jueves, 6 de octubre de 2011

NEGRITA PURA VIDA CAPITULO 17 LA PROPUESTA

- CAPITULO - XVII -

- LA PROPUESTA -

Desde la llamada de papá, Ana y Carlos no dejaron de darle vueltas a la cabeza sobre el asunto de extrema importancia. Imaginándose toda clase de disparates. Pasando por la boda de su papi con Negrita hasta su regreso e instalación definitiva en España. A pesar de todo lo que circuló por sus cabezas no pudieron imaginar el verdadero motivo de la pareja en España.

El avión traía un retraso de dos horas. Anita paseaba nerviosa de un lado a otro ante la puerta de llegada del vuelo de su papá. Se abrazaba a Carlos para soltarse y volver a pasear.

Entró, en ese periodo de espera, siete veces al servicio. No recordaba un día con ese grado de impaciencia y nervios. Tal vez el día de su boda se podría igualar, pero desde luego no lo superaba. Estaba que mordía tan nerviosa como aquel inolvidable día de su enlace matrimonial. Carlos le besaba con cariño mostrándose sereno para tratar por todos los medios contagiar a su esposa. Una y otra vez le repetía que debía serenarse, papá les advirtió que era algo agradable, feliz y por lo tanto solo debía pensar en ello.

La puerta designada a la llegada del pasaje procedente de San José se abría una y otra vez. Papá y Negrita no aparecían. Anita se mordía las uñas. Nerviosa como nunca lo había estado. De nuevo la puerta y de nuevo la decepción.

Repitiéndose la expectativa con su correspondiente desilusión. De pronto la puerta no volvió a abrirse durante varios minutos. Parecía que todos los viajeros del vuelo procedente de San José abandonaron el aeropuerto y su papuchi y Negrita no aparecían.

- ¡El móvil!

El grito de Anita hizo girarse a todo el personal en un radio de veinte metros del centro emisor. A Carlos casi le da un infarto, por lo inesperado, por la intensidad, pero especialmente por su espontaneidad. Su acción le hizo sonrojar para ahogar todo su nerviosismo con un mecanismo de defensa. Una sonora carcajada. Su esposo sonreía mientras trataba de protegerle de la mirada de los presentes abrazándola y ocultándola entre sus brazos.

Calmada y recuperada del incidente, marcó llena de nervios el número del celular de Gonzalo.

- ¡Papá, papá!

Repetía una y otra vez. Gonzalo le contestaba pero los nervios le impedían escuchar nada. Por fin consiguió contactar. Le comentó que no encontraban una de las maletas de Negrita y que estaban tratando de localizarla.

- No creo que tardemos, cariño. Un empleado me está diciendo que la han localizado y nos saldrá por otro vuelo. Por lo visto no se habían dado cuenta que quedaba una del nuestro.

Anita se tranquilizó un poco. Su padre le comentó que el viaje había sido extraordinario muy tranquilo. El retraso fue ocasionado por un problema en el aeropuerto de Alajuela.

La puerta se abría de nuevo y ahora si, eran ellos con la tez morena como auténticos caribeños. Los besos de rigor y mientras Carlos se adelantaba a coger el carrito con las maletas Anita preguntaba.

- ¿Y el asunto de extrema importancia? ¿Por favor papi? No puedo aguantar más.

Gonzalo sonrió sin comentar nada. No era ni el momento ni el lugar para desvelarlo. En casa con tranquilidad se lo aclararía. Carlos suplicaba a su esposa que tuviera paciencia. Si era un asunto de extrema importancia no se podía decir en medio de un local público. Gonzalo fue el primero en abandonar su habitación duchado y con ropa limpia.

Iba sin mucho abrigo, pues si bien en el exterior hacía bastante frío en casa la calefacción tenía el ambiente un poco elevada la temperatura para su gusto.

- Después de la sobremesa me gustaría que entráramos en tu despacho para hablar. Quiero que esto quede entre nosotros cuatro nada más.

Aceptaron, pero ese nuevo misterio aumentaba las perspectivas de la noticia. Carlos entró en el despacho. Preparó el tresillo, con una distribución que les permitiera mantener una conversación intima entre los cuatro. Hacía unos minutos que el reloj de salón daba quince campanadas. Estaban sin comer, pues los viajeros picotearon algo en el avión y la pareja, en la larga espera, se dejaron caer por la cafetería.

Para acallar sus estómagos pero especialmente los nervios. Ana entró en la cocina y tras conversar con el servicio les dio el resto de la jornada libre. Estaba desesperada su papá llevaba ya mas de tres horas en casa y ni una sola palabra del secreto. Entraron solos al despacho, se acomodaron y conversaron mientras aguardaban la llegada de Negrita que había subido a su habitación. Estaban solos en casa, el servicio tenía la jornada libre hasta la mañana siguiente y Negrita no bajaba. Anita no pudo resistir más y subió a la habitación para interesarse por ella. Su curiosidad era superior a la prudencia que en situaciones así se recomienda adoptar.

Por fin hicieron su entrada abrazadas, Negrita sonriendo y Ana reflejaba su ansiedad por conseguir desvelar algo.

Tomaron asiento mientras la impaciencia y curiosidad se palpaba en el ambiente. Carlos se había contagiado de su esposa. Manteniendo ambos la respiración, mientras sus oídos se agudizaban para no perderse ni una sola palabra del relato prometido. Fue Gonzalo quien rompió aquel clima.

- Siento manteneros en ascuas durante unos segundos más. Pues no seré yo quien os cuente y explique el motivo de nuestra visita a España. Le cedo a Negrita la palabra pues ella es quien os quiere proponer algo. Pero antes de que esto ocurra quiero expresaros mi total conformidad con la propuesta. Creo que solucionaría muchos problemas. Pero la decisión es exclusivamente vuestra y de Negrita. Por supuesto mi apoyo incondicional está ahí.

Ahora las miradas se clavaron en Negrita. Estaba nerviosa, pero feliz. Convencida que aceptarían y su bebé tendría una vida completamente diferente a la que ella había tenido. Sonrió, “¡Dios esa sonrisa!” a Gonzalo su sonrisa dulce, cariñosa, leve, le recordaba tanto a su esposa que cada vez que se la mostraba en su interior se formaba la exclamación y una agradable sensación recorría su cuerpo. Bajó levemente la mirada. Frente a ella tenía a la pareja pero Su Viejito estaba a su lado y entrelazaba su mano a la de ella para darle ánimos.

- En primer lugar quiero tranquilizaros, no es de su papá. ¡Que más quisiera! Estoy embarazada.

Ante todo quiso aclararlo pues intuía que Anita pensaba que entre ella y su padre había algo más que amistad.

Miró fijamente a los ojos a la pareja que tenía delante y lanzó el nombre del padre de su bebé. El solo recordarlo se estremecía de pavor, pero ahora tenía la mano de su gran amor apretando la suya y lo dijo sin titubear.

- También quiero que quede claro desde ahorita mismo que ha sido un embarazo no deseado producto de una violación y su padre biológico es “el gringo”.

Fue pronunciar el fatídico nombre y sentir un gran alivio. Su mirada permanecía fija en la pareja. Anita no pudo evitarlo se levantó de su asiento y abrazó a Negrita mientras comentaba.

- Sabe mi niña que tiene todo nuestro cariño. Cualquier cosa que desees y digo cualquiera tienes nuestro incondicional apoyo.

Le abrazaba fuertemente contra su pecho mientras besaba sus mejillas. Negrita se lo agradeció, le rogó que siguiera escuchando y se lanzó.

- Como le dije a Mi Viejito. No puedo comportarme como el “gringo”. Y aunque me cueste. Tendré al bebé. Él no tiene ninguna culpa.

Tragó saliva, miró a Gonzalo para regalarle su sonrisa y prosiguió.

- El bebé quiero que nazca, pero es mi deseo que no regrese conmigo a Costa Rica. Y en esta parte es cuando entran ustedes. Si aceptan, para que el niño legalmente les pertenezca, desde un principio, sin adopciones. Anita debe simular el embarazo desde ahorita mismo.

Con ayuda de un profesional lograr una caracterización perfecta en las diferentes etapas del embarazo y mostrarlo a todos los conocidos y amigos. Durante los meses que restan de gestación ira desfigurando su cuerpo con prótesis, ocultando toda huella provocadas por las menstruaciones. Cuando nazca el bebe usted me atenderá, se quedaran con él y regresaré a mi tierra. Ni siquiera el niño debe saberlo.

Ana y Carlos se miraban con incredulidad, el sueño de su vida en bandeja de plata. La idea era perfecta. Se trató de convencer a Negrita para que se quedara ella con su bebé.

Tendrían todo el apoyo por su parte pero entonces les suplico atención. Inició la historia desde su nacimiento y fue describiendo todo el calvario vivido hasta la llegada de su salvador. “Su Viejito”. Negrita estaba completamente decidida, por ello al finalizar el relato que puso los pelos de punta a los presentes añadió.

- Pero si ustedes no lo desean trataré de buscar algún matrimonio aquí en España que acepte el plan. Pero estoy segura de una cosa. No encontraré mejores padres que ustedes. De eso no me cabe la menor duda.

Continuaron hablando hasta que el día los sorprendió platicando en el despacho. Llegaron a un acuerdo. Todo se desarrollaría como lo habían planificado desde Costa Rica.

Pero ahora era necesario organizarse allí en España. Negrita se instalaría en el chalet de la sierra. Quisieron ponerle personal para atenderle pero se negó. Sabía manejarse perfectamente y Ana o cuando pudiera Carlos irían los fines de semana para acompañarle y reponer provisiones. Le proporcionaron un móvil para ponerse en contacto siempre que lo deseara o la urgencia de algo lo requiriese. Desde esa misma mañana Anita debía comenzar a desempeñar su papel. Negrita y Gonzalo se iban a la sierra para instalarse. Se verían ese fin de semana una vez comenzada la representación de Ana en la capital.

No lo pensaron dos veces. Antes de levantarse el servicio, Gonzalo y Negrita partían hacía el chalet de la sierra.

Esa mañana Ana se lamentaba. La menstruación le jugó una mala pasada al manchar las sabanas. Rápidamente las recogió junto a su camisón y lo metió dentro de una bolsa de plástico. Luego se dio una ducha y pasó por la cocina para que preparasen el desayuno. La primera representación la realizó con el personal de servicio. Antes de salir de la cocina disimuló un desmayo inmediatamente el personal atendió a la señora. Parecía que se recuperaba cuando salió corriendo al servicio, fingiendo arcadas y por último vómitos. María la persona de mayor edad y con más tiempo al servicio de los señores llamó a la puerta interesándose por ella. Pero en esos momentos salía mientras se perfumaba las manos con agua de colonia...

- ¿No estará la señora embarazada?

Preguntó al comprobar los síntomas. Ana sonrió y exclamó.

- ¡Ojala!

Un pequeño paréntesis, para dejar flotando la duda, y añadir.

- La verdad es que este mes no me ha bajado.

María salió precipitadamente de casa. Ana sabía a la perfección que iba de cabeza a la farmacia a comprar algún test de embarazo. Por ello esa misma mañana le había pedido a Negrita que pusiera parte de su orina en un frasco. El plan trazado estaba saliendo a las mil maravillas. Ahora era cuestión de aprovechar ese momento de intimidad para mientras simulaba recoger su orina dar el cambio. Su actuación se iniciaba.

Estaba impaciente por el regreso de María quien hizo su aparición a los pocos minutos llamando a su señora.

- Anita venga entre en el cuarto de baño y ponga un poco de orina en este frasco. Tenemos que hacer el test de embarazo.

Anita disimuló alegando que era una sola falta, o dos, tampoco estaba muy segura. Lo mismo esa tarde o al día siguiente le venía. Se hizo un poco de rogar y por fin accedió a la petición de la sirvienta. Entró en el aseo, pegó el cambiazo saliendo a continuación para dárselo a María. Los nervios estaban a flor de piel. Ana representó el papel de la mujer incrédula, pero deseosa que el resultado fuera positivo. Reflejando también impaciencia y nerviosismo.

- Señora. Señora ha dado positivo.

Chillaba como una poseída por toda la casa. Besó a su señora y corrió hacía el señor para contárselo.

- ¿Pero María por favor? Cálmese que la embarazada no es usted. Además muchas veces esos test fallan. Pero...

Carlos inició el rol del esposo que va a ser papá. Fue hacia su esposa y le pidió que se vistiera. Iban a visitar a su intima amiga y compañera de carrera Marta que se especializó en ginecología para confirmar o desmentir una noticia de esa índole. El personal del servició asintió al señor animándole para que fueran cuanto antes.

Carlos tuvo que serenar a sus empleadas y en compañía de Ana entraron en la habitación para asearse, cambiarse de ropa y salir de casa. En la intimidad comentaron la conveniencia de contárselo a su amiga para no correr ningún tipo de riesgos cuando el parto se presentara. Iba a ser una quinta persona en conocer la trama. Pero ante la certeza de Ana confirmando a su marido que su amiga guardaría el secreto. Accedió.

- Es más.

Aseguró, para continuar.

- Estoy convencida que ni se lo contará a su marido. Es de esas personas que si le pides guardar un secreto se lo lleva a la tumba.

La idea era de lo más coherente y lógica.

Pues Negrita sería atendida por dos facultativas y una especializada en la materia. Pero coincidieron en comunicárselo primero a su padre y a la propia interesada.

- Si aceptan, como así espero, puede venirse Negrita con nosotros a la clínica y que le de un vistazo. Siempre es aconsejable tener un seguimiento. Cuando el bombo se le note hablaré con Marta para que los controles los haga en el chalet de la sierra.

No dudaron el plan ideado, pues eliminaba riesgos, siendo de lo más sensato y lógico. Bajaron al garaje, subieron al coche y a gran velocidad, por la A 6 llegaron al chalet.

Al entrar en casa la pareja estaba desayunando.

Se extrañaron por su presencia, especialmente al ser tan temprano. Al preguntarles si habían desayunado fue Ana la que se adelantó.

- Con los nervios, la ilusión y sobre todo al bajarme la regla esta noche y tener que ocultar las pruebas en lo que menos hemos pensado ha sido en desayunar.

Gonzalo se levantó de la mesa para prepararles algo pero su hija no se lo consintió.

- Por favor papá se donde esta todo. Además quiero poner la lavadora para borrar las huellas del delito.

Gonzalo asintió y continuó desayunando. Carlos acompañó a su esposa y lo prepararon entre los dos.

Reunidos entorno a la mesa Carlos les propuso la ampliación al plan trazado y la necesidad, por seguridad, que una nueva persona conociera su secreto. Solo Negrita expresó con un gesto su temor, pero no abrió la boca para pronunciarse. Gonzalo conocía muy bien a Marta pues junto con Alberto y su hija, los tres de la misma edad se conocieron y convivieron desde bebes. Luego las dos estudiaron en el mismo colegio y terminaron la carrera de medicina juntas. Solo que Ana se especializó en cardiología y su amiga en ginecología. También pondría la mano en el fuego por Marta. Era de las que sabía guardar un secreto.

- Nunca olvidaré aquella tarde noche que junto a mamá os seguimos.

Tal vez mi histeria por que no te perjudicaran, o para que no le hicieran daño a mi niña. Os espié cuando quedasteis en salir con aquellos dos jovencitos de los recreativos.

- ¿Te refieres a Roberto y su amigo? ¿Papá?

- Si cariño. Ya te mostré mi descontento por haber quedado con ellos pues no me ofrecían ninguna garantía. Pero aunque me costó Dios y ayuda no tener que prohibir el salir, mamá fue la que lo impidió, al final tan solo te comenté que tú eras quien debía decidirlo. Estuve inquieto desde el mismo momento que saliste de casa y aunque mamá no quería te seguimos. Cumpliste el itinerario que me prometiste y cuando estabas en la bolera, Marta al ir al servicio nos vio. Le rogué que no te lo contara. Me lo prometió y creo que cumplió su promesa.

- ¿Fuiste capaz de desconfiar de mi papá?

Ana se enteraba ahora de aquel secreto entre su padre y su intima amiga. Tras confirmar Gonzalo que Marta era de toda confianza no dudo un solo instante. Además tenían razón en todo podría llevar un control desde ese instante. Al haber consenso Ana tomó su móvil y mientras Negrita y papá se arreglaban para salir conversó con su amiga. Solo le comentó que tenía a una amiga en casa que precisaba de su atención pero que hablarían cuando se vieran. Marta le pidió el nombre para preparar su ficha. Pero Ana le rogó no precipitarse. Quedaron en verse en su consulta en un par de horas y allí en la intimidad y en secreto le contaría más.

Marta le confirmó que hasta la tarde no abría su consulta, por tanto la intimidad estaba asegurada pudiendo conversar sobre ese asunto secreto e importante.

Se alegró de verlos. Hacía casi un mes que solo se telefoneaban. Tras los abrazos efusivos, a Carlos y a Gonzalo. Éste presentó a Negrita. Les pasó a su despacho y allí sentados con tranquilidad Ana comenzó a relatarle el secreto que debía guardar y la propuesta para ser cómplice de aquel plan no legal pero en cierto modo, justo según su pensar. Por supuesto que Marta no puso el mínimo inconveniente, es mas se ilusionó tanto o más que su amiga. Al fin su Anita del alma podría tener un bebé.

Mientras los señores se quedaron conversando en el despacho las tres mujeres entraron en la pequeña clínica perfectamente equipada para asistir un parto con todas las garantías. Mientras Negrita se colocaba en el potro para ser reconocida por Marta, ésta le preguntó en voz baja a su amiga si el bebe era de su padre.

- ¡Qué bruta eres! ¡Nunca cambiarás mi querida Marta! Pero te voy a confesar una cosa. Yo pensé lo mismo.

Comenzaron a reír escandalosamente pero lo cierto era que una criatura de esa belleza no podría resistir sus encantos ningún hombre. Gonzalo era un hombre libre y a pesar de sus años aun estaba de buen ver.

Negrita no fue ajena a la conversación entre las dos amigas su oído era excelente y tumbada en el potro las sorprendió.

- Ya me hubiera gustado a mí que fuera de Mi Viejito. Es el hombre más maravilloso con el que me he cruzado en mi vida.

Se disculparon al darse cuenta de su indiscreción pero Marta fue conociendo a ese ángel de criatura. Ana le contó parte por lo que había pasado y temía pasar Negrita. Y si a Marta le hubiera quedado alguna duda moral tras el relato de su amiga su convencimiento de estar obrando en justicia era aplastante.

Durante el reconocimiento pudo comprobar el estado de sus glúteos y al relatarle el motivo Marta no pudo contenerse y comenzó a llorar mientras decía.

- ¡Qué hijo de Puta! ¡Que hijo de Puta!

Ana abrazó a su amiga, Consiguió calmar su rabia y una vez repuesta buscó en las vitrinas una pomada aplicándosela de inmediato. Luego le comentó que se la aplicara todos los días al menos tres veces. Advirtiéndole que cuando menguará le pidiera otra de inmediato. Se trataba de un medicamento en experimentación pero con unos resultados milagrosos.

Iba a tomarle muestras de sangre y de orina pero al confirmarle Ana que había desayunado quedó en atenderla de nuevo dentro de dos días allí mismo

Estaba observándole por medio de una ecografía cuando llamó a su amiga.

- Ana mira, mira. Hay dos embriones, si evolucionan pueden ser dos bebes.

Negrita sonreía y Marta con un puntero le señaló los dos puntitos que se veían en la pantalla.

- Pero hay que esperar, primero a los análisis que nos confirmarán en parte y luego que evolucionen los dos.

Tras el reconocimiento completo Negrita se incorporó y Marta con lagrimas en los ojos, volvieron a escapársele, se abrazó a la criatura comentándole.

- No te preocupes mi niña aquí tienes una nueva amiga para lo que quieras.

Negrita se conmovió por el cariño y la comprensión de aquella ginecóloga y le agradeció todas las atenciones. De nuevo saltó Marta.

- Mi niña si somos nosotras las que te tenemos que agradecer algo a ti. ¡Qué hijo de puta!

Volvió a maldecir al “gringo”.

Salieron abrazadas al despacho donde aguardaban los señores y Marta con su alegría y desparpajo se abrazó a Carlos para comentarle.

- Bueno futuro papá vas a tener que emplear los dos brazos pues si todo evoluciona bien serán dos los bebes.

Carlos y Gonzalo quedaron sorprendidos mientras Negrita, Ana y Marta se volvían a abrazar formando un círculo.

Carlos se fue al despacho para atender sus obligaciones laborales mientras las tres mujeres y Gonzalo fueron a tomar el aperitivo en casa de Ana. El servicio se precipitó al completo para tener noticias. Efectivamente su señora estaba embarazada. La alegría invadió la casa. Se abrazaban a su señora felicitándola. Fueron al salón y Ana solicitó del servicio que preparasen el aperitivo, informándoles que se quedarían a comer.

En el despacho de la clínica, por consejo de Marta, cambiaron un poco los planes.

La exposición de su amiga no solo era razonable sino que les permitía un margen mayor de éxito en sus pretensiones. Estando en la sobremesa Marta comentó en voz alta para que fuera captado por todos los presentes, especialmente por el servicio, que no perdía comba de la conversación mantenida ese día.

- Ana debe guardar el mayor reposo posible, sabemos que ha tenido muchas dificultades para quedar embarazada y toda precaución va a ser poca. Mi consejo es que se pierda al menos al principio del embarazo en el chalet de la sierra.

Maria expresó su deseo de trasladarse con ellas y atender a su señora. Inmediatamente le quitaron la idea de la cabeza. Ana ya contaba con Marta y Negrita para atender todas sus necesidades. Más gente en el chalet no era aconsejable. Además aseguró Ana que el servicio debía permanecer en la capital para atender al señor. Aceptó la petición regañadientes pues su deseo era estar en esos momentos junto a su señora.

NEGRITA PURA VIDA CAPITULO 15 LA PESADILLA

- CAPITULO - XV -

- LA PESADILLA

Con un dolor, solo sufrible por esa raza marginada y castigada a través de los siglos, Negrita aguantaba todo gesto de dolor. De pie junto al porche de la cabaña, en la primera planta, permanecía con el rostro iluminado por la felicidad que embargaba su alma. Por su mente desfilaban un sin fin de imágenes recordando esos últimos días conviviendo con Su Viejito. Sin duda los mas felices de su existencia. El dolor físico pasó a un segundo plano. La dicha de verse liberada del Gringo y especialmente compartir su vida con Su Viejito le hacía olvidar cualquier otra cosa.

Esa mañana se levantó de su cama haciendo un esfuerzo sobrehumano. Pero nadie consiguió convencerle o hacerle desistir de su intento. Después de los desvelos y atenciones de la familia de Gonzalo, se sentía incapaz de permanecer en cama sin salir a despedirlos. Su estancia concluía en Puerto Viejo. Ahora les restaban dos jornadas, una de ellas para cumplir el compromiso con el presidente de la nación. La otra para regresar de nuevo a España. Gonzalo, como previamente quedó con sus familiares, no les acompañaría. Los actos sociales era algo que aborrecía y el estado de Negrita le permitió encontrar la excusa necesaria ante las autoridades para eludir el encuentro.

Los coches oficiales aguardaban en el jardín a la espera de dar por finalizadas las despedidas y llevarlos a Limón donde embarcaría en el reactor presidencial. Fueron los conductores y algún agente de la escolta los que se encargaron de llevar los equipajes a los maleteros. Empezando por Ana fueron despidiéndose de los ocupantes de la cabaña. Negrita aguantó el tipo hasta que la comitiva se perdió en la selva siguiendo el camino de entrada a la cabaña. Pero no habían desaparecido los vehículos cuando la enfermera, le exigió regresar a su habitación. Consciente del esfuerzo que estaba realizando, pero también porque era la hora de aplicar una nueva cura.

Anita comentaba con su esposo la felicidad que llenaba su corazón al encontrar a papá en un estado tan formidable. La misión que se impuso en aquel rincón del mundo le proporcionó unas tremendas ganas de vivir ayudándole, sin ningún género de dudas a superar la pérdida de mamá. Salvo el incidente de fin de año pasaron unos días inolvidables. Comenzando por el estado de su padre, y siguiendo con la noticia del compromiso de Alberto con Ángela. Cuestión que le supuso a ella misma la liberación de un gran peso mantenido en secreto durante mucho tiempo. Para finalizar su comentario.

- Cuanta razón tenía Alberto al asegurar la capacidad de embrujo de Puerto Viejo. O la carga de verdad en la frase preferida de papá. PURA VIDA.

El jet presidencial aguardaba a los viajeros para trasladarlos hasta la capital. Fue un viaje movidito especialmente en su último tramo. Las tormentas que rodeaban el valle central, provocó las turbulencias, que ocasionó los movimientos del jet. Pero la cosa no fue a mayores. De nuevo a pie de pista les aguardaba don Gilberto y el ministro de interior. Los saludos y la extrañeza por la ausencia de don Gonzalo, dieron pie a las aclaraciones correspondientes. Para subir a los vehículos con destino al hotel reservado por el ministro. Las dos personalidades permanecieron en uno de los salones del complejo hotelero hasta que sus invitados se ducharon, cambiaron de ropa y estuvieron dispuestos para partir juntos hacia la residencia presidencial.

Por fin el compromiso pasó y pudieron regresar al hotel. Al preguntar en recepción si había algún espectáculo en la capital el recepcionista le comentó que en el teatro nacional se estaba representando la opera Carmen. No tardaron en confabularse la familia y tras confirmarles recepción que tenían un palco, se apresuraron, para cenar, subir a sus habitaciones y tras el aseo y cambio de ropa fueron caminando hasta el teatro, pues se encontraba a menos de media hora del hotel. El paseo por las calles les vino bien para rebajar un poco la cena, comprobaron el poco ambiente, en comparación con Madrid, de las calles de San José. La representación de la opera fue mejor de lo esperado. La calidad de la orquesta les sorprendió así como los actores secundarios.

Pues los principales eran cantantes contrastados internacionalmente. No se levantaron tarde pues su vuelo salía a media mañana. Desayunaron en el hotel y los conductores de los coches oficiales se encargaron de realizar los trámites del pago del impuesto de emigración, así como la facturación y retirada de la carta de embarque. Luego regresaron al hotel a por los pasajeros que aguardaban en los sofás de la entrada. Cuando fueron a liquidar la cuenta se encontraron con la respuesta.

- Son los invitados de nuestro presidente. Todo esta pagado.

Aguardaban en la puerta de embarque cuando Anita se puso en contacto, por medio del móvil, con su padre.

Preguntó por Negrita y tras recibir buenas noticias quedó con su papi en telefonearle de nuevo cuando se encontrase en casa.

Tras comentarle que su hija había telefoneado preguntando por ella, sonriendo agradeció su interés y al mismo tiempo le pidió.

- Me muero de ganas por ver de nuevo mi Caribe. Mi viejito. Me acompaña.

No hizo falta volverlo a repetir, con la ayuda de la enfermera le incorporaron para bajar las escaleras. Lo realizó con dificultad, pero sus ansias por ver su Caribe era superior a los dolores o molestias. Al traspasar la ultima cortina de árboles, palmeras y matorrales el mar se ofrecía a esos vivos, dulces y chispeantes ojos verdes. Saliéndole de lo mas profundo de su ser. Comentó.

- Tengo ante mí, lo que ocupa mi corazón, lo colma, y me llena de felicidad.

Le miró con picardía, mientras percibía como su envergadura le arropaba. Giró su cabeza para mirar hacia el mar y finalizó la frase.

- Mi Viejito y mi Caribe.

De inmediato reclinó la cabeza sobre el hombro de Gonzalo, mientras abarcaba su cintura con el brazo sintiendo tal felicidad que pensó en voz alta y dirigiéndose a Su Viejito.

- La felicidad que me rodea solo es posible vivirla. Describirla es imposible.

Las semanas transcurrían con normalidad, las obras finalizaron. Negrita ya se desenvolvía sin problemas aunque aun precisaba de una cura diaria. Se podía sentar sin grandes problemas.

El día de trasladarse a casa llegó. No le hacía mucha gracia. Esas semanas junto a Su Viejito no las olvidaría en su vida. No le comentó su deseo de proseguir con ellos en la cabaña. Sabía perfectamente que aunque no le viniese bien accedería a que se quedase. Conocía demasiado bien a Su Viejito. Debía apartar todo egoísmo. Reflexionando interiormente comprendió que no podía pensar en ella sola. Hasta que consiguió convencerse a sí misma buscando el lado positivo. Tener la vivienda junto al trabajo le permitiría descansar algo más.

“El gringo” no se quedó quieto en prisión, movió todos los hilos para salir airoso del juicio.

Presionó a don Julián, a ciertos cargos policiales de Puerto Viejo que estaban involucrados en el negocio de la droga que manejaba. Recibió hasta cuatro visitas de don Julián rogándole calma.

- “Gringo”. Si no tiene un poco de paciencia nos pudriremos todos en la cárcel. Ha de ser consciente que usted solito se metió en este lío. He hablado con varios responsables y si tiene calma en menos de un año podrá salir, no todo el día pero al menos pasará las noches fuera.

Don Julián trataba de calmar los nervios del “gringo”. Pero el truhán le aseguró que si salía mal parado en el juicio terminarían todos en la cárcel para el resto de sus días.

Al llegar la fecha del juicio con la ayuda de miembros de las fuerzas de seguridad, implicados en el negocio, logró que la responsabilidad de la principal acusación recayera sobre los gorilas. Y a él solo lograron demostrar los malos tratos a la joven y como responsable de encontrarse el cuerpo del delito en su casa. Pero no llegaron a demostrar su implicación directa. Eso suponía que pagando una buena fianza, de la que se haría cargo don Julián antes de una semana estaría en la calle.

Al escuchar el veredicto Negrita se quedó petrificada. Con el “gringo” suelto y aunque Su Viejito había conmutado la deuda de su padre ella no podría estar tranquila. Aquel personaje se vengaría por haberle denunciado.

Pero lo que verdaderamente le torturaba era saber que la denuncia para su detención la había firmado su Viejito. Consciente que el “gringo” no se lo perdonaría. A la mañana siguiente del veredicto, Gonzalo acudió al chiringuito como todas las mañanas para tomar el primer alimento del día. Bromeaba con Negrita e intercambiaban sonrisas. Pero en un determinado momento de ese juego de bromas Gonzalo percibió cierta preocupación en Ella. Al preguntarle, casi sin finalizar la frase le respondió en términos de suplica

- Mi Viejito puedo trasladarme a vivir a su casa. Tengo miedo del “gringo”

La sonrisa de oreja a oreja de Su Viejito le confirmaba no solo la aprobación de su petición sino que éste parecía que también lo desease. Se fundieron en un fuerte abrazo en el centro del local. Superados esos momentos de felicidad y euforia Gonzalo rogó al Negro Langostero, que esperaba pacientemente a su amigo para ir a pescar la langosta, hacerse cargo del negocio. Ese día no saldrían a pescar. Ayudó a recoger las pertenencias personales, el vestuario de Negrita y lo cargaron en el todo terreno. Se despidieron del Negro y la pareja con todas las propiedades de Negrita pusieron rumbo a la cabaña para instalarse en la habitación que ocupó mientras se recuperaba de su convalecencia.

Una vez acoplada en la cabaña, regresaron juntos al chiringuito y mientras ella se quedaba para atender el negocio, él partía en compañía del Negro Langostero hacia la mar. No era demasiado tarde y con un poco de suerte conseguirían la cena. Mientras El Negro conducía se puso en contacto con don Gilberto mostrándole su preocupación por Negrita ahora que parecía que el “gringo” quedaría libre. El directivo le tranquilizó asegurándole que lo pondría de inmediato en conocimiento del ministro. Gonzalo expresó sus deseos de no molestarle bastaba con la recomendación de algún servicio de vigilancia de confianza. Pero este sin dar tiempo siquiera a terminar la frase comentó.

- Vigilar una persona más no será problema.

La respuesta dejó perplejo, situación que no pasó desapercibida para su interlocutor, quien de inmediato le aclaró que desde su presencia en el país el ministro había dotado a Puerto Viejo de dos parejas de la policía secreta para velar por él y El Negro. Cuando don Alberto le llamó de España mostrando su inquietud por su seguridad principalmente y por la del Negro Langostero. Expuso de inmediato la circunstancia al ministerio del interior y este optó por designar esos cuatro agentes. Ahora dos mas velando también por la seguridad de Negrita no supondría ningún trastorno y finalizó la comunicación añadiendo.

- Don Gonzalo no tiene porque preocuparse todo el gobierno en pleno esta en deuda con don Alberto, o cualquier familiar suyo.

Por ello le aseguro que en un par de horas la protección de Negrita estará en marcha. Solo me resta rogarle un favor, procuren estar juntos, especialmente por las noches. Gonzalo agradeció los desvelos y confirmó el cumplimiento del ruego. A partir de esos momentos decidió hablar con El Negro para que acompañara siempre a Negrita en el negocio al menos mientras ese individuo se moviera por Puerto Viejo. Y esa información sería sencilla conocerla por medio de don Gilberto. Al finalizar la conversación se reunión con los dos y comentó la conversación mantenida. La noticia calmó en parte los temores de Negrita pero sabía muy bien que ese individuo no cejaría en su interés por vengarse de ella o de Su Viejito.

Ahora de nuevo en la cabaña la satisfacción y el placer de compartir techo con su Viejito le hicieron olvidar toda preocupación. Lo adoraba y poderlo ver todas las noches cenando y luego platicando en la hamaca de la playa o las del porche superior le había devuelto la ilusión por vivir. No tendría que sufrir los constantes acosos y abusos de aquel personaje, por el contrario Su Viejito era amabilidad, ternura, cariño y desvelo por ella. Seguía persiguiendo la ilusión de convertirse en su esposa pero era consciente que esa circunstancia iba a ser poco más que imposible. Aunque vivía con esa esperanza. “Un hombre no puede estar sin sexo eternamente” se repetía mentalmente una y otra vez para alentar su sueño.

Una mañana Negrita se levantó algo mareada y tuvo que entrar rápidamente al aseo de su habitación para devolver lo poco que guardaba su estomago. No habían finalizado las primeras arcadas cuando Su Viejito llamaba a la puerta interesándose por ella.

- Pase Mi Viejito. No sucede nada. La cena me debió sentar mal.

Gonzalo le atendió hasta que finalizó la acción fisiológica. Como se detuvo y comenzaba a encontrarse bien no le dieron mayor importancia. Pero Negrita estaba preocupada. Pasaban ya casi tres semanas de la fecha que le correspondía su periodo menstrual y solía ser un reloj para esos menesteres de mujer. Por ello tras lo de esa mañana decidió acercarse al centro de salud de Puerto Viejo.

Salió del centro sorprendida. Iba a ser madre y aunque el hijo que albergaba sus entrañas era del “gringo”. Deseaba tenerlo. No sabía muy bien el porque, pero mas tarde lo descubriría. Abrió un poco tarde el chiringuito pero nadie le recriminó por ello. El Negro le acompañó a la revisión, pero desconocía la noticia de su embarazo. Cuando lo abrieron él comentó la necesidad de realizar algunas compras. Ciertos productos escaseaban y se hacía necesaria su reposición para disponer en caso de solicitarlo los clientes. No hacía ni diez minutos que El Negro abandonó el local cuando entraba el “gringo”. Negrita se quedó helada pero al comprobar que dos de la secreta lo hacían al mismo tiempo y se sentaban en una mesa próximos al mostrador se tranquilizó.

El cabrón se sentó en la barra y en tono bajo comento a Negrita.

- ¿Cómo va el embarazo?

Su rostro se desencajó, pero en ese preciso instante se había girado para preparar los dos cafés que le pidieron los de la fuerza del orden y el “gringo no se percató del gesto de sorpresa de Negrita.

- ¿Por qué ya debería estar funcionando eso? ¿Desde que lo encargue han transcurrido cuatro semanas?

Con la nueva aclaración Negrita cayó en la cuenta que no se había enterado. Trataba de indagar por si se estaba gestando su endemoniada obsesión por realizar la proeza de don Julián. Violar a su propia hija. Estuvo rápida y consiguió eludir al degenerado que le acosaba. Con reflejos de felino le replicó.

- Lo siento querido pero usted y sus gorilas con las muestras de cariño de la última vez, me rompieron por dentro. Tuvieron que vaciarme. Nunca podré ser madre.

El rostro desencajado del “gringo” le atemorizó pero al saber que estaba protegida por las fuerzas del orden se serenó de inmediato.

Consiguiendo que ese hijo de puta no percibiera su pavor. Al regresar de servir los cafés a los secretas. Uno de ellos le comentó

- Algún problema señorita.

Negrita les sonrió y con un gesto de cabeza lo negó. Al regresar a la barra de nuevo le amenazó en voz baja.

- Mira puta negra arréglatelas como puedas, pero antes de un mes te quiero conmigo, de lo contrario tu Viejito puede aparecer con un tiro en la cabeza.

Fue pronunciar la amenaza y abandonar de inmediato el establecimiento. Los representantes de la ley hicieron lo propio y mientras uno se quedaba en las inmediaciones del chiringuito el otro seguía los pasos del “gringo”. Aquella amenaza le hizo temblar las piernas. Entró en la trastienda del establecimiento y comenzó a llorar como una chiquilla. Le podían hacer lo que quisieran pero a su hijo y a Su Viejito que no se lo tocasen. Continuaba con el sofoco cuando El Negro entró para guardar las cajas que había comprado y al verle en aquel estado dejó cuanto tenía entre manos y se intereso por la joven.

- No tiene porque preocuparse mi niña ese hijo de puta está más controlado y vigilado que el propio presidente. Además nuestro Viejito hará algo al respecto. No me llore más negra, No me llore que me va a contagiar. Y en un hombre no están bien vistas las lágrimas.

El Negro consiguió tranquilizarle, esa noche hablaría con el Viejito y pondría fin a ese hijo de su chingada madre. Hizo dos o tres gracias y soltó otras tantas chorradas que se le ocurrían para alegrar a la gente y Negrita comenzó sonriendo para proseguir riendo y finalizar a carcajada limpia. Aquel maldito negro tenía gracia y sabía como levantar el ánimo de la gente haciéndoles olvidar sus penas.

Antes de regresar a casa, quiso resolver algo que le preocupaba profundamente desde la presencia del “gringo”. Fue directa al recinto sanitario donde le efectuaron la correspondiente analítica. Habló con la enfermera que le atendió y tras entregarle una cierta cantidad de dinero logró sacar su expediente. Retiraron toda la analítica referente a la confirmación de su embarazo y luego añadieron con fecha de su ingreso la operación imaginaria que sufrió tras la agresión cometida por el “gringo” y sus gorilas. La enfermera se encargó de su redacción, confirmando la intervención y vaciado sufrido por Negrita. Luego le prometió que conseguiría la firma de algún medico y la volvería a colocar con el resto de expedientes.

Al llegar a casa su Viejito comentó con ella la conversación mantenida con su hija. Habían decidido iniciar las gestiones pertinentes para conseguir la adopción de un bebé en China. Pues las facilidades que proporcionaban sus autoridades eran elevadas. Especialmente si se trataba de hembras. Negrita había sido interrumpida cuando iba a relatarle el incidente en el chiringuito con el “gringo”. Se mantuvo durante unos segundos pensativa, sin reaccionar ante el relato de Gonzalo. Pero aquella revelación le encendió la luz de sus problemas. La noticia de su Viejito suponía que la Providencia le brindaba la solución a su última inquietud. Anita y Carlos eran los padres perfectos para el ser que estaba gestando. Se tranquilizó. La alegría le desbordaba.

Resolver la única vía disponible del “gringo” para asegurarse y verificar la versión de Negrita había supuesto un acierto indiscutible. Los acontecimientos de esa mañana podían haber trastocado todo por completo y volver a la situación anterior. Pero ahora roto el enfermizo sueño del “gringo” tal vez le dejara en paz. Pero para ello debía buscar una solución a su situación y la noticia de Su Viejito le hizo reaccionar con prontitud. De aceptar en sus pretensiones habría hecho pleno. Por fin había encontrado la solución para su bebé. Huir de la marginación, la explotación de todo tipo, para disfrutar de una vida completamente nueva. Con unas posibilidades de futuro impensables para ningún nativo del lugar. Al menos hasta la fecha.

Pensar que su bebé se vería libre del “gringo” y de don Julián le llegó incluso a olvidarse del incidente de esa mañana. Pero El Negro se encargó de recordárselo.

- Negrita le ha contado a nuestro Viejito el incidente de esta mañana en el local.

Gonzalo se interesó, pero esperó a estar en la mesa para tratar de desvelar dicho incidente. Sonreía. Se notaba su estado de felicidad. Y lejos de afectarle las amenazas del “gringo” su estado era de autentica serenidad. Comenzó a relatarle todo lo sucedido esa mañana, antes que El Negro se adelantara, y le comunicara su visita al hospital.

En la intimidad. En hamaca de la playa le propondría a su Viejito el plan para su bebé. Confirmando el resultado del examen y su estado de buena esperanza. No había concluido su relato cuanto Gonzalo saltó.

- Ese hijo de puta no le va a dejar en paz nunca. Pero no se me preocupe Negrita. Ahorita mismo estoy telefoneando a don Gilberto para zanjar el asunto para siempre.

Tomó su celular para conectarse con el ejecutivo y en el transcurso de la conexión fue aclarándole ciertas pesquisas e investigaciones que llevaban elaborando las fuerzas del orden. Pues tras el incidente con Negrita, los consejeros directos del ministro del interior se temían el resultado del juicio. Por ello ordenó a efectivos no relacionados con el cantón de Limón una exhaustiva investigación sobre los personajes en cuestión.

Y según sus informaciones andaban por buen camino. La conexión telefónica se cerró con una promesa de don Gilberto.

- Esté tranquilo don Gonzalo le prometo que antes de un año el asunto esta resuelto. Se lo garantiza don Gilberto.

Finalizada su conversación comunicó el resultado de la misma a sus dos compañeros de mesa. Pero ciertamente Negrita no precisaba ya de ninguna otra información para su tranquilidad. La idea concebida en segundos la masticaba cada momento y conforme pasaba el tiempo mas convencida estaba del acierto de la decisión. Ahora las ansias y deseos por finalizar la sobremesa para proseguirla, como era costumbre en la playa entre ella y Su Viejito, se palpaba en el ambiente.

Nada mas levantarse de la mesa Negrita tomo la mano de Gonzalo invitándole a pasear por la cala. Esa playa que tanto le ayudaba a reflexionar, a superar momento difíciles como cuando era presa, primero de don Julián y posteriormente del “gringo” y sus secuaces. Pero también era el lugar de comunicar cosas lindas, de compartir unos minutos, generalmente al final del día con su gran amor. Su Viejito. Gonzalo no puso ningún reparo a la invitación era casi un ritual desde hacía tiempo. Pero especialmente desde que Negrita se trasladó a la cabaña. La noche era de una claridad manifiesta.

La luna brillaba en todo su esplendor reflejándose en esas tranquilas aguas del Caribe y ofreciendo una estampa, sosegada, tranquila y romántica a la noche. Como adoraban ambos esas noches de Puerto Viejo. Esas noches únicas en el mundo, por su belleza plástica, por su silencio, por la paz que se respiraba, pero especialmente por la magia que envolvía a todo el que se aventuraba a pasear por las blancas arenas de la cala. Se dirigían a su destino. La hamaca de la playa mientras Negrita recapacitaba sobre su idea. Sin duda acertó plenamente al concebirla. Le daba muchas ventajas. Comenzando por estar lejos de Puerto Viejo por un espacio cercano al año. Si se cumplía la promesa de don Gilberto los dos truhanes estarían fuera de combate.

Su bebé caería en buenas manos. Pero especialmente si seguían el plan paso por paso nada ni nadie podría arrebatar el bebe al matrimonio pues legalmente les pertenecería. Otro aspecto con peso, era sin duda la calidad de los padres para su bebé y por último ella regresaría a su Puerto Viejo para permanecer junto a Su Viejito el resto de su vida. También supo valorar los aspectos negativos, pero por más que buscó solo encontró uno. Su separación y lejanía de Puerto Viejo por un periodo tan prolongado. Algo que le asustaba. Pero también se convenció que con el embarazo y su ocultación no habría demasiado tiempo para pensar en ello. Lo importante se decía era ese bebé y no iba a desperdiciar la oportunidad.

NEGRITA PURA VIDA CAPITULO 9 NEGRITA EN CASA

- CAPITULO - IX -

- NEGRITA EN CASA -

Instalada en su habitación, y atendida por la enfermera, Negrita comenzaba a recuperarse del atropello sufrido. Junto a su cama la sanitaria contratada por su Viejito y pendiente de las dos el Negro Langostero, que por petición de Gonzalo estaba presto a proporcionar cualquier petición de la enferma o su cuidadora. Él no perdió el tiempo. Asegurada la atención de Negrita se apresuró a poner sobre aviso al personal de la cabaña.

En un par de días a lo sumo la trasladarían a la cabaña. Como persona meticulosa quiso que todo estuviese preparado desde el principio.

El mismo colaboró en adecentar la habitación para invitados. Proporcionando todo lo necesario para las dos personas que la ocuparían. Negrita y su cuidadora. No le llevó mas de dos horas tener todo dispuesto como le gustaba. Solucionada la habitación se despidió del servicio asegurando que no acudirían a comer y muy posiblemente tampoco lo hicieran a la cena.

Necesitaba zanjar un asunto que le preocupaba desde las primeras semanas de estancia en Puerto Viejo.

Subió al todo terreno, lo puso en marcha y salió con la intención de cumplir con su cometido. Ponerse en contacto con don Máximo. No tuvo dudas su primera parada la realizó en el “Chino”.

No andaba descarriado aquel pervertido se encontraba como siempre contemplando a las jovencitas que se acercaba a la cala donde estaba ubicado el local. Se sentó junto a él. Lo saludó.

Pidió una imperial y sin pérdida de tiempo le expuso su interés por adquirir el chiringuito del “gringo”. Sus informes señalaban como propietario del local a don Julián.

Esos informes se los confirmó aquel desdichado. Éste le expresó su convencimiento de no querer desprenderse de la propiedad su patrón. Tenía un pacto de palabra con el “gringo” y sin el consentimiento de este último no sería posible la venta del chiringuito. Fueron intercambiando información sugerencias, propuestas, exponiéndose argumentos de todo tipo.

Pero como Gonzalo ya había realizado varios tratos con esos personajes, tocó el tema económico. El rumbo de la negociación cambió radicalmente. Hasta tres veces su valor llegó a ofertar por la propiedad. Don Máximo buscó el celular. Rebuscó en su bandolera, solía llevarla prendida de su hombro, sacó el teléfono y se puso de inmediato en comunicación con su patrón. La economía de Don Julián no era muy boyante últimamente.

Pero como Gonzalo ya había realizado varios tratos con esos personajes, tocó el tema económico. El rumbo de la negociación cambió radicalmente. Hasta tres veces su valor llegó a ofertar por la propiedad. Don Máximo buscó el celular. Rebuscó en su bandolera, solía llevarla prendida de su hombro, sacó el teléfono y se puso de inmediato en comunicación con su patrón. La economía de Don Julián no era muy boyante últimamente.

Le faltaba mano de obra y especialmente el personal más cualificado. El Negro Langostero conocía muy bien a su gente y aconsejó a su Viejito y socio la contratación de los mejores elementos de don Julián. Estos no dudaron un solo segundo en unirse a la plantilla del otro patrón. Conocían al Negro y las condiciones laborales eran más justas, pero especialmente con mayor perspectiva de futuro. Por si esos argumentos fueran pocos el Viejito firmó con ellos unos contratos convirtiéndolos en socios para la explotación de las fincas. Con un reparto increíble del rendimiento de la propiedad.

Aguardaba con expectativas, la finalización de la conversación entre los dos personajes.

Consciente de su generosidad en la oferta. Pero deseaba proteger a Negrita y alejarla de aquellos indeseables. Seguía con la convicción de la reencarnación de su mujer en aquella criatura. La expresión de satisfacción en el rostro de don Máximo le reveló de inmediato la respuesta positiva. Aquel personaje era un libro abierto en su lenguaje corporal. Sus primeras palabras fueron para lanzarle el precio. Lo aceptó sin la menor vacilación. En la entidad bancaria se verían para cerrar el asunto.

Antes de abandonar el local para regresar al hospital, apuró su imperial y telefoneo al director del banco en Limón para informarle de sus intenciones. A los quince minutos le telefoneaba para quedar. El viernes fue el día elegido para tener todo preparado en su despacho y cerrar la compra que pretendía su cliente. Regresó al hospital con la idea de permanecer el resto del miércoles y el jueves junto a Negrita. Antes de entrar conversó con El Negro para hacerse cargo de la reforma del chiringuito. Deseaba que todo estuviese listo en el momento del alta de Negrita. Iba a tener una nueva socia.

Negrita se haría cargo del local en las mismas condiciones que estaban el resto de familiares y amigos. Al entrar en la habitación estaba despierta y tendió sus brazos mientras comentaba.

- Venga Mi Viejito. Venga. Estrécheme entre sus brazos. Necesito su calor, su ternura, su mirada. Pero especialmente su cariño.

Sonriendo se aproximó al lecho. Ella se había incorporado y le tendía los brazos. Él le abrazó con una ternura sobrecogedora. Temía hacerle daño.

Cuando sus cuerpos se fundieron expresó la dicha que embargaba su ser.

- Mi Negrita soy muy feliz pues la enfermera confirma que se recupera más rápido de lo previsto y seguramente mañana podremos disfrutar de su compañía en casa.

Las lágrimas se deslizaban por ese rostro deformado por los golpes irritando sus heridas pero ni llegó a sentir el menor síntoma de dolor o molestia. Estar abrazada a su Viejito le hizo olvidar cualquier problema físico. En tono suave, bajito y al oído le confirmó la adquisición del chiringuito del “gringo” y su intención de convertirse, si estaba de acuerdo, en socios.

Para regentarlo y dirigirlo ella personalmente. Separándose levemente de él pero manteniendo sus manos en los hombros le regaló una de sus sonrisas. Una de esas que le confirmaban su fe ciega que aquella criatura era la reencarnación de su esposa. Luego ella volvió al cobijo de aquel personaje, mientras su rostro recuperaba la preocupación.

Consciente que “el gringo” no le soltaría tan fácilmente. Andaba la figura de aquel hijo de puta por su mente cuando hizo acto de presencia en la puerta. Iba a entrar a saco pero al ver a don Gonzalo se contuvo.

Saludó y manteniendo los modales entró en la habitación. No vaciló un solo instante aproximándose a la cama con pasos decididos. Ante su actitud Negrita cambió de expresión y esta no pasó desapercibida para Gonzalo quien reaccionó de inmediato. Pero la forma educada, como se dirigió aquel personaje, interesándose por la paciente le pararon en mostrar una actitud agresiva. Le tendió la mano mientras le invitaba con cortesía.

- ¿Le importa que hablemos? Si es tan amable me gustaría conversar con usted en privado. Salgamos a la sala de espera. ¿Por favor?

El “gringo” sabía que tenía pisándole los pies la secreta. Aceptó la invitación y abandonando la habitación para dirigirse en compañía del Viejito a dicha sala. Gonzalo no perdió el tiempo y fue directamente al asunto. Le expuso la compra del negocio y su interés para que Negrita siguiera controlando el negocio como socia. Escuchó estoicamente todo lo propuesto por aquel hombre pero sin dar ninguna respuesta. Pero cuando Gonzalo le hizo una proposición directa comentó.

- Usted da por sentado que ella aceptará su ofrecimiento. ¿Pero si Negrita quiere venirse conmigo? ¿Nos dejara en paz?

La última frase del “gringo” le dejó desmarcado. Dudó para responder a continuación.

- Si Negrita quiere irse con usted, no compraré el negocio. No sería el mismo sin ella.

De regreso a la habitación el “gringo se adelantó unos pasos para dirigirse a Negrita y plantearle una pregunta directa.

- ¿Con quien desea trabajar? ¿Con “el gringo” o con don Gonzalo?

A Negrita le cambió el rostro. Su deseo no era otro que estar lo mas cerca posible de su Viejito, pero era consciente que no era posible. El contrato con “el gringo” le obligaba a permanecer junto a él. Titubeando y con lagrimas en los ojos respondió.

- Con usted “gringo” Usted bien lo sabe.

Gonzalo quedó petrificado. En un principio incrédulo para luego reflexionar y comprender que había sido un iluso al pensar que Negrita prefiriera estar con él antes que con aquel apuesto gringo. Su rostro cambió de forma radical y sintió como si perdiera de nuevo a su esposa. Esa angustia, esa dejadez de todo su cuerpo y alma le obligaron a sentarse en la silla más cercana. El Negro estuvo a punto de saltar pero Gonzalo reaccionó. No se explicaba como lo consiguió. Pero en esos momentos pensó en ese pueblo al que estaba ayudando.

Olvidando todo egoísmo. Con rapidez y oportunidad impidió cualquier discusión o intervención de nadie.

- Si es así. Los deseos de Mi Negrita son sagrados. Solo le pido una cosa señor.

Asintió como pidiéndole que expusiera su petición. Ante su respuesta mímica Gonzalo no tardo en mostrar su deseo.

- Espere a que le den el alta y luego permita que esta enfermera le atienda hasta la cura completa de las heridas y lesiones.

Aceptó y estrechando la mano de don Gonzalo dio media vuelta y abandonó la estancia. Gonzalo se aproximó al lecho.

La cara de Negrita pedía ayuda a gritos, pero era incapaz de solicitarla. Sabía que “el gringo” le tenía atrapada. Permitió que su Viejito pusiera los labios en su frente y se despidiera de ella sin atreverse a decir palabra. Con un gesto llamó al Negro y ambos regresaron en el coche a casa.

A Salvador le costó mantener el silencio le hubiera gustado explicarle todo a Gonzalo para socorrer a Negrita. Pero tal vez provocara un enfrentamiento grave con consecuencias incalculables. Las cosas por Puerto Viejo iban cada vez mejor para los suyos y si a alguien le tocaba sacrificarse era por el bien del grupo.

Por ello aunque afligido por lo que le esperaba a Negrita, se mantuvo en silencio y cabizbajo. Gonzalo no fue capaz de percibir la situación. Sin duda el rechazo de Negrita le afectó mucho más de lo que en un principio pudo imaginar. Se culpaba por su ingenuidad por su soberbia por mil cosas. Por ser tan cretino. Esas circunstancias le impidieron mantener esa capacidad de análisis de la situación. Esa capacidad que tantas veces demostró a lo largo de su vida pero que en esos momentos sus reproches y especialmente la sorpresa por la respuesta enturbiaron su mente.

Por otro lado no conocía muy bien a esa gente abnegada y sacrificada. No conocía al negro de Puerto Viejo.

El “gringo” retrasó su viaje a Golfito. Tenía la intención de dejar las cosas en su sitio. Al llegar el domingo cuando Negrita se instaló en casa, dejó a un compatriota a cargo del negocio y de la joven. No podía esperar más. Debía abrir nuevas rutas de entrada para seguir en la brecha de un negocio, donde no se podía bajar la guardia. Y aunque en otras circunstancias se hubiera llevado a Negrita con él, en las condiciones actuales, le resultó imposible. Pero se fue preocupado.

Ese español no le daba buenas sensaciones y temía que aquel personaje le perjudicara más todavía. Gonzalo anuló la compra del chiringuito, ante el disgusto de don Julián quien no tardo en recriminar al “gringo” por ser el causante de dar al traste con aquella ventajosa compra. Pero el “gringo” le tenía bien cogido. Un enfrentamiento con el americano le acarrearía problemas de muchísima más envergadura que la simple perdida de un buen negocio. Gonzalo empleó su tiempo en la pesca de la langosta siempre acompañado por su socio y ya compadre. El Negro Langostero.

Descubrieron que las zonas protegidas por su lado norte. En concreto resguardadas de las explosiones ocasionadas por las empresas petroleras, la posibilidad de capturar los crustáceos aumentaban considerablemente. En los restaurantes, bares y chiringuitos adquiridos hasta la fecha se ofrecían las de mayor tamaño y calidad. La pareja se encargaba personalmente de proporcionar diariamente los apreciados animalitos. Llevando la pesca recién capturada a sus establecimientos. El prestigio de los mismos fue en aumento, pero sobre todo en la época seca que se aproximaba. Prueba de ello era que tenían prácticamente la temporada al completo.

Gonzalo, acompañado por Salvador desayunaba en el chiringuito de Negrita. Pudo visitarle y comprobar su evolución. Los cuidados recibidos, pero sin duda la ausencia del “gringo” de la zona, le proporcionaron una recuperación casi milagrosa. Cada vez que veía a su Viejito el ánimo se le desbordaba. Aquel hombre era una bendición para su pueblo y aunque a ella no le había llegado la buena fortuna con su presencia se contentaba. A pesar de sus circunstancias se sentía una privilegiada al contar con su amistad. Pero su felicidad le llenaba al comprobar como muchos amigos y familiares les había tocado la varita mágica y generosa de su Viejito.

Convirtiéndose en socios de sus fincas o de los negocios montados.

Andaba enredada su mente con esos pensamientos y sentimientos cuando su rostro alegre y sonriente se trucó en decepción.

Gonzalo acababa de comunicarle su partida de Puerto Viejo para regresar a España. Iba a pasar las Navidades con sus hijos y familiares. Negrita no solo fue incapaz de ocultar su desilusión y sorpresa. Sin llegar casi a componer las palabras conscientemente preguntó temerosa.

- ¿Mi Viejito, pero me regresará pronto? ¿Verdad?

La pregunta emocionó profundamente a Gonzalo. Escuchar la frase con esa ternura, con esa dulzura, pero especialmente el temor implícito en su interrogante le llegó al alma. ¡Dios que criatura! Fue oírla mientras su alma se inundaba de sensaciones. No estaba muy convencido si su respuesta la pronunció con palabras o solo su mente dio una respuesta rápida tranquilizándole, mientras le aseguraba que más de dos semanas no podía estar lejos de Puerto Viejo. Volver a observar su rostro recuperando la sonrisa le ahogo de emociones y sensaciones. Sin pensarlo le comentó que propondría a la familia pasar el fin de año en Puerto.

Iba a partir con El Negro para pescar un rato pero su corazón y su alma andaban en un peldaño mas arriba. En ese cielo que solo había sido capaz de mostrárselo su esposa y ahora esa joven, su encarnación si duda, se lo brindaba también. Se estaba levantando de la silla cuando con su armonía en el habla le preguntó.

- ¿Estará en su hamaca de la playa esta noche? ¿Mi Viejito?

Al asentir le prometió acudir, esa noche, para platicar unas horas. Deseaba dialogar con su Viejito con más tranquilidad que por las mañanas en el chiringuito.

Podría hacerlo sin la preocupación de atender el negocio. Pero especialmente bajo el cielo estrellado, en presencia de su Caribe del alma. Tras el acuerdo se despidieron con el deseo en ambos, que el día les permitiera acelerar el reloj para detenerlo al anochecer. Luego en la cala disfrutar de la compañía y recuperar esas horas del día condensadas en la noche. Un beso en la mejilla cerró el encuentro de la mañana, ahora sus obligaciones y ocupaciones les esperaban. Todas las mañanas Gonzalo dejaba el chiringuito profundamente emocionado. Seguía viendo a su mujer en aquel regalo de la naturaleza.

Especialmente esa mañana con la promesa de encontrarse en la cala por la noche. Pero sobre todo al comprobar su inquietud cuando le informó de su partida, abandonó el chiringuito lleno de optimismo, de ilusión, de ansias por encontrarse con ella. Negrita se dirigía al Caribe. A la cala, en cuyo centro se ubicaba la cabaña de su Viejito. Lo hizo, como siempre que venía del chiringuito, por su parte norte. Terminaba de cerrarlo. Antes de entrar en la playa se descalzó y con las playeras al hombro iba pisando la fresca, húmeda y blanca arena. Esa noche la luna brillaba en todo su esplendor y a modo de foco iluminaba su figura que se dibujaba en la lejanía de la bahía.

Una corta falda blanca, de veinte centímetros a los sumo, ofreciendo al aire y especialmente a cualquier observador sus esbeltas piernas, el encanto de unos fuertes y perfectos muslos, morenos, brillantes mostrando toda la suavidad, la frescura y la juventud de su piel.

Una camisa roja sin abotonar, entrelazados sus extremos inferiores para realizar un nudo bajo unos tersos pechos, que se aireaban al viento por su parte superior completaban la vestimenta.

Sus cabellos bailaban al ritmo del movimiento de un paso lento, sensual, contorneando sus caderas y dando armonía a la noche, pero sobre todo ritmo, ese ritmo caribeño que llevaba arraigado en su alma. Le quedaba alguna huella de la última y brutal paliza del “gringo” pero los médicos y los cuidados de la enfermera consiguieron devolverle, el encanto y la perfección. Gonzalo reposaba en su hamaca tumbado con su mirada perdida en dirección norte. Consciente que Negrita se dejaría ver por ese extremo de la cala. Fue abandonar la selva para iniciar sus primeros pasos por la playa cuando distinguió su silueta.

Observaba ese gesto sensual, lento y gracioso peinándose con los dedos de su mano derecha sus cabellos. Recogiendo su melena desbaratada por la acción de la brisa.

La respiración se entrecortaba. La aceleración de su corazón era escandalosa y sus lagrimales liberaban torrentes del líquido salado. No pudo evitarlo sus ojos se clavaron en sus caderas balanceándose de un lado a otro acompañando el ritmo rompedor de las olas que marcaban su paso sensual. De pronto una aureola rodeo ese cuerpo perfecto que se contorneaba siguiendo el ritmo del ambiente.

Su mente comenzó a componer las imágenes recibidas por sus sentidos y la magia de Puerto Viejo se encargó de componerla de tal forma que vio con claridad la imagen de Ana aproximándose a él.

De nuevo aquel espejismo se producía con la presencia de Negrita. Sin duda su espíritu cruzó el charco y se reencarnaba en aquella nativa. Se incorporó, colocándose de pie junto a su hamaca y cuando iba a tenderle los brazos para abrazarse a su gran amor. La voz de Negrita rompió la magia y la imagen de Ana desapareció para observar la de aquella joven. ¡Mi Viejito! ¿Me esperaba?

Le tendió la mano y al contacto de su piel el recuerdo de Ana acudió a su mente al sentir la suavidad, el calor y la fragancia de Negrita. Entrelazaron sus manos para iniciar un paseo por la playa. Pero al llegar al tronco, donde solía sentarse Gonzalo cuando le acompañaba alguien, cruzaron sus miradas, y sus labios se agrandaron mostrando esa sonrisa fiel reflejo, de su estado.

La satisfacción por estar juntos, era patente.

Ahora las imágenes percibidas por sus retinas les faltaba color, pues la noche se estaba apropiando de aquel paraíso.

- Mi Viejito me crucé hoy con “Mama Cahuita” y me contó todo lo que hizo por ella y sus hijas. Me manifestaron algo que penetró en mi alma y que comparto plenamente con ella. “Nuestro Señor se acordó por fin del negro al enviar a su ángel para liberarlo de los truhanes que andan suelto por nuestro Puerto Viejo del alma.

Gonzalo sonrió para posar su otra mano sobre la de Negrita y responderle.

- Mi Negrita, simplemente soy un hombre que le gustaría poder hacer justicia con un pueblo que ha sido y sigue siendo marginado a través de los siglos. Se dan programas de debate, tanto en radio como en televisión. Documentales. Películas.

Libros. Artículos en periódicos, semanarios, revistas. Durante horas se habla, se visiona o escucha sobre el holocausto judío.

Particularmente desde que nací he estado leyendo, viendo o escuchando sobre aquella aberración y son ya más de sesenta años. Últimamente y habló de los últimos diez años sin dejar a los judíos hemos estado siendo bombardeados constantemente con las limpiezas étnicas en guerras suicidas, pero puntuales en el tiempo. Donde el hombre se ha comportado como la criatura más irracional del planeta. Como soy de los convencidos de la existencia de vida en otras galaxias, me atrevería a decir del universo.

Olvidando, tal vez por lo cotidiano, por norma, por costumbre, por antigüedad, e incluso me arriesgaría a confirmar por seguir con una estructura mental similar al movimiento Nazi, del mayor holocausto en la historia de la Humanidad hacia una raza que ha sufrido durante siglos y, hoy en día, continúa con su humillación, su persecución, su esclavitud,... No se equivoca Negrita. Acertó. La raza Negra. “EL NEGRO” Gonzalo comenzó a expresar a Negrita la enorme deuda que la raza blanca, especialmente, tenía con la raza Negra. No era ningún ángel enviado por el cielo.

Simplemente un hombre avergonzado del comportamiento de sus semejantes y que precisaba aportar su granito de arena para mostrar su arrepentimiento.

Es más. Negrita. Aunque todo el mundo occidental realizara algo similar a lo que estoy intentando, seguiríamos en deuda. Pues han sido siglos de opresión y de sometimiento.

La conversación se prolongó por espacio de varias horas. Iban a despedirse hasta la mañana siguiente cuando Negrita sin atreverse, en esta ocasión, a mantener su mirada en él comentó.

Mi Viejito, no crea que no le quiero. Usted lo es todo para mí. La única persona que ha sabido tenderme la mano, pero especialmente el único que ha dedicado su tiempo y cariño. Mucho más importante que cualquier otra cosa. El decidir irme con “el gringo”

Gonzalo no le permitió seguir. No debía darle ninguna clase de explicaciones. Era una mujer libre y sus decisiones las respetaba sin pedir ningún género de aclaración.

- Me basta y me sobra con su amistad. Se lo digo con el corazón. Mi Negrita.

Intentó aclarar las circunstancias pero de nuevo se encontró con la dulzura de Su Viejito. Gonzalo le acompañó hasta la casa del “gringo”.

Era muy temprano, el sol comenzaba a despuntar en el horizonte, asomando en primer lugar su luz y poco a poco su corona por el Caribe. Gonzalo permanecía de pie contemplando el amanecer. Esa misma mañana viajaba a Limón para coger la línea aérea local. Volar al aeropuerto en Alajuela, junto a la capital, y de ahí en vuelo directo a Madrid para pasar las Navidades con la familia. Al girar su mirada hacía la parte norte de la cala divisó la figura inconfundible de Negrita, quien se aproximaba con la intención de despedirse de su Viejito antes de partir hacia España.

De nuevo esa armonía de movimiento aproximándose a él volvió a envolverlo de la magia de Puerto Viejo. El espíritu de su esposa se introducía en Negrita y la imagen que percibía acercándose a él era la de Ana. Su corazón se encogió, eran fechas muy especiales para la familia. Iban a ser las primeras Navidades sin ella y todas sus constantes se aceleraron. Negrita llegó hasta él abrazándose a su cuello mientras le susurraba al oído, envolviendo sus sentimientos y ahogándolo de recuerdos.

- Me deja. Mi Viejito. Estaré pensando todos los días en los segundos que faltan hasta su regreso. Todo Puerto Viejo va ha estar muy triste sin su presencia. No he querido abrir el negocio hasta que no me despidiera de usted. Mi Viejito querido.

Gonzalo posó sus labios en la frente de la joven, le tendió la mano y conversando fueron en busca del Negro que tenía preparado el coche y el equipaje en el maletero. Subieron los tres y dejaron a Negrita en su puesto de trabajo. Un fuerte abrazo despidió a los dos amigos y unas lágrimas recorrieron el rostro de la joven.

Al tiempo que le mostraba esa sonrisa tan peculiar. Tan enormemente parecida a la de Ana, su esposa.

El viaje a Limón fue tranquilo. A pie de la avioneta los dos amigos se dieron un fuerte abrazo. El Negro le deseo un buen viaje y al igual que Negrita su deseó de verle pronto de nuevo por Puerto. En Alajuela, en su aeropuerto, comió tras pagar el correspondiente canon de emigración y facturar el equipaje. El avión no salía hasta las trece horas y quince minutos y eran escasamente las once. Por fin y con un pequeño retraso de quince minutos su vuelo partía a cabecera de pista para iniciar el despegue.