miércoles, 27 de mayo de 2015

UN AMOR ETERNO NACIDO CON LA CREACIÓN. TERCERA PARTE. ESTER. CAPITULO VIGÉSIMO OCTAVO- MAUREN LEE LA MISIVA DE LOBO DE MAR

CAPITULO VIGÉSIMO OCTAVO 

MAUREEN LEE LA MISIVA DEL LOBO DE MAR



   Cuando Ester y Vicente se despidieron de Rajid, se miraron tras compartir con aquel hindú un abrazo. Las palabras sobraban aquel viejo tenía el gesto, la expresión e incluso el estado de un adolescente que ha tenido su primera relación sexual. Se preguntaba cómo habría quedado su tía, era muy sensible y esperaba y deseaba que no se hubiera equivocado con aquella entrevista. No tenía la menor duda del bien infinito que le había proporcionado al viejo hindú. Y la verdad que la satisfacción era mutua. Estaba convencida que con aquel acto al menos compensaba toda aquella valiosa información obtenida. Mientras en esa casa cercana al mar ese lobo de las aguas seguía en su nube especial. Le hubiera gustado poderle proporcionar mucha más información para compensar aquel regalo que la niña le ofreció ese día. Ese día que desde ese momento sería su día nacional. No solo por reencontrarse con aquella criatura, sino porque además era su aniversario. Llegaron al hotel ligeramente más tarde de lo acordado con Rafael, pero en esta ocasión Vicente había tenido la precaución de avisarle con antelación. Se saludaron subieron a sus habitaciones y tras asearse ligeramente bajaron a cenar algo pues tras aquella jornada de comer y charlar no tenían mucho apetito. Mientras Vicente subió a su habitación para reencontrase con su amor, ella antes de irse a dormir, conectó su ordenador y comenzó a racionalizar toda la información recogida al tiempo que la ampliaba con pequeños detalles que recordaba de las conversaciones mantenidas. Las unió a las ya recopiladas. A la mañana siguiente con Vicente las repasarían aportando cualquier detalle que recordara. Miró el reloj el día había finalizado, se enchufó al Skype y al ver a sus primos conectados les llamó. Lo primero que escuchó de sus primos no fue un saludo. Se encontró incluso antes de que sus caras se vieran en el ordenador con las siguientes preguntas:

 

   ¿Qué regalo le has hecho a mamá? Ha salido de la habitación emocionada y con una cara de ternura y felicidad que no hemos tenido más remedio que abrazarnos y llorar con ella. Pues nos ha transmitido toda la emoción, sensaciones y sentimientos con los que ha salido de la habitación.

 

    Ester sonrió cuidando no soltar prenda. Solo deseaba conversar con su tía si era posible. No tardó uno de ellos en ir a buscarle mientras el resto insistía en averiguar el motivo. Más asentada, aguardando a la llegada de Maureen, les aconsejó que lo hablaran con su madre pues no podía revelar el contenido de aquella conversación con regalo incluido. Solo su madre si lo deseaba estaba autorizada a revelar su contenido. Sus primos se enfadaron pero con la llegada de su madre comenzaron a bombardear a su progenitora. Aprovechó las circunstancias para comunicarles que si deseaban saber lo sucedido solo tenían una posibilidad de descubrirlo. Salir inmediatamente de la habitación para dejarle hablar con su sobrina con tranquilidad. A regañadientes la tropa abandonó el dormitorio de la pareja de hermanos donde tenían su mesa de estudios con el ordenador. Ahora se aposentaba Maureen para conversar. Al quedarse solas una ante su portátil la otra ante el ordenador de mesa de sus hijos. Quien primero rompió el fuego fue la niña.

 

     En primer lugar ¿Espero que no te haya molestado el regalo?

 

     Maureen sonrió ante la sensibilidad de su sobrina, de inmediato le tranquilizó. Por supuesto que no le había molestado, todo lo contrario le llegó al corazón y le aseguró que no solía recibir regalos de esa sensibilidad de ese cariño, de ese tipo de amor. Conversaron por espacio de una hora larga. Pero cuando le confesó que se preocupó de informarse, primero al encontrarse con aquel lobo de mar quien le reveló su secreto. Fue precisamente cuando se dio cuenta que se trataba de su tía. Luego indagó con su madre y posteriormente con ella el otro día. Su tía le respondió que cuando lo vio por el Skype recordó la batería de preguntas a la que le sometió. Luego al decirle su madre que su yayo le había escrito la misiva quiso tenerla para conocer toda la historia. Le fue relatando paso a paso como llegó hasta la India

 

      ¡Este Pedro es único!

 

    Interrumpió el relato de su sobrina para dejarle continuar. Cuando finalizó  le rogó que le enviara por correo electrónico aquella misiva.  Deseaba leer de principio a fin pues no conocía esa parte de la historia. Pidió unos minutos y a pesar de la hora bajó a la carrera hasta recepción y suplicó al empleado que le escaneara el documento y se lo pusiera en el pen que le tendía sobre el mostrador. Aquel recepcionista vio a la joven tan excitada, tan deseosa que le atendieran que no dudó en complacerle. Sin duda era la carta de algún enamorado y deseaba conservarla por si las moscas. Sonrió, tomó aquellas cuartillas y entró en el despacho para conectar el scanner realizando lo solicitud de la pequeña cliente. Estuvo tentado a leerlo pero al comprobar que estaba en español solo se quedó con el título

 

    “Un lobo de mar”

 

   Mientras se escaneaban las hojas fue al traductor de Word y colocó las palabras. Se quedó extrañado del significado. “Un lobo de mar”. Sería algún relato, posiblemente escrito por la niña y que deseaba mandar a alguien. El caso es que ya estaba todo el documento traspasado al lápiz de memoria. Apagó los aparatos y le entregó el pen junto a la carta. Dio las gracias, diez dólares y se subió a la carrera sin coger ni siquiera el ascensor hasta su planta. De inmediato se lo mandó a su tía. Eran cerca de las cuatro de la madrugada, debía dormir y ella preparar la cena pues ya se hacía la hora de la última comida de ese increíble aniversario. Ya hablarían sobre aquel documento del abuelo. Antes de desconectar le aseguró que había quedado con Rajid en conectarse al menos una vez al mes. No había tiempo para más se saludaron y el portátil se apagó mientras que el fijo siguió conectado hasta que Maureen pudo leer la misiva. De nuevo abandonó el cuarto con lágrimas, unas lágrimas de una felicidad sin límites, aquello que le había sucedido hacía más de un cuarto de siglo era muy hermoso, muy halagador para cualquier mujer y recordarlo con esa realidad, con la presencia de aquel hindú. Recordar a Julián, siempre atento a cualquier cosa que les sucediera, siempre sabiendo estar con el que fuera y esa capacidad de lograr que todo el mundo se sintiera feliz. Incluso aquel capitán mercante, que abandonó Costa Rica con una felicidad interior que no llegaron a explicarse ninguno de los conocedores de la historia. Había perdido a su amor, había perdido sus vacaciones y sin embargo regresaba pletórico. Sin duda su fe, su religión le permitía tener esa esperanza de reencontrarse en otra vida, tal vez en la siguiente reencarnación. Maureen con los ojos bañados pero con el espíritu respirando felicidad pensaba. 

 

    ¿Cómo puede decir la gente que las religiones son el opio del hombre, si son capaces de devolver de esa forma la serenidad a un ser enamorado? ¡Nunca pueden ser nocivas! Con toda seguridad somos las personas las que convertimos cualquier actividad en posible perjuicio para uno y lo que es más grave para los que nos rodean.

 

   De nuevo sus hijo perplejos ante un día de lloros continuos de su madre, en el día de su aniversario. Uno de ellos no pudo evitarlo y fue a su padre para contar lo que le estaba ocurriendo a mamá. David fue de inmediato junto a su esposa. No le preguntó nada la abarcó entre sus brazos para fundirse en uno solo, sus hijos al verlos optaron por la retirada para dejar tranquilos y libres para comunicarse. Se miraron mientras unas gotas se deslizaban por aquel rostro que a pesar de sus cuarenta y…, ya dije que nunca se dice la edad exacta de una mujer, conservaba un increíble cutis. Él sonrió, enjugó esas gotas con el lateral de su índice derecho y se las llevó a sus labios para saborear el Caribe. Siempre le decía que sus lágrimas eran agua del Caribe que sus ojos conservaban para regalárselas a él cuando estuviese lejos de su mar. De nuevo un abrazo, de nuevo intercambiaron sus químicas. Como se conocían. Conocía la historia pero salvo la pareja nadie era consciente de ello. Ahora le propuso leer la misiva de Julián a su sobrina. Se abrazaban se besaban a cada frase que leían juntos. Por sorpresa David comenzó a llorar, intentaba controlarse pero el llanto le podía. Cuando Maureen se abrazó a él para relajar ese sentimiento comprendió por qué y le acompañó. Julián era mucho Julián aquel hombre había supuesto tanto, pero de inmediato comprendieron que no era solo a ellos. Había supuesto tanto para el indígena de Costa Rica, que recordarlo les lleno el corazón y este se desbordó sin remedio. Salieron abrazados pero con sus ojos turbios como los ríos tras abandonar una gran ciudad. Sus hijos atónitos.

 

   ¿Pero que estaba sucediendo en casa?

  

   Maureen al observarlos les tranquilizó, se iba a la cocina a preparar la cena, su padre se quedaría con ellos para explicarles un poco aquella situación. David tras tres respiraciones profundas se decidió a contar un poco aquella historia que tras más de medio siglo emocionaba a mamá. Al preguntarle uno de sus hijos la razón por la que él también derramó unas lágrimas, se justificó de inmediato. Recordaban a Julián y ese personaje que perdieron provocaba demasiados sentimientos en la gente de ese cantón de Costa Rica. La niña, pues tenía dos chicos y una niña, soltó unas lagrimas, había sido el otro ojito de Julián junto con Ester y en ocasiones lloraba cuando lo recordaba. Ahora su padre al contarles aquella historia su recuerdo removió sus sentimientos. 

  Durante el desayuno, bajaron más tarde de lo normal, los dos compañeros comentaron sobre la necesidad de reunirse para analizar toda la información. Iniciaron con la degustación de las primeras calorías del día en el minuto anterior al tope para bajar al comedor. Pero nadie le ponía mala cara a esa criatura que había inundado de alegría aquel local hostelero. Todo el mundo la adoraba y ella siempre andaba preocupándose por los problemas de unos y otros. Hablaba con todo el mundo y estos se sorprendían de la alegría y optimismo que desprendía y contagiaba al mantener una conversación con ella. Era la princesa del hotel. No en balde llevaban ya un mes en aquel establecimiento. Se conocía cada rincón de aquellas dependencias mejor que su director. Conocía a todo el personal y todo el personal conocía a esa jovencita española que hablaba a la perfección el inglés, el francés y el alemán. Sus orígenes holandeses le permitieron, porque en casa le solían hablar en holandés, especialmente su padre, dominar dichos idiomas. Amén del castellano y el vascuence.

   Finalizado el desayuno subieron a la habitación de Ester, conectó su portátil e iniciaron la lectura de lo recopilado y seleccionado la noche anterior. Vicente no solo leyó los resúmenes se tragó toda la información y logró rescatar dos detalles que podrían tener importancia. Luego aportó algunas ideas y sugerencias que había escuchado y que al leer lo descrito por Ester las recordó y no las había puesto en el ordenador.

    A la hora del almuerzo tenían toda la información recopilada. Llegaba la hora de comprobar esas informaciones, algunas ya las habían realizado anteriormente y sacaron sus consecuencias o las rechazaron por su falta de eficacia para las regatas. Esa tarde la pensaban pasar en el hotel, ella espiando el local para averiguar si descubría algún rincón más. Mientras que Vicente se subió a su habitación para repasar los temas posibles de examen. Le quedaban escasamente dos semanas para la prueba de acceso. Rafael ya había estado en la embajada cuando permanecieron un par de días en la capital y comprobó que eran conscientes de la presencia del muchacho a mediados de Junio para realizar la prueba. La mujer del embajador se ofreció para que el muchacho pasara esos días de examen en su casa. Era una gran aficionada a la vela y tener a un representante del equipo olímpico en casa le iba a permitir lucirse ante sus amistades. Por ello acordaron que Rafael, en compañía de Vicente viajarían un día antes de la prueba y el muchacho se instalaría en casa del embajador. En total tres noches, con estancia de tres días y medio. El último tras el examen volvería a volar hasta la localidad de la competición donde estaban instalados.

   A lo largo de esa tarde les telefoneo Rajid invitándolos a navegar en su embarcación de vela. Solicitaron el permiso a Rafael, este se apuntó tras consultarlo con el anfitrión.

   La tarde y la noche volaron con rapidez, esa mañana muy temprano los aguardaba para desayunar juntos. Se había esmerado en la preparación de unas buenas ensaladas de fruta al más puro estilo de Costa Rica. Luego un arroz con chipirones una fuente con huevos fritos y papas. Lo cierto que había comida para un regimiento. Desayunaron en armonía y tras la misma decidieron ir caminando hasta el puerto deportivo. Había una media hora andando pero les vendría bien para rebajar un poco ese desayuno.

   La tarde noche anterior Rajid se había preocupado de tener la embarcación a punto. Como buen marino cuando se trata de una embarcación se cuida hasta el último detalle.

   Rajid pudo comprobar de primera mano la calidad de esos navegantes. Especialmente, ¡Cómo no!, Le sorprendió aquella niña que le había devuelto la ilusión para disfrutar de los años que le quedaban.

 

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