sábado, 14 de junio de 2014

UN AMOR NACIDO CON LA CREACIÓN- SEGUNDA PARTE ANDREA-CAPITULO XX EL PADRE DE ANDREA A PRISIÓN

    CAPÍTULO VIGÉSIMO

 

                      EL PADRE DE ANDREA A PRISIÓN

 

 

  El mes de julio fue movido para el padre de Andrea. Julián iba a pasar unos días a Costa Rica cuando se enteró de la maniobra de la pareja. Con diferentes artimañas legales y con diversos engaños consiguieron que en la empresa dejara de figurar él. Sus acciones pasaban a su hija. Manejando ese paquete de acciones la madre como tutora. Mientras que la deuda para la amortización de los dos barcos adquiridos,  hacía un par de años, ponía en una situación extrema las propiedades del abuelo ya que fueron avalado por su padre.

   Las intenciones de causar problemas a Julián no dieron su fruto gracias a las precauciones tomadas por Andrea, cosa que desquició de forma anormal a su madre. Sentía unos celos sin límites hacia aquel personaje, educado, culto, con talante, con una posición social, que él particularmente le importaba un pepino, pero su envidia enfermiza la ahogaba.

   Al informarle de la situación por la que estaba pasando su padre contactó con su abogado prometiendo apoyo incondicional. El negocio de Costa Rica comenzaba a funcionar a las mil maravillas y su solvencia era indiscutible.

   Los trámites legales siguieron su curso y en la primera vista, la acusación solicitaba la prisión preventiva el denunciado. Al ser extranjero había fundamentos de sobra para sospechar una posible fuga del país. Pero en ese punto el abogado de Julián, presentó una serie de alegaciones y de responsabilidades que firmó el maestro y tras una semana en prisión consiguieron su libertad bajo fianza.

   Durante ese periodo Andrea no dejó de visitar a su padre ni un solo día y eso que intentaron por todos los medios impedirlo. Pero también en este apartado la defensa logró que se desestimaran los motivos por los que se pretendía restringir las visitas de la adolescente. El juez tras escuchar a la menor no considero las alegaciones de la acusación y de este modo Andrea junto a Julián pudieron darle un apoyo diario. Al salir bajo fianza se instaló en casa de Julián pues era él quien se responsabilizaba de su presencia en el juzgado cada semana.   

   Aquel hombre no sabía cómo agradecer todos esos desvelos e incluso, se enteró por su hija, jugarse parte de su patrimonio al apoyarle. Pues el palacete de Donostia se presentó como aval para la fianza fijada. La llegada de la familia tica fue acogida en el palacete.  

   Los abuelos llegaron a la capital española por la mañana y en el aeropuerto les aguardaba su hijo acompañado por Julián. La joven quiso desplazarse con ellos pero su madre no lo consintió, al no le corresponderle esos días, según la orden judicial. Donde las condiciones de divorcio fijaban claramente las visitas de su padre a la adolescente.

   Aquel anciano matrimonio se abrazó en primer lugar a Julián agradeciendo todo el apoyo recibido. Luego se fundieron con su hijo. Tras tomar un tente en pie en la cafetería emprendieron la marcha para Donostia. Dejaron los equipajes en la habitación destinada a los invitados y después de ducharse y asearse salieron a comer a “La Perla”, donde había encargado mesa. Fue un almuerzo encantador, la bahía de San Sebastián a pie de mesa y la bravura del Cantábrico mostrándose con todo su esplendor. Amén de la calidad de los alimentos. Quedaron gratamente impresionados. Luego en el salón de casa degustando unas pastas con el café mostraban la belleza de aquella prospera ciudad. Que belleza tan distinta a la de Puerto Viejo, que encantos tan diferentes y a la vez tan parecidos. Hablaron de numerosas cosas. Del caso y el camino que iba tomando. De España, de Costa Rica, del negocio en aquella tierra centro americana. Mostró su agradecimiento por la preocupación directa del anciano sobre la empresa. Replicando que por mucho que hiciera hasta su muerte nunca podría compensar, ya no el apoyo económico, lo hubieran sacado de debajo de las piedras, era esa generosidad de tender la mano al que lo necesitaba. Su preocupación desde el principio proporcionándole de inmediato una atención legal. El buen hacer del abogado que les había proporcionado, tenerlo en casa, sacándolo de la prisión y en especial como los había acogido a todos. Esa generosidad que ya mostró con algunos habitantes de Costa Rica, en concreto al ayudar primero a Maureen y posteriormente a Roberto y su familia.

   El anfitrión se preocupó de contratar, con la empresa que se encargaba de la limpieza del palacete, un refuerzo para el servicio y solicitar dos empleados más para la cocina. Su intimidad, su soledad tan amada y deseada quedaba al menos durante un tiempo rota. Pero tampoco le importó mucho poder ayudar a esas personas a las que apreciaba.

   Consiguió hacerse cargo de los pagos de la deuda que pesaban sobre las embarcaciones y que estaban avaladas por él. Los cargos se retiraron quedando libre sin llegar a celebrar el juicio. Su abogado manifestó la posibilidad de contraatacar, tras las afirmaciones y consejos  se dispusieron a recuperar parte de la empresa.

   A los tres meses de iniciarse todo el proceso los abuelos regresaron a Costa Rica acompañados por su hijo. Antes de su partida mantuvieron una charla larga y profunda sobre la situación de la empresa en tierras ticas. Deseaba que se asociara con él y con la madre de Maureen en el negocio. Ella quedaría algo mas liberada al encargarse solo de los negocios en tierra y él con su experiencia podría llevar la labor del mar. Hablaron de las posibles necesidades para su estructuración y comenzaron a pensar a largo plazo sobre las inversiones de mayor cuantía que serían necesarias.

   Pronto el entendimiento entre la madre de Roberto y el nuevo socio fue total. Se pusieron a trabajar codo a codo. Lograron aumentar la importancia e influencia de la empresa en poco tiempo. Pero la relación entre ambos fue un poco más allá, pues la sentimental fue ganando terreno y aquella pareja no solo encontró apoyo empresarial. Su vida sentimental se reconstruía de nuevo y la tropa pudo contar con un cabeza de familia que les ayudara en su maduración. La nueva situación repercutió en Roberto, un brillante estudiante que pudo centrarse en sus estudios y sus calificaciones escolares subieron varios enteros. En las conversaciones de Maureen con Julián no encontraba palabras. Él con su clásica forma de responder y actuar le recordó que ya en más de una ocasión se lo había dicho.

 

   “Tener la amistad de una luchadora, de una mujer tan encantadora le bastaba y sobraba. Con su amistad ya le había pagado con creces”

 

   Una mañana encontrándose conectada con Julián llego Roberto, mostrando a ese maestro toda su admiración y gratitud.

   Se iniciaba un nuevo curso, ahora se daba cuenta que ese verano había estado demasiado ocupado. No había podido aislarse como le hubiera gustado y no solo, no se aisló, sino que su vida social fue considerablemente la más alta que había tenido en sus casi sesenta y un años de existencia.

   Los pasos emprendidos por sus abogados estaban dando su fruto. Aunque eso sí, ya lo habían advertido con anterioridad, el padre de Andrea no conseguiría nada, como mucho se intentaba que gracias a ciertos defectos de forma y de escritura se pudiera recuperar la parte de aquel degenerado a nombre de Andrea.  Pues para evitar la pérdida de la empresa y que su hija pudiera pasarlo mal los abogados le aconsejaron que transfiriera sus acciones a su hija. Ante los movimientos de los representantes legales la pareja tuvo miedo y acordaron pasar las acciones que le correspondían a él y en secreto a Andrea.  De esa forma no lograría hacerse con nada pues pertenecía a la madre e hija. Previamente contrajeron matrimonio tras firmase el divorcio.  Por mediación de un empleado de la fábrica de conservas lograron averiguar las maniobras de la pareja. Aquel empleado apreciaba al padre de Andrea, pues llevaba trabajando con la familia desde hacía cuarenta años. El abuelo lo contrató en Costa Rica cuando era un chiquillo. Abandonado por su padre se vio abocado a trabajar con doce años. La ayuda de aquella familia permitió que su madre y seis hermanos más pequeños salieran adelante. Cuando el padre de Andrea se trasladó a España, le rogó que se marchara con él, precisaba a alguien de confianza en la parte terrestre de la empresa para controlarla un poco. Por este empleado se enteró de los acosos a jovencitas de su socio. Como era quien llevaba los asuntos económicos y jurídicos, el socio de Julián también tenía toda su confianza en él. De una rectitud y honradez poco común y debido a su discreción nunca llegó a sospechar que tuviera ese odio contra su persona. Este empleado fue el que iba poniendo al tanto todas las acciones de aquel degenerado.

   Aquellos dos truhanes pensaban que tenían controlada la situación. Pero desde el día de la boda la tensión en el matrimonio aumento considerablemente. Los malos tratos se producían con una frecuencia mucho mayor, pero aquella enferma mujer, con las carantoñas y habilidad de su pareja, olvidaba las agresiones y reanudaban su convivencia. Andrea no podía soportar aquella situación, era consciente que tarde o temprano aquello tendría que estallar. Estaba inquieta y en esa primera evaluación del segundo curso de bachillerato se reflejó en sus calificaciones. Mantuvo una larga y serena conversación con Julián quien le apoyó desde el primer momento y poco a poco logró que se centrara más en su vida y se desentendiera un poco de la situación que se vivía en casa. Recibió el apoyo diario de su padre por medio de Internet, así como de sus abuelos, de Maureen y Roberto, estos tampoco dejaban un solo día de conectar con su hermana. Cuantas veces reían y se congratulaban de la relación de sus padres, ahora eran más hermanas que antes. 

   Era consciente que como mucho tendría que aguantar aquella situación un año, ya que en diciembre del siguiente sería mayor de edad y podría marcharse con su padre a vivir. La carrera de medicina la iniciaría en su país junto a su “hermana” Maureen. Anteriormente habían dialogado sobre sus proyectos cuando sellaran el Juramento Hipocrático. Roberto les ayudaría pues comenzó ese curso medicina. La idea de irse a médicos sin fronteras lo tenían en mente antes de iniciar la facultad. Cuantas veces habían tratado el tema en las estancias de Julián en Costa Rica. Él siempre les comentaba lo mismo.

 

   “No os digo que me parezca bien o mal. Siempre he dicho y diré que lo más importante en  esta vida es luchar por lo que uno ama, por sus convicciones, por sus metas, por sus sueños. Porque”.

 

  Solía proseguir

 

    “Los sueños son sueños y cuando uno despierta tiene que haberlo hecho realidad para sustituirlo inmediatamente por otro. Ellos son los que tiran del carro del corazón, del alma, del sentimiento, del amor hacia algo y eso te motiva para luchar, para ser consciente que solo con la lucha se llega. Al fin y al cabo la vida es eso un reto, un reto personal, un reto que nadie te debe decir cuál debe ser. Es el que tú te marques, el que tú desees, sin cortapisas, sin trabas, sin…”

 

   Cada vez que se reunían aquel hombre estaba en sus mentes. Era increíble haber tenido la suerte de cruzarse con él en la vida. Recordaban en esas largas conversaciones por medio de Skype a la cantidad de personas a las que había atendido directa o indirectamente. Siempre le reprochaba, y no solo ellos, en general le reprochaban su falta de vida social. Eran conscientes de lo mucho que le desagradaba. La soledad que importancia tenía en su vida. Pero en muchas ocasiones pensaban que era para refugiarse en su dolor, de esas tragedias que sufrió de joven. Especialmente Andrea, que le había sonsacado más cosas sobre aquella joven extranjera. Consciente que deseaba conectar con ella. En más de una ocasión le confesó que aunque pensara que estaba loco.

 

“Yo también lo pienso a veces” en mi recogimiento, en mi soledad, en mi abstracción del mundo consigo contactar con ella y por medio de esas ondas, que dejó o tal vez siga lanzando para que yo las recoja. Hablamos en ese estado casi de catarsis que logro cuando consigo aislarme por completo”.

 

  Le confirmó sus sospechas que la culpable de esos encuentros estaba en la magia de Puerto Viejo pues anterior a su visita no le había ocurrido nunca esos encuentros en esa quinta o sexta dimensión. Esa era la principal razón por la que se instalaría tarde o temprano en aquellas tierras. Allí había logrado, olerle, sentirle, acariciarle y hasta sentir ese premio Noble que le daba en cada beso. Como se le escapaban las lágrimas a Andrea al recordar esas conversaciones donde aquel hombre dejaba corretear desde los lagrimales hasta el suelo una tras otra gota del líquido salado. O al venirle a la memoria como vivió con  intensidad esos meses junto a ella. También como no las numerosas frases que solía decir a ese único y primer amor. Entre las que más le gustaba a Andrea destacaba una.

 

   “En mis dos primeras décadas debí ser muy bueno pues el Señor me permitió entrar en el paraíso sin abandonar este mundo al permitirme cruzarme contigo”

 

  Aquella frase le ponía los pelos de punta, por su contenido, por los sentimientos que expresaba al decirla. Por las ondas que aquel personaje le transmitía al estar junto a él, no recordaba unas sensaciones más placenteras en su corta vida que aquellas que le transmitía su maestro.

 

   ¿Cómo puede decir que una joven no se puede enamorar de una persona mayor? ¿Si en realidad de lo que uno se enamora es de la química que su pareja transmite y que reacciona con la del otro, produciéndose un sentimiento indescriptible?

 

   De nuevo otra frase típica de él. 

 

   “El instante de conectar dos seres es insustituible e indescriptible y el placer de ese momento no es superado por ningún otro”

 

   Cuanta verdad habían en el contenido de esas frases. Esta última se la recordaba a Julián para demostrarle que la edad, el físico, la cultura, y demás memez no influían en una relación amorosa. Lo importante era esa conexión esa reacción química que se producía. O cuando le confesaba que aguardaría aunque fuera en otra vida su amor para él.

 

   “Estás loca chiquilla en la otra vida me encontraré con ella y nada ni nadie nos separará”

 

  Si estaba loca, loca por él y entonces le recordó una canción que él le había hecho escuchar, pues era una de sus favoritas. Pertenecía a Pablo Milanés y la parte que le impactó fue la que rezaba en los siguientes términos

 

   “La prefiero compartida antes que vaciar mi vida”

 

   Cuantas charlas, conversaciones, discusiones compartía con su maestro, con su gran amor. Lo que más le impresionaba era esa alegría que transmitía a todas horas. Ya podían haber sufrido el atentado de la banda, que su humor, su saber estar, su alegría no desaparecía de su rostro en ningún momento. Pero lo que les maravillaba era esa capacidad de perdón. Era capaz de ayudar hasta el mismo diablo aunque le estuviese pinchando con el tridente.




 





















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