lunes, 14 de abril de 2014
UN AMOR ETERNO NACIDO CON LA CREACIÓN - SEGUNDA PARTES - ANDREA- CAPITULO XIII - E. T. A. LO INTENTA DE NUEVO
CAPÍTULO
DÉCIMO TERCERO
E.
T. A. LO INTENTA DE NUEVO
Se aproximaban las vacaciones de semana santa. Maureen le había pedido que pasara las jornadas de
descanso en Costa Rica. Pero Julián andaba algo retrasado con una investigación
donde había involucrado a alumnos del último curso de la Facultad, habiendo
quedado con ellos esas vacaciones para trabajar intensamente el trabajo que
llevaban entre manos.
Los escoltas le sugirieron que tomara precauciones. Intuían que la banda
podría volver a actuar de un momento a otro. El sábado por la mañana, previo a
la celebración del domingo de ramos, la puerta del palacete requería su
presencia. Sin duda alguien conocido de lo contrario los escoltas le habrían
avisado inmediatamente. Al comprobar por la mirilla, pudo observar a Andrea
llorando. Abrió de inmediato para encontrarse con esa criatura que se lanzaba
en sus brazos, al tiempo que el llanto aumentaba su intensidad. Le abarcó al
tiempo que cerraba la puerta. Abrazada encaminaron sus pasos al salón. Sentados
en el sofá, acurrucada entre los brazos de su maestro proseguía su pena. Dejó
pasar tiempo, esperó a que se calmara y cuando consiguiera el control le
desvelar el motivo de su visita. Sentirse arropada por ese hombre era como
estar con su padre. Siempre comprensivo, siempre atento, fuera la hora que
fuera, jamás escuchó de ningún compañero del centro que les negara una charla
un consejo e incluso una ayuda. Protegida por su profesor recordó como Zulema y
Juan Carlos, al no poder ir al viaje de fin de curso, pues en casa lo estaban
pasando mal económicamente los arropó con su cariño habitual y les aseguró que
el correría con cualquier gasto que les supiera a sus padres aquel viaje. No
iba a consentir, salvo prohibición de sus progenitores que nadie se quedara sin
ir por cuestiones económicas. Recordaba el verano en Costa Rica, como se había
ganado a su gente y como su gente había influenciado en aquel ejemplo. En
infinidad de ocasiones, reflexionando por las noches como le enseñó aquel
personaje deseaba llegar a ser en su profesión como él. Entregándose a los
demás y disfrutar de su trabajo.
Por fin paró de llorar, aun así tardaron en iniciar la conversación. La
música permanecía en el salón a intensidad mínima pero sus notas, compases
mantenían el ambiente sereno y tranquilo.
- ¡Ese cerdo se ha
venido a vivir a casa!
La frase seca, por sorpresa, sin matices, sin aclaraciones la lanzó a la
sala. Ni siquiera se dirigía a Julián. La pronunció sin querer pronunciarla,
pero flotaban las ondas del sonido allí, en el ambiente, en los oídos de
Julián. De nuevo el silencio, de nuevo la pausa, de nuevo la música, de nuevo
más relajada, de nuevo con la mirada perdida. Julián esbozaba una leve sonrisa
que ella no captó, porque no se encontraba allí, estaba en otro lugar, en otra
situación. Estaba sola. Él observaba ese rostro angelical que efectivamente no
se encontraba allí, su alma le había abandonado, llegó a preocuparse pero
aguardó. Para tranquilizarse prestó atención a la melodía que sonaba y se
sumergió en su música, en su letra. Costa Rica se cruzó en sus pensamientos y
de nuevo la visita realizada a aquel nativo en la sierra de Talamanca se
repetía. También se fue de aquel salón, sintiendo como era transportado hasta
aquel lugar de la selva y sentado en aquel tronco conversaba con el tico. Que
pocas palabras se llegaron a cruzar en las casi seis horas que permanecieron
juntos. Cuantos silencios cargados de lecciones, cuantas sensaciones
transmitidas, cuantas ondas circulando de uno al otro. De pronto el timbre de
la puerta los regresó al momento, a la situación, al lugar. Era la madre a la
que acompañaba el socio del padre de Andrea. Tras los saludos expresaron su
preocupación por su niña. Andaban enfrascados en la conversación los adultos
cuando la adolescente sorprendió a todos.
- Déjame quedarme este fin de
semana con mi maestro. Mamá.
Julián fue el primer sorprendido ante la petición de la adolescente.
Cruzó la mirada con la madre y desde luego no le gustó el lenguaje corporal que
expresaba. No abrió la boca y esperó expectante a los acontecimientos que se
avecinaban. Fue la madre quien rompió el momento al responder.
- ¿Crees que es lo
correcto Andrea?
El tono empleado por aquella madre era agresivo, pero no solo hacia su
hija la forma y las miradas que lanzó recriminaban a Julián. Pero quedó ahí.
Silencio hiriente lo rompió el menos oportuno en esos momentos.
- ¿Princesita qué pensaría la
gente si te quedaras a solas con este
Señor?
No había finalizado la frase cuando con lágrimas y una rabia infinita en
su expresión comentó
- Con este Señor como dice estoy
más segura incluso que con mi padre, pero infinitamente más que durmiendo en
casa cuando usted está bajo el mismo…
El bofetón de su madre impidió que finalizara la frase, Andrea se
refugió en su maestro y aseguraba que no abandonaría esa casa. Ante la
situación Julián rogó que salieran de casa que convencería a la joven para que
se fuera. La violencia de aquella mujer saltó y tomando su móvil telefoneo a la
Ertzaintza. La historia se volvía a repetir. Pero protegió a la pequeña ante
los intentos de su madre de llevársela por la fuerza. Y aguardó a las fuerzas
del orden sabedor que le traería más de un problema. Pero lo asumió sin el
menor temor. Nada ni nadie le impediría hacer lo que para él era lo correcto.
Por supuesto que no estaba de acuerdo con la idea de la adolescente de quedarse
en la casa ese fin de semana. Pero otra cosa muy distinta era la utilización de
la violencia para convencer a la joven. Cuando Julián vio a la pareja que
entraba en casa supo que tendría más problemas de los esperados. Uno de ellos
le había increpado incluso de uniforme por sus artículos en la prensa en contra
de la banda terrorista y el ultra nacionalismo. Los dos escoltas se personaron
al ver el movimiento. Tras las primeras declaraciones todos los presentes a
petición de la policía autónoma fueron a la primera comisaría. La pareja estaba
dispuesta a poner una denuncia contra aquel maestro por retención de una menor
sin el consentimiento de su tutora legal e incluso insinuaron en la declaración
la posibilidad de abusos a una menor. Andrea interrumpía constantemente a su
madre ante la redacción de la denuncia y de nuevo un bofetón se estrelló en el
rostro de la adolescente. El oficial que tomaba declaración rogó a la madre
controlar los nervios y mandó a la cría que no interviniese hasta que se le
pidiera declaración. Ante los acontecimientos Julián llamó a su abogado, quien
se personó a los escasos quince minutos. Mantuvo una conversación privada con
su cliente y tomó de inmediato las riendas de la situación. Cuando el abogado
de Julián se aproximaba al oficial encargado de la denuncia, le solicitó una
copia y presentó sus alegaciones pertinentes. Andrea y la pareja tras firmar la
denuncia abandonaron las dependencias de la Ertzaintza. Cuando su pequeña le
juró que como no retirará la denuncia contra su maestro haría todo lo posible
por conseguir que le quitaran la custodia y potestad. Comenzando por las
agresiones de esa noche. La mujer fue consciente de su torpeza al pegarle
delante del oficial del orden. Lanzaba sus amenazas conforme iba a su
habitación y se encerraba en ella.
Julián salía de las dependencias policiales cerca de las veinticuatro
horas, tras quedar en libertad con cargos. En un principio el Juez de
instrucción iba a concederle la libertad sin cargos pero cuando el Ertzaintza,
que había ido a la primera llamada a su casa, le presentó la denuncia que tuvo
hacía unos años, el caso de la nadadora, prefirió esperar para poder comprobar
mejor toda aquella información.
El móvil de Julián sonaba, eran cerca de las ocho de la mañana, jamás se
había levantado tan tarde pero esa noche no consiguió dormirse, pensando por lo
que estaría pasando aquella criatura, hasta cerca de las cinco. Luego cogió el
sueño y el sonido de su celular le despertó. Era su abogado habían retirado la
denuncia y por tanto quedaba completamente libre. La noticia no le quitó la
preocupación y ni corto ni perezoso, rogó a sus escoltas que le acompañaran de
forma visible, tenía la intención de acercarse a la casa de su alumna para
dialogar con la madre. Ambos representantes le aconsejaron, que no era el
momento más propicio para verse con esa gente después de haber retirado la
denuncia. Pero Julián no pensaba en él, le tenía muy preocupado aquella adolescente
y desoyendo los consejos más razonables, a pesar de los pesares decidió
personarse en la casa. Andrea lo vio llegar e intentó avisarle llamando a su
móvil, pero la compañía le negaba ponerse en contacto con ese número. De pronto
el sonido de su celular le sorprendió, se trataba de uno de los escoltas de
Julián rogándole calma de parte de su maestro, solicitando que permaneciera en
su habitación hasta el fin de la visita. De lo contrario podría perjudicar a
Julián. Asintió a todas las peticiones de aquel policía y permaneció expectante
en su cuarto.
Lo que menos se podía imaginar aquella señora era precisamente la
presencia de Julián. En un principio sintió temor, su forma de pensar le hacía
creer que todos podían actuar como ella. Iba con dos representantes de la ley
pues la noche anterior los conoció.
Cuando Julián abandonó la casa aquella mujer quedó desconcertada. Como
podía haber gente tan entregada a los demás, en ningún momento se quejó de su
comportamiento la otra noche. Pero también le dejó un mar de dudas sobre su
pareja. Andrea había acudido a él por algún problema con aquel personaje y
aunque estuviese muy enamorada de esa persona, se debía en primer lugar a su
hija y esta desconfiaba del socio de su padre. Le llamó y le confirmó la presencia
de Julián, comentó algunas cosas de las que habían tratado e hizo especial
hincapié en su marcha escolar de la que estaba muy orgulloso de su trabajo y
dedicación. Estuvo indecisa pero por fin prefirió sustituir sus disculpas por
permitir de nuevo conectar con su maestro. Le levantó el castigo de no
realizar el viaje de fin de curso. Su niña si se disculpó y en su conversación
le contó las sospechas que deseaba relatar a Julián la noche anterior sobre su
pareja. Se abrazaron y tras asearse salió a jugar a la playa un partido de
Vóley que tenía. Fue salir su pequeña y a los veinte minutos se personaba su
pareja borracho como una cuba. Cuando le confesó la presencia de Julián comenzó
a maldecir y a golpearle hasta que consiguió cerrarse en un aseo. Al mirarse al
espejo casi no podía verse, los pómulos, cejas y mejillas tenían tal grado de
hinchazón que le habían desfigurado el rostro. Él se desplomó en la puerta,
consecuencia de la borrachera. Abrió con sigilo la puerta y al verle tumbado
volvió a cerrar de inmediato. Lo intentó de nuevo y cuando se disponía a salir
huyendo algo le asió del tobillo impidiendo el movimiento. Presa de pánico
escuchó los llantos, quejidos y suplicas de perdón de aquel personaje. Poco a
poco aquel indeseable le consiguió convencer con promesas y carantoñas, cayendo
de nuevo en brazos de aquel degenerado.
Julián daba su una vuelta en bici por el paseo de la concha se detuvo
con la intención de estar unos minutos viendo el partido de vóley playa cuando
ante su asombro vio a Andrea. Al cruzar su mirada con su maestro dejó plantado
el partido y corrió hacia sus brazos. Sentados en la valla que separaba la
playa del paseo conversaron sobre lo sucedido. Andrea desconocía el incidente
de su madre. Conversando con Julián recibió una llamada de ella. Se iban a
comer a Irún y no regresarían hasta la noche. Tenía comida en la nevera y podía
prepararse cualquier cosa. Le advirtió que llegarían tarde, debía cenar y
acostarse. Que hablarían el lunes por la mañana.
Ese lunes Julián se fue a la facultad estaba de vacaciones y deseaba
adelantar el trabajo de investigación. Entró en su despacho y comenzó, con sus
alumnos había quedado en verse un poco más tarde. Se sorprendió al ver como la
puerta de su despacho se abría. Instintivamente reaccionó al ver a un personaje
con pistola en mano, le dio tiempo a realizar tres disparos antes que uno de
los escoltas lo redujera. Pero una bala había impactado en su cuerpo. El
revuelo en la facultad fue monumental. Varios vehículos de la Ertzaintza y de
la guardia civil rodearon el campus. Tres jóvenes de la facultad detuvieron a
alguien que huía y de inmediato dos agentes de la secreta, lo esposaba. El
atentado había fallado y los dos elementos del comando fueron apresados. La
televisión daba la noticia en los telediarios de la mañana. El catedrático fue
conducido al hospital por uno de los escoltas y le llevó en el propio coche del
maestro. Previamente había bloqueado la hemorragia producida por una bala que
impactó en la axila saliendo por la parte superior del hombro. Andrea no se
enteró del incidente hasta muy entrada la tarde, pues andaba preocupada por su
madre. No estaba muy convencida que la desfiguración del rostro fuera como
consecuencia de un accidente que sufrieron al regresar de Irún. Su madre no
estaba para viajar y con el compañero de su madre no iría ni al cielo. Llamó
con el celular pero no contestaba, recordó la llamada del escolta y no se le
ocurrió otra cosa que buscarla y ponerse en contacto con aquel policía. Había
sido quien le atendió en los primeros instantes y el que redujo al autor
material de los hechos. Le tranquilizó asegurando que estaba fuera de peligro
pero que lo mantendrían en el hospital una buena temporada ya que la
articulación del hombro y la clavícula estaban seriamente dañadas. Le preguntó
si le podía pasar el teléfono pero le confesó que estaba bajo los efectos de la
anestesia después de la operación de reconstrucción del hombro. Aquel agente le
prometió que en cuanto despertara le informaría de su llamada y del interés que
había tenido por él.
Cuando Julián recobró la consciencia su madre y hermana estaban
presentes en la sala de reanimación.
Animó a su madre asegurándo que todo había ido bien y que gracias a su
tesón lo podía contar en esos momentos. Infinidad de personalidades, de
periodistas, de alumnos y ex alumnos se dieron cita en la clínica para mostrar
su apoyo al profesor.
Habían transcurrido siete días desde el atentado cuando recibía la
visita de Maureen en compañía de Andrea. Su amiga al enterarse tomó el primer
vuelo hacia España y se presentó junto a su amiga. Les acompañaban los abuelos
y el padre de Andrea. Se instalaron en Victoria en un hotel cercano al hospital
donde ingresaron a Julián y no dejaron de visitarlo ni un solo día. Las
adolescentes se pasaban desde las primeras horas del día hasta la noche cuando
les rogaban abandonar la habitación. Justo el último día de vacaciones le daban
el alta y regresaba a Donostia. Se las ingenio para continuar con la rehabilitación
sin tener que perder clases y poco a poco fue realizando vida normal.
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