jueves, 1 de agosto de 2013

TRES AÑOS EN EL LABERINTO- CAPITULO - XXI- LOS PRIMEROS PASOS -



   Pierre voló en compañía del resto a Bordeaux. Según la estrategia montada él era el encargado de contactar con él para iniciar el plan que consiguiera recobrar su pasado. Marie lo instaló en casa, José no había regresado del despacho. Por regla general las mañanas las dedicaba al holding y las tardes a su complejo deportivo. En esos momentos, eran las diecisiete horas, con toda probabilidad se encontraría en el complejo deportivo. Como Marie le aseguró que no solía llegar a casa antes de nueve horas, le prestó un coche y decidió acercarse al complejo para encontrarse. En la entrada preguntó por él. La seguridad de la puerta contactó con su jefe y al comunicarle de quien se trataba ordenó de inmediato que le dejaran pasar. Estaba impaciente desde que le aseguró que había localizado una línea a seguir. Tal vez, había dado con la solución de la desaparición de Paco. Lo que le permitiría poderse desplazar a Valencia y volver a estar junto a ella.
   Cuando Pierre entró por la puerta de su despacho se levantó del sillón y fue a estrechar sus manos. Tomaron asiento en el sofá y se inició la conversación.
   - Hay esperanzas de conseguir resolver el caso, pero necesito tu colaboración.
   Fueron las primeras palabras de Pierre. Necesitaba crearle expectativas, pero especialmente le comentó que precisaba investigar junto a él algunos aspectos que sin su presencia y colaboración sería imposible realizarlos.
   - Estoy convencido que la solución la tienes tu. No esta ni en Bernard ni en Marie. Estoy convencido que la solución esta en esas visiones que tienes y pienso que recorriendo esos lugares donde más claramente se te han presentado. Tal vez, y digo tal vez solo. Podamos descifrar el enigma de tu pasado.
   - Pierre. Es cierto que deseo saber que me ocurrió en esos años que no consigo conectar. Pero mi preocupación está en descubrir donde se encuentra Paco. Lo mío no tiene mayor importancia.
   Pierre le tranquilizó, estaba en lo cierto pero casi todos los hilos de los que había estado tirando tenían algo que ver con el pasado de José y, por tanto, si él recordaba su pasado, darían con toda seguridad con Paco.
   Estaba sorprendido. Por supuesto que colaboraría con él en lo que deseara, pero ¿Por qué la solución al caso estaba en él? ¿Qué sabía Pierre que él no supiese y no se lo pudiera comunicar? Interrogó a su joven amigo pero no recibió ninguna respuesta directa a sus preguntas. Estaba claro que sabía bastante más de lo que le había contado.
   - Necesito que confíes en mí. Por favor no me hagas más preguntas. Creo que lo tenemos pero te suplico que me permitas ocultarte algo. Es totalmente necesario de lo contrario sabes que te lo contaría inmediatamente. He hablado con Amparo y te llamará para que mientras dure esta fase de la investigación te puedas presentar en Valencia sin romper tu promesa, pues será ella la que pida que vayas. Es necesario que recorramos esos lugares donde tú has tenido esas visiones.
   Pierre comenzó a relatarle cual era su plan de trabajo. En cuando consiguiera recordar su pasado el caso se resolvería por sí solo. De eso estaba completamente convencido. No había posibilidad de equivocarse. Tenía la absoluta seguridad de ello. José no  comprendía su seguridad, pero lo exponía con tanta firmeza que le creyó y aunque le hubiera gustado saber lo que conocía, debía ser paciente. A la postre su primer problema se resolvía. Podría ir junto a ella y disfrutar de su compañía, su dulzura, su cariño, su amabilidad, su hospitalidad y mil cosas más junto a esa increíble mujer.
   Seguían conversando cuando su móvil sonó. Era Amparo, las piernas se le aflojaron y su corazón le dio un vuelco. Volver a oír su voz, sentir a través del espacio la dulzura de sus palabras le embriagó hasta tal punto que le temblaba todo el cuerpo. El cariño con que le habló alteró todo su estado normal. Efectivamente, como le había comunicado Pierre, ella le rogaba tenerlo a su lado. Que olvidara la promesa hecha, se la perdonaba. Le necesitaba más que nunca. Lo de su marido tenía todas las trazas de solucionarse y no se encontraba con las fuerzas necesarias para afrontar esas últimas pesquisas sin su compañía.
  Fue colgar el teléfono, levantarse e invitar a su amigo a que se preparase para volar a Valencia.
   José dejó el coche en el garaje del complejo deportivo y subió en el que había traído Pierre, se acercaron a casa y tras saludar a su madre le confirmó que se iba a Valencia unos días. No sabía cuantos pero tenía que acudir a la llamada de Amparo. En la puerta el servicio tenía preparado los equipajes. Su madre le comunicó que Bernard los esperaba en el coche para llevarlos personalmente al aeropuerto.
   Vuelo directo a Valencia no había hasta la tarde noche del día siguiente, pero al ver que un vuelo a Madrid salía en cuarenta minutos fueron al mostrador y sacaron dos billetes. De Madrid a Valencia, con un coche alquilado lo harían en unas horas, por tanto, antes del nuevo día podían estar en casa con Amparo. No lo pensaron dos veces.
   No serían las veintiuna horas de ese día cuando se encontraban en la autovía del mediterráneo, en un coche alquilado, rumbo a Valencia. En escasamente tres horas entraban en la ciudad del Turia. Conducía Pierre y José se extrañó cuando no ponía el coche en dirección a la mansión de Amparo.
   - Te has confundido de camino Pierre, debías haberte metido por esta avenida.
   - Lo sé mi querido amigo, pero antes de ir a casa quiero recorrer contigo unas calles, deseo que te concentres lo más posible en ellas y me cuentes lo que te recuerdan esas calles, casas, bares, bancos, vehículos, tiendas, en fin cualquier cosa que te llame la atención.
   El asombro era patente, pero veía tan seguro a su amigo que le prometió seguir sus instrucciones. Dejaron el coche en unas oficinas, pertenecientes a la casa de alquiler del coche, que permanecían las veinticuatro horas del día abiertas. Estaba muy próxima a la plaza del Ayuntamiento. Tras abonar la cantidad correspondiente subieron a un taxi e iniciaron un paseo lento por las calles. José iba pendiente de todo, se lo había prometido a su amigo y no le iba a decepcionar. En primer lugar la plaza del Ayuntamiento, luego la plaza de toros, recorrió la calle Alicante y de pronto sé detuvieron ante una tienda de deportes y bajaron del taxi. La concentración de José era tal que de pronto se quedó bloqueado. Las imágenes de un personaje que le recordaba a alguien con el hijo de Amparo se le dibujaban en su mente con una claridad cinematográfica. Los dos personajes entraban en la tienda y compraban un equipo completo de guardameta de fútbol. Pierre lo observaba, era consciente que estaba recordando algo y no quiso intervenir. José volvía en sí, las imágenes se borraban y volvía al presente.
   - He visto a un personaje que no conozco de nada, aunque su rostro me es familiar, con un pequeño, comprando un equipaje de guardameta. Sin la menor duda el pequeño es el hijo de Amparo.   
   Pierre echó mano a su cartera. Rebuscó en ella y cuando dio con la fotografía que quería le preguntó al tiempo que se la mostraba.
   - ¿Es éste el otro personaje?
    Se quedó helado, como era posible que tuviese el retrato de la persona que había visto con una claridad increíble en su bolsillo. Pierre sin alterarse y con una tranquilidad que se llegó a asombrarle comentó.
   - Es Paco, el marido de Amparo. ¿No habías visto ninguna fotografía de él?
   Ahora que se lo decía. No. La verdad es que nadie le había mostrado cual era el rostro de Paco. Pero a que santo recordaba él ese rostro. Se apoyó en Pierre, las piernas se le aflojaban y temía por su verticalidad. Buscaron una cafetería y se sentaron para tomarse unos cafés. Mientras comentaban el incidente. Miraba a Pierre como solicitando que le explicara lo que pasaba. Pero su amigo, aunque lo deseaba, era consciente que la solución no estaba ahí. Era él el que debía descubrirlo. Además, la estrategia que había diseñado la debía seguir al pie de la letra.
   Cuando comenzó a sentirse mejor decidieron reanudar la marcha y volvieron a subir al coche público. La concentración de José era menor. El trance por el que había pasado le había agotado psicológicamente e incluso físicamente se encontraba debilitado.
   De la calle Cádiz, se desviaron por Denia, deteniéndose frente al portal cincuenta y cuatro. Pierre sabía que pertenecía a la vivienda de soltera de Amparo, pues lo había recogido en sus investigaciones. Pero en este caso tan solo fueron unos segundos y continuaron su recorrido. La calle Cuba la patearon prácticamente entera. Cruzaron Peris y Valero y se adentraron en Doctor Walkman. Carrera de San Luis hasta llegar a Tirant lo Blanch.
   Cuando iniciaron el recorrido por esa calle José se giró hacia  Pierre y le comentó.
   - Este recorrido lo hice en otra ocasión. Exactamente el mismo. Me había escapado de Bernard, estábamos en el Parador Nacional Luis Vives del Saler cuando me bajé a Valencia e invité a la sobrina de Amparo y a su esposo. Antes de ir  a cenar me bajé en la Plaza del Ayuntamiento y realicé, sin saber muy bien ¿Por qué? El mismo recorrido. ¿Tiene algo que ver con Paco?
   Pierre se paró a reflexionar y de inmediato contestó a su amigo.
   - Tú fuiste quien me comentó que realizaste este recorrido y luego lo llegué a recorrer yo con otra persona. Gracias a ese relato y a mi recorrido con ella he podido descifrar varios aspectos de mi investigación. Pero dejemos las preguntas y prosigamos. Concéntrate por favor José.
   Continuaron el recorrido y al llegar a la finca con la farmacia bajo se detuvieron de nuevo y fue José quien comentó
  - Esta es la finca en la que me detuve la otra vez. Me recuerda a algo pero si te soy sincero no sé a que.
   - Trata de recordar José es importante.
  Saltó de inmediato Pierre. Pero parecía no reaccionar. Decidieron proseguir su camino. Al llegar a la cafetería frente a colegio descendieron del taxi y se sentaron. Estaban tomándose unos refrescos cuando comentó.
   - No era yo el que estaba rodeado de niños, era Paco. Ahora lo recuerdo perfectamente. La otra vez que me detuve en esta cafetería me quedé en trance como me ha sucedido en la tienda de deportes, entonces vi con claridad a una persona en chándal y rodeada de jovencitos y jovencitas dando clases de educación física. Entonces pensé que ese personaje era yo cuando en realidad era Paco. Lo he recordado ahora perfectamente.
   Pierre no contestó se limitó a escuchar  y esperar que reaccionará pero no volvió sobre el tema. Transcurridas una media hora decidieron elevar el vuelo y acercarse a casa de Amparo.
   Al presentarse en la puerta sería la una de la madrugada. Fue ella directamente la que salió hasta la entrada y se lanzó a los brazos de su esposo. Pierre con discreción los dejó solos en la entrada y se metió en el salón. Saludó a las dos hijas de Amparo que esperaban la llegada de los invitados. Ester deseaba encontrarse con Pierre le había caído tan bien aquel joven que cuando su madre le comunicó que vendría decidió esperar para conversar y saludarlo. La otra que se había quedado a esperar era la mayor, deseaba ver a su padre y abrazarse aunque solo fuera levemente para no romper el pacto con su madre. Tras los saludos se sentaron  y aguardaron pacientemente a que la pareja se decidiese a entrar.
   Las lagrimas se habían apoderaron del matrimonio, se besaba  abrazaban con fuerza, con ternura y con un cariño inmenso. Tenerse el uno al otro era algo que superaba cualquier situación placentera y en Amparo la dicha era mayor, era consciente que se había reencontrado con su marido y la emoción, el amor y las ganas de abrazarlo y besarlo se habían ido acumulando a lo largo de esas horas de espera. Al separarse miraron a su alrededor y al no encontrar a Pierre cogidos de la mano entraron en casa. 
   Cuando hicieron acto de presencia Ana tuvo que morderse los labios para controlar las emociones. Se aproximó a su padre sé abrazó levemente a él y besó sus mejillas con una ternura que emocionó a José, de inmediato y sin mirar se despidió alegando que estaba destrozada. Pero en realidad sus ojos, sus encantadores ojos se habían bañado en lágrimas y no deseaba responder a ninguna pregunta. Podría meter la pata y eso era lo último que sé permitiría. Amparo fue la única que se dio cuenta de lo emocionada que estaba su mayor y rompió a llorar. José no podía guardar tanta dicha en su corazón, le desbordaba la felicidad por todos los poros de su piel. No le importó la presencia de los dos jóvenes, se abrazó con Amparo y un beso selló el deseo de tenerse uno al otro. Ester mostró un gesto de extrañeza pero se giró hacía Pierre y continuó conversando con ese encantador joven.
   Preguntaron por el resto de la familia y ella les confesó que se habían retirado a sus habitaciones, estaban muy cansados y al día siguiente tendían que madrugar para ir a cumplir con sus obligaciones de estudiantes.
   Pierre deseaba dejar al matrimonio solos, con la esperanza que él comenzara a recordar algo más. Se levantó del tresillo donde se había sentado a conversar con Ester y le invitó a zambullirse en la piscina, la joven, no lo dudó un solo segundo, abandonaron el salón y a los pocos minutos nadaban en la pileta.




































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