martes, 20 de marzo de 2012

EL PRIMER AMOR -CAPITULO XVII- EL REGRESO

- CAPITULO XVII -

- EL REGRESO -

Al cumplirse un año de su llegada a Corea, Silvia estaba de seis meses. Unas importantes donaciones permitieron la construcción de un gran hospital, aumentando considerablemente el número de voluntarios sanitarios. El matrimonio había pensado renovar su compromiso y proseguir con aquella obra en un país extranjero. Pero una carta de la familia de José les hizo desistir.

Queridos hermanos:

La situación en la huerta es crítica. La última semana, entre el quince y el veintidós una serie de agentes meteorológicos han destrozado la mayoría de los invernaderos. Las cosechas se han perdido en más de un noventa por ciento. La granja ha sufrido importantes desperfectos y la situación sé esta volviendo insostenible. Andrés y Alfredo están dispuestos a renunciar al sueño qué tenéis juntos y aportar ese dinero para la reconstrucción de todo. Pero se precisa tu consentimiento y firma.

Sabes muy bien que si las circunstancias no fueran tan graves no te habríamos molestado. Pero es preciso que regreses a casa inmediatamente. Podemos aguantar unos meses, gracias a las empresas de distribución y de exportación, pero también peligran por la falta de materia prima. La desgracia ha afectado a la comunidad en general y las familias de la cooperativa lo están pasando muy mal.

Ya sabes que les estamos ayudando pero la situación no creo que la podamos aguantar mucho tiempo.

Por otro lado estamos deseando tenerte entre nosotros y conocer a tu maravillosa esposa.

Recibe un cariñoso abrazo de tu hermana

RITA.

La decisión no tuvo que meditarse mucho. Tratándose de alguien de la familia, José no lo dudaba, acudía al instante en su ayuda y su hermosa esposa solo deseaba estar junto a él. Se presentaron a Juan y tras relatar lo sucedido se despidieron prometiendo no dejar pasar mucho tiempo para volverse a reencontrar.

La noticia llenó de tristeza a los nativos de la población. Adoraban al matrimonio y aquella noticia les afectó mucho. Los llantos se escuchaban por donde pasaban y las muestras de agradecimiento eran constantes. Les costó mucho tener que dejar aquella tierra, se habían identificado con toda esa gente, manteniendo sus puertas abiertas, a la pareja, día y noche. Su sencillez y humildad había hecho mella en la población. La pista de aterrizaje de tierra se engalano. Parecía que llegaba el presidente de la nación. Miles de nativos de la localidad y de otras poblaciones se dieron cita para despedir a los doctores. Tanto José como Silvia tuvieron que improvisar un discurso para despedirse de toda aquella masa. Los aplausos vítores y demás muestras de cariño se desataron en el transcurso de aquella despedida. Una pareja de nativos, que no contaban con más de tres años, los dos con una pierna amputada y con un aparato ortopédico de invención de José se acercaron a la pareja con dos ramos de flores. Por sus mejillas corrían las lágrimas y en un perfecto castellano, debían haber ensayado durante horas, se despidieron del matrimonio con una frase que les llegó a lo más profundo de sus corazones, hasta tal punto que no pudieron contener las lágrimas. "Para nuestros papas extranjeros. Cada noche os recordaremos y pediremos a Dios que os traiga pronto de nuevo".

El matrimonio se despidió, mientras sus pañuelos enjugaban las lágrimas. Ver aquella despedida y el cariño de toda esa gente compensaba todas las penalidades pasadas. Se abrazaron y subieron a la avioneta con destino a la capital y de ahí a su país.

En la alquería estaba reunida toda la familia. La situación era critica hacía falta una cantidad considerable de millones para poner en funcionamiento nuevamente aquello. José habló con sus hermanos Andrés y Alfredo y el dinero ahorrado durante años lo entregaron para reponer los destrozos. Hubo que pedir un préstamo elevado dando como fianza los campos y las empresas de distribución y exportación. Todos los hermanos y el resto de las familias de la huerta arrimaron el hombro y con el esfuerzo común consiguieron levantar nuevamente aquellos campos prueba palpable de la huella de sus antepasados.

El sueño de José y sus hermanos tendría que esperar. Ahora lo importante era conseguir unos seguros que cubriera cualquier percance.

Fueron unos meses de trabajo agotador por parte de todos. Incluso Andrés tras los entrenamientos se acercaba al campo y trabajaba como el que más. Estaba agotado pero no dio muestras de debilidad ni un solo segundo. Y aquel imperio huertano surgió de sus cenizas y pronto la situación se normalizó.

Andrés no se resignaba a renunciar al sueño compartido con sus hermanos. Su contrato con el Valencia acababa. Le propusieron renovar y él estaba dispuesto a ello, pues no quería salir del club. Pero una oferta multimillonaria del Barcelona le hizo dudar. Solicitó una reunión con el presidente del club y le expuso la situación. No podían darle ni la mitad de lo que le ofrecían. No quería irse, pero eso supondría no poder iniciar con sus hermanos el sueño común. No lo pensó dos veces y esa misma semana en toda la presa deportiva se anunciaba el fichaje de Andrés Carbonell por el Barcelona. La condición principal exigida, para fichar, fue la entrega de las cantidades de la ficha, de las cinco temporadas firmadas, antes de iniciarse la primera. No hubo problemas y al mes siguiente de haber firmado tenía depositada la cantidad en el banco. Con el dinero de la ficha se compraron los terrenos y se construyó el centro de rehabilitación y cirugía en traumatología, así como la ciudad del deporte. Como llamaron al complejo deportivo médico. La inversión era muy grande, pero aún dio para poder asegurar todas las propiedades de la familia y quedar en paz con los bancos.

No hay comentarios: