miércoles, 11 de julio de 2012

EL PRIMER AMOR-PARTE III-CAPITULO VII-EL RESCATE


Al conectar, Caterine, su móvil para escuchar los mensajes, se quedó helada. Había llamado centenares de veces a los hijos de José y al hospital. Se personó en infinidad de ocasiones, pero en ninguna de ellas pudo hablar con él. Siempre lo encontraba dormido. Pero la realidad era otra. Cuando Caterine acudía a la clínica a visitarlo, Adela le daba una buena dosis de sedantes con el propósito de tenerlo controlado. José era consciente, y aunque no se lo tomaba, se hacía el dormido. La habitación, siempre que entraba alguien, estaba en la más absoluta oscuridad y nunca llegó a verlo con claridad. Se aproximaba a la cabecera y con lágrimas en los ojos depositaba sus labios en las mejillas de su único amor. Ahora esa llamada le aclaraba muchas cosas, y especialmente cuando José no confiaba en nadie de su familia. Le entró tal escalofrío en todo el cuerpo que tuvo que ponerse una prenda de abrigo para poder reaccionar. No podía dar crédito a lo sucedido. Un hombre como aquel entregado por completo a sus hijos y a su familia. Ahora, éstos, eran capaces de mentir y engañar con el solo propósito de tenerlo encarcelado en aquel hospital.
   Debía pensar en algo rápido, pero especialmente con la máxima discreción, de lo contrario la posibilidad de rescatarle se complicaría enormemente. Pero no se podía dormir. Se preparó un pequeño equipaje y fue de inmediato al aeropuerto para ir lo antes posible a su lado.
   Durante el vuelo pensó en los pasos a seguir, no se podía cometer el mínimo fallo y por supuesto con quien primero contactaría sería con Neus. Era incapaz de asimilar con rapidez lo sucedido desde la muerte de su madre y Silvia. Ahora comenzaba a comprender muchas cosas. Pero le costaba creer otras. En un principio pensó hablar con toda la familia. Pero pronto desistió. Estaba excesivamente nerviosa, cuando recapacitó. Comenzó a realizar ejercicios de relajación y concentración. Los nervios, la rabia y la incredulidad no podían nublar en esos momentos su mente. La necesitaba lo más lúcida y despejada posible para poder pensar y planear con éxito su rescate. Su compañero de viaje intentó entablar conversación, pero la reacción de su compañera le hizo desistir. Caterine no podía perder ni un solo segundo, necesitaba hasta la última milésima de segundo para conseguir un plan infalible.
   Era consciente del delito a realizar. Por ello debía cuidar hasta el último detalle. Si alguien llegara a sospechar, aún logrando su objetivo, de inmediato se lo arrebatarían.
   Logró pasar con identidad falsa. Solía utilizarla cuando deseaba pasar desapercibida en alguna ciudad. Un gran amigo se la proporcionó tiempo atrás. Preparó una coartada casi perfecta. Reservó habitación en un hotel Chamberí, como turista. Todo estaba pensado al milímetro. Nada le podía fallar. Al salir del aeropuerto alquiló un automóvil y lo puso en dirección al hospital. Durante el trayecto telefoneo a Neus. La enfermera era consciente del riesgo de la situación. La única sospechosa del secuestro sería ella y tendría verdaderos problemas para salir airosa. Por ello al hablar con Caterine y mostrarle sus temores optaron por encontrarse en algún sitio discreto. Cambió de planes, anuló la reserva y fue a instalarse en otro hotel, mientras esperaba pacientemente la llamada de Neus, quien le  aconsejó no moverse, ni tomar ninguna iniciativa hasta su entrevista. José estaba muy controlado. Parecía como si alguien intuyera la trama urgida. De ahí la necesidad de ser lo más prudente posible.
   La cita se dio en un club privado. Un lugar reservado para ejecutivos donde cerraban con comidas acuerdos y contratos con otros empresarios. Sin duda era el mejor sitio para evitar levantar cualquier sospecha. En uno de los reservados se saludaron y la joven enfermera comenzó a explicarle la situación.
   - Tu decisión de rescatar al anciano, no se porque, me hace sentirme feliz. No te puedes imaginar lo que esta sufriendo. Cuando al principio trataba de explicarse no le dejaron y comenzaron a sedarlo. Pero, aunque lo consiguieron la primera semana, luego no se ha tomado ni una sola pastilla. Es muy inteligente y aunque su enfermedad esta bastante avanzada se las ingenia para no ser controlado. Después de hablar contigo le confesé tu intención de rescátalo tras escuchar el mensaje. Se me abrazó y con lágrimas en los ojos me agradeció la ayuda prestada. También me rogó tener la máxima precaución.      
   La conversación prosiguió por espacio de varias horas. No iba a ser nada fácil conseguir sacarle de la clínica. Pero si había una posibilidad, con seguridad eran los sábados, el coche de la familia se desplazaba a la clínica con el chofer y lo recogía para ir comer a la mansión de los Carbonell.
   - Si consiguieras el vehículo con antelación a la cita y conducirlo hasta la clínica, cuando se den cuenta de su falta ya te habrá dado tiempo de abandonar el país con él.
   Lograr hacerse con el vehículo no iba a ser muy complicado. Aseguró Caterine para añadir.
   - El principal problema al plan, lo tendrás tú. Serás la última en contactar con él y te asediarán a interrogatorios.
   Neus interrumpió a su interlocutora. Deseaba huir de aquel lugar. No tenía a nadie. De recién nacida le abandonaron en un orfanato y basándose en el trabajo y esfuerzo consiguió licenciarse en enfermería.
   - Me llegué a enamorar locamente de un joven, pero la vida se encargó de arrebatármelo. Un accidente mortal se lo llevó para siempre y ahora tengo la oportunidad de salir de aquí y olvidarme de todo. Me gustaría poderme ir con vosotros.
   Caterine se quedó pensativa, no era mala idea. Sin nadie con posibilidades de proporcionar pistas sobre la desaparición de los dos sería mucho más sencillo llevar a cabo su plan. Prosiguieron ultimando los detalles y tras más de dos horas regresaron a sus respectivos nidos, donde pasar la noche.
   Faltaban dos días para el sábado. Se informó cuales eran los movimientos del vehículo a emplear en “el secuestro”. Ese viernes por la noche el coche se encontraría en un garaje próximo a la vivienda del chofer. Por regla general lo retiraban los sábados al medio día. Pero como precisaban ganar tiempo optaron por recogerlo a primera hora de la mañana.
   Caterine se puso un uniforme de chofer, entró en el garaje, y retiró el automóvil sin el menor impedimento. El empleado pensó que era el conductor habitual y permitió su salida a las ocho de esa mañana del sábado.   
   Neus avisó a Adela.
   - Enfermera jefe al teléfono.
   De inmediato acudió al mismo y preguntó.
   - Dígame.
   - Buenos días, Adela. Hoy recogeremos antes al papa, para dar una vuelta por el retiro con los nietos. El chofer llegará dentro de veinte minutos, procuré tenerlo preparado.
   Adela asintió, había reconocido la voz de “Bety”, colgó el teléfono y de inmediato mandó a Neus preparase para llevar a Don José a la entrada, ese sábado lo recogerían antes.
   La naturalidad de la comunicación no le hizo sospechar y tras las oportunas ordenes, proporcionó la medicación habitual al paciente y prosiguió con sus quehaceres.
   Neus, se sorprendió de la serenidad y normalidad conseguidas en  todos sus actos. Vistió a José, lo sentó en su silla de ruedas y se dirigió hacía  la puerta de la clínica. Se cruzó con varios sanitarios. Los saludó y cuando iban a abandonar la clínica Adela le advirtió.
   - Tenga cuidado con él y no se olvide de darle la medicación, el coche le esta esperando en la puerta.
   Posó sus labios sobre la frente del paciente y continuó con sus obligaciones. El corazón de Neus se aceleraba por momentos. Al llegar al coche el sistema eléctrico para subir la silla estaba preparado, la colocó en su sitio y mientras el mecanismo la subía, ella, por la otra puerta, hacía lo propio.
   Por fin dejaban el hospital rumbo a su libertad. En un descampado cambiaron de vehículo dejando el coche de la familia abandonado con una nota, escrita con recortes de titulares de periódicos, donde se podía leer.

       “S I   Q U I E R E N  V O L V E R  A  V E R  

    A  S U  P A D R E  Y   A  L A  E N F E R M E R A  

      P R O C U R E N    S E G U I R     N U E S T R A S  

  I N D I C A C I O N E S”  N O S  P O N D R E M O S 
                           E N   C O N T A C T O.

   El coche conducido por Caterine se desplazaba por la autopista a velocidad de vértigo. En menos de cinco horas cruzaron la frontera y en las carreteras francesas circulaba a una velocidad más prudencial.
   Cuando la primera alarma se dio en la familia el reloj marcaba las catorce horas y cuando encontraron el vehículo, Caterine, Neus y José descansaban en su casa en New Ville.
   José lloraba de felicidad, se abrazó a las dos mujeres y dio rienda suelta a sus sentimientos mediante un llanto de felicidad.
   - Debemos ir a otro lugar. Aquí tarde o temprano alguien podría darse cuenta de vuestra presencia. Lo mejor será instalarse por un tiempo en mi refugio del Monblanc.
   No lo pensaron dos veces, subieron al vehículo y se instalaron en la cabaña de la montaña, santuario de Caterine y donde el acceso a mismo estaba restringido.
   Desde el ventanal del salón se podía contemplar todo el lago. Con las dos bellas localidades de Anency y New Ville, bañadas y refrescadas por sus aguas. Aquella casa sola había sido ocupada por Linda, cuando vivía, por Caterine y José. Ahora Neus era la cuarta persona en pisarla. Estaba equipada con los más sofisticados elementos del hogar. Había de todo y la limpieza la hacía personalmente Caterine. Nunca había permitido a nadie pisar su refugio. Allí se pasaba los días recordando a su madre y especialmente a José. Solo contaba con una habitación donde se instalaron José y Caterine, mientras Neus lo hizo en el salón. En el sofá cama.
   Entre las dos entraron a José en el cuarto de baño y tras desnudarle lo metieron en la ducha y comenzaron a bañarlo. Con el mayor cariño y ternura Caterine enjabonaba aquel cuerpo que tanta pasión despertaba en su ser. Recordó cuando él, con el mismo cariño y amor, ayudaba a su madre en aquellos momentos difíciles. Sintió como sus ojos se humedecían escandalosamente y en un momento se encontró abrazada a él  mientras le susurraba al oído.
   - Soy tan feliz. Me gustaría permanecer así el resto de nuestras vidas. Te quiero. José.
   Las lágrimas abandonaban los hermosos ojos verdes de Neus al presenciar tal enternecedora escena. Mientras José, relajado en aquel cálido baño se abandonaba al placer de las caricias y del cuidado de esas dos encantadoras mujeres.



No hay comentarios: