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COREA, MI SEGUNDO HOGAR -
En New Ville, se instalaron en
el dúplex de Caterine. En un principio pensaron hacerlo en la mansión de los
Carbonell, mas apila, pero especialmente con el personal necesario para atender
su funcionamiento las veinticuatro horas del día. Pero cuando ella le mostró su
deseo de vivir en el dúplex no lo discutió. Aceptó consciente de la carga
sentimental que suponía, para su joven esposa, ese hogar. A la postre su único
deseo era compartir el resto de su vida junto a ella. El lugar poca importancia
tenía.
Antes de partir hacía Corea
era necesario poner en orden muchas cosas. En cuanto a las finanzas, tras la
primera semana comprobaron su inmejorable estado. Las cuentas rebosaban de
buena salud y la firma Revaud aumentó sus beneficios ese último año en más de
un treinta por ciento. El camino iniciado por Caterine en Oriente, y
especialmente en China estaba dando sus frutos. Felicitaron a Brisite por la
magnifica gestión llevada a cabo, en todo ese tiempo, como última responsable
de la firma.
A todas las partes acudían los
tres para resolver el papeleo y ultimar las gestiones necesarias para su
traslado a Corea, al menos por un periodo de seis meses.
La tarde era lluviosa, estaban
cansados y no les apetecía moverse por la ciudad, optando por quedarse en casa
y descansar ese sábado, tras una semana agotadora. Caterine comentó su ilusión
por adquirir un reactor para sus desplazamientos. Estaba harta de esperar en
los aeropuertos. La idea no era mala, pero debían estudiarla. La compra del
aparato no suponía problema. Pero tal vez si la contratación de tripulación, la
adquisición de un hangar para el jet y personal para el mantenimiento. Se puso
en contacto con varios amigos del negocio de la moda y fue informándose de
todos los detalles hablados con José y alguno más, aclarado por los amigos.
Los números cuadraban sin
causar problemas a las finanzas familiares. Por ello se pusieron manos a la
obra para estrenarlo en su viaje a Corea. Las gestiones, las visitas para ver
diferentes compañías, probar diversos aparatos, les llevaron cerca de un mes, y
gracias a la colaboración de un amigo no se prolongó. Puso a disposición de
Caterine a su comandante. Aconsejándoles sobre cual era el más adecuado para
las pretensiones de la pareja. También les presentó a la tripulación, de plena
confianza. Era importante, les comentó el comandante, que la tripulación
encargada de pilotar el jet interviniera en su elección. Por ello una vez
seleccionada con la colaboración de los dos comandantes se decidieron por el
más apropiado al uso pensado. La ayuda recibida fue de gran valor pues ninguno
de los dos estaba muy ducho en ese apartado.
El bautismo de la aeronave lo
realizaron con un viaje relámpago a Madrid y posteriormente a Valencia, para
despedirse de la familia, antes de iniciar su viaje a Corea.
La noticia de su llegada a la
provincia coreana se propagó como el agua en los regadíos de la huerta. La gran
mayoría de los habitantes de la zona, e incluso de zonas lejanas se dieron cita
en el mejorado aeropuerto de la capital de la provincia. Aquel hombre, junto a
su esposa Silvia, habían sido el alma de aquella castigada zona oriental. Pero
no solo por las atenciones sanitarias proporcionadas por la fundación. Se
crearon industrias y fabricas mejorando considerablemente el nivel de vida de
aquellas humildes gentes.
El pequeño aeropuerto
engalanado como en las grandes ocasiones. Las primeras autoridades de la
ciudad, aguardaban impacientes la llegada del “Salvador”. Cerca de dos años, el
periodo más largo sin dejarse caer por allí. Tenían noticias de las desgracias
sufridas en los últimos tiempos. La muerte de Silvia, venerada por todos, su
grave enfermedad, pero desconocían su recuperación, y mucho menos su nuevo
enlace matrimonial.
Cuando la puerta del jet se
abrió y aparecieron, la multitud se volvía loca con vítores, cantos, incluso
algún que otro desmayo. Caterine miró a su esposo no podía creer aquel
recibimiento y con la ingenuidad, sorpresa y asombro preguntó.
- ¿Viene alguna autoridad de
la nación?
Se limitó a sonreír.
Verdaderamente era increíble la multitud agolpada en torno a la pista. Las
fuerzas de seguridad se vieron en la necesidad de realizar verdaderos esfuerzos
por retener a la gente enfervorizada hacía aquel personaje. Cuando
discretamente le aclaró la situación se quedó perpleja. Aquel recibimiento era
digno de los mejores divos de la música, o del deporte. Se abrazó a su marido y
lo besó con ternura. Aquel hombre del que estaba locamente enamorada le
sorprendía en cada momento con algo. Vivir junto a él era imposible el
aburrimiento.
Dos pequeños nativos, se
aproximaron a los visitantes, mientras descendían del avión, ofreciendo a las
mujeres unos lindos ramos de flores autóctonas. A coro y en un perfecto
castellano se dirigieron a José.
- Todo nuestro pueblo se
siente orgulloso de poder recibir a la persona más querida en todos estos
humildes hogares. Sentimos en lo más profundo de nuestros corazones la muerte
de su querida esposa.
José se inclinó para besar a
los dos pequeños y a continuación recibió el saludo de las autoridades. Fue
presentando a sus dos acompañantes y se sorprendieron cuando les presentó a
Caterine como su mujer. De camino hacía los trámites legales de la aduana,
apretaba las manos de la gente que deseaba tocar al “Salvador”. Todos anhelaban
poder compartir su presencia. Tanto Neus como Caterine no salían de su asombro
aquello parecía increíble. Era verdadero fervor el recibido por esas gentes.
Les costó cerca de dos horas llegar hasta el hotel donde se alojarían y eso que
no estaba a más de cinco kilómetros del aeropuerto.
Llegó la noche. Por fin solos
en su habitación. Incrédula ante lo acontecido ese día Catherine lo comentaba
con su esposo. Era consciente del apreció de la gente. Pero nunca pudo imaginar
aquel grado de fervor. Neus se instaló en La Fundación. José
les presentó a sus directores y le acogieron como si fuera de la familia. Ese
primer día en aquel hospital, le cautivó. No podía dar crédito a las magnificas
instalaciones y mucho menos llegó a comprender como la mayoría de los
trabajadores de aquel gran centro sanitario solo lo hacían por la manutención y
la vivienda. De inmediato se puso a trabajar codo a codo con toda esa gente y
su sorpresa iba en aumento al comprobar la calidad de sus formaciones. Muchos
de ellos superaban a la media de los sanitarios conocidos hasta la fecha. Sin
duda su destino se encontraba en aquella bella población, que desde el primer
instante le cautivó y a partir de ese mismo momento pasaría a ser su razón de
vivir. Alguien le comunicó la necesidad de descansar, tras un viaje tan largo y
sobre todo tras esas doce horas sin parar. Al mirar el reloj y comprobar que
eran las siete de la mañana su incredulidad le obligó a salir a la calle para
constatar el amanecer. No sentía el mínimo síntoma de cansancio ni de sueño. Se
pellizcó varias veces para estar segura de su vigilia. Se sentía tan feliz,
incrédula de los momentos vividos desde su llegada. Con una dulce sonrisa se
despidió hasta la tarde y sin pensarlo dos veces dirigió sus pasos hacía el
hotel donde se alojaba su querido matrimonio. Deseaba encontrarse con José,
abrazarlo y darle las gracias por haberle llevado hasta ese lugar.
Subió directamente a la suite
ocupada y entró sin llamar. Estaban despiertos abrazados en el lecho. La
presencia de Neus, en un principio les asustó luego les sorprendió, pero cuando
se abalanzó sobre José no supieron reaccionar. Se abrazo a él y, mientras
adoraba con sus labios su rostro, le daba las gracias. Besó a Caterine en las
dos mejillas y dejó a la pareja continuar con su descanso. Se miraron,
sonrieron y volviéndose a abrazar se abandonaron de nuevo al descanso.
Aquel día les aguardaba una
nueva jornada de compromisos sociales. A Caterine aquellas atenciones y halagos
le agradaban, no en balde el mundo de la moda se movía por esos derroteros.
Pero a José le molestaba enormemente, Silvia le había abierto los ojos al
convencerle que todos esos compromisos sociales tenían su recompensa luego. Y
así era, desde que compartió con Silvia aquellos actos las facilidades por
parte de las autoridades, tanto, locales como nacionales del país. Le abrieron
numerosas puertas. Consiguiendo importantes rebajas fiscales y apoyos para la
exportación y distribución de los productos elaborados por las industrias
encargadas de mantener La
Fundación.
Consciente de la necesidad de
esas fiestas y agasajos sociales. Ahora estaba convencido de lo imprescindibles
que eran y el precio a pagar.
Concluida la primera semana,
el matrimonio pudo disponer de tiempo. Visitaron los otros centros abierto
recientemente y conversaron. Personalmente comprobó la maravillosa gestión
realizada por los directores. Le contó a Caterine como los conoció. En compañía
de Silvia consiguieron salvarles la vida, aunque no pudieron evitar la perdida
de uno de sus miembros inferiores. Luego fueron a Europa, estudiaron medicina y
llevaban toda su vida dedicándola por completo a La Fundación.
Visitaron a viejos conocidos y
todos se desvivieron por atender a la pareja. Quedando gratamente sorprendidos
por la sencillez, elegancia y cariño de su joven esposa.
Neus no dejaba un solo día de
visitar al matrimonio y les mostraba su agradecimiento por todo. Se había
enamorado de aquel lugar y en más de una ocasión se olvidaba, de comer, de
cenar o de dormir. El tiempo pasaba volando y perdía con frecuencia su sentido
de los ritmos biológicos.
En las conversaciones de José
con los responsables de la fundación le mostraron su admiración y
profesionalidad de esa joven europea. En muy poco tiempo se puso al día con la
marcha del hospital. Convergiéndose en una de las enfermeras especialistas más
eficaces del equipo.
Las noticias sobre la inestabilidad
de una de las regiones, del país, próxima a donde se ubicaba La Fundación comenzaron a
preocupar a la gente. La presencia del ejército se iba haciendo cada vez más
patente en la localidad y el movimiento de material militar alteraba la marcha
cotidiana y pacífica de la zona. Los primeros enfrentamientos entre la
guerrilla y el ejército se dieron aunque siempre se producían a bastantes
kilómetros de la población.
La inestabilidad iba creciendo
por momentos. José comenzó a preocuparse. “No habían sufrido bastante ya esas
gentes como para comenzar de nuevo”. Pensaba mientras ojeaba en los periódicos
las últimas noticias sobre los movimientos del ejército y la guerrilla. Incluso
algunos nativos comenzaban a involucrarse en ese movimiento revolucionario.
Llevaban tres meses desde su
llegada, cuando una noche estando en la ciudad cenando una explosión cercana
les interrumpió. Se llevaron un susto impresionante pues la pared cercana a
donde tenían reservada la mesa se desplomó, por la acción del artefacto
preparado para unos oficiales del ejército del país. Cuando la situación se
calmó y pudieron regresar al hotel se plantearon seriamente dejar el país. Lo
hablaron con Neus, pero ella estaba dispuesta a continuar allí. Por fin había
descubierto, realmente su destino.