viernes, 1 de agosto de 2014
UNA AMOR ETERNO NACIDO CON LA CREACIÓN- SEGUNDA PARTE-ANDREA- CAPITULO VIGESIMO TERCERLO- PAPÁ JUNTO A MÍ
PAPÁ JUNTO A MI
El abogado de Julián se desplazó al
aeropuerto de Donostia para recoger al padre de Andrea y juntos entraron en la
sala donde visionaban en esos momentos la televisión Andrea y Julián. Al ver a
su padre se levantó y abrazándose lloraba de alegría, de recuerdos de la noche
anterior, de preocupaciones, de temores. Pero ahora estaba junto a las dos
personas que más adoraba en este mundo y se sentía segura y protegida. Un
interminable abrazo entre los dos adultos se mantuvo mientras aquel padre no
dejaba de llorar, incapaz de agradecer todo ese desvelo, toda esa atención,
toda esa protección a su pequeña. Por fin se iba a aclarar, aunque gran parte
de las investigaciones iban desvelando lo sucedido.
Con su padre a un lado entrelazando su mano
y el abogado de Julián al otro, se inició la declaración de la joven. Le
hubiera gustado que estuviese Julián en esos momentos pero no era posible.
Todos los presentes le sugirieron que se
tomara todo el tiempo del mundo, no había prisas y el abogado le manifestó que
atendiera a sus sugerencias. Pero era como Julián contaría las cosas tal y como
las vivió. Estaba convencida, por las conversaciones que había mantenido ese
día con Julián que en condiciones normales jamás habría matado a nadie.
Eran las veintidós horas aproximadamente.
Así comenzó con su declaración.
Habían
terminado de cenar y se disponían a ver una serie que pasaban por la
televisión. Cuando lo vieron ante ellas. No se explicaban cómo había conseguido
entrar ni salvar al guarda de seguridad. Ante el intento de huida me cogió y
con un machete en mi cuello obligó a mi madre a permanecer quieta, luego nos
hizo subir a mi habitación y mientras mantenía el arma blanca en mi cuello me
amarró a la cama. Al tener que mantenerme amenazada no pudo atar bien mis
manos, pero en un principio no me pude mover. Destrozó mi camisón y comenzó a
violarme delante de mi madre que presa del pánico intentó socorrerme. Aquel
degenerado pinchó en mi cuello sobre la piel emanando sangre de inmediato, al
tiempo que amenazaba con degollarme. En la pared habían dos hachas, un regaló
de mi padre, cuando competía como aizcolari en su juventud. Aprovechando el
éxtasis de aquel salvaje mi madre descolgó con disimulo una de ellas y se
abalanzó, el primer intento consiguió esquivarlo pero en el segundo le corto un
dedo. Se levantó liberando la presión de su cuerpo contra el mío tratando de
esquivar los golpes. Vi como corría, escuchaba gritos y amenazas, se lanzaban
objetos. Creo que se encerró en su cuarto. A continuación escuché ruidos,
gritos, maldiciones. Sin duda la pelea prosiguió en su habitación. No sé
exactamente lo que pasó pero en el jaleo de la pelea vi a mi madre corriendo
hacia las escaleras y a continuación él siguiéndole. Conseguí deshacer el
amarre de una mano y en ese preciso momento escuché un grito que aun lo tengo
gravado.
Se detuvo en su declaración. De nuevo las
palabras dulces para tranquilizarle. Se podía tomar todo el tiempo necesario.
Se abrazó a su padre para llorar amargamente durante varios minutos. Paró en
seco y prosiguió con su relato como si no hubiera pasado nada, con serenidad,
con firmeza, sin dudas.
Le oí subir
las escaleras, era él pensé, había dejado inconsciente a mi madre y volvía a
por mí. Seguía con una mano y los dos pies amarrados en la cama, me giré
instintivamente y creo que del cajón de la mesita de noche saque unas tijeras
que empleaba para confección. Fue tenerlas en mi mano cuando aquel salvaje se
lanzó sobre mí. Note una presión enorme sobre mi pecho y en ese preciso momento
escuché un grito increíble. Comencé a notar un líquido cálido y viscoso.
Aquella mole me estaba ahogando. Haciendo un gran esfuerzo conseguí que rodara
quedando tumbado en la cama con los pies y la cadera en el suelo. Presa de
pánico desligué la mano y los pies. Fue cuando fui consciente que lo había
matado. Salí corriendo ensangrentada sin casi poder ver. La paliza que recibí
antes de someterme a sus deseos pues me había desfigurado el rostro. Baje la
escalera histérica llamando a mi madre. Cuando la vi, tenía el hacha en el
centro de la frente y hundida hasta la empuñadura. Salí como una loca de casa y
comencé a correr, luego me vi en el faro. Llevaba el celular y llamé al único
que me podría tender una mano. El resto de la historia creo que ya la conocen.
Le dieron la declaración para firmar y nada
mas consumada comenzó a llorar y a derrumbarse. Su padre trataba de recuperar a
su niña abarcándola con sus brazos.
Los psicólogos de la policía aconsejaron que
deberían ingresarle en un hospital unos días hasta su recuperación pero
manifestó sus deseos por pasar la noche en casa de Julián en compañía de su
padre. No hubo inconveniente y tras los saludos quedaron para la primera vista
ante el juez. Una vez finalizadas todas las pistas e investigaciones en curso.
Pero la declaración de la joven era de lo más coherente con lo sucedido.
La declaración del guarda jurado poco pudo
aportar pues había sido sorprendido, golpeado e inconsciente le ataron a la
cañería del desagüe. No recordaba nada más. Hasta que fue atendido por la
policía y conducido al hospital para su examen tras sufrir un duro golpe en la
cabeza.
Padre y amigo no lograron pegar ojo esa
noche. Andrea les acompañó, pero de vez en cuando daba una cabezadita y dormía
unos minutos, una hora, hasta que quedó completamente dormida. Sentir la
protección de ellos le llevó a calmarse y disfrutar de su compañía.
Permanecieron todo el mes de julio
resolviendo papeleos, la empresa pasaba a manos de Andrea y esta delegó en su
padre al ser menor de edad. Pero le mostró a su progenitor la intención de
volver a poner todo a su nombre. Entonces le comentó que en todo caso la
empresa le pertenecía a Julián, al menos su parte pues fue quien pagó las
deudas para evitar la prisión. Llegaron a un acuerdo refundirían las dos
empresas la de Costa Rica y la de allí para formar una más potente, con más
posibilidades y las acciones se repartirían entre los cuatro, el abuelo y la
madre de Roberto y ellos.
Permanecieron en España resolviendo los
trámites y el papeleo para regularizar la empresa. El gerente estaba encantado
con la nueva dirección. Aquel compadre lo conocía bien, era un buen patrón.
Pero Julián al ver tan recuperada a Andrea decidió perderse las tres primeras
semanas de agosto en Costa Rica.
Decidió no llevarse el ordenador ni el móvil
deseaba desconectarse de todo y de todos, lo necesitaba casi tanto como el
comer o beber. Pero en esta ocasión se perdió en un lujoso hotel junto al
Caribe. Desde su habitación tenía unas vistas increíbles y una hamaca le
permitía tumbarse a contemplar el amanecer, el atardecer, observar y seguir
allí debajo de su habitación la selva pura y dura. A la semana exacta tenía muy
claro que renunciaba a todo. Dejaba el centro educativo a pesar que le quedaban
dos años para la jubilación y por supuesto que confirmaría al decano su no
continuidad en la Facultad. Estaba determinado a vivir con relax los años que
le quedaran. Tal vez montara algún centro deportivo en Puerto Viejo para gente
con pocos recursos. Había observado la afición al fútbol de los pequeños en
aquel cantón. Aunque al él no le atraía en demasía complacer a los lugareños
sería un buen regalo para seguir matando ese gusanillo de la enseñanza.
Permaneció en el local hostelero una semana más pero la última programada se
dejó caer por la cabaña para visitar a los amigos. Maureen le recriminó por no
presentarse a su llegada pero luego le perdonó, ese hombre estaba disculpado de
lo que fuera. Esa primera noche montaron una buena fiesta en la finca de los
abuelos. Julián se alegró de ver a esa familia y notó muy desmejorado a su
patriarca. En el pórtico de la finca aquel nativo le confesó que estaba al
tanto de todo lo que había pasado. A un Bribri no se le puede ocultar nada. Fue
el comentario junto al relato que sorprendió a Julián. Estaba convencido que su
hijo no se lo había contado y Maureen desconocía lo sucedido de lo contrario le
habría preguntado sobre el tema. Que sensación de grandeza, de sabiduría, de
dominio de la situación daba aquel anciano. Eran verdaderas lecciones las
conversaciones con aquel nativo. Se cruzaban pocas palabras pero se decían
tanto que Julián disfrutó de la velada. Tal vez dos semanas prácticamente sin
ver a nadie le hicieron saborear mucho más la jornada en la finca. Las
historias y leyendas del pueblo Bribri entusiasmaron al maestro y se interesó
por su lengua. Con la ayuda de aquel personaje logró ir haciéndose un pequeño
diccionario del Bribri al castellano. Logró contactar con una nativa que había
estudiado en profundidad dicha lengua y quedaron para aprenderlo cuando se
instalara allí tras su regreso de España. Le confirmó que a lo más tardar en
Octubre comenzarían con las clases. Deseaba aprender la lengua para poderse
conectar con todos esos ticos perdidos por la cordillera de Talamanca. Sabedor
que podría contactar mucho mejor que si solo hablaba el castellano. Se informó
de los cursos de entrenador de fútbol y se inscribió en el del primer nivel.
Luego poco a poco iría consiguiendo las otras dos titulaciones que había de
entrenadores. También contactó con la universidad para ver la posibilidad de
convalidar su titulo de doctorado en ciencias de la actividad física y el
deporte que tenía de España. En uno de sus viajes a San José contactó con un
personaje que había leído y estudiado sus investigaciones y se brindó a
facilitarle cualquier gestión o presentación.
Regresaba a España con todo decidido. El mes
de septiembre lo emplearía para resolver papeleo y completar todo lo solicitado
por inmigración de Costa Rica para conseguir la residencia. Lo cierto es que le
confirmaron que no tendría problemas al tener un negocio montado y sus ingresos
superar con creces los seis mil dólares mensuales.
Llegó a Donostia justo el mismo día que
notificaban la fecha de la vista preliminar. Pero el abogado de Julián les
confirmó que era mero formulismo, estaba claro que los sucesos se desarrollaron
según declaró la joven, amén de ser menor. Todas las pruebas, todas las
investigaciones, todas las declaraciones confirmaban los relatado por Andrea.
Volver a estar con su padre y viviendo en el palacete de Julián, no quería
volver a casa. El solo pasar por la puerta le hacía temblar. Y sabía muy bien
que su maestro les abrió la puerta de par en par. Durante la comida, como no,
la realizaron en La Perla, les confesó sus intenciones de instalarse en Costa
Rica. No había el menor inconveniente en instalarse en el palacete, pues era
consciente que el padre de Andrea pasaría cuanto menos los seis meses
siguientes en España para informarse y tener controlada la empresa. Aunque
sabía que su compatriota llevaba todo a la última. Pero al refundir las dos
empresas en una hubo que realizar bastante papeleo tanto en España como en
Costa Rica. En el país centroamericano se encargó la madre de Roberto de ir
solucionando las cosas. En numerosas ocasiones acompañaba a su pareja a España,
principalmente en épocas de vacaciones de la universidad. Era entonces cuando
Roberto se hacía cargo de controlar aquella parte de la empresa. Andrea iniciaba ese curso medicina y deseaba
centrarse. Maureen estaba finalizando el bachillerato y en Enero comenzaría en
la facultad de medicina.
Julián se acercó al centro educativo y
mantuvo una larga conversación con el director pedagógico. Ya había solicitado
la jubilación anticipada y se disponía a atender al alumnado que no superó en
junio la asignatura. Ese mismo día en coche se desplazó a Victoria y confirmó
al decano la decisión que había tomado anteriormente. No seguiría. Lamentaron
perder un personaje de esa categoría pero respetaban su decisión.
Regresó, tras comer con el decano, a media
tarde. En casa se encontraba Andrea sola, ya que su padre había salido a
realizar gestiones, solicitando hablar con su maestro. Estaba indecisa en
regresar a Costa Rica, él se instalaba allí y ella lo único que deseaba era
estar junto a él. Se duchó, se puso cómodo con ropas más frescas y se sentó en
el salón junto a ella. La conversación se prolongó varias horas después de
llegar su padre y este también se introdujo en la misma. Insistió durante toda
la tarde que era una decisión suya y que tendría por supuesto su apoyo. Con su
nueva mamá conecto desde el primer instante y ambas mujeres expresaron su felicidad
al haberse producido esa conexión tan rápida y firme. Fue conociendo poco a
poco a sus hermanos, seis chicos y dos gemelitas de escasamente un añito. Ella
siempre había estado sola y ahora compartir la vida con esa prole le entusiasmó
y para su nueva mamá supuso una gran ayuda aquella mujer.
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