sábado, 1 de febrero de 2014

UN AMOR NACIDO CON LA CREACIÓN- SEGUNDA PARTE - ANDREA - CAPITULO III - EL PRIMER INCIDENTE

             

                             EL PRIMER INCIDENTE




   Esa semana comenzaban sus clases en la universidad, sin duda el stress aumentaría considerablemente con sus dos ocupaciones educativas. Octubre iniciaba su declive y los días frescos se turnaban con los fríos. La indumentarias de abrigo iban sustituyendo a las prendas veraniegas, el otoño llevaba ya un mes de reinado y las lluvias por Donostia aparecieron. A Julián no le gustaba nada dar la clase en recintos cerraros aunque estos fueran unos buenos pabellones y aconsejaba a su alumnado portar siempre un buen chubasquero. No era menos cierto que él soportaba estoicamente durante sus seis o siete sesiones la lluvia impertérrito, sabía que el ejemplo era la mejor metodología para la educación y especialmente si se trataba de adolescentes. Ese lunes terminó muy cansado, llovía con intensidad cuando terminó su jornada laboral a las quince y quince, no se había preparado nada para comer y no estaba dispuesto a ponerse a cocinar. Llegó a casa, fue directo al jacuzzi y mientras llenaba el vaso del saneamiento comenzó a desnudarse. Entró varias veces en la habitación para coger muda limpia. Por fin cuando el vaso iba por mitad se dejó acariciar por los chorros a presión. Tenía hambre pero el cansancio le podía mucho más que su estomago y permaneció en aquel baño relajante durante poco más de una hora. Luego se acercó a una taberna y mientras comía de picoteo se tomó una cerveza. Al salir de clase esa mañana había pensado acercarse a “La Perla” para comer y relajarse en las termas pero se lo pensó mejor y optó por la otra opción relajarse en casa e ir a comer al pequeño establecimiento cercano a casa. Había dejado de llover y al llevar el chubasquero decidió arriesgarse a dar un paseo por la Concha. Caminaba pensativo rumiando el artículo que tenía que escribir esa semana en la prensa. Pero el comienzo de las clases en la Universidad le distraía con demasiada frecuencia.

   Tras las dos primeras horas del martes en el centro educativo de bachillerato se desplazó a Victoria. Esa mañana fue al centro educativo en coche pues luego tenia clase en la Facultad a poco más de cien kilómetros. A las diez se puso en camino tomando la calle de José María Saladería, al cruzarse con la calle Pedro Manuel Collado la tomó para llegar a la plaza de Pió XII. Se desvió por la primera salida hacia la avenida de Carlos primero, pasó por el Rúner de Amara, incorporándose a continuación a la A-8. Circuló varios kilómetros para salir por la 15ª e incorporarse a la AP-1 en dirección Bregara, Arrásate, Mondragón. No abandonó la autopista de peaje hasta la salida a la 622. Puso el coche por Forondako Atea, un kilómetro aproximadamente para en la Plaza Latino América tomar la primera salida hacia Eskal Herria Bulebarra.  Kilómetro y medio por dicha vía hasta Zabalgana Hiribieda, tras circular casi dos kilómetros salir en dirección a Armentiagana Kalea  por la nacional 102 para encontrarse con la Facultad de ciencias de la actividad física y deportes.

   Conforme entraba en el recinto universitario iba cruzando su camino con diferentes profesores y alumnado, estos últimos se paraban prácticamente todos a los que había impartido clase. Era el único profesor que habían tenido hasta la fecha que se volcaba totalmente en ellos, lo daba todo sin ocultar ningún conocimiento que hubiera adquirido e incluso daba información de última hora siempre asegurando la fuente y en ocasiones advirtiendo que se debía dar tiempo a la investigación para confirmar ciertas tesis que encontraba. Los numerosos trabajos publicados, tanto en textos como en revistas o periódicos. Si por el contrario, alguien le había proporcionado algún tipo de información lo primero que hacía era dirigirse al individuo y solicitarle permiso, luego no olvidaba mencionarlo en dicho documento o texto. A veces se quedaba horas robadas al sueño para ayudar a los alumnos con interés. Por otro lado siempre era él el que se ofrecía al alumnado con mayores dificultades. Era pasión por su profesión y al no estar ligado a una familia le permitía emplear su tiempo en quien se lo pidiese. Por el contrario con ciertos profesores con los que se cruzaba simplemente un gesto con la mano e incluso algunos trataban de rehuirle. También había entre el profesorado quien lo apreciaba profundamente y mostraba su cercanía. Pero no era santo de su devoción el profesorado nacionalista, cosa que también sucedía con la dirección, pues sus críticas siempre irónicas les molestaban profundamente. Con los extremistas que los había y en buen número los machacaba siempre en sus artículos de prensa y en las reuniones de claustro. Incluso hacia unos cinco años recibió amenazas de, E. T. A.,  aunque nunca hizo caso de ellas. Siempre comentaba que a todos nos debía llegar y jamás iba a tener miedo, ni tomar las mínimas precauciones.

 

“La calidad de vida y la libertad para decir, siempre con respeto, lo que me plazca vale mucho más que cualquier otra cosa”.

 

   La primera clase que le correspondía en ese inicio de curso era alumnado que ya había tenido en el primer ciclo. Pero su nivel de maduración en la carrera era diferente pues había alumnado de cuarto y quinto curso. En los últimos años el alumnado femenino superaba al masculino. Antes de entrar en clase dos ex alumnas que terminaron la carrera hacía ya casi un quinquenio le pidieron cita para comentar algunos temas. No les puso el menor inconveniente y quedó a las catorce y quince para comer juntos y aclarar lo que desearan. Tenía tiempo hasta las dieciséis y si en ese tiempo no lo habían podido resolver quedarían de nuevo a las dieciocho horas y quince una vez terminada su jornada. Se despidieron con un par de besos en las mejillas y entró a dar su clase.

   Las primeras carcajadas nacieron con su primera intervención siempre le gustaba iniciar la jornada con alegría, luego conforme observaba la clase lanzaba alguna mas para rebajar tensión y recuperar atención. En ese campo era un autentico maestro. En ocasiones otros profesores le habían solicitado permiso para entrar a observar sus clases jamás se negó ni siquiera a ciertos profesores que sabía a ciencia cierta que lo que pretendían era desprestigiarlo. Lo cierto es que no lo lograron nunca. También el intentaba en ocasiones entrar en otras aulas para contrastar metodologías y observar especialmente feed-back entre profesor y alumnado. Pocos le permitieron el paso y los que sí lo hicieron siempre le pedían, al igual que hacia él a los que entraban en su aula unos pequeños apuntes sobre la perspectiva que tenían ellos de cómo impartía sus clases que les parecía bien y en que no estaban de acuerdo. Le encantaba mejorar cada instante y esa era una buena forma para lograrlo.

 

   “A todos nos gustan los halagos pero os voy a decir una cosa que tenéis que tener siempre en cuenta. De los halagos no aprenderéis casi nada, de las críticas aunque sean destructivas aprenderéis algo y de las constructivas os indicaran el camino a seguir. Pero nunca hagáis algo en contra de vuestros principios o convicciones aunque mucha gente os diga que estáis equivocados. Analizaros y si os convence algo entonces aplicarlo pero nunca actuéis si no estáis plenamente convencidos de ello”

 

   Junto con otra que solía lanzar con asiduidad.

 

“Yo soy creyente tal vez no todo lo que el Señor le gustaría de mi, pero yo prefiero que el reconocimiento me lo de el Señor pues si lo hacen aquí en la tierra, Él me exigirá otra cosa” 

 

   Las dos clases se desarrollaron con normalidad. La segunda, todos eran gente nueva pues eran alumnos del primer ciclo y aquí también se mezclaban alumnos de primero segundo y tercero. La asignatura pertenecían al primer ciclo. El alumnado de segundo y tercero ya tenían referencias de Julián pero los de primer curso eran noveles en la plaza. Pero todos al termino de la sesión no daban crédito al tiempo transcurrido con aquel maestro. También aquí en la universidad prefería que le llamaran maestro. Había sido tan amena y tan activa que se asombraron cuando finalizó incrédulos del tiempo transcurrido.

   En la cafetería de la facultad le aguardaban las dos jovencitas. Adoraban a su profesor y juntos fueron a comer a un restaurante de Victoria donde solía ir Julián cuando tenía clase en la Universidad. Durante la comida poco pudieron hablar de la cuestión que les había llevado a conectar con su maestro pues dedicaron la mayor parte del tiempo a contarse como les había tratado la vida desde que abandonaron la facultad. Por ello tras el café quedaron en verse en una cafetería a las dieciocho y quince, cuando él finalizase las clases de la tarde. 

   Durante la comida le confesaron que se casaron y tenían una dos niños y la otra una niña. Julián les confirmó que seguía soltero y sin compromiso. La que tenía una niña se confesó en la mesa que seguía así porque no quiso casarse con ella. Julián comenzó a reír y pasaron una velada encantadora.

   Las señoras se levantaron para saludar a Julián que portando en una mano su cartera y en la otra el ordenador se sentó junto a ellas mientras descargaba los dos bultos.

   Tras un pequeño receso le confesaron el motivo de su presencia para consultarle. Habían montado una piscina en su ciudad de residencia y uno de los vasos los habían adaptado a natación de bebes. Deseaban información, la última pues si alguien sabía algo sobre dicha especialidad en España ese era él. Lo cierto es que Julián en sus cursos de la Facultad cuando nadie se movía en ese campo ya comenzó a dar orientaciones a la cuestión. Desde bien joven en compañía de su compañera de Club iniciaron la natación con bebes y aunque Julián dejó de trabajar a nivel práctico, había editado numerosos tratados tanto motores como psicológicos sobre esta especialidad. Ellas habían seguido esas pautas, que recibieron en sus años de formación, pero esperaban obtener las más recientes. Efectivamente el tras la demanda del alumnado fue introduciendo metodologías estrategias y actividades para bebes. No olvidaron traer un PEN, conocían muy bien a su maestro, eran conscientes que llevaría información en su portátil. No les decepcionó y amen de la información en formato digital les proporcionó una serie de páginas Web, Blogger en la red que había investigado últimamente. También le aconsejó si tenían la posibilidad de viajar a Suecia, en concreto a dos instalaciones, una en la capital y otra en una localidad cercana, les proporcionarían información de primera mano. Pues su compañera Teresa se instaló en aquel país y trabajaba sobre la natación de bebes hacía la friolera de más de treinta y cinco años. Les tendió una tarjeta de aquellos dos establecimientos donde había escrito unas frases de presentación, asegurándoles que les atenderían nada mas presentarla. Pues en uno de sus viajes a Suecia para impartir un seminario sobre natación para bebes se reencontró con su antigua compañera dirigiendo esas dos instalaciones y prolongó su estancia en la capital para intercambiarse información entre los dos investigadores de dicha especialidad. Teresa, portando su tarjeta, se desviviría por atenderles.

   Cuando miraron la hora eran cerca de las veintidós y él tenía que regresar a casa. Quedaron en verse algún día y prometieron mandarse mensajes por correo electrónico. Les comunicó que llevaba tiempo madurando la entrada en su Blogger de información y actividades para bebes en el agua. Con toda seguridad antes de Navidades lo intentaría. Les pidió que le informaran sobre todo lo que fueran comprobando en la práctica y su visita a Suecia ya que aseguraron que con toda probabilidad se desplazarían juntas a la localidad.

   Mientras Julián se encontraba en Victoria conversando con las dos jóvenes señoras, Andrea entraba con David en el complejo deportivo y gastronómico del paseo de la concha “La Perla”. Habían conectado perfectamente desde el primer día y salían con frecuencia a pasear, a jugar al balonvolea, al cine, a la discoteca o a la biblioteca para trabajar sobre actividades colegiales. Mantenía una entretenida y en momentos fogosa conversación sobre los nacionalismos. David se identificaba plenamente con el radicalismo nacionalista del País Vasco mientras que Andrea no concebía ese fanatismo a ultranza. No era española, aunque su madre si, vascuence y concretamente de la localidad de Irún. También nacionalista pero mucho más moderada que David. En su debate particular con su amigo aseguraba que se sentía Tica, amaba a su País, pero antes que costarricense se consideraba ciudadana del mundo. Era bonito reconocer la cultura del pueblo donde uno nace. Sentirse orgullosa de haber nacido donde nació pero el mundo estaba abocado a comprenderse, a compartir, a luchar juntos por esa pequeña bolita flotante en la inmensidad del Universo. No entendía la obsesión de su compañero por independizarse, lo que se tenía que hacer era agruparse, para lograr un solo orden en el mundo que nos proporcionara un mejor reparto y una mejor calidad de vida para todos y no solo para unos pocos como sucedía. Hubo momentos de aquel debate que le llegó a asombrarle por la violencia verbal e incluso agresividad casi física de su compañero.

 

   - David calma.

 

   El rogaba una y otra vez cuando su compañero se inervaba por una frase o una puntualización de su amiga. No negaba que tuviera su opinión, la respetaba aunque no la compartía y esperaba de él lo mismo. Esa dulzura, esa delicadeza, esas frases de reconciliación de su amiga le calmaban por momentos pero luego volvía a la carga. En un momento que le observó excesivamente descontrolado. Con esa feminidad que poseía y ese encanto personal le volvió a tranquilizar al tiempo que le comunicaba que iba al servicio. No tenía muchas ganas de necesidades fisiológicas pero prefirió dejar a su compañero reflexionando sobre las frases que le había dejado y de su modo de obrar para recuperar su compostura. Llevaba un mes aproximadamente con él y lo conocía suficientemente. Era un chico encantador pero cuando se tocaba el tema del nacionalismo le superaba y lo sabía. De ahí que adoptara esa decisión que le aportaría encontrarse con un David diferente al que dejaba en esos momentos.

   Al bajar a la segunda planta donde se encontraban los servicios se paralizó, de inmediato reaccionó tratándose de cubrir con una columna. En el mostrador de recepción estaba su madre en actitud romántica y acaramelada con el socio de su padre. En una pausa de la conversación con el empleado de recepción pudo comprobar cómo se abrazaban y se comían materialmente a besos. Comenzaron a caerle las lágrimas, adoraba a su padre, y ese engaño le dolió no solo en el alma sintió la puya en su corazón, consciente que si se lo estuvieran haciendo a ella no le dolería tanto. Trató de ocultarse un poco más entre la columna y unos sillones y observó como la pareja entraba en el recinto de las aguas termales. Pero su madre en una acción involuntaria dirigió su mirada hacia el lugar donde se encontraba ella y quedó paralizada al observar a su hija. Sin la menor duda los había visto. Andrea reaccionó corriendo para abandonar el local y perderse por el paseo de la Concha llorando a lágrima viva. Su madre trató de alcanzarla llamándole pero era tarde le había tomado mucha delantera y la perdió.

   Tenía el móvil de Julián, pues quedaban para jugar algún partido de Vóley playa.  Justo en el momento que entraba él con el coche en Donostia sonaba el móvil. Se aproximó a la acera medio aparcó el vehículo y contestó a la llamada.

   Entre lloros le comentaba si podía verle. Julián fue consciente que algo le había sucedido. Lo primero fue calmarle para preguntarle donde se encontraba. A recibir como respuesta que en el parque Mélodi le dio su dirección pues estaba a escasos metros de donde se encontraba.

 

   - En la maceta de la izquierda en la entrada al palacete está la llave, entra en casa y espérame allí. Puedes entrar en la cocina y coger cualquier cosa que desees. Tranquilízate que estoy en unos minutos pues ya he entrado en Donostia

 

   Colgó el móvil y a la máxima velocidad que le permitían conducir por la ciudad se encaminó hacia su casa. Andrea siguió las indicaciones, entró en el salón conectó la televisión y entre lloros, pucheros y lágrimas trató de relajarse un poco y olvidar lo sucedido. Pero en el mismo instante que escuchó el ruido del motor salió como una poseída a su encuentro. No le dio tiempo prácticamente ni a bajar del coche, se lanzó en sus brazos y comenzó a llorar. Unos pequeños consuelos con suaves caricias en el cuero cabelludo, fue recuperándole poco a poco hasta separarse del abrazo y juntos de  la mano entraron en la vivienda. Le rogó que fuera al aseo y una vez eliminado el sofoco regresara al salón para conversar sobre lo sucedido. Al entrar los lloros aparecieron de nuevo en la joven y sentándose junto a Julián volvió a abrazarse a él.

 

   -Toma el tiempo que precises, cálmate, llora, sonríe, lo que te apetezca.             

 

   Al pronunciar la palabra sonríe su rostro regaló ese gesto tierno dulce y picaron de toda adolescente. De nuevo los sollozos y poco a poco, conforme el tiempo transcurría ella iba controlándose.

   Había intentado en varias ocasiones comenzar pero el llanto se lo impedía una y otra vez. Julián permanecía sereno, sin mostrar impaciencia, relajado y hablándole con una ternura paternal a la que su rostro respondía siempre con una leve sonrisa cargada de esa sensualidad adolescente. Le recordaba tanto a su padre, siempre dispuesto a escuchar, sin impacientarse, dándole todo el tiempo que fuera necesario, mimándole, comprendiéndole, consciente de la importancia, aunque fuese una memez, del problema de su pequeña. Aquel maestro aunque se veían en contadas ocasiones fuera del aula había sido el apoyo que necesitaba para el cambio tan radical de vida que suponía el trasladarse de un país a otro. Por si fuera poco eso, el mayor tiempo lo pasaba sin el apoyo de casa, su padre, pues se encontraba en la mar tratando de sacar a la familia hacia delante. Estaba con su madre pero nunca se llevaron bien. Se respetaban y punto. Su progenitora jamás se preocupó por su pequeña, nunca atendía sus preguntas y eso le había llevado alejarse.

   Por fin cuando todo daba a entender que comenzaría su confesión sonó el timbre de la puerta. Julián miró su reloj estaba a punto de finalizar ese día. Antes de abrir comprendió que debían ser los familiares de la joven. No se equivocaba, en la puerta con las expectativas de una respuesta afirmativa se encontraba David junto a la madre de Andrea. Les invitó a entrar pero el muchacho se despidió pues era tarde y le esperaban en casa. Cuando la madre de Andrea entró en el salón ella giró la cara. Julián fue consciente que el problema lo había tenido con su madre pero al desconocer lo sucedido se mantuvo al margen.

   Andrea se negaba a abandonar la casa con su madre. Julián, con dulzura, trató de iniciar una frase para convencer a la joven que no tenía alternativa, sorprendiéndose por la reacción de aquella señora.

 

   - ¡Deje en paz a mi hija de una vez! Vasco renegado. Como siga acosándola le denunciare a la Ertzaintza.

 

   La perplejidad de Julián se reflejó en su rostro. Era cierto que ciertos círculos, no se le apreciaba, pero jamás comprendería como aquella mujer le reprochaba su poco nacionalismo. Sin duda sus escritos en la prensa le habían creado más enemigos de los que suponía. Pero en esos momento lo que menos le importaba eran esas pequeñeces. El problema lo tenía Andrea y deseaba que se resolviese lo mejor posible. Entre lloros y rabia contenida Andrea le soltó.

 

    - Gracias a este renegado no me he suicidado esta tarde después de lo visto. No sé como tienes la desfachatez de decir lo que has dicho. Procura dejarle hablar o todo esto lo sabrá papá.

 

   Con el llanto en su rostro y sus lagrimales produciendo como una fábrica japonesa se levantó y se lanzó a los brazos de Julián.

   El rostro de la madre se desencajó pero se contuvo tras las palabras de su hija. Julián intervino de nuevo calmando a la jovencita y poco a poco le convenció para que se fuera con su madre y lo hablaran entre ellas.

   Andrea salió del palacete en primer lugar, previo agradecimiento a su maestro y plasmar dos besos en su mejilla. Su madre permitió que se adelantara su hija consciente que no entablaría conversación y para dejar un recadito lleno de odio y envidia hacia aquel profesor.

 

   -  Procure mantenerse alejado de mi hija o le aseguro que le denunciare por corrupción de menores.