miércoles, 7 de agosto de 2013

TRES AÑOS EN EL LABERINTO -CAPITULO XXIII -EL DESENLACE



                                      -EL DESENLACE  -

   La tensión de la concentración le había agotado hasta tal punto que se quedó completamente dormido. Al poco tiempo el mundo de los sueños penetró en el subconsciente y comenzó a soñar. El personaje era Paco que tras más de tres años perdido regresa a casa y en el umbral de la puerta le estaba esperando Amparo. Sé lanzó a sus brazos y en ese preciso instantes se despertó. Amparo le abrazaba con todo su cariño, sus labios se unían con el deseo desenfrenado de dos adolescentes. La ropa fue desapareciendo de sus cuerpos y protegidos por las sabanas se perdieron dentro de ellas. Cuando la fogosidad del momento se calmó un poco, pudo observar a su querida esposa, su mirada, esa mirada tierna, dulce y cariñosa que brotaba de esos ojos verdes le hicieron recuperar la fogosidad inicial y de nuevo se vieron inmersos en la pasión del momento. Nuevamente la calma sosegada, las caricias tiernas, y suaves recreando su sentido del tacto en el cuerpo de su pareja. Las sonrisas a flor de piel y todo el sentimiento puesto en el otro. Paco pudo comprobar como Amparo esperaba a que fuera él, quien rompiese el silencio. ¿Su marido era consciente de quien era? ¿Hasta que punto había recobrado su pasado?  ¿Recordaría todo? En su mente se mezclaban las sensaciones de placer, de amor hacía aquel hombre que había compartido tantos años con ella, y la incertidumbre de sí sabía algo. Si había vuelto.  Pero la duda continuaría durante algún tiempo más, él no estaba dispuesto a perder esos maravillosos momentos. De amor de entrega mutua y  compartir sensaciones, de sexo, de ternura, de adoración hacía la persona querida. Por fin él tomó la iniciativa. No abrió la boca, sé levantó le tendió la mano y entraron en el aseo. Conectó el jacuzzi se introdujo en él, haciéndolo Amparo a continuación y de nuevo en aquella balsa de burbujas la pasión entre la pareja se desató. Había sido el sueño de Paco durante mucho tiempo, perderse en una bañera, como una piscina, con su mujer y disfrutar de sus cuerpos. Ella le miró fijamente, estaba convencida que Paco había vuelto, su mirada, su sonrisa, pero especialmente su forma de comportarse le indicaban que era consciente de su realidad. José no se hubiera atrevido a tomar la iniciativa, de eso estaba convencido. Pero porque no decía nada. Esa actitud era típica de su esposo. Estuvo en un trís de romper ella el silencio, pero consiguió controlarse. Recordó las palabras del psiquiatra. “Por muy cerca que creáis que Paco esta volviendo a recuperar su pasado no os precipitéis. Podría retroceder de nuevo. Salieron de la bañera, él secaba su piel y ella hacía lo propio con la de su esposo. Sé pusieron los albornoces y se ataron el cinturón. Regresaron a la habitación se detuvieron junto a la cama y él con una lentitud excitante comenzó a deshacer el nudo del cinturón de su compañera. Cuando cada extremo caía hacía un lado con la misma parsimonia fue separando las dos solapas del albornoz. Sus respiraciones sé aceleraban por momentos. Él aproximó sus labios al cuello de su esposa y al tiempo que besaba su cuerpo la zona acariciada por sus labios descendía hacía sus pechos desnudos. Se sumergían cada vez más en aquel placer. Concentraban su atención  en captar todas las sensaciones que sus sentidos les transmitían, pero Amparo se convencía cada instante que tenía a su marido delante. El rostro podría ser el de José pero su comportamiento era el de su esposo. No tenía la menor duda.
   Por fin Paco se decidió a romper el silencio. Había reinado durante más de ciento veinte minutos y cuando no lo esperaba escuchó su voz.
   - Mi vida te lo creerás o no pero la otra noche pensé que era la primera vez que hacía el amor. Pero recapacitando me di cuanta que lo había hecho ya con otra mujer.
   Amparo se quedó, algo, sorprendida esperaba que le dijera que había recobrado la memoria o algo por el estilo y le salía con esas. Pero haciendo gala de su serenidad y control le respondió.
   - La experiencia fue mejor o peor que la de ahora.
  Paco sonrió era claro el tono irónico de su contestación y no le hizo esperar para recibir respuesta.
    - Si quieres que te diga la verdad fue tan maravilloso como anoche o ahora.
   Dejó pasar unos segundos y de inmediato añadió.
   - Porque esa persona era mi mujer. La misma que en estos momentos tengo entre mis brazos compartiendo sentimientos, cariño y  amor.
   Un suspiró profundo se pudo escuchar con claridad y el abrazo casi salvaje se produjo entre los dos. Lloraba de emoción, le besaba lo mimaba y se entregaba de nuevo a su esposo.
  - Lo recuerdas todo.
   La afirmación los envolvió de nuevo en aquel juego de entrega mutua.
   Pierre, por orden de Amparo telefoneó a Bordeaux y rogó que alquilasen un jet y se presentaran urgentemente en Valencia para la cena.  
   Estaban todos en el salón cuando el servicio avisó que la cena estaba preparada. Solo faltaba Ana que se encontraba en su habitación estudiando, Ramón iba a avisar a la señorita cuando Paco le interrumpió
  - Déjelo. Ramón, iré yo y le avisaré.
   Pierre y Amparo eran los únicos que sabían, que había recobrado su pasado, mientras el resto se miraban extrañados ante la salida de José, ellos sé miraron y sonrieron. Tras la cena se reunirían para informarles de la noticia.
   Paco subió por las escaleras hasta el primer piso. Llegó a los aposentos de su hija mayor y entró sin llamar. En el salón no estaba. Sin duda si se encontraba estudiando estaría en su despacho. Abrió la puerta del mismo y tampoco encontró a nadie. “Esta chiquilla” Pensó “Seguro que esta leyendo en la cama”. Su padre lo recordaba bien. En efecto al abrir su dormitorio la encontró tumbada en su lecho leyendo un libro y con el lápiz en la mano. Su hija se sorprendió al verle pero al observar su expresión comprendió que su padre había vuelto del mundo de subconsciente.
   - ¡Papá! ¡Papá!
   Se lanzó a sus brazos. En ese momento recordó cuando era pequeña y regresaba del colegio de trabajar. Al verle entrar por la puerta se lanzaba a sus  brazos le estampaba dos sonoros besos en sus mejillas y le pedía “Los rescatadores papá, los rescatadores”. Las lágrimas acudieron a los ojos de padre e hija. La emoción embargaba sus cuerpos y tardaron en separarse. Fue su padre el que tuvo que advertirle que le esperaban bajo. Le rogó que no comentara nada. Solo su madre y Pierre sabían que había vuelto.
    Durante la cena los cruces de miradas entre padre, madre e hija fueron constantes. No había lugar para tanta felicidad.
   Por fin llegó el momento cumbre. Amparo rogó a sus invitados que el café se lo tomarían en la biblioteca, tenía llave y quería conversar con todos sin que los niños les molestasen. En torno a una mesa les sirvieron el café. Allí se sentaron, Marie, Bernard, el psiquiatra, Pierre, Ana, Amparo y Paco. Habían quedado anteriormente que fuera él quien se encargara de informar a todos sobre su vuelta. Así pues  se levantó de su sillón y pausadamente comentó.
   - Querida señora Marie, querida mama, apreciable amigo Bernard, señor doctor, querido investigador privado, mis vidas, Amparo y Ana. Hace tiempo me fui a un viaje de donde uno sabe cuando se ha ido pero nunca sabe cuando puede regresar. He conseguido con vuestra incondicional e inapreciable ayuda volver. Lo siento por ti, mama, pierdes de nuevo un hijo. Pero, tienes que saber que, ganas al amigo y a la amiga más incondicionales que hayas podido tener en tu larga vida.
   Paco prosiguió con su discurso, no lo había preparado, las palabras conforme le llegaban a su mente las soltaba. Todos estaban asombrados, pero al mismo tiempo se alegraban que por fin aquella pesadilla hubiera tenido un final tan feliz.
   Preguntas y contestaciones se intercambiaron a lo largo de las seis horas que permanecieron en la biblioteca. Todas tuvieron su respuesta, nadie se pensaba guardar nada. Hubo, solicitud de perdón, de agradecimientos, de deseos, de ayudarse siempre que alguno de los presentes lo necesitasen. Pero de nuevo la incertidumbre la duda y las reflexiones aparecieron en la sala cuando Paco expuso el problema que se presentaba.
   - ¿Ahora que? ¿Aparece Paco y José ha muerto?  ¿Recupero mi fisonomía original? O por el contrario. ¿Paco no ha vuelto y José sigue vivo y coleando ante el mundo y la sociedad?  ¿Qué problemas legales podemos encontrarnos? ¿En que situación quedaría el holding ante tus cuñados Marie?
   Todos se alegraban de la recuperación de Paco, pero ese increíble hombre había puesto de nuevo el dedo en la llaga. Había que sopesar todo y tomar una determinación entre los presentes. Debían estudiar meticulosamente todos los pros y los contras. Pero Paco rogó que lo que decidieran fuera cuanto antes. Deseaba comunicar su regreso a sus otros tres hijos que seguían con la incertidumbre de saber donde se encontraba su padre.
   Fue Marie la que se levantó de su sillón con la ayuda de su incondicional amigo Bernard.
   - Mi adorable matrimonio, no puede haber ningún problema con el holding todo figura a vuestro nombre. Durante este último año lo habéis ido comprando y no hay nada a nombre de la familia Bordeaux. Si queréis, podéis tirarnos hasta de casa, pues también os pertenece. Sé muy bien que nunca podré reparar el daño que he hecho a esta familia por eso creo que me merezco que mi destino este en vuestras manos.        
   Amparo se aproximó a la anciana y la abrazó con todo su cariño.
   - Mientras estés en este mundo tú serás la que disponga todo, aunque el holding figure a nuestro nombre legalmente, moralmente te pertenece y tanto Paco como yo lo dejamos en tus manos.
   De nuevo las emociones se dieron cita en aquella amplia habitación.
   Eran las diez del día siguiente cuando el coche de la familia se ponía rumbo al aeropuerto. Marie, Bernard, Paco y Amparo iban a subir al avión que los transportaría a Suiza. El psiquiatra y Pierre volaban a París y de allí uno a Bordeaux y el otro a su ciudad junto a su media naranja. Alín.
   Todos estaban expectantes mientras los doctores iban retirando los vendajes que cubrían la cara de Paco. Por fin su cara se iba descubriendo y el rostro del profesor de educación física volvía al lugar original. Ahora volvía a ser Paco en todos los aspectos.
   A la semana regresaban a Valencia se inventaron una historia en la que Paco sin memoria fue vagabundeando por ese mundo y fue a terminar en la campiña del Garona donde un tal Michel lo había recogido y dado trabajo en los viñedos y allí estuvo trabajando hasta que recobró la memoria. Telefonearon a su esposa para que acudiese a su lado y ahora regresaba a casa de nuevo.
   Paco por fin se pudo abrazar a sus otros tres hijos. En la intimidad del hogar junto a su madre los tres escucharon la verdadera historia de su padre.



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