sábado, 21 de junio de 2014

UN AMOR NACIDO CON LA CREACIÓN- SEGUNDA PARTE ANDREA-CAPITULO XXI- LA SEGUNDA SEPARACIÓN DE LA MADRE DE ANDREA

   CAPÍTULO VIGÉSIMO PRIMERO

  

 LA 2ª SEPARACIÓN DE LA MADRE DE ANDREA

 

 

   En la segunda evaluación recuperó todas las pendientes de la primera y obtuvo unas brillantes en esa. Julián encontró un gran apoyo con la profesora que les acompañó en el viaje de fin de curso. Siguió muy de cerca, tras la conversación mantenida con su compañero de trabajo, la situación de Andrea.

   Andaba obsesionada con la fecha de su mayoría de edad. Deseaba con todas las fuerzas poder regresar con su padre y “hermana”. Consciente que la carrera la iniciaría en España siempre y cuando la nota le llegara para entrar en la facultad de medicina en Victoria, luego podría trasladar el expediente a Costa Rica. Si bien Julián le aconsejo no regresar hasta tener concluido el segundo e incluso el tercer curso. Eso suponía dos o tres años más en España.  Pero con dieciocho años dejaría a su madre para independizarse e instalarse con su maestro. Pero no comentó nada, de hacerlo, él buscaría otras alternativas. Mientras si lo daba por consumado al menos durante un tiempo podría compartir vivienda con él.

   Al regresar a casa se encontró a su madre enfurecida y maldiciendo. Había sorprendido a su marido con dos jovencitas en la habitación. Dos empleadas de la fábrica de catorce años. Los acababa de tirar de casa y había llamado a un cerrajero para cambiar la cerradura. Ese cerdo no volvería a pisar esa casa. Su hija no estaba muy convencida, conocedora de lo veleta que era su madre y no dudaba que regresaría con aquel degenerado. Se metió en su habitación a estudiar pues tenía exámenes de las asignaturas que suspendió en la primera y precisaba subir la media. Su madre salió de casa como diablo con el rabo entre las piernas. Entró en una comisaría y presentó denuncia contra su esposo por abuso de menores. Las oportunas pesquisas e investigaciones se iniciaron de inmediato. Al notificarle la comisaría la denuncia que pesaba contra su persona sobornó a las familias de las jovencitas y consiguió frenar el proceso iniciado. Pero generó un odio y un ansias de venganza desconocidas hasta le fecha. En primer lugar trató de recuperar las acciones pero tanto la pequeña como su madre no lo recibían, ni contestaban al teléfono.

    Un día sobre la mesa de su despacho en la empresa se encontró con todas sus pertenencias. A la vivienda no había conseguido entrar pues habían contratado un guarda jurado las veinticuatro horas del día. Cuando fue a sacar dinero, ella se le había adelantado, liquidando la cuenta y cambiando la facturación a una nueva que manejaba ella. Al verse en la calle sin ninguna posibilidad de recuperar nada se desquició. Dentro de su paranoia se fue serenando y tratando de urgir un plan para vengarse.

   Con la entidad de seguridad, que tenía contratada para la empresa, hizo una ampliación contratando dos servicios más de veinticuatro horas, uno para su casa y otro para ampliar el que tenía en la fábrica. Intentó en varias ocasiones acceder de nuevo a la fábrica pero se lo impidieron y si en otro momento de su vida lo hubieran hecho habría provocado un altercado del orden. Pero ahora su plan de venganza estaba en primer lugar  y cualquier incidente iría en contra de sus pretensiones.

   Pudo mantener un su nivel de vida gracias a ciertas cantidades de dinero que había ido desviando hacia una cuenta en Suiza. Acumulando capital desde los inicios con su socio de Costa Rica hacía la friolera de veinte años y la cantidad desviada era considerable. Pero un día fue sorprendido con la citación en un juzgado para el divorcio, una vez legalizada la separación. Aquello le enfureció y a punto estuvo de tirar todo lo avanzado en su enfermizo plan de venganza. Acudió y realizadas las declaraciones y posiciones de uno y otro el juez aceptó el divorcio.

    La actitud de su segundo marido le tenía preocupada, no era un comportamiento lógico de aquel salvaje, pero como también era una inconsciente lo olvidó. Quien sí estaba verdaderamente preocupado era Julián, convencido que aquel individuo intentaría algo. La vigilancia por parte de la empresa de seguridad era  lo poco que se podía intentar y eso ya se había encargado la madre de solucionarlo. Su padre seguía los acontecimientos con gran preocupación, pero se cuidó mucho de comentarlo en la familia no quería alterar a su anciano padre. Por culpa suya había pasado un mal trago que le afectó a su salud y desde luego ahora no estaba por la labor de añadir nuevos problemas y preocupaciones, optando por ocultarlo. Con la excusa de consultar asuntos de la empresa se desplazó a España para ver a su hija y darle su cariño y apoyo. Su ex, contactó con él para que le aconsejara con aquella gran empresa. En cualquier otro caso ni le hubiera mirado a la cara pero era una persona parecida a Julián. Olvidó todo rencor y le aconsejó que se apoyara en el empleado tico que había en la empresa. Conocía como nadie el negocio. No en balde estaba desde su fundación. Aquella bruja, aunque una desequilibrada, no era tonta y nombró gerente a esa persona recomendada por su ex. Pronto se dio cuenta del acierto en ese nombramiento y en el siguiente viaje tras agradecer el consejo intentó que volviera a su relación primitiva. Aquello le descolocó, su ex era una desequilibrada. Le había perdonado pero de eso a reanudar su vida sentimental cuando la pareja que tenía en la actualidad era una persona sensata y le llenaba plenamente. Después de su experiencia con la madre de su hija cualquier persona le hubiera parecido magnífica. Pero la madre de Roberto era algo fuera de lo común. Haber tenido la dicha de cruzarse con ella era lo mejor que le había pasado en la vida y ahora esa enferma de su ex pretendía que dejara ese milagro del Señor para volver a la inestabilidad, al capricho, a la incertidumbre. Le dejó las cosas muy claras, era la madre de su hija y por ello le había perdonado absolutamente todo, pero no podía pretender que ahora que su vida había encontrado una estabilidad, no estaba dispuesto a romper esa relación. La mujer no lo aceptó muy bien, tampoco le importó mucho a él. A pesar de no lograr que volviera, en esta ocasión, si permitió compartir más tiempo de lo estipulado con su hija.

   Tenía billete para Costa Rica, cuando faltando escasamente tres días para volver al paraíso donde la posibilidad de conectar con Anki era real. Pero las noticias llegadas de Madrid le hicieron desistir y devolver los billetes, su madre se encontraba muy enferma.

   Fueron las más amargas vacaciones que recordaba en su vida. Su madre, la que le dio la vida, la que lo educó en unos valores que mantenía, la que le inculcó esa filosofía de la vida, la que le ayudó a sacar la fe que tenía en Dios y en concreto en la figura de Jesús, esa se iba consumiendo por minutos. Con la procesión por dentro como era costumbre, sentado junto a ella, mostraba ese rostro jovial, alegre y lleno de vida, para transmitírselo a su madre. Su cansada, arrugada y temblorosa mano se enlazaba a la suya. Tumbada en el lecho prendía la mano de su hijo y se la acercaba a los labios para  besarla. Aquel gesto de amor maternal le llegaba a conmover hasta el punto de tener que retirar el rostro para dejar que un par de lágrimas que no había logrado retener se desplomaran sin que su madre fuera consciente de ello. Luego con su acostumbrado humor le repetía aquella frase que tanto había oído y que le hacía sonreír.

 

 “Mamá en el próximo viaje me compraré un anillo de obispo para que lo beses”

 

   Esa sonrisa cargada de gratitud, de edad, de mueca de dolor, de cansancio de casi un siglo de vida, de amor maternal, la esbozaba a su hijo cuando la pronunció. El aliento, el latido, el calor, la mirada, el olfato, el oído se iba extinguiendo segundo a segundo. Notaba como su alma intentaba salir de aquel cuerpo y ella luchaba con las escasas fuerzas que le quedaba para retenerla y poder estar junto a su pequeño unos días, horas, minutos o segundos más. Él a un lado de la cama, su hermana al otro con sus manos entrelazadas con la mujer que les dio la vida. Impotentes por retener la vida de la persona que se la dio a ellos. Derrotados ante la insensible muerte que se llevaba a su madre junto a su padre, allí en el paraíso que nos prometió Cristo.

  Unas palabras.

 

   “Os espero”

 

   La tensión de su mano cesó, la débil respiración paró, el rítmico latido de su corazón se detuvo para descansar en la eternidad. Su hermana se lazó sobre el cuerpo inerte de su madre mientras Julián con lágrimas en los ojos aproximó aquella mano para besarla con una ternura que conmovió a los presentes, nietos y yerno.

    Durmió, bueno permaneció la noche en casa, al día siguiente la incineraban en el cementerio como era su deseo. Julián no recordaba una noche tan larga en su vida. Cuantos recuerdos de su niñez, de su adolescencia. Cuantas confidencias con su madre, cuantos secretos, cuantas travesuras escondidas para que su padre no se enterara. En dos o tres ocasiones se le acercó su hermana para abrazarse y llorar con él. Le extrañó nunca habían mantenido una buena relación entre ambos, ella era la clásica niña de la alta sociedad de Madrid y él había sido el revolucionario, la oveja negra de la familia pero al fin y al cabo un triunfador en la vida. En su campo poca gente le superaba. Aceptó encantado y lleno de ternura el refugio que buscaba su hermana, posiblemente el prepotente de su marido no pudiera dárselo y en esos momentos lo necesitaba más que el último modelo. Se abrazó también a ella y le ofreció lo que necesitaba más que nada en aquella noche amarga.

   La mañana fue dura. Dieron el último adiós a su madre, se despidió de hermana y familia y le comentó que se reuniría con el abogado de la familia para la herencia. Julián sonriendo le comentó que lo que decidiera lo aceptaba. Sabia en lo referente a la economía que su hermana tenía los mismos principios. Su  padre se encargó de inculcarles ese valor de no darle más valor del que tiene al dinero. Su cuñado puso a su disposición el coche con el chofer y le condujo hasta la estación donde tomó el tren para regresar a casa.

   La reanudación de la vida cotidiana le costó más de lo normal. Aquella desgracia que tenía que venir tarde o temprano le afectó más de lo que había pensado. Durante toda la semana restante, esa primera tras las vacaciones hasta desayunó en cafeterías. No estaba de humor para prepararse nada. Además tampoco tenía mucho apetito. Se daba cuenta de la necesidad que tenía de unas vacaciones, de aislarse por poco que fuera de todo y de todos. Pero hasta el mes de julio no podría disfrutar de ello. Andrea finalizaba el bachillerato con unas buenas calificaciones y se preparaba para la selectividad. Su amiga Maureen finalizaba el curso en diciembre, pues el año escolar en Costa Rica iba del quince de febrero al veinte de Diciembre.

   Una tarde le llamó Andrea pues el sábado y el domingo se celebraba un torneo de vóley playa y deseaba hacer pareja con él. Le pilló en su despacho de la facultad pasando unas anotaciones a la revista de investigación sobre un estudio que estaban finalizando. Prefería que si encontraba otra pareja jugara con ella, pero de no conseguirla, podía contar con él. Por supuesto que la joven no intentó contactar con nadie si jugaba él, era su pretensión.

   Esa noche se acostó temprano, estaba cogiendo el primer sueño cuando el teléfono de casa le sorprendió. Se levantó tomó el auricular y se encontró con su hermana al otro lado del aparato. Había estado en la notaría donde se dio lectura al testamento de mamá. Las cantidades y propiedades que heredaba cada hermano eran escandalosas. Le comunicó que el dinero en efectivo, su marido se encargó de ingresar el cincuenta por ciento en la cuenta de ellos y el otro cincuenta en la de él. Aquellas cantidades le iban a permitir no tener problemas para el resto de su vida y si hubiera tenido descendencia también con una buena administración podría vivir sin problemas. De inmediato pensó en el negocio de Costa Rica, la idea del padre de Andrea era interesante y las cantidades ingresadas podrían hacer frente a las pretensiones de adquirir unos navíos más modernos. Pero esperaría a centrarse. En primer lugar deseaba conversar con su cuñado, no quería propiedades y esa época era buena para la venta de inmueble y bienes. Se acostó y como a la mañana siguiente era viernes decidió desplazarse a Madrid para reunirse con su cuñado. Tomó el avión por la mañana para regresar por la noche. Debía volver pues había quedado con Andrea para el partido pues según le confirmó no consiguió pareja. Se sonrió al comunicar la circunstancia pero estaba convencido que ni lo había intentado. Tampoco le importó. Le apetecía hacer algo de deporte y el voleibol era una de sus actividades favoritas. El día fue fructífero pues acordaron en vender todas las propiedades heredadas por él. Su cuñado y su hermana le compraban la finca de la sierra. Particularmente aquel banquero adoraba la propiedad. Luego las cantidades que se sacaran por todo lo invertiría en lo más seguro y rentable posible. Era un prepotente pero su honradez también la había constatado y para los negocios era un autentico lince. Consciente que su capital se multiplicaría en poco tiempo.  La única propiedad que se quedó fue el palacete.

 

   El fin de semana de voleibol fue delicioso, su compañera de juego estuvo encantadora y en ningún momento contraatacó con lo que él temía. Los dos días comieron en el “La Perla”, su restaurante favorito.

 

   El lunes el decano le llamó a su despacho. El ministerio de Educación había cortado grandes cantidades de dinero para la investigación, especialmente en la facultad de ciencias de la actividad física y el deporte. Por ello el equipo solicitado para iniciar una interesante investigación se había ido al traste. Planteo dejar la universidad. No le gustaban las presiones y cada vez le insistían más en que acudiera a simposios y ponencias cosa que no le gustaba en absoluto. Intentó convencerle pero lo tenía casi decidido. Pero como no era una persona que tomara las cosas sin reflexionar quedó en hablar al regreso del verano. En Costa Rica podría medir todo, analizar y ver si realmente compensaba seguir. El principal problema de la mayoría era el económico cosa que tenía más que solventada. Si bien era la única esperanza que le quedaba al decano de perder a gran profesional.

   Los exámenes de las PAU se iniciaban esa semana. Los nervios atenazaba a los estudiantes que se jugaban, según decía la gente el futuro, presionando de una forma anormal a unos jóvenes que en esas situaciones lo que necesitaban era calma y sosiego para poder rendir lo que verdaderamente sabían. Andrea iba bastante tranquila, Julián había sabido quitar tensión a esos exámenes. Habían tenido grandes conversaciones sobre el tema y siempre el apoyo de su maestro le permitía ahora acudir a las pruebas con una serenidad y tranquilidad que muchos de sus compañeros envidiaban. Fueron tres jornadas intensas, de horas ante los folios y el trabajo de sus cerebros recordando conocimientos y estrategias para confeccionar esas hojas que al fin y a la postre le darían esa nota tan deseada para la carrera elegida. En la última jornada al salir del último examen le vio en la puerta con el semblante alegre, su expresión llena de optimismo y con ese cariño paternal que ella adoraba. Se lanzó a sus brazos como las niñas de Infantil cuando salen de la escuela. Les esperaba mamá. Trató de finalizar ese abrazo, pero persistía. Por fin consiguió que le soltara. Fueron a por mamá para desplazarse hasta Hondarribia, a su  club náutico donde comieron cara al puerto deportivo.



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