- CAPÍTULO NOVENO.
- LA CONFESIÓN. -
A los seis meses, del regreso
de José a casa, se inició el caso por la vista contra la compañera de Pierre
Valery, en demanda contra la firma. Silvia y su marido decidieron presentarse
en París para brindar su apoyo. El juicio se iba desarrollando sin el menor
incidente. Los abogados, de modas Revaud, controlaban perfectamente la
situación. Era un caso para resolverse en los despachos sin llegar a juicio.
Pero aunque los abogados de la demandada se lo aconsejaron, ésta obsesionada se
negó a ello. Sabía que lo iba a perder pero deseaba dañar la imagen de la firma
denunciante. Los abogados de José se dieron cuenta rápidamente de la estrategia
del otro grupo y consiguieron dominar la situación en todo momento. La prensa
seguía con sumo interés aquel caso y todos los días dedicaban páginas completas
a la vista del día. El juicio tuvo el efecto contrario al esperado por la amiga
de Pierre. Le proporcionó, a Modas Revaud, una propaganda extra de un inmenso
valor comercial. Adquiriendo la firma dimensiones gigantescas. La calidad de
los diseños de Caterine y Bety, bajo los consejos de su madre, iban en aumento.
Las principales pasarelas se disputaban la presentación de las colecciones y
las tiendas Revaud se abrían en las principales capitales del mundo. Aquel
negocio, que en un principio supuso un desembolso importante, ahora se había
convertido en la principal fuente de ingresos de sus accionistas.
Linda y sus hijas habían decidido
trasladarse a París para poder atender mejor el negocio. Brisite prefirió
seguir en New Ville en donde los principales talleres de la firma se instalaron
allí. Además, dirigía personalmente la tienda de la ciudad. Tenían en mente
trasladarse a la capital una vez finalizado los trámites judiciales. El juicio
quedó visto para sentencia a las dos semanas. La intervención de Pierre fue
decisiva en algunos momentos donde la firma podía haber sufrido algún daño en
el ámbito de la prensa. Pero el escándalo saltó cuando su amiga, al oír la
declaración de su ex amante, se lanzó como una loca, sobre él agrediéndole en
la misma sala del juicio. El juez le llamó al orden y le impuso una sanción
económica. Preguntó a Pierre si deseaba denunciar el incidente, pero aquel
hombre había aprendido la lección dada por la madre de sus hijas y prefirió
dejarlo pasar. El papel desarrollado por su padre en el juicio le permitió
acercarse un poco a sus hijas. Hasta tal punto que antes de emitir sentencia,
le pidieron hablar con él. Esa circunstancia proporcionó, al arrepentido padre,
recuperar media vida. Sus hijas.
Esa tarde Jorge les acompañó
en coche hasta casa. Luego pasaría a recogerles para cenar. Caterine fue la más
fría durante la conversación mantenida con su progenitor. Él deseaba poderles
abrazar, pero se cuidó mucho de tomar cualquier tipo de iniciativa en ese
sentido. Notaba la tirantez de Caterine pero lo comprendía. Ella había pasado
por una situación muy distinta a su otra hija. Pero se sentía enormemente feliz
de poder verlas y conversar, a pesar de aquel clima algo tenso. Cuando Jorge
llegó, Bety besó a su padre, mientras que Caterine le dio la mano y se
despidieron de él, quedando en verse más adelante.
Pierre cayó sobre el sillón
que tenía más cercano y rompió a llorar, liberando aquella emoción producida
por esas horas de comunicación con sus hijas. Se sentía muy feliz y su razón de
vivir la tenía fijada en el siguiente encuentro.
Cuando regresaban al hotel
Caterine, comentó a Jorge.
- Tú crees que a tu madre le
importaría compartir a su marido.
Bety recriminó la pregunta de
su hermana. Pero lo cierto es que José inundaba su corazón, sus sueños y sus
deseos. No había terminado de diseñar un modelo cuando, si él estaba en la
ciudad, iba rápidamente a enseñárselo para darle el visto bueno. Él se había
dado cuenta de la adoración que aquella maravillosa joven sentía por su
persona. En muchos de sus encuentros pasaba horas reflexionando sobre la
situación y ella salía convencida, pero no había abandonado la puerta cuando
los sentimientos superaban a la razón. Lo deseaba, y eso se había convertido en
el centro de su existencia. Su pasión por él llegó a tal grado que en una
ocasión llegó a conversar con Silvia para proponérselo. Con su acostumbrado tacto
y delicadeza razonó con la joven. Siempre terminaba pidiendo perdón.
El fallo era claro, se le dio
la razón a la firma Revaud y la de Pierre Valery desapareció integrándose todas
las propiedades y personal en la primera.
José y Silvia regresaron a
España. Jorge, como había finalizado el curso, decidió quedarse para ayudar en
el traslado.
El verano estaba terminando,
la nueva casa de la familia Revaud estaba terminada y decidieron dar una fiesta
para los íntimos. José y su familia, al completo, se presentaron y pasaron una
grata velada bautizando el nuevo hogar. Reme había viajado con su novio y un
amigo de este. Ambos eran abogados y ejercían en los despachos respectivos de
sus padres. La familia se sorprendió al ver el interés de Caterine por aquel
joven. Había conocido infinidad de muchachos, pero con ninguno había entablado
tan rápidamente una conversación. Los dos días que pasaron en París, ella se
había olvidado de José y eso era algo muy revelador. Tanto Linda como el
matrimonio se habían dado cuenta de la situación. Lo comentaron con gran
satisfacción.
Elena y Carlos anunciaron a
sus padres que serían abuelos. En tono irónico José comentó.
- Creo que tu hija se ha dado
cuenta, ahora, que soy un abuelo.
Comenzaron a reírse y sin saber
el porqué ella se abrazó y le besó.
Las cartas, las llamadas por
teléfono, viajes con Jorge se hicieron cada vez más frecuentes. Caterine había
encontrado a su pareja.
Se anunciado la boda de Jorge
y Bety, así como se sospechaba los próximos enlaces de Reme y Caterine con la
pareja de abogados.
El segundo día de Navidad tras
la cena y comida en la alquería la familia, decidió desplazarse a New Ville.
Silvia y su esposo compraron una casa en aquella deliciosa localidad. Esos
últimos días del año la ciudad estaba cubierta de nieve y parte del lago
helado. Tomándose unos días de vacaciones para esquiar y descansar mientras
pasaban las fiestas en familia.
Esa tarde se reunieron a comer
en casa. Silvia tenía todo preparado y dispuesto para que la familia se
sintiese a gusto. El servicio contratado para cuando decidían a ir a New Ville
estaba preparado. Poco a poco fueron viniendo. Silvia comentó a su marido si
había confesado a Linda su secreto. Ante la negativa se sorprendió que en todos
esos años convividos no lo hubiera hecho. Le prometió que durante esas
vacaciones lo intentaría.
La comida fue muy entretenida
juntándose diez personas, la familia de José, la de Linda y el novio de
Caterine. Se pasaron un poco con la bebida y durante la sobremesa las bromas y
risas se desbordaron. En un determinado momento José se encontraba en una
silla. Linda se había sentado sobre el muslo derecho y con su brazo abarcaba el
cuello mientras acariciaba con suma delicadeza a su amigo. Al rato su hermana hacía
lo propio, sentándose en el otro muslo. En ese preciso instante José comentó.
- Hará unos treinta años me
encontraba en esta misma agradable situación.
Fue Caterine quien sorprendida
dejó de prestar atención a su pareja y preguntó.
- ¿Acaso conocías a mamá
antes?
Un profundo silencio. Caras
extrañadas, a excepción de la familia Carbonell. Al cruzar sus miradas el
matrimonio sonrió.
- Si mi querida pequeña. Hace
treinta años tuve a estas dos maravillosas mujeres sobre mis rodillas. Si mi
memoria no me falla fue en el restaurante de un camping de Javea.
Brisite y Linda se miraron,
como tratando de averiguar si la otra había caído. Pasaron tres minutos de
absoluto silencio. Todos estaban expectantes para ver quien resolvía aquel
misterio. Por fin fue Linda.
- ¡Es Pepe! ¡Brisite!. ¡Es
Pepe! ¿Te acuerdas?
- ¿Pepe?
Se quedó pensativa y de
inmediato reaccionó.
- Nuestro querido amigo
español.
De inmediato lo miraron, él
les sonreía. La expresión de su rostro revelaba a las claras su acierto. Lo
habían recordado. Era Pepe. El resto del personal permanecía atónito a las
pocas explicaciones recibidas. Fue nuevamente Caterine quien rompió con aquel
nuevo silencio.
- Entonces es cierto que os
conocéis. ¿No?
No permitió respuesta de inmediato y dirigiéndose a su madre comentó.
- Recuerdas cuando en el
hospital me confesaste que esa mirada te recordaba a alguien. Entonces estabas
en lo cierto.
Poco a poco las cosas se
fueron aclarando. Comenzaron a recordar sus años de adolescencia, pues se
conocieron con quince años escasos. Y habían estado viéndose durante cinco
veranos. Luego no volvieron a tener noticias el uno del otro. Y tras todos esos
años ahora se habían vuelto a encontrar.
- José. ¿Lo sabías desde el
principio?
Preguntó con sorpresa Linda.
Iba a contestar cuando Jorge interrumpió al ver la expresión de su madre.
- Sabéis fue mamá la que
impulsó a papá para que te buscara.
Silvia se ruborizó y tras unos
segundos lo confesó. Caterine fue quien irrumpió de nuevo.
- ¿Lo sabía alguien más?
- Sí. Todos los Carbonell.
Aseguró Reme. Rieron la
ocurrencia de la joven. Tras las aclaraciones comenzaron las preguntas de todos
al mismo tiempo. Había demasiadas incógnitas en todo aquello y cada uno deseaba
despejar las suyas. José pidió calma y prometió relatar toda la historia.
Invitó a su esposa, a Linda y a Brisite, que si recordaban algo le
interrumpieran y lo añadieran. Luego del relato si deseaban realizar alguna
pregunta lo podía hacer sin problemas. Estaba dispuesto a confesar todo lo que
desearan.
- La historia, que yo
recuerdo, se inició en un verano cuando contaba con quince años. Había ido a
pasar unos días con los amigos a Javea. Los tiempos difíciles habían pasado y
la familia gozaba de una posición aceptable. Ellos tenían apartamento, pero
como eran familias muy numerosas no había posibilidad de ir a sus casas, por
ello cogí mi tienda de campaña y me instalé en el camping que se encontraba a
cinco minutos de los apartamentos. Una tarde, por el paseo marítimo, nos
cruzamos con estas dos encantadoras hermanas. Entablamos conversación y
quedamos en salir. La casualidad quiso que estuviesen instaladas en el mismo
camping.
- Papá al grano.
Interrumpió Reme al tiempo que
añadía
- Estamos impacientes por
saber lo importante de la historia.
José pidió calma. Todo estaba
relacionado y si no lo contaba con los detalles podrían perderse y no
comprender algo de esa dulce y romántica historia.
- Bueno como os iba diciendo.
Quedamos en salir con ellas esa noche tres de los cuatro amigos. Linda me
cautivo desde el primer momento que la vi. Me tocó él corazón y al fin y a la
postre fue mi primer amor. Durante el curso nos escribimos con relativa
asiduidad, cada quince días, más o menos. Los siguientes veranos nos
encontramos de nuevo en el camping. Me enamoré locamente de esta preciosidad y
en uno de los veranos le declaré mi amor. Con la dulzura, el cariño y tacto que
le caracterizan me dio calabazas. Creo que, los años siguientes, fueron los más
duros y amargos de mí existencia. Nos seguimos viendo en verano y en uno de
ellos, Linda venía enamorada de un súbdito inglés, para mayor recochineo. Ya
que en esa época España estaba especialmente sensible con los hijos de la Gran Bretaña.
Las sonrisas florecieron en el
grupo. Ese toque de humor hizo que la tensión se relajase un poco. Silvia
observaba a su esposo y se sentía enormemente feliz de compartir su vida con
él.
- Pienso que a raíz de aquel verano no simpatizaba mucho con los
ingleses. El caso es que estuvimos juntos y luego sin saber el porqué, no
volvimos a tener noticias.
Una pausa prolongada y fue,
como no, Caterine quien la rompió.
- Mamá. Estarías borracha ese
verano para rechazar a este encantador abuelito.
Nuevas risas ante la salida de
la joven que permitieron rebajar la expectativa del relato. Por fin cuando las
cosas se calmaron prosiguió.
- Bueno hará unos dos años más
o menos. Cuando Silvia y yo comenzamos a planificarnos un viaje al mes para
relajarnos de unos años de gran intensidad y trabajo. Estando en París, creo
que me crucé con Bety. Estaba en una cafetería, se tropezó con mi silla y fue
al suelo. De inmediato me apresuré a ayudarle. Era idéntica a Linda, y aquello
me dejó helado.
- A propósito.
Interrumpió su relato.
- ¿Eras tu Bety?
Ahora que lo comentaba, era
cierto, se habían visto y conversado en aquella ocasión pero ella lo había
olvidado. Ahora recordaba aquel incidente y en especial cuando no le soltaba
los brazos. Tras las aclaraciones pertinentes prosiguió.
- Fue entonces cuando recordé
a mi primer amor y sentí la curiosidad de averiguar algo sobre ella. Pero tan
solo fue una idea. Silvia, que me notó excesivamente pensativo para estar de
vacaciones, me preguntó. Y cuando le relaté lo sucedido me animó a contratar un
investigador privado. Por la noche caí en la cuenta que la segunda ciudad
elegida para esas vacaciones fue New Ville y aunque lo hice inconscientemente
estaba claro que en su elección influyo mi subconsciente. Un investigador
privado de New Ville fue el encargado de indagar todo lo referente a las dos
hermanas. Me hice pasar por el esposo de una paciente y entablé conversación
con Caterine. El resto de la historia lo habéis vivido. De nuevo un silencio
profundo. Todos estaban impresionados por aquella historia y trataban de
asimilar la confesión. Bety fue la que en esta ocasión rompió el silencio.
- ¿Amas a mamá?
La respuesta no si hizo
esperar. De inmediato contestó.
- Estoy seguro que si no
ocupara un puesto importante en mi corazón no habría iniciado aquella
investigación.
La pregunta de su hija menor
fue más fuerte, la enunció y luego de hacerla se arrepintió.
- ¿Dejarías a mamá por Linda?
Los presentes recriminaron la
pregunta, pero no estaba dispuesto a falsear nada y con la misma rapidez
comentó.
- No. A Linda la quiero y si
me manifestara de otra forma mentiría. Ella y Silvia saben que tuve
tentaciones. Pero también conocéis el sentido moral, tanto de Linda como el
mío. A Silvia la adoro. Ha sido, es y será mi pareja hasta que la muerte nos
separe.
Brisite se levantó y cedió su
puesto a Silvia. José se abrazó a las dos y se fundieron en un fuerte abrazo.
Aquella confesión unió, más si
cabe, a esas dos familias. Las preguntas y respuestas se sucedieron hasta la
cena y prosiguió tras la misma. Las parejas se miraban y deseaban con todas sus
fuerzas que su relación se pareciese a la de José y Silvia. Aquello si era una
verdadera devoción al otro.
Cuando Linda y Brisite se
fueron a casa comentaron el relato de aquella tarde. Aquel amor que José había
conservado era verdaderamente romántico y muy bonito. Ellas habían tenido
experiencias bastante desagradables en relación con su pareja y aquella
historia protagonizada por ellas les levantó la moral y se sentían orgullosas
de tener como amigo a ese encantador matrimonio, que por cierto también
entrarían a pertenecer a la familia.
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