martes, 16 de junio de 2015

UN AMOR ETERNO NACIDO CON LA CREACIÓN. TERCER PARTES. CAPÍTULO TRIGÉSIMO PRIMERO. LA OLIMPIADA

CAPITULO TRIGÉSIMO PRIMERO LA OLIMPIADA



   En la última quincena de junio los entrenamientos fueron intensos. La preparación se desarrollaba con normalidad, ganando en confianza pero especialmente en la toma de decisiones. Cada día se sentían más seguros, sin dudar como al principio. Cometiendo algunos fallos que fueron limando poco a poco hasta tener una garantía elevada en sus resultados reforzando la seguridad en sí mismos. Un fax, a última hora del almuerzo a finales de la penúltima semana, le entregaron a Vicente. Notificándole el resultado de las PAU. La mención especial le pilló algo de sorpresa, era cierto que salió contento de los simulacros pero no hasta ese grado. Lo primero que hizo fue buscar a Ester para hacerle partícipe de su alegría. Un abrazo con un par de besos sellaron la noticia. Al tiempo que le confirmaba lo que ya intuía. Finalizado la primera comida del día subió a la habitación, antes de ir a entrenar.  Al ver a su madre conectada habló para compartir su alegría por el resultado. Su madre emocionada transmitía toda su alegría por medio de vídeo conferencia. Entre unas lágrimas de una felicidad desbordantes le comunicó que se olvidara de la matrícula en la universidad. Ella personalmente se encargaría de gestionar todo, se debía centrar en su afición. En la vela. En la olimpiada.

 

 

     ¿Por fin te decides por ingeniería naval?

 

    Se lo confirmó siempre había sido su sueño, amén de criarse entre embarcaciones. Ahora le arropaban dos ingenieros en casa y la decisión fue sencilla.

 Concluyeron con la despedida mientras le transmitía sus saludos para Ester y Rafael. Bajó con la bolsa para acoplarse en uno de los asientos del microbús que lo transportaba para entrenar en puerto deportivo.

    La primera semana de julio volvieron a tener algo de descanso, entrenando dos días, martes y jueves, el resto libres. Optando la pareja para atender asuntos personales. El lunes pasaron el día con Rajid, quien les tenía otro paquete de informaciones. Proporcionadas principalmente por compadres de la mar que comprobó personalmente mostrándoles las que a su criterio les podría resultar más efectivas en sus embarcaciones.

   Tanto el anciano como nuestra pareja pasaron una jornada deliciosa. Compartir un día junto era algo que los llenaba.

   El martes y el jueves disfrutaron de la navegación y al llegar el viernes recibieron un mensaje de Robert, su delegación llegaba a la localidad India. Aunque les advirtió que se instalaban en un hotel algo alejado. Al tener el día libre decidieron pasar a por Rajid y presentarles a su amigo Robert, un representante de México en la clase laser. Cuando le informaba sobre el joven que iban a conocer, el lobo de mar sonrió, para lanzar un leve comentario.

 

    Me parece que ese Robert te hace cosquillitas en el corazón.

 

    Al ruborizarse levemente la niña el marinero comprobó que no andaba nada desorientado con la afirmación. Le abrazó al tiempo que añadía.

 

    El sentimiento por que merece vivir eternamente es precisamente el del amor. Nunca te avergüences de amar a alguien. Sea el que sea. Porque mi niña el amor no tiene ni edad, ni sexo, ni color, ni religión. Sobre todo ni religión. Porque el amor es la misma religión, luego los hombres la transformamos demasiado.

 

    Se abrazó al anciano. Cuánta razón tenía y que filosofía de la vida. Cada vez le recordaba más a su yayo. En taxi y en menos de veinte minutos se personaban en el hotel de Robert. Desde recepción avisaban al joven confirmándole la visita que esperaba. No tardó ni treinta segundos en colgar y bajar como una bala para fundirse con su amiga. Rajid sonreía. Verdaderamente el muchacho estaba perdidillo por la niña. Siempre había dicho que el amor no tenía edad pero aquel muchacho era un hombre y la jovencita comenzaba a ser una mujercita. No le cuadró mucho la situación pero se concentró y pudo captar el alma de aquel muchacho. Todo temor, todo reparo desapareció de inmediato. Pudo captar la bondad, el respeto y todo el cariño de ese joven hacia su pequeña princesa. Por fin se separaron y tras un fuerte abrazo con su amigo le fue presentado Rajid. Ester sonrió aquel hombre también sabía leer el lenguaje corporal y las ondas que transmitían los cuerpos. Fue consciente de inmediato que aceptaba al joven. Pasaron a la cafetería y tras unos refrescos se sentaron a dialogar. Conforme se iban conociendo las sensaciones se hacían más cercanas. Rajid había desechado cualquier temor, su alma era pura. Invitó a Robert a cenar, como su entrenador no le dio permiso, llamaron a Rafael asegurándole que estaban con Rajid y se quedarían a cenar en el hotel de Robert. No les puso pegas, aquel viejo capitán se había ganado a todo el entorno de Ester. Solo faltaba Adel para completar el cuarteto. Cenaron en armonía y fueron descubriendo los secretos de aquellas aguas. Robert movía la cabeza dando a entender que aquel grupo de seres humanos eran increíbles y su princesita estaba a la cabeza de ellos.

    Pero tras media hora de tertulia Robert tuvo que retirarse a sus habitaciones, había sido un viaje duro y necesitaban recuperarse de esas horas. Algo triste pero resignado subió a su habitación y nuestros tres amigos en taxi, primero pasaron por el hotel dejando a los jóvenes y luego el vehículo condujo a Rajid a casa.

    Esa mañana del sábado salía Robert a entrenar. La pequeña había pedido a Rajid salir con su embarcación para seguir los entrenamientos del joven. No lo dudó. A primeras horas de la mañana estaba sobre su embarcación con todo preparado. Vicente no se desplazó en esta ocasión había quedado con una televisión para realizar un reportaje. Así pues la niña en compañía de aquel capitán mercante y sobre la embarcación del anciano, se dispusieron a seguir al muchacho. Ensayó varias de las maniobras que la noche anterior comentó con sus amigos. Era la jornada ideal para navegar. Rachas continuadas de viento, oleaje suave y sin corrientes prácticamente. Pero Robert no se sintió cómodo. No congeniaba con su entrenador y discrepaba de casi todo lo que él le comentaba. Se había preparado duramente para esa competición pero no partía con la alegría y el entusiasmo que si llevaba la expedición española. Era la envidia de todas las delegaciones. Sin duda la depuración realizada un mes previo a la competición había mejorado en todos los aspectos. No había temores, ni tensiones. Siempre había alguien para arropar al que se sintiera mal o deprimido. Llevaban demasiadas horas fuera de casa y en esas concentraciones tan largas era fundamental una convivencia lo más serena posible pero se precisaba el apoyo de todos.

    Robert envidiaba el ambiente en la delegación española pero especialmente a él le hubiera gustado disponer de un entrenador como Rafael. Siempre comprensivo. En su papel pero dando protagonismo a sus pupilos. Nunca se hacía algo porque lo mandara alguien, las decisiones solían tomarla entre todos y de esa forma repartir el protagonismo y la responsabilidad entre todos. Finalizado el entrenamiento, solo tuvo dos minutos para saludar a su amiga y al capitán, regresaban al hotel. Rajid y Ester decidieron volver a la embarcación y navegar toda la tarde. La comida la hicieron a bordo pasando una tarde maravillosa. Pronto llegaría las jornadas decisivas, ya habían avisado sus padres que estarían cuando se iniciaran las regatas. Teresa también se presentaría y fue su madre quien le telefoneo al móvil para informarle que Pedro y Maureen, se desplazarían también para estar presentes en las regatas de la clase Laser.

    Regresaron al puerto ya entrada la noche. Rajid acompañó a la joven hasta el taxi y una vez sobre el vehículo regresó para dejar su embarcación en condiciones antes de retirarse a casa a descansar.

   Ese domingo habían quedado en visitar una isla. Rafael en compañía de Rajid y los tres amigos, Robert logró el permiso tras mucho insistir pues en un principio no deseaba que se separaran de la concentración.

   Durante ese viaje Ester comenzó a sugerir que sería bueno instalarse en la villa olímpica y dejar el hotel. Llevaban demasiado tiempo en el mismo lugar y un cambio de hábitos y costumbres los pondría de nuevo a tono para proseguir con la recta final de su viaje.

    Era necesario estar alerta, y cambiar, era una forma de hacerlo. Un sistema en el que les obligara a romper con rutinas y a acoplarse a nuevas situaciones.

  Durante la visita a la isla pudieron disfrutar de unos acantilados increíbles. Los recuerdos fueron llegando a nuestros amigos. Todo lo relacionado con esos cortes junto al mar les recordaba a Julián, Anki y Terci. Pudieron acceder a una cueva que les conducía prácticamente a pie de aquel enorme acantilado. Fue un paseo refrescante y pudieron comprobar diversas especies, principalmente aves.

   Faltaba una semana para iniciar las pruebas de vela en la clase Laser. Los deportistas compartían la villa olímpica. Algunos del equipo de vela pretendían seguir en el hotel. Rafael quiso consenso de todos era necesario dialogarlo y exponer cada uno su opinión. Nunca hasta la fecha habían compartido la estancia en la villa olímpica. Por regla general eran atletas de familias muy acomodadas y no estaban acostumbrados a ese tipo de convivencia. La reunión se inició con expectativa. Había posiciones demasiado estancadas e incluso entre pasillos alguien aseguraba que no iría a la villa olímpica. Rafael captó a la perfección que aquella reunión no iba a ser fácil pero ganó la primera ronda. Solicitó de los servicios del hotel que pusieran el total de sillas en circuló y con las mesas, aunque cuadradas, se colocaran de la misma forma, ninguna silla debía destacar sobre las otras. El primer impacto fue efectivo, solo Ester captó de inmediato el mensaje de su entrenador. Allí no había jefe, allí no se iban a realizar las cosas “Porque lo digo yo” y todos podrían expresarse libremente para decir lo que pensaban. Pero Rafael no tenía aún muy seguro que aceptaran la decisión de la mayoría. Fueron entrando y ocupando el primer puesto que encontraban libre. También se cuidó para no entrar ni el primero ni el último. Pero sí que le pidió a Ester que fuera la que cerrara la puerta una vez sentados todos en el salón. Murmullos, comentarios entre las antiguas camarillas, pero poco a poco se fue haciendo el silencio. Cuando la niña cerró la puerta y se sentó con Vicente el silencio se hizo manifiesto. Rafael recordaba los relatos de la jovencita donde el silencio era fundamental en la comunicación con su yayo. Dejar la sala en silencio durante unos minutos rebajaría tensiones preconcebidas, puede que aumentaran las expectativas pero probó aquella técnica de Don Julián. Silencio, inmovilidad, mirada a uno u a otro. En un momento Ester miró a Rafael, captó de inmediato que le pedía sin decir palabra que fuera la que rompiera el fuego, pues amén de ser la menor se había convertido en el líder de aquel incipiente equipo.

 

    Bueno si os parece creo que deberíamos empezar por el de menor edad. Para finalizar con el menos joven. La riqueza de lo que se hable ganara con la experiencia de los tertulianos.

 

   Un breve aplauso precedido de algunas afirmaciones dio de nuevo paso a ese silencio que tanto adoraba la niña. Justo en ese momento Rafael se convenció que aquel grupo que llegó hacía casi un trimestre se había convertido en un auténtico equipo.

    Ester comenzó ensalzando a los presentes y a todas esas personas que de una manera u otra participaban para que ellos, en teoría los protagonistas, tuvieran las mejores condiciones para cumplir su cometido. Los masajistas, los médicos, los directivos, los empleados de aquel hotel, los voluntarios de la villa olímpica que se habían volcado para proporcionar el máximo ambiente posible a los deportistas. Su discurso cada vez se centraba en la importancia de valorar todo ese desinterés que existía en esos voluntarios que sin ellos sería prácticamente imposible que una olimpiada funcionara a los niveles que lo hacían. El deporte tenía ese espíritu de esforzarse por algo en lo que se creía pero especialmente en lo que se amaba. Pero no solo era el valorar ese espíritu estaba la otra parte, el ejemplo a los compatriotas del ahorro de unas cantidades de dinero importantes. Habían sido generosos con ellos para preparar la olimpiada. Un gesto por parte de ellos no solo sería valorado, mostrarían al mundo la calidad de esos deportistas españoles. Todos los allí presentes tenían capacidad económica para costearse incluso esa olimpiada por sí mismo, pero compatriotas suyos lo pasaban mal para finalizar el mes.

    Se mantuvo razonando y argumentando por qué sería bueno ir a la villa olímpica y no seguir en el hotel. Cuando finalizó su discurso uno de los más reacios a abandonar el hotel se levantó de la silla.    

 

    Si hay alguien que no esté de acuerdo con ir a la villa olímpica que se quede en la sala, le escucharemos con todo nuestro cariño y atenderemos sus argumentaciones como lo hemos hecho con Ester.

 

   Salió de la habitación y está quedo desierta. Todos los componentes fueron a dar un par de besos a la jovencita que andaba algo descolocada. En el primer asalto serio había logrado el equipo.

   Rafael aguardaba pacientemente a que finalizaran esas muestras de cariño hacía la líder del equipo. Al quedar solo ante la niña se fundió en un abrazo. Se giró al resto y comentó que a la mañana siguiente se trasladaban a la villa olímpica.

     Fue increíble esa semana previa a la competición disfrutaron compartiendo la vida con otros deportistas, dialogaron con aquellos jóvenes y no tan jóvenes que dedicaban su tiempo a que los deportistas se sintieran como en casa. Todos los días se acercaban al puerto deportivo para comprobar sus embarcaciones y tener todo a punto para la gran fecha. La clase Laser se iniciaría ese lunes, con las eliminatorias y se prolongarían a lo largo de la semana para rematar las semifinales la siguiente semana en martes y miércoles. Dos días de descanso y la gran final en sábado y domingo a doble jornada. Se hicieron grupos liderados por los deportistas con mejores resultados durante esos años, nuestros amigos competían en eliminatorias distintas. El primero en romper el fuego de los cuatro amigos fue Adel. No tuvo ningún problema en clasificarse, sus contrincantes estaban lejos de la calidad de navegación del americano. Sus amigos siguieron sus jornadas de clasificación apoyando incondicionalmente a su amigo. Al clasificarse se sentaron los cuatro y comentaron los inconvenientes y fallos que cada uno observó enriqueciéndose todos para cuando les tocara a ellos. A continuación la suerte le correspondió a Vicente. Rafael y Teresa lo siguieron en compañía de sus amigos disfrutando de lo lindo. Tanto Robert como Adel se asombraron de lo avanzado por su amigo comentándolo con Ester. Asegurándoles que en el dosier que les dieron en el lápiz de memoria andaban muchas indicaciones de la mejora tanto de él como de ella. Tampoco tuvo problemas la embarcación mexicana. La misma rutina que realizaron con Adel. En esa reunión de los cuatro amigos varios componentes de otras nacionalidades se acercaron al grupo para interesarse por los comentarios y sugerencias que hacían. Al girarse uno de ellos disimularon pero sonriendo les invitaron a escuchar.

 

   Entre deportistas no hay secretos le comento Adel para añadir a continuación. Esta preciosa princesa nos ha abierto los ojos a nosotros y seguro que os los abrirá a vosotros.

 

   Con algo de timidez se aproximaron y compartieron con ellos toda aquella información. Esa reunión duró un poco más de la cuenta teniendo que suspenderse al llamarlos a cenar. En tercer lugar le tocó a Ester. La organización fue sorprendida al ver la cantidad de embarcaciones que solicitaron permiso para seguir esa eliminatoria. Rajid y sus compañeros acudieron en pleno. Ya lo hicieron con anterioridad con Vicente, al igual que todo el equipo español de vela. Las lágrimas le caían a la niña al verse antes de salir con Pedro, que había viajado con Maureen. Acababan de aterrizar y ni siquiera pasaron por el hotel para no perderse ni media milla. Al sacar la embarcación del puerto olímpico. Sintió a Julián a su lado, la piel se estiró y todo el bello del cuerpo se erizó. Una agradable sensación recorrió su alma. Que torrente de recuerdos, de vivencias le llegaron en una milésima de segundo. Pero especialmente cuando recordó aquella última salida al mar en Donostia con él, para abandonar el mundo en plena felicidad. Los lagrimales que intentaba detener todo ese aluvión de líquido fue incapaz de hacerlo y el llanto se le notaba desde las embarcaciones de observación. Por supuesto, sus padres se encontraban entre los seguidores. Andrea captó con los catalejos ese rostro lloroso y sofocado de su pequeña y le contagió consciente que recordaba a su abuelo. Greet al observar a su esposa se abrazó cobijándola entre su regazo. Cuantas emociones, cuantas ilusiones, cuantas personas había, estaban y estarían interviniendo para que ella y solo ella, resolviera de la mejor manera posible. Robert al mirar por los prismáticos fue incapaz de retener sus lágrimas. Vicente se acordaba de Terci. Aquello parecía más un velatorio que una competición de vela. De seguir así seguro que cambiaban las condiciones de las regatas y esas no las había estudiado. Pero el ambiente estaba cargado de alegría, de felicidad, de dicha sin freno. La convicción de todos los que querían de una forma u otra a la niña eran conscientes que no tendría el menor problema. Rajid se emocionó con aquella princesa pero cuando con sus prismáticos miró hacia el grupo de familiares y ver a Maureen las piernas se aflojaron a tal nivel que pensó que no mantendría el equilibrio. Gracias a sus compañeros que le sujetaron pudo mantenerse en pie, de lo contrario habría sufrido un percance con consecuencias imprevisibles. Luego se lamentaría pero se pasó la regata mirando hacia aquella mujer con la que se encontraría en la siguiente, o siguiente, o siguiente reencarnación, eso no lo podía decidir él.

   La regata de la tarde fue sobre ruedas se clasificó al igual que sus compañeros sin el menor problema. Se abrazó a su abuelo y se despidió de él hasta el lunes, o miércoles dependiendo en la eliminatoria de semifinal que le correspondiera.

    Cuando Maureen y Rajid se vieron cara a cara, sus piernas se inmovilizaron. Sus almas escaparon de sus cuerpos para compartirse. Por fin reaccionaron y se fundieron en un tierno abrazo. Cuantas cosas se tenían que contar. Cuantas historias, cuantas noches recordando aquellas cuarenta y ocho horas. Cuantas horas de soledad en el puente de mando, con solo una obsesión en la cabeza. Esa mujer con la que compartía mesa en la cena. Ester percibió el constante cruces de mirada entre su tía y aquel hindú. Su madre no fue ajena a dicha circunstancia y se comunicaba con su hermana para hacerle entrar en razón. Era una mujer casada y con tres hijos. Maureen captó la preocupación de su querida hermana y sonrió. No había nada malo en aquel encuentro. Estaba mucho más segura de él que de ella. Era uno de esos pocos caballeros que aun perduraban como raza a extinguir en este mundo. Rajid era otro Julián. Otro Pedro, o si le apurabas hasta otra Ester.

   Esa noche salió del hotel y fue a reunirse con Rajid en su casa, sacó dos mecedoras al porche, mientras sus manos se unían se quedaron dormidos esperando el amanecer. Maureen esperaba e incluso deseaba algún contacto con aquel hombre, un beso un achuchón, pero el personaje mantuvo la distancia. No por falta de ganas, aunque tampoco hubiera respondido demasiado bien, pues los años atrofian ciertos órganos que no han trabajado.

   Despertaron al unísono se miraron y en aquella expresión encontró el éxtasis que no se podría dar de otra forma. Se le quedó grabada en el alma como tatuaje lo hace en la piel quemada, para toda la eternidad. Él subió a sus aposentos se dio una buena ducha, se cambió de ropa y en taxi fueron al hotel para desayunar en familia.

   Mientras Rajid se quedó aguardando en recepción ella subió como una loca para hablar con su hermana. Estaba hechizada por la caballerosidad de aquel ser humano y tenía que contárselo a alguien. Nada más verle llegar le agarró para que no se escapara. Tenía que contarle que andaba haciendo, pero hasta el mínimo detalle.

   Cuando su hermana finalizó el relato de aquella velada como dos adolescentes comenzaron a llorar de emoción, por ellas, por aquel capitán, por la dicha de sentirse mujeres. Por la felicidad que aquel hombre con su adoración, su ternura y ese amor puro, les tenía descolocadas. Lloraron al recordar a Julián también estuvieron, estaban y estarían locamente enamoradas de aquel hombre. Rajid, pero especialmente su actitud y comportamiento le recordaron tantos detalles, tantos momentos, tantas situaciones vividas con aquel increíble hombre que era capaz de transmitir a pesar de su muerte la felicidad, la alegría.

   Abrazadas bajaron a recepción, Andrea fue directo hacia el personaje y le agradeció todo lo que había hecho por su niña, pero especialmente por ser como era.

   Con esa visión de la vida de los hindús le comentó que quien tenía que estar agradecidos el mundo era con ella. Haber traído al mundo una criatura que transmitía tanto optimismo, tanta alegría, tanta felicidad no se podía pagar con nada.

   En la reunión de esa noche, de los cuatro amigos, acudió una mayor cantidad de contrincantes, algunos lo habían comentado con sus entrenadores, por lo que decidieron acompañarlos para valorar lo que aquel grupo de jóvenes transmitía e informaba. Estaban en plena exposición y dos de los técnicos presentes comentaron como eran capaces de transmitir esa información que habían obtenido a sus contrincantes. Rafael que siempre estaba en torno a sus pupilos a pesar de estar presente Teresa se presentó como entrenador de los españoles. A realizarle la pregunta del porque compartir toda aquella información sonriendo les respondió

 

     Quieren competir en las mismas condiciones posibles con sus contrincantes. Hacerlo con otras armas que no sean la técnica y las decisiones en el momento desprestigiarían la medalla en el caso de logarla.

 

Sonrieron, pero no les cabía en la cabeza esa estrategia. Comprobaron los razonamientos y la lógica de los mismos.

    Sus amigos analizaron la regata perfecta. Fue Robert el que comentó.

 

     Si han grabado la regata estúdienla bien, es la regata perfecta. Me siento orgulloso de ser amigo de esta reina del mar.

 

    De inmediato le interrumpió

 

   Robert por favor es labor de todos y no les cuentas toda la información que nos ha proporcionado Rajid y sus amigos. No es mérito mío. Además ya sabéis que yo navego con una ventaja que ninguno podrá tener. Navego con mi abuelo.

 

    Las lágrimas se desprendieron de esos increíbles ojos azules. Robert le arropó.


    Esa jornada le llegó por fin el turno a Robert. Ahí estaban todos apoyando al muchacho. Ester tranquila, consciente que no tendría problemas