miércoles, 23 de mayo de 2012

EL PRIMER AMOR SEGUNDA PARTE CAPITULO IX-LA CONFESIÓN


   - CAPÍTULO NOVENO.

                                          - LA CONFESIÓN. -

   A los seis meses, del regreso de José a casa, se inició el caso por la vista contra la compañera de Pierre Valery, en demanda contra la firma. Silvia y su marido decidieron presentarse en París para brindar su apoyo. El juicio se iba desarrollando sin el menor incidente. Los abogados, de modas Revaud, controlaban perfectamente la situación. Era un caso para resolverse en los despachos sin llegar a juicio. Pero aunque los abogados de la demandada se lo aconsejaron, ésta obsesionada se negó a ello. Sabía que lo iba a perder pero deseaba dañar la imagen de la firma denunciante. Los abogados de José se dieron cuenta rápidamente de la estrategia del otro grupo y consiguieron dominar la situación en todo momento. La prensa seguía con sumo interés aquel caso y todos los días dedicaban páginas completas a la vista del día. El juicio tuvo el efecto contrario al esperado por la amiga de Pierre. Le proporcionó, a Modas Revaud, una propaganda extra de un inmenso valor comercial. Adquiriendo la firma dimensiones gigantescas. La calidad de los diseños de Caterine y Bety, bajo los consejos de su madre, iban en aumento. Las principales pasarelas se disputaban la presentación de las colecciones y las tiendas Revaud se abrían en las principales capitales del mundo. Aquel negocio, que en un principio supuso un desembolso importante, ahora se había convertido en la principal fuente de ingresos de sus accionistas.
   Linda y sus hijas habían decidido trasladarse a París para poder atender mejor el negocio. Brisite prefirió seguir en New Ville en donde los principales talleres de la firma se instalaron allí. Además, dirigía personalmente la tienda de la ciudad. Tenían en mente trasladarse a la capital una vez finalizado los trámites judiciales. El juicio quedó visto para sentencia a las dos semanas. La intervención de Pierre fue decisiva en algunos momentos donde la firma podía haber sufrido algún daño en el ámbito de la prensa. Pero el escándalo saltó cuando su amiga, al oír la declaración de su ex amante, se lanzó como una loca, sobre él agrediéndole en la misma sala del juicio. El juez le llamó al orden y le impuso una sanción económica. Preguntó a Pierre si deseaba denunciar el incidente, pero aquel hombre había aprendido la lección dada por la madre de sus hijas y prefirió dejarlo pasar. El papel desarrollado por su padre en el juicio le permitió acercarse un poco a sus hijas. Hasta tal punto que antes de emitir sentencia, le pidieron hablar con él. Esa circunstancia proporcionó, al arrepentido padre, recuperar media vida. Sus hijas.
   Esa tarde Jorge les acompañó en coche hasta casa. Luego pasaría a recogerles para cenar. Caterine fue la más fría durante la conversación mantenida con su progenitor. Él deseaba poderles abrazar, pero se cuidó mucho de tomar cualquier tipo de iniciativa en ese sentido. Notaba la tirantez de Caterine pero lo comprendía. Ella había pasado por una situación muy distinta a su otra hija. Pero se sentía enormemente feliz de poder verlas y conversar, a pesar de aquel clima algo tenso. Cuando Jorge llegó, Bety besó a su padre, mientras que Caterine le dio la mano y se despidieron de él, quedando en verse más adelante.
   Pierre cayó sobre el sillón que tenía más cercano y rompió a llorar, liberando aquella emoción producida por esas horas de comunicación con sus hijas. Se sentía muy feliz y su razón de vivir la tenía fijada en el siguiente encuentro.
  Cuando regresaban al hotel Caterine, comentó a Jorge.
   - Tú crees que a tu madre le importaría compartir a su marido.
   Bety recriminó la pregunta de su hermana. Pero lo cierto es que José inundaba su corazón, sus sueños y sus deseos. No había terminado de diseñar un modelo cuando, si él estaba en la ciudad, iba rápidamente a enseñárselo para darle el visto bueno. Él se había dado cuenta de la adoración que aquella maravillosa joven sentía por su persona. En muchos de sus encuentros pasaba horas reflexionando sobre la situación y ella salía convencida, pero no había abandonado la puerta cuando los sentimientos superaban a la razón. Lo deseaba, y eso se había convertido en el centro de su existencia. Su pasión por él llegó a tal grado que en una ocasión llegó a conversar con Silvia para proponérselo. Con su acostumbrado tacto y delicadeza razonó con la joven. Siempre terminaba pidiendo perdón.
   El fallo era claro, se le dio la razón a la firma Revaud y la de Pierre Valery desapareció integrándose todas las propiedades y personal en la primera.
   José y Silvia regresaron a España. Jorge, como había finalizado el curso, decidió quedarse para ayudar en el traslado.
   El verano estaba terminando, la nueva casa de la familia Revaud estaba terminada y decidieron dar una fiesta para los íntimos. José y su familia, al completo, se presentaron y pasaron una grata velada bautizando el nuevo hogar. Reme había viajado con su novio y un amigo de este. Ambos eran abogados y ejercían en los despachos respectivos de sus padres. La familia se sorprendió al ver el interés de Caterine por aquel joven. Había conocido infinidad de muchachos, pero con ninguno había entablado tan rápidamente una conversación. Los dos días que pasaron en París, ella se había olvidado de José y eso era algo muy revelador. Tanto Linda como el matrimonio se habían dado cuenta de la situación. Lo comentaron con gran satisfacción.
    Elena y Carlos anunciaron a sus padres que serían abuelos. En tono irónico José comentó.
   - Creo que tu hija se ha dado cuenta, ahora, que soy un abuelo.
   Comenzaron a reírse y sin saber el porqué ella se abrazó y le besó.
   Las cartas, las llamadas por teléfono, viajes con Jorge se hicieron cada vez más frecuentes. Caterine había encontrado a su pareja.  
   Se anunciado la boda de Jorge y Bety, así como se sospechaba los próximos enlaces de Reme y Caterine con la pareja de abogados.
   El segundo día de Navidad tras la cena y comida en la alquería la familia, decidió desplazarse a New Ville. Silvia y su esposo compraron una casa en aquella deliciosa localidad. Esos últimos días del año la ciudad estaba cubierta de nieve y parte del lago helado. Tomándose unos días de vacaciones para esquiar y descansar mientras pasaban las fiestas en familia.
   Esa tarde se reunieron a comer en casa. Silvia tenía todo preparado y dispuesto para que la familia se sintiese a gusto. El servicio contratado para cuando decidían a ir a New Ville estaba preparado. Poco a poco fueron viniendo. Silvia comentó a su marido si había confesado a Linda su secreto. Ante la negativa se sorprendió que en todos esos años convividos no lo hubiera hecho. Le prometió que durante esas vacaciones lo intentaría.
   La comida fue muy entretenida juntándose diez personas, la familia de José, la de Linda y el novio de Caterine. Se pasaron un poco con la bebida y durante la sobremesa las bromas y risas se desbordaron. En un determinado momento José se encontraba en una silla. Linda se había sentado sobre el muslo derecho y con su brazo abarcaba el cuello mientras acariciaba con suma delicadeza a su amigo. Al rato su hermana hacía lo propio, sentándose en el otro muslo. En ese preciso instante José comentó.
   - Hará unos treinta años me encontraba en esta misma agradable situación.
   Fue Caterine quien sorprendida dejó de prestar atención a su pareja y preguntó.            
   - ¿Acaso conocías a mamá antes? 
   Un profundo silencio. Caras extrañadas, a excepción de la familia Carbonell. Al cruzar sus miradas el matrimonio sonrió.
   - Si mi querida pequeña. Hace treinta años tuve a estas dos maravillosas mujeres sobre mis rodillas. Si mi memoria no me falla fue en el restaurante de un camping de Javea.
   Brisite y Linda se miraron, como tratando de averiguar si la otra había caído. Pasaron tres minutos de absoluto silencio. Todos estaban expectantes para ver quien resolvía aquel misterio. Por fin fue Linda.
   - ¡Es Pepe! ¡Brisite!. ¡Es Pepe! ¿Te acuerdas?
   - ¿Pepe?
   Se quedó pensativa y de inmediato reaccionó.
   - Nuestro querido amigo español.
   De inmediato lo miraron, él les sonreía. La expresión de su rostro revelaba a las claras su acierto. Lo habían recordado. Era Pepe. El resto del personal permanecía atónito a las pocas explicaciones recibidas. Fue nuevamente Caterine quien rompió con aquel nuevo silencio.
   - Entonces es cierto que os conocéis. ¿No?
   No permitió respuesta de inmediato y dirigiéndose a su madre comentó.
   - Recuerdas cuando en el hospital me confesaste que esa mirada te recordaba a alguien. Entonces estabas en lo cierto.
   Poco a poco las cosas se fueron aclarando. Comenzaron a recordar sus años de adolescencia, pues se conocieron con quince años escasos. Y habían estado viéndose durante cinco veranos. Luego no volvieron a tener noticias el uno del otro. Y tras todos esos años ahora se habían vuelto a encontrar.
   - José. ¿Lo sabías desde el principio?
   Preguntó con sorpresa Linda. Iba a contestar cuando Jorge interrumpió al ver la expresión de su madre.
   - Sabéis fue mamá la que impulsó a papá para que te buscara.
   Silvia se ruborizó y tras unos segundos lo confesó. Caterine fue quien irrumpió de nuevo.
   - ¿Lo sabía alguien más?
   - Sí. Todos los Carbonell.
   Aseguró Reme. Rieron la ocurrencia de la joven. Tras las aclaraciones comenzaron las preguntas de todos al mismo tiempo. Había demasiadas incógnitas en todo aquello y cada uno deseaba despejar las suyas. José pidió calma y prometió relatar toda la historia. Invitó a su esposa, a Linda y a Brisite, que si recordaban algo le interrumpieran y lo añadieran. Luego del relato si deseaban realizar alguna pregunta lo podía hacer sin problemas. Estaba dispuesto a confesar todo lo que desearan.
   - La historia, que yo recuerdo, se inició en un verano cuando contaba con quince años. Había ido a pasar unos días con los amigos a Javea. Los tiempos difíciles habían pasado y la familia gozaba de una posición aceptable. Ellos tenían apartamento, pero como eran familias muy numerosas no había posibilidad de ir a sus casas, por ello cogí mi tienda de campaña y me instalé en el camping que se encontraba a cinco minutos de los apartamentos. Una tarde, por el paseo marítimo, nos cruzamos con estas dos encantadoras hermanas. Entablamos conversación y quedamos en salir. La casualidad quiso que estuviesen instaladas en el mismo camping.
   - Papá al grano.
   Interrumpió Reme al tiempo que añadía
   - Estamos impacientes por saber lo importante de la historia.
   José pidió calma. Todo estaba relacionado y si no lo contaba con los detalles podrían perderse y no comprender algo de esa dulce y romántica historia.
   - Bueno como os iba diciendo. Quedamos en salir con ellas esa noche tres de los cuatro amigos. Linda me cautivo desde el primer momento que la vi. Me tocó él corazón y al fin y a la postre fue mi primer amor. Durante el curso nos escribimos con relativa asiduidad, cada quince días, más o menos. Los siguientes veranos nos encontramos de nuevo en el camping. Me enamoré locamente de esta preciosidad y en uno de los veranos le declaré mi amor. Con la dulzura, el cariño y tacto que le caracterizan me dio calabazas. Creo que, los años siguientes, fueron los más duros y amargos de mí existencia. Nos seguimos viendo en verano y en uno de ellos, Linda venía enamorada de un súbdito inglés, para mayor recochineo. Ya que en esa época España estaba especialmente sensible con los hijos de la Gran Bretaña.
   Las sonrisas florecieron en el grupo. Ese toque de humor hizo que la tensión se relajase un poco. Silvia observaba a su esposo y se sentía enormemente feliz de compartir su vida con él.
   - Pienso que a raíz  de aquel verano no simpatizaba mucho con los ingleses. El caso es que estuvimos juntos y luego sin saber el porqué, no volvimos a tener noticias.
   Una pausa prolongada y fue, como no, Caterine quien la rompió.
   - Mamá. Estarías borracha ese verano para rechazar a este encantador abuelito.
   Nuevas risas ante la salida de la joven que permitieron rebajar la expectativa del relato. Por fin cuando las cosas se calmaron prosiguió.
   - Bueno hará unos dos años más o menos. Cuando Silvia y yo comenzamos a planificarnos un viaje al mes para relajarnos de unos años de gran intensidad y trabajo. Estando en París, creo que me crucé con Bety. Estaba en una cafetería, se tropezó con mi silla y fue al suelo. De inmediato me apresuré a ayudarle. Era idéntica a Linda, y aquello me dejó helado.
   - A propósito.
   Interrumpió su relato.
   - ¿Eras tu Bety?
   Ahora que lo comentaba, era cierto, se habían visto y conversado en aquella ocasión pero ella lo había olvidado. Ahora recordaba aquel incidente y en especial cuando no le soltaba los brazos. Tras las aclaraciones pertinentes prosiguió. 
   - Fue entonces cuando recordé a mi primer amor y sentí la curiosidad de averiguar algo sobre ella. Pero tan solo fue una idea. Silvia, que me notó excesivamente pensativo para estar de vacaciones, me preguntó. Y cuando le relaté lo sucedido me animó a contratar un investigador privado. Por la noche caí en la cuenta que la segunda ciudad elegida para esas vacaciones fue New Ville y aunque lo hice inconscientemente estaba claro que en su elección influyo mi subconsciente. Un investigador privado de New Ville fue el encargado de indagar todo lo referente a las dos hermanas. Me hice pasar por el esposo de una paciente y entablé conversación con Caterine. El resto de la historia lo habéis vivido. De nuevo un silencio profundo. Todos estaban impresionados por aquella historia y trataban de asimilar la confesión. Bety fue la que en esta ocasión rompió el silencio.
   - ¿Amas a mamá?
   La respuesta no si hizo esperar. De inmediato contestó.
   - Estoy seguro que si no ocupara un puesto importante en mi corazón no habría iniciado aquella investigación.
   La pregunta de su hija menor fue más fuerte, la enunció y luego de hacerla se arrepintió.
   - ¿Dejarías a mamá por Linda?
   Los presentes recriminaron la pregunta, pero no estaba dispuesto a falsear nada y con la misma rapidez comentó.
   - No. A Linda la quiero y si me manifestara de otra forma mentiría. Ella y Silvia saben que tuve tentaciones. Pero también conocéis el sentido moral, tanto de Linda como el mío. A Silvia la adoro. Ha sido, es y será mi pareja hasta que la muerte nos separe.
   Brisite se levantó y cedió su puesto a Silvia. José se abrazó a las dos y se fundieron en un fuerte abrazo.
   Aquella confesión unió, más si cabe, a esas dos familias. Las preguntas y respuestas se sucedieron hasta la cena y prosiguió tras la misma. Las parejas se miraban y deseaban con todas sus fuerzas que su relación se pareciese a la de José y Silvia. Aquello si era una verdadera devoción al otro.
   Cuando Linda y Brisite se fueron a casa comentaron el relato de aquella tarde. Aquel amor que José había conservado era verdaderamente romántico y muy bonito. Ellas habían tenido experiencias bastante desagradables en relación con su pareja y aquella historia protagonizada por ellas les levantó la moral y se sentían orgullosas de tener como amigo a ese encantador matrimonio, que por cierto también entrarían a pertenecer a la familia.                    
                          

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