jueves, 6 de octubre de 2011

NEGRITA PURA VIDA CAPITULO 17 LA PROPUESTA

- CAPITULO - XVII -

- LA PROPUESTA -

Desde la llamada de papá, Ana y Carlos no dejaron de darle vueltas a la cabeza sobre el asunto de extrema importancia. Imaginándose toda clase de disparates. Pasando por la boda de su papi con Negrita hasta su regreso e instalación definitiva en España. A pesar de todo lo que circuló por sus cabezas no pudieron imaginar el verdadero motivo de la pareja en España.

El avión traía un retraso de dos horas. Anita paseaba nerviosa de un lado a otro ante la puerta de llegada del vuelo de su papá. Se abrazaba a Carlos para soltarse y volver a pasear.

Entró, en ese periodo de espera, siete veces al servicio. No recordaba un día con ese grado de impaciencia y nervios. Tal vez el día de su boda se podría igualar, pero desde luego no lo superaba. Estaba que mordía tan nerviosa como aquel inolvidable día de su enlace matrimonial. Carlos le besaba con cariño mostrándose sereno para tratar por todos los medios contagiar a su esposa. Una y otra vez le repetía que debía serenarse, papá les advirtió que era algo agradable, feliz y por lo tanto solo debía pensar en ello.

La puerta designada a la llegada del pasaje procedente de San José se abría una y otra vez. Papá y Negrita no aparecían. Anita se mordía las uñas. Nerviosa como nunca lo había estado. De nuevo la puerta y de nuevo la decepción.

Repitiéndose la expectativa con su correspondiente desilusión. De pronto la puerta no volvió a abrirse durante varios minutos. Parecía que todos los viajeros del vuelo procedente de San José abandonaron el aeropuerto y su papuchi y Negrita no aparecían.

- ¡El móvil!

El grito de Anita hizo girarse a todo el personal en un radio de veinte metros del centro emisor. A Carlos casi le da un infarto, por lo inesperado, por la intensidad, pero especialmente por su espontaneidad. Su acción le hizo sonrojar para ahogar todo su nerviosismo con un mecanismo de defensa. Una sonora carcajada. Su esposo sonreía mientras trataba de protegerle de la mirada de los presentes abrazándola y ocultándola entre sus brazos.

Calmada y recuperada del incidente, marcó llena de nervios el número del celular de Gonzalo.

- ¡Papá, papá!

Repetía una y otra vez. Gonzalo le contestaba pero los nervios le impedían escuchar nada. Por fin consiguió contactar. Le comentó que no encontraban una de las maletas de Negrita y que estaban tratando de localizarla.

- No creo que tardemos, cariño. Un empleado me está diciendo que la han localizado y nos saldrá por otro vuelo. Por lo visto no se habían dado cuenta que quedaba una del nuestro.

Anita se tranquilizó un poco. Su padre le comentó que el viaje había sido extraordinario muy tranquilo. El retraso fue ocasionado por un problema en el aeropuerto de Alajuela.

La puerta se abría de nuevo y ahora si, eran ellos con la tez morena como auténticos caribeños. Los besos de rigor y mientras Carlos se adelantaba a coger el carrito con las maletas Anita preguntaba.

- ¿Y el asunto de extrema importancia? ¿Por favor papi? No puedo aguantar más.

Gonzalo sonrió sin comentar nada. No era ni el momento ni el lugar para desvelarlo. En casa con tranquilidad se lo aclararía. Carlos suplicaba a su esposa que tuviera paciencia. Si era un asunto de extrema importancia no se podía decir en medio de un local público. Gonzalo fue el primero en abandonar su habitación duchado y con ropa limpia.

Iba sin mucho abrigo, pues si bien en el exterior hacía bastante frío en casa la calefacción tenía el ambiente un poco elevada la temperatura para su gusto.

- Después de la sobremesa me gustaría que entráramos en tu despacho para hablar. Quiero que esto quede entre nosotros cuatro nada más.

Aceptaron, pero ese nuevo misterio aumentaba las perspectivas de la noticia. Carlos entró en el despacho. Preparó el tresillo, con una distribución que les permitiera mantener una conversación intima entre los cuatro. Hacía unos minutos que el reloj de salón daba quince campanadas. Estaban sin comer, pues los viajeros picotearon algo en el avión y la pareja, en la larga espera, se dejaron caer por la cafetería.

Para acallar sus estómagos pero especialmente los nervios. Ana entró en la cocina y tras conversar con el servicio les dio el resto de la jornada libre. Estaba desesperada su papá llevaba ya mas de tres horas en casa y ni una sola palabra del secreto. Entraron solos al despacho, se acomodaron y conversaron mientras aguardaban la llegada de Negrita que había subido a su habitación. Estaban solos en casa, el servicio tenía la jornada libre hasta la mañana siguiente y Negrita no bajaba. Anita no pudo resistir más y subió a la habitación para interesarse por ella. Su curiosidad era superior a la prudencia que en situaciones así se recomienda adoptar.

Por fin hicieron su entrada abrazadas, Negrita sonriendo y Ana reflejaba su ansiedad por conseguir desvelar algo.

Tomaron asiento mientras la impaciencia y curiosidad se palpaba en el ambiente. Carlos se había contagiado de su esposa. Manteniendo ambos la respiración, mientras sus oídos se agudizaban para no perderse ni una sola palabra del relato prometido. Fue Gonzalo quien rompió aquel clima.

- Siento manteneros en ascuas durante unos segundos más. Pues no seré yo quien os cuente y explique el motivo de nuestra visita a España. Le cedo a Negrita la palabra pues ella es quien os quiere proponer algo. Pero antes de que esto ocurra quiero expresaros mi total conformidad con la propuesta. Creo que solucionaría muchos problemas. Pero la decisión es exclusivamente vuestra y de Negrita. Por supuesto mi apoyo incondicional está ahí.

Ahora las miradas se clavaron en Negrita. Estaba nerviosa, pero feliz. Convencida que aceptarían y su bebé tendría una vida completamente diferente a la que ella había tenido. Sonrió, “¡Dios esa sonrisa!” a Gonzalo su sonrisa dulce, cariñosa, leve, le recordaba tanto a su esposa que cada vez que se la mostraba en su interior se formaba la exclamación y una agradable sensación recorría su cuerpo. Bajó levemente la mirada. Frente a ella tenía a la pareja pero Su Viejito estaba a su lado y entrelazaba su mano a la de ella para darle ánimos.

- En primer lugar quiero tranquilizaros, no es de su papá. ¡Que más quisiera! Estoy embarazada.

Ante todo quiso aclararlo pues intuía que Anita pensaba que entre ella y su padre había algo más que amistad.

Miró fijamente a los ojos a la pareja que tenía delante y lanzó el nombre del padre de su bebé. El solo recordarlo se estremecía de pavor, pero ahora tenía la mano de su gran amor apretando la suya y lo dijo sin titubear.

- También quiero que quede claro desde ahorita mismo que ha sido un embarazo no deseado producto de una violación y su padre biológico es “el gringo”.

Fue pronunciar el fatídico nombre y sentir un gran alivio. Su mirada permanecía fija en la pareja. Anita no pudo evitarlo se levantó de su asiento y abrazó a Negrita mientras comentaba.

- Sabe mi niña que tiene todo nuestro cariño. Cualquier cosa que desees y digo cualquiera tienes nuestro incondicional apoyo.

Le abrazaba fuertemente contra su pecho mientras besaba sus mejillas. Negrita se lo agradeció, le rogó que siguiera escuchando y se lanzó.

- Como le dije a Mi Viejito. No puedo comportarme como el “gringo”. Y aunque me cueste. Tendré al bebé. Él no tiene ninguna culpa.

Tragó saliva, miró a Gonzalo para regalarle su sonrisa y prosiguió.

- El bebé quiero que nazca, pero es mi deseo que no regrese conmigo a Costa Rica. Y en esta parte es cuando entran ustedes. Si aceptan, para que el niño legalmente les pertenezca, desde un principio, sin adopciones. Anita debe simular el embarazo desde ahorita mismo.

Con ayuda de un profesional lograr una caracterización perfecta en las diferentes etapas del embarazo y mostrarlo a todos los conocidos y amigos. Durante los meses que restan de gestación ira desfigurando su cuerpo con prótesis, ocultando toda huella provocadas por las menstruaciones. Cuando nazca el bebe usted me atenderá, se quedaran con él y regresaré a mi tierra. Ni siquiera el niño debe saberlo.

Ana y Carlos se miraban con incredulidad, el sueño de su vida en bandeja de plata. La idea era perfecta. Se trató de convencer a Negrita para que se quedara ella con su bebé.

Tendrían todo el apoyo por su parte pero entonces les suplico atención. Inició la historia desde su nacimiento y fue describiendo todo el calvario vivido hasta la llegada de su salvador. “Su Viejito”. Negrita estaba completamente decidida, por ello al finalizar el relato que puso los pelos de punta a los presentes añadió.

- Pero si ustedes no lo desean trataré de buscar algún matrimonio aquí en España que acepte el plan. Pero estoy segura de una cosa. No encontraré mejores padres que ustedes. De eso no me cabe la menor duda.

Continuaron hablando hasta que el día los sorprendió platicando en el despacho. Llegaron a un acuerdo. Todo se desarrollaría como lo habían planificado desde Costa Rica.

Pero ahora era necesario organizarse allí en España. Negrita se instalaría en el chalet de la sierra. Quisieron ponerle personal para atenderle pero se negó. Sabía manejarse perfectamente y Ana o cuando pudiera Carlos irían los fines de semana para acompañarle y reponer provisiones. Le proporcionaron un móvil para ponerse en contacto siempre que lo deseara o la urgencia de algo lo requiriese. Desde esa misma mañana Anita debía comenzar a desempeñar su papel. Negrita y Gonzalo se iban a la sierra para instalarse. Se verían ese fin de semana una vez comenzada la representación de Ana en la capital.

No lo pensaron dos veces. Antes de levantarse el servicio, Gonzalo y Negrita partían hacía el chalet de la sierra.

Esa mañana Ana se lamentaba. La menstruación le jugó una mala pasada al manchar las sabanas. Rápidamente las recogió junto a su camisón y lo metió dentro de una bolsa de plástico. Luego se dio una ducha y pasó por la cocina para que preparasen el desayuno. La primera representación la realizó con el personal de servicio. Antes de salir de la cocina disimuló un desmayo inmediatamente el personal atendió a la señora. Parecía que se recuperaba cuando salió corriendo al servicio, fingiendo arcadas y por último vómitos. María la persona de mayor edad y con más tiempo al servicio de los señores llamó a la puerta interesándose por ella. Pero en esos momentos salía mientras se perfumaba las manos con agua de colonia...

- ¿No estará la señora embarazada?

Preguntó al comprobar los síntomas. Ana sonrió y exclamó.

- ¡Ojala!

Un pequeño paréntesis, para dejar flotando la duda, y añadir.

- La verdad es que este mes no me ha bajado.

María salió precipitadamente de casa. Ana sabía a la perfección que iba de cabeza a la farmacia a comprar algún test de embarazo. Por ello esa misma mañana le había pedido a Negrita que pusiera parte de su orina en un frasco. El plan trazado estaba saliendo a las mil maravillas. Ahora era cuestión de aprovechar ese momento de intimidad para mientras simulaba recoger su orina dar el cambio. Su actuación se iniciaba.

Estaba impaciente por el regreso de María quien hizo su aparición a los pocos minutos llamando a su señora.

- Anita venga entre en el cuarto de baño y ponga un poco de orina en este frasco. Tenemos que hacer el test de embarazo.

Anita disimuló alegando que era una sola falta, o dos, tampoco estaba muy segura. Lo mismo esa tarde o al día siguiente le venía. Se hizo un poco de rogar y por fin accedió a la petición de la sirvienta. Entró en el aseo, pegó el cambiazo saliendo a continuación para dárselo a María. Los nervios estaban a flor de piel. Ana representó el papel de la mujer incrédula, pero deseosa que el resultado fuera positivo. Reflejando también impaciencia y nerviosismo.

- Señora. Señora ha dado positivo.

Chillaba como una poseída por toda la casa. Besó a su señora y corrió hacía el señor para contárselo.

- ¿Pero María por favor? Cálmese que la embarazada no es usted. Además muchas veces esos test fallan. Pero...

Carlos inició el rol del esposo que va a ser papá. Fue hacia su esposa y le pidió que se vistiera. Iban a visitar a su intima amiga y compañera de carrera Marta que se especializó en ginecología para confirmar o desmentir una noticia de esa índole. El personal del servició asintió al señor animándole para que fueran cuanto antes.

Carlos tuvo que serenar a sus empleadas y en compañía de Ana entraron en la habitación para asearse, cambiarse de ropa y salir de casa. En la intimidad comentaron la conveniencia de contárselo a su amiga para no correr ningún tipo de riesgos cuando el parto se presentara. Iba a ser una quinta persona en conocer la trama. Pero ante la certeza de Ana confirmando a su marido que su amiga guardaría el secreto. Accedió.

- Es más.

Aseguró, para continuar.

- Estoy convencida que ni se lo contará a su marido. Es de esas personas que si le pides guardar un secreto se lo lleva a la tumba.

La idea era de lo más coherente y lógica.

Pues Negrita sería atendida por dos facultativas y una especializada en la materia. Pero coincidieron en comunicárselo primero a su padre y a la propia interesada.

- Si aceptan, como así espero, puede venirse Negrita con nosotros a la clínica y que le de un vistazo. Siempre es aconsejable tener un seguimiento. Cuando el bombo se le note hablaré con Marta para que los controles los haga en el chalet de la sierra.

No dudaron el plan ideado, pues eliminaba riesgos, siendo de lo más sensato y lógico. Bajaron al garaje, subieron al coche y a gran velocidad, por la A 6 llegaron al chalet.

Al entrar en casa la pareja estaba desayunando.

Se extrañaron por su presencia, especialmente al ser tan temprano. Al preguntarles si habían desayunado fue Ana la que se adelantó.

- Con los nervios, la ilusión y sobre todo al bajarme la regla esta noche y tener que ocultar las pruebas en lo que menos hemos pensado ha sido en desayunar.

Gonzalo se levantó de la mesa para prepararles algo pero su hija no se lo consintió.

- Por favor papá se donde esta todo. Además quiero poner la lavadora para borrar las huellas del delito.

Gonzalo asintió y continuó desayunando. Carlos acompañó a su esposa y lo prepararon entre los dos.

Reunidos entorno a la mesa Carlos les propuso la ampliación al plan trazado y la necesidad, por seguridad, que una nueva persona conociera su secreto. Solo Negrita expresó con un gesto su temor, pero no abrió la boca para pronunciarse. Gonzalo conocía muy bien a Marta pues junto con Alberto y su hija, los tres de la misma edad se conocieron y convivieron desde bebes. Luego las dos estudiaron en el mismo colegio y terminaron la carrera de medicina juntas. Solo que Ana se especializó en cardiología y su amiga en ginecología. También pondría la mano en el fuego por Marta. Era de las que sabía guardar un secreto.

- Nunca olvidaré aquella tarde noche que junto a mamá os seguimos.

Tal vez mi histeria por que no te perjudicaran, o para que no le hicieran daño a mi niña. Os espié cuando quedasteis en salir con aquellos dos jovencitos de los recreativos.

- ¿Te refieres a Roberto y su amigo? ¿Papá?

- Si cariño. Ya te mostré mi descontento por haber quedado con ellos pues no me ofrecían ninguna garantía. Pero aunque me costó Dios y ayuda no tener que prohibir el salir, mamá fue la que lo impidió, al final tan solo te comenté que tú eras quien debía decidirlo. Estuve inquieto desde el mismo momento que saliste de casa y aunque mamá no quería te seguimos. Cumpliste el itinerario que me prometiste y cuando estabas en la bolera, Marta al ir al servicio nos vio. Le rogué que no te lo contara. Me lo prometió y creo que cumplió su promesa.

- ¿Fuiste capaz de desconfiar de mi papá?

Ana se enteraba ahora de aquel secreto entre su padre y su intima amiga. Tras confirmar Gonzalo que Marta era de toda confianza no dudo un solo instante. Además tenían razón en todo podría llevar un control desde ese instante. Al haber consenso Ana tomó su móvil y mientras Negrita y papá se arreglaban para salir conversó con su amiga. Solo le comentó que tenía a una amiga en casa que precisaba de su atención pero que hablarían cuando se vieran. Marta le pidió el nombre para preparar su ficha. Pero Ana le rogó no precipitarse. Quedaron en verse en su consulta en un par de horas y allí en la intimidad y en secreto le contaría más.

Marta le confirmó que hasta la tarde no abría su consulta, por tanto la intimidad estaba asegurada pudiendo conversar sobre ese asunto secreto e importante.

Se alegró de verlos. Hacía casi un mes que solo se telefoneaban. Tras los abrazos efusivos, a Carlos y a Gonzalo. Éste presentó a Negrita. Les pasó a su despacho y allí sentados con tranquilidad Ana comenzó a relatarle el secreto que debía guardar y la propuesta para ser cómplice de aquel plan no legal pero en cierto modo, justo según su pensar. Por supuesto que Marta no puso el mínimo inconveniente, es mas se ilusionó tanto o más que su amiga. Al fin su Anita del alma podría tener un bebé.

Mientras los señores se quedaron conversando en el despacho las tres mujeres entraron en la pequeña clínica perfectamente equipada para asistir un parto con todas las garantías. Mientras Negrita se colocaba en el potro para ser reconocida por Marta, ésta le preguntó en voz baja a su amiga si el bebe era de su padre.

- ¡Qué bruta eres! ¡Nunca cambiarás mi querida Marta! Pero te voy a confesar una cosa. Yo pensé lo mismo.

Comenzaron a reír escandalosamente pero lo cierto era que una criatura de esa belleza no podría resistir sus encantos ningún hombre. Gonzalo era un hombre libre y a pesar de sus años aun estaba de buen ver.

Negrita no fue ajena a la conversación entre las dos amigas su oído era excelente y tumbada en el potro las sorprendió.

- Ya me hubiera gustado a mí que fuera de Mi Viejito. Es el hombre más maravilloso con el que me he cruzado en mi vida.

Se disculparon al darse cuenta de su indiscreción pero Marta fue conociendo a ese ángel de criatura. Ana le contó parte por lo que había pasado y temía pasar Negrita. Y si a Marta le hubiera quedado alguna duda moral tras el relato de su amiga su convencimiento de estar obrando en justicia era aplastante.

Durante el reconocimiento pudo comprobar el estado de sus glúteos y al relatarle el motivo Marta no pudo contenerse y comenzó a llorar mientras decía.

- ¡Qué hijo de Puta! ¡Que hijo de Puta!

Ana abrazó a su amiga, Consiguió calmar su rabia y una vez repuesta buscó en las vitrinas una pomada aplicándosela de inmediato. Luego le comentó que se la aplicara todos los días al menos tres veces. Advirtiéndole que cuando menguará le pidiera otra de inmediato. Se trataba de un medicamento en experimentación pero con unos resultados milagrosos.

Iba a tomarle muestras de sangre y de orina pero al confirmarle Ana que había desayunado quedó en atenderla de nuevo dentro de dos días allí mismo

Estaba observándole por medio de una ecografía cuando llamó a su amiga.

- Ana mira, mira. Hay dos embriones, si evolucionan pueden ser dos bebes.

Negrita sonreía y Marta con un puntero le señaló los dos puntitos que se veían en la pantalla.

- Pero hay que esperar, primero a los análisis que nos confirmarán en parte y luego que evolucionen los dos.

Tras el reconocimiento completo Negrita se incorporó y Marta con lagrimas en los ojos, volvieron a escapársele, se abrazó a la criatura comentándole.

- No te preocupes mi niña aquí tienes una nueva amiga para lo que quieras.

Negrita se conmovió por el cariño y la comprensión de aquella ginecóloga y le agradeció todas las atenciones. De nuevo saltó Marta.

- Mi niña si somos nosotras las que te tenemos que agradecer algo a ti. ¡Qué hijo de puta!

Volvió a maldecir al “gringo”.

Salieron abrazadas al despacho donde aguardaban los señores y Marta con su alegría y desparpajo se abrazó a Carlos para comentarle.

- Bueno futuro papá vas a tener que emplear los dos brazos pues si todo evoluciona bien serán dos los bebes.

Carlos y Gonzalo quedaron sorprendidos mientras Negrita, Ana y Marta se volvían a abrazar formando un círculo.

Carlos se fue al despacho para atender sus obligaciones laborales mientras las tres mujeres y Gonzalo fueron a tomar el aperitivo en casa de Ana. El servicio se precipitó al completo para tener noticias. Efectivamente su señora estaba embarazada. La alegría invadió la casa. Se abrazaban a su señora felicitándola. Fueron al salón y Ana solicitó del servicio que preparasen el aperitivo, informándoles que se quedarían a comer.

En el despacho de la clínica, por consejo de Marta, cambiaron un poco los planes.

La exposición de su amiga no solo era razonable sino que les permitía un margen mayor de éxito en sus pretensiones. Estando en la sobremesa Marta comentó en voz alta para que fuera captado por todos los presentes, especialmente por el servicio, que no perdía comba de la conversación mantenida ese día.

- Ana debe guardar el mayor reposo posible, sabemos que ha tenido muchas dificultades para quedar embarazada y toda precaución va a ser poca. Mi consejo es que se pierda al menos al principio del embarazo en el chalet de la sierra.

Maria expresó su deseo de trasladarse con ellas y atender a su señora. Inmediatamente le quitaron la idea de la cabeza. Ana ya contaba con Marta y Negrita para atender todas sus necesidades. Más gente en el chalet no era aconsejable. Además aseguró Ana que el servicio debía permanecer en la capital para atender al señor. Aceptó la petición regañadientes pues su deseo era estar en esos momentos junto a su señora.

No hay comentarios: