sábado, 14 de junio de 2014
UN AMOR NACIDO CON LA CREACIÓN- SEGUNDA PARTE ANDREA-CAPITULO XX EL PADRE DE ANDREA A PRISIÓN
CAPÍTULO VIGÉSIMO
EL PADRE DE ANDREA A
PRISIÓN
El mes de
julio fue movido para el padre de Andrea. Julián iba a pasar unos días a Costa
Rica cuando se enteró de la maniobra de la pareja. Con diferentes artimañas
legales y con diversos engaños consiguieron que en la empresa dejara de figurar
él. Sus acciones pasaban a su hija. Manejando ese paquete de acciones la madre
como tutora. Mientras que la deuda para la amortización de los dos barcos
adquiridos, hacía un par de años, ponía
en una situación extrema las propiedades del abuelo ya que fueron avalado por
su padre.
Las
intenciones de causar problemas a Julián no dieron su fruto gracias a las
precauciones tomadas por Andrea, cosa que desquició de forma anormal a su
madre. Sentía unos celos sin límites hacia aquel personaje, educado, culto, con
talante, con una posición social, que él particularmente le importaba un
pepino, pero su envidia enfermiza la ahogaba.
Al informarle
de la situación por la que estaba pasando su padre contactó con su abogado
prometiendo apoyo incondicional. El negocio de Costa Rica comenzaba a funcionar
a las mil maravillas y su solvencia era indiscutible.
Los trámites
legales siguieron su curso y en la primera vista, la acusación solicitaba la
prisión preventiva el denunciado. Al ser extranjero había fundamentos de sobra
para sospechar una posible fuga del país. Pero en ese punto el abogado de
Julián, presentó una serie de alegaciones y de responsabilidades que firmó el
maestro y tras una semana en prisión consiguieron su libertad bajo fianza.
Durante ese
periodo Andrea no dejó de visitar a su padre ni un solo día y eso que
intentaron por todos los medios impedirlo. Pero también en este apartado la
defensa logró que se desestimaran los motivos por los que se pretendía
restringir las visitas de la adolescente. El juez tras escuchar a la menor no
considero las alegaciones de la acusación y de este modo Andrea junto a Julián
pudieron darle un apoyo diario. Al salir bajo fianza se instaló en casa de
Julián pues era él quien se responsabilizaba de su presencia en el juzgado cada
semana.
Aquel hombre
no sabía cómo agradecer todos esos desvelos e incluso, se enteró por su hija,
jugarse parte de su patrimonio al apoyarle. Pues el palacete de Donostia se
presentó como aval para la fianza fijada. La llegada de la familia tica fue
acogida en el palacete.
Los abuelos
llegaron a la capital española por la mañana y en el aeropuerto les aguardaba
su hijo acompañado por Julián. La joven quiso desplazarse con ellos pero su
madre no lo consintió, al no le corresponderle esos días, según la orden
judicial. Donde las condiciones de divorcio fijaban claramente las visitas de
su padre a la adolescente.
Aquel anciano
matrimonio se abrazó en primer lugar a Julián agradeciendo todo el apoyo
recibido. Luego se fundieron con su hijo. Tras tomar un tente en pie en la
cafetería emprendieron la marcha para Donostia. Dejaron los equipajes en la
habitación destinada a los invitados y después de ducharse y asearse salieron a
comer a “La Perla”, donde había encargado mesa. Fue un almuerzo encantador, la
bahía de San Sebastián a pie de mesa y la bravura del Cantábrico mostrándose
con todo su esplendor. Amén de la calidad de los alimentos. Quedaron gratamente
impresionados. Luego en el salón de casa degustando unas pastas con el café
mostraban la belleza de aquella prospera ciudad. Que belleza tan distinta a la
de Puerto Viejo, que encantos tan diferentes y a la vez tan parecidos. Hablaron
de numerosas cosas. Del caso y el camino que iba tomando. De España, de Costa
Rica, del negocio en aquella tierra centro americana. Mostró su agradecimiento
por la preocupación directa del anciano sobre la empresa. Replicando que por
mucho que hiciera hasta su muerte nunca podría compensar, ya no el apoyo
económico, lo hubieran sacado de debajo de las piedras, era esa generosidad de
tender la mano al que lo necesitaba. Su preocupación desde el principio
proporcionándole de inmediato una atención legal. El buen hacer del abogado que
les había proporcionado, tenerlo en casa, sacándolo de la prisión y en especial
como los había acogido a todos. Esa generosidad que ya mostró con algunos
habitantes de Costa Rica, en concreto al ayudar primero a Maureen y
posteriormente a Roberto y su familia.
El anfitrión se preocupó de contratar, con
la empresa que se encargaba de la limpieza del palacete, un refuerzo para el
servicio y solicitar dos empleados más para la cocina. Su intimidad, su soledad
tan amada y deseada quedaba al menos durante un tiempo rota. Pero tampoco le
importó mucho poder ayudar a esas personas a las que apreciaba.
Consiguió hacerse cargo de los pagos de la
deuda que pesaban sobre las embarcaciones y que estaban avaladas por él. Los
cargos se retiraron quedando libre sin llegar a celebrar el juicio. Su abogado
manifestó la posibilidad de contraatacar, tras las afirmaciones y consejos se dispusieron a recuperar parte de la
empresa.
A los tres meses de iniciarse todo el
proceso los abuelos regresaron a Costa Rica acompañados por su hijo. Antes de
su partida mantuvieron una charla larga y profunda sobre la situación de la
empresa en tierras ticas. Deseaba que se asociara con él y con la madre de
Maureen en el negocio. Ella quedaría algo mas liberada al encargarse solo de
los negocios en tierra y él con su experiencia podría llevar la labor del mar. Hablaron
de las posibles necesidades para su estructuración y comenzaron a pensar a
largo plazo sobre las inversiones de mayor cuantía que serían necesarias.
Pronto el entendimiento entre la madre de
Roberto y el nuevo socio fue total. Se pusieron a trabajar codo a codo.
Lograron aumentar la importancia e influencia de la empresa en poco tiempo.
Pero la relación entre ambos fue un poco más allá, pues la sentimental fue
ganando terreno y aquella pareja no solo encontró apoyo empresarial. Su vida
sentimental se reconstruía de nuevo y la tropa pudo contar con un cabeza de
familia que les ayudara en su maduración. La nueva situación repercutió en
Roberto, un brillante estudiante que pudo centrarse en sus estudios y sus
calificaciones escolares subieron varios enteros. En las conversaciones de
Maureen con Julián no encontraba palabras. Él con su clásica forma de responder
y actuar le recordó que ya en más de una ocasión se lo había dicho.
“Tener
la amistad de una luchadora, de una mujer tan encantadora le bastaba y sobraba.
Con su amistad ya le había pagado con creces”
Una mañana encontrándose conectada con
Julián llego Roberto, mostrando a ese maestro toda su admiración y gratitud.
Se iniciaba un nuevo curso, ahora se daba
cuenta que ese verano había estado demasiado ocupado. No había podido aislarse
como le hubiera gustado y no solo, no se aisló, sino que su vida social fue
considerablemente la más alta que había tenido en sus casi sesenta y un años de
existencia.
Los pasos emprendidos por sus abogados
estaban dando su fruto. Aunque eso sí, ya lo habían advertido con anterioridad,
el padre de Andrea no conseguiría nada, como mucho se intentaba que gracias a
ciertos defectos de forma y de escritura se pudiera recuperar la parte de aquel
degenerado a nombre de Andrea. Pues para
evitar la pérdida de la empresa y que su hija pudiera pasarlo mal los abogados
le aconsejaron que transfiriera sus acciones a su hija. Ante los movimientos de
los representantes legales la pareja tuvo miedo y acordaron pasar las acciones
que le correspondían a él y en secreto a Andrea. De esa forma no lograría hacerse con nada
pues pertenecía a la madre e hija. Previamente contrajeron matrimonio tras
firmase el divorcio. Por mediación de un
empleado de la fábrica de conservas lograron averiguar las maniobras de la
pareja. Aquel empleado apreciaba al padre de Andrea, pues llevaba trabajando
con la familia desde hacía cuarenta años. El abuelo lo contrató en Costa Rica
cuando era un chiquillo. Abandonado por su padre se vio abocado a trabajar con
doce años. La ayuda de aquella familia permitió que su madre y seis hermanos
más pequeños salieran adelante. Cuando el padre de Andrea se trasladó a España,
le rogó que se marchara con él, precisaba a alguien de confianza en la parte terrestre
de la empresa para controlarla un poco. Por este empleado se enteró de los
acosos a jovencitas de su socio. Como era quien llevaba los asuntos económicos
y jurídicos, el socio de Julián también tenía toda su confianza en él. De una
rectitud y honradez poco común y debido a su discreción nunca llegó a sospechar
que tuviera ese odio contra su persona. Este empleado fue el que iba poniendo
al tanto todas las acciones de aquel degenerado.
Aquellos dos truhanes pensaban que tenían
controlada la situación. Pero desde el día de la boda la tensión en el
matrimonio aumento considerablemente. Los malos tratos se producían con una
frecuencia mucho mayor, pero aquella enferma mujer, con las carantoñas y
habilidad de su pareja, olvidaba las agresiones y reanudaban su convivencia.
Andrea no podía soportar aquella situación, era consciente que tarde o temprano
aquello tendría que estallar. Estaba inquieta y en esa primera evaluación del
segundo curso de bachillerato se reflejó en sus calificaciones. Mantuvo una
larga y serena conversación con Julián quien le apoyó desde el primer momento y
poco a poco logró que se centrara más en su vida y se desentendiera un poco de
la situación que se vivía en casa. Recibió el apoyo diario de su padre por
medio de Internet, así como de sus abuelos, de Maureen y Roberto, estos tampoco
dejaban un solo día de conectar con su hermana. Cuantas veces reían y se
congratulaban de la relación de sus padres, ahora eran más hermanas que
antes.
Era consciente que como mucho tendría que
aguantar aquella situación un año, ya que en diciembre del siguiente sería
mayor de edad y podría marcharse con su padre a vivir. La carrera de medicina
la iniciaría en su país junto a su “hermana” Maureen. Anteriormente habían
dialogado sobre sus proyectos cuando sellaran el Juramento Hipocrático. Roberto
les ayudaría pues comenzó ese curso medicina. La idea de irse a médicos sin
fronteras lo tenían en mente antes de iniciar la facultad. Cuantas veces habían
tratado el tema en las estancias de Julián en Costa Rica. Él siempre les
comentaba lo mismo.
“No os digo
que me parezca bien o mal. Siempre he dicho y diré que lo más importante
en esta vida es luchar por lo que uno
ama, por sus convicciones, por sus metas, por sus sueños. Porque”.
Solía proseguir
“Los sueños son sueños y cuando uno
despierta tiene que haberlo hecho realidad para sustituirlo inmediatamente por
otro. Ellos son los que tiran del carro del corazón, del alma, del sentimiento,
del amor hacia algo y eso te motiva para luchar, para ser consciente que solo
con la lucha se llega. Al fin y al cabo la vida es eso un reto, un reto
personal, un reto que nadie te debe decir cuál debe ser. Es el que tú te
marques, el que tú desees, sin cortapisas, sin trabas, sin…”
Cada vez que se reunían aquel hombre estaba
en sus mentes. Era increíble haber tenido la suerte de cruzarse con él en la
vida. Recordaban en esas largas conversaciones por medio de Skype a la cantidad
de personas a las que había atendido directa o indirectamente. Siempre le
reprochaba, y no solo ellos, en general le reprochaban su falta de vida social.
Eran conscientes de lo mucho que le desagradaba. La soledad que importancia
tenía en su vida. Pero en muchas ocasiones pensaban que era para refugiarse en
su dolor, de esas tragedias que sufrió de joven. Especialmente Andrea, que le
había sonsacado más cosas sobre aquella joven extranjera. Consciente que
deseaba conectar con ella. En más de una ocasión le confesó que aunque pensara
que estaba loco.
“Yo también lo
pienso a veces” en mi recogimiento, en mi soledad, en mi abstracción del mundo
consigo contactar con ella y por medio de esas ondas, que dejó o tal vez siga
lanzando para que yo las recoja. Hablamos en ese estado casi de catarsis que
logro cuando consigo aislarme por completo”.
Le confirmó sus sospechas que la culpable de
esos encuentros estaba en la magia de Puerto Viejo pues anterior a su visita no
le había ocurrido nunca esos encuentros en esa quinta o sexta dimensión. Esa
era la principal razón por la que se instalaría tarde o temprano en aquellas
tierras. Allí había logrado, olerle, sentirle, acariciarle y hasta sentir ese
premio Noble que le daba en cada beso. Como se le escapaban las lágrimas a
Andrea al recordar esas conversaciones donde aquel hombre dejaba corretear
desde los lagrimales hasta el suelo una tras otra gota del líquido salado. O al
venirle a la memoria como vivió con
intensidad esos meses junto a ella. También como no las numerosas frases
que solía decir a ese único y primer amor. Entre las que más le gustaba a
Andrea destacaba una.
“En mis dos
primeras décadas debí ser muy bueno pues el Señor me permitió entrar en el
paraíso sin abandonar este mundo al permitirme cruzarme contigo”
Aquella frase le ponía los pelos de punta,
por su contenido, por los sentimientos que expresaba al decirla. Por las ondas
que aquel personaje le transmitía al estar junto a él, no recordaba unas
sensaciones más placenteras en su corta vida que aquellas que le transmitía su
maestro.
¿Cómo puede decir que una joven no se puede
enamorar de una persona mayor? ¿Si en realidad de lo que uno se enamora es de
la química que su pareja transmite y que reacciona con la del otro,
produciéndose un sentimiento indescriptible?
De nuevo otra frase típica de él.
“El
instante de conectar dos seres es insustituible e indescriptible y el placer de
ese momento no es superado por ningún otro”
Cuanta verdad habían en el contenido de esas
frases. Esta última se la recordaba a Julián para demostrarle que la edad, el
físico, la cultura, y demás memez no influían en una relación amorosa. Lo
importante era esa conexión esa reacción química que se producía. O cuando le
confesaba que aguardaría aunque fuera en otra vida su amor para él.
“Estás loca
chiquilla en la otra vida me encontraré con ella y nada ni nadie nos separará”
Si estaba loca, loca por él y entonces le
recordó una canción que él le había hecho escuchar, pues era una de sus
favoritas. Pertenecía a Pablo Milanés y la parte que le impactó fue la que
rezaba en los siguientes términos
“La
prefiero compartida antes que vaciar mi vida”
Cuantas charlas, conversaciones, discusiones
compartía con su maestro, con su gran amor. Lo que más le impresionaba era esa
alegría que transmitía a todas horas. Ya podían haber sufrido el atentado de la
banda, que su humor, su saber estar, su alegría no desaparecía de su rostro en
ningún momento. Pero lo que les maravillaba era esa capacidad de perdón. Era
capaz de ayudar hasta el mismo diablo aunque le estuviese pinchando con el
tridente.
domingo, 8 de junio de 2014
UN AMOR NACIDO CON LA CREACIÓN - SEGUNDA PARTE - ANDREA - CAPÍTULO XIX -NUEVO INCIDENTE DE LA MADRE DE ANDREA
CAPITULO XIX NUEVO INCIDENTE DE LA MADRE DE ANDREA
Julián concentró sus esfuerzos en su alumnado de segundo de bachiller.
Les quedaba un mes escaso. Ciertamente disponía de tiempo libre, pero tampoco
eso le ayudó a decidirse cual iba a ser su modo de vivir a partir de la nueva
situación. Sus principios permanecían intactos, pero no se encontraba a gusto,
ni laboral, social prácticamente no tenía, política, pensaba que solo servía
para dividir a la gente. Antes de su primer viaje a Costa Rica tenía muy claro
su modo de vida, pero a raíz de ese primer viaje le inquietaba profundamente
muchas cosas. Era cierto que no estaba de acuerdo con la sociedad que se había
creado en los últimos tiempos. Muy pasiva, muy conformista pero sobre todo muy
acomodada. A los jóvenes siempre les comentaba lo que le suponía a él un
fracaso. Hablando con ellos le aseguró que en sus años de docencia había pasado
por una juventud luchadora, a una crítica, para convertirse más adelante en una
de protesta, y en los últimos años la quejica dominaba. La sociedad, el mundo
laboral, los políticos, los medios de información, las perspectivas laborales
eran muy negras Instaurándose en un acomodó de la juventud consecuencia de un
proteccionismo atroz de los padres. Convirtiendo a esa generación a quejarse,
aportando muy pocas ideas, renunciando a la
lucha contra las injusticias. En pocas palabras se dejaban llevar. Papá
y mamá andaban detrás para solventar cualquier situación comprometida. Adoraba
a los jóvenes y era enormemente comprensivo con ellos. Le preocupaba ese cierto
conformismo y esa falta de lucha por reclamar simplemente el derecho al
trabajo, a una vivienda digna pero sobre todo posible. La vida se había montado
de tal forma que el noventa por ciento de la población vivía por y para el
trabajo. Se habían endeudado hasta tal punto que precisaba trabajar para poder
mantener su casa. Cuantas noches se quedaba últimamente analizando la
situación. Tal vez el mundo quería ese modo de vida y solo era él y cuatro
chalados los que no estaban conformes con ello. En una sociedad de información
casi infinita uno se encontraba más desinformado que nunca. Tal vez era
precisamente esa la intención del poder que controlaba el mundo en el que
vivía. El económico. Donde todos podrían acomodarse a la noticia que se daba
dependiendo de sus intereses y tendencias. ¿Dónde estaba la libertad? ¿Dónde
estaba la democracia? No entendía o tal vez el equivocado era él. En sus
meditaciones nocturnas llegó a recordar que siempre le había hecho gracia dar
clases en Infantil. Era verdaderamente donde un buen maestro podía extraer lo
mejor de esas esponjas. También se le vino a la cabeza que precisamente a esas
edades era donde muchas tendencias aprovechaban para llevarse a la gente a su
modo de vivir, de sentir, de lograr unos intereses muy concretos.
Estaba leyendo viejas anotaciones que conservaba y se detuvo en una en
concreto. Era referente a su profesor en el instituto nacional de educación
física de Madrid. Pero además era el director y fundador del instituto y su
alma espiritual. No hacía ni diez minutos que había leído sobre la edad de oro
del deporte español y ni corto ni perezoso se puso a escribir un artículo sobre
aquel maestro. Artífice en un alto porcentaje del éxito que se estaba teniendo
en el campo deportivo español. Conectó su ordenador y de inmediato se puso a
escribir para enviarlo a continuación a la redacción del periódico donde
colaboraba semanalmente. Deseaba realizar un homenaje a su maestro y el texto
que envió rezaba en los siguientes términos.
UN FILÓSOFO
DEL DEPORTE
Se habla, se
escribe, se escucha mucho sobre “la era de oro del deporte español”. Es cierto
que estamos en un momento deportivo que de confirmarse en la olimpiada sellaría
con certificado de garantía dicha afirmación.
Pero en todos
esos comentarios escuchados, o leídos, al menos yo, no he encontrado una
referencia hacia un personaje que sin la menor duda tiene gran parte de la
culpa en el avance en la educación física y por tanto en el deporte
español. Dado un paso de siglos. Y no exagero con esta última afirmación. Me
refiero al padre del deporte moderno español. Don José María Cajigal. Fallecido
en diciembre del 83 en el accidente aéreo de Barajas.
Por los años
60-70 se gestó lo que sería el INEF de Madrid. La futura facultad de las
ciencias del deporte y la educación física. Desde esa genial idea se fueron
construyendo nuevas facultades, con aprendices de ese increíble Maestro (con
mayúsculas). Gente joven con una formación que andaba unas tres décadas por
delante de su época, no solo de España incluso de Europa. Jóvenes generaciones
que fueron saliendo de las distintas facultades del deporte y la educación
física impregnados por la filosofía de este gran FILÓSOFO DEL DEPORTE.
Luego no voy a
dudarlo el acierto de las autoridades deportivas en armonía con las empresas.
Ojala algún ministro de educación tuviera una idea similar para por una vez y
por todas se pudiera avanzar en el campo de la Educación en este país. Al crear
el plan ADO.
Pero no sería
de recibo no reconocer la labor de ese pensador.
GRACIAS JOSÉ MARIA
CAGIGAL
DONOSTI 20 ABRIL 2008
Se
alegró de haberlo escrito. Desde que finalizó sus estudios, cerca de los
cuarenta años, no le había dedicado un artículo a una persona que apreciaba
profundamente. Aunque era reconocido mundialmente en España no se le dio el
verdadero valor y la influencia tan enorme que tuvo para el desarrollo de la
actividad física y deportiva en el país.
Continuó
leyendo aquellas anotaciones y disfrutó de la velada recordando anécdotas,
situaciones vividas, personajes, ciudades y en fin todos los recuerdos que
aquellas hojas de papel mostraban al lector. Iba a guardar la libreta cuando la
puerta de casa requiriendo ser atendida le sorprendió. Dejó la libreta sobre la
mesa del despacho y fue a atender la puerta. La cara, desfigurada,
ensangrentada, y las ropas medio destrozadas le impidieron reconocer a la
persona. Pero luego cayó en la cuenta que se trataba de la madre de Andrea. Le
cogió en brazos pues se desplomó e inmediatamente, con ella entró en el garaje
la acomodó lo mejor posible en el coche y puso a toda velocidad camino de
urgencias en un hospital cercano. Los servicios del hospital sacaron
rápidamente una camilla y una vez acoplada la accidentada entraron en la
consulta de guardia. Julián trató de entrar con ella para preguntar por Andrea,
pero al confirmar que no era un familiar se lo impidieron. No se lo pensó dos
veces. Salió a por su coche y a toda velocidad se encaminó a casa de la joven.
Al escuchar quejidos, chillidos y lloros, eran de Andrea, al tiempo que avisaba
a la Ertzaintza, entraba en la casa forzando la puerta de la cocina. Subió al
primer piso donde tenía su habitación y de una patada la tiró abajo. Aquel
salvaje permanecía desnudo sobre aquella criatura, propinándole una paliza y
tratando de quitarle la ropa. Se giró al percibir el ruido pero no le dio tiempo. En su rostro impactó
un golpe con ambas manos entrelazadas. Al ver a su maestro se lanzó a sus
brazos para buscar desesperadamente protección en aquel amigo. Circunstancia
que aprovechó el compañero sentimental de su madre que se recobró del golpe.
Tomó una silla para impactar contra la espalda del intruso. Pero Julián
reaccionó ante la expresión de la
chiquilla que le vio venir de cara y puso en tensión toda su musculatura,
amortiguando en parte el golpe. Cuando intentaba de nuevo abalanzarse sobre él
dos representantes de la ley lo retenían y otros se hacían cargo de Julián. Una
mujer fue quien se ocupó de atender a la joven. Tomaron declaración a los
presentes y tras las primeras pesquisas un coche patrulla se llevó a Julián y a
Andrea al hospital para reunirse con la madre de la adolescente, mientras que
otro se desplazaba con el otro personaje de la escena hacía la comisaría.
Permitieron a Andrea, en compañía de una mujer de la Ertzaintza entrar a ver a
la paciente, que limpia, desinfectada y aplicándole bolsas de hielo, se
recuperaba. Al ver a su hija comenzó a llorar para no parar de preguntar.
- ¿Te ha hecho
algo, cariño? ¿Te ha hecho algo ese
salvaje?
Lloraba
abrazada a su madre, mientras le reconfortaba en sus brazos. Julián y luego las
fuerzas del orden llegaron a tiempo evitando que aquel degenerado abusara de
ella. Al enterarse que esperaba fuera, rogó poder verle. No le pusieron pegas
pero primero la Ertzaintza deseaba interrogarle antes del encuentro con aquel
conocido.
La
conversación entre la madre, Andrea y Julián fue breve, solo cruzaron dos
palabras pero con los gestos y el lenguaje corporal se dijeron todo.
La
adolescente se quedó junto a su madre y Julián se trasladó a la comisaría con
la autoridad que le acompañaba y tras la declaración pudo regresar a casa y
descansar.
Cuando se
enteró que a la semana del incidente la madre de Andrea había retirado la
denuncia contra su pareja sentimental se quedó perplejo. No entendía nada. Es
posible que alguien muy dependiente pudiera disculpar una acción contra su
persona, por estar bebido, pero ya era la tercera vez que le agredía y por si
fuera poco lo intentaba con su hija. Una menor. Intentó convencer a la mujer
que se equivocaba pues así se lo había pedido Andrea. No solo no consiguió su
propósito, reaccionando de una manera paranoica le mandó abandonar su casa y
posteriormente recibió amenazas de la pareja sentimental. Las bravuras de aquel
degenerado le preocupaban muy poco, pero si temía por Andrea.
En la primera
oportunidad mantuvo una seria conversación con el padre de Andrea. De la charla
con aquel maestro salió enfurecido y fue directo a pedir cuentas a la pareja.
Su socio reaccionó mal iniciando una pelea que termino con ambos en la
comisaría. Las oportunas declaraciones concluyó en una simple disputa. Pero el
padre de Andrea comenzó a moverse para lograr la custodia de su hija.
Las maniobras
de su ex marido le enfureció de tal forma que comenzó a trazar un plan
maquiavélico.
Era una
desequilibrada, tan pronto se arrepentía de una cosa como se lanzaba como una
loca contra quien fuera y por lo que fuera.
A pesar que
Julián le invitó a estar con él cuando quisiera o cuando lo necesitara, solo se
vio y conversó en el centro educativo, antes de iniciar las clases pues luego
se desplazaba a Victoria. Escuchó las conversaciones de su madre con aquel
degenerado y tenía ciertas sospechas de sus intenciones. Habían logrado, solo
Dios sabe como lo consiguió, información sobre la problemática que tuvo Julián
en su juventud con aquella nadadora. Y era consciente que su madre le seguía al
lograr una orden judicial para controlar el móvil de la adolescente y el
teléfono de casa. Consciente de ello cuando deseaba contactar con Julián le
pedía el móvil a una compañera, para
evitar que su madre pudiera alegar esas llamadas. Ambos enfermos tramaban
involucrar a Julián con un abuso de menor. Mientras que por el otro lado
intentaban dejar a su ex en la ruina.
Cuando una
mañana Andrea le relató a Julián las sospechas sobre su madre y aquel demente,
no podía dar crédito a que existiera en el mundo gente tan retorcida. Pero
tratando de tranquilizar a la adolescente restaba importancia y le rogaba que
se pusiera siempre y cuando quisiera en contacto con él, nadie en este mundo le
iba a amedrentar o impedir comportarse tal y como era. Un luchador nato. Y para
convencerle le recordó que si la banda terrorista no había conseguido atemorizarlo
mucho menos esos dos pendejos, aunque uno de ellos fuera su madre. Pero Andrea
añadió
- Ella la primera.
La
adolescente conseguía tranquilizarse un poco, la serenidad, el talante, la
calidad humana de aquel personaje le hacía sentirse segura, protegida, pero
sobre todo enamorada. Dijera lo que dijera aquel personaje, aunque fuera la más
absurda tontería, para ella era la Biblia. Muchas veces, siguiendo los consejos
de su maestro, también solía meditar lo sucedido durante el día. Así como las
inquietudes que rondaban por su cabeza. No comprendía muy bien como una
jovencita se podía enamorar de una persona mayor. Pero aquel hombre era algo
increíble ni siquiera su abuelo que lo adoraba superaba esa atracción. Julián
siempre había estado en su papel de profesor, bueno de maestro como le gustaba
que lo llamaran. Jamás detectó una mirada, gesto o pensamiento extraño y eso
que era una gran lectora del lenguaje corporal. Era directo, sincero y aunque
en ocasiones para no causar daño adornaba sus palabras. Lo cierto era que lo
que tenía que decir no lo callaba. Siempre con sus alumnos les aconsejaba ser
así. Con seguridad que en la sociedad que les tocaba vivir tendrían más de un
problema, pero nadie les podría acusar de falta de sinceridad. Era de los que
respetaba todas las opiniones, aunque las rebatiera, siempre al final dejaba
claro que seguramente él tampoco tendría razón, pero era su verdad, en la que
creía y si estaba seguro luchaba con la palabra y el raciocinio hasta el final
para defenderlo.
Pero a pesar
de los pesares, aunque a él no le importara nada, a ella si le preocupaba que
alguien pudiera hacer daño a una persona como él. Cuidando al máximo las
llamadas y los encuentros con su maestro.
Los alumnos
de segundo de bachiller le pedían con insistencia que les acompañara al viaje
de fin del bachillerato, pero no era partidario de esos viajes, pues eran
organizados por los alumnos y su destino Ibiza no inspiraba nada bueno. Si
todos los que realizaban el viaje hubieran sido mayores de edad no le habría
importado pero había un buen numero que no tenían la edad y en grupos era
altamente problemáticos ese tipo de viaje. Sintiéndolo les confirmó su no
asistencia y les dijo claramente y sin tapujos los motivos. Gran parte del
grupo entendió a su profesor sabían a lo que iban y la responsabilidad con los
menores de edad era grande. También los argumentos dados por su profesor les
convencieron.
Había sido un
curso demasiado relajado. La banda seguía cada vez mas acorralada y no se había
producido ningún atentado más. Por si fuera poco ese mes de junio anunciaban su
cese del cobro del impuesto revolucionario a empresas y a particulares que
habían estado ejerciendo hasta la fecha. La preocupación por Andrea persistía,
por el contrario las amenazas de la pareja solo se acordaba por la inquietud de
la joven.
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