viernes, 8 de noviembre de 2013

UN AMOR ETERNO NACIDO CON LA CREACIÓN-PRIMERA PARTE- ANKI-CAPITULO XIV- LA DECISIÓN

CAPÍTULO XIV

   

                            LA DECISIÓN.




   Los padres de Anki se encontraban en el chalet. Habían recogido todo lo del apartamento, su hija ya hizo lo propio con lo suyo cuando se fue a pasar el fin de semana y lo tenía allí. Desayunarían en familia y luego emprenderían viaje a su país. La pareja bajó al salón. Fue traspasar la puerta cuando se percató que su madre lo sabía. Observó como con discreción rogaba a su marido que pidiera lo que pidiera su hijo se lo concediese. Miró con extrañeza a su esposa pero asintió con un gesto y saludaron a la pareja. Dejó con una delicadeza real a Anki sobre el sofá del salón, saludó y luego al ir al encuentro de sus padres, fue sorprendido al escuchar cómo se disculpaba de sus invitados para perderse con su hijo y esposo en una de las habitaciones del piso superior.

 

 ¿Sabes lo de Anki y te quieres ir con ellos?

 

   Los dos hombres se quedaron petrificados, el primero porque no sabía de qué iba todo eso. El segundo nunca se imaginó que su madre supiera lo que le sucedía a Anki. Pero al escuchar sus palabras comenzó a comprender muchas de sus actitudes en los últimos días. Mientras daba toda la explicación a su esposo, el rostro de Julián mostraba la felicidad que le proporcionaban aquellas palabras. La decisión la tenía tomada y lucharía hasta la extenuación por conseguirlo. Y ahora no solo no iba a tener que pelear tenía al mejor aliado para conseguir su propósito. Su madre.

   Anki hacía lo propio con sus padres. Éstos lo único que deseaban era seguir viendo a su niña con esa ilusión y esas ganas de vivir. Cuánto tiempo hacía que no la veían sonreír y sin la menor duda aquel muchacho era el culpable de continuar viviendo. No pondrían ni la mínima pega para que fuera a vivir con ellos. Pero la preocupación estaba en si los padres del muchacho iban a consentir algo como aquello. Ellos mismos pensaron que no creían que se lo permitieran a su hija.

   Conforme se desarrollaba la conversación con sus padres Julián rompió a llorar. Se abrazaba a su madre, luego a su padre. Tener su apoyo no le importaba mucho, pero percibir que eran conscientes del sufrimiento de su hijo le llegó a lo más profundo de su corazón. Ella también lloraba mientras se abrazaba a su pequeño, para luego abrazarse a su esposo. No tenía palabras, pero cuando el llanto hizo su labor rompió el silencio

 

   Hablaremos con la familia y les mandaremos por transferencia bancaria una cantidad para ayudar ya que te van a estar manteniendo y junto a ella otra para tus gastos.

 

   Julián no quería, él se las agenciaría para con el dinero que tenía ahorrado y el que se pudiera sacar ir tirando.

 

   El coche se deslizaba por la A 7 rumbo a la frontera. El matrimonio en los asientos anteriores y Anki pegada materialmente a Julián en los traseros. Con las piernas encogidas sobre el asiento se asía con fuerza a él. Abarcando una mano su cintura y otra su cuello. Él sentado y abrazando su espalda para que su rostro se dejara caer en sus pectorales. A los pocos minutos de circular, primero Anki y luego Julián se quedaron profundamente dormidos. Llevaban cerca de treinta horas sin pegar ojo y estaban cansados. Su madre giraba la cabeza para verlos y no podía evitar que alguna lagrimilla se perdiera sobre su blusa.

   Por fin llegaron el lunes anocheciendo a Wissant, localidad donde tenían su residencia. Una pequeña casa de dos plantas con dos habitaciones en el piso superior con sus correspondientes servicios y un pequeño salón, un comedor y la cocina completaban la vivienda. La parcela no disponía de más de dos metros de la valla que la delimitaba.

    El miércoles debían desplazarse a Ámsterdam a casa de los abuelos de Anki donde permanecerían una semana para someterse a una exhaustiva revisión. Pues así quedaron con el equipo médico que le atendía, aunque a decir verdad nadie pensaba que pudiera llegar hasta esa fecha. Los jóvenes tomaron un café con leche y unas magdalenas, tras desear las buenas noches a sus padres se fueron a la habitación a descansar. Terminaron de deshacer las maletas cuando ella le tomó la mano y le condujo hasta el aseo, puso el tapón de la bañera, abrió el grifo y dejó que el agua se escapara mientras iba llenándose la pileta. Se aproximo a Julián le beso mientras comenzaba a despojarle de la ropa.

    Un rayo solar despertó a Julián, observó a su compañera y la carne se le puso de gallina, estaba esplendida, increíblemente bella. Dormía plácidamente y en su rostro se reflejaba el estado de felicidad que le embargaba. Aproximadamente al cuarto de hora comenzó a despegar sus parpados y la intensidad de la luz de sus ojos verdes deslumbro a Julián al tiempo que la sonrisa rasgaba su rostro. No hubo freno, no hubo obstáculo, no hubo reparo, no hubo moral, los dos se fundieron en uno solo mientras se compartían inundando el habitáculo de ese amor profundo que se profesaban. Se levantaron y una ducha rápida dio pie a bajar al salón para desayunar. Finalizado ella le tomó de la mano y paseando se aproximaron a los acantilados cercanos a la casa. Aquel paisaje, notar la brisa del mar del Norte era algo que Anki adoraba y muy pronto lo comenzó a compartir con su pareja.

   El viaje a la capital holandesa les llevo algo más de  tres horas, pero como salieron temprano llegaron con antelación al almuerzo. Las lágrimas de aquellos ancianos aparecieron al ver a su nieta con esa alegría y felicidad. Ella les presentó a su compañero  y especialmente su abuela lo abrazaba y besaba como si de su propio nieto se tratase. Le habían informado de todo y eran conscientes que aquel joven era el culpable que la pequeña de la familia siguiera con vida. Julián algo aturdido no soltaba la mano de Anki, conocedor que tendrían que separarse mientras durara el reconocimiento. De ahí que no desperdiciaba ni una milésima de segundo sin sentir su piel, su calor, su ternura.

   Antes de salir para Holanda el padre de Anki le comunicó la transferencia que les había enviado su padre. Era demasiado dinero pero tanto el padre, como en esos momentos el hijo, le confesaron que solo era dinero. Ninguno de los dos se pensaba llevar a la otra vida ni una sola peseta. Por ello nada más llegar a la capital y acomodarse en casa de los abuelos se acercó a una entidad bancaria para sacar el dinero que le habían enviado a Julián.

   Las primeras impresiones de los doctores no eran nada alentadoras, todo lo contrario, pero debían esperar a los resultados de los análisis. Pero tampoco se explicaban como aquella criatura seguía con vida. Mientras los padres de Anki entraron con su hija para hablar con los doctores a Julián le presentaron una prima de Anki que trabajaba en el hospital. Era cuatro años mayor que su prima pero solían ser uña y carne en las reuniones familiares. Angelina, nombre del familiar de Anki le fue mostrando todo aquel gran hospital. Luego entró con ella en la sala de rehabilitación donde desarrollaba su profesión de fisioterapeuta. Había una gran pileta donde se ejercían la mayor parte de los ejercicios de sus pacientes y él no perdió un solo instante para aprender y buscar respuestas a las dudas que le venían.

   Por fin esa primera jornada de exámenes, análisis y revisiones se dio por concluida. Julián recibió las malas noticias pero sin derramar una sola lágrima se refugió en ella y los dos abrazados, que digo abrazados, pegados materialmente el uno al otro, no se separaron ni para desplazarse.

   Antes de entrar por la calle que daba a su casa Anki pidió a su padre que los acercara al acantilado, su lugar preferido para refrescarse con la brisa del mar del norte. El matrimonio iban muy preocupados, ese día los médicos habían roto todas las esperanzas que les quedaban. Su pequeña podía fallecer en cualquier momento. Es mas no se explicaban cómo podía continuar con ese régimen de vida. La madre estaba convencida que era ese joven quien la mantenía con tales ganas de vivir que ni siquiera aquella enfermedad que inundaba el organismo de su niña podía con ella. Observarlos por el retrovisor llenos de dicha, de felicidad indescriptible le hacía brotar las lágrimas. No tardaron, pues los separaba un par de kilómetros. Descendieron del vehículo y ella echó a correr en busca del precipicio. No hacía viento, cosa extraña en aquel lugar y si una brisa húmeda. Julián corría junto a ella sin soltarle la mano. Mientras el matrimonio permaneció unos minutos observando a la pareja y luego como quedaron con su pequeña pusieron el coche en marcha y regresaron a casa.

   Pasearon por espacio de un par de horas disfrutando cada instante. Comprendiendo Julián de inmediato el porqué aquel lugar embrujaba a su compañera. Regresaban saboreando cada instante, cada momento juntos, cuando la pareja se cruzó con un grupo de jovencitas entre las que se encontraban dos del círculo de Anki. Sorprendidas al ver a su amiga en un estado aparentemente tan bueno. Tras confirmarles de inmediato que la cosa iba a peor desviaron la conversación para recrearse en el muchacho que le acompañaba. Julián con su correcta educación saludó al grupo una por una y las bromas no estuvieron exentas por parte de las jovencitas.

   Antes de despedirse del grupo le propusieron verse ese sábado en la granja de una de ellas, donde quedó con sus padres en preparar un par de cabalgaduras y pasar una jornada de equitación. Luego comerían todas en la granja y por la tarde se perderían en alguna discoteca de la zona. Por supuesto no la dejaban entrar si no traía a su compañero. Tras las sonrisas, bromas y gestos de despedida la pareja regresó a casa.

   Escucharon parte de una conversación que se interrumpió de inmediato con la entrada de los jóvenes. Pero el cambio de expresión en el matrimonio preocupó a Julián. Con increíble discreción preguntó pero al observar que los estaba poniendo en un compromiso, pensó que se refería al estado de Anki. Lo dejó y subió con ella a la habitación para asearse y bajar a cenar en familia. Durante la cena conversaron sobre la visita a Holanda y la nueva estrategia del equipo médico. Iban a intentar unas sesiones de quimioterapia. Anki no estaba por la labor eso supondría separarse de Julián al menos dos o tres horas, durante otros tantos días y ya había hecho la tonta en Gandía cuando le comentó que ella no sentía lo mismo que él y desperdiciaron demasiadas horas. Lo que le quedaba en este mundo lo deseaba pasar junto a él. Pero era tanta la necesidad de acogerse algo sus padres que optó por aceptarlo. Ahora bien, primero se lo consultó a Julián quien no quiso mojarse, lo que ella decidiera aceptaba encantado. También él hubiera preferido que no se sometiera a la quimio pero si había una mínima esperanza no iba a ser él quien la trucara. Ella sabía a la perfección que si seguía con vida era gracias a ese muchacho que el Señor le envió para compensar el sufrimiento de los últimos meses. Consciente que se lo había pagado con creces.

  Por la mañana temprano se levantaron, para acercarse al liceo donde ella cursaba el último curso, antes de acceder a la Universidad. Pero no se entretuvo demasiado tiempo, comprobó como a Julián aquel tumulto, aquel interrogatorio y aquellas salidas de tono por parte de alguna jovencita no le agradaban. Por otro lado a ella tampoco le apetecía mucho la vida social. Julián le había contagiado esa necesidad de soledad. Recordando lo que solía decir.

 

   “Más de dos. Multitud”

 

  Ahora le entendía un poco, aunque a decir verdad ella era una mujer muy sociable.

   Julián encaminó sus pasos hacía el acantilado, sabía lo que le relajaba a su compañera y estar junto a ella disfrutando de la naturaleza en aquel rincón del planeta era algo que le había llegado en esas dos ocasiones que se mantuvieron en aquellos parajes. Abrazados sobre unas pequeñas piedras se comunicaban toda su ternura y cariño. Ella comentó que sus padres lo estaban pasando mal y que gracias a la transferencia que les mandó habían podido salvar un posible embargo sobre la casa. De inmediato Julián se interesó por dicha circunstancia. Se habían metido en un préstamo para poder hacer el viaje a España y acumulado con lo que tenían pendiente se les estaba haciendo casi imposible afrontar el préstamo. Le tranquilizó, era su familia y él iba a vivir con ellos por tanto debía arrimar el hombro. De momento contaba con un bonito capital en España, hablaría con su padre y trataría de solucionarlo. Estaba comentando, las soluciones que iba a poner cuando su boca quedó silenciada al encontrarse con los labios de Anki. Al separarse ella comentó.

 

   “Creo que el cáncer no podrá conmigo pero como sigas así moriré de amor”