miércoles, 30 de abril de 2014
UN AMOR NACIDO CON LA CREACIÓN- SEGUNDA PARTE- ANKI- CAPITULO-XV- FIN DEL VIAJE
CAPÍTULO DÉCMO QUINTO
FIN DEL VIAJE
El transporte público, un taxi esperaba ente la entrada al hotel a la
pareja de Andrea y Julián. Lo solicitaron para encaminarse a la casa taller del
pintor que conocía el maestro. Varios de
los cuadros que adornaban el palacete en San Senbastián pertenecían al artista o
a un amigo.
El vehículo se detuvo en una estrecha calle y les indicó por donde
deberían acceder para encontrar la dirección pues eran calles peatonales de un
encanto que se transmitía nada más bajar del vehículo. Se percibía un aroma, un
sonido, un ritmo diferente al del resto de la ciudad. La gente que se movía por
ese barrio era dispar, desde el traje hasta los harapos se mezclaban y
conversaban dentro de una naturalidad pero especialmente de una familiaridad
que principalmente a Andrea le
impresionó. Al llegar a la dirección el local estaba abierto de par en
par, entraron con prudencia. Habían solicitado permiso pero al no recibir
contestación optaron por adentrarse en su interior. Cruzaron varias puertas y
por fin dieron con una sala donde una modelo de un cuerpo increíble posaba
completamente desnuda recostada en un diván ante la observación del artista que
mancha tras mancha plasmaba sobre un lienzo mantenido por un atril. Ante el
saludo de los visitantes el artista sorprendido se giró y al reconocerle
exclamó al tiempo que se abalanzaba sobre el personaje y se fundía en un
abrazo. Mientras se producía la muestra de afecto observó la mirar de su joven
acompañante. Se quedó un poco indeciso ante la actuación del artista, pues no reaccionaba
y continuaba abrazado a él. Por fin separándose, el artista comentó.
-Esa mirada tiene magia. ¿Posara para mi señorita?
Se la presentó como lo que era, una alumna y pronto entablaron una
estrecha conversación. Previamente advirtió a la modelo que esa jornada habían
concluido el trabajo, le llamaría cuando estuviese dispuesto a continuar. Le
abonó una cantidad para regresar con sus invitados para proseguir la iniciada
conversación. Tenía una edad similar a la de Julián, prendándose especialmente
de la joven acompañante de su amigo. Pronto comprendió que aquella criatura
portaba la magia del Caribe. Era un enamorado de Costa Rica y especialmente de la región de procedencia
de Andrea, sin que se lo dijeran adivinó la nacionalidad de la joven y al
cantón al que pertenecía. Asegurando que en ningún otro lugar del mundo había
observado la magia y el encanto de la mirada de las nativas de Limón. Ella
disfrutó preguntando mil detalles y curiosidades que tenía sobre la técnica de
la pintura y él le interrogaba sobre lugares que había visitado. Al enterarse
que Julián también estuvo por esos parajes trato de contrastar toda la magia
que él se trajo de sus viajes al país centro americano. Almorzaron en un local
perdido en el barrio de los artistas, pequeño, acogedor, con poca iluminación y
con una selección de música relajante que les proporcionó una velada
encantadora. Por la tarde regresaron al estudio y el comenzó a esbozar un
retrato de la joven. Le obsesionaba esa mirada dulce, picarona, profunda, que
conseguía desnudar a uno interiormente. Cualquier cosa que deseara esa joven
preguntar conseguiría una respuesta inmediata y sincera.
Julián rompió la magia surgida entre el artista y Andrea era hora de
reunirse con el grupo para asistir al musical. No se lo pensó mucho y aquel
artista les acompaño, deseaba platicar como dicen por esas latitudes con la
joven, descubrir nuevas rutas, nuevos lugares de aquellas tierras que le habían
enamorado. Conocía también a Maureen pues le cautivaron sus ojos pero
especialmente esa mirada. Hacía tres meses que comieron y compartieron juntos
una velada parecida a la vivida ese día. Cuando Julián comentó la casualidad el
artista le hizo callar casi de inmediato, como si le hubiera ofendido o atacado
personalmente. En tono aun enfadado le comentó que no entendía nada. Que en
realidad no había descubierto Costa Rica, y muchísimo menos había captado la
magia del cantón de Limón. Ni los misterios y embrujos de Puerto Viejo de
haberlo hecho jamás habrían hablado de casualidad. Cuando la magia alcanzaba a
cualquier ser aunque no fuera de la tierra desde ese instante era consciente
que las casualidades no existían. La magia y embrujo de esas tierras los unía.
Pretendía entrar en el hotel y seguir platicando con Andrea pero Julián
no quería intervenir directamente y lo comento con una de las profesoras que
les acompañaban en el viaje y ésta se encargó de que desistiera aquel
personaje. El alumnado debía recogerse en sus habitaciones. Pretendió averiguar
donde estarían al día siguiente y la profesora se puso en su papel de tutora
asegurando al personaje que si lo veía merodear por el hotel llamaría a la
gendarmería.
La jornada que les aguardaba era de picnic y el hotel les proporciono la
comida. Visitarían y convivirían todo ese soleado día en el bosque de Bologne
realizando diversas actividades, entre las que destacaron el piragüismo y
deportes de orientación. Concluida la cena en el restaurante, de los huevos
fritos con patatas, terminarían el día en el Sena para dar el viaje en barca. A
la mañana siguiente dejaban la capital para partían hacia los Alpes en concreto
harían noche en Annency.
Habían cenado tras un día de ejercicio y movimiento la jornada en el
bosque había sido movidita y la actividad física predominó sobre el resto.
Estaban muy cansados y aguardaban a la llegada del barco. La profesora que se
enfrentó al artista estaba sentada junto a Andrea y dos compañeras más en un
banco público aguardando la llegada del transporte acuático mientras
recuperaban sus casadas piernas. Un grupo de siete indeseables se cruzó con el
grupo e inquietaron a los jóvenes. A uno le quitaron el halado que estaba
tomando y ante su protesta se llevó un buen empujón. A una chiquilla le robaron
la gorra que llevaba. Uno de ellos el que parecía que comandaba el grupo se
aproximó al banco donde descansaban la profesora y las tres adolescentes. Sin
previo aviso colocó su mano en el pecho de la maestra mientras lazaba sus
impertinencias, ésta reaccionó y le soltó con la mano cerrada un puñetazo en
todo el rostro. De forma desmesurada comenzó a golpearle hasta la intervención
rápida de Julián, propinando al indeseable una patada entrepiernas que lo
derribó. Inmediatamente se personaron sus camaradas y comenzaron a rodear al profesor En perfecto
francés, comenzó a ironizar y ridiculizar al grupo.
¿Si sois tan
hombres como os creéis no tendréis inconveniente en enfrentaros uno a uno a un
viejo?
El pelota del grupo, fuerte como un toro, pero con capacidad mental de
un bebe detuvo a sus compañeros y le plantó cara. Las clases y cursos de artes
marciales le sirvieron para aprovechar la fuerza bruta de aquel gorila y
ridiculizarlo uno tras otro ataque. Hasta que con un movimiento rápido sin
prácticamente tocarle lo redujo atando pies y manos con el cordón de una de sus
deportivas, al más puro estilo tejano con su res. El resto se abalanzó sobre
él. La rapidez de reflejos le permitió salir de la primera embestida y dejar a
cuatro tocados al chocar sus cabezas una contra otra, con tal virulencia que
quedaron noqueados. La pareja que quedaba andaban algo doloridos pero habían
evitado el choque. Se miraron y emprendieron la huida como dos poseídos. El
jefe del grupo se había recuperado algo y ni corto ni perezoso ante la
habilidad de aquel viejo opto por sacar un arma blanca y amenazar a Andrea
colocándole el filo de aquella arma en el cuello de la alumna. La tensión
aumento. Julián comenzó a mediar para rebajar el pronto y evitar una desgracia.
Aquel salvaje deseaba ante todo salvar su dañado ego, y propuso soltar a la
joven si le prometía permanecer quieto hasta que le propinara un golpe. Aceptó
y mientras retiraba su mirada, Julián protegió sus partes con sus piernas.
Aquel salvaje soltó a la joven y a la carrera le devolvió el golpe para huir corriendo.
El impacto fue grande desequilibrando al maestro pero no le causó daño, en ese
instante había protegido sus vergüenzas. Profesora y alumna fueron de inmediato
a atenderlo pero les tranquilizó soltando una de sus paridas.
- No os preocupes
la última vez que me los trasplantaron los pusieron de plomo.
Nunca llegaría a comprender aquel maravilloso hombre. Cuando la policía
se personó solo quedaba el grupo en el lugar. Tras las oportunas aclaraciones
subieron a la embarcación con los profesores, salvo Julián que acompañó a la
gendarmería para declarar lo sucedido. Informando del hotel donde se hospedaban
por si deseaban tomar otras declaraciones a testigos presénciales.
Los monumentos, los puentes, las luces, el espectáculo del viaje en barco
quedó en segundo término todos comentaban y conversaban sobre el incidente y
especialmente la actitud de su profesor. Aun los tenía bien puestos comento
alguno. Andrea andaba junto a la maestra que inquietaron aquellos pandilleros y
conversaban, como no, sobre Julián. Cuando aquella adolescente le contó la primera etapa de su vida se quedó atónita.
Ahora comprendía muchas cosas. Pero aquel profesor había sido una tumba durante
los veinte años que llevaba compartiendo enseñanza con él en el centro educativo.
Ya les impactó tras la visita a los museos, pero ahora al escuchar su historia
admiraba más a su compañero. Por si fuera, fue el único de todos los presentes
que presentó cara a ese grupo. Acudiendo en su ayuda ante aquel salvaje. Quiso
indagar algo más sobre él y preguntó si había salido con alguna otra mujer
después de aquel desagradable suceso de su juventud. Andrea no lo sabía con
certeza pero estaba convencida que nunca estuvo con otra mujer. Lo conocía lo
suficiente como para estar convencida de ello. Una vez David un muchacho de
bachiller con el que había tenido ella una relación romántica le confesó que
hablando sobre temas de sexo Julián con su característico humor, e ironía que
solía utilizar le comentó que él la única independencia que conocía era en el
sexo. Cuando las hormonas le picaban se iba con la alemanita. La maestra con la
inocencia típica de una persona mayor con poco mundo pregunto cómo era aquella
alemana o si se trataba del mote de alguna fulana. Andrea comenzó a reír y
aquella maestra extrañada le preguntó de nuevo. Andrea hizo el gesto de la
zambomba al tiempo que repetía ¡Ale manita! ¡Ale manita! Fue entonces cuando
cayó en la cuenta y comenzaron a reír de tal forma que todos se giraron hacia
la pareja y uno de los chicos del grupo, aprendiz de su maestro, al ver el
gesto de Andrea gritó.
Yo primero. Yo primero.
Las risas inundaron la embarcación y Andrea soltado un:
¡Qué cerdo que
eres!,
Se sonrojó. Más de una vez le
recordarían los chicos a su compañera el incidente de esa noche.
Llegaron al hotel y fueron directos a la cama. Ya tenían a la tropa
recogida cuando la profesora rogó conversar con él. Trató de eludir mientras
comentando que la acción de esa noche no tenía la menor importancia. Pero
insistía que no quería hablar del tema de esa noche. Por supuesto que estaba
muy agradecida por la acción pero deseaba tratar otro asunto. Bajaron a
recepción, en la cafetería, se sentaron, pidieron unos cafés produciéndose un
silencio profundo. No sabía cómo iniciar aquella charla que había solicitado.
Era de los compañeros que más atacaban en las intervenciones de Julián en el
claustro y la más crítica por su “desprecio” hacia la independencia del País
Vasco. Consciente que dominaba el euskera como pocos profesores pero era el
único que daba siempre sus clases en castellano. Así como siempre que la banda
cometía una “acción de guerra” como solía denominar ella, la criticaba
duramente en todas sus clases. Ahora comprendía un poco mejor a excelente
maestro aunque no compartiera ciertas ideas, jamás incitaba a la violencia,
siempre mostraba a sus alumnos incluso a los más radicales la necesidad del
dialogo para limar distancia entre las personas y sobre todo había que defender
cualquier cosa, con la palabra, demostrando y convenciendo a la mayoría para
lograr lo que se buscaba. Por fin se decidió a iniciar la charla. En primer
lugar deseaba disculparse por su comportamiento con él durante todos esos años.
Julián quiso zanjar el asunto y marcharse a dormir. Pensaba que era simplemente
una manera de agradecerle su actuación de esa noche y a ciencia cierta que le importaba un
comino. Solo actuaba y realizaba algo cuando estaba convencido que debía obrar
así, sin esperar nada a cambio. Ni mirar quien estaba favoreciendo o
perjudicando. Pero la señorita le rogó que le escuchara, luego si lo deseaba
podía irse sin ningún problema. Le fue exponiendo en primer lugar que
desconocía su vida totalmente. Se cuidó de mencionar nada de lo relatado por
Andrea pues la adolescente le suplicó encarecidamente que no le confesara nada.
El monologo de la profesora se extendió durante más de cuarenta y cinco
minutos. Julián escuchaba atentamente y analizaba con serenidad y paciencia la
situación, las palabras, la tensión de aquella compañera de trabajo. Se dio
cuenta de la sinceridad de sus palabras y se alegró de la actitud que iba
mostrando incluso en los temas en los que a ambos les separaba un abismo.
Cuando pensó que se había explicado lo suficiente dejó una pausa que duró cerca
de cinco minutos y luego añadió.
Es todo lo que
deseaba expresarle no pretendo que me entienda o comprenda pero no hubiera
podido dormir de no confesarle lo que pienso y siento después de tantos años de
compañeros y el daño que sin duda le he causado.
Julián sonrió, era consciente que si provocaba una conversación tras el
monologo de aquella profesora se producirían momentos de llanto por parte de
aquella mujer. Había tenido una tarde noche de demonios en la gendarmería con
tantas preguntas. Y todo para nada pues no se pudo identificar ni detener al
grupo de indeseables. Le agradeció su sinceridad, al tiempo que le pedía
disculpas si dejaba para otro día la conversación. Estaba en un momento de su
vida difícil, tenía demasiadas incertidumbres y dudas sobre cómo enfocar su
vida a partir de su viaje a Costa Rica y como había sido sincera, no deseaba
defraudarle con frases y respuestas vacías. Tal vez más adelante pudieran
reanudar aquella conversación y exponer sus pareceres, compartiendo o
simplemente captando la opinión del otro aunque no se compartiera. La maestra
se levantó del sillón y se abrazó a su compañero. El no era muy partidario de
esas muestras cariñosas cercanas pero la aceptó y ambos se fueron a sus
habitaciones a descansar.
Julián andaba moviendo a la gente para que bajaran al comedor a
desayunar. Debían tener todo preparado para nada más terminar esa primera
comida del día, subir a las habitaciones atender la limpieza bucal, visitar a
roca para aguas menores o mayores e inmediatamente con el equipaje cargarlo en
el autobús y desplazarse a su última estación de aquel viaje. Annency. La
entrada de Julián en el comedor fue recibida por todo el grupo en pie y los
aplausos no pararon hasta que su maestro ocupó un lugar en una de las mesas.
Mientras sonreía y el gesto de cabeza mostraba su agradecimiento al tiempo que
expresaba lo que tanto les contaba a su equipo de alumnos.
“No me agradezcáis
nada pues amen de ser mi obligación me quitáis meritos para cuando el Señor me
pida cuentas”
A las dos horas de viaje pararon en una zona de descanso donde habían
quedado con el otro autobús. Allí se reunió todo el grupo y pudieron almorzar o
tomar las típicas cochinadas que suelen vender en esos establecimientos. De
nuevo los comentarios sobre la noche anterior se dieron cita entre un grupo y
otro. Y Julián tuvo que soportar los saludos, las felicitaciones, las
admiraciones, los asombros y demás tonterías como él decía.
La Venecia francesa se veía al fondo, los autocares a buena marcha iban
agrandando la villa hasta que se vieron inmersos en sus calles. Unos veinte
minutos de circulación hasta llegar a un hotel donde tenía reservadas
habitaciones. Una hora de plazo se les dio para ordenar las cosas y bajar al
comedor a cenar. Eran las diecinueve horas, algo pronto pero era la hora que
les habían asignado. Luego quince minutos para coger lo que desearan de las
habitaciones y de nuevo en los autocares hasta la zona de los pequeños canales
junto al lago. La pequeña iglesia gótica
sería el lugar de reunión y todo el mundo debía estar a las veinticuatro
horas de ese día. Las semifinales del campeonato del mundo que se celebraba en
Francia. Enfrentaba a la selección anfitriona con Alemania. Varios alumnos y
profesores principalmente del género masculino se fueron a bares y locales para
ver el partido otros deambularon por las calles para visitar la pequeña pero
encantadora localidad. La victoria de Francia enloqueció las calles y los chicos
se unieron a la fiesta de los lugareños.
Esa mañana tras desayunar y estando a punto de partir hacia Donostia y
reunirse con sus familiares salió corriendo el director del hotel para subirse
al primer autocar. Los profesores, incluido Julián se temían alguna gamberrada
pero cuál fue su sorpresa cuando micrófono en mano felicitaba en un perfecto
español al grupo por su comportamiento. Por su local habían pasado numeroso
grupos de estudiantes de todos los países imaginables, pero hasta la fecha ninguno
había tenido un comportamiento como ellos. Los aplausos se desataron en el
autocar y el director se los devolvió para dar las gracias a los muchachos y
especialmente a sus profesores. Bajó del autocar y entró en el segundo
repitiéndose la operación.
El viaje de regreso se hizo en silencio todos andaban con falta de sueño
y la libertad se les acababa. De nuevo a la rutina diaria, unos a su pueblo
natal a pasar las vacaciones, otros a otras comunidades para disfrutar un mes
en familia y los menos a viajar por el mundo. A Julián le esperaban cuatro
semanas de relax, de paz, de pura vida, pero sin duda con una gran
trascendencia para su futuro.
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