Tres días perdidos en la
montaña, bajo la protección del lugar de reposo de su querida esposa, permitió
aclarar muchas ideas. Esa mañana pidió permiso a sus colegas para mandar, las
últimas investigaciones, a las revistas médicas. Conforme lo proponía, Dany,
expresaba su sorpresa. Miró a su compañero esperando una explicación. “¿Como se
iban a negar a algo así?”. Pero José era consciente, que gran parte del merito de
esos últimos avances, era consecuencia de las aportaciones del nuevo miembro
del equipo. No dudo en consultar con ellos para enviar los resultados.
Subió al coche con Caterine.
Se acercaron a la ciudad, depositando en correo toda la información. Insistiendo,
a los editores de la revista con una nota adjunta a los artículos, que
figurasen los nombres de sus colaboradores. Añadiendo una introducción
presentando y resaltando el importante aporte de Dany. Un nuevo genio de la
investigación al que tenía el honor de presentar al mundo de la ciencia.
La publicación en las revistas
especializadas, causó un gran impacto en el mundo profesional de la medicina,
pero llegó a trascender a los medios de comunicación, donde se atrevieron a
aventurar que el problema de la tetraplegia estaba solucionado.
Tras una semana de aislamiento
en la cabaña regresaron a casa. Emisoras de televisión y radio aguardaban
impacientes la llegada del doctor para confirmar la información dada por los
medios de comunicación. Cuando los primeros periodistas le comentaron la
noticia que circulaba por todos los medios y noticieros del mundo, se indignó.
“Como se podía jugar con las esperanzas de miles de seres humanos relegados a
la cama o a la silla de ruedas de por vida”. Pensaba mientras entraba en casa.
Se tomó un pequeño respiro para serenarse y poder hablar con mayor claridad de
ideas. Invitó a los periodistas a entrar en casa, organizando una rueda de
prensa en el salón. Subió a su habitación se duchó y tras vestirse bajó junto a
su esposa, Joel y Dany. Se sentaron frente al nutrido grupo de informadores.
Iniciando la rueda de prensa.
- En primer lugar.
Comenzó diciendo, con el
semblante triste. Por primera vez se pudo ver el rostro enfadado del doctor.
Habló pausadamente y midiendo como nunca sus palabras.
- Quiero pedir perdón a toda
persona que por un error en la información. Desconozco quien puede ser el
culpable. Pero, para mí, poca importancia tiene ahora. Me duele, en lo más
profundo de mí ser, haber creado falsas esperanzas. Mis colegas, aquí presentes
y yo estamos en el buen camino. Pero las cosas hay que contarlas como son.
Llevamos tras estas investigaciones la friolera de cuarenta años. Y si es
cierto que nunca estuvimos tan cerca, se pueden tardar años para una eficacia
plena.
Su discurso se prolongó por
espacio de sesenta minutos. A lo largo de la exposición cedió la palabra en
varias ocasiones a sus colegas. Y finalizó su discurso interesando de forma
especial al colectivo médico.
- Hemos conseguido descubrir
como estaba formada la estructura microscópica y estamos en el buen camino de
construirla fuera de la célula nerviosa. Hoy mismo hemos enviado a las
redacciones de las revistas científicas unos artículos mostrando lo informado.
Eso supondrá un gran avance hasta conseguir lo que se pretende. Pero solo es
eso. Una esperanza. No una realidad.
Tras la intervención, en la
mayoría de los países occidentales se montaron mesas redondas sobre el tema,
debates entre científicos, psicólogos, religiosos y de diferentes campos de la
sociedad. En todos ellos, los escépticos abundaban más que los optimistas. Pero
todos mostraron su deseo de llegar a un resultado satisfactorio.
Caterine se dio cuenta, que la
mejor manera de no distraer a su marido en esos momentos, era volcarse en su
trabajo. Comenzó a investigar en nuevos campos. En concreto, sobre colecciones
de premamá. Aquella ocupación le llenó plenamente y los escasos minutos libres
lo disfrutaron juntos.
Comenzaron los primeros
experimentos, tras los planteamientos teóricos y algunos prácticos. Decidieron
probar con animales.
Fueron dos meses de continuos
intentos, de esperanzas y de fracasos. La recuperación del movimiento cuando la
sección de la medula era muy reciente se conseguía, en un treinta por ciento
con éxito, pero si el tiempo transcurrido superaba los ciento veinte minutos,
no consiguieron ni un solo resultado positivo. Fueron capaces de fabricar
artificialmente esa estructura fisicoquímica, pero había algo más que influía
en la posible regeneración, en cuanto a funcionamiento, de la célula nerviosa.
Sospechaban que tal vez hubiera otra estructura y posiblemente se encontrara en
la circulación sanguínea teniendo una acción conjunta con la otra. El camino a
seguir era claro. De existir. El siguiente paso sería desmenuzar todos sus
componentes y factores de actuación.
Desde que Dany se les unión, la joven vivió
esos meses como minutos. Junto aquel hombre el tiempo parecía detenerse en el
laboratorio, mientras que en el exterior los días y semanas pasaban con
increíble rapidez. Allí junto a ese genio se perdía la noción de muchas cosas,
pero especialmente del tiempo. José salió del cobertizo y se metió en los
invernaderos. Solía hacerlo siempre que se estancaba en algo, o necesitaba estirar
las piernas. Allí se entretenía con las plantas y las mimaba con verdadero
cariño. Caterine se fue de New Ville, en concreto de acercó a Lyón para subir
al jet y desplazarse a Madrid. Estrenaba, en la pasarela Cibeles, su colección
de premamá. Iba a estar una semana fuera. Pero el teléfono no lo dejaron
descansar en todo ese tiempo.
Andaba cuidando unos tomates
cuando la voz de Dany le sorprendió al comunicarle el descubierto de la nueva
estructura. Efectivamente estaba muy ligada a la circulación sanguínea, pero
desconocía su función. Abandonaron el invernadero y entraron en el laboratorio.
Teniendo la seguridad de su existencia, descubrir el resto sería cuestión de
tiempo.
Siguieron, con meticulosidad
los pasos investigados. Conforme los analizaban se iban confirmando las
sospechas de la joven investigadora. De pronto se miraron, José se abrazó a su
compañera y soltó una expresión que le abrumó.
Antes del regreso de Caterine
consiguieron formar la estructura en el laboratorio. Era el momento de comenzar
a aplicar todo ese trabajo. Las primeras pruebas no podían ser mejores, en
todos los casos se estaba consiguiendo la movilidad de las extremidades,
paralizadas por la sección de la medula. Realizaron más de doscientos
experimentos y todos con un éxito del cien por cien. Pero de nuevo cuando la
intervención se realizaba después de las dos horas su eficacia descendía
proporcionalmente a al tiempo pasado desde el accidente hasta la intervención.
Como siempre, al descubrir
algo nuevo, enviaron al momento a las mejores revistas médicas los resultados
de sus investigaciones y las perspectivas posibles, ofreciendo diferentes vías
de investigación. Rogando ponerse en contacto con ellos ante cualquier avance.
José repetía hasta la saciedad que lo tenían al alcance de la mano y si otros
colegas, con lo investigado por ellos podían llegar antes a una solución mucho
mejor.
A los tres meses de probar con
éxito. Los llamaron del hospital central de New Ville comunicándoles el
accidente sufrido por un hombre al lanzarse a su piscina. Se seccionó la medula
espinal a la altura de las cervicales, de tal forma que se vería para el resto
de su vida esclavizado a la silla de ruedas. No había transcurrido ni diez
minutos cuando los tres científicos se presentaban en el hospital. Noventa
minutos separaban al lesionado de su fatal accidente. Se metieron en el
quirófano y se pusieron a trabajar.
Cuatro horas les llevo la
delicada operación. Estaban convencidos del éxito. Pero debían esperar a la
reanimación del paciente superado el efecto de la anestesia.
- ¡José! ¡Esta moviendo los
pies!
Se apresuró a avisarle cuando
comenzó a moverse. No había que tirar las campanas al vuelo pero aquello era
significativo. El joven padre fue despertando, movía sus manos y brazos, los
dedos de los pies, el tobillo e incluso flexionaba las rodillas. Permanecieron
con el operado por espacio de tres días y todas las pruebas realizadas pudieron
gozar del éxito.
Cuando, al terminó de esos
días todo daba a entender la eficacia de esa técnica, José comenzó a llorar. Le
costaba creérselo y, eso que había trabajado como un loco en ese proyecto.
Comprobó los resultados con animales multitud de veces. Pero ahora ver aquel
joven padre de familia como saludaba con su mano a través de la mampara de
cristal a sus dos hijos y esposa, le pudo la emoción. Dany lo abarcó entre sus
brazos y emocionada tanto como su maestro le repetía una y otra vez.
- Lo ha conseguido, doctor, lo
ha conseguido.
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