sábado, 3 de septiembre de 2011

NEGRITA PURA VIDA CAPITULO 11 FIN DE AÑO

- CAPITULO – XI -

- FIN DE AÑO -

El chofer del banco, asignado a su vicepresidente, se encargó de acercarse al aeropuerto, facturar los equipajes y recoger las tarjetas de embarque. Cumplimentados los trámites se apresuró a cambiar de vehículo. Alberto le sugirió con anterioridad que fuera a por el microbús de la empresa para recoger a la familia y transportarla al aeropuerto. Cuando el vehiculo traspasaba la puerta del jardín los viajeros lo aguardaban en la entrada. Fueron desfilando con las bolsas de mano, para entregárselas al chofer, quien las ordenó en el maletero, mientras la familia se acoplaba en sus asientos, para salir apresurados hacia el aeropuerto.

El margen de tiempo para la partida de su vuelo era escaso y no era cuestión de entretenerse. El viaje hacia Costa Rica se iniciaba en esos momentos. Llegaron con unos minutos de antelación a la salida del vuelo. El embarque de pasajeros hacía más de media hora que había comenzado. Pues así rezaba en los billetes. La totalidad del pasaje, con excepción de la familia, pasaba el definitivo control para acceder al aparato. Cuando los componentes de ese vuelo se encontraban acoplados en sus respectivos asientos, ellos corrían por los pasillos del aeropuerto en busca de la puerta asignada a su vuelo.

Alberto con las tarjetas de embarque en la mano, poco antes el chofer se las entregó, andaba persiguiendo al grupo para repartirlas sin detenerse. Al completar el reparto se giró para despedirse del empleado, quien aguardaba la última señal del jefe para confirmarle que todo estaba en orden. Cuando alcanzaron el definitivo control antes de acceder al aparato faltaban escasamente diez minutos para iniciar el vuelo. Las azafatas de clase preferente les recibieron con una sonrisa sugestiva portadora de una reprimenda cariñosa, por el retraso mientras les daban la bienvenida.

Fueron acompañados hasta sus asientos y les ayudaron a colocar los objetos de mano en los maleteros. Finalizada la asistencia antes del despegue les preguntaron si deseaban tomar algo. Tres, de los siete componentes, del grupo familiar no era la primera visita a Costa Rica.

El resto esperaban con expectativa conocerlo por primera vez. Pues llevaban mas de una semana escuchando el encanto, el embrujo, la magia de aquel país centroamericano.

Fue un viaje tranquilo. Sin el mínimo sobresalto. De no ser por el momento del despegue pensarían que se encontraban en la sala de espera del aeropuerto. Anita tan pronto estaba junto a Carlos como buscaba el calor y el mimo de su padre.

Alberto ocupó en varios momentos el asiento junto a su padrino para tratar asuntos relacionados con la gestión de su capital en España. La duración del vuelo dio tiempo a compartir también asiento con Alfredo para conversar, como no, de la pesca de la langosta.

El avión aterrizaba en el aeropuerto de Alajuela a las catorce horas locales. Un despliegue de coches oficiales rodeó la aeronave nada mas parar sus motores y una comitiva de altas autoridades aguardaba a pie de las escalerillas. Don Gilberto junto al ministro del interior y dos miembros más del gobierno. Conocedores de la llegada de don Alberto no quisieron perder la ocasión de conocerlo y saludarle personalmente.

El despliegue de medios sorprendió a todo el mundo y la familia no estuvo exenta de la sorpresa. No esperaban ese recibimiento. Iniciadas las presentaciones, don Gilberto, les solicitó los resguardos del equipaje y los pasaportes entregándoselos a un oficial del cuerpo de seguridad, para su rápida tramitación. A continuación los viajeros fueron invitados a subir en los coches oficiales para conducirlos directamente al reactor del presidente. Este ante la imposibilidad de asistir dispuso su avión para conducirlos hasta Limón sin necesidad de esperas de paso de aduanas ni recogida de equipajes.

Don Gilberto le mostró el interés del presidente por conocerlos personalmente y quedaron en adelantar un día su regreso a San José para visitarlo. De inmediato el ministro del interior les confirmó que el avión presidencial los recogería en Limón y luego unos coches oficiales se encargarían de conducirlos, primero a un hotel, donde se instalarían y de allí a la vivienda del presidente donde les ofrecería, en su honor, un almuerzo. Las informaciones financieras proporcionadas por Alberto y Ángela les obligaban a mostrarse serviciales con sus invitados. Las inversiones realizadas por consejo de la pareja les proporcionaron un aumento considerable de sus fortunas.

Especialmente con las últimas inversiones. Pero la sorpresa no iba a quedar simplemente con el despliegue de medios y atenciones hacia la familia.

Gonzalo se sobresaltó cuando el ministro del interior que viajaba con él en el mismo vehículo para llegar hasta el reactor presidencial le preguntó.

- ¿Algún problema con “el gringo” o don Julián?

Le costó unos segundos en reaccionar. Principalmente por la inesperada pregunta. Pero reaccionó con prontitud mostrando su agradecimiento y satisfacción por su colaboración. Ni el mínimo percance en ese tiempo viviendo en el cantón de Limón.

Descendían de los vehículos para acceder al reactor cuando sus equipajes iniciaban el ascenso al avión. Esperándoles, en las escalerillas del reactor, el oficial de la policía con toda la documentación en regla. Al aparato subieron don Gilberto y el ministro del interior.

Aprovechando el viaje para solventar ciertos asuntos pendientes por ese lugar del país. Especialmente el ministro tenía mucho interés, pues el presidente así se lo pidió que durante la estancia de esa familia las cosas funcionaran perfectamente por la zona.

El, personalmente quería encargarse de hablar con sus subordinados en la zona para que cumplieran estrictamente sus órdenes. El vuelo fue tranquilo y no les llevó más de quince minutos. Durante el breve viaje Gonzalo expresó, a sus familiares, que el trayecto se realizaba normalmente a bordo de unas avionetas de una sola hélice. Cuando uno se veía delante de ella, llegó a asegurar, que parecía increíble que aquella caja con alas fuera capaz de mantenerse en vuelo durante cuarenta minutos.

- Sois unos privilegiados al volar en este reactor.

Expresó a sus familiares para dirigirse a continuación al ministro y añadir.

- Transmita Personalmente, en la primera oportunidad que tenga, mi más sincero agradecimiento a su presidente por el detalle.

Sonrió. Asegurando que ellos mismos en persona podrían mostrarlo en la recepción preparada expresamente en su honor. En Limón, una nueva comitiva aguardaba a las autoridades y sus invitados. El Negro esperaba con el todo terreno al que acompañaban dos coches oficiales, con el jefe policial de zona y el de Puerto Viejo a pie de avión. Los saludos y presentaciones correspondientes, para cargar los equipajes de los viajeros en los vehículos y poner rumbo a Puerto Viejo.

Con discreción Anita recriminó a su padre cuando éste se dirigió a Salvador con el término “Negro”.

Pero a pesar del intento de no ser escuchada por otras personas Salvador percibió el comentario y con la sonrisa en su oscura cara, contrastando con la blancura de su dentadura, tomó con ambas manos la derecha de Anita y sin desdibujar su sonrisa le aclaró en términos cariñosos.

- Mi niña. No se me enoje con el viejo. Estoy muy honrado con la forma de dirigirse a mí. Es señal inequívoca que me considera parte de su familia y aquí en Puerto Viejo no puede haber mayor honor para un negro.

Anita se sonrojó excesivamente y se sobrecogió de emoción por la ternura y dulzura de aquel negro corpulento y de presencia llamativa. “Es guapo el condenado”. Llegó a pensar la visitante para luego, tras soltarse de la presa ejercida por aquellas manos abrazarse a su papito para pedirle disculpas. Aclarada la circunstancia y superada la subida de calores en su cuerpo Gonzalo le rogó al Negro que telefoneara al restaurante de Puerto Manzanillo para tener lista una mesa para quince comensales. No hubo necesidad de repetirlo, es mas, no había finalizado la frase cuando El Negro telefoneaba para cumplir con la petición de su amigo.

La comitiva pasó por delante del "Chino" camino de la cabaña. Don Máximo reconoció de inmediato a los personajes y no perdió el tiempo en telefonear a don Julián. Tampoco este lo perdió poniendo sobre aviso a todos sus subordinados para evitar cualquier incidente o actividad ilegal mientras permanecieran en Puerto Viejo las personalidades. Se lamentó del escaso tiempo de tranquilidad disfrutado. Veintidós días fueron los que el viejo estuvo ausente de su cabaña. Escasamente tres semanas de tranquilidad para los jefecillos de la zona. De nuevo la secreta se movía por Puerto tras esas semanas sin extraños.

La comitiva entró en la cabaña de Gonzalo y mientras el ministro, don Gilberto, y los jefes locales de la policía entraban en el salón para conversar y degustar el aperitivo preparado por el servicio. El Negro acompañó al resto a las cabañas dispuestas para pasar esos días en Puerto. Gonzalo les rogó que no se demoraran. Antes de fundirse con la joven le tomó las dos manos y separándose levemente volvió a rasgar sus cuerdas vocales.

- Cada vez la encuentro más linda. Mi Negrita.

Se aproximó a la joven, soltando sus manos y abarcándola entre sus brazos justo en el preciso instante de la entrada en la estancia de su hija en compañía de Carlos.

Ese momento abrazada a su Viejito lo saboreó como el minuto más feliz de esas fiestas Navideñas.

Le hubiera gustado permanecer abrazada durante horas como solían hacer en la hamaca de la playa mientras platicaban o simplemente contemplaban la belleza, regalada por la naturaleza en aquel rincón del mundo. Su Viejito no vio a los recién llegados pero ella estaba de cara. De inmediato comprendió que esa pareja eran sus hijos. Sonrió al comprobar la expresión del rostro de Anita. Esta desvió su mirada hacia su esposo esperando una explicación a la escena.

La belleza de la joven era difícil de igualar, y por si fuera poco estaba acaparando a su papuchi con un gesto cargado de ternura.

Pero especialmente contemplar aquella escena totalmente inesperada. No encajaba con los esquemas que conservaba en su estructura mental sobre su padre. El impás de aquel momento mágico lo rompió Negrita.

- ¡Mi Viejito! Creo que sus hijos le esperan.

Gonzalo apretó el abrazo para concluir el saludo con Negrita y con toda la naturalidad del mundo se giró para comenzar las presentaciones. El saludo de Negrita con Ana fue efusivo y no pudo evitar comentarle a la hija de Su Viejito, en tono muy bajo y al oído. “Su papá es un buen hombre, es una bendición de nuestro Señor y el negro lo adora”.

Anita sonrió. La dulzura de su voz en el oído y la magia que le acompañaba le llegó al corazón. Sintió un aprecio desproporcionado por esa criatura que le acababan de presentar. Pero había algo en aquel ser que le llenó. No entendía casi nada. Su papi jamás había mostrados gestos tan cariñosos con ninguna otra mujer que no fuera su madre o ella misma, pero desde que se abrazó a ese ángel de Puerto Viejo encontró natural el comportamiento de su padre. Por otro lado la forma utilizada para llamarle, Negrita, le extrañó. Ni siquiera era negra y su belleza superaba a toda persona con la que había tratado.

Le impresionaron, amen de su belleza insultante, su mirada. Al igual que le ocurría a su padre cuando la cruzó por primera vez con ella pensó que tenía a su madre ante ella. Sería cierto lo que afirmaba en ocasiones su papi. Que mamá se debía haber encarnado en aquella nativa. Concluida la presentación Negrita quiso desaparecer de aquel tumulto y deseaba hacerlo con su Viejito, para perderse en la hamaca junto a la playa. Pero muy a pesar suyo no le fue posible eludir aquella reunión y se sentó junto a Su Viejito en el sofá del salón para compartir unos momentos de conversación mientras iba llegando el resto de los viajeros.

Al completarse la comitiva salieron de la cabaña para subir a los vehículos y poner rumbo a Puerto Manzanillo. Allí les esperaba un exquisito almuerzo.

Negrita radiaba no solo belleza la felicidad se dibujaba en su rostro. La ausencia del “gringo” le permitía exteriorizar el optimismo y la alegría del momento. Por si fuera poco su Viejito estaba a su lado. Al fin la suerte le había sonreído. El compatriota que dejó a cargo del negocio el “gringo” era un joven amable y respetuoso con Negrita y fue de él de quien partió la idea de concederle el día libre para reunirse con sus amigos, poniéndose el mismo en el mostrador del negocio y atenderlo personalmente.

Estaba como pez en el agua. Mas de una semana sin el “gringo era algo que no disfrutaba desde que nació.

Anita pudo comprobar como Negrita adoraba, respetaba e incluso se atrevió a asegurar para si, amaba a su padre. Su forma de mirarle, como tomaba su mano con una ternura que le sobrecogió o como se abrazaba dejando caer su cabeza en su hombro. Mas que la actitud de una amiga o una hija era la de una enamorada. Y lo extraño es que no le sorprendió. Pudo constatar el aprecio mostrado por su padre hacia Negrita, pero no era precisamente su relación la de una pareja.

No exteriorizaba el embobamiento propio de una persona de su edad con una joven, pero especialmente con una joven de esas cualidades. No perdió detalle. Cruzaba su mirada con la de su padre sonriéndole, al igual que al cruzarla con ella. En el transcurso de la velada sentía ver a su madre en compañía de su papá. No pudo guardarse ese sentimiento y lo comentó con Carlos. Su esposo le besó, escuchó el comentario pero le restó importancia. No creía en la magia, ni en la reencarnación de las almas. Anita tampoco pero desde que se cruzó con ella comenzaba a dudar seriamente.

Por fin las personalidades abandonaron la sobremesa para atender sus obligaciones y en la familia se palpó esa sensación de libertad. De liberación de los formalismos, para comportarse con espontaneidad y especialmente con relajación, dejando a la familia libre de toda etiqueta. Regresaron a casa. En el porche prosiguió la sobremesa para comentar especialmente las impresiones sobre esas primeras horas en Costa Rica. El espléndido almuerzo y las buenas e influyentes amistades de Ángela y Alberto. Por primera vez Negrita dejaba de estar junto a Su Viejito.

Había bajado las escaleras del porche para dirigirse a la playa por el adornado y florecido camino arropado por la espesa vegetación que lo flanqueaba. Los hombres conversaban junto a Marta y Ángela. Ana aprovechó el momento, sin pensarlo dos veces siguió a Negrita. Deseaba conversar con ella a solas y saber algo más de aquella joven cuya adoración y devoción, hacia su padre, era patente y manifiesta. Iba a escasos diez metros de ella. Observaba su armonía al caminar. Sensual. Seductora. Como si compusiera un baile en su desplazamiento. Llegaba incluso a invitarte a moverte con ella. Le alcanzó en el linde con el agua.

Se había descalzado dejando las zapatillas sobre la hamaca de su Viejito. A continuación Ana hizo lo propio, aproximándose a Negrita para conversar.

- Es increíble este lugar.

Rompió el fuego con una frase estándar. Negrita asintió con un movimiento de cabeza para inmediatamente romper su silencio.

- Es usted una mujer afortunada al contar con un padre como el que tiene. No se puede imaginar lo que ha supuesto para Puerto Viejo su presencia. Desde que llegó las cosas han cambiado y al negro se le respeta y se le tiene en cuenta. Ha sido una bendición.

Ana escuchaba mientras Negrita se explayó a sus anchas.

Confesándole que ningún hombre en su vida había conseguido entrar en su corazón como lo hizo su Viejito. Asegurando que le sucedió desde el primer contacto. Sin conocerlo de nada. Sin duda la magia de Puerto se convoyó con su corazón y le mostró al extranjero como el liberador del negro. Fue abriendo su corazón a la hija de su Viejito. Le contó las mil y una acción de su padre en ayuda de su pueblo y le relató con pelos y señales lo que supuso para mamá Cahuita y sus niñas. La mayor dieciocho de edad, la mediana quince y la pequeña diez.

Mama Cahuita sufrió los abusos de don Julián, pero aquello no fue tan duro como cuando se llevaba a sus niñas en las noches a su aposento. La operación la inició cuando la mayor tan solo contaba con cinco años. Unas veces individualmente pero otras se metía con las tres.

- Mamá Cahuita sufrió mucho. Muchísimo. Dios quiera que a mi no me suceda nunca lo mismo. Ahora gracias a Mi Viejito viven libres y dueñas de su propia vida. Trabajan para su padre pero su generosidad llega a límites insospechados. Es un hombre que está inmejorablemente bien conservado para su edad. Pero en todos estos meses que he convivido con él jamás se ha aprovechado de ninguna hembra. Llegué a proponerle ser su compañera, su sierva, su esclava o lo que desease. Con una ternura y una dulzura que aún me pone los pelos de punta me comentó que solo pertenecía a una mujer y le esperaba en la eternidad para vivirla juntos. Mi niña no sabe las veces que he soñado con un hombre como su padre. ¡Si alguien me quisiera así! Seguro que moriría de tanta dicha.

Paseaban por toda la bahía de un extremo a otro bañando sus pies con las cálidas aguas del Caribe, mientras la luna iluminaba sus pasos y las historias de Negrita le hacían sentirse una privilegiada al tener aquel viejito como padre.

- Pero sabe usted doña Ana. Anita como le dice Mi Viejito. Sabe lo que me aflige profundamente el corazón. Fue cuando tuve que engañarle. Si, ha oído bien. Engañé a Mi Viejito al confesarle que prefería irme con el “gringo” pero...

Las lágrimas afloraban por aquellos luminosos ojos verdes. Anita le arropó con sus brazos y cuando se recuperaba, para proseguir con la historia, la presencia de Gonzalo interrumpió el relato de Negrita, iniciando el encuentro con un cumplido a las dos mujeres. Para tomándolas de la mano devolverlas a la fiesta. Gonzalo acompañó a sus familiares hasta su alojamiento en Puerto Viejo y El Negro hizo lo propio con Negrita.

Gonzalo acompañó a sus familiares hasta su alojamiento en Puerto Viejo y El Negro hizo lo propio con Negrita. Iban por el sendero a través de la selva, para recortar camino cuando ella le preguntó.

- Negro. Cuénteme algo, algún secreto oculto de Mi Viejito. Alguna fantasía del tipo que sea. Algo que usted sepa que le haría feliz, que lo emocione especialmente.

El Negro quedó pensativo. Ciertamente no sabía que decirle hasta que se acordó del incidente en Quepos cuando escuchó a Delgadillo. La historia de su mujer conectando la cadena musical, cuando él llegaba a casa, y esa canción del cantante mexicano.

- Nada mas entrar en casa, ella, entraba en la ducha y dejando la puerta de par en par comenzaba a ducharse. Viejito se sentaba en el sillón del despacho frente al cuarto de aseo y contemplaba a su mujer durante la pieza musical. Al finalizar entraba en el baño y con la ropa que llevara se metía con su esposa en la ducha para mostrarse tal y como era el uno con el otro.

El Negro le contó no haber visto a un hombre tan emocionado como cuando Delgadillo cantaba la canción en aquel local de Quepos. Como aquel recuerdo le provocó un llanto de felicidad que le costó recuperarse.

-Sinceramente Negrita yo mismo me emocioné y se me pusieron los pelos de punta. Primero cuando vi. su reacción en la actuación de Delgadillo. Luego el corazón se me encogía conforme me relataba aquella linda historia llena de ternura, de cariño y de amor.

Casi El Negro suelta unas lágrimas recordando aquellos días cuando el Viejito se desvivía por recuperarlo a la vida. Por proporcionarle esas fuerzas necesarias para superar su dependencia del polvo. Y lo cierto es que aquel mago español, aquel Viejito supo tocarle la fibra floja al asegurarle que lo llevaría de nuevo a Puerto Viejo.

Ese sueño que perdió por culpa del “gringo” y don Julián. Culpables de llegar al estado en el que se encontraba.

Por fin llegaron al hogar de Negrita. Se despidieron y El Negro regresó a la cabaña para descansar de aquella jornada agotadora. Fue él personalmente quien supervisó todo para que no se cometiese el mínimo fallo. Cualquier cosa que se relacionara con el Viejo era sagrado para él. Y no eran ni más ni menos que sus familiares directos. Llevaba levantado desde dos horas antes de clarear, pero también contó con el apoyo y la ayuda de medio Puerto Viejo. Estaba muy cansado y no hizo nada más que tumbarse cuando quedó

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