miércoles, 29 de febrero de 2012

EL PRIMER AMOR -CAPITULO XIV-INCIDENTE EN LA FACULTAD

- CAPITULO XIV -

- INCIDENTE EN LA FACULTAD

Iniciaba el último curso de carrera y se preparaba para presentarse al MIR. Su tesis doctoral la llevaba muy avanzada y tenía intención de presentarla al finalizar el curso. Durante cuarto y quinto hizo también los cursos de Fisioterapeuta. Quería hacer el MIR en cirugía y traumatología, de ahí su interés por la rehabilitación.

Durante ese último curso de carrera coincidió con Silvia, la única chica de la promoción. Era una mujer de una elegancia y de una sencillez deslumbrantes, que unido a su belleza natural le proporcionaba una imagen de mujer diez. Estaba asediada por sus compañeros de clase, sin embargo no les hacía mucho caso. Adoraba y admiraba al pequeño Pepe pero nunca había conseguido mantener una conversación con tranquilidad. Pues era terminar la clase y Pepe salía como una bala, hacia la alquería, para echar una mano. Un día ocurrió un incidente que les marcaría para el resto de sus vidas. Estaban con uno de sus profesores, de los más competentes, aunque bastante machista. En el desarrollo de la clase Silvia corrigió al catedrático unas fórmulas, pensando que se había equivocado, no era así, y aquel grosero catedrático aprovechó el momento para mostrar su lado machista.

- Usted señorita si se callara y estuviera en casa haciendo sus labores, que es lo que le corresponde, sería mucho mejor.

Silvia enrojeció y comenzó a llorar. A Pepe, tal vez, por la reciente muerte de su madre, le afectó mucho la reacción de su profesor y salto, tratando de defender a su compañera. Fue algo instintivo, poco común en él.

- Y usted no debería haber abandonado el pesebre.

Aquella frase le salió del corazón, no era el modo de responder a una grosería con otra pero no lo pudo evitar. Encolerizado el catedrático preguntó quien había sido aquel impertinente. Sin vacilar un solo instante se levantó de la silla con seguridad y con firmeza se confesó.

- Señor. He sido yo.

El enfado, llegó hasta tal punto, que tras pedirle el nombre le juró expulsarlo de la facultad. Ordenándole salir inmediatamente del aula. Sin pronunciar palabra, obedeció, abandonándola sin rechistar. Silvia quedó tan impresionada por la valentía de su compañero que se levantó y sin más salió tras él. A continuación el resto de sus compañeros siguió su ejemplo dejando al catedrático solo. Dio un puntapié a la mesa y salió enfurecido hacia el despacho del decano. Allí solicitó la expulsión de la facultad de José Carbonell. El directivo, una persona tranquila y serena, quiso calmarlo.

- No se pueden tomar medidas cuando se está en un estado de agitación y menos a un alumno tan brillante.

- Es un grosero y un mal educado y ha faltado a lo más sagrado en esta universidad. La disciplina.

Conversaron durante un largo rato y le aseguró estudiar el caso. El decano no había decidido nada pero la noticia, de la expulsión de Pepe de la facultad, corrió como la espuma. Esa misma tarde se montaba una asamblea en la facultad de medicina. El movimiento feminista se enteró del incidente y al día siguiente las demás facultades convocaban a sus alumnos a la asamblea acordando realizar una huelga general hasta suspenderse la decisión de expulsar al alumno en cuestión.

Pepe se dio cuenta que aquello se había desmadrado, ni corto ni perezoso fue al despacho del catedrático, pero a pesar de su insistencia no le recibió. Ante la negativa fue directo al despacho del decano. Éste, se encontraba con una delegación de alumnos de la universidad, entre los que se encontraba Silvia, querían explicarle lo sucedido y solicitaban la readmisión de Pepe. Al enterarse, por su secretaria, de su presencia, esperando entrevistarse con él, le invitó a pasar por medio de ella. Las miradas de Silvia y Pepe se cruzaron y ella le ofreció una cargada de dulzura y ternura. Pero no llegó a percibirla, estaba con otras cosas en la cabeza. Saludó a los presentes y tomó asiento en la silla ofertada.

- Esta bien, hemos oído dos versiones de los hechos. Le estaba buscando para escuchar la del afectado.

Comenzó disculpándose por la magnitud de los acontecimientos. En ningún momento había pretendido, ni ofender al catedrático ni mucho menos provocar aquel altercado. Comentó su intención de disculparse ante el catedrático al ver como evolucionaba la situación, pero al negarse a recibirlo, optó por presentarse ante el despacho del decano. Contó la versión de todos los hechos sin poner énfasis en ninguna parte del relato, detalle no observado en las otras dos versiones escuchadas. Mostró su perplejidad ante el desarrollo de los acontecimientos y terminó diciendo.

- Sé que no es correcto faltarle el respeto a un profesor y menos delante del resto de los alumnos. Lo siento de corazón, soy de las personas convencidas que el diálogo lo resuelve todo, tarde o temprano. Por eso estoy aquí. Pero también debo mostrar como disculpa mi situación familiar de estos últimos días. Han fallecido mis padres.

Sus ojos se nublaron y una profunda pena se apoderó de todo su ser. Pero manteniendo el timbre de voz prosiguió.

- He luchado en casa contra la discriminación de mi madre y mis hermanas. Las palabras de ese señor a la señorita me dañaron en lo más profundo de mí ser y mi reacción salió de fondo de mi alma. No vengo a solicitar clemencia. He obrado mal y esta claro que merezco un castigo. Pero me gustaría resolver la situación.

Prosiguió con un discurso de los que hacía mella en sus oyentes. Para concluir.

- Lo que ustedes decidan lo aceptaré y ruego a mis compañeros su regreso a clase para no perder el tiempo. La forma de luchar, según mi opinión, es con el trabajo, con la responsabilidad, demostrando al que está equivocado su error con hechos. De esa forma consiguió mi madre y hermana ser reconocidas por el mayor animal, con perdón a mi padre, sobre la faz de la tierra.

Aquellas palabras dejaron fríos a todos los presentes, era capaz de quedarse sin el sueño de su vida, ser médico, para lograr devolver las cosas a su cauce normal. El decano dio la puntilla para suspender el conato de huelga.

- Habrá una sanción, porque verdaderamente su comportamiento lo merece, pero no será expulsado de la facultad.

Una leve pausa para observar la reacción de sus interlocutores y prosiguió

- Se seguirá una investigación y si todo lo sucedido es como parece, al catedrático también se le dará un toque de atención.

Aquello parecía increíble. Quedando gratamente sorprendidos por la respuesta, abandonando el despacho tras despedirse. Cuando Pepe se disponía a salir, el decano, le rogó esperar junto a su encantadora compañera unos minutos.

Les invitó a acomodarse para abandonar el despacho a continuación. Fue cerrar la puerta y cruzar sus miradas, sonrieron al unísono e iniciaron una agradable y distendida conversación.

Transcurrieron veinte minutos cuando la puerta se volvía a abrir y por la misma entraba el catedrático en compañía del decano. Se pusieron en pie y Pepe no perdió el tiempo. Antes de romperse el silencio en el despacho se aproximó mientras se disculpaba.

- Señor siento mi actitud del otro día, en mi animo no estaba ofender a un gran profesor, pero como ya he comentado estaba en una situación familiar difícil. No estoy de acuerdo con usted sobre el tema de las mujeres, pero las ideas se defienden con dialogo y razonando. Nunca con insultos o con la fuerza, le quitan a uno la razón.

El catedrático permanecía impasible ante la disculpa de su discípulo. Tras unos minutos de silencio y después de tomar asiento entre el tresillo y los dos sillones la conversación se inició. Poco a poco el decano consiguió llevar las cosas hacia un cauce menos tenso. Cuando la situación sé aclaró y se serenaron, el catedrático se disculpó ante Silvia. Aquello les dejó perplejos, pero ahora valoraban mucho más a su profesor. Solicitó una advertencia verbal y todo quedó ahí.

Desde el incidente el joven solía ayudar al catedrático en algunos temas en su cátedra, sabía de las cualidades de aquel joven y cuando recordaban el incidente se reían. Llegaron a ser buenos amigos, pues el muchacho aprendió muchas cosas pero también le resolvió algunas papeletas al catedrático.

Terminó la carrera con el número uno de la promoción y no tuvo el menor problema para acceder a las prácticas de MIR.

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