jueves, 28 de noviembre de 2013
UN AMOR NACIDO CON LA CREACIÓN-PRIMERA PARTE- ANKI-CAPITULO XVII-MEDIO AÑOS JUNTOS
CAPÍTULO XVII
MEDIO AÑO JUNTOS
Nada mas
detener el vehículo en la puerta se percataron de las mejoras. Aquello era increíble.
En una sola semana la casa parecía otra. Pero la sorpresa no quedo ahí. Los
padres del joven en compañía de su hermana les abrieron la puerta ante la
alegría mutua. Las dos familias se habían conchabado para darles la gran
sorpresa. Esa casa sería su nido de amor. Anki no pudo retener las lagrimas,
pero tal y como se producían le aseguraba a Julián que eran de felicidad. Pero
no fue la única que las derramó la familia entera se emocionó al comprobar como
aquella joven que iba perdiendo vida a cada momento se emocionaba hasta ese
límite. No lo podía creer, su propio nido para compartirlo con Julián. De nuevo
se abrazaron transmitiendo por medio del calor de sus cuerpos todas esas
sensaciones que recorrían su interior. Llegó a pensar que aquel era el día más
feliz de su vida, que el Señor se la podía llevar. Había compensado todos sus
sueños, amén de ser consciente que en la eternidad eso sería norma de cada
instante.
Permanecieron
unas horas de sobremesa, merendaron charlaron y se contaron las mil
circunstancias que habían pasado. Luego cada uno se retiró a sus lugares de
descanso y quedaron los dos solos en su hogar. De sus padres se despidieron
pues regresaban con los padres de Anki a Bruselas, allí habían reservado el
hotel para salir a la mañana siguiente temprano para España.
Permanecían en
el pequeño jardín despidiendo a sus padres cuando Anki se desmayó. No llegó a
caer al suelo pues al no separarse de él reaccionó de inmediato. Al comprobar
que todo volvía a la normalidad, le tomó en brazos, para adentrarse al garaje y
colocarle en el asiento del copiloto. Desistía alegando que se encontraba
perfectamente, que por nada del mundo perdería esa primera oportunidad de estar
en su casa con él a solas. Pero se negó en rotundo. No se detendría hasta que
un facultativo comprobara que todo estaba más o menos dentro de lo lógico.
Protestó, pero sabía perfectamente que había tomado una determinación y que no
conseguiría convencerle. Asumió su derrota y en coche se desplazaron a
Bruselas. Fueron directamente al hospital y tuvieron la suerte que el
facultativo que estaba de guardia era uno de los que llevaba el caso de Anki.
Fue llegar y a los pocos minutos pasaban a la pareja ante el doctor. No les
había dado tiempo de avisar a sus padres, pero luego del reconocimiento se
alegraron, de lo contrario habrían inquietado no solo a los padres de Anki, los
de Julián con toda seguridad habrían renunciado a regresar. Todo marchaba como
era normal, mal, pero no había nada fuera de la lógica. A la mañana siguiente
tenían cita para la quimio. Sus padres les aconsejaron quedarse en Bruselas
para ir a la mañana siguiente a la clínica, pero prefirieron pasar su primera
noche en su casa solos. Salían del centro sanitario y unas lágrimas recorrieron
sus mejillas. Las fuerzas le faltaban y regresar hasta casa para volver con las
nuevas luces del día era algo absurdo.
No me pasa nada Julián, pero me enfada tener
que perder nuestra primera noche. Estoy muy cansada y lo mejor es ir a casa de
los papás
Julián descansó
al reflejar su rostro una sonrisa, ciertamente era lo más lógico, no se lo
había propuesto pues conocía su interés por pasar esa noche en su casa. Con
estar a su lado le daba exactamente igual. Solo la veía a ella, todo lo que
rodeaba su entorno era tan superficial que lo ignoraba por completo. Estar a su
lado, abrazarle, mimarle, sentir el calor de su cuerpo, la dulzura de sus
labios cuando le regalaba ese premio Nobel, era lo único que le importaba. Puso
el vehículo rumbo a casa y al verlos en la puerta se sorprendieron. Como no
quisieron preocupar a sus padres confesaron que era lo lógico dormir allí, ya
tendrían tiempo de sobra para compartir su nuevo nido para el resto de sus
vidas. Su madre se abrazó a su niña y la tensión de tanto tiempo le impidió
retener los lagrimales. Sus padres habían cenado y al enterarse que ellos no,
se puso a prepararles algo. Trataron de persuadir a la señora con un vaso de
leche con alguna galleta o pasta bastaría para irse a la cama con algo en el
estomago, pero no hubo manera de convencer a esa madre.
Esperaba
sola en la sala, tomó su libreta y comenzó a escribir. Era el legado que le
dejaría a él cuando el Señor se la llevara al paraíso. Estaba excesivamente
cansada, se prometió que aquella era la última sesión que recibiría de quimio.
No soportaba ya estar separada de Julián. No poderlo tener junto a ella, estaba
convencida que era lo que le restaba vida. El equipo médico no se explicaba
como aquel cuerpo seguía con vida. No solo no había mejorado. Iba empeorando
por momentos. Cuando escucharon que no volvería a aplicarse quimio descansaron.
Alegrándose que la idea hubiera partido de ella, pues pensaba proponerlo tras
el reconocimiento y la aplicación de esa última sesión. Ahora al
adelantarse evitaron que partiera de
ellos la iniciativa, con el consiguiente derrumbe moral.
Sentados
frente al encargado del equipo médico, al que respaldaban dos facultativos más,
se sentaron Anki, junto a Julián y a su otra vera, sus progenitores. De nuevo
las noticias eran desalentadoras, pero hacían referencia que esas mismas
perspectivas se las habían comentado hacia la friolera de seis meses. No era
exactamente igual, Anki no tenía fuerzas casi ni para mantenerse en pie.
Caminaba últimamente apoyándose en Julián constantemente. Cuando uno de los
facultativos le aconsejó que fuera en silla de ruedas para preservar fuerzas,
ella lo agradeció. De inmediato dieron orden para que les proporcionaran una.
De nuevo las lagrimas en aquella madre que sufría en silencio hasta que no
podía más. Anki sonreía, miraba a Julián, mientras su rostro mostraba toda la
felicidad que aquel hombre, casi un muchacho, le transmitía. Animaba a su madre
y esta se abrazaba a su pequeña suplicando perdón por ser ella quien le
animaba. Julián propuso ir a por una silla automática, pero ella con esa
expresión que suelen hacer los perrillos cuando suplican algo de su amo se
confesó.
“Prefiero sentir tus manos empujando el
carro, me hace sentirme más cerca de ti”
De inmediato
se encontró con sus labios para fundirse en ese gesto de amor. En casa sus
padres pretendieron que se quedaran pero subieron al vehículo y pusieron rumbo
al nido. No llegaron a entrar, la petición de su amada le rogaba olvidarse de
la casa y poner el coche en dirección al acantilado. Hacía mucho frió pero iban
bien protegidos por lo que pudieron pasear. Ella en la silla, el empujando por
espacio de varias horas. Por fin regresaron, mientras ella ponía la mesa él fue
preparando la comida.
Reposaron unos minutos abrazados en el sofá
mientras visionaban la televisión, mientras que Anki seguía con su acostumbrado
interés. Metiéndose en el papel de los protagonistas de la película que
transmitía el canal elegido. Él le contemplaba. Estaba excesivamente flaca, sus
mejillas habían desaparecido y sus ojos se hundían resaltando los pómulos. Pero
Julián, con el mismo cariño de siempre, la encontraba radiante, increíblemente
bella. Su respiración se entrecortaba, captar toda la felicidad que aquel ángel
le transmitía alteraba todas sus constantes vitales. Sentía el escaso calor que
aquel cuerpo era capaz de emitir, pero también percibía toda la carga de
sentimientos que sus ondas mezclándose con las suyas se deleitaban de su
compañía, de su cariño, de su veneración. Un cambio de escena para recrearse en
un paisaje distrajo su atención de la pantalla y al cruzar su mirada con la de
él sonrió.
¡Dios hay cielo y lo tengo ante mí!
Fue la
exclamación que se produjo en el interior, en el silencio de su cerebro, pero
que ella lo captó como si lo hubiera expresado a gritos. Intentó aproximarse
para besarlo y al comprobar él, que no le daban sus fuerzas, le ayudó para
regalarse ese premio que siempre le pedía. Al perder el contacto, presionó el
mando para terminar con esa caja boba que le impedía saborear a ese regalo del
Señor. Insistió que siguiera, tenerla entre sus brazos le sobraba. Pero no
estaba dispuesta a perder ni una sola décima de segundo más con la caja boba
sin estar pendiente de lo que verdaderamente le llenaba.
Juntos en su
rincón, en su hogar recordaron tantos momentos. Su primer encuentro, donde ella
ni se enteró porque el desvanecimiento no le permitió verlo ni conocerlo, pero
si recordaba que sintió unas sensaciones extrañas, jamás experimentadas cuando
su piel en contacto con la suya le transmitían sensaciones de ensueño. Él
recordaba aquel cuerpo sin rostro que mantenía sobre sus brazos y el contacto
con sus muslos le hizo sentir sensaciones similares a las que describía su
amor. Pero fue tan fugaz, tan rápido aquel instante que no llegó a saborearlo.
Pero luego ambos recordarían con frecuencia aquella sensación. La misma
percepción que volvieron a sentir cuando sentados en la valla del paseo
marítimo, él depositó su mano sobre la de ella. Comentaban aquel lance de sus
vidas cuando se miraban y de nuevo sus labios morían en los de su pareja. No se
conocían de nada, ni siquiera eran conscientes del incidente con sus padres,
cuando cayó desmallada, sin embargo sus labios se buscaron para morir en los de
aquella persona desconocida. Es cierto que fue infinitamente corto, pero con
tal carga de energía que no lo olvidarían en toda la eternidad. De nuevo se
unían, esos recuerdos los encogían por la carga de felicidad que se les venía
encima. Luego se lamentaba de lo estúpida que había sido al tratar de no
dañar y no confesar el problema que la enfermedad le acarreaba. Que
generoso estaba siendo el Señor. Primero por haberles permitido cruzarse en esa
vida, luego por prolongar su vida para conocer y disfrutar de aquel joven. Lo
tendrían que pagar, pero un solo segundo, juntos compensaba todo el purgatorio
que deberían pasar por la dicha que les suponían esos meses. Ella le expresaba
su generosidad, al abandonar todo. Pero de inmediato fue silenciada por Julián.
“Como puedes decir que me sacrifiqué, que
fui generoso, si todo eres tú. Tendrías que acusarme de ser un gran egoísta por
quedarme con todo, absolutamente todo lo que me importa en esta vida.”
La luz de la
habitación se apagó y abrazados, como solían dormir. Ella de espaldas, el
abrazándose y con las manos en sus pechos les sorprendió el sueño.
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