miércoles, 8 de abril de 2015

UN AMOR ETERNO NACIDO CON LA CREACIÓN. TERCERA PARTE ESTER. CAPITULO XXI- TODO UN EJEMPLO


CAPITULO XXI- TODO UN EJEMPLO





   Al día siguiente las dificultades de la mar puso en aprietos a los regatistas, retirándose la mitad de los participantes. Algunos directivos de la federación que se desplazaron opinaban que tal vez no había servido de mucho el test pero Rafael les puso sobre la realidad. Tenían dos regatistas de un nivel increíble y tras la olimpiada se darían cuenta de la dimensión de los jóvenes, especialmente de Ester. Finalizada la competición no se pudieron quedar a la fiesta que se organizaba pues debían tomar el avión para estar en casa a la noche. Al día siguiente se iniciaban sus obligaciones colegiales. Vicente se enfrentaba a la recta final del bachiller y su correspondiente prueba de acceso y nuestra campeona el segundo trimestre de cuarto de primaria.

   En el aeropuerto no ocultaron su amor y la pareja de adultos sellaron en un beso apasionado su obligada separación. Sin duda el encuentro entre los dos no se limitaría al diseño exclusivamente. Vicente y Ester que contemplaban la escena cogidos de la mano se presionaron mutuamente, se miraron con ternura y tras un par de besos en las mejillas se fueron a sus puertas de embarque respectivas.

   Andrea había sido alertada del recibimiento que le esperaba a su niña. Se formó un gran pasillo, repleto a ambos lados por el alumnado del centro, desde la puerta principal hasta el aula donde desarrollaba su labor colegial. En clase le aguardaba el director con su profesora y sus padres.

   Llegó como siempre correteando por el parque Mélodi hasta llegar al centro educativo. Nada más girar para entrar por la puerta se encontró con el percal. En la vida se hubiera imaginado algo así. No habían tenido tiempo para prepararlo. Pero se mandó un mensaje a todas las familias rogando que acudiesen un cuarto de hora antes al centro educativo. Una lluvia de aplausos y algún que otro apretón de manos le acompañó hasta el aula. Luego allí sus compañeros junto a su profesor, el director y sus papas le recibieron. En primer lugar habló a sus compañeros de clase agradeciendo de corazón el recibimiento pero lo que realizó en la competición Australiana era algo que se enseñaba en aquel centro educativo desde hacía mucho tiempo. Posiblemente, salvando los presente, el mejor maestro del mundo Don Julián pasó por allí dejando su sello. Iban a reanudar las clases con normalidad cuando la pequeña dirigiéndose a su profesora y al director que aún permanecían en el aula, sus padres se habían ido, solicitó pasarse por las otras clases y agradecer a todos el detalle que habían tenido. No era otro que el que brindaba junto a sus compañeros a la labor que se desarrollaba en el centro. Fue el director el que le tomó de la mano para pasarse clase por clase con aquella criatura y agradeciera a todos sus compañeros de colegio. El detalle de Ester dejó boquiabiertos a todos los maestros y profesores, especialmente como ponía al centro como ejemplo alabando al equipo de profesores, porque el éxito era de todos. Tampoco se olvidó de mencionar a su querido abuelo. Los más ancianos del lugar aún se acordaban de su paso por el centro y como muy bien comunicó su nieta dejó huella. Por su forma directa de decir las cosas, con educación y respeto a todos, pero defendiendo sus ideas y posiciones. Recordaban sus problemas con ETA, su gallardía y valentía ante esa banda de asesinos para unos, de libertadores del pueblo vasco para otros. Algunos compartían su posición, otros no, pero todos valoraban su honradez, jamás ni siquiera en los momentos más difíciles cambio de camisa como hacían la mayoría e incluso algunos trepas entre el profesorado.

   Por fin a la rutina normal. Aun tuvo que atender en el recreo y a la salida los saludos y felicitaciones de compañeros y familiares de estos. Llegó a casa y recriminó a su madre con cariño. Sabía lo que se preparaba y no le había dicho ni una sola palabra.

   Comió y de inmediato se puso a repasar los temas que se habían tratado en el aula. Poco antes de regresar al colegio llegaba su padre, le dio un beso y un abrazo, pero tampoco se libró de la reprimenda de su niña.

   Poco a poco se iba recobrando la normalidad, aun tuvo que saludar, comentar y responder a un buen número de personas pero hablar era algo que le apasionaba y no le resulto molesto, todo lo contrario disfrutaba conversando y respondiendo.

   Al llegar a casa lo primero que hizo fue ponerse en contacto con Robert, a esa hora seguro que le pillaba en el descanso del instituto. Así era y por medio del Skype de su teléfono mantuvieron la media hora del recreo hablando. Le relató el recibimiento que le ofrecieron sus compañeros del colegio y la regata que pelearon ese fin de semana.  Por supuesto que el flechazo entre la madre de Vicente y Rafael no quedó fuera de la conversación pero hablarían más tarde del asunto de nuevo para contarse los detalles.

   Fue una mañana tranquila, al llegar el viernes un nuevo encuentro en esta ocasión en Barcelona los reunió. No se disputaba ninguna regata, simplemente eran cuatro sesiones para entrenar. Finalizaría en la tarde del domingo, comenzando el sábado con mañana y tarde. Para regresar a Madrid y de ahí a Donostia por la tarde noche, en el último vuelo. Llegaron el viernes anocheciendo, al día siguiente no tenían que madrugar pues Rafael se encargó de ir al club náutico y con ayuda de los empleados tener preparada las embarcaciones para salir a primera hora, con los primeros rayos solares, sobre las ocho de la mañana a la mar. Cenaron muy temprano, no eran las veinte horas cuando se sentaron a la mesa, media hora, para tener libre un par de horas e irse luego a la cama. La madre de Vicente se desplazaría por carretera el sábado temprano para llegar al hotel antes de partir a la mar. Le fue imposible ir con su hijo pues tenía unos asuntos que resolver con unos clientes antes de irse por lo que optó por levantarse temprano y acudir al hotel por la mañana. En la autopista de peaje en cuatro o cinco horas se presentaba. Salió de Gandía a las tres y treinta minutos.

   Las dos horas libres la empleo Ester para ir entrenando a Vicente en las técnicas de relajación y poder viajar, al igual que ella lo realizaba con su yayo, con Terci. Se metieron en la habitación de Ester y de inmediato se inició la primera clase. Si todo marchaba bien en esa sesión podrían dar unas tres o cuatro sesiones. La primera la respiración, era necesario que entrenara todos los días al irse a dormir o descansar la respiración abdominal, abandonando por completo la torácica. Esa técnica se daba para cualquier tipo o método de relajación. Al actuar solo el diafragma y dejar a los intercostales descansar podría lograr la pauso de un mayor número de músculos.  Les llevó cierto tiempo lograrlo. Pero poco a poco se hizo con ese tipo de respiración. La segunda sesión consistía en experimentar sensaciones de contracción relajación de los diferentes músculos o grupos musculares. Par contraerlos y relajar los núsculos a voluntad. Los de la mano, los de los brazos, los de los antebrazos, los pies, las piernas los muslos, los glúteos y así recorriendo toda la gama muscular del cuerpo. Para finalizar con los de mayor dificultad, los lumbares, inter-vertebrales, los músculos del cuello, de la cara y de la frente. Vicente iba poco a poco siendo consciente de sus músculos. Finalizó la segunda contrayendo y relajando los que Ester le pedía. Sin duda un alumno adelantado, pero como muy bien le expuso Ester cuando alguien tiene mucho interés por lograr algo el aprendizaje se hace a mayor velocidad. En el transcurso de la segunda sesión le invitaba a que fuera mentalmente a la respiración y comprobara que solo el diafragma era el que intervenía. En ocasiones se percató que no era así y volvía a mentalizarse para que solo el musculo que separa las vísceras de los órganos vitales fuera el encargado de su respiración. Se adentraron en la tercera sesión. Mediante la auto-relajación de Schütz tratar de ir relajando toda la musculatura de su cuerpo. Mediante la auto-relajación, para ello Ester fue instruyéndole en el origen e inserción de los músculos para llevar su mente a esos lugares concretos y lograr que el músculo o grupos musculares se relajaran con mayor facilidad.  Lo iniciaría en la mano para proseguir por antebrazo y brazo. Primero del lado derecho y luego el izquierdo. Iniciando la relajación de la musculatura superior e ir a los miembros inferiores para proseguir con las mismas pautas. Poco a poco lograr una relajación total o al menos en esa primera sesión al máximo nivel posible. Ester le comunicó que debía llegar a una sensación de flotar en el aire, de ahí a viajar hacia el infinito, hacia los espíritus era cuestión de tiempo, de fe ciega en ellos y de despertarlos para que te ayudaran a encontrarte con ellos. Concentrado como pocas veces Vicente siguió las indicaciones de su maestra, iba a llegar ese momento y el miedo le retenía. Ya le había advertido Ester que eso sucedería. Volvía a concentrarse y de nuevo esa sensación de estar cayéndose le impedía entrar en ese trance imprescindible para viajar. Para perderse en el mundo de los espíritus. De pronto sintió como se despegaba de la cama y su cuerpo quedaba sobre el lecho mientras él viajaba a la velocidad de la luz para llegar a…

   Pero los golpes en la puerta provocaron su regreso al mundo real, o irreal, eso nunca se sabe. Pues como muy bien decía el Usekör uno nunca sabrá si la realidad es lo que se vive en el momento o fue un. Ese privilegio solo se le concedía a Sibú.  Conocer la realidad.

    Era Rafael que los invitaba a ir cada uno a sus habitaciones para dormir, les esperaban dos jornadas intensas y era necesario el descanso.

    Vicente se lamentó lo había logrado y aquella conexión no le permitió contactar con ella. Ester le aseguró que lo que había logrado no era normal y practicando pronto conseguiría ponerse en contacto. Obedecieron a su entrenador. Vicente abandonó la habitación de su amiga y se recogió en la suya para descansar. Al día siguiente debían afrontar descansados las sesiones que les aguardaban.

   En el desayuno se personó la madre de Vicente, primero a su hijo luego a Ester para fundirse con aquel hombre que le había llevado a encontrarse con su amor eterno. Desde luego no hubo disimulo ninguno se abrazaron y besaron con pasión. En el vehículo de Teresa se desplazaron hasta el puerto deportivo. Los dos deportistas abordaron sus naves mientras que Rafael subió en una embarcación recreativa que le prestó el presidente del Club, amigo personal de él. Con las tres embarcaciones en funcionamiento se hicieron a la mar. Teresa acompañó a su pareja y presenció el entrenamiento de los muchachos. Fue una jornada intensa se entregaron a fondo y ensayaron infinidad de virajes y trazadas, provocaban accidentes y trataban de salir de ellos con la mayor rapidez y eficacia posible. Llevaban ya cinco horas sobre la embarcación debían regresar a puerto comer y salir de nuevo a la mar pues muchas horas sol ya no les quedaba. De vestuarios salían duchados y cambiados a las catorce treinta. La pareja les esperaba para comer. Lo tenían todo preparado y comieron en armonía. Se respiraba tanta ternura, tanto cariño y amor en aquella mesa que Ester los miraba y sonreía. Como le recordaba esa escena a la que vivía a diario con sus padres. Vicente también los observaba y ver a su madre feliz le hizo revivir momentos junto a Terci. A él también se le quedaba esa cara de bobo que mostraba su entrenador cuando contemplaba a su madre. No pudo evitarlo y unas lágrimas recorrieron sus mejillas, se levantó pidiendo disculpas y se fue hacia los servicios. No respondió a las llamadas de Rafael y como era el único que podía entrar en los servicios fue detrás del muchacho. Lo encontró en el lavabo mientras trataba de refrescar el sofoco y eliminar las lágrimas que se deslizaban por su cara.

 

    Disculpa Vicente. Amo a tu madre, pero no quiero molestarte si esas lagrimas son por mi comportamiento procuraré mantener otra posición cuando esté con vosotros.

 

    Vicente comenzó a reír, como podían pensar que le molestara, por fin había visto feliz a su madre. Llena de vitalidad y sin pensar solo en el trabajo. Con aquel hombre se compenetraba hasta con su profesión. Vicente se abrazó a su entrenador y le confesó todos sus sentimientos. Le relató parte de su tristeza, la perdida de Terci y como Ester le había devuelto la alegría de vivir, de sentirse feliz a pesar de los pesares. A sentir placer con la entrega a los demás. Le explicó que aquella escena en la mesa le recordó una vivida con su Terci y el rostro de su madre le recordó a ella. Aquella escena le llegó a la fibra floja. Los dos hombres regresaron juntos abrazados hombro con hombro, conversando y riendo a carcajadas, mientras sus compañeras perplejas se miraban para encontrar alguna respuesta. Teresa no comprendía nada pero Ester había interpretado a la perfección lo sucedido a su amigo y antes que llegaran se lo aclaró. Pero no había visto ninguna aclaración con aquel milagro de la humanidad y al sentarse le pregunto. Su hijo le dijo palabra por palabra las mismas frases que Ester le había confirmado. Giró mirando a la chiquilla mientras exclamaba.

 

   ¡No es posible!

 

    Pero no había demasiado tiempo finalizaron la comida y sobre las dieciséis horas estaban en la mar. No llegó a las dos horas, pero las aprovecharon bien.

    Teresa de regreso al hotel comentó con su hijo si lo había hablado con su amiga. Sonrió seguro que su amiga le habría salido con la lectura del lenguaje corporal de alguien. Le fue explicando la capacidad de esa niña de leer cómo si de un libro se tratase el lenguaje corporal, al comentarle que le había repetido palabra por palabra las frases que él le iba a comunicar antes de que se produjera. Asegurando:

 

    No me extraña en absoluto mamá a mí me lee hasta los pensamientos. Muchas veces tengo que tener cuidado en no pensar algo desagradable. Fíjate hasta qué punto es capaz, que el primer día que os conocisteis tú y Rafael sabía que había habido conexión. No le creí pero la otra noche lanzó un tenedor adrede al suelo para que lo recogiera y observara como os estabais acariciando por debajo de la mesa.

 

   Teresa comenzó a reír no podía creerlo era algo inexplicable. Su hijo le aseguró que cuando tuvieran un poco de tiempo le comentaría algo que le asombraría muchísimo más. Pues él mismo aunque lo había visto la incredulidad seguía en su conciencia  

  Sobre las veinte horas entraban en el hotel. Rafael y Teresa salían para asistir a un espectáculo teatral. Acordaron con los muchachos que no saldrían del recinto y no olvidaran que la cena se servía entre las veinte horas y las veintidós treinta.

 

 

 

 

 

 

 


 

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