domingo, 8 de junio de 2014

UN AMOR NACIDO CON LA CREACIÓN - SEGUNDA PARTE - ANDREA - CAPÍTULO XIX -NUEVO INCIDENTE DE LA MADRE DE ANDREA

CAPITULO XIX NUEVO INCIDENTE DE LA MADRE DE ANDREA


   Julián concentró sus esfuerzos en su alumnado de segundo de bachiller. Les quedaba un mes escaso. Ciertamente disponía de tiempo libre, pero tampoco eso le ayudó a decidirse cual iba a ser su modo de vivir a partir de la nueva situación. Sus principios permanecían intactos, pero no se encontraba a gusto, ni laboral, social prácticamente no tenía, política, pensaba que solo servía para dividir a la gente. Antes de su primer viaje a Costa Rica tenía muy claro su modo de vida, pero a raíz de ese primer viaje le inquietaba profundamente muchas cosas. Era cierto que no estaba de acuerdo con la sociedad que se había creado en los últimos tiempos. Muy pasiva, muy conformista pero sobre todo muy acomodada. A los jóvenes siempre les comentaba lo que le suponía a él un fracaso. Hablando con ellos le aseguró que en sus años de docencia había pasado por una juventud luchadora, a una crítica, para convertirse más adelante en una de protesta, y en los últimos años la quejica dominaba. La sociedad, el mundo laboral, los políticos, los medios de información, las perspectivas laborales eran muy negras Instaurándose en un acomodó de la juventud consecuencia de un proteccionismo atroz de los padres. Convirtiendo a esa generación a quejarse, aportando muy pocas ideas, renunciando a la  lucha contra las injusticias. En pocas palabras se dejaban llevar. Papá y mamá andaban detrás para solventar cualquier situación comprometida. Adoraba a los jóvenes y era enormemente comprensivo con ellos. Le preocupaba ese cierto conformismo y esa falta de lucha por reclamar simplemente el derecho al trabajo, a una vivienda digna pero sobre todo posible. La vida se había montado de tal forma que el noventa por ciento de la población vivía por y para el trabajo. Se habían endeudado hasta tal punto que precisaba trabajar para poder mantener su casa. Cuantas noches se quedaba últimamente analizando la situación. Tal vez el mundo quería ese modo de vida y solo era él y cuatro chalados los que no estaban conformes con ello. En una sociedad de información casi infinita uno se encontraba más desinformado que nunca. Tal vez era precisamente esa la intención del poder que controlaba el mundo en el que vivía. El económico. Donde todos podrían acomodarse a la noticia que se daba dependiendo de sus intereses y tendencias. ¿Dónde estaba la libertad? ¿Dónde estaba la democracia? No entendía o tal vez el equivocado era él. En sus meditaciones nocturnas llegó a recordar que siempre le había hecho gracia dar clases en Infantil. Era verdaderamente donde un buen maestro podía extraer lo mejor de esas esponjas. También se le vino a la cabeza que precisamente a esas edades era donde muchas tendencias aprovechaban para llevarse a la gente a su modo de vivir, de sentir, de lograr unos intereses muy concretos.

   Estaba leyendo viejas anotaciones que conservaba y se detuvo en una en concreto. Era referente a su profesor en el instituto nacional de educación física de Madrid. Pero además era el director y fundador del instituto y su alma espiritual. No hacía ni diez minutos que había leído sobre la edad de oro del deporte español y ni corto ni perezoso se puso a escribir un artículo sobre aquel maestro. Artífice en un alto porcentaje del éxito que se estaba teniendo en el campo deportivo español. Conectó su ordenador y de inmediato se puso a escribir para enviarlo a continuación a la redacción del periódico donde colaboraba semanalmente. Deseaba realizar un homenaje a su maestro y el texto que envió rezaba en los siguientes términos.

 

                                       UN FILÓSOFO DEL DEPORTE

 

   Se habla, se escribe, se escucha mucho sobre “la era de oro del deporte español”. Es cierto que estamos en un momento deportivo que de confirmarse en la olimpiada sellaría con certificado de garantía dicha afirmación.

   Pero en todos esos comentarios escuchados, o leídos, al menos yo, no he encontrado una referencia hacia un personaje que sin la menor duda tiene gran parte de la culpa en el avance en la educación física y por tanto en el deporte español. Dado un paso de siglos. Y no exagero con esta última afirmación. Me refiero al padre del deporte moderno español. Don José María Cajigal. Fallecido en diciembre del 83 en el accidente aéreo de Barajas. 

  Por los años 60-70 se gestó lo que sería el INEF de Madrid. La futura facultad de las ciencias del deporte y la educación física. Desde esa genial idea se fueron construyendo nuevas facultades, con aprendices de ese increíble Maestro (con mayúsculas). Gente joven con una formación que andaba unas tres décadas por delante de su época, no solo de España incluso de Europa. Jóvenes generaciones que fueron saliendo de las distintas facultades del deporte y la educación física impregnados por la filosofía de este gran FILÓSOFO DEL DEPORTE.

  Luego no voy a dudarlo el acierto de las autoridades deportivas en armonía con las empresas. Ojala algún ministro de educación tuviera una idea similar para por una vez y por todas se pudiera avanzar en el campo de la Educación en este país. Al crear el plan ADO.

  Pero no sería de recibo no reconocer la labor de ese pensador.

 

            GRACIAS JOSÉ MARIA CAGIGAL

 

                                                    DONOSTI 20 ABRIL 2008

 

   Se alegró de haberlo escrito. Desde que finalizó sus estudios, cerca de los cuarenta años, no le había dedicado un artículo a una persona que apreciaba profundamente. Aunque era reconocido mundialmente en España no se le dio el verdadero valor y la influencia tan enorme que tuvo para el desarrollo de la actividad física y deportiva en el país.

   Continuó leyendo aquellas anotaciones y disfrutó de la velada recordando anécdotas, situaciones vividas, personajes, ciudades y en fin todos los recuerdos que aquellas hojas de papel mostraban al lector. Iba a guardar la libreta cuando la puerta de casa requiriendo ser atendida le sorprendió. Dejó la libreta sobre la mesa del despacho y fue a atender la puerta. La cara, desfigurada, ensangrentada, y las ropas medio destrozadas le impidieron reconocer a la persona. Pero luego cayó en la cuenta que se trataba de la madre de Andrea. Le cogió en brazos pues se desplomó e inmediatamente, con ella entró en el garaje la acomodó lo mejor posible en el coche y puso a toda velocidad camino de urgencias en un hospital cercano. Los servicios del hospital sacaron rápidamente una camilla y una vez acoplada la accidentada entraron en la consulta de guardia. Julián trató de entrar con ella para preguntar por Andrea, pero al confirmar que no era un familiar se lo impidieron. No se lo pensó dos veces. Salió a por su coche y a toda velocidad se encaminó a casa de la joven. Al escuchar quejidos, chillidos y lloros, eran de Andrea, al tiempo que avisaba a la Ertzaintza, entraba en la casa forzando la puerta de la cocina. Subió al primer piso donde tenía su habitación y de una patada la tiró abajo. Aquel salvaje permanecía desnudo sobre aquella criatura, propinándole una paliza y tratando de quitarle la ropa. Se giró al percibir el ruido  pero no le dio tiempo. En su rostro impactó un golpe con ambas manos entrelazadas. Al ver a su maestro se lanzó a sus brazos para buscar desesperadamente protección en aquel amigo. Circunstancia que aprovechó el compañero sentimental de su madre que se recobró del golpe. Tomó una silla para impactar contra la espalda del intruso. Pero Julián reaccionó  ante la expresión de la chiquilla que le vio venir de cara y puso en tensión toda su musculatura, amortiguando en parte el golpe. Cuando intentaba de nuevo abalanzarse sobre él dos representantes de la ley lo retenían y otros se hacían cargo de Julián. Una mujer fue quien se ocupó de atender a la joven. Tomaron declaración a los presentes y tras las primeras pesquisas un coche patrulla se llevó a Julián y a Andrea al hospital para reunirse con la madre de la adolescente, mientras que otro se desplazaba con el otro personaje de la escena hacía la comisaría. Permitieron a Andrea, en compañía de una mujer de la Ertzaintza entrar a ver a la paciente, que limpia, desinfectada y aplicándole bolsas de hielo, se recuperaba. Al ver a su hija comenzó a llorar para no parar de preguntar.

 

   - ¿Te ha hecho algo, cariño?  ¿Te ha hecho algo ese salvaje?

 

  Lloraba abrazada a su madre, mientras le reconfortaba en sus brazos. Julián y luego las fuerzas del orden llegaron a tiempo evitando que aquel degenerado abusara de ella. Al enterarse que esperaba fuera, rogó poder verle. No le pusieron pegas pero primero la Ertzaintza deseaba interrogarle antes del encuentro con aquel conocido. 

   La conversación entre la madre, Andrea y Julián fue breve, solo cruzaron dos palabras pero con los gestos y el lenguaje corporal se dijeron todo.

   La adolescente se quedó junto a su madre y Julián se trasladó a la comisaría con la autoridad que le acompañaba y tras la declaración pudo regresar a casa y descansar.

   Cuando se enteró que a la semana del incidente la madre de Andrea había retirado la denuncia contra su pareja sentimental se quedó perplejo. No entendía nada. Es posible que alguien muy dependiente pudiera disculpar una acción contra su persona, por estar bebido, pero ya era la tercera vez que le agredía y por si fuera poco lo intentaba con su hija. Una menor. Intentó convencer a la mujer que se equivocaba pues así se lo había pedido Andrea. No solo no consiguió su propósito, reaccionando de una manera paranoica le mandó abandonar su casa y posteriormente recibió amenazas de la pareja sentimental. Las bravuras de aquel degenerado le preocupaban muy poco, pero si temía por Andrea.   

   En la primera oportunidad mantuvo una seria conversación con el padre de Andrea. De la charla con aquel maestro salió enfurecido y fue directo a pedir cuentas a la pareja. Su socio reaccionó mal iniciando una pelea que termino con ambos en la comisaría. Las oportunas declaraciones concluyó en una simple disputa. Pero el padre de Andrea comenzó a moverse para lograr la custodia de su hija.

   Las maniobras de su ex marido le enfureció de tal forma que comenzó a trazar un plan maquiavélico.

   Era una desequilibrada, tan pronto se arrepentía de una cosa como se lanzaba como una loca contra quien fuera y por lo que fuera.

   A pesar que Julián le invitó a estar con él cuando quisiera o cuando lo necesitara, solo se vio y conversó en el centro educativo, antes de iniciar las clases pues luego se desplazaba a Victoria. Escuchó las conversaciones de su madre con aquel degenerado y tenía ciertas sospechas de sus intenciones. Habían logrado, solo Dios sabe como lo consiguió, información sobre la problemática que tuvo Julián en su juventud con aquella nadadora. Y era consciente que su madre le seguía al lograr una orden judicial para controlar el móvil de la adolescente y el teléfono de casa. Consciente de ello cuando deseaba contactar con Julián le pedía el  móvil a una compañera, para evitar que su madre pudiera alegar esas llamadas. Ambos enfermos tramaban involucrar a Julián con un abuso de menor. Mientras que por el otro lado intentaban dejar a su ex en la ruina.

   Cuando una mañana Andrea le relató a Julián las sospechas sobre su madre y aquel demente, no podía dar crédito a que existiera en el mundo gente tan retorcida. Pero tratando de tranquilizar a la adolescente restaba importancia y le rogaba que se pusiera siempre y cuando quisiera en contacto con él, nadie en este mundo le iba a amedrentar o impedir comportarse tal y como era. Un luchador nato. Y para convencerle le recordó que si la banda terrorista no había conseguido atemorizarlo mucho menos esos dos pendejos, aunque uno de ellos fuera su madre. Pero Andrea añadió

 

   - Ella la primera.

 

   La adolescente conseguía tranquilizarse un poco, la serenidad, el talante, la calidad humana de aquel personaje le hacía sentirse segura, protegida, pero sobre todo enamorada. Dijera lo que dijera aquel personaje, aunque fuera la más absurda tontería, para ella era la Biblia. Muchas veces, siguiendo los consejos de su maestro, también solía meditar lo sucedido durante el día. Así como las inquietudes que rondaban por su cabeza. No comprendía muy bien como una jovencita se podía enamorar de una persona mayor. Pero aquel hombre era algo increíble ni siquiera su abuelo que lo adoraba superaba esa atracción. Julián siempre había estado en su papel de profesor, bueno de maestro como le gustaba que lo llamaran. Jamás detectó una mirada, gesto o pensamiento extraño y eso que era una gran lectora del lenguaje corporal. Era directo, sincero y aunque en ocasiones para no causar daño adornaba sus palabras. Lo cierto era que lo que tenía que decir no lo callaba. Siempre con sus alumnos les aconsejaba ser así. Con seguridad que en la sociedad que les tocaba vivir tendrían más de un problema, pero nadie les podría acusar de falta de sinceridad. Era de los que respetaba todas las opiniones, aunque las rebatiera, siempre al final dejaba claro que seguramente él tampoco tendría razón, pero era su verdad, en la que creía y si estaba seguro luchaba con la palabra y el raciocinio hasta el final para defenderlo.

   Pero a pesar de los pesares, aunque a él no le importara nada, a ella si le preocupaba que alguien pudiera hacer daño a una persona como él. Cuidando al máximo las llamadas y los encuentros con su maestro.

   Los alumnos de segundo de bachiller le pedían con insistencia que les acompañara al viaje de fin del bachillerato, pero no era partidario de esos viajes, pues eran organizados por los alumnos y su destino Ibiza no inspiraba nada bueno. Si todos los que realizaban el viaje hubieran sido mayores de edad no le habría importado pero había un buen numero que no tenían la edad y en grupos era altamente problemáticos ese tipo de viaje. Sintiéndolo les confirmó su no asistencia y les dijo claramente y sin tapujos los motivos. Gran parte del grupo entendió a su profesor sabían a lo que iban y la responsabilidad con los menores de edad era grande. También los argumentos dados por su profesor les convencieron.

   Había sido un curso demasiado relajado. La banda seguía cada vez mas acorralada y no se había producido ningún atentado más. Por si fuera poco ese mes de junio anunciaban su cese del cobro del impuesto revolucionario a empresas y a particulares que habían estado ejerciendo hasta la fecha. La preocupación por Andrea persistía, por el contrario las amenazas de la pareja solo se acordaba por la inquietud de la joven.









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