Al conectar, Caterine, su móvil
para escuchar los mensajes, se quedó helada. Había llamado centenares de veces
a los hijos de José y al hospital. Se personó en infinidad de ocasiones, pero
en ninguna de ellas pudo hablar con él. Siempre lo encontraba dormido. Pero la
realidad era otra. Cuando Caterine acudía a la clínica a visitarlo, Adela le
daba una buena dosis de sedantes con el propósito de tenerlo controlado. José
era consciente, y aunque no se lo tomaba, se hacía el dormido. La habitación,
siempre que entraba alguien, estaba en la más absoluta oscuridad y nunca llegó
a verlo con claridad. Se aproximaba a la cabecera y con lágrimas en los ojos
depositaba sus labios en las mejillas de su único amor. Ahora esa llamada le
aclaraba muchas cosas, y especialmente cuando José no confiaba en nadie de su
familia. Le entró tal escalofrío en todo el cuerpo que tuvo que ponerse una
prenda de abrigo para poder reaccionar. No podía dar crédito a lo sucedido. Un
hombre como aquel entregado por completo a sus hijos y a su familia. Ahora,
éstos, eran capaces de mentir y engañar con el solo propósito de tenerlo
encarcelado en aquel hospital.
Debía pensar en algo rápido, pero especialmente con la máxima
discreción, de lo contrario la posibilidad de rescatarle se complicaría
enormemente. Pero no se podía dormir. Se preparó un pequeño equipaje y fue de
inmediato al aeropuerto para ir lo antes posible a su lado.
Durante el vuelo pensó en los pasos a seguir, no se podía cometer el
mínimo fallo y por supuesto con quien primero contactaría sería con Neus. Era
incapaz de asimilar con rapidez lo sucedido desde la muerte de su madre y
Silvia. Ahora comenzaba a comprender muchas cosas. Pero le costaba creer otras.
En un principio pensó hablar con toda la familia. Pero pronto desistió. Estaba
excesivamente nerviosa, cuando recapacitó. Comenzó a realizar ejercicios de
relajación y concentración. Los nervios, la rabia y la incredulidad no podían
nublar en esos momentos su mente. La necesitaba lo más lúcida y despejada
posible para poder pensar y planear con éxito su rescate. Su compañero de viaje
intentó entablar conversación, pero la reacción de su compañera le hizo
desistir. Caterine no podía perder ni un solo segundo, necesitaba hasta la
última milésima de segundo para conseguir un plan infalible.
Era consciente del delito a realizar. Por ello debía cuidar hasta el
último detalle. Si alguien llegara a sospechar, aún logrando su objetivo, de
inmediato se lo arrebatarían.
Logró pasar con identidad falsa. Solía utilizarla cuando deseaba pasar
desapercibida en alguna ciudad. Un gran amigo se la proporcionó tiempo atrás.
Preparó una coartada casi perfecta. Reservó habitación en un hotel Chamberí,
como turista. Todo estaba pensado al milímetro. Nada le podía fallar. Al salir
del aeropuerto alquiló un automóvil y lo puso en dirección al hospital. Durante
el trayecto telefoneo a Neus. La enfermera era consciente del riesgo de la
situación. La única sospechosa del secuestro sería ella y tendría verdaderos
problemas para salir airosa. Por ello al hablar con Caterine y mostrarle sus
temores optaron por encontrarse en algún sitio discreto. Cambió de planes,
anuló la reserva y fue a instalarse en otro hotel, mientras esperaba
pacientemente la llamada de Neus, quien le
aconsejó no moverse, ni tomar ninguna iniciativa hasta su entrevista.
José estaba muy controlado. Parecía como si alguien intuyera la trama urgida.
De ahí la necesidad de ser lo más prudente posible.
La cita se dio en un club privado. Un lugar reservado para ejecutivos
donde cerraban con comidas acuerdos y contratos con otros empresarios. Sin duda
era el mejor sitio para evitar levantar cualquier sospecha. En uno de los
reservados se saludaron y la joven enfermera comenzó a explicarle la situación.
- Tu decisión de rescatar al anciano, no se porque, me hace sentirme
feliz. No te puedes imaginar lo que esta sufriendo. Cuando al principio trataba
de explicarse no le dejaron y comenzaron a sedarlo. Pero, aunque lo
consiguieron la primera semana, luego no se ha tomado ni una sola pastilla. Es
muy inteligente y aunque su enfermedad esta bastante avanzada se las ingenia
para no ser controlado. Después de hablar contigo le confesé tu intención de
rescátalo tras escuchar el mensaje. Se me abrazó y con lágrimas en los ojos me
agradeció la ayuda prestada. También me rogó tener la máxima precaución.
La conversación prosiguió por espacio de varias horas. No iba a ser nada
fácil conseguir sacarle de la clínica. Pero si había una posibilidad, con
seguridad eran los sábados, el coche de la familia se desplazaba a la clínica
con el chofer y lo recogía para ir comer a la mansión de los Carbonell.
- Si consiguieras el vehículo con antelación a la cita y conducirlo
hasta la clínica, cuando se den cuenta de su falta ya te habrá dado tiempo de
abandonar el país con él.
Lograr hacerse con el vehículo no iba a ser muy complicado. Aseguró
Caterine para añadir.
- El principal problema al plan, lo tendrás tú. Serás la última en
contactar con él y te asediarán a interrogatorios.
Neus interrumpió a su interlocutora. Deseaba huir de aquel lugar. No
tenía a nadie. De recién nacida le abandonaron en un orfanato y basándose en el
trabajo y esfuerzo consiguió licenciarse en enfermería.
- Me llegué a enamorar locamente de un joven, pero la vida se encargó de
arrebatármelo. Un accidente mortal se lo llevó para siempre y ahora tengo la
oportunidad de salir de aquí y olvidarme de todo. Me gustaría poderme ir con
vosotros.
Caterine se quedó pensativa, no era mala idea. Sin nadie con
posibilidades de proporcionar pistas sobre la desaparición de los dos sería
mucho más sencillo llevar a cabo su plan. Prosiguieron ultimando los detalles y
tras más de dos horas regresaron a sus respectivos nidos, donde pasar la noche.
Faltaban dos días para el sábado. Se informó cuales eran los movimientos
del vehículo a emplear en “el secuestro”. Ese viernes por la noche el coche se
encontraría en un garaje próximo a la vivienda del chofer. Por regla general lo
retiraban los sábados al medio día. Pero como precisaban ganar tiempo optaron
por recogerlo a primera hora de la mañana.
Caterine se puso un uniforme de chofer, entró en el garaje, y retiró el
automóvil sin el menor impedimento. El empleado pensó que era el conductor
habitual y permitió su salida a las ocho de esa mañana del sábado.
Neus avisó a Adela.
- Enfermera jefe al teléfono.
De inmediato acudió al mismo y preguntó.
- Dígame.
- Buenos días, Adela. Hoy recogeremos antes al papa, para dar una vuelta
por el retiro con los nietos. El chofer llegará dentro de veinte minutos,
procuré tenerlo preparado.
Adela asintió, había reconocido la voz de “Bety”, colgó el teléfono y de
inmediato mandó a Neus preparase para llevar a Don José a la entrada, ese
sábado lo recogerían antes.
La naturalidad de la comunicación no le hizo sospechar y tras las
oportunas ordenes, proporcionó la medicación habitual al paciente y prosiguió
con sus quehaceres.
Neus, se sorprendió de la serenidad y normalidad conseguidas en todos sus actos. Vistió a José, lo sentó en
su silla de ruedas y se dirigió hacía la
puerta de la clínica. Se cruzó con varios sanitarios. Los saludó y cuando iban
a abandonar la clínica Adela le advirtió.
- Tenga cuidado con él y no se olvide de darle la medicación, el coche
le esta esperando en la puerta.
Posó sus labios sobre la frente del paciente y continuó con sus
obligaciones. El corazón de Neus se aceleraba por momentos. Al llegar al coche
el sistema eléctrico para subir la silla estaba preparado, la colocó en su
sitio y mientras el mecanismo la subía, ella, por la otra puerta, hacía lo
propio.
Por fin dejaban el hospital rumbo a su libertad. En un descampado
cambiaron de vehículo dejando el coche de la familia abandonado con una nota,
escrita con recortes de titulares de periódicos, donde se podía leer.
“S I
Q U I E R E N V O L V E R A V E
R
A
S U P A D R E Y
A L A E N F E R M E R A
P R O C U R E N S E G U I R N U E S T R A S
I N D I C A C I O N E S” N O S
P O N D R E M O S
E N C O N T A C T O.
El coche conducido por Caterine se desplazaba por la autopista a
velocidad de vértigo. En menos de cinco horas cruzaron la frontera y en las
carreteras francesas circulaba a una velocidad más prudencial.
Cuando la primera alarma se dio en la familia el reloj marcaba las
catorce horas y cuando encontraron el vehículo, Caterine, Neus y José descansaban
en su casa en New Ville.
José lloraba de felicidad, se abrazó a las dos mujeres y dio rienda
suelta a sus sentimientos mediante un llanto de felicidad.
- Debemos ir a otro lugar. Aquí tarde o temprano alguien podría darse
cuenta de vuestra presencia. Lo mejor será instalarse por un tiempo en mi
refugio del Monblanc.
No lo pensaron dos veces, subieron al vehículo y se instalaron en la
cabaña de la montaña, santuario de Caterine y donde el acceso a mismo estaba
restringido.
Desde el ventanal del salón se podía contemplar todo el lago. Con las
dos bellas localidades de Anency y New Ville, bañadas y refrescadas por sus
aguas. Aquella casa sola había sido ocupada por Linda, cuando vivía, por
Caterine y José. Ahora Neus era la cuarta persona en pisarla. Estaba equipada
con los más sofisticados elementos del hogar. Había de todo y la limpieza la
hacía personalmente Caterine. Nunca había permitido a nadie pisar su refugio.
Allí se pasaba los días recordando a su madre y especialmente a José. Solo contaba
con una habitación donde se instalaron José y Caterine, mientras Neus lo hizo
en el salón. En el sofá cama.
Entre las dos entraron a José en el cuarto de baño y tras desnudarle lo
metieron en la ducha y comenzaron a bañarlo. Con el mayor cariño y ternura
Caterine enjabonaba aquel cuerpo que tanta pasión despertaba en su ser. Recordó
cuando él, con el mismo cariño y amor, ayudaba a su madre en aquellos momentos
difíciles. Sintió como sus ojos se humedecían escandalosamente y en un momento
se encontró abrazada a él mientras le
susurraba al oído.
- Soy tan feliz. Me gustaría permanecer así el resto de nuestras vidas.
Te quiero. José.
Las lágrimas abandonaban los hermosos ojos verdes de Neus al presenciar
tal enternecedora escena. Mientras José, relajado en aquel cálido baño se
abandonaba al placer de las caricias y del cuidado de esas dos encantadoras
mujeres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario