compañera e inmediatamente sin darle tiempo a reaccionar manifestó.

 

“Creía que estábamos casados desde la creación” “Pero si deseas tener una gran ceremonia no seré yo quien me niegue”

 

   De inmediato replicó.

 

   “Lo único que quiero es estar a tu lado, preparar una boda nos tendría demasiado ocupados y el Señor sabe perfectamente que nos unió el mismo día que se inició la creación. Solo quiero estar junto a ti. Y me alegra saber qué piensas igual”

 

   Un beso cargado de toda la química selló aquella pequeña conversación. Luego amarraditos pasearon por aquel mágico lugar. Aprovechando el paseo para comunicarle que no iría al liceo hasta que se encontrara con fuerzas. El ir a clase le privaría del tiempo para estar junto a él. Asintió a sus pensamientos pues coincidían al cien por cien. Sus mentes se habían sincronizado, las ideas, reflexiones y razonamientos salían al mismo tiempo de ambos.  Cuando comenzó a caer la tarde regresaron. En el recorrido, vecinos y comerciantes, les resultaba familiar aquella pareja. Portadora de una felicidad sin límites y siempre amarraditos, como si temieran perder a su pareja. Los saludaban y con esa espontaneidad respondían al saludo. Pronto averiguaron el drama de aquella pareja y los corazones se les enternecían al verlos pasar. Alguna, algo más sensibles que otras, al verlos pasar se refugiaban para dar rienda suelta a sus lagrimales.

    Por fin llegó el sábado, la fiesta estaba montada por todo lo alto. En la granja el padre de la anfitriona se esmeró para que todo estuviera en orden y fuera un autentico éxito la celebración del aniversario de la niña de la casa. Anki, junto a su amiga y Julián pasaron la mañana en el columpio de la piscina. Sobre el artilugio pendular donde él le proporcionaba la energía para el balanceo, permanecieron conversando las dos amigas.

   Llegó la hora de la equitación. Anki, alegando que no se encontraba bien, no se acercó al picadero y aunque intentó que Julián fuera, éste se negó a separarse. Aquel español fue el centro de atención de las jovencitas que no repararon en lanzar las mil tonterías de rigor, permaneciendo distante pero educado. Mientras que Anki se sentía segura y orgullosa del que le había robado el corazón. Comieron, escucharon música, bailaron y tras reposar un poco la comida fueron a buscar una discoteca donde finalizar la tarde. Anki se encontraba cansada y optó por apoltronarse en un rincón junto a Julián, donde pasaron la tarde contándose sus vidas. Le hablo del palacete en Donostia. Para él suponía lo que el acantilado era para ella. Hablaron de la posibilidad de desplazarse algunos días y conocerlo. Ella se hubiera ido en ese instante pero notaba que las fuerzas le faltaban. No comentó nada. No quería preocuparlo pero si se recuperaba no dudaría en proponérselo.

  Fueron los primeros en abandonar la discoteca, estaba cansada y Julián le tenía sin cuidado el lugar. Con estar juntos le bastaba. En un principio pensó en no cenar, pero sin duda los pondría en guardia y alegando que había comido mucho ese día se tomó un vaso de leche. Él le acompañó para retirarse a la habitación una vez tomada la leche.

   Ese lunes tras regresar del trabajo el jefe de la familia comentó que había estado viendo una vivienda cercana a su puesto de trabajo que pertenecía a la empresa y se la dejaban a un buen precio. Anki mostró su deseo de permanecer allí cerca de su acantilado pero que si era una oportunidad que no la desperdiciaran. Aprovecho la ocasión para independizarse, aquella casa suponía mucho para ella y poderla compartir con su amor a solas sería el escalafón para sus últimos días. La idea les gustó a todos pero mientras su hija no se recuperase un poco más no deseaban dejarle sola.

   Una nueva sesión de quimioterapia, de nuevo separados. Ella comenzó a emplear ese tiempo que aquellos sanitarios le robaban para escribir unas hojas donde poder expresase. Sería el legado que le dejaría cuando el Señor tras su generosidad de seguir manteniéndole con vida se la llevara. Esos escritos servirían para comunicarse de nuevo con su amor pero especialmente levantarle el ánimo. El premio que habían recibido era demasiado grande y sin duda tendrían que compensarlo de algún modo. Julián pasaba esas horas con su prima y se interesaba por todo lo que hacía con esas personas con dificultades para desplazarse.

   Una vez salvada la situación económica, todos los esfuerzos del matrimonio se volcaron en la pareja. Adoraban a Julián, no por lo que les supuso a nivel económico, aquel joven era un ejemplo para cualquier muchacho o muchacha. Las amigas de Anki y sus familiares lo adoraban, siempre estaba dispuesto a colaborar o ayudar a los demás. Eso sí, sin soltar a Anki de la mano. Solo la quimio los separaba y ella en más de una ocasión estuvo tentada a dejarlo. Pero consciente que era una posibilidad, muy remota, pero al fin y al cabo una posibilidad de luchar y tratar de vencer a la enfermedad. De lo que estaba segura es que jamás lo hubiera hecho por ella. Pero al observar la ilusión y la esperanza de su madre de ganarle la batalla al cáncer. Aceptó proseguir con el tratamiento.

   Se aproximaba Navidades y suplicó a los médicos que la sesión que le tocaba ese mes la pospusieran para después de las fiestas. De lo contrario no podría disfrutar de sus últimas Navidades. No comentaron nada pero sabían casi con certeza que a las siguientes no llegaría. Cada vez las fuerzas le iban abandonando por ello decidió que tras pasar las Navidades en familia, viajaría con Julián a Donostia para conocer aquel rincón del que estaba enamorado. No les hacía mucha gracia a sus padres pero fue el deseo y la petición como regalo de Navidad. De inmediato pensaron cuando les solicitó pasar el verano en España y pudo conocer a Julián. Sin duda era la causa que siguiera con vida, pues las previsiones de los médicos cada vez eran menos alentadoras. Su madre pensó que tal vez de nuevo al estar con él una semana, era lo que tenían previsto, volvería a levantar los ánimos y las ganas de vivir. No en balde las vacaciones de verano mejoraron a su niña.  El segundo día de Navidad la familia de Julián al completo se presentó para felicitar las fiestas y se mantuvieron dos jornadas en la localidad. Cuando su hijo les confesó que iban a ir a Donostia quisieron apuntarse para acompañarlos y poder estar unos días más con su hijo. De inmediato les quitó esa ilusión. Era su viaje de novios y querían estar solos. Con asombro preguntaron si se habían casado sin avisarles.

   Mamá tu sabes que el Señor nos casó con la creación.

   Sonrió. Les hubiera gustado estar con su hijo pero comprendían perfectamente a la pareja. Anki la notaron bastante desmejorada desde la última vez que la vieron, así como eran conscientes que su hijo se había percatado perfectamente de ello. Sin duda deseaba pasar una semana completamente solos. No volvieron ni a mencionarlo y pasaron dos días maravillosos en familia. Aquellos holandeses eran buena gente y desde luego se desvivieron por atender, por qué no decirlo, a su familia. La hermana de Julián estuvo callada y discreta cosa que su hermano se lo agradeció. Sabía lo que iba a sufrir cuando ella no estuviese y por nada del mundo le estropearía los últimos días.

   Sus padres y hermana los fueron a recoger al acantilado y se quedaron unos minutos disfrutando de aquel paraje salvaje, violento y al mismo tiempo relajante.

   Fueron al aeropuerto de Bruselas toda la familia. Pues el padre de Anki trabajaba ese día y su mujer fue con ellos para despedir a la familia y especialmente a su pequeña. En el aeropuerto alguna lagrimilla se le escapó a los padres de ella y de inmediato se encontraron con todo el
apoyo de la pareja que los abrazaban.

   Mientras sus padres y hermana se dirigían a la puerta de embarque de su vuelo a Madrid, ellos hacían lo propio para San Sebastian. La felicidad iba reflejada en sus rostros, pero la preocupación iba por dentro. Conscientes de las pocas fuerzas que le iban quedando. Él sintiendo por medio de las ondas que se transmitían ese proceso de desintegración de todo su organismo. Estuvo especialmente cariñoso, se movía a su ritmo para evitar que ella se acelerase para disimular, lo que era imposible. Le invitaba constantemente a sentarse, conocedor del esfuerzo que hacía.

   Una vez en vuelo, quitaron el reposabrazos que los separaba, se desabrocharon los cinturones y ella lo abarcó por la cintura y apoyó su rostro en sus pectorales, las rodillas dobladas sobre el asiento y su trasero casi fuera del mismo. Alzaba su mirada para contemplar a ese muchacho que le había arrebatado el alma. Cuando él cruzaba su mirada sus labios se rasgaban por la comisura de los labios y esa expresión cargada de todo el amor que rodeaba a la pareja se mostraba con generosidad. Todo el que pasaba y los observaba pensaban lo mismo.

 

   “De viaje de novios no hay duda” 

 

   A decir verdad no se equivocaban mucho. De pronto ella rompió ese silencio de palabras, no de conexiones de uno con el otro que se producían incluso cuando dormían, para lanzar un ruego. Sabía que no le quedaba mucha vida y deseaba que esa separación obligada, hasta que se reunieran los dos no fuera tan penosa para él.

 

     “Me has de prometer antes de que el Señor me llame que buscarás una mujer que te cuide. Eres de…”

 

   Sus labios fueron silenciados al encontrarse con ese premio Nobel que él comentaba que le daba cada vez que se besaban. No pudo evitar unas lágrimas, de inmediato una de sus manos la recogían como la miel de un panal y las depositaba en sus labios para saborear la dulzura de su amor. De inmediato ella sonreía y abrazándose con todas las fuerzas que le quedaban prolongaba ese cambio de químicas para embriagarse de él.

  Al separarse intentó de nuevo proseguir, pero tuvo que renunciar, de nuevo sus labios se refrescaban con los de su pareja y todo lo demás no importaba nada.