miércoles, 29 de abril de 2015
UN AMOR ETERNO NACIDO CON LA CREACIÓN - TERCERA PARTE - ESTER- CAPITULO VIGÉSIMO QUINTO- LA INDIA
El curso lo superó sin problemas con unos
resultados notables, aunque al igual que su abuelo no le daba importancia a las
notas. Lo fundamental se decía:
“Lo
verdaderamente importante es que nadie me puede arrebatar lo que he asimilado
en este curso”
“Lo
fundamental es el camino recorrido y todo ese currículo oculto que forma mi
persona con sus vivencias diarias”.
“Los
contenidos están bien, pero son meramente eso contenidos”
Ester era una jovencita que había leído lo
increíble, era ordenada, atenta y poseía una gran capacidad intelectual, por
ello su tutora no tuvo el menor problema para darle el pase al siguiente curso.
El último día que acudiría al colegio todos sus compañeros le desearon una gran
olimpiada deseándole de corazón que regresara con la medalla de oro.
Esa mañana Vicente y Ester se encontraron
en Barajas. Toda la delegación de la federación de vela se agolpaba en las
ventanillas de facturación. Por fin con los billetes en la mano y como aún
faltaba tiempo para embarcar decidieron sentarse en la cafetería y conversar
sobre la marcha del curso. Mientras los padres de Ester, Teresa y Rafael
conversaban en una mesa adjunta. Les explicaban a los progenitores de la niña
la marcha de la empresa que formaron entre los tres. La primera fase, la más
complicada, con una mayor inversión pero especialmente con mayor riesgo había
concluido satisfactoriamente. Los primeros pedidos se habían producido y la
promoción en varios países había permitido cubrir los gastos iníciales, por ello
los temores de un fracaso había desaparecido. Las perspectivas eran previsibles
pero había que ir paso a paso. Pero podían asegurar que el fantasma no sé
darían. En la mesa de los jóvenes los problemas de los adultos quedaban en su
mesa. Vicente aseguraba a su amiga que había vuelto a nacer desde su primera
conexión con Terci. El curso lo había salvado con mención especial y lo de la
prueba de acceso sería mero trámite, pero la tendría que pasar en la embajada
española de Nueva Deli en el mes de Junio. A mediados entre el catorce y el
dieciséis. Comentaron sobre sus últimas conversaciones con sus amigos. Se
desplazarían a primeros de Julio. Hablaron de Robert y de sus inquietudes.
Vicente tranquilizaba a su amiga asegurando que lo superaba sin problemas y desde
luego desde que conectó con ella era el muchacho más feliz del mundo, que le
llenaba hasta tal punto que el campo del sexo quedaba en un plano auxiliar.
Poderle ver, oír, sentirle respirar, rozar sus manos o darse un abrazo le
compensaba de sobra. Ella lo era todo, lo había sido, lo era y lo sería para
toda la eternidad. Ester se abrazó a su amigo, había aprendido a olvidarse de
sus penas, no solo eso, era capaz de ser feliz y especialmente hacer feliz a
los que le rodeaban. Ahora mismo estaba consiguiendo que olvidara sus
preocupaciones, pues tenía toda la razón del mundo. Todo llega y cuando eso
sucediera estarían preparados para afrontarlo con madurez, para disfrutar y
compartir. Habían tenido mucha suerte al cruzarse con unos amigos como los que
tenían. Pero Vicente le corrigió.
La
suerte ha sido nuestra Terci terrestre.
Sonrió no estaba muy de acuerdo y entonces
le habló del equipo que formaban. Todos eran importantes y si funcionaban era
gracias a todos, sin excepción. Aportando cada uno lo mejor de sí. Que al fin y
al cabo es ese precisamente el objetivo de un equipo. Ir todos en la misma
dirección para conseguir el objetivo que se plantee. Resultando el éxito o el
fracaso de todos por igual. Como siempre
su amiga tenía parte de razón, pero solo parte, él estaba convencido que ella
era ese líder que precisa todo equipo. Estar junto a ella le llevaba en
ocasiones hasta olvidarse de su Terci.
Teresa interrumpió a los jóvenes para
comunicarle el éxito de la empresa y que los primeros dividendos se lo habían
ingresado en su cuenta. De inmediato saltó.
Teresa, por
favor, los ingresos que se produzcan crear una cuenta para la organización que
está preparando Vicente, será mi humilde colaboración. Luego buscaré algún
huequito en mi vida para colaborar personalmente cuando se inicie su marcha.
Aquella empresaria miró los padres de la
joven y a su amor, el gesto expresivo de sus progenitores era claro. Era la que
decidía. Sin pensar al sorprenderse por la actitud de todos replicó.
Pero niña
pueden ser cantidades escandalosas.
La respuesta de la niña le dejó perpleja,
muda, sin posibilidad de reacción. Pasarían horas hasta que asimilara todo lo
que aquella niña, no solo expresaba verbalmente, sino toda esa carga de ondas
de sentimientos, de sensaciones, que aquella niña transmitía.
Teresa lo
escandaloso es vivir como vivimos y millones de personas no tienen ni para
vivir bajo un techo.
Los adultos decidieron seguir su
conversación y los jóvenes la suya. En todos quedó ese posó de las últimas
palabras de la niña. Pero vivió los últimos años de su abuelo que se desprendía
de todo lo material para hacer un poco más llevadera la vida de los nativos del
sur de Costa Rica. Aunque el hecho no se basaba en el desprenderse de las cosas
con “valor” porque lo verdaderamente maravilloso era la felicidad que aquello
le proporcionaba a su abuelo. Era algo que le había calado en la niña en lo más
profundo de sus ser. Estaba comprobando la frase del sabio del siglo veinte,
aunque su abuelo aseguraba que era el sabio de la humanidad.
“La esencia del ser humano está en su
capacidad de darse a los demás”
Y no solo comprobándola la vivía con
intensidad.
Estaban enfrascados en la conversación
cuando por megafonía los llamaban para acudir a la puerta de embarque. Las
despedidas hasta que se quedaban acudirían a mediados de Agosto para estar
presentes en la competición y regresarían al finalizar la misma con la
esperanza de volver al menos con dos medallas en la clase Laser.
El viaje se le hizo un poco largo a Vicente.
Ester llevaba muchas horas de sueño retrasadas y se quedó al poco de despegar
dormida. Él se puso a leer un libro pero pronto se cansó y decidió poder
contactar con Terci. Pero no lo logró, ya había sido advertido por su amiga que
en ocasiones ocurría. Asegurando que jamás lo había logrado en un vuelo y
estaba en ese caso. Si ella que era Bribri, amén de ser una experta consumada
de esa técnica no comprendía como a él se le ocurrió que lo lograría. Se
levantó más de diez veces. Al sentarse observaba como seguía en su séptimo
cielo. Como deseaba que despertara para poder conversar y que el tiempo no
fuera tan lento. Por si todo eso era poco, un niño de unos seis años, que
ocupaba los asientos anteriores se despertó y comenzó a dar la coña. Al
regresar al asiento, en uno de sus múltiples paseos se encontró a Ester
despierta pero su lugar lo ocupaba ese impertinente niño que jugaba con su
compañera. Le invitó a que tomara el lugar del niño. Un poco a regañadientes
aceptó por ser ella quien se lo pedía, mientras en su mente se repetía.
“Menos mal
que nunca tendré un hijo porque si me sale como este no sé si me deshago de él”
Ester captó de inmediato el incómodo de su
amigo. Había dormido varias horas y sin duda Vicente se estaba aburriendo y
ahora que se había despertado, sin la menor duda trataba de poder conversar con
ella. Cuando lo tuvo delante sentado alargó la mano y lo acarició con esa
ternura que estremecía al más duro. El niño pensó que era un juego y estiró del
pelo a Vicente. Ester le advirtió cariñosamente que lo había acariciado, pero
el riendo a carcajadas trató de volver a la carga. Fue entonces cuando los
padres del pequeño lo cogieron y pasándolo con ellos le recriminaron. Vicente
aprovechó la circunstancia para levantarse y ocupar su puesto antes que alguien
se lo arrebatara. Ester sonrió ante la respuesta de su amigo. Había reaccionado
como el niño del que se quejaba. Pero no le dio mayor importancia y comenzaron
a conversar. Ahora parecía que el tiempo avanzaba a mucha más velocidad que
antes. Cuando quiso darse cuenta les aconsejaban por megafonía que pusieran sus
asientos en posición vertical y se engancharan a los cinturones de seguridad.
Iban a tomar tierra.
Los tramites de todos los aeropuertos, la
subida al autobús que los conduciría a su hotel. El reparto de habitaciones,
toma de posesión de sus cuartos. Organización del equipaje, ducha, un pequeño
descanso y al comedor todo el mundo para reponer fuerzas. Esa tarde y al día
siguiente los componentes de la expedición los tendrían libre. Con el buen
criterio de descansar tras un largo viaje. Una vez concluidas esas horas para
recuperarse se desplazarían a Bombay, la localidad donde se celebraría la
olimpiada de vela y una vez instalados se iniciarían los entrenamientos
finales. Esa tarde Vicente se quedó en la habitación. Necesitaba imperiosamente
reunirse con Terci. Mientras Ester salió a dar una vuelta con Rafael. Ninguno
de los dos conocía la capital de la India. Visitaron lugares increíbles, de una
belleza de difícil descripción. Se maravillaron con sus gentes pero también
comprobaron la miseria que se repartía por los barrios marginales. Incluso
Rafael una persona acostumbrada a todo tuvo que renunciar al ir con Ester a
entrar por algunos de esos barrios marginales. Ester recordó las historias de
su abuelo cuando estaba en las mismas circunstancias que ella, preparando la
olimpiada. Pero si no recordaba mal hablaba de Sud África. Se lo contó a Rafael
y él también coincidía. Conocía aquella zona aunque en la época de su abuelo la
situación era mucho peor con el problema de Apartheid. Regresaron con las dos
sensaciones. Comentándolo en la cafetería del hotel esperando a la hora de la
cena. Ella comenzó a llorar, por mucho que hiciera jamás conseguiría terminar
con esas injusticias. No comprendía cómo podía ser tan insensible el ser humano
ante esas situaciones. Pero pertenecía a ese grupo de seres insensibles, seres
que vivían su vida con excesiva holgura, sin ser conscientes que millones de
seres no tenían ni con que cubrir sus cuerpos. Rafael la albergó bajo su
cobijo, la mimaba como si de su propia niña se tratase. Comenzó
tranquilizándole para luego recordarle a su abuelo. Nunca se desesperó. En su
mundo, en su entorno derrochó generosidad, compartiendo cuanto tenía y haciendo
más llevadera la vida a muchísimas familias del Sur de Costa Rica. Y ella sabía
mejor que él que no solo se limitó a dar cuanto material tenía, se entregaba él
personalmente, y lo sabía porque desde muy pequeña ella lo había vivido. La
gente apreciaba todo lo que aquel hombre les proporcionaba pero lo que más
felices les hacía era su entrega personal. Esas horas que dedicaba para limar
asperezas, para cuidar a un enfermo o anciano. Para educar a los niños en su
escuela, miento, en la escuela de todos los indígenas. Ester comenzó a sonreír.
Rafael tenía razón desesperarse no conducía a nada, solo al derrotismo que te
impedía hacer hasta eso que eras capaz de realizar.
Sabes
Rafael
Su afirmación le permitió proseguir a la
pequeña
Recuerdo
perfectamente que un día se reunieron en la escuela deportiva de Puerto Viejo
los jefes de la tribu y cambiaron el nombre de la escuela por la de Don Julián
Campos De los Montesinos. Llevaron a mi abuelo ante el letrero para darle la
sorpresa y te aseguró que no solo se la llevó él, el resto de jefes y nativos
se quedaron helados al comprobar la expresión de mi yayo. En mi corta vida,
contaba con cinco años, ese gesto se me grabó en el corazón. Fue tal el impactó
que el mismo Usekör mandó retirar el cartel y volver a colocar el original. Mi
yayo estaba ya muy enfermo y cuando el jefe espiritual de los Bribris ordenó
aquello de nuevo recupero esa expresión que todos recordamos de él.
Las lágrimas recorrían sus infantiles
mejillas, lo estaba viviendo en esos momentos como sucedió. Como si le
estuviesen pasando una grabación en video del acontecimiento. De nuevo encontró
el cariño y la cobija de su entrenador.
¡Que
poco le gustaba el protagonismo a su abuelo!
Recordaba que siempre le decía que lo único
que deseaba era que la gente lo recordara como uno más de su familia. Y a
ciencia cierta que era así, la mayoría cuando se referían a él hablaban del
sabio blanco de los Bribris. Haciéndole partícipe de la tribu. Pero como un
componente más. Era cierto que en el estamento más elevado de los indígenas
pero uno más de aquel equipo de nativos.
Se levantaron pues debían acudir a cenar.
Se abrazó con fuerza a Rafael y le confesó una frase al oído.
Jamás me
dejaré vencer por nada, luchare hasta el fin por entregarme a todos,
principalmente a los más cercanos, donde mi acción será principalmente como la
de mi yayo. Siempre me tendrán para lo que precisen y yo les tendré a ellos.
Al entrar en el comedor Vicente ya estaba
sentado y aguardando la presencia de su amiga. Rafael dejó a los jóvenes para
sentarse con la plana mayor de la expedición.
Durante la cena hablaron de lo realizado esa
tarde. Vicente había viajado con su amada y andaba radiante, dispuesto a tender
una mano a quien precisara. Se había conectado con sus amigos y el proyecto que
tenía entre manos andaba por buen camino. Su madre le confirmó la adquisición
de unos hangares a las afueras de Gandía. Con el dinero que Ester había donado más
lo aportado por los padres de Ester añadieron un buen pellizco y dos de los
familiares de sus amigos también aportaron lo suyo. Al pagarlo a tocateja hubo
una importante rebaja en el precio inicial y se pudo tener un fondo para imprevistos.
Amén de dotar al local de las infraestructuras internas que precisaran los
hangares dependiendo de la actividad que desearan darle. Ella le relató aquella tarde de visita y la
consiguiente reflexión con Rafael. Pensaba conectarse con sus padres y con
Robert y Adel luego de cenar. Pues al tener el día libre se podría levantar más
tarde a la mañana siguiente. También comentaron sobre las posibles ideas para
esos hangares. Estaba pendiente de charlar con Robert para conocer como había
montado él su organización. Vicente tenía muy clara la idea de Robert no
montaría una obra de caridad. Lo que hiciera se debería sustentar pos sí mismo.
Al igual que su amigo mexicano no era cuestión de crear un pozo sin fondo sino
más bien construir “un pozo con agua” y que cada vez diera más para poder
construir otros pozos. Una de las ideas que surgió durante esa cena fue la
creación de una escuela de vela para gente pudiente y al mismo tiempo preparar
y presentar a muchachos y muchachas sin recursos a monitores de embarcaciones
recreativas, proporcionando los títulos de patrones para los distintos tipos de
embarcación. Luego cuando los contratarán en su escuela deberían poco a poco
devolver el valor de esos títulos, derechos a exámenes, horas de navegación
cuando no lo hicieran en su escuela. Desde luego si lograban alguna medalla en
la olimpiada no lo dudarían en hacer realidad esa idea, pues con toda seguridad
sería una garantía, al menos en los primeros años. Los más difíciles para
iniciar cualquier actividad comercial. Una parte aunque fuera pequeña la quería
dedicar para la enseñanza del castellano y del valenciano a los inmigrantes que
se instalaron en Gandía especialmente rumanos y del Magreb. Ahí tenía
apalabrados a varios compañeros y compañeras de curso y amigos de estos para
impartir dichas clases. Algunos de ellos ya buscaban consejo con sus profesores
e incluso estaban aprendiendo los idiomas nativos de esos posibles alumnos.
Ester se asombró de lo adelantado que tenía su proyecto pues no pensaba que lo
iniciara antes de las olimpiadas. Por lo que le contaba aunque faltaba mucho la
espina central ya estaba en funcionamiento.
En la habitación Ester contactó primero con
sus padres agradeciéndoles el detalle con Vicente y su proyecto. Pero como
siempre Andrea restó importancia al asunto. Sabía muy bien que aquello era
simplemente un gesto. Eran conscientes que no tenían una visión de la vida ni
como su “papá” ni como su hija. Y aunque en ocasiones les costaba comprender
ese desprendimiento de lo material al fin y al cabo era su modo de vida.
Consciente de la frase que había sido guía en la vida de su pequeña. Aunque tal
vez con la maduración cambiara pues era lo normal en los seres humanos. Su
padre era el más convencido que conforme madurara sería menos radical. Pero
Andrea sabía perfectamente que superaría a su yayo.
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