CAPÍTULO XIV
LA DECISIÓN.
Los padres de Anki se encontraban en el
chalet. Habían recogido todo lo del apartamento, su hija ya hizo lo propio con
lo suyo cuando se fue a pasar el fin de semana y lo tenía allí. Desayunarían en
familia y luego emprenderían viaje a su país. La pareja bajó al salón. Fue
traspasar la puerta cuando se percató que su madre lo sabía. Observó como con
discreción rogaba a su marido que pidiera lo que pidiera su hijo se lo
concediese. Miró con extrañeza a su esposa pero asintió con un gesto y
saludaron a la pareja. Dejó con una delicadeza real a Anki sobre el sofá del
salón, saludó y luego al ir al encuentro de sus padres, fue sorprendido al
escuchar cómo se disculpaba de sus invitados para perderse con su hijo y esposo
en una de las habitaciones del piso superior.
¿Sabes lo de Anki y te quieres ir con ellos?
Los dos
hombres se quedaron petrificados, el primero porque no sabía de qué iba todo
eso. El segundo nunca se imaginó que su madre supiera lo que le sucedía a Anki.
Pero al escuchar sus palabras comenzó a comprender muchas de sus actitudes en
los últimos días. Mientras daba toda la explicación a su esposo, el rostro de
Julián mostraba la felicidad que le proporcionaban aquellas palabras. La
decisión la tenía tomada y lucharía hasta la extenuación por conseguirlo. Y
ahora no solo no iba a tener que pelear tenía al mejor aliado para conseguir su
propósito. Su madre.
Anki hacía lo
propio con sus padres. Éstos lo único que deseaban era seguir viendo a su niña
con esa ilusión y esas ganas de vivir. Cuánto tiempo hacía que no la veían
sonreír y sin la menor duda aquel muchacho era el culpable de continuar
viviendo. No pondrían ni la mínima pega para que fuera a vivir con ellos. Pero
la preocupación estaba en si los padres del muchacho iban a consentir algo como
aquello. Ellos mismos pensaron que no creían que se lo permitieran a su hija.
Conforme se
desarrollaba la conversación con sus padres Julián rompió a llorar. Se abrazaba
a su madre, luego a su padre. Tener su apoyo no le importaba mucho, pero
percibir que eran conscientes del sufrimiento de su hijo le llegó a lo más
profundo de su corazón. Ella también lloraba mientras se abrazaba a su pequeño,
para luego abrazarse a su esposo. No tenía palabras, pero cuando el llanto hizo
su labor rompió el silencio
Hablaremos con la familia y les mandaremos
por transferencia bancaria una cantidad para ayudar ya que te van a estar
manteniendo y junto a ella otra para tus gastos.
Julián no
quería, él se las agenciaría para con el dinero que tenía ahorrado y el que se
pudiera sacar ir tirando.
El coche se
deslizaba por la A 7 rumbo a la frontera. El matrimonio en los asientos
anteriores y Anki pegada materialmente a Julián en los traseros. Con las
piernas encogidas sobre el asiento se asía con fuerza a él. Abarcando una mano
su cintura y otra su cuello. Él sentado y abrazando su espalda para que su
rostro se dejara caer en sus pectorales. A los pocos minutos de circular, primero
Anki y luego Julián se quedaron profundamente dormidos. Llevaban cerca de
treinta horas sin pegar ojo y estaban cansados. Su madre giraba la cabeza para
verlos y no podía evitar que alguna lagrimilla se perdiera sobre su blusa.
Por fin
llegaron el lunes anocheciendo a Wissant, localidad donde tenían su residencia.
Una pequeña casa de dos plantas con dos habitaciones en el piso superior con
sus correspondientes servicios y un pequeño salón, un comedor y la cocina
completaban la vivienda. La parcela no disponía de más de dos metros de la
valla que la delimitaba.
El miércoles debían desplazarse a Ámsterdam a
casa de los abuelos de Anki donde permanecerían una semana para someterse a una
exhaustiva revisión. Pues así quedaron con el equipo médico que le atendía,
aunque a decir verdad nadie pensaba que pudiera llegar hasta esa fecha. Los
jóvenes tomaron un café con leche y unas magdalenas, tras desear las buenas
noches a sus padres se fueron a la habitación a descansar. Terminaron de
deshacer las maletas cuando ella le tomó la mano y le condujo hasta el aseo,
puso el tapón de la bañera, abrió el grifo y dejó que el agua se escapara
mientras iba llenándose la pileta. Se aproximo a Julián le beso mientras
comenzaba a despojarle de la ropa.
Un rayo solar
despertó a Julián, observó a su compañera y la carne se le puso de gallina,
estaba esplendida, increíblemente bella. Dormía plácidamente y en su rostro se
reflejaba el estado de felicidad que le embargaba. Aproximadamente al cuarto de
hora comenzó a despegar sus parpados y la intensidad de la luz de sus ojos
verdes deslumbro a Julián al tiempo que la sonrisa rasgaba su rostro. No hubo
freno, no hubo obstáculo, no hubo reparo, no hubo moral, los dos se fundieron
en uno solo mientras se compartían inundando el habitáculo de ese amor profundo
que se profesaban. Se levantaron y una ducha rápida dio pie a bajar al salón
para desayunar. Finalizado ella le tomó de la mano y paseando se aproximaron a
los acantilados cercanos a la casa. Aquel paisaje, notar la brisa del mar del
Norte era algo que Anki adoraba y muy pronto lo comenzó a compartir con su
pareja.
El viaje a la
capital holandesa les llevo algo más de
tres horas, pero como salieron temprano llegaron con antelación al
almuerzo. Las lágrimas de aquellos ancianos aparecieron al ver a su nieta con
esa alegría y felicidad. Ella les presentó a su compañero y especialmente su abuela lo abrazaba y
besaba como si de su propio nieto se tratase. Le habían informado de todo y
eran conscientes que aquel joven era el culpable que la pequeña de la familia
siguiera con vida. Julián algo aturdido no soltaba la mano de Anki, conocedor
que tendrían que separarse mientras durara el reconocimiento. De ahí que no
desperdiciaba ni una milésima de segundo sin sentir su piel, su calor, su
ternura.
Antes de
salir para Holanda el padre de Anki le comunicó la transferencia que les había
enviado su padre. Era demasiado dinero pero tanto el padre, como en esos
momentos el hijo, le confesaron que solo era dinero. Ninguno de los dos se
pensaba llevar a la otra vida ni una sola peseta. Por ello nada más llegar a la
capital y acomodarse en casa de los abuelos se acercó a una entidad bancaria
para sacar el dinero que le habían enviado a Julián.
Las primeras
impresiones de los doctores no eran nada alentadoras, todo lo contrario, pero
debían esperar a los resultados de los análisis. Pero tampoco se explicaban
como aquella criatura seguía con vida. Mientras los padres de Anki entraron con
su hija para hablar con los doctores a Julián le presentaron una prima de Anki
que trabajaba en el hospital. Era cuatro años mayor que su prima pero solían
ser uña y carne en las reuniones familiares. Angelina, nombre del familiar de
Anki le fue mostrando todo aquel gran hospital. Luego entró con ella en la sala
de rehabilitación donde desarrollaba su profesión de fisioterapeuta. Había una
gran pileta donde se ejercían la mayor parte de los ejercicios de sus pacientes
y él no perdió un solo instante para aprender y buscar respuestas a las dudas
que le venían.
Por fin esa
primera jornada de exámenes, análisis y revisiones se dio por concluida. Julián
recibió las malas noticias pero sin derramar una sola lágrima se refugió en
ella y los dos abrazados, que digo abrazados, pegados materialmente el uno al
otro, no se separaron ni para desplazarse.
Antes de
entrar por la calle que daba a su casa Anki pidió a su padre que los acercara
al acantilado, su lugar preferido para refrescarse con la brisa del mar del
norte. El matrimonio iban muy preocupados, ese día los médicos habían roto
todas las esperanzas que les quedaban. Su pequeña podía fallecer en cualquier
momento. Es mas no se explicaban cómo podía continuar con ese régimen de vida.
La madre estaba convencida que era ese joven quien la mantenía con tales ganas
de vivir que ni siquiera aquella enfermedad que inundaba el organismo de su
niña podía con ella. Observarlos por el retrovisor llenos de dicha, de felicidad
indescriptible le hacía brotar las lágrimas. No tardaron, pues los separaba un
par de kilómetros. Descendieron del vehículo y ella echó a correr en busca del
precipicio. No hacía viento, cosa extraña en aquel lugar y si una brisa húmeda.
Julián corría junto a ella sin soltarle la mano. Mientras el matrimonio
permaneció unos minutos observando a la pareja y luego como quedaron con su
pequeña pusieron el coche en marcha y regresaron a casa.
Pasearon por
espacio de un par de horas disfrutando cada instante. Comprendiendo Julián de
inmediato el porqué aquel lugar embrujaba a su compañera. Regresaban saboreando
cada instante, cada momento juntos, cuando la pareja se cruzó con un grupo de
jovencitas entre las que se encontraban dos del círculo de Anki. Sorprendidas
al ver a su amiga en un estado aparentemente tan bueno. Tras confirmarles de
inmediato que la cosa iba a peor desviaron la conversación para recrearse en el
muchacho que le acompañaba. Julián con su correcta educación saludó al grupo
una por una y las bromas no estuvieron exentas por parte de las jovencitas.
Antes de
despedirse del grupo le propusieron verse ese sábado en la granja de una de
ellas, donde quedó con sus padres en preparar un par de cabalgaduras y pasar
una jornada de equitación. Luego comerían todas en la granja y por la tarde se
perderían en alguna discoteca de la zona. Por supuesto no la dejaban entrar si
no traía a su compañero. Tras las sonrisas, bromas y gestos de despedida la
pareja regresó a casa.
Escucharon
parte de una conversación que se interrumpió de inmediato con la entrada de los
jóvenes. Pero el cambio de expresión en el matrimonio preocupó a Julián. Con
increíble discreción preguntó pero al observar que los estaba poniendo en un
compromiso, pensó que se refería al estado de Anki. Lo dejó y subió con ella a
la habitación para asearse y bajar a cenar en familia. Durante la cena
conversaron sobre la visita a Holanda y la nueva estrategia del equipo médico.
Iban a intentar unas sesiones de quimioterapia. Anki no estaba por la labor eso
supondría separarse de Julián al menos dos o tres horas, durante otros tantos
días y ya había hecho la tonta en Gandía cuando le comentó que ella no sentía
lo mismo que él y desperdiciaron demasiadas horas. Lo que le quedaba en este
mundo lo deseaba pasar junto a él. Pero era tanta la necesidad de acogerse algo
sus padres que optó por aceptarlo. Ahora bien, primero se lo consultó a Julián
quien no quiso mojarse, lo que ella decidiera aceptaba encantado. También él
hubiera preferido que no se sometiera a la quimio pero si había una mínima
esperanza no iba a ser él quien la trucara. Ella sabía a la perfección que si
seguía con vida era gracias a ese muchacho que el Señor le envió para compensar
el sufrimiento de los últimos meses. Consciente que se lo había pagado con
creces.
Por la mañana
temprano se levantaron, para acercarse al liceo donde ella cursaba el último
curso, antes de acceder a la Universidad. Pero no se entretuvo demasiado
tiempo, comprobó como a Julián aquel tumulto, aquel interrogatorio y aquellas
salidas de tono por parte de alguna jovencita no le agradaban. Por otro lado a
ella tampoco le apetecía mucho la vida social. Julián le había contagiado esa
necesidad de soledad. Recordando lo que solía decir.
“Más de dos. Multitud”
Ahora le
entendía un poco, aunque a decir verdad ella era una mujer muy sociable.
Julián
encaminó sus pasos hacía el acantilado, sabía lo que le relajaba a su compañera
y estar junto a ella disfrutando de la naturaleza en aquel rincón del planeta
era algo que le había llegado en esas dos ocasiones que se mantuvieron en
aquellos parajes. Abrazados sobre unas pequeñas piedras se comunicaban toda su
ternura y cariño. Ella comentó que sus padres lo estaban pasando mal y que
gracias a la transferencia que les mandó habían podido salvar un posible
embargo sobre la casa. De inmediato Julián se interesó por dicha circunstancia.
Se habían metido en un préstamo para poder hacer el viaje a España y acumulado
con lo que tenían pendiente se les estaba haciendo casi imposible afrontar el
préstamo. Le tranquilizó, era su familia y él iba a vivir con ellos por tanto
debía arrimar el hombro. De momento contaba con un bonito capital en España,
hablaría con su padre y trataría de solucionarlo. Estaba comentando, las soluciones
que iba a poner cuando su boca quedó silenciada al encontrarse con los labios
de Anki. Al separarse ella comentó.
“Creo que el cáncer no podrá conmigo pero
como sigas así moriré de amor”