- LA OPERACIÓN -
El avión de la compañía Suisse Aire tomaba
tierra en el aeropuerto de la capital Suiza. Marie en compañía de “su hijo”
descendía del aparato. Los correspondientes tramites legales de la aduana y en
la puerta de llegadas internacionales les esperaba el chofer para conducirlos
hasta una pequeña población, Behn, a unos cuantos kilómetros de la capital. Una
población a considerable altura sobre el nivel del mar y en el centro de los
Álpes suizos. Ubicada en la ladera de la montaña, se encontraba la lujosa
clínica a escasos metros de la pequeña población. El vehículo se detuvo en la
puerta principal y de inmediato unos celadores atendieron a los recién
llegados. Se hicieron cargo del equipaje y los acompañaron hasta recepción.
Paco estaba algo desconcertado, preguntó en varias ocasiones a la que cría su
madre, pero Marie estuvo ingeniosa y supo tranquilizarle, pero sobre todo que
encontrara lo más natural del mundo todo lo que estaba haciendo. Le confesó que
desde hacía tiempo, él había decidido
recuperar su imagen, pues en una de sus múltiples locuras se presentó en
Bordeaux con la fisonomía que tenía en esos momentos. Desde hacía tiempo le
había pedido que recuperase su rostro y por fin se había decidido a realizar lo.
Para darle mayor realismo al comprobar la expresión de “su hijo”, añadió.
- ¿Pero? ¿Si prefieres que lo dejemos? Nos
vamos y punto.
Paco no supo que contestar. No recordaba
nada, pero tampoco estaba muy interesado. Cuando lo intentaba su semblante
cambiaba radicalmente y su comportamiento era hasta agresivo. Prefirió no
reflexionar sobre el asunto y aceptó lo que su querida madre le decía. A la
postre, solo estarían una semana.
Esa mañana fue una jornada de pruebas,
análisis y revisiones. Pero dispusieron de unas horas para pasear por esos
parajes incomparables y disfrutar de la Naturaleza y del aire puro.
Si todas las pruebas realizadas lo
aconsejaban a la mañana siguiente se produciría la operación. Por ello esa
noche decidieron bajar a Ginebra y tras cenar en un buen restaurante asistir al
Gran Teatro donde se representaba una opera.
Durante la cena Marie fue introduciendo a
“su hijo” en el mundo del negocio de los vinos. Paco no recordaba nada de lo
que “su madre” le contaba pero poco a poco fue sumergiéndose en ese apasionante
mundo. Eran propietarios de las más importantes bodegas de Bordeaux, sus caldos
de la más alta calidad se lo quitaban de las manos. Sus viñedos ocupaban la
tercera parte de los de la región. Marie le puso al tanto sobre sus tíos y
primos y le confesó los problemas que estaban teniendo con ellos. Le fue
preparando para enfrentarse cuando regresara a casa.
En el único que podía confiar era en
Bernard, el resto del personal podría estar colaborando con sus tíos y, por
tanto, debería desconfiar de todos y estar siempre atento.
La representación de la opera llegó a
emocionar a Paco, no recordaba haber asistido a ninguna. Pero “su madre” le
aseguró que era su preferida y que la había visto ya más de diez
representaciones en diferentes países. Aceptó lo que le decía pero él no la
recordaba.
De camino a la clínica, observó como Marie
le miraba, la ternura se reflejaba en la expresión cansada de esa anciana.
Sonrió y abarcándola con sus brazos, la recostó sobre su pecho, mientras besaba
su frente, al tiempo que decía.
- Mama. Esta maravillosa.
Unas lágrimas de felicidad se dejaron escapar
por aquella arrugada y trabajada piel, su rostro mostró una sonrisa llena de
gratitud y satisfacción por aquel personaje y acurrucada en sus potentes
pectorales se quedó adormilada hasta llegar a la clínica.
Se despidieron, entrando en sus respectivas
habitaciones, para abandonarse al mundo de los sueños y recuperar fuerzas para
proseguir con la lucha diaria. El sueño se había negado a entrar en su cuerpo.
Paco, salió al balcón que daba a un impresionante valle, pero la oscuridad no
permitía poder contemplar el espectáculo que La Naturaleza brindaba
cuando la noche no se apoderaba de los objetos, plantas, minerales, formas y
colores de aquel valle. Tan solo pudo contemplar las luces de algunas viviendas
que se desparramaban por la ladera de la montaña. Entró en la habitación y
conectó la televisión. Aquel idioma le impactó, comprendía bastante de lo que
hablaban pero estaba claro que no era su idioma nativo. Cambiando de canales
dio con uno, se trataba del canal internacional de televisión española, ahora
si podía captar cuanto decían. Esa circunstancia le hizo reflexionar. Como
siendo francés el castellano lo dominaba de esa forma, pero especialmente lo
que le dejó pensativo fue al comprobar que el idioma francés le costaba
entenderlo y desenvolverse con él.
Mientras las reflexiones bombardeaban su
mente desconectó la televisión y puso en marcha la cadena de música. Se dejó
caer en el sillón y mientras las diferentes melodías inundaban sus oídos se
estrujaba el cerebro para comprender todo aquello. Pero poco a poco el sueño
fue invadiendo su cuerpo y sus párpados se fueron cerrando hasta quedarse
dormido en el sillón.
Al salir de la anestesia y mirarse
al espejo se sorprendió. Su rostro estaba cubierto por un vendaje y solo tres
orificios en el mismo le permitían poder conectar con el exterior a través de
los ojos y la boca. Marie le habló con dulzura y le comunicó que todo había ido
a las mil maravillas. Ahora debía descansar y recuperarse cuanto antes para
regresar juntos a casa. Intercambiaron algunas palabras más pero esa noche no
había descansado lo suficiente y aún inmerso algo en la anestesia, cerró los
ojos y el sueño volvió a sorprenderle.
No despertó hasta la tarde. Junto a él
estaba “mama”, intercambiaron sus sonrisas y a continuación conversaron. Él le
comentó sus inquietudes de esa noche y Marie le aseguró que había vivido más en
España que en Francia, pero que debía evitar hablar demasiado.
- A nuestro regreso, a casa, mantén las
distancias con todo el mundo y procurar no dialogar con nadie. Desde tu
despacho dirigirás, como años atrás, la empresa y cualquier orden, por medio de
Bernard.
Nuevamente la habilidad de Marie consiguió
que “su hijo” alejase de su mente esas preocupaciones. Con persistencia y poco
a poco iba introduciéndole en ese nuevo mundo para él.
A la mañana siguiente el equipo médico se
presentó en la habitación para quitar el vendaje a su paciente. Las
expectativas por parte de Marie y de él eran enormes. Por fin el último vendaje
se desprendía de su rostro y la imagen de su cara quedaba al descubierto. Marie
se emocionó aquel rostro era una fotocopia de la de su hijo José. La emoción le
podía y la felicidad se reflejaba en su cara. De nuevo las sensaciones, que
inundaban su cuerpo, se apoderaron de la anciana y sus ojos comenzaron a nublarse
como consecuencia del líquido salado que brotaba de sus lagrimales. Aquello
parecía mentira ni una sola cicatriz se observaba en el rostro de aquel hombre
recién operado. Le aproximaron un espejo y con una parsimonia irritante se lo
fue acercando. Cuando se vio reflejado en ese pedazo de cuarzo pintado por su
parte posterior su expresión no se modificó en absoluto. La imagen que antes
tenía, aunque se parecía globalmente, se había transformado considerablemente y el cambio era significativo. Sin embargo,
miró a “su madre” y, al observar lo emocionaba que estaba se acercó a su lado,
le abarcó con sus corpulentos brazos y se fundieron en un abrazo. Cuando las
emociones se controlaron en aquella habitación los doctores se felicitaban por
el éxito de la operación. Dieron los últimos consejos a seguir por su paciente
y mientras salían por la puerta el que dirigía el grupo comentó.
- Si todo marcha como hasta ahora, mañana o
pasado a lo más tardar podrán abandonar el hospital.
A los treinta minutos de la visita del
equipo médico se presentó Bernard. Se sorprendió gratamente por la nueva imagen
y permaneció conversando con los dos por espacio de más de dos horas. Las cosas
por Bordeaux se estaban complicando. Los cuñados de Marie se estaban haciendo
con el control de todas las bodegas y de gran parte de los terrenos. Si no se
daban prisa en regresar cuando volvieran tal vez no les quedara nada. Marie
rogó a “José” que descansara un poco. Dejaron la habitación en penumbra para
que se tumbara y recuperase un poco su estado de ánimo. Nada más abandonar el
hospital se metieron en una cafetería, solicitaron un reservado y allí jefa y
empleado compartieron la parte secreta de Paco. Bernard había conseguido los
sueños de aquella familia. La creación de una ciudad del deporte. E incluso
hablando con la pequeña, Ester, se había hecho con los planos de la casa ideal
de su padre. Durante la conversación averiguó, entre lágrimas de la joven, cual
era el sueño de aquel hombre. Los sueños de aquel profesor estaban plasmados en
una serie de planos donde describía como era esa ciudad del deporte y adjunta a
ella, pero separada del recinto deportivo. Su casa soñada. Marie de inmediato
comentó con Bernard que debía ponerse en funcionamiento. El sueño de esa familia
se tenía que cumplir. Comenzaron a discutir sobre el coste de todo aquello. A grosso
modo, Bernard, calculó que se aproximarían a los cinco mil millones de la
moneda española. Pero aseguró que si se gestionaba bien sería rentable la
inversión. Marie autorizó, a su fiel empleado, a utilizar sus reservas en
Suiza. Según sus cálculos se aproximaba mucho a esa cantidad.
Antes de despedirse le aseguró que con toda
probabilidad regresarían a Bordeaux ese fin de semana. Él le comunicó que
partía de inmediato hacía Valencia para comenzar las gestiones y que procuraría
estar en Bordeaux ese fin de semana.
Cuando Marie entró en la habitación. José se
había despertado y se encontraba sentado en el sillón escuchando música. La
escena le impactó pues a su hijo también le encantaba la cadena musical y
especialmente la radio, de ahí que al observar que era precisamente ésta la que
tenía conectada, se emocionara profundamente. Con su entrada se levantó y
abrazándose con cariño a “su madre” depositó sus labios en la frente.
- Los doctores me han dado permiso para
invitarte fuera de la clínica a comer. Prepárate, que nos vamos en busca del
mejor restaurante de esta bella población.
Ese viernes por la mañana el equipo médico
examinó a su paciente y tras el oportuno reconocimiento le dieron de alta. En
recepción invitaron a Marie y a Paco a entrar en administración y allí
liquidaron la cuenta con el hospital y los médicos. En la puerta el chofer les
aguardaba en la entrada de la clínica. Al aproximarse al vehículo se precipitó
para abrirles la puerta, una vez instalados y cargado el equipaje puso rumbo al
aeropuerto de la capital donde salían en vuelo directo esa misma mañana con
destino a Bordeaux.
No hay comentarios:
Publicar un comentario