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CAPITULO XIX -
- LA PAZ -
Aquel día se recordará en la
historia, tal vez del país no, pero de aquella región, con toda seguridad. De
nuevo la actitud del pueblo, conmovido por la valor y la entrega del
“Salvador”. Dio, una vez más, a los dirigentes de ambos bandos, una gran
lección.
Al entrar el matrimonio por la
puerta del hotel, anhelando caer sobre el lecho y dormir hasta la mañana
siguiente, fueron abordados por parte de los dirigentes. Allí estaban
esperando. Chang y su familia. El líder de los guerrilleros y una pequeña
representación de su plana mayor, incluido el dirigente opositor a mantener el
pacto de la guerrilla, rompiéndolo unilateralmente con ese intento de atentado.
No era fácil decidir a quien atender primero. Pero siguiendo su intuición, se
aproximó a la recepción del hotel y rogó la presencia del director. Fue
atendido al momento. Solicitó un salón donde reunirse con todas esas personas.
Invitó al grupo a entrar y con la chispa tan característica en él comentó
mientras entraba detrás del grupo.
- Todos buscamos lo mismo. La
paz para este país. Así pues pongamos nuestras cartas sobre la mesa y tratemos
de acercar posiciones, cediendo unos y otros para conseguir el objetivo
buscado. Vivir en paz.
Entraron en el salón con algo
de reticencia, pero ninguno se atrevió a declinar la invitación de aquel
personaje. Se habló con cortesía pero no faltos de tensión y de posiciones
encontradas. Pero gracias a la presencia de José los planteamientos se
expusieron con respeto mutuo. No intervino prácticamente en la conversación,
pero su presencia actuó de moderador. Los planteamientos no tardaron en
acercarse. En realidad nunca estuvieron tan lejos como en un principio se podía
suponer. Pero si bien una de las partes tenía poder de decisión la otra no. Sin
embargo, la parte con poder, a raíz de los sucesos de ese día, se unió mucho
más y estaban dispuestos a concederle a José la paciencia necesaria para llevar
las negociaciones sin prisas. Pero como él decía, paso a paso. Les comunicó su
deseo de conseguir su apoyo y ayuda en el nuevo proyecto iniciado. La
manifestación multitudinaria. Les pareció una magnifica idea pues si algo
influía en la parte gubernamental eran los apoyos masivos del pueblo. A la
postre era quien luego les votaría. José solicitó un margen de tres meses de
plazo, como mínimo, para realizarla dicha. Hubo quien deseaba correr más, pero
los razonamientos de José, y los primeros procesamientos por los abusos de
poder en la región le dieron fuerza para mantener sus planteamientos. Se
despidieron y prometieron trabajar codo a codo, para conseguir lo más pronto
posible una verdadera paz. Al menos, ahora, la esperanza, era mucho mayor.
Cuando Chang se disponía a partir José le rogó hacer los esfuerzos necesarios,
en su viaje a la capital, para lograr sacar del gobierno algún gesto con la
guerrilla.
Por fin solos en la
habitación, se dejaron caer sobre la cama y no fueron conscientes cuando
cerraron sus ojos y quedaron profundamente dormidos. Sin cubrirse con las ropas
de cama y completamente vestidos se quedaron a los pocos segundos en el séptimo
sueño.
Durante ese último mes el
matrimonio trabajó incansablemente buscando soluciones, hablando con las
autoridades y con la gente sencilla. Pero esa mañana del viernes, por fin, el
gobierno daba señal de su buena voluntad y tomaba la iniciativa en el proceso
de paz. Fue Chang quien le telefoneó, alborotado y lleno de satisfacción.
- José pon si tienes a mano el
canal gubernamental. El primer ministro va a dar una rueda de prensa. Estoy
seguro será de tu agrado.
Sin colgar el teléfono se
aproximó al televisor y tras conectarlo pulso el botón. En ese preciso instante
hacía su presencia en rueda de prensa el primer ministro, escoltado por su
homólogo de defensa. La entrada la hicieron con parsimonia, con los rostros
felices y seguros que, tras esa rueda de prensa, la popularidad del gobierno
subiría enteros. Unas primeras palabras del primer ministro y luego cedió el
micrófono a su compañero de gobierno. Con voz serena y firme aseguró el estudió
por el consejo de estado del plan de paz presentado por el “Salvador” y como
muestra de buena voluntad se concedía la libertad a los diez guerrilleros
detenidos. De inmediato las cámaras recogían en ese mismo instante la salida de
los guerrilleros de la prisión militar, donde eran abrazados por sus familiares
y mostraban su satisfacción.
A partir de ese instante José
fue consciente de la posibilidad de éxito del plan de paz. Sin la mínima duda
el gesto del gobierno permitiría acercar mas las posiciones, cediendo primero
uno y luego los otros. Ahora la posibilidad de paz se podía palpar.
- Gracias Chang.
Colgó el teléfono, se fundió
en un abrazo con su esposa y mientras las muestras de cariño entre la pareja se
sucedían sus ropas fueron paulatinamente
desapareciendo de sus cuerpos.
A las pocas horas de la
notificación por televisión la plana mayor de la guerrilla se reunía y aceptaba
encantada el reto lanzado por el gobierno. Pero en su anuncio fueron un poco
más lejos. Mientras las negociaciones se mantuvieran no se cometería ninguna
acción contra el gobierno. Iniciaban una tregua asegurando mantenerla hasta
finalizadas las negociaciones. De llegar a un acuerdo entregarían las armas y
renunciarían a la lucha armada.
El primer encuentro entre
representantes gubernamentales y la guerrilla se fijó en la suite del hotel
donde se alojaba nuestro matrimonio. Moderando la reunión “El salvador”. La
situación parecía tener visos de una solución no muy lejana. Pero, un vez más,
fue decepcionante. El gobierno no estaba dispuesto a negociar si no deponían
las armas y aquella condición era inaceptable por parte de la guerrilla
manteniéndose, los dirigentes del país, firme en esa primera premisa. La
reunión duró más de dos días, pero ante la imposibilidad de avanzar. José optó
por dar un margen de tres semanas para reflexionaran sobre sus posturas. Era
consciente y tenía puesta su fe ciega en la
manifestación. Convencido de conseguir flexibilizar posiciones tras la
misma y seguro de avanzar en las negociaciones. Estando la paz más cerca.
Los responsables de la
concentración aseguraron a José la superación más optimista. Pero cuando ese
Jueves, previo al lunes señalado, se publicaron en todos los periódicos y
diferentes personalidades hablaban en la radio y en la televisión sobre la
actitud mantenida por el “Salvador” cuando el pacto de paz estuvo en un tris de
desaparecer, unido al llamamiento a dicha manifestación organizada por él,
llegaron a temer por el control de aquel acontecimiento. Se asustaron y no sin
razón. La magnitud adquirida se les podía
escapar de las manos. No le agradó en exceso que su intervención,
evitando el atentado, se explotara como reclamó. Pero debía aceptar la iniciativa
de los demás y aunque un poco a regañadientes se resignó.
La prensa solicitaba su
presencia para entrevistarle. La radio y la televisión lo mismo. Ante la
expectación mostrada por todo el mundo
convocó a los medios de comunicación a una rueda de prensa en su hotel.
De nuevo uno de los salones de mayor tamaño se veía invadido por todos los
profesionales de la información. Las preguntas, las admiraciones, y el
ensalzamiento del personaje salieron a flote en las entrevistas mantenidas con
los medios de comunicación. Habló por espacio de varios minutos pero en resumen
dejó bien claro el protagonismo del pueblo. Al igual que lo fue aquel día
amargo frente al restaurante. Con toda seguridad no se hubiera podido evitar
una masacre de no haber sido por la gente de la calle. Y ese lunes lo iba a
demostrar, de nuevo, a todo el mundo.
Por fin llegó el día clave.
Desde primeras horas de la mañana en las grandes ciudades comenzaba a ver
movimiento. En los lugares de inicio la gente se iba agolpando. Poco a poco la
inmensa parte de las poblaciones se concentraban en los lugares previstos.
Pero, y especialmente, en la ciudad donde estaba ubicada la Fundación , la marcha
pacifica tuvo que iniciarse dos horas antes. Pues la gente no tenía sitio en el
lugar de concentración. Aquello era impresionante. Todos en silencio, con manos
extendidas al cielo y, en sus palmas, dibujada la palabra paz o simplemente una
paloma. En alguna que otra pancarta se podía leer, menos posiciones y más
soluciones. Todos los medios de comunicación relataban lo vivido en las
diferentes ciudades del país. Pero la manifestación presidida por José era
increíble, nadie se atrevía a asegurar su número. Asombrando a las autoridades
el comportamiento cívico de la población. No hubo noticias del menor altercado.
Y si en algún lugar alguien intentó aprovechar la circunstancia, la masa lo
acalló de inmediato. Ambos bandos no podrían ser insensibles a las demandas y
exigencias del pueblo. Ahora las negociaciones avanzarían como no lo habían
hecho en esos casi tres meses. Al unísono enviaban sendos comunicando cediendo
en sus posturas y dispuestos a negociar sin condicionantes de ninguna clase.
Todos los esfuerzos realizados por el matrimonio tenían su recompensa. Estaba
claro, la paz, no se les podría escapar de las manos.
En el corto espacio de tiempo
entre ese día clave y el pactado para la
reanudación de las negociaciones. Todos los presos por motivo políticos
quedaban en libertad y casi al mismo tiempo la guerrilla entregaba las armas al
ejército gubernamental. Tal vez la reunión estaba de más, pero ese día estaba
José en la puerta del edificio del gobierno. Casi no hubo ni que leer los
documentos, ambas partes estaban dispuestas a firmar un pacto de cooperación y
de investigación en los casos donde se cometieron atropellos. Al término de las
conversaciones, y tras la firma del documento donde se comprometían, por fin a
dejar las hostilidades e iniciar un camino de cooperación, se quedó en rendir
homenaje al mediador. Aquel personaje, extranjero, que tanto contribuyó a la
paz y el progreso de esa gran nación.
A José todas esas ceremonias
reconociendo sus méritos no le agradaban. Pero no podía desairarlos, después de
haber aceptado su mediación y sus consejos. El pueblo estaba invitado a la
ceremonia brindada por la nación al doctor Don José Carbonell.
Esa mañana Caterine estaba
radiante, consciente que aquel día no iba a ser del agrado de su esposo, pero
se sentía orgullosa de su marido. Les chocó ver en una actitud romántica y de
pasión a Neus y el hermano pequeño de Chang. Ahora no cabía duda la joven no
regresaría con ellos.
La gran plaza estaba
abarrotada desde las primeras horas de la mañana, las cuatro grandes avenidas
que morían en ella iban rellenándose de gente de forma espectacular. Aquello,
no lo esperaban, pues aunque se anunció con una semana de antelación tampoco se
dio mucha propaganda por expreso deseo del homenajeado. Del hotel donde estaban
alojados hasta la tribuna preparada para el evento no habría más de quinientos
metros pero cuando intentaron llegar hasta su destino les costo más de dos
horas. Los vítores, y expresiones de afecto les obligaban a parar
constantemente, protegidos por una nube de policías avanzaban a duras penas
entre la multitud. En la tribuna aguardaban pacientemente el presidente de la
nación con el gobierno en pleno y el líder de la guerrilla con sus consejeros.
Cuando, al fin, consiguieron llegar, se aposentaron en los asientos reservados.
Comenzaron los discursos para entregarle a continuación la máxima condecoración
de la nación. Luego le cedieron la palabra. Fue corto en su discurso pero no se
olvido de nadie a la hora de agradecer todo ese apoyo recibido. Finalizó con la
siguiente frase.
- Esta gran batalla, quien la
ha ganado siempre es el que más ha sufrido. El pueblo.
Saludo con la mano mientras la
otra sacaba un gran pañuelo blanco para enjugar las lágrimas que revoltosas
surcaban sus mejillas. Se abrazó a los dos líderes y les dio las gracias por su
colaboración en nombre del pueblo. Luego se aproximó a su esposa y se fundieron
en un prolongado y cariñoso abrazo. De allí emprendían regreso a casa. Su
tripulación los esperaba en el aeropuerto. Pero de nuevo el trayecto hasta éste
se hizo eterno. La gente deseaba verlo pasar y trataban de tocar sus manos.
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