sábado, 21 de abril de 2012


EL PRIMER AMOR SEGUNDA PARTE CAPITULO V LA RECUPERACIÓN

 - CAPITULO V -

                        - LA RECUPERACIÓN -

   Transcurrido año y medio, desde el traslado de José a Francia para llevar a cabo su plan, la recuperación de Caterine fue completa. Había ganado peso y su piel recuperó su suavidad natural. Tres cuartos de lo mismo le sucedía a Brisite, con la salvedad de la edad. Linda mejoraba poco a poco. Consiguió algo más de carne en su cuerpo, pero su imagen aún dejaba mucho que desear. Pero entre las ganas de vivir, la magnifica labor de los profesionales de la medicina, la dedicación de su familia y especialmente de José, consiguieron lo que en un principio no llegaron ni a imaginarse.
Todos los días iba a la piscina y José le atendía en todo momento. En varias ocasiones ella estuvo a punto de perder la cabeza. Pero aquella mañana de Mayo, estaba especialmente sensible y le llamó la atención el sentir vergüenza cuando comenzó a desnudarle para ponerle el bañador. Lo había hecho ciento de veces, pero ese día sintió reparo. Tal vez porque sus pechos iban tomando nuevamente forma y su cuerpo iba adquiriendo algo más de carne. Cuando percibió la tensión de su adorada amiga. Comentó.
- ¿Té sucede algo?
No esperó respuesta y de inmediato añadió.
- Tal vez deberíamos contratar alguna asistenta para ayudarte en el vestuario.
Sintió rabia en su interior por haber manifestado con su actitud esa tensión, le había ayudado más de trescientas veces. Estaba completamente desnuda, pues le iba a poner el bañador, se abrazó a él y con una embriagante dulzura añadió.
- No hay nadie que lo haga con mayor delicadeza y cariño que tú.

Tomó unos segundos para recuperar su equilibrio y añadió.
- Me moriría si no te tuviera a mi lado.
José, se ruborizó, sintió una fuerte sensación por todo su cuerpo y ella al notar el estado de excitación de su amigo sintió la necesidad de besarlo y entregarse a él. Pero pensó en Silvia, se puso en su lugar. Le costó controlarse pero por fin tras un enorme esfuerzo comentó.
- Tápame pronto el culo o me enfriaré.
Reaccionó tarde y torpemente, mientras en el rostro de Linda se dibujaba una sonrisa, condensada de amor hacia aquel personaje. La sesión se desarrollo con cierta tensión. En uno de los ejercicios José aproximó sus labios. No había otra cosa en el mundo que Linda deseara más en esos momentos pero pudo controlarse antes y la situación era más desfavorable para hacerlo. Con una dulzura que inundó los sentimientos de su compañero, comentó.
- Me creas o no, es lo que más desearía en este mundo, pero comprendo que es una pasión del momento y Silvia no se merece un comportamiento no correcto ni por parte tuya ni mucho menos por la mía.
Las palabras de su amiga le hicieron recapacitar. Tenía toda la razón del mundo. Sería un acto de traición hacia su encantadora mujer. Silvia había sido tan comprensiva, había depositado plenamente su confianza en él y ahora estaba a punto de romperla. Sus sonrisas se cruzaron, no volvieron a pronunciar palabra, pero en ambos estaba el deseo, controlado por la razón, de entregarse uno al otro.
Esa noche, en casa, Linda comentó el incidente de ese mañana con su hermana. Le aseguró que, por primera vez en muchos años, se había sentido una mujer capaz de amar y ser amada. Esa sensación, si su memoria no le fallaba, eran más de ocho años sin experimentar algo igual. Se volcaron en elogios hacia José y especialmente a su esposa.
Silvia solía presentarse todos los fines de semana y en ocasiones aprovechaba para quedarse una o dos semanas. José se sentía orgulloso de su mujer, ni el mínimo reproche al tiempo que su esposo estaba fuera de España. En alguna ocasión el tema salió, por parte de él, pero siempre le animaba a seguir. Ese fin de semana cuando se encontraron en el aeropuerto le confesó el incidente y la actitud de Linda. Se abrazó a su marido y con su acostumbrado cariño restó importancia al incidente. Se sintió orgullosa de la que consideraba su amiga.
El domingo comían todos en el apartamento de Linda. Se había esmerado en la preparación y esperaban ansiosas la llegada del aquel milagroso matrimonio. Los saludos de rigor. Cuando Silvia abrazó a Linda, este se prolongo más de lo habitual mostrando sus sentimientos de aprecio y dejando escapar de sus ojos unas lágrimas de gratitud.
- Si antes te apreciaba, después de lo relatado por mi esposo, tengo que valórate mucho más. Gracias.
Prolongaron durante un tiempo el abrazo en silencio hasta que la oportuna broma de José les hizo salir de su estado sentimental.
Linda mostró a su amiga los progresos logrados. Comenzaba a caminar sin necesidad de ayudas y su movilidad y equilibrio mejoraron notablemente. Eso si se cansaba con facilidad. Su aspecto recobraba su belleza natural. Sin duda el maquillaje y la peluquería obraban milagros, pero no era menos cierto que su cuerpo iba redondeándose sus caderas tomando su forma y sus pechos adquiriendo una cierta firmeza. Estaban conversando en el salón, dando buena cuenta del aperitivo cuando hizo acto de presencia Caterine. Se abrazó a José y lo besó en primer lugar. A continuación se abrazó a Silvia y mientras besaba sus mejillas comentó.
- Cuando te canses de este hombre me lo dices, que no me gustaría que se me adelantara nadie.

Silvia sonriendo contestó.
- Tendrás que ponerte a la cola pues no eres la única admiradora que tiene.
Sonrieron, saludó a su madre, a su tía y se sentó a conversar.
El matrimonio había invertido importantes cantidades de dinero, pero ahora la rentabilidad de este comenzaba a dar sus frutos. En varias ocasiones acompañó a su marido y paciente a la piscina, para la rehabilitación. Ayudaba en los vestuarios a cambiar a Linda. Tenía grandes conversaciones con ella y estaba orgullosa de su marido. Linda adoraba al matrimonio. De José, creía estar enamorada. En cuanto a Silvia, sentía un enorme respeto por ella y aunque sus sentimientos iban profundizando en su corazón, sabía muy bien que jamás podría traicionar aquella admirable mujer. En varias ocasiones comentó con ella todos sus sentimientos hacía su persona y hacia su marido. Cuando iba por New Ville se desvivía por atenderle y llegaron a profundizar en una verdadera amistad.
Los últimos controles médicos fueron una autentica fiesta, su organismo comenzaba a crear autodefensas, su musculatura comenzaba a tomar forma y las visitas médicas se alargaban cada vez un poco más. Se encontraba muy bien. Ya se valía por si sola para cambiarse y asearse. Comenzaba a andar trayectos más largos e incluso se atrevió a salir de casa y dar un paseo. Su cara iba poco a poco rellenándose y el tono pálido de hacía unos meses cedió su puesto a un rosado y fino cutis. La belleza natural en Linda volvía, justo al poco tiempo de dejar la medicación, por momentos.
Una mañana se atrevió a correr, fue muy corto el trayecto, pero cuando se dio cuenta que lo estaba haciendo por sus mejillas se deslizaron unas lágrimas. La felicidad que embargaba su ser, no pudo retenerlas. Cuando llegó a casa lo contaba como cuando un niño consigue por primera vez montar en bicicleta, o en patines, o da sus primeras brazadas en el agua. Estaba rebosante de alegría.
Conocían a Elena y Carlos, pero los otros dos hijos de José todavía no habían ido por Francia a visitar a su padre.
Se aproximaba la inauguración de la firma Revaud, las colecciones para las distintas épocas del año estaban ya en las maquinas. Los diseños, especialmente de Caterine iban tomando forma en las telas y de más material de costura. Linda había comenzado a colaborar. Pero dedicaba muy poco tiempo, por decisión facultativa, al trabajo que más le agradaba, el diseño de modelos. Aconsejaba a su hija, de la que estaba impresionada por la creatividad y soltura en sus creaciones. Tenía que ser algo innato en ella, pues nunca se había metido en los talleres de costura de su madre. Eso si, desde pequeña se ponía a su lado cuando diseñaba modelos. Tenía un estilo muy parecido al suyo y el equipo contratado por José se sorprendía de la calidad y creatividad de aquella joven.
En New Ville la tienda de modas dirigida por Brisite consiguió arraigar en la población, especialmente en los veranos, donde conseguían importantes ventas de sus modelos. Pero la puesta de largo de la firma Revaud se realizaría ese mes de Diciembre en París, con la presentación de los modelos primavera verano.
La familia se reunía al completo en la capital francesa con sus padres. Por fin las dos familias se conocerían


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