lunes, 3 de junio de 2013

TRES AÑOS EN EL LABERINTO. CAPITULO XVI- LAGRADUACIÓN

                                   - LA GRADUACIÓN -

   Marie disfrutó de esa velada junto a la pareja como no recordaba otra desde hacía tiempo. Las atenciones que esa mujer tenía con ella le cautivaron hasta tal punto que no pudo retener las lágrimas. Se recogió pronto a sus aposentos, deseaba dejarlos solo y que pudieran compartir todo el cariño y amor que se notaba que tenía el uno por el otro. Sus miradas, sus expresiones, sus gestos, sus actos. Todo cuanto hacían llevaba toneladas de amor, de ternura y de cariño. Amparo acompañó a Marie hasta sus habitaciones y antes de abandonar la alcoba se abrazó con tal ternura que, la anciana, sintió el cariño que ponía en todos sus actos, sin falsedades aquello se notaba que era espontáneo y que lo hacía con el corazón.
   - Buenas noches hija. ¿No te molestará que te llame hija? ¿Verdad?
   Amparo con la sonrisa en su  rostro se volvió a abrazar al tiempo que le besaba en sus mejillas y contestaba.
   - Es un honor para mí. Mama. Buenas noches y si deseas algo me tienes a tu disposición.
   Amparo fue al salón a encontrarse con José. Al tiempo que, la anciana, con los ojos bañados en lagrimas se quitaba la ropa para ponerse el camisón y abandonarse al mundo de los sueños. Solo le faltaba verlos casar. Después de eso, si el Señor sé la quería llevar. No le importaría en absoluto.
   Antes de llegar se cruzó con José que iba a su encuentro. No podía desperdiciar un solo segundo de su compañía y sabía la labia que tenía su madre. Se besaron levemente y ella le pidió salir a pasear por el jardín. Sus deseos eran órdenes. Abrazados por la cintura y el hombro se perdieron por aquel interminable laberinto de plantas y flores.
   - Me gustaría pasar la noche, como la última que compartimos. Estoy segura que te quiero y precisamente por esa razón deseo pedirte algo.
   - Soy, todo oído.
  Fue su respuesta inmediata. El paseo continuaba pero el silencio se había adueñado de la pareja. Amparo trataba de decirle algo, pero le resultaba difícil exponérselo. Al llegar a una fuente, sé sentaron en un cómodo banco, rozaron sus labios y por fin se decidió a lanzarle el ruego.
   - Me gustaría que me ayudaras a controlarme. Me prometí no tener relaciones íntimas con ningún hombre mientras no supiera el paradero de mi esposo. Tú estas llenando ese hueco que quedó en mi cuando él desapareció. Pero quiero seguir siendo fiel a mi promesa, por eso, necesito tu ayuda y si en algún momento comienzo a cruzar esa línea te rogaría que me ayudaras a no pasarla. Sé que lo que te pido no es fácil, pero también soy consciente que si te comprometes lo cumplirás. Deseo dormir a tu lado en el mismo lecho. Si piensas que no puedes cumplirla, también estoy segura que me lo dirás. Y entonces será mejor que cada uno lo haga en su habitación.
   José le escuchaba llenó de amor. Verdaderamente lo que le pedía iba a ser duro, pero se comprometió. Estar cuatro, cinco, seis, o las que descansasen separados sería mucho más difícil que lo otro.
   Permanecieron unos minutos más conversando y decidieron acostarse, pues a la mañana siguiente tenían que madrugar. Antes de entrar en casa, José, tomándola en brazos, condujo sus pasos hasta la habitación de su invitada. Abrió la puerta, tras hacer equilibrios, dejó con dulzura a su compañera de sueños sobre la cama, se abrazó al cuello y se fundieron en un abrazo, al tiempo que sus bocas se buscaron con desesperación.
   En aeropuerto de la pequeña localidad norteña aguardaban la llegada de la pareja Alín y sus padres. El encuentro fue emotivo, las lágrimas de aquellos agradecidos padres saltaron de sus ojos. Al verse lo abrazaron y tras las muestras de afecto le fue presentada su encantadora pareja. Alín, mientras besaba las dos mejillas de Amparo, dirigió una picará mirada hacía su salvador al tiempo que le guiñaba su ojo derecho. Recogieron el equipaje, como Amparo se había quedado con los padres de Alín, aprovecharon la situación para conversar.
   - Es encantadora. Y a ti se te ve más joven. Te sienta muy bien su compañía.
   Se limitó a sonreír. Acoplaron en el coche el equipaje y en el vehículo de sus padres abandonaron el aeropuerto. Alín había sido advertida que se instalarían en un hotel. Lo comprendió perfectamente, precisaban de intimidad, pues no disponían de mucho tiempo para estar juntos. Los acompañaron hasta su alojamiento, donde había reservado la suite nupcial. Una vez instalados quedaron con la pareja en recogerlos, transcurridas dos horas, e ir juntos hasta la universidad donde se iba a celebrar el acontecimiento académico.
   Ordenaron el equipaje y a continuación se metieron en el servicio. Una enorme bañera con jacuzzi invitaba a relajarse. José sé introdujo en aquella enorme bañera, conectó el hidromasaje y cerró los ojos mientras abandonaba su cuerpo a las relajantes caricias de las burbujas de agua. Cuando Amparo deshizo el equipaje, sé desprendió de sus ropas y sorprendió a José que no se dio cuenta de su presencia hasta que se abrazó a él.
- ¿Podrías darme un masaje en los pies? Los tengo destrozados.
   Con suma delicadeza comenzó aplicándole un agradable masaje. En primer lugar por los dedos, luego la planta, el empeine y continuó por sus gemelos. Tuvo la tentación de proseguir hacía arriba, la pasión le estaba cegando, pero desgraciadamente en esos momentos le llegó la promesa que le había hecho. Volvió a descender y prosiguió la manipulación de los pies.
   Abandonaron la bañera, desconectaron el jacuzzi y tras cubrirse con albornoces fueron al armario y sacaron la ropa que iba a ponerse para el acontecimiento.
   El discurso de graduado le correspondió prepararlo y leerlo a Alín, estaba emocionada. La presencia de sus familiares, de su profesor y señora. Pero especialmente de José y su incomparable compañera le hicieron sentirse la mujer más afortunada de la tierra. Pero había un motivo más, que hasta la fecha no le había comentado con nadie. La presencia de un compañero de promoción que le había devuelto la ilusión por la vida, y recobrar ese amor arrebatado por las circunstancias. En el discurso salieron frases dirigidas a José, a su profesor, a sus padres y a sus compañeros.
    - Si me podéis escuchar se debe a la fuerza de la amistad. A esa energía que conecta a las personas hasta tal grado que son capaces de llegar a las últimas consecuencias por un amigo.
   Con el inicio del párrafo. Alín quería agradecer a José lo que había hecho por ella. Las primeras frases llegaron a emocionarlo pero conforme iba leyendo el resto, las lágrimas iniciaron su recorrido por las mejillas. Con esa sonrisa que lo enloquecía, Amparo, sacando su pañuelo las enjugó.
   Durante su discurso, a sus compañeros, dirigió reiteradas miradas, a un compañero de promoción próximo a ella. José no fue ajeno a la circunstancia y pudo captar la expresividad de sus rostros. Fue algo que le impactó agradablemente y se propuso resolver, su curiosidad, en el momento oportuno. ¿Qué había detrás de esos cruces de miradas?
   La comida, que celebraba la graduación, se realizó en los comedores de la universidad. Un acontecimiento de gala donde se exigía a sus asistentes corrección en el vestir. Amparo se puso uno de los trajes que le había regalado Marie y estaba increíblemente maravillosa. Hubo baile y José compartió con Alín y Amparo las diferentes piezas musicales. De nuevo cuando Alín y aquel compañero se buscaron para bailar varias piezas José se alegró al observar a su amiga que estaba completamente recuperada. La chispeante mirada de una  enamorada se reflejaba en su rostro cuando la cruzaba con aquel joven.
   Esa noche habían invitado al matrimonio, su hija, su profesor y esposa a cenar a un lujoso club privado. Unos amigos de Marie se lo aconsejaron y le facilitaron la posibilidad de reservar mesa. Nada fácil para el resto.
   Antes de acudir a la cita José y Amparo decidieron pasarse por el hotel, para darse una ducha y cambiarse de ropa para la cena. Al ir a dejar les invitó a entrar. Se sentaron en la cafetería y permanecieron conversando por espacio de dos horas. En un momento que José se encontró a solas con Alín le preguntó sobre el muchacho en cuestión. Ella se sonrojó un poco pero luego le confesó que estaba olvidando a su profesor y aquel muchacho le había devuelto  el amor perdido. Al comentarle que iba a telefonearle, le ofreció su móvil, se separó unos metros del grupo y mantuvo una pequeña conversación con él.
   Era tarde, Alín y sus padres tenían que pasar por casa, cambiarse y reunirse para ir a cenar. No tenían que  volver a recogerlos, pues José había alquilado un vehículo para su desplazamiento de esos días. Al quedarse solos se subieron a la habitación para darse una ducha rápida y cambiarse de ropa. No había tiempo para más. Mientras Amparo se terminaba de arreglar, José tuvo una feliz idea, cogió el móvil y telefoneo al joven. El muchacho en un principio se extrañó, pero la conversación se desarrollo con tanta naturalidad que aceptó la propuesta de aquel hombre. Le había invitado a cenar con ellos, deseaba darle una sorpresa a su amiga. Pierre, que así se llamaba aceptó encantado. Conocía la historia radiofónica y todo el desarrollo de aquel día que mantuvo a Francia en vilo. Cualquier cosa que le pidiera ese personaje sería capaz de hacerlo. Era la persona que había salvado al gran amor de su vida y sin lugar a dudas gracias a él pudo conocerla y contactar con ella.
   Quedaron en el Club, el problema tal vez se diera en poder acceder pero le aseguró que telefonearía y trataría de solucionarlo. Si no le volvía a llamar de nuevo era porque el inconveniente sé había resuelto y tenía vía libre. Nada más finalizar su conversación trató de comunicarse con sus amigos, pero no hubo forma de hacerse con ellos. Telefoneó al Club y le aseguraron que si iba con ellos en el coche no habría ningún problema, de lo contrario podría tener dificultades en acceder al Club. Solicitó un nuevo cubierto en la mesa, colgó y avisó a Amparo. Iba a recoger al joven y volvía a por ella. Avisó en recepción que tuvieran preparado el coche y de nuevo se puso en comunicación con Pierre. Iba a recogerlo, para poder asistir a la cena. Le pidió la dirección, llamó a un taxi y tras entregarle la calle donde deseaba llegar, subió a su coche y se dispuso a seguir al taxista.
   En la puerta del inmueble aguardaba vestido de etiqueta el joven en cuestión. Pagó el taxi y se saludaron cordialmente.
   - Por fin conozco al personaje que salvó a Alín. Es un honor para mí saludarle. 
     Subieron al coche y emprendieron el regreso al hotel para recoger a Amparo. Durante el trayecto salió a la conversación el tema de la desaparición de Paco. Alín se lo había contado y se interesó por las investigaciones que estaba realizando.
   - Tengo una agencia de detectives, casi a punto de abrir, y esos temas me apasionan.
   Pierre le confesó que había terminado su carrera y había realizado varios cursos sobre el tema. Le apasionaba la investigación, de ahí que se interesara por ese problema en concreto. José fue relatándo lo poco que hasta la fecha habían conseguido avanzar. Cuando, dentro de la conversación él le comentó que no recordaba su vida anterior, comenzó a indagar por ese campo. Pierre parecía interesado con el asunto y cada vez profundizaba un poco más en sus preguntas. Pensaba que estaba encontrando alguna pista para poder seguirla. Por eso aunque llegaron al hotel, continuó con su interrogatorio. Mientras descendían del vehículo. José con la sonrisa en sus labios comentó.
   - Se nota que te apasiona el tema, muchacho.
   Avisaron a la señora y mientras se hacía esperar ellos prosiguieron con el asunto. Había datos que aislados no decían nada, pero Pierre comenzó, por casualidad, por intuición o por ser verdadera-mente un fuera de serie en las investigaciones, a atarlos y a relacionar unos con otros. Tenía sus sospechas pero era demasiado precipitado comunicar nada. Continuaría todo el tiempo que pudiera interrogando a él y a su compañera, si se lo permitían. Desde luego no perdió oportunidad. Y el tiempo que duró el trayecto del hotel hasta el Club continuó con su obsesión. Pero en esta ocasión a quien bombardeaba con sus preguntas era a ella. Al verlo tan entusiasmado colaboró con él, pues su mayor deseo era tratar de solucionar esa angustia que tenía más de dos años en vilo, a ella y a sus hijos. Lo estaban pasando muy mal. En especial los dos pequeños.
   - Creo que Pierre sé está ganando la cena.
   De inmediato el muchacho se sonrojó y con cierta timidez, la pasión por la investigación no le había dejado reflexionar si les molestaba con tanta pregunta, se disculpó al tiempo que preguntaba.
   - Siento de corazón mi intromisión. Perdonarme no pretendía molestarles.
   De inmediato tanto Amparo como José, salieron al paso. El comentario que habían hecho no era en tono de recriminación y que desde luego le agradecían su interés por el tema. Fueron ellos los que pidieron disculpas al muchacho, pues sin lugar a dudas había interpretado mal sus palabras. Estaban en las disculpas cuando vieron que entraban el resto de invitados. José se levantó con Pierre y le rogó que se fuera a otro salón mientras saludaban a la familia. Deseaba darle una sorpresa  a Alín con su presencia. Aceptó encantado y se sentó en un salón continuo viendo la televisión mientras aguardaba a José para sorprender a su compañera.
   Después de los saludos se sentaron en el salón, sirvieron a los recién llegados lo que solicitaron y comenzaron a conversar mientras entonaban sus cuerpos para hacerse con la cena. José sé levantó en medio de la conversación y sorprendió a los presentes, pero especialmente a su amiga.
   - Bueno tengo un regalo para mi amiga radiofónica. He esperado este momento porque no era fácil ni empaquetar lo ni transportarlo.
   La cara de asombró se dibujó en todos los rostros. Las suposiciones comenzaron a funcionar en las mentes de los presentes y antes que cavilaran demasiado añadió.
   - No es una cosa material. Es un ser vivo. Pero no diré nada hasta que Alín lo descubra.
   De nuevo las suposiciones cambiaron de objetos para comenzar a imaginarse animales, plantas y no sé cuantas cosas más. José abandonó el salón al tiempo que le decía.
   - Alín. Cuando percibas unos golpes en esta puerta ábrela, detrás tendrás el regalo.  
   Unos minutos de expectativa mantuvo al grupo en vilo, hasta que unos golpes suaves se escucharon en las puertas corredizas. Alín llena de emoción y curiosidad las corrió y a escasos diez centímetros tenía a Pierre frente a ella. Los dos enamorados se fundieron en un abrazo lleno de pasión, ante las miradas de sus acompañantes. Finalizada la muestra de cariño Alín se ruborizó, mientras los brazos de su madre le abrazaban, para observar a continuación como lo hacía con él. Pierre fue presentado y ella miraba a José llena de agradecimiento y con una expresión que relataba a las claras esa amistad de la que ambos estaban orgullosos. Ese hombre era genial capaz de captar cualquier detalle, deseo o antojo de las personas que le rodeaban y quería.
   Fue una cena encantadora, fuera de toda tensión y formalismos, la sencillez, el saber estar de ambos permitieron a los presentes sentirse como en casa, especialmente a Pierre que era el más desconocido de la mayoría, pero la pareja de anfitriones les hizo sentirse entre amigos. Se recordó el incidente, Alín y todos aplaudieron cuando la joven solicitó un aplauso para aquel increíble hombre. No era fácil conseguir un amigo como aquel personaje y ellos habían tenido la suerte de compartir su amistad con él.



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