sábado, 12 de octubre de 2013
UN AMOR NACIDO CON LA CREACIÓN - PRIMERA PARTE - ANKI - CAPITULO IX - UNA CARTA MUY ESPECIAL
En esa primera
semana de septiembre Su única ocupación fueron los entrenamientos con el equipo
de vóleybol. Los fines de semana se desplazaban a la costa para seguir
entrenando. Los últimos días del mes recibió una carta que le enterneció
profundamente. Era de Sara y rezaba en los siguientes términos.
Mi querido Julián:
El domingo
tras llegar a casa, fui al bosque de Bolonia con mamá, le acompañaba su pareja
sentimental y decidí dejarlos en uno de sus jardines para aislarme y meditar un
poco sobre mi vida. Hay algo que siempre te quise decir y las circunstancias de
nuestro último encuentro lo han acelerado. Me agradaría haberlo hablado personalmente
pero sé que andas ocupado y no he querido importunarte.
En el trayecto del aeropuerto a casa, mamá
me contó que en una conversación le confesaste que no te agradaba el inglés que
andaba conmigo pero por respeto a mi no me lo comentaste. Ahora sé que tenías
toda la razón del mundo.
Pero vayamos al grano. Me gustaría saber si
compartirías tu vida conmigo. Sin ataduras, sin compromisos, vivir juntos con
plena libertad. No sé como decírtelo pero estar contigo es algo especial. Es
cierto que no se me aceleran las hormonas, es algo parecido a lo que sentiría
si tuviese un hermano. Me gustaría probar el sexo contigo, pues cuando nos
besamos ese contacto ha supuesto una sensación extraña. Agradable sin duda,
satisfactoria y placentera pero no
despierta mi libido. Y a pesar de ello me gusta mas besarme contigo con
cualquier otro chico que si despertaba mi sistema hormonal. Eres encantador
pero nunca hemos llegado a más que un simple beso o un leve contacto físico.
Estoy convencida que al final me enamoraría de ti.
Me descolocas. Me encanta convivir contigo,
me siento comprendida, mimada, amada en otro escalón, pero al fin y al cabo
amada. Por otro lado conozco tu manera de pensar. Rígido con tus principios, en
ese sentido eres casi germánico. Gracioso, cariñoso y dulce como los latinos y
entregado a los demás como un misionero. Eres el hombre perfecto y sin embargo
no puedo decir que esté enamorada locamente de ti. Te quiero como no quiero a ningún
otro hombre. Y estoy segura que sería muy fácil convivir contigo. Lo piensas,
querido amigo. Porque si me dices que sí mañana mismo estoy ahí.
La semana que viene comenzamos el curso y
andaré algo ocupadilla pero para ti siempre hay tiempo.
Como me enternece tu sensibilidad, toda esa
ternura que pones en lo que haces, a pesar de cómo te ha tratado la vida.
Bien cuando encuentres un hueco en tu
ajetreada agenda me escribes. Te quiero.
Sara.
P.D.
Saludos a tus padres. Me acuerdo mucho
de ellos. Ah, un beso para tu hermana.
Le faltaba
una hora para ir a entrenar. Luego se
iba con la familia a la costa para seguir con su preparación de vela. Si no le
telefoneaba ahora luego le resultaría más complicado. Tomó el teléfono y se
puso en contacto con Ella. La conversación se desarrollo como todas las que
tenían los dos amigos, llena de afecto y cariño mutuo. En el transcurso de la
misma Julián le expresó lo que ella ya sabía. Siempre lo tendría a su lado para
lo que precisara incluso el venirse a vivir con él a España pero que una
relación entre los dos era imposible, conocía muy bien su forma de pensar y
obrar. Jamás haría sexo por sexo, era hombre de una sola mujer y esperaba
encontrarse con el amor que el Señor le había designado desde la creación para
seguir juntos por los siglos de los siglos. Cuando esa mujer llegara él estaría
seguro que era la elegida desde el inicio de los siglos y no la dejaría por
nada ni por nadie. Cuando le escuchaba decir aquellas palabras le saltaban las
lágrimas, porque sentía que su amigo lo expresaba con tal convicción que estaba
segura que así lo haría. Cuando ella comentó que si ese amor no llegaba que
pensaba hacer. Con la sonrisa en su rostro siempre le comentaba lo mismo.
Mi querida amiga tal vez me esté esperando
en la vida eterna.
Comenzó a
llorar y al notarlo le preguntó preocupado, pero ella de inmediato le restó
importancia.
Julián amigo si alguien me quisiera así
moriría de felicidad.
La respuesta
fue rápida y contundente.
“Yo te quiero así, pero en otro escalón, con
la misma intensidad con los mismos sentimientos”
Se mandaron
muestras de cariño por medio de la telefonía y colgaron. Una para salir con los
amigos, el otro para ir a sus entrenamientos diarios.
En ese fin de
semana fueron conscientes de la capacidad que tenían para competir en la clase
Star. Pero no fueron los únicos. Los responsables técnicos de la federación no
fueron ajenos al avance de la pareja y quisieron poner un seguro a los dos
deportistas. Hablaron con los padres de Julián pues la pareja de este era mayor
de edad y ya lo habían hablado con anterioridad. Le mostraban la necesidad de
dejar el voleibol e incluso los estudios para prepararse para la
olimpiada. Los estudios eran intocables
y aquel padre expresó su contundencia en no renunciar a ello. Con respecto al
voleibol era consciente de la forma de pensar de su hijo. No se dejaría al
menos por esa temporada el equipo. Cuando daba su palabra no había nada ni
nadie que le disuadiera, la cumplía a rajatabla. De inmediato pusieron dinero
por medio. Permanecería becado en Barcelona con un régimen de estudio especial
y con una remuneración similar a la que recibía del Atlético de Madrid. La
cuestión económica no preocupaba a sus padres pues su posición social le
permitía no depender de los ingresos del muchacho. Pero sabían a la perfección
que su chico no renunciaría a esa capacidad de valerse por sí mismo. Consciente
de los muchos choques que había entre él y sus padres, cuando deseaban
imponerle algo. La mayoría de las veces su padre tenía que claudicar pues la
razón caía del lado del muchacho. Es más él era el culpable al inculcarle esa
manera de pensar y obrar. Escuchaba los consejos, las orientaciones pero las
decisiones las quería ir tomando él poco a poco. A la postre era su futuro. Sus
padres ya lucharon por el suyo.
Cuando a
media tarde regresaron de la mar, su padre le llamó para conversar en la suite
del hotel donde se alojaba el resto de la familia. Él estaba alojado con el
cuerpo técnico de la selección y el resto de sus compañeros en otro
establecimiento hotelero.
Su padre
trató de convencer le de la oferta realizada por la federación. Tenía razón al
asegurarle que era una oferta magnífica, pero le recordó lo que tanto hablaban
padre e hijo en sus conversaciones sobre la importancia de marcarse uno sus
propios principios, sus propios valores y escalonar los para saber a dónde se
pretendía ir.
Tras más de
tres horas de conversación, que por otro lado fue serena, sin altibajos de voz
por ninguno de los dos, su padre se había propuesto no alterarse y lo cierto es
que su hijo tampoco le pudo dar una razón para que sucediera. Es más se sentía
orgulloso de la actitud, pero especialmente del mantenimiento de sus principios
y valores a pesar de su edad. Tal vez perdiera esa oportunidad. Estaba claro
que con esa rectitud, esa decisión, jamás se podría fracasar en la vida. Logró
un pacto con su hijo. Si los de la federación realizaban esa misma oferta en junio
la firmaría y se comprometería a prepararse concienzudamente, como un
profesional para la olimpiada. No renovaría con el Atlético de Madrid e
iniciaría su carrera en Barcelona. Julián estuvo en un tris de confesar cual
era su intención con respecto a sus estudios, pero se guardó decir nada. Le
observó tan dialogante, tan comprometido, tan comprensivo con las exposiciones
que le estaba dando que temió hacerle daño y dejó para otra ocasión sus
intenciones.
Le acompañó
hasta el hotel donde estaban concentrados y se reunió con los directivos y
cuerpo técnico de la federación. Su padre se mantuvo firme ante las demandas de
aquellos personajes. Conocía demasiado bien a su hijo y si había sido capaz de
renunciar a su carrera en el Voleibol por la vela, ellos debían hacer un
esfuerzo y firmarlo un año después. Su hijo se comprometía a asistir al mayor
número posible de concentraciones. Sin el apoyo económico, durante ese año, no
podían exigir más al muchacho. Hubo sus dudas pero el director técnico
consiguió que aceptaran la propuesta. Julián podía darles una medalla olímpica,
junto con su pareja con la que se compenetraban a la perfección. Sellaron el
pacto y aquel padre se fue pletórico a reunirse con el resto de la familia y
celebrarlo por todo lo alto.
Fue un año
duro, los entrenamientos tanto de Voleibol como de vela se intensificaron.
Todas sus vacaciones las pasó en la mar mejorando como ni los propios técnicos
se esperaban. Si no sucedía algo imprevisto lograrían una medalla en la
olimpiada. Durante todas las competiciones que disputaron y la dirección
técnica seleccionó aquellas donde mayor nivel había, salieron airosos con una
gran ventaja sobre el resto. En voleibol ganaron la liga y la copa y en el
campeonato de Europa llegaron a la final donde la perdieron como consecuencia
de una leve lesión que sufrió Julián en el último partido.
Ese mes de junio
fue duro. Los directivos del Atlético de Madrid deseaban que prosiguiera con
ellos, aunque no pudiera asistir a los entrenamientos, incluso a algunas
competiciones. Pero se negó. Si se comprometía era para cumplir, no podía hacer
un feo al resto de los compañeros, ni a sí mismo.
Finalizó su
último curso escolar con unas brillantes notas y en la selectividad obtuvo la
matrícula de honor. La federación se ahorraría la matricula y otras tasas que
por ley le correspondían. Tuvo que renunciar a su sueño de comenzar a estudiar
la licenciatura en ciencias de la educación física y deportes pues el único
instituto que había era en Madrid. Por lo que se decidió a estudiar ingeniería
de telecomunicación. Causando una cierta decepción en casa pues todos aspiraban
a tener un arquitecto. Él seguía ocultando su verdadera vocación y ya durante
ese último curso consiguió obtener el título de entrenador nacional de
natación. Consciente de las posibilidades de trabajo bien remunerado y sin
excesivas horas de dedicación presénciales. Las primeras piscinas municipales
tanto en Madrid como en Barcelona se iban construyendo y eran necesarios
especialistas en dichas disciplinas. Julián poseía una gran visión de futuro y
su padre fue consciente al elegir esa ingeniería.
El curso
siguiente fue menos complicado que el anterior. El nivel de los estudios eran
duros pero Julián disponía de muchas horas para llevarlo correctamente. Comenzó
haciendo pinitos en una piscina cercana a su residencia y aquello le encantó.
Especialmente el mundo de los bebes y su posible actividad en el agua fue algo
que le entusiasmó cuando un noruego fue a dar unas conferencias a la piscina
donde trabajaba cuatro horas a la semana.
Había
ahorrado una buena cantidad de dinero, que su padre le invertía en sus negocios.
Esas Navidades se reunió con él para pedirle que deseaba él hacerse cargo de su
propio capital. El año que se iniciaba cumplía los dieciocho años, en muchos
países era el tope de mayoría de edad, aunque en España se daba a los
veintiuno. Pero como persona metódica, organizada y previsora deseaba
organizarse con tiempo. Poco a poco. No solo no le puso la menor pega sino que
le favoreció con los permisos pertinentes para que todo tuviera su legalidad.
Además del dinero que su hijo reunió en esos últimos años con el Voleibol, con
la beca de la federación de Vela y sus pinitos en natación, le ingresó una
cantidad igual por su parte. Disponía de una pequeña fortuna, que con una buena
administración podría defenderse durante varios años.
El mes de febrero
consiguió independizarse de la federación y abandonar la residencia para
deportistas de elite. Alquiló en compañía de su compañero de equipo un piso
cercano a las facultades, contratando a personal para el mantenimiento de la
vivienda y la preparación de las comidas, especialmente las cenas. Pues por
regla general ambos comían en los clubes náuticos o en la facultad.
Comenzaba a
sentirse a gusto, al comprobar cómo se podía valer por sí mismo, sin la ayuda
de sus padres. Era algo que siempre había anhelado. Independizarse.
Las
vacaciones de semana santa se presentó Sara en
Barcelona y de inmediato le hizo un hueco en su piso y en su habitación.
Lo encontró radiante, muy animado y al expresar sus impresiones él le confesó
que intuía que ese año se cruzaría con su amor. Que a pesar de estar
esperándolo tanto tiempo no iba a ser fácil, pero aun así deseaba por todos los
medios que llegara. Percibía unas sensaciones increíbles y al mismo tiempo una
desesperación casi de suicidio. Sara se preocupo por lo comentado por su amigo,
pero lo veía tan radiante, tan feliz, que restó importancia a la otra faceta de
sus sensaciones convencida que sabría superar cualquier circunstancia. Durante
los diez días que permaneció en la capital catalana intentó llegar a algo más
que un simple abrazo o beso, pero siempre se encontró con la rectitud germánica
de su gran amigo.
Todos los días
iban a la mar para entrenar y ella se solía perder por la ciudad para conocer
sus rincones. Le encantaba pintar y aprovechó esos tiempos para hacerlo.
Al llegar junio
rompió con el voleibol y con la federación de Vela quedaron en firmar el
contrato a primeros de julio si todo se desarrollaba como hasta la fecha.
Quedaban dos años escasamente para la olimpiada y las perspectivas no podían
ser mejores. Habían entrenado duro ese invierno en aguas verdaderamente
difíciles.
La última
semana de junio y primera de julio se tomó unas vacaciones. El primero de
telecomunicaciones lo había aprobado por curso y solo le quedaban dos exámenes
en la segunda semana de julio para aspirar a la matricula, pues en las otras
tres ya se la habían otorgado.
La primera
semana se perdió en Donostia, allí en el palacete se encontraba completamente
solo, incluso renunció al servicio para aislarse y concentrarse en lo que le
iba a suceder ese verano. Estaba tan convencido como si lo hubiera vivido con
anterioridad. Precisaba silencio, tranquilidad pero especialmente soledad. Sara
le había propuesto ir con su madre y su pareja a los Estados Unidos, pero solo
deseaba aislarse, descansar y recuperarse para esos dos próximos años que los
viviría con intensidad. Con un campeonato del mundo a finales de agosto, que
marcaría el test ideal de cómo iban las
cosas y cuales podían ser sus aspiraciones en esa próxima olimpiada. Bajó
alguna tarde a la playa de la Concha para jugar alguna partidita informal de
voleibol playa a la que siempre se apuntaba en los veranos y cenó como no podía
ser de otra forma en La Perla, su restaurante preferido. En la bahía de La Concha.
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